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Leyendo a Marcos – 11

UN PASO, UN MUNDOSalvador Santos“Destilado” de Oscar Varela

Un arbusto es suficiente

— ¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos?”-

    El Galileo pregunta a la multitud. Requiere iniciativa.
    Él insiste en su estrategia: La PARÁBOLA.
    Su Mensaje no las tiene servidas del pasado. Las tiene que buscar.
    Necesita Comparaciones nuevas, porque son “Contestatarias”:
    El ARBUSTO achaparrado contra el CEDRO alto y encumbrado.
    La PARÁBOLA exige ESCUCHAR al que la oye;
    porque hay en ella “buena novedad“.

Este Fascículo desembocará en: ¿Fueron comprendidas las Parábolas?

Fascículo 10UN ARBUSTO ES SUFICIENTE

(Mc. 4,30-34)

Estaban todos deseando empezar.

    Y siguió diciendo:

    — ¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza, que, cuando se siembra en la tierra, aún siendo la semilla más pequeña de todas las que hay en la tierra, sin embargo, cuando se siembra, va subiendo, se hace más alta que las hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden anidar a su sombra” (Mc 4, 30-32).

— El relato continúa todavía en el mismo escenario, con el Galileo dirigiéndose desde la barca a la multitud. Marcos, como en las anteriores ocasiones, señala el cambio de tema al entrar en la última parábola: “Y siguió diciendo“.

Ha crecido la expectación de la gente. A la vista tienen al hombre de Nazaret; alrededor de él, al pequeño grupo de sus partidarios. El comienzo de esta última parábola atestigua cómo conecta el Galileo con la multitud. Su pedagogía genera acercamiento. Lo hace, animando a involucrarse en la dinámica creativa de su enseñanza. Busca que participen en el descubrimiento de los significados más profundamente humanos y sociales de su mensaje.

El Galileo introduce la parábola proponiendo abiertamente la reflexión: “¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios?“. Busca una realidad ordinaria, útil como comparación, para explicar la idea que quiere transmitir.

El objetivo de su enseñanza permanece inalterable desde el comienzo de su actividad: “el Reino de Dios“.

En la parábola anterior utilizábamos la palabra reinado; en cambio, en ésta hablamos de reino. El término original es el mismo. Pero en esta parábola se debe traducir por reino porque, como veremos por el ejemplo, se alude a su realidad social, mientras en la anterior se subrayaba su acogida personal. Cuando el contexto reclama entender la aceptación de un principio soberano, el término griego debe traducirse por reinado, cuando indica la consecuencia social derivada de la aceptación de esa soberanía, hay que preferir reino. El contenido de la parábola, distinto al de la anterior, justifica la diferencia en la traducción.

Fíjense, el Galileo despliega ahora un segundo interrogante ante su auditorio, solicitando el ejemplo ideal: “¿con qué parábola lo propondremos?“.

Sigue hablando de semillas. En este caso concreta la planta a la que pertenece, aunque eligió para su ejemplo, tal vez, la más inesperada: “con un grano de mostaza“.

El modelo escogido no respondía a las expectativas de la gente ni a las de los discípulos; es más que probable que generase decepción. De todas formas, quedaba la curiosidad…

Por nuestra parte, no olvidemos que el sujeto con que se inicia la narración de una parábola no tiene porqué ser considerado como la clave que defina el contenido del ejemplo. No debemos anticiparnos. Nombrar la parábola por su sujeto induce a error.

La lectura debe hacerse con detenimiento. En las parábolas se conservan expresiones originales del Galileo dichas en arameo, aunque traducidas al griego no sin dificultad. La forma en que Marcos ha construido el texto al hacer la descripción de lo que acontece con el grano de mostaza no está tampoco exenta de complicaciones, pero es precisamente en lo que engendra confusión, donde encontramos los propósitos del narrador hacia nosotros, sus lectores.

La primera frase: “que cuando se siembra en la tierra” deja claro lo dicho antes, que la semejanza del Reino no se establece con un grano de mostaza sino con lo que sucede con él. Se recalca que la simiente debe estar sembrada como condición indispensable para que pueda producirse algún acontecimiento.

La expresión “en la tierra“, como en la parábola anterior, vuelve a darnos una pista decisiva. Con ella, el Galileo dirige subliminalmente a la multitud situada en la tierra una invitación a unirse a su proyecto. Es el mensaje (“grano de mostaza“) aceptado por cada individuo integrado en esa multitud aposentada (“en la tierra“) lo que puede desencadenar un proceso inesperadamente positivo.

A continuación, se lee un inciso, pormenorizando algún detalle sobre esta semilla. La lectura del texto no es fácil. Su confuso entendimiento se presta a pasar de largo o a simplificar su contenido. Una vez indicada la necesidad de haberla sembrado en la tierra, la pretendida digresión aporta un rasgo nada despreciable sobre el grano de mostaza: “siendo la semilla más pequeña de todas las que hay en la tierra“.

El que el grano de mostaza no sea la semilla mas pequeña indica que el apunte del Galileo sobre el tamaño va en otra dirección. Más adelante comprobaremos el papel que juega en el ejemplo. Vista la afirmación superficialmente, parece una precisión errónea sobre el tamaño de la semilla, pero una aproximación al texto nos permite otra perspectiva con matices interesantes.

Vayamos por partes. La expresión “siendo la más pequeña” o, mejor, “siendo la más insignificante” hace referencia al grano de mostaza en esas circunstancias especificadas previamente, es decir, sembrado.

El segundo término de la comparación: “de todas las semillas que hay en la tierra“, repite con insistencia la expresión-guía (“en la tierra“) para la comprensión del ejemplo.

El Galileo no pretende sentar cátedra en botánica afirmando equivocadamente que ésta sea la más pequeña de las simientes. Él no ha salido prácticamente de Galilea, por lo que no poseía conocimientos sobre las semillas existentes fuera de su región. No está refiriéndose, pues, a la tierra como el suelo total conocido. Sencillamente describe la insignificancia de la simiente de mostaza comparada con el resto de semillas… ¡sembradas!… ¡en el trozo de tierra!… de cualquier hipotético hortelano del lugar.

Una vez cerrado el paréntesis aclarativo, cuando se confía en volver al ritmo normal de la narración, Marcos incluye una expresión ya escrita con anterioridad y, por tanto, supuestamente inútil, si no fuera porque pretende evitar desviaciones en la comprensión del ejemplo: “y una vez sembrada“.

Las dos expresiones idénticas, una precediendo al inciso y la otra tras cerrarse, guardan entre sí una estrecha relación. Ambas realizan una función semejante a la de los faros rojo y verde que señalan la entrada y salida de un puerto. Guían la ruta. Su acción conjunta declara como imprescindible la condición de que el grano de mostaza esté sembrado…, bien enterrado. Únicamente en esa situación consigue provocar los sucesos que le convierten en ejemplo idóneo para representar el proyecto del Reino.

Una vez sembrada es cuando pueden acontecer los hechos narrados en la segunda parte del ejemplo, es decir, “va creciendo y se hace más alta que todas las hortalizas“. Como en la parábola precedente, sembrada “en la tierra” encuentra la semilla sus posibilidades de desarrollo. Únicamente, plantada, puede alcanzar cotas que, comparativamente con las otras plantas de su entorno, resultaban imprevisibles presentando un tamaño tan minúsculo. El comparativo “más alta que” contrasta con el usado anteriormente para señalar el tamaño de la semilla: “más insignificante que“, con el que está relacionado. La desemejanza busca resaltar el avance impresionante de la simiente desde su estado inicial.

La planta de la mostaza era comúnmente conocida en la región. Crecía silvestre en Palestina aunque también se cultivaba, llegando a alcanzar en su pleno desarrollo aproximadamente unos tres metros de altura. Las otras plantas con la que se compara no son árboles, sino las hortalizas o legumbres cultivadas por temporada.

A las simientes de estas plantas, las hortalizas, se refería la afirmación anterior: “la más insignificante de todas las semillas que hay (sembradas) en la tierra“. Así pues, la precisión del Galileo sobre el tamaño del grano de mostaza tenía únicamente el objetivo de hacer ver su menudencia en relación con las plantas de su entorno. Esto tiene su importancia por lo que veremos más adelante. No trata de exhibir la superioridad abrumadora de la planta, sino de descubrir en ella un potencial humilde que no reclama privilegios.

Después de describir gráficamente el tamaño en altura de la mata, el relato prosigue aportando otros detalles complementarios y significativos de su estirón: “y echa ramas tan grandes“, dando cuenta de su despliegue en anchura (“ramas“) en proporciones que, como en vertical, destacan su magnitud (“grandes“) en contraposición a la pequeñez de la simiente. La multitud podía entender claramente cómo el grano de mostaza, una vez sembrado y enraizado en la tierra, se había convertido en un estimable arbusto.

Esta última presentación transmite la idea de cuerpo, de una estructura orgánica consistente, de dimensiones relativamente respetables, no ya en relación con las plantas de su alrededor, sino porque es perceptible desde fuera y se presta a dar un servicio necesario de protección: “de manera que los pájaros pueden anidar bajo su sombra”.

El ejemplo hace mención de los pájaros como beneficiarios del hábitat que procura la alta mata. La fórmula ”los pájaros del cielo” es la habitual en el Antiguo Testamento para denominar a los pájaros en general, de igual modo que para hablar de los peces se utiliza: “los peces del mar“.

Los dos verbos, poder y anidar, unidos, acotan la ultima cualidad del matorral en que se había convertido el grano de mostaza, la de ofrecer las condiciones idóneas para permitir a los pájaros guarecerse y generar vida.

A primera vista el dato de los pájaros puede parecer complementario, sin mayor importancia. Sin embargo, guarda más de lo que aparenta. Las circunstancias contadas por el Galileo resultaban familiares a los oídos de la multitud. Pero, particularmente, la imagen de los pájaros anidando era conocida sobradamente por los textos del Antiguo Testamento; especialmente, los de los profetas.

Aunque siempre tratándose de árboles con envergadura, nunca de arbustos, esa figura contenía rasgos inequívocamente políticos, que suscitaban pasiones y enardecían los ánimos hasta el punto de situar a flor de piel los deseos de revancha nacionalista más exacerbados.

El concepto de soberanía política se refleja figuradamente en el Antiguo Testamento a través de la imagen de un árbol. Tienen un ejemplo en Jueces 9, 7-20. La figura se repite en los profetas. Vamos a fijarnos en uno de esos textos.

En el capítulo diecisiete del libro de Ezequiel, el profeta lanza una invectiva contra los que habían apoyado las maniobras políticas del rey de Judá que, al entrar en el juego de poder entre los imperios de Babilonia y Egipto, conducirá al pueblo a su ruina. A pesar del desastre, Ezequiel llama al optimismo cara al futuro con los versos que leemos a continuación:

    Tomaré una guía del cogollo del cedro alto y encumbrado…
    y lo plantaré en el monte encumbrado de Israel.
    Echará ramas, se pondrá frondoso
    y llegará a ser un cedro magnífico;
    anidarán en él todos los pájaros,
    a la sombra de su ramaje anidarán todas las aves.
    Y sabrán todos los árboles silvestres que yo, el Señor,
    humillo el árbol elevado y elevo el árbol humilde,
    seco el árbol verde y reverdezco el árbol seco” (Ez..17, 22-24).

La idea que alimenta la esperanza del pueblo en el texto del profeta se basa en la restauración política. Ella conseguirá hacer resurgir a la nación de sus cenizas (“reverdezco el árbol seco“), convirtiéndola en un gran imperio (“elevo el árbol humilde“), dominador del resto de naciones (“seco el árbol verde” y “humillo el árbol elevado“), que reconocerán su soberanía acatando su Ley y amparándose en su superioridad (“anidarán en él todos los pájaros, a la sombra de su ramaje anidarán todas las aves“).

Como cualquier otro de la multitud allí presente, el Galileo conocía los textos de los profetas y vivía el clima de esperanza e ilusiones que ellos generaban. La situación socio-política ayudaba a considerar el momento propicio para que las esperanzas, tanto tiempo decepcionadas, cuajaran ahora en un cambio radical. Pero la manera de ver del Galileo difería con mucho de las ideas arraigadas en la gente desde bastante tiempo atrás. Mientras la multitud, interpretando ortodoxamente los textos proféticos, pretendía un establecimiento del Reino de Dios como restauración gloriosa, a través de la cual, Israel pasara a dominar a las demás naciones, el Galileo, sin salir de la concepción política y social del Reino, se atreve a corregir heréticamente los criterios que los profetas atribuían a Dios. Él aboga por un Reino que no coincide con ningún árbol frondoso. En su mensaje no hay dominación ni cabe la revancha. Él propone un humilde arbusto no exento, eso sí, de empaque y atractivo.

La multitud acababa de oír la parábola. Para exponer la dimensión política y social de su proyecto, y explicarlo con un ejemplo, ha elegido una simiente poco vistosa (“un grano de mostaza“) frente a cualquier otra de las bien consideradas. Su insignificancia se opone a la grandiosidad de las promesas vertidas en el Antiguo Testamento. No se percibe en ella una praxis poderosa, como sería de desear. La elección ha sido intencionadamente querida. A caso hecho, el Galileo ha prescindido de los grandes y sus grandiosos proyectos (arbusto, no árbol). No consideró necesario atacar explícitamente la idea de restauración gloriosa de la nación ejerciendo la supremacía sobre el resto de los pueblos. Simplemente, la ignoró.

A pesar de su carácter humilde, poco vistoso, una vez aceptado por un grupo humano (“una vez sembrado“), la realidad social despliega su potencial con un desarrollo inesperado que supera los patrones de crecimiento conocidos. Los factores que impulsan su expansión llegan a constituir un organismo que sirve de modelo, refugio y albergue a otros conjuntos humanos. La mención por el Galileo de ese efecto imprevisible no causó probablemente admiración en la multitud, imbuidos como estaban de ilusiones fuertemente imperialistas. Tampoco él lo pretendía.

La gente, situada de cara a él, observaba el reducido grupo de discípulos que le rodeaba. El ejemplo con el que les alentaba a optar por un modelo de sociedad alejado de los delirios triunfalistas identificaba a aquella despreciable realidad humana presente ante sus ojos. Una realidad poco creíble para la gente, pero mantenida con firmeza por aquel hombre de la barca como la auténtica alternativa. La imagen corregía incluso la Palabra de Dios transmitida por los profetas, según la creencia judía. Hasta tal punto llegó su arrojo y su descaro.

Pero después de preguntarse dos veces con qué comparar el Reino, la parábola de la transformación del grano de mostaza en una mata sobresaliente representa claramente la evolución de su proyecto social, nacido de la insignificancia y convertido en alternativa. Esa fue la lección del Galileo.

··············

Vamos a ver, si les parece, cómo cierra Marcos la enseñanza del Galileo a la multitud.

Con otras muchas parábolas del mismo estilo les exponía el mensaje, según lo que podían oír, y no se lo exponía más que en parábolas; a sus propios discípulos se lo explicaba todo aparte” (Mc 4, 33-34).

¡Cuánto nos gustaría saber qué reacción tuvieron los que estaban allí escuchando al Galileo! ¿Verdad? Marcos, sin embargo, concluyó su relato obviando dar explicación alguna sobre las reacciones de la multitud. Más interesado por la respuesta del lector, cierra la larga escena de las parábolas resumiendo la doble pedagogía utilizada por el Galileo, una hacia la gente, otra hacia sus discípulos. Son las dos partes de este pequeño fragmento.

Ambas tienen al mensaje como tema principal.

La primera, la referida a la gente: “Con otras muchas parábolas del mismo estilo les exponía el mensaje, según lo que podían oír, y no se lo exponía más que en parábolas“, afina en negativo (“no se lo exponía…“) el primer avance en positivo (.”…les exponía el mensaje“) con el que resume el contenido de la enseñanza del Galileo. Marcos precisa el método empleado para enseñar: “con otras muchas parábolas“, y sugiere, al mismo tiempo, que el Galileo usó una abundancia de ejemplos, de entre los que él, como narrador, eligió aquellos que mejor le venían a su pedagogía.

La apreciación “según y como podían oír” desvela que el método se adaptaba a las posibilidades de comprensión del auditorio. Obviamente, el distanciamiento ideológico de la multitud respecto al proyecto del Galileo requería no entrar en profundidades y acudir a una pedagogía fácil invitando al acercamiento y a la disposición de los individuos.

La frase que termina el resumen concerniente a la multitud parece repetir simplemente en negativo la afirmación anterior sobre la transmisión del mensaje con parábolas: “y no se lo exponía más que con parábolas“. No obstante, si nos fijamos, veremos que se repite el verbo, el sustantivo y el pronombre, pero la fuerza la da un término griego, traducido por “más que“, que aporta a la frase su carácter de exclusividad. El sentido de la afirmación se orienta a declarar que el Galileo se decantó por el procedimiento de las parábolas como única forma de hacer llegar su mensaje a las multitudes. Él no quiso atraer multitudes. Llamó a la reflexión en busca del paso decidido de los individuos enfoscados al amparo de las masas.

La parte final distingue su actitud respecto a los suyos. La breve declaración de Marcos: “en cambio a sus discípulos se lo explicaba todo aparte” contiene rasgos y matices aclarativos del trato especial mantenido con los adheridos a su proyecto.

Comparando los términos usados en esta frase con los de la anterior, apreciamos algunas diferencias significativas. El verbo ya no es tan general (exponer), sino específico; explicar. Los seguidores reciben una enseñanza directa, amplia y detallada, sin que quede nada por esclarecer: “todo“. Por último, la forma adverbial “aparte” declara la distancia de la multitud y la significación social del grupo desarrollándose en la intimidad propia de los amigos.

Pero, ¿los discípulos entendieron las parábolas? ¿Qué pensaron de la nueva estrategia del Galileo respecto a las masas? ¿Les pareció acertada? ¿Confiaron en ella? ¿Qué clima se respiraba entre ellos? Estas preguntas caben en este final. En el texto que no leímos de esta secuencia de las parábolas encontraremos su adecuada respuesta.

La respuesta está en el pasaje que nos hemos saltado. En él aparece el Galileo a solas con los discípulos. Cuando lo leamos observaremos como su comienzo encaja perfectamente con este final.

Marcos estructuró el amplio relato sobre las parábolas variando esa escena de su ubicación espacio-temporal por mantener su cercanía con la primera parábola. Porque, como veremos, los discípulos se opusieron desde el primer momento al método de las parábolas, y el Galileo aprovechó la primera de ellas, la del Escuchar, para hacerles caer de su error. Ese uso motivó que Marcos considerara la conveniencia de desplazar esa escena de sitio dando prioridad a la pedagogía sobre el emplazamiento de los hechos.

El episodio de la tempestad tiene muchísimo que ver con las parábolas. Es más, ese episodio encajará todas las demás piezas. Aquéllos fueron momentos muy delicados en la corta existencia del grupo. Jamás se llegaron a olvidar.

Nos conviene estar concentrados porque es un episodio largo, plagado de dificultades textuales que, cuando se entienden, resultan muy elocuentes.

7 comentarios

  • pepe blanco

    Muchas gracias, Salvador. Me tranquiliza que pienses que Marcos recoge las explicaciones de Jesús a sus discípulos (supongo que te refieres a los doce), lo cual conjura el peligro de secretos ocultos en algún sótano del vaticano (bueno, igualmente puede haber esos secretos, pero no provenientes de Jesús, que sería lo más preocupante).
     
    Esperaré ansioso la continuación de la narración con el desenlace de la escena, aunque la próxima semana estaré de viaje y, nada más volver, empiezo otra vez las clases, etc., lo cual me impedirá dedicarle mucho tiempo a Atrio en general y, en particular, a esta interesante publicación de tu obra. (¡Jesús, cómo pasa el tiempo, ya voy a hacer 4º curso!)
     
    ……………………………………………………….
     
    Si hacemos la distinción entre heteronomía “horizontal” (entiendo por tal le dependencia de un ser humano de todos los demás seres humanos, una parte de los cuales, sin duda, interviene en la vida de cada uno) y heteronomía “vertical” (entiendo por tal la dependencia de los seres humanos de un hipotético ser superior, llamado dios, que intervendría en la vida de cada uno en particular y de todos en general, en tanto que especie; o sea, lo que en Atrio se suele entender por heteronomía sin más), entonces, resulta que los seres humanos somos horizontalmente heterónomos –necesariamente-.
     
    No dudo que las parábolas que hemos visto, a mí me sugieren heteronomía. Si lo que le interesaba a Marcos era lo qué le sucedía a la semilla en cada caso, en cada parábola, pudo haber enmarcado las semillas en el proceso natural reproductivo de las plantas: una semilla que cae al suelo, otra que la desplaza el viento, otras que las comen los bichos y las transportan, expulsándolas en sus caquillas, etc., etc. Pero no, las semillas de las parábolas de Marcos las siembra deliberadamente alguien. Alguien que interviene en el proceso natural de la vida de las plantas. Alguien que a mí me habla de heteronomía.
     
    Eso no lo dudo, pero me quedo con la duda de saber en qué heteronomía pensaba Marcos, si en la horizontal o en la vertical.
     
    Saludos cordiales.
     

  • Hola Pepe.
     
    Desde Murcia, con calor…
    y con retraso,
    respondo a las cuestiones que planteas:
     
     
    Un apunte previo: en la próxima entrega se habla del porqué de la metodología de las parábolas:
     
    “…los que estaban en torno a él le preguntaron con los Doce la razón de usar parábolas” (Mc 4,10).
     
    De la respuesta a tal pregunta no se deduce en modo alguno que la cautela fuera la razón de la estrategia seguida por Jesús.
     
    En algunos pasajes de Marcos sí se observa un especial cuidado en su forma de escribir ciertas cosas susceptibles de ser juzgadas como sediciosas por los servicios de inteligencia del imperio dominante. Un ejemplo: el relato del hombre de la Decápolis (Mc 5, 2-20), que leeremos aquí.
     
    Marcos recoge las explicaciones de Jesús a los discípulos. Parte importante de tales explicaciones aparecen en forma explícita en los cuatro evangelios. Basta una lectura atenta. Hay también otros formatos menos explícitos. El relato citado antes del hombre de la Decápolis representa una lección ilustrada dirigida ellos. 
     
    En referencia a tu otrosí: “¿Qué era lo que les tenía que explicar a los discípulos?”,
     
    respondo: Una praxis social; la de su alternativa.
     
    Mostrando a la gente el insignificante colectivo al otro lado de la orilla (la barca) como representación de esa alternativa, el discurso en parábolas:
     
    1. Destaca:
     
    – su productividad,
    – su coincidencia con el anhelo humano y
    – su repercusión social.
     
    2. Invita a la gente a reflexionar y a barajar la opción de apostar por ese proyecto.
     
    Un abrazo

  • Carmen (Almendralejo)

    HUMANIDAD=FRATER-MATER-PATER-NIDAD

  • Gabriel Sánchez

    Mi modesta visión del asunto, es mucho menos …elaborada, gente sencilla, normalmente marginada del sistema religioso, muchos de ellos trabajadores sobreexplotados por un sistema injusta, como una idea de Dios y del Mesías que le fue impuesto por el sistema dominante, lo de Jesús, pasa por lo que hoy llamaríamos aspectos socio-político, pero va mucho más allá de estos aspectos, la liberación de Dios es integral… Veamos…para el judío de la época la división relativamente moderna de la realidad en aspectos sociales, económicos y políticos, psicológico y lo que es religioso y lo que no lo es, es una fragmentación de la realidad…  Para sus discípulos y para la multitud, desde lavar los platos, hasta la ofrenda de la tierra…tenían que ver con Dios, pero el sistema religioso imperante, había marginado a muchos de ellos por no cumplir con normas litúrgicas, doctrinales y eran considerandos los hijos de la tierra…La semilla puede significar algo muy pequeño (hay muchas cosas pequeñas e insignificantes), las vidas y las luchas de esa multitud, o por lo menos de la mayoría así lo era para el poder que era a la vez religioso y socio-político, sin embargo quien es reconocido como quien enseña con autoridad…no es la vos de cualquier profeta…dice que esas vidas, que las cosas insignificantes, son el quien siembra y en este caso era Él…constituidas en el Reinado, o en el Reino de Dios…La tierra no juega un rol inactivo, esta dinámica, es posible porque la multitud…toma conciencia y es capaz de sentir un Dios que ama lo pequeño que tiene como destino en ser grande en el Reino…no olvidemos que cuando habla de Reino, el que Reina es Dios…Por ejemplo, quienes en el mundo resisten con dignidad, la presencia de lo que se opone a ese Reino…el odio, la injusticia, la exclusión, son parte de esta parábola más allá del tiempo, sino que le pregunten al SAT…Gabriel

  • pepe blanco

    Otro aspecto llama mi atención, sobre algo ya comentado.
     
    Puedo entender lo que sugería Rodrigo Olvera: que el doble lenguaje de Jesús se debiera a la cautela que le impondría el saberse enfrentado a las autoridades.
     
    Pero, cuándo Marcos escribió su libro, ¿continuaba siendo necesaria esa cautela? ¿Por qué Marcos no escribió lo que le les explicaba Jesús a sus discípulos, en vez de escribir una pequeña parte de lo que les exponía a las multitudes (que tampoco creo que fueran demasiados multitudinarias, por otra parte)? ¿Porque no lo sabía? ¿Qué hicieron los doce con todas esas explicaciones? ¿Se las llevaron a la tumba o tal vez fueron transmitidas de generación en generación, apostólicamente y permanezcan siendo arcanos celosamente guardados en el Vaticano? Si no es así, entonces  tal vez resulte que todo el cristianismo está construido sobre una docena de eslóganes ramplones para deslumbrar a mentes simples…
     
    Otrosí, ¿qué era lo que les tenía que explicar a los discípulos? Si las parábolas eran suficientemente expresivas, y hacían inteligible el mensaje a todo el mundo, ¿qué pasaba entonces? ¿que los discípulos eran más tontos de lo normal y a ellos les tenía que explicar las parábolas más despacito?

  • pepe blanco

    Heteronomía. Mucha heteronomía. Toda la heteronomía del mundo.
     
    Es lo que sigo viendo en estas parábolas. Me sorprende que Salvador, que escribe con prolijidad sobre todos los detalles, sobre todas las palabras, pase de puntillas sobre el verbo “sembrar”, que se repite en las tres parábolas. En castellano, el verbo “sembrar”  parece expresar siempre un acto deliberado de la voluntad de alguien. Y, por cierto, no es la única forma de que crezca una planta. Es más, la inmensa mayoría de las plantas que crecen en la tierra, no las ha plantado ni sembrado nadie.
     
    Sin embargo, en estas parábolas se incide repetidamente en ese acto de la voluntad de alguien decidido a introducir una semilla en la tierra para que germine y produzca una planta. Esta circunstancia, no parece haber llamado la atención de Salvador, a pesar de estar en el origen –y como causa necesaria y deliberada de ello- de todo lo que sucede después, en cada una de las tres parábolas.
     

  • Antonio Vicedo

     
    Lo HUMANO, tanto a nivel individual personal como social no se realiza progresivamente desde lo MÁS (Razón de la Fuerza o Poder), sino desde lo MENOS (Fuerza de la Razón o la Vida)
    El ejemplo con el que les alentaba a optar por un modelo de sociedad alejado de los delirios triunfalistas identificaba a aquella despreciable realidad humana presente ante sus ojos. Una realidad poco creíble para la gente, pero mantenida con firmeza por aquel hombre de la barca como la auténtica alternativa. La imagen corregía incluso la Palabra de Dios transmitida por los profetas, según la creencia judía. Hasta tal punto llegó su arrojo y su descaro. “
    Y es que, siendo la característica fundamental del ser humano su condición de SUJETO LIBRE y RESPONSABLE, solo desde una auténtica orientación mental impregnada de realismo y verdad será capaz de ir realizando esa propia realización progresiva humana, tanto a nivel individual como colectivo o social.
    La mente humana ha quedado desviada por efecto de la ignorancia, el error y, sobre todo, de la falsedad.
    Solo un cambio de mentalidad, puede hacer posible el humanismo esencialmente distinto del naturalismo no racional.
    Obviamente, el distanciamiento ideológico de la multitud respecto al proyecto del Galileo requería no entrar en profundidades y acudir a una pedagogía fácil invitando al acercamiento y a la disposición de los individuos.”
    El estructuralismo como ambiente de poder, había logrado condicionar y moldear la vida humana hasta extremos de objetivarla e instrumentalizarla tanto en la dimensión religiosa, como en la socio-política con el condicionamiento de una desequilibrada distribución de medios con relación a las necesidades para las que aquellos son irrenunciables remedios.
    Así quedaba ninguneada la pequeñez de cuantos nada sabían, nada tenían y nada podían. Pero esto atentaba la realidad misma de la condición humana común y generalmente participada por TODOS y CADA UNO de los SERES HUMANOS.
    El proyecto de su Reino de Dios ““que cuando se siembra en la tierra” , a pesar de su gran pequeñez, germina, echa raíces crece y alberga los pájaros del cielo, no puede ser impuesto a quienes están dotados, por SUJETOS, de libertad y responsabilidad. Por eso llegará el Galileo Jesús al desafío de proclamar que: “No es el hombre para el SÁBADO, sino este para la Humanidad.
    Tenía que ser este un cambio tan radical y tan perfectamente orientado que no admitía arrastre ninguno respecto de quienes tenían que recorrer su propio camino vital.
    Por eso: “ Él no quiso atraer multitudes. Llamó a la reflexión en busca del paso decidido de los individuos enfoscados al amparo de las masas” a SUJETOS
    ¡Que pedagogía mas oportuna para todos los tiempos, y especialmente para los que nos está tocando vivir!