UN PASO, UN MUNDO – Salvador Santos –Destilado por Oscar Varela
La LUZ para iluminar ¿no?
El Galileo ahonda la Parábola de:
- la Semilla-Mensaje
sembrada en
- la Tierra-Actitud humana.
Ante el trasfondo adverso de los discípulos,
el Galileo se mantiene firme y,
para dejar las cosas claras,
- pone el candil sobre la mesa.
Fascículo 12 – LA LUZ PARA ILUMINAR ¿NO?
(Mc. 4,13-25)
— Cuando entremos a fondo en las palabras del Galileo —decía Teófila—, nos daremos cuenta de que no explica la parábola. Cuando una parábola necesita explicación por parte de quien la expone significa que ha fracasado como pedagogía. Sigamos, entonces.
Les dijo además:
— ¿No han entendido esa parábola? Entonces, ¿cómo van a entender ninguna de las otras? El sembrador siembra el mensaje. Estos son los de junto al camino: aquellos donde se siembra el mensaje, pero, en cuanto lo escuchan, llega Satanás y les quita el mensaje sembrado en ellos. Éstos son los que se siembran en terreno rocoso: los que, cuando escuchan el mensaje, en seguida lo aceptan con alegría, pero no echa raíces en ellos, son inconstantes; por eso, en cuanto surge una dificultad o persecución por el mensaje, fallan. Otros son los que se siembran entre zarzas: estos son los que escuchan el mensaje, pero las preocupaciones de este mundo, la seducción de la riqueza y los deseos de todo lo demás van penetrando, ahogan el mensaje y se queda estéril. Y ésos son los que se han sembrado en la tierra buena: los que siguen escuchando el mensaje, lo van haciendo suyo y van produciendo fruto: treinta por uno y sesenta por uno y ciento por uno” (Mc, 4, 13-20),
Si el grupo de discípulos intentaba conocer exclusivamente la razón de utilizar las parábolas como procedimiento de enseñanza para la multitud, la contestación del Galileo satisfizo plenamente su curiosidad; no había necesidad de ir más allá. Sin embargo, nuestro narrador señala explícitamente que siguió dirigiéndose a ellos. Marcos escribe literalmente, “y les dice“.
Esta puntualización de Marcos prueba, por un lado, que no se trataba de una pregunta puntual, sino de una acción interrogativa de mayor calado; por otro, advierte de un cambio de orientación en la respuesta del Galileo. El uso del presente (“dice“) nos avisa de la importancia del nuevo tema.
Las dos preguntas enlazadas con las que empieza esta segunda parte de su intervención no obtendrán repuesta por parte de los discípulos. Tampoco lo pretenden. Eso sí, tienen mucho que decir, y nos aportan luz para aclarar dudas. La primera de ellas, ‘”¿no han entendido esta parábola?“, descubre la oposición del grupo a la nueva estrategia del Galileo respecto a la multitud. La parábola del Escuchar solicitaba confianza en la eficacia de su propuesta e invitaba al gentío a adherirse a ella de forma individual. Captar este sentido era muy fácil. No entender significaba cerrarse a ese planteamiento.
La obstinación de los seguidores descubre en ellos una adhesión incompleta. En realidad están alejados del Galileo; se sitúan más cerca del numeroso conjunto de individuos situados al otro lado de la orilla, de quienes nuestro protagonista ha declarado que tienen una seria dificultad para entender: “Mirar, miran…, pero no ven…“.
Los discípulos y la multitud que oye a distancia están imbuidos por ideas impermeables a una alternativa al sistema. Piensan en categorías reformistas. Las masas representan un valor estimable para conseguir el poder. Por el contrario, el procedimiento de las parábolas desdeña ese valor y busca el compromiso personal. Así pues, supone para ellos un frenazo a sus ambiciones. De ahí sus recelos.
Por lo tanto, la continuada acción interrogativa, “le preguntaban“, encubre un serio enfrentamiento del grupo con él. La frase venía a decir: “¿Por qué antojo tienes que hablarles en parábolas?”
Puede llamar la atención el hecho de que el Galileo declinara ampararse bajo la influencia de las masas. En nuestro mundo, para ser alguien se considera imprescindible tener gran popularidad. No hay más que ver en televisión a los enormes colectivos magnetizados por alguna tontería o por algún tío insulso.
Recordemos la pregunta del Galileo para no dejar pasar otro detalle: “¿No han entendido esta parábola?“. Observen que incluye un toque recriminatorio que se mantendrá en todo el relato. Pero, curiosamente, llama la atención el singular y la concreción con el pronombre: “esta parábola“, cuando los discípulos habían preguntado en plural cuestionando el procedimiento: “por las parábolas“. Se ve la mano de Marcos.
El narrador ubicó detrás de la primera parábola un episodio sucedido al finalizar el discurso del Galileo. Lo hizo para justificar que nuestro protagonista la utilizase de nuevo para contestar el movimiento de oposición del grupo de seguidores.
La segunda pregunta: “Entonces, ¿cómo van a comprender todas las demás?” sospecha de la desconfianza del grupo en la eficacia del proyecto. La duda respecto a su validez implicaba cerrarse a admitir cualquiera otra de sus virtualidades. Nuestro protagonista advierte en los discípulos su alineamiento en posiciones ideológicas opuestas a la alternativa que su proyecto representa.
El tono de censura que se percibe también en esta segunda pregunta no desaprueba, pues, la debilidad intelectual del grupo seguidor, sino su actitud anclada en las categorías del pensamiento institucional, lo que les impide descubrir la novedad del discurso del Galileo.
— El desacuerdo del grupo con el Galileo —empezó a decir uno del grupo— se ceñía al procedimiento, no tanto al objetivo final, ¿no?… Porque ellos pretendían cargarse el sistema de un plumazo, por la fuerza, mientras el Galileo propone otro método. Él apuesta por cepillárselo con tiempo. En cambio los discípulos no querían acabar con el sistema, sino con los que lo manejaban… para ponerse ellos… Por eso los revolucionarios se convierten en dictadores una vez en el poder. En el fondo, los revolucionarios son unos inmovilistas ambiciosos. Necesitan tener debajo multitudes sobre las que sostenerse. Las multitudes son el bulto de los dictadores… El Galileo requería personas.
No fue un incauto para esperar el cambio estructural que nunca se va a producir. Así que puso en marcha la sociedad definitiva que todos decimos desear, aunque, a la hora de la verdad, muy pocos se lanzan a por ella.
— Yo creo que la diferencia entre el grupo de seguidores y el Galileo es más profunda. Los discípulos deseaban construir aquí la sociedad ideal. El Galileo llama a una renovación interior como preparación a la vida que tendremos en el cielo. Y mientras llegan al cielo su misión consiste en ser testigos de ese ideal futuro de paz, que se ve con los ojos de la fe.
— O sea que aquí no hay arreglo. Seguimos con las casas, las fincas, el dinero en el banco…
— En aquellos momentos difíciles, la tensión debió subir por momentos. Ahora bien, ¿llegó a producirse un enfrentamiento entre el Galileo y el grupo? ¿Se calmaron los ánimos? ¿Se sabe qué pasó?
Teófila tomó de nuevo la palabra:
— Veamos los hechos. A partir de este punto, el Galileo utiliza la primera parábola para reconducir la disposición de sus seguidores. Que cada uno de ellos asumiera el proyecto como válido resultaba fundamental para garantizar su continuidad. Y a ello se dispuso nuestro hombre.
En su intervención, recorre todas las fases de la parábola desde su inicio. Empieza enunciando: “El sembrador siembra el mensaje”. Recalca la acción. La persistencia del verbo “sembrar‘, usado por Marcos únicamente en este capítulo, no hace sino destacar lo obvio: Su mensaje ha sido propuesto.
A partir de esta idea básica, nuestro protagonista hace un uso personificado de las semillas lanzadas, caracterizándolas en función de las condiciones inadecuadas del terreno donde han ido a caer. No explica la parábola. Las parábolas no se explican, se cuentan.
El Galileo continua, pues, enunciando: “estos son ‘los de junto al camino’: aquellos donde se siembra el mensaje…“. La personalización, ”estos son” precede a la identificación, “los de a la vera del camino“. El Galileo transforma una característica del terreno en un ejemplo personificado de receptividad. Este cambio es tan sorpresivo para nosotros como para el grupo de seguidores, pero tal efecto imprevisto formaba parte de la estrategia didáctica de nuestro protagonista.
El mensaje se da por escuchado, “donde se siembra el mensaje“. Como vemos, no hay interés por ahondar en los detalles ni tendencia a ofrecer explicaciones minuciosas. Ese no es el objetivo. Importa detenerse en precisar el nivel de aceptación de los que oyen su propuesta: “que en cuanto lo escuchan, llega el adversario y les quita el mensaje sembrado en ellos“.
En este ejemplo, al no existir aceptación ni asimilación, no hay posibilidad alguna ni siquiera tiempo para que el mensaje pueda tener algún efecto positivo. En el texto original hay una partícula temporal (“cuando“) y un adverbio (“inmediatamente“) emparedando al verbo “escuchar” de manera que reducen su acción a lo momentáneo. No hay concesiones a la reflexión.
El adverbio citado señala también la causa de la pérdida instantánea del mensaje: “llega el Adversario“. El sistema, adverso al ser humano y al futuro que él desea, interviene con premura. Su ideología genera antídotos contra las propuestas de alternativa acogidas con superficialidad por un ser humano domeñado e incapaz de asimilar ideas liberadoras. La actuación rápida contra el mensaje demuestra el serio peligro que éste representa para el sistema, su adversario.
El Galileo avisa del riesgo de una endeble recepción de su propuesta. Los sutiles dispositivos de autodefensa del sistema antagonista arrebatan inmediatamente del individuo el mensaje recibido con pasividad, sin darle tiempo a que calen en él las propuestas de libertad e igualdad: “y les quita el mensaje sembrado en ellos“.
Con el voluminoso manuscrito del abuelo entre sus manos, erguida sobre su esbelta delgadez, más que explicar, Teófila destripaba el texto de Marcos y de su sobria y apretada síntesis extraía su profunda novedad. En cada palabra, en cada frase por la que avanzábamos, perforaba para rastrear lo más recóndito hasta que hacía brotar como surtidores los pensamientos y las palabras cargadas de sentido de aquél hombre que se manifestaba lógico y humano.
Seguidamente, nuestro protagonista les presenta otro modelo inadecuado de aceptación de su propuesta a partir de los granos caídos en terreno rocoso. Emplea una formulación semejante a la utilizada con el caso anterior: “éstos son los que se siembran en terreno rocoso“. Esta circunstancia de la siembra, provocada por una de las condiciones del suelo, le sirve al Galileo para presentar un ejemplo personificado caracterizado por la escasa receptividad: “los que cuando escuchan el mensaje, lo aceptan enseguida con alegría“.
En este caso hay recepción y asimilación del mensaje. El texto, incluso, manifiesta una reacción positiva ante él: “lo aceptan con alegría“, aunque el matiz prepara la falta de continuidad de este animoso acogimiento. La frase que sigue explica la razón de la escasa perdurabilidad de esta actitud primera: “pero son inconstantes y no arraiga en ellos“.
El final lógico e inevitable está implícito en lo expuesto, y no requiere más abundamiento para mostrar su evidencia. Sin embargo, el Galileo determina los límites de esa acogida temporal del mensaje, avisando de camino a sus seguidores respecto al riesgo de una recepción con poca hondura: ”por eso, en cuanto surge una opresión o persecución por causa del mensaje…“.
Las expresiones utilizadas son duras; “opresión“, “persecución“; definen la agresividad del sistema cuando advierte el peligro de incubación de un proyecto alternativo de sociedad. Nuestro protagonista podría haber evitado la mención de unas circunstancias tan graves, pero las ha elegido abiertamente con el propósito de llevar a la comprensión de sus seguidores que el sistema, de oficio, se opone hasta con brutalidad a la puesta en marcha de su proyecto.
Con los dos primeros lances de la semilla, el Galileo alecciona sin rodeos. Cuando el mensaje no cala, el sistema lo absorbe. Si penetra, lo ataca agresivamente. Siendo connatural al ser humano, el proyecto del Galileo es ajeno al sistema; por eso lo oprime y lo persigue. El texto es explícito a más no poder: “…por causa del mensaje“.
La reacción de los aludidos por el ejemplo ante esta situación crítica se describe escuetamente con un verbo, “abandonan“.
El Galileo acude a otra circunstancia de la siembra narrada en la parábola para presentarles un nuevo modelo de defectuosa recepción del mensaje: “distintos son los que se siembran entre las zarzas: estos son los que escucharon el mensaje“, Observen cómo usa otra vez el verbo “sembrar” marcando el esquema triangular con el que guía la reflexión, sembrar-mensaje-escuchar. Fíjense también que en este caso varía la formulación usada en los dos ejemplos previos, distinguiendo otra disposición en la escucha.
En aquellos, el verbo señalaba una acción puntual y pasajera. En este, “los que escucharon” indica una acción acabada. Estos han escuchado con mayor profundidad y el mensaje ha calado en ellos suficientemente.
A pesar de que en principio se produce una acogida favorable, un peligro encubierto frustra su progreso. La embestida al mensaje arranca esta vez del interior del ser humano. Nuestro protagonista identifica a las fuerzas hostiles que lo acosan; las denomina con tres enunciados.
El primero, “las preocupaciones de la vida“, habla de la dedicación al tiempo organizado con criterios que arrebatan la vida y la hacen inviable. El término: preocupación procede de un verbo que, aunque no aparece en Marcos, en Mateo y Lucas se utiliza siempre en boca del Galileo para criticar la obsesiva preeminencia concedida a cuestiones secundarias (Mt 6, 25.27.28.31.54; Lc 12, 11.22.25.26).
La realidad que engloba todos esos asuntos se expresa con un vocablo griego que significa: tiempo, y que hemos traducido por: vida, en su sentido más restringido de tiempo ocupado.
El segundo hecho está relacionado directamente con el primero. Alude a la realidad impuesta por el sistema como objetivo único y prioritario: “el fraude de la riqueza“. La riqueza, injusta en sí misma, representa uno de sus pilares fundamentales. Por ello, no escatima esfuerzos por sembrarla conceptualmente en el ser humano como fin esencial de la vida. El concepto de riqueza está, así, asociado al éxito, al reconocimiento social, al poder y a la superioridad sobre los demás. Para el Galileo se trata simplemente de un engaño. La riqueza embauca; no es más que un fraude.
La riqueza desemboca inexorablemente en la tercera fuerza que el sistema ha hecho anidar dentro del ser humano: “y los deseos de todo lo demás“. Enfoquemos de cerca cada una de las palabras constitutivas de esta frase. “Los deseos” hacen referencia al impulso interno, consciente, y sin freno, dirigido hacia algo. La fórmula empleada para indicar el objeto deseado está construida con una preposición griega cuyo significado es en derredor de, alrededor de, y un vocablo (el resto, lo que queda) articulado y en plural. La fórmula (“los deseos de todo lo demás“) expresa esa pasión irrefrenable que trata de abarcarlo todo sin despreciar nada; rebañando hasta lo último que quede. Se llevan hasta las diez de últimas. Refleja la ambición inconformista que no descansa hasta completar su ansia acaparadora. La riqueza no apacigua. Desencadena un movimiento sin control de codicia insaciable.
Miren con qué finura resume el Galileo la manera de actuar de los tres movimientos mencionados: “las preocupaciones de la vida“, “el fraude de la riqueza” y “los deseos de todo lo demás“; dice de ellos: “van penetrando“. La diferencia entre el verbo escogido en la parábola para explicar la actuación de las zarzas: crecer, y el usado aquí: penetrar, evidencia la claridad de ideas de nuestro protagonista. El lector tiene fácil entender que esos tres impulsos no son connaturales al ser humano. Están fuera de él. Le son ajenos. Con un solo verbo, penetrar, el hombre de Galilea ha delatado su carácter invasor y desenmascara los propósitos ocultos del sistema de apoderarse de la razón y la libertad humanas con el fin de asegurarse su propio fortalecimiento.
Esa dinámica usurpadora que impide al ser humano reflexionar en otra dirección a la establecida por ella tendrá fatales consecuencias para la propuesta del Galileo. Su final se asemeja al de la semilla de la parábola en las circunstancias de las zarzas. Como allí, se repite el mismo verbo: “asfixian el mensaje” para llegar a idéntico desenlace: la neutralización de la energía productiva del mensaje: “y se queda estéril“.
La aspiración a una nueva sociedad queda abortada en los tres modelos; el de los senderos, el de las piedras y el de las zarzas. En todos ellos se disipa su cometido final, su eficacia. La acción agresiva del sistema como adversario del mensaje solo admite dos opciones: alinearse a favor del entramado ideológico destructor de la vida o decantarse por el modelo alternativo.
El Galileo llamaba a los suyos a definirse. No es, pues, de extrañar que el grupo se mantuviera retraído en un momento donde se cortaba la tensión. Quedaba pendiente, sin embargo, la presentación del modelo a imitar.
En esta última oportunidad se percibe un cambio de entrada y de tono: “y aquellos son los que se han sembrado en la tierra buena“. Comprueben la variación del pronombre (“aquellos“) respecto a los tres casos anteriores: “‘estos” y ”otros“. Esa distinción destaca el nuevo ejemplo. Sitúa a los sujetos significativamente distantes; su lejanía los idealiza. La forma verbal del insistente “sembrar” representa una acción firme y prolongada: “los que se han sembrado”, en oposición al perfil puntual de los ejemplos previos. Como en la parábola, la expresión “en la tierra buena” corrobora el valor y la calidad del lugar donde se realiza la siembra.
A continuación, el relato realza la lealtad al mensaje de estos últimos sujetos al resumir su respuesta con tres acciones entrelazadas: “esos que siguen escuchando el mensaje, lo van haciendo suyo y van produciendo fruto“. Los tres verbos están en presente confirmando la continuidad de la acción que cada uno de ellos encarna. Su efecto final, al igual que en la parábola, es progresivo y rebosante: “treinta por uno y sesenta por uno y ciento por uno”.
El esquema didáctico manejado por el Galileo en el relato: transmisión-mensaje-recepción cobra en este final su máximo esplendor. Los modelos que ha ido exhibiendo al grupo de seguidores les permitían reflexionar sobre sí mismos y sobre sus propias actitudes. Los primeros iban en blanco y negro, presentando ejemplos no deseables. El último, el auténtico prototipo, pintado a todo color, presenta el ideal de una adhesión incondicional al proyecto que se consuma con su extraordinario efecto productivo.
Noten, por último, que mientras en los ejemplos de una deficiente recepción del mensaje los mecanismos defensivos del sistema maniobraban en su contra para hacerlo fracasar, en el modelo ideal de adhesión a su proyecto el mensaje triunfa y su eficacia productiva no puede ser detenida. En esta circunstancia no hay mención de oposición alguna al proyecto. Su energía es imparable. No tiene rival.
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CONVERSACIONES SURGIDAS EN EL GRUPO
— Lo que estamos leyendo en estos momentos está escrito después de la primera parábola, pero ocurrió en realidad al finalizar el Galileo su discurso a la gente. Lo cuál quiere decir que mientras él exponía las parábolas, los discípulos no se manifestaron en contra, estuvieron callados todo ese tiempo…
Ellos, entonces no participaban de los criterios del Galileo. Iban con él por ambición… Por tanto, no deseaban que el Galileo explicara su plan… Hemos de suponer que habrían preferido una arenga para enardecer las pasiones contenidas en la multitud. O sea, que el Galileo estaba solo… Sin embargo, le hablaba a la gente como si el grupo estuviera identificado con él… ¿Es que no sabía lo que pensaban sus discípulos?
— Los discípulos disimulaban sus posiciones ante el Galileo y ante la gente. El problema surgió después, al terminar el discurso.
— De acuerdo. Ahora bien… eso significa que Marcos está dejando en mal lugar a los discípulos; en especial…, al grupo representativo, a los Doce. ¿Cómo se explica que en un evangelio escrito después de la muerte del Galileo salgan tan mal parados los que en aquellos momentos eran sus máximos representantes? ¿No es una contradicción?
— En absoluto —respondió Teófila—. Marcos cuenta la verdad. No está obligado a mentir, de haberlo hecho, su escrito no habría tenido credibilidad. Ahora bien, aun respondiendo su relato a la realidad, él no escarba en la cobardía o el engaño, trata únicamente de aprovecharlos para aleccionar a sus lectores.
— Vale… Termino enseguida. Más tarde, el Galileo…, después de responder con la cita de Isaías precisando cuál era su estrategia, afrontó el distanciamiento de los discípulos… Les presentó cara; puso delante de sus ojos los prototipos de los que acogen mal o a medias el mensaje. Por último, les presentó también el modelo ideal de adhesión… Hasta ahí lo capto perfectamente. Ahora bien…, me parece excesiva la interpretación socio-política de las palabras del Galileo…
Es común en todas las religiones la creencia de un choque de potencias sobrenaturales que luchan entre sí. Unas defienden al ser humano; otras lo amenazan… ¿Por qué no vale esa explicación tan mayoritariamente aceptada?… ¿No es lógico pensar en un ser diabólico que trata de llevarnos por un camino equivocado?… La lucha entre las fuerzas sobrenaturales del bien y el mal se da en todas las religiones.
— ¿Y no es extraño que coincidiendo en similares principios, las religiones anden a la greña? ¿No huele a chamusquina que el personal tenga que estar ocupado en llevarse bien con sus fuerzas protectoras, ahuyentando a las fuerzas malignas? ¿No será que con semejantes entretenimientos se permite actuar a sus anchas a las fuerzas armadas, a las fuerzas políticas, las económicas, las religiosas y a la fuerza de la sinrazón? Y, ¿no te parece anormal, que contando con tantas fuerzas y multitudes tras de sí, las naciones opulentas no hayan dado solución al problema del hambre?
— No… si visto como lo explica Teófila…, es difícil no percibir la lógica del Galileo. No obstante, me parece muy radical… Cuando dice, por ejemplo, “el fraude de la riqueza“, se opone a todo el pensamiento económico mundial.
— No hemos visto en ninguna parte que el propósito del Galileo sea enfrentarse al orden económico mundial. Eso sí, lo denuncia, desenmascara su falsedad, su injusticia; muestra su juego contrario a los intereses del ser humano. Lógicamente, el orden económico mundial no acepta ese proyecto ni a él como portador. Ten en cuenta que la riqueza es de por sí un desequilibrio. Existe porque hay un orden económico que, no solo la permite, sino que la propone como objetivo.
Ser rico es el ideal de esta sociedad. Pero podría ocurrir que si el orden económico fuera otro, ni siquiera tendría razón de ser. Esto, que a nosotros nos parece inviable, e incluso nos resistimos a plantearlo teóricamente, resulta esencial en el proyecto del Galileo. De ahí, la cabezonería de los discípulos, empeñados en ocultar a la gente unas ideas, para ellos, tan peregrinas.
— La verdad no tiene tiempo. He llegado a imaginar que el Galileo me hablaba a mí. Y después de haberlo escuchado, nada es igual. El grupo siguió erre que erre, creyendo poseer una tercera vía. Ellos no deseaban perder un líder natural de tamaña magnitud, así que optaron por hacerse los longuis; simularon estar de su parte y, como de extranjis, corrieron una cortina ante el mensaje. Es decir, lo consideraron inútil, como la carabina de Ambrosio. Y el Galileo se dio cuenta… Seguro que lo cazó al vuelo.
— No se puede decir mejor… ni en tantos estilos —comentó Teófila—. Lo que falta por leer nos lo confirmará.
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— ¿Acaso se trae la lámpara para meterla debajo del perol o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero? Porque si algo está escondido es sólo para que se manifieste, y si algo se ha ocultado es solamente para que salga a la luz. ¡Si alguno tiene oídos para oír, que escuche!” (Mc 4, 21-23).
Nuestro narrador, Marcos, avisa que no había acabado la fuerte amonestación del Galileo a los suyos. La fórmula empleada “y siguió diciéndoles” transmite el carácter continuativo de sus palabras y mantiene los temas engarzados.
Se vale de dos interrogantes unidos. En ambos utiliza como figura un objeto corriente, de uso común en todas las casas de aquel tiempo: el candil. El primer interrogante: “¿Acaso se trae el candil para ponerlo bajo la olla o debajo de la cama?“, enuncia lo absurdo de utilizar algo en un sentido opuesto al que le es propio. La pregunta declara lo disparatado de una acción semejante.
Acerca de traducir “perol” u “olla” hay que decir que el texto griego habla de “modio” que era una medida romana de capacidad, de 8,75 litros. La palabra griega está referida a un recipiente de uso normal en aquel tiempo, no al volumen que representa. En la actualidad, sí es corriente un utensilio de cocina con una capacidad aproximada a esa, pero no es usual tener en casa vasijas de medir con un nombre específico. Nosotros hemos traducido por “olla” porque es más corriente que “perol”.
Repasemos también el resto del interrogante. Su apertura con “¿Acaso?” ayuda a dirigir la reflexión en sentido negativo. Antes de conocer la pregunta, los discípulos saben por su comienzo que la respuesta es no.
La figura elegida para el desarrollo del ejemplo, el candil, alude en primer término a su efecto clarificador, dejando en segundo plano al instrumento que sostiene y transporta la llama que ilumina. El verbo, “se trae“, evoca la sensación de alivio al iluminar la oscuridad de un habitáculo sin ventanas.
La frase final, “para ponerlo bajo la olla o debajo de la cama” llama la atención sobre el despropósito de trasladar la luz que proporciona hasta sitios tan descabellados que no hacen sino eliminar su beneficio, su utilidad y su sentido.
El modio (‘la olla‘) podía utilizarse para apagar el candil, pero aquí no tiene esa finalidad; el candil acaba de llegar, según indica el verbo. Los dos elementos tan dispares, olla y cama, han sido tomados a conciencia por el Galileo para abundar en la rareza y el sinsentido de ir contra la misma naturaleza del objeto en cuestión.
El segundo interrogante sigue utilizando la figura del candil, esta vez para declarar la obviedad del lugar donde debe ser colocado; “¿No es para ponerlo sobre el candelero?“. La formulación de la pregunta y la idoneidad del pie alto donde el candil se colocaba, el candelero, obliga en este caso a los discípulos a contestar en sentido afirmativo.
Un solo candil podía iluminar toda la casa, que disponía normalmente de una sola habitación sin ventanas. Su función era perfectamente conocida y valorada. Sin embargo, es importante notar que el Galileo no ha mencionado el papel fundamental de la luz para alumbrar a los de casa, como hacen Mateo y Lucas (Mt 5, 15 y Lc 8, 16). La figura del candil lo dice por sí misma.
Las preguntas tienen el exclusivo propósito de hacer reconocer a sus discípulos que se cumple o no la función, únicamente si se está en el sitio adecuado. No, bajo la olla o debajo de la cama, sino sobre el candelero. Las claves de lectura de la idea que el Galileo quiere transmitir al grupo se hallan en las preposiciones. La vía equivocada se señala con debajo; el camino a seguir con sobre.
Estas dos claves siguen siendo válidas para las dos afirmaciones que, a modo de sentencias, se desprenden del ejemplo del candil como una lección a aprender: “En efecto, está escondido sólo para que se manifieste y se encubrió solamente para que salga a la luz“.
Ambas son tan similares en su sentido que parecen decir lo mismo, no obstante hay matices que marcan la diferencia entre ellas. No vamos a entrar en cuestiones de análisis; pero sí es importante notar que no hay sujeto en ninguna de las dos afirmaciones. Su ausencia nos retrotrae a buscarlo en lo que antecede para encontrar con él las piezas sueltas que nos faltan.
La partícula inicial traducida por “en efecto” sirviendo de nexo con lo anterior nos da la pista. El sujeto es el mismo con el que el Galileo construyó las dos preguntas: El candil.
El único objetivo del candil es alumbrar. El hecho de que pueda estar apagado y fuera de su sitio no anula su exclusiva finalidad. Ese cometido pertenece a su propia razón de ser. Que esté apagado reclama la necesidad imperiosa de ser encendido. Era importante mantener encendida la llama. Tener que iniciar el fuego no era asunto fácil, si no se disponía de otra candela cercana a la que recurrir. La oscuridad de la noche dificultaba especialmente esa tarea. La luz del candil resultaba básica para el desarrollo de la vida en la casa. Ese carácter de esencial para la vida concede al candil su virtualidad. El estar apagado reclama con insistencia obsesiva llevar a cabo su finalidad de ser encendido.
El candil, como figura, representa a otro sujeto: El Mensaje. Como el candil, el mensaje posibilita la auténtica vida humana. No tiene otro sentido que ese. Recibido sin reservas, su cometido último es hacer ver, permitir la visión de la vida.
Las palabras del Galileo, dichas con un severo tono correctivo, se dirigían al grupo de seguidores, a los que constituían la realidad de su proyecto. Con ellas les declaraba que su función consistía en consolidar su cohesión como realidad social definitiva y hacer visible la alternativa. El mensaje está escondido (en ellos) para que se manifieste. Esa es la función primordial de la sociedad alternativa a la que no puede renunciar.
La segunda frase: “se encubrió solo para que salga a la luz” alude al mensaje transmitido en parábolas a la multitud. Su difusión siguiendo la estrategia idónea resulta fundamental para la existencia y el desarrollo de ese proyecto, como la luz del candil para la vida en la casa..
Los integrantes del grupo habían demostrado estar más identificados con la multitud que con el Galileo. Por eso, él les plantea en términos más exigentes que al gentío que refrenden individualmente el sentido de su adhesión: “¡Si alguno tiene oídos para oír, que escuche!“. Con esta drástica formulación, el Galileo asumió la posibilidad de quedarse sin nadie. Con los verbos en singular, reclamó la decisión de cada uno de ellos, como sucedió al final de la parábola expuesta a la gente.
Un poco más adelante nos dirá Marcos exactamente cuál fue la reacción del grupo. Aunque el Galileo no terminó todavía; concluyó con otra idea categórica que cerrará su diálogo con ellos.
Marcos repite por tercera vez la frase introductoria: “y les dijo“, que sigue identificando a los discípulos como interlocutores y sirve para ayudar al lector a distinguir una idea de otra. A veces se utilizan estas separaciones, erróneamente, para extraer su contenido del contexto y, una vez aisladas, avalar tesis preconcebidas, lo que revela el escaso conocimiento del relato y la nula importancia concedida a sus delicados hilvanes. También declara la exigua categoría de las tesis que se intentan justificar.
“Y siguió diciéndoles:
— ¡Atención a lo que van a escuchar! La medida que llenéis la llenarán para vosotros, y con creces, pues al que produce se le dará, pero al que no produce le quitarán hasta lo que había recibido” (Mc 4, 24-25).
El envite del Galileo a los suyos alcanza su punto culminante. Tras la nueva señal de Marcos, introduciendo esta conclusión final: “Y siguió diciéndoles“, nuestro protagonista recurre a los dos verbos con los que en la cita de Isaías aludía a la actitud obcecada y pasiva de la multitud; ver y escuchar, para dar un serio aviso al grupo: “¡Fíjense en lo que escuchan!“. El imperativo (¡Fíjense!) enfatiza la expresión y marca el nivel de exigencia del Galileo que reclama una actitud (escuchar) ante la que el grupo se muestra reticente.
La frase que sigue: “la medida que llenéis la llenarán para vosotros, y con creces” llama directamente a la ambición de los discípulos para atacar sus dudas. Les asegura que la opción por la sociedad alternativa no defrauda, lleva aparejada una rebosante plenitud humana, individual y social.
Pero, ante todo, el Galileo demanda a los suyos una entrega profunda y sin reservas. Sus afirmaciones hacen reflexionar. El reconocimiento en la nueva sociedad se consigue sobradamente en función del compromiso personal adquirido con ella. El sistema engaña arrebatando la vida. En cambio, la vida invertida libremente en la sociedad alternativa produce ganancias sobradas.
Una última frase, con la que el Galileo termina su intervención, insiste en la productividad individual como única manera de testar el grado de adhesión a su proyecto: “pues al que produce se le dará, pero al que no produce se le quitará hasta lo que tiene“. La afirmación expone dos ejemplos contrapuestos de reacción al mensaje recibido. El mismo verbo griego (tener, conseguir, obtener) se repite tres veces. En las dos primeras, donde presenta a los sujetos antagónicos, por sus resultados, se traduce por producir: “el que produce” y “el que no produce“. En la tercera, referida a las consecuencias que sufre el improductivo, se ha traducido por tener, “se le quitará hasta lo que tiene“.
Los resultados de los dos ejemplos son tan dispares como ellos mismos. El productivo del primer ejemplo entra en la dinámica del beneficio personal y social que aporta la sociedad alternativa: “se le dará“. ¡Ojo a este detalle de Marcos! Usa el mismo verbo (dar) empleado en la famosa frase: “a vosotros se os ha dado el secreto del Reino de Dios“. Respecto al segundo caso, el verbo que expresa la acción de despojar al improductivo de lo que posee (“se le quitará lo que tiene“) fue utilizado en el ejemplo de los del sendero para advertir que el Adversario se lleva el mensaje que no cala: “y les quita el mensaje sembrado en ellos“. La frase completa está escrita en singular para apercibir, uno a uno, a sus seguidores. No hay una posibilidad de ser neutral.
El Galileo busca la reacción de cada uno de ellos transmitiéndoles de forma drástica que la opción a favor de su proyecto se valida exclusivamente por la praxis. De no darse resultados positivos palpables, se arruina la propia condición de ciudadanía en la nueva sociedad y se desperdician los beneficios humanos y sociales a que ella da derecho. El sistema se encarga de no dejar restos.
Por último, miren con qué inteligencia el Galileo ha ido derivando el interrogante inicial de los discípulos: por las parábolas hacia la exigencia de compromiso individual. Este desarrollo en curva de su exposición confirma que no se trataba de una pregunta inocente. Tras ella, sus seguidores amparaban actitudes políticas reformistas nada comprometidas con su proyecto, al que concedían escaso crédito. El, sin embargo, demostró con su respuesta el profundo arraigo de sus convicciones. No cedió a la gran tentación del poder. Exigió lealtad personal a su propuesta como única fórmula de lograr firmeza en la cohesión y posibilidades de futuro para la sociedad alternativa.
Sin que los discípulos hayan hablado nada, salvo la escueta pregunta ”por las parábolas“, en la intervención del Galileo se aprecia que hubo un choque ideológico entre él y el grupo de seguidores. Marcos no lo ha ocultado y esto le otorga enorme valor a su escrito. Por una parte habla de su obsesión por presentar a sus lectores la verdad desnuda del mensaje del Galileo. Por otra, deja aparecer las miserias humanas de sus protagonistas.
El Galileo aparece tal como es, firme y paciente, retándoles a no seguir con él si no están decididos por su proyecto, aunque tratando de hacerles comprender. Los discípulos callaron… En este episodio, Marcos los presenta en silencio porque su intención se centra en las palabras del Galileo. En el próximo episodio leeremos lo que en éste no se cuenta.
Hola Pepe
1. No interpreto que leas tendenciosamente, sino que tu lectura dista, a mi entender, de lo planteado en el texto.
Que en este último relato el verbo dar aparezca dos veces (vv. 11 y 25) y quitar, otras dos (vv. 15 y 25) no lleva a la conclusión de que Jesús estaba obsesionado con dar y quitar.
Tampoco se puede identificar en esta narración dar con sembrar. Como indica el uso del verbo dar en los vv. 6 y 7:
“la ahogaron y no llegó a dar fruto” (v. 6)
“”fueron dando fruto, produciendo treinta por uno, y sesenta por uno, y ciento por uno (v.7),
dar, en el v. 25, equivale a producir.
2. Cuando he indicado que no hay indicio de “algo” esencialmente espiritual, copio tu frase:
“si al hablar de sociedad alternativa estamos aludiendo a algo esencialmente espiritual…”
en la que el indefinido algo hace referencia a la sociedad alternativa. Por eso afirmo que no hay indicio en este relato –ni en ningún otro- de que Jesús hable de una sociedad espiritual.
Ninguno de los dos hicimos alusión a Satanás.
El término hebreo Satanás significa adversario y, como figura, representa al poder en manos del sistema injusto y adversario del ser humano y, por tanto, del proyecto de Jesús. La ambición de poder de Pedro le valió para que Jesús le llamara con este nombre: Adversario (Mc 8,33).
Algo dijimos de esta figura en el fascículo 7. Copio algunos de los párrafos concernientes a esa explicación:
“Posteriormente, el Galileo le da el nombre de Satanás que procede de la raíz hebrea “Satán” (acusar, hostilizar), y significa: Adversario. En relación directa con esa denominación, utiliza dos ejemplos cuyos elementos principales son corporativos y representan un organismo estructurado, constituido por personas unidas mediante un vínculo común: reino y familia. Estos elementos no han sido escogidos al azar”.
“El título: El Adversario no alude a ningún ser espiritual, se trata de un ente corporativo, de una estructura construida con ligaduras muy bien afianzadas. Bajo esa denominación (el Adversario) se concentran los principios, ideas, leyes y realidades que, entretejiendo una potente red, atrapan al ser humano en el engaño. Su objetivo deshumanizador ve en el hombre una simple pieza al servicio de ese orden establecido”,
3. En cuanto a tu pregunta:
“…cuando Jesús/Marcos habla de los secretos, misterios del Reino, o de sembrar el mensaje, ¿piensas que es imposible interpretar esas palabras como referentes a algo esencialmente espiritual?”,
Mi respuesta es, como ya expliqué respecto a esa frase, que se trata de la experiencia de una praxis, la de un colectivo comprometido con la igualdad y la justicia, impensable (un misterio) para los ajenos a esa realidad social.
4. Este sistema injusto sí tiene su base en dar y quitar. No hay más que mirar la realidad.
La propuesta de Jesús subvierte ese esquema. Él plantea que en una alternativa de sociedad:
quien da, se beneficia y
quien no da, se arruina.
Esto también parece impensable (un misterio) desde la perspectiva del sistema. Bastaría, a mi juicio, ponerlo en práctica aún a escala minúscula e individual para verificar o no su certeza.
Como siempre, extenso. No tengo remedio.
Te mando un abrazo.
Me rindo. Quedaros con el primer comentario que colgué, quitándoles las cursivas a mis palabras, las que no son cita ni de Marcos ni de Salvador. Perdon por las molestias.
(A ver si a la tercera va la vencida y dejo el comentario correctamente escrito, que no sé qué diablos le pasa a esto…)
Hola Salvador,
– Dices que “nada en el texto indica una obsesión por el dar y quitar”. Sin embargo, en el espacio de 15 versículos (Mc 4, 10-25), correspondientes al tiempo breve de una misma escena:
“A vosotros se os ha dado el misterio del Reino de Dios”.
“La medida que llenéis la llenarán para vosotros, y con creces, pues al que produce se le dará, pero al que no produce le quitarán hasta lo que había recibido”.
Además, teniendo en cuenta la identificación indirecta que el propio texto de Marcos sugiere entre dar [el mensaje] y sembrar [el mensaje], al afirmar que Satanás quita el mensaje sembrado, (“Estos son los de junto al camino: aquellos donde se siembra el mensaje, pero, en cuanto lo escuchan, llega Satanás y les quita el mensaje sembrado en ellos.” ), y teniendo en cuenta que la siembra, el acto de sembrar –es decir, de dar- se cita unas cuantas veces más, ¿de verdad sigues pensando que “nada en el texto indica una obsesión por el dar y quitar”? ¿De verdad piensas que lo que sucede es que lo estoy leyendo yo tendenciosamente?
– También afirmas que “Tampoco se observa ningún indicio referente a “algo” esencialmente espiritual. “.
Entonces, ¿Satanás era un personaje de la administración romana?
Además, cuando Jesús/Marcos habla de los secretos, misterios del Reino, o de sembrar el mensaje, ¿piensas que es imposible interpretar esas palabras como referentes a algo esencialmente espiritual?
– Y, finalmente, afirmas que “Menos aún la lógica del relato permite deducir que se trate de una sociedad basada en dar y quitar.”
Y, sin embargo, vuelvo a lo del principio, el texto está plagado –pero plagado, plagado- de menciones al dar/sembrar y al quitar. Si no tienen nada que ver con la sociedad alternativa, ¿con qué tienen que ver?
Saludos cordiales
(Perdón, repito el comentario para corregir las cursivas, que parecen tener vida propia y total autonomía para gestionarse ellas solas)
Hola Salvador,
– Dices que “nada en el texto indica una obsesión por el dar y quitar”. Sin embargo, en el espacio de 15 versículos (Mc 4, 10-25), correspondientes al tiempo breve de una misma escena:
“A vosotros se os ha dado el misterio del Reino de Dios”.
“La medida que llenéis la llenarán para vosotros, y con creces, pues al que produce se le dará, pero al que no produce le quitarán hasta lo que había recibido”.
Además, teniendo en cuenta la identificación indirecta que el propio texto de Marcos sugiere entre dar [el mensaje] y sembrar [el mensaje], al afirmar que Satanás quita el mensaje sembrado, (“Estos son los de junto al camino: aquellos donde se siembra el mensaje, pero, en cuanto lo escuchan, llega Satanás y les quita el mensaje sembrado en ellos.” ), y teniendo en cuenta que la siembra, el acto de sembrar –es decir, de dar- se cita unas cuantas veces más, ¿de verdad sigues pensando que “nada en el texto indica una obsesión por el dar y quitar”? ¿De verdad piensas que lo que sucede es que lo estoy leyendo yo tendenciosamente?
– También afirmas que “Tampoco se observa ningún indicio referente a “algo” esencialmente espiritual. “.
Entonces, ¿Satanás era un personaje de la administración romana?
Además, cuando Jesús/Marcos habla de los secretos, misterios del Reino, o de sembrar el mensaje, ¿piensas que es imposible interpretar esas palabras como referentes a algo esencialmente espiritual?
– Y, finalmente, afirmas que “Menos aún la lógica del relato permite deducir que se trate de una sociedad basada en dar y quitar.”
Y, sin embargo, vuelvo a lo del principio, el texto está plagado –pero plagado, plagado- de menciones al dar/sembrar y al quitar. Si no tienen nada que ver con la sociedad alternativa, ¿con qué tienen que ver?
Saludos cordiales
Hola Salvador,
– Dices que “nada en el texto indica una obsesión por el dar y quitar”. Sin embargo, en el espacio de 15 versículos (Mc 4, 10-25), correspondientes al tiempo breve de una misma escena:
“A vosotros se os ha dado el misterio del Reino de Dios”.
“La medida que llenéis la llenarán para vosotros, y con creces, pues al que produce se le dará, pero al que no produce le quitarán hasta lo que había recibido”.
Además, teniendo en cuenta la identificación indirecta que el propio texto de Marcos sugiere entre dar [el mensaje] y sembrar [el mensaje], al afirmar que Satanás quita el mensaje sembrado, (“Estos son los de junto al camino: aquellos donde se siembra el mensaje, pero, en cuanto lo escuchan, llega Satanás y les quita el mensaje sembrado en ellos.” ), y teniendo en cuenta que la siembra, el acto de sembrar –es decir, de dar- se cita unas cuantas veces más, ¿de verdad sigues pensando que “nada en el texto indica una obsesión por el dar y quitar”? ¿De verdad piensas que lo que sucede es que lo estoy leyendo yo tendenciosamente?
– También afirmas que “Tampoco se observa ningún indicio referente a “algo” esencialmente espiritual. “.
Entonces, ¿Satanás era un personaje de la administración romana?
Además, cuando Jesús/Marcos habla de los secretos, misterios del Reino, o de sembrar el mensaje, ¿piensas que es imposible interpretar esas palabras como referentes a algo esencialmente espiritual?
– Y, finalmente, afirmas que “Menos aún la lógica del relato permite deducir que se trate de una sociedad basada en dar y quitar.”
Y, sin embargo, vuelvo a lo del principio, el texto está plagado –pero plagado, plagado- de menciones al dar/sembrar y al quitar. Si no tienen nada que ver con la sociedad alternativa, ¿con qué tienen que ver?
Saludos cordiales
Hola Pepe
Nada en el texto indica una obsesión de Jesús por dar y quitar. Sí, en cambio, aparece claro su empeño por una praxis ante la que los discípulos reculan.
Tampoco se observa ningún indicio referente a “algo” esencialmente espiritual.
Menos aún la lógica del relato permite deducir que se trate de una sociedad basada en dar y quitar.
Todas piezas del relato apuntan en dirección muy distinta a la que sugieres.
Copio un párrafo incluido en este fascículo:
“El Galileo busca la reacción de cada uno de ellos transmitiéndoles de forma drástica que la opción a favor de su proyecto se valida exclusivamente por la praxis. De no darse resultados positivos palpables, se arruina la propia condición de ciudadanía en la nueva sociedad y se desperdician los beneficios humanos y sociales a que ella da derecho. El sistema se encarga de no dejar restos”.
Un abrazo
– Un aspecto que llama mi atención en esta escena es la obsesión que parece tener Jesús con dar y quitar: se os dará, se le quitará; ora te doy, ora te quito.
– Tanto dar y quitar, ¿es un fundamento bueno para una sociedad alternativa? Si cuando Salvador -interpretando el pensamiento de Jesús/Marcos- habla de una sociedad alternativa se refiere a una sociedad socio-económicamente alternativa, entonces, no parece que haya problema en fundamentarla sobre ciertas relaciones basadas en el dar y quitar. Por ejemplo, una sociedad comunista es una sociedad alternativa a la nuestra, que, entre otras cosas, se puede basar en quitar las tierras a los terratenientes que no las trabajan para dárselas a los agricultores que son quienes las cultivan.
– Ahora bien, si al hablar de sociedad alternativa estamos aludiendo a algo esencialmente espiritual y/o de relaciones humanas, ¿sería realmente alternativa una sociedad basada en el dar y quitar, que parece ser el leit-motiv de toda esta escena evangélica? Yo creo que no, en absoluto:
1º.- Por lo que se refiere al aspecto, íntimo, espiritual, personal, una sociedad basada en el dar y quitar es, en mi opinión, una sociedad como la nuestra, que, respecto a nosotros, tiene poco de alternativa. Una sociedad así es una sociedad heterónoma en lo espiritual, una sociedad en la cual Alguien o Algo, te da cosas (gracia, perdón, fe, etc.) y, si no te portas bien –o sea, como ese Alguien o Algo quiere-, te lo quita y santas pascuas.
2º.- Por lo que se refiere al aspecto de las interrelaciones entre las personas, una sociedad basada en el dar y quitar, pues también viene a ser una sociedad como la nuestra, construida sobre infinitud de contratos de todo tipo, contratos por medio de los cuales, las personas se dan y quitan cosas, unas a otras.
De momento, Salvador, yo no veo sociedad alternativa alguna en el texto de Marcos.
Saludos cordiales.
Una corrección:
En el punto 8, donde se lee sociedad afirmativa, debe decir: sociedad alterntiva.
Disculpas.
Hola Pepe
Algunas notas complementarias para aclarar dudas sobre este verso que citas:
1. La afirmaciones están dirigidas al grupo de seguidores. Considerarlas como aseveración general supone perder la perspectiva adecuada para entender su sentido.
2. El contexto es de reproche; el tono, de cabreo. Quién las pronunció, el Galileo, hombre de carácter y firmes convicciones quiso dejar claro su posicionamiento y puso al grupo contra las cuerdas. Las relaciones entre ellos no pasaban por su mejor momento. Marcos no lo esconde. Esas palabras están introducidas con un serio aviso:
“¡Atención a lo que vais a escuchar!”.
3. La llamada es a escuchar. La exigencia, a producir. En la entrada a la primera parábola hablábamos que podíamos llamarla: El mensaje produce o La parábola del escuchar.
4. Se corrobora que esa primera parábola (la mal llamada parábola del sembrador) hablaba de un proyecto fecundo.
5. El plural de la primera frase citada por ti tiene como destinatario al grupo al completo:
“La medida que llenéis…”. El colectivo tiene como compromiso y finalidad: ser productivo.
6. El singular de la segunda:
“al que produce…, pero al que no produce”
Implica exigencia individual en la tarea.
7. La producción de la sociedad alternativa se mide en valores de solidaridad, justicia, igualdad…
Nada más lejos del beneficio económico. El objetivo del proyecto es el insignificante; no, el bolsillo.
8. Lo que cada integrante aporte a la sociedad afirmativa producirá más de lo esperado. Los beneficios personales y sociales superan todas las expectativas.
9. Una entrega superficial al proyecto conduce a que el sistema engulla la escasa convicción que uno pone en el asunto:
“se le quitará hasta lo que tiene”.
10. Los discípulos acompañaban a Jesús manteniendo sus ambiciones imperialistas. Ni estaban por la sociedad alternativa ni querían ver ni entender.
11. El Galileo no se dejaba engañar. Tampoco era persona de hacer apaños. Con estas afirmaciones les exigió a los suyos definirse. No le asustó quedarse solo.
12. Jesús y Marcos están situados justo en el polo opuesto al que se sitúan las ideologías y los objetivos que Merkel (Ángela) representa.
Un abrazo
Esta entrega me suscita algunas dudas. Empiezo por la más sencilla de resolver.
“La medida que llenéis la llenarán para vosotros, y con creces, pues al que produce se le dará, pero al que no produce le quitarán hasta lo que había recibido”
Salvador, ¿quién dices que escribió esto? ¿Marcos? ¿Merkel? (Ángela, para más señas) Es que no sé si he entendido bien el nombre 🙂
En esta entrega hay algo importante que me ha llamado la atrención, pero voy a empezar por algo sencillito:
“…La medida que llenéis la llenarán para vosotros, y con creces, pues al que produce se le dará, pero al que no produce le quitarán hasta lo que había recibido”
¿Quién decís que escribió esto? ¿Marcos o Merkel? (Angela, para más señas) Es que no sé si ha entendido bien 🙂
Hola!
– ¡Hay que ser claros!
– Y cada cual, a su modo, lo es:
Las cartas están a la vista y sobre la mesa,
como ese Candil puesto sobre ella .
– Entonces, si esta vida así no puede seguir:
¿Qué nos pasa? ¿Qué hay que hacer?
………………
Se terminó la secuencia de las parábolas.
* La cosa había empezado apacible, con el Galileo sentándose en la barca,
* Ahora terminará con un temporal abatiéndose sobre ella.
* El gran problema no era la multitud;
* sino que estaba donde menos se esperaría:
* dentro, en los que decían estar con él.
………………
Como si fuera un Arquetipo jungniano he escuchado decir irónicamente:
-“cualquier parecido con las Instituciones vigentes, es mera ficción”-
¡Voy todavía! – Oscar.
…………………
DESDE EL MISTERIO DEL RUEGO
En este tiempo
he ido
has subido
hemos peregrinado
entre el murmullo de mil voces húmedas
fundidas
con un puerto sin sendas
por testigo
multitud del gesto tras el manto
buscando una certeza
entre el misterio de los ruegos
y de las procesiones y procesos
Allí estaban acechando en el grito
el hambre sin respuesta
los playones callados
el vacío
el llanto viejo del acero ajeno
tras un brote de fe rescatando
el perdido horizonte
En cada rostro una plegaria
con el dolor desnudo
llegando desde lejos a la imagen
y unas manos
armando el poema intenso
el poema de todos
Hola!
Me vino esta visión:
1) Por un lado leo al final de esta Entrega la interpretación que de El Galileo hace Salvador:
–“El Galileo aparece tal como es, firme y paciente, retándoles a no seguir con él si no están decididos por su proyecto, aunque tratando de hacerles comprender”–
………………..
2) Por otro lado leo el Comentario de salvador en conversación con Pepe Blanco hacia finales de la Entrega anterior:
-“A la multitud que lo acompañaba, Jesús les invitó a sumarse a esa experiencia. A los que rechazaron la invitación les resultaba imposible disfrutar de esa experiencia, para ellos incomprensible porque sencillamente no la vivían: ¡un misterio!
Me parece que queda claro que no hay discriminación, ni secretos teóricos escondidos al conocimiento de la gente, sino dos maneras de actuar en función de la opción tomada y la disposición a oír.
Si tú deseas formar parte de una sociedad alternativa, ¿qué te lo impide? Puedes comenzarla tú mismo. No te hace falta ni Marcos ni Jesús. Solo tu decisión y compromiso de ponerla en marcha. Jesús lo hizo, ¿por qué no, nosotros?
De estar decididos por esa praxis, la pregunta a plantear de inmediato sería: ¿Cómo lo hacemos?
Porque consiste en una praxis, la que Marcos explica. Este trabajo mío busca hallar con honestidad las raíces de ese sentido para hacer una lectura comprensible de la pedagogía que plantea.-“
……………………
3) Veo la semejanza y ¡loco de mí! me encuentro pensó-extendiendo la frase de nombres propios que dice:
… No te hace falta ni Marcos ni Jesús. …
… No te hace falta ni Marcos ni Jesús, ni Salvador interpretando, ni Oscar destilando, ni …
Solo tu decisión y compromiso de ponerla en marcha.
Jesús lo hizo, ¿por qué no, tú, seas quien seas?
…………………..
¿Vamos todavía? – Oscar.
Me gusta pensar que Jesús hablaba en parábolas, apelando a la reflexión de cada uno y a un sistema simbólico al cual se le pueden extraer muchas interpretaciones, porque no deseaba lanzar normas tipo catecismo, que castran la reflexión individual que es lo más rico del aprendizaje. Me gusta pensar que Jesús ES el mensaje y la semilla, porque al ser El el mensaje, cobran importancia sus actitudes en ciertos entornos, las palabras que escogió, la amistad con mujeres y hombres, su relación familiar, las fiestas a las que asistía, su desafección por las castas sacerdotales, es decir su relación con su cultura y su entorno humano. Todo eso humaniza el mensaje, lo baja desde el altar donde lo han puesto, a la vida corriente, entendible por todos nosotros, y lo hace un tipo atrayente, inteligente y con una mirada cariñosa hacia la vida, incluso cuando se impacienta con sus amigos y los amonesta.
Cada semana se produce en mí, una gran alegría al seguir este taller sobre la “Nueva alternativa” que presentó el Galileo, desde la interpretación de Marcos.
¡Para mi! claro como el día; pueden existir nubarrones, dudas, tardanza en responder al Mensaje ¡¡¡no importa!!! Cada cual tiene unas capacidades concretas, solo requiere ¡¡¡fidelidad!!!
Cada día aprendemos algo novedoso y valioso para vivir con responsabilidad la vida.
¿No les sucede, que a lo largo de su vida, han encontrado personas, que “oyendo-escuchando” lo mismo, las interpretaciones son muy diferentes?
…”Así que puso en marcha la sociedad definitiva que todos decimos desear, aunque, a la hora de la verdad, muy pocos se lanzan a por ella…”
Pepe, por si lo lees:
“Hace unos días, conversando sobre política, una de las personas presentes, afirmaba con rotundidad:
¡Menos mal que ha llegado el PP.! (y otras lindezas sobre lo hecho por los “otros”…)
En estos días, he pensado mucho, en como vivíamos en tiempo de la República, y la liberación que supuso… ¡¡¡la guerra!!!… podíamos ir al colegio, a misa, salir a la calle sin que nadie te denunciara etc, etc…”
Sentí como un fuerte dolor en el pecho y el corazón y dije:
¿Liberación con la guerra? ¿Cuántos muertos nos dejó, cuantas injusticias se hicieron que siguen sin ser reparadas hasta hoy?…
Fue imposible razonar.
¡Cómo una idea (de la clase que sea) puede cegarnos tanto…!
En este Cap. Vemos con claridad, como la “semilla” puede quedar anulada, empobrecida, alterada, manipulada, por intereses personales, políticos, religiosos, riquezas, poder…
…”La riqueza no apacigua. Desencadena un movimiento sin control de codicia insaciable…”
…“esos que siguen escuchando el mensaje, lo van haciendo suyo y van produciendo fruto“….
…”El mensaje está escondido (en ellos) para que se manifieste. Esa es la función primordial de la sociedad alternativa a la que no puede renunciar…”
…”En cambio, la vida invertida libremente en la sociedad alternativa produce ganancias sobradas…”
De esto que he copiado del texto, tenemos ejemplos de vida plena, en todo el mundo, de personas de toda raza, pensamiento, religión o sin ella, que han dado y dan ¡Vida! por donde pasan.
¡¡¡Gracias de nuevo por vuestro formidable trabajo!!!
mª pilar