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Nos queda la palabra

Hoy se celebra en Valencia la fiesta de San Vicent Ferrer, el dominico valenciano que predicó por toda Europa en catalán y está enterrado en Vannes (Francia) aun siendo el patrono principal de la Comunidad Valenciana. Sobre Europa y el catalán empieza hablando este largo pero luminoso ensayo de Pascual Pont. Invitamos a repetir la experiencia de Internet que él narra al principio. En ella se basa toda la reflexión posterior que presentamos tal cual nos la envió, sin añadirle agarraderos o titulares que permitan una fácil lectura rápida, no recomendable en este caso.

 

28 de septiembre de 2011. Recibo un correo electrónico pidiéndome que acceda a la página web del Parlamento Europeo y pinche en la pestaña del catalán, con el fin de que el contador de entradas demuestre que se mantiene viva y no progrese la amenaza de cerrar la participación del catalán en la polifonía lingüística reconocida por el Parlamento. Acepto la petición porque considero que todas las lenguas del mundo son expresión de un pueblo, de su historia, su cultura, sus problemas y aspiraciones y deben participar en los foros en los que se decide su futuro.

Tal como me indican pincho en www.europarl.cat, y me aparece una página con el nombre del Parlamento Europeo en 24 idiomas, una bienvenida en catalán y 23 enlaces referidos a otros tantos idiomas. No acierto a situar la lengua motivo de la diferencia numérica debido a que cada una está escrita en su lengua y algunas no acierto a traducirlas a su versión española. Pincho en el enlace correspondiente al catalán y se abre una página con información general sobre el Parlamento Europeo y una sección en la que se ofrece la posibilidad de establecer una relación personal con diferentes servicios del Parlamento, más seis secciones informativas en inglés.

Vuelvo atrás para centrar mi atención en la página principal y a mi dificultad para identificar a todas las lenguas representadas, lo que no me impide descubrir que faltan otras como el euskera y otras muchas más, puesto que en Europa hay más de cien idiomas inequívocamente catalogados más otros tantos sometidos a discusión. Me pregunto si esto será debido a que me encuentro en un acceso específicamente catalán y cambio a otra más global, www.europarl.eu. Se abre una página igual a la principal anterior, con la diferencia de que me reciben en inglés y sólo hay 23 versiones del nombre del Parlamento Europeo y 22 enlaces, pues ha desaparecido el catalán.

Pincho en el enlace del español y se abre una página totalmente diferente a la que se abre en catalán. Ya no se trata de una información general y estática, sino de una página viva con la puesta al día de todas las cuestiones que se debaten en la Unión Europea. Como el enlace de las comisiones está en inglés, me pregunto si esto será debido a que el español también está preterido y accedo a las páginas en francés para comparar. No hay diferencia y también lo referente a las comisiones está en inglés. No comprendo como mantienen como principio destacado que “En el Parlamento Europeo, todas las lenguas comunitarias tienen la misma importancia”. Mi interés por conocer mejor como funcionan realmente los órganos de la Unión Europea, me hace volver a la página en español y entre todas las ofertas de información, me decido por la que se refiere a las sesiones plenarias del Parlamento que en ese momento está trasmitiendo en directo el discurso de José Manuel Duräo Barroso sobre el Estado de la Unión. Me enganchan sus palabras pues tratan de la crisis económica que estamos sufriendo, pero otras obligaciones me impiden continuar escuchándole. Al día siguiente leo en la prensa una pálida y sesgada información que me hace volver a la fuente, lo que es posible, ya que en el Archivo del Parlamento se conservan las sesiones plenarias tal como se transmitieron en directo en las lenguas oficiales. Escucho la totalidad del discurso y las posteriores intervenciones de los portavoces de los grupos parlamentarios e incluso vuelvo sobre algunos pasajes para mejorar mi comprensión.

No es fácil resumir esta sesión e invito a que se acceda a la misma, pues nos muestra una mirada viva sobre una problemática que nos afecta a todos los europeos, por muy diferente que sea cada situación personal. Por mi parte veo necesario aprovecharla para realizar algunas reflexiones que considero fundamentales. La conclusión más global es que la unidad ha sido un factor de progreso y bienestar para todos los europeos. Basta con comparar la primera y la segunda mitad del siglo 20. Pero el siglo 21 amenaza con destruir todo lo alcanzado. Así lo mostraba el portavoz del grupo socialista: Mis padres creían que yo viviría mejor, y así ha sido, pero nosotros no podemos decir que nuestros hijos van a vivir mejor que nosotros. El portavoz del grupo popular señala como causas: Crisis de confianza, de crecimiento y de liderazgo. Aunque Barroso había intentado desplegar el abanico completo de los problemas de la Unión, uno de ellos destacó sobremanera, la crisis del euro, de la deuda soberana, del déficit, del crecimiento. Es la economía, dirán algunos. Pero no, son las finanzas, porque el dinero ha dejado de ser un instrumento para el intercambio de bienes económicos, para transformarse en un bien en sí mismo en manos de un fantasma especulador llamado mercado. Barroso anuncia algunas medidas: En los últimos tres años, los contribuyentes han dado ayuda y garantías de 4,6 billones de euros al sector financiero. Ha llegado el momento de que el sector financiero devuelva la contribución a la sociedad. No todos están de acuerdo. Algunos porque temen la deslocalización, la huida de capitales. Es un riesgo cierto, pero que se está produciendo de todas formas. Otros porque defienden la soberanía nacional, bien por un nacionalismo estrecho o bien porque pueden beneficiarse de una caída del euro. No hay que olvidar que de los 27 países de la Unión, 11 no pertenecen a la eurozona, algunos albergan importantes paraísos fiscales, como la City de Londres. Tenemos al zorro dentro del gallinero y a los buitres esperando el momento propicio, como claramente manifestó el bróker Rastani a la BBC el día anterior, no sabemos si por ingenuidad, notoriedad o para crear el pánico y contribuir a que se produzca ese momento.

¿Qué hacer? ¿Qué podemos hacer los europeos, los ciudadanos, para evitar dejar a nuestros hijos una Europa peor que la que nosotros recibimos, para liberarnos de un mercado que esconde tras el anonimato lo peor del ser humano? Lo que parece claro es lo que no podemos hacer, que es esperar pasivamente a que alguien o algo encuentre una solución. El portavoz popular pidió a Barroso liderazgo, ya que era el jefe del ejecutivo. No parece que pedía un golpe de estado, por lo que un liderazgo democrático tiene que estar respaldado por el Parlamento como representante de todos los ciudadanos. Pero mal los van a representar cuando al tiempo que piden a los ciudadanos austeridad, no la quieren para ellos, como mostraron en abril al votar en contra de hacer los viajes en avión en clase turista en lugar de clase primera, que cuesta el doble. Tampoco el Parlamento, como institución, muestra racionalidad y eficacia, cuando alterna las sesiones plenarias entre Estrasburgo y Bruselas, con los gastos de mantenimiento que comportan dos sedes que tienen que albergar a 732 diputados y los continuos traslados con toda su corte de traductores y funcionarios.

Son muchas y fundamentales las reformar a realizar, pero todas podrían quedar referidas a cambiar la prioridad del tener por la del ser. No se trata de una cuestión filosófica sino de supervivencia, que podría tener entre sus objetivos el situar el Índice de Bienestar por delante del Producto Interior Bruto. Desde 1972 son cada vez más numerosas y graves las voces que advierten de que la Tierra es limitada y no se puede crecer continuamente. No todos los progresos son convenientes. Chernóbil y Fukushima, el agujero de ozono, la drástica reducción de la biodiversidad, el calentamiento global, el agotamiento de los recursos naturales, la contaminación del agua, del suelo y del aire, son algunas de las consecuencias de un crecimiento que no contempla la globalidad en la que necesariamente estamos situados. El incumplimiento de los Objetivos del Milenio significa que va a continuar la criminal injusticia en que está instalada la comunidad internacional. Es evidente que su cumplimiento no depende de que se incremente la riqueza mundial, sino de su distribución y de la jerarquía en lo que se investiga y mejora.

No va a ser fácil el cambio necesario pues afecta a las esencias más profundas del ser humano. Fue el trabajo y la palabra lo que hizo que del animal emergiera el hombre, que a la evolución biológica siguiera la cultural, y que la división del trabajo convirtiera a la comunidad humana en un conjunto de alta sinergia en el que cada uno aportaba según su capacidad y recibía según su necesidad. La esclavitud rompió esa dinámica evolutiva pues convirtió al esclavo en un trabajador alienado y al amo en un parásito. La palabra, al no responder a un flujo comunitario, sino a unas relaciones de poder y violencia, quedó falseada. Así, por ejemplo, Aristóteles utilizó el silogismo para concluir que ni la mujer ni el esclavo tenían alma, y las Iglesias cristianas se convirtieron en custodias de una verdad dogmática en lugar de cumplir el mandato de amor de su fundador.

No es éste el lugar para inventariar y analizar los múltiples avances y retrocesos experimentados por la humanidad durante los seis mil años de civilización, aunque si destacar el cambio de ritmo experimentado en los últimos quinientos años, del que ha sido razón fundamental la creciente democratización de la escritura propiciada por la imprenta, que ha incrementado exponencialmente el flujo del saber humano. Pero no ha cambiado la estructura injusta, incluso psicópata, de la sociedad, cuya interacción  alcanza ahora el ámbito mundial, en donde mil millones de personas se ven desbordados por los residuos que generan, mientras otros mil millones no disponen ni siquiera de lo más imprescindible para sobrevivir. El capitalismo liberal eliminó la esclavitud, pero no la condición alienante del trabajo. El papel moneda y las transacciones bancarias han hecho posible una acumulación de poder totalmente ficticio pues no se corresponde con la riqueza real de los pueblos que descansa en los recursos naturales y en el trabajo.

El acertado axioma de McLuhan, El medio es el mensaje, es aplicable tanto a los medios de comunicación cultural como a los de transacción económica. Si los ordenadores e Internet han revolucionado lo cultural, también pueden revolucionar lo económico si se aplica a sustituir el casino mafioso de las finanzas por una contabilidad mundial democrática y transparente, en la que no se valore sólo la ganancias inmediata de unos cuantos, sino los efectos globales a corto, medio y largo plazo, y en la que el bienestar y plenitud del ser humano sea el valor de referencia con el que se pueda establecer una escala de valores, cuando se presenten contradicciones, como es el caso, por ejemplo, de que una iniciativa aparentemente ecológica y respetuosa con el medio ambiente, como es la producción de biocombustibles pueda contribuir a incrementar el hambre en el mundo.

Las tablas de entradas y salidas de Leontief son un instrumento fundamental para racionalizar todo tipo de interacciones. No es un producto de los planes quinquenales soviéticos, como el nombre de su autor sugiere, sino que fueron creadas en Estados Unidos en la década de 1920, aplicadas en la economía de guerra de las décadas siguientes y por todas las multinacionales en la actualidad. También fue en Estados Unidos donde se denunció la necesidad de guerra permanente para satisfacer al complejo industrial-militar. Fue su presidente Eisenhower al término de su mandato en 1961. La racionalidad es contraria a la especulación y a la violencia, pero los poderosos confían en éstas para mantener sus privilegios. Es el pueblo que sufre las consecuencias de la irracionalidad el que tiene que cambiar la dinámica suicida en que estamos inmersos. Para ello tiene que apoyarse en los dos pilares fundamentales de hominización: el trabajo y la palabra. La deslocalización ha situado la división del trabajo y sus efectos sinérgicos en el ámbito mundial, lo que condiciona y limita la acción personal y local. Pero nos queda la palabra, que pertenece al ser humano desnudo, (desprovisto de las prótesis y complementos que aumentan su poder, pero no mejoran necesariamente su ser) y, por ello, puede relacionar a todos los seres humanos en su esencial y sustancial igualdad, respetando y potenciando su singular individualidad.

En la actual crisis, que no es sólo europea, ni solo financiera, lo que está en juego es la supervivencia global. Por eso son de rabiosa actualidad las palabras de Luther King: Tenemos que aprender a vivir como hermanos si no queremos morir todos como idiotas. Para captar el alcance de su significado tenemos que dar a la palabra “idiota” su origen griego. Con ella se referían a quien se desentiende de los asuntos públicos. Vivir como hermanos es recuperar el espíritu de la tribu oral que inició la división del trabajo de forma que cada uno aportaba según su capacidad y recibía según su necesidad. Ahora la división del trabajo está planteada a escala mundial y desde oficinas lejanas y oscuros intereses se decide como ordenar nuestras tierras y nuestras vidas.

Todos estos falseamientos y manipulaciones han situado a la humanidad en una enmarañada red de intereses cruzados sometidos con frecuencia a maniobras mafiosas ocultas bajo el anonimato de un Mercado financiero que hacen subir y bajar los valores, no según el valor de uso de los recursos, bienes y servicios existentes, sino según el éxito o fracaso de las maniobras especulativas sobre productos financieros “estructurados” o “derivados” destinados a la especulación. Las contradicciones del capitalismo han llegado a tal grado que han convertido a China, un país comunista, en el banquero del llamado mundo occidental, dejando a Europa a merced de los acuerdos que alcance con Estados Unidos e Inglaterra que son los que garantizan la continuidad del sistema especulativo.

Lo que no puede la especulación es aumentar los recursos de la Tierra con los que hay que satisfacer las necesidades fundamentales de toda la humanidad. El índice que marca en que grado vivimos como hermanos es el número de gente que muere de hambre y de enfermedades curables. La Tierra tiene recursos suficientes para que todos los seres humanos alcancemos la plenitud y la felicidad. La enorme productividad alcanzada debería servir para potenciar al máximo la salud y la educación. Un primer paso es aprender a compartir la palabra. El hacendado que comparte su riqueza deja de ser hacendado, pero el sabio que comparte su saber no deja de ser sabio, sino que, por el contrario, mejora su sabiduría y el que usa una lengua común no tiene que renunciar a su habla singular.

Volviendo de nuevo a la situación planteada por Barroso, podemos decir que, tanto por lo que se refiere a la crisis como a la conducta de los políticos, es similar a la de Islandia, por lo que sólo la acción decidida y unida del pueblo que sufre las consecuencias, podrá desencadenar las radicales medidas que cambien por completo la política que se está siguiendo en la Unión Europea, de privatizar las ganancias y socializar las pérdidas, lo que permite a los banqueros culpables seguir obteniendo grandes beneficios, mientras se desmonta la sanidad, la enseñanza públicas y otros servicios del estado del bienestar y se piden crecientes sacrificios a los ciudadanos. La injusticia es tan grave que hasta un gran capitalista como Warren Buffet se escandaliza por pagar impuestos a un tipo inferior al de su secretaria, y que el portavoz del grupo popular en el Parlamento Europeo ponga el dedo en la llaga al decir: Ha llegado el momento de que Europa utilice una sola voz… Que los políticos acepten que la soberanía libremente compartida es el único futuro para nuestros países… para que los 500 millones de europeos sigan creyendo en el futuro de Europa.

Una sola voz, pero ¿qué voz? Los islandeses son 350.000 y pueden gritar con una sola voz, pero los europeos estamos divididos en más de un centenar de voces, muchas de ellas enfrentadas entre sí. ¿Cómo lograr una voz que todos podamos asumir como propia?  La Unión Europea mantiene una actitud contraria a una sola voz pues su postura oficial es que la pluralidad lingüística es una riqueza que hay que cuidar, y por ello promovió la “Carta Europea de las Lenguas Minoritarias o Regionales”, aunque, al plegarse a la soberanía de los Estados, incluye en ese grupo a lenguas habladas por millones de personas, mientras reconoce como lengua oficial alguna hablada por unos cuantos miles.

Hacer efectivo la condición oficial de 23 lenguas, supone 506 encuentros binarios, lo que exige un complejo, riguroso y eficaz sistema de interpretación, traducción y control jurídico de textos, pero también muy costoso, lo que impide que el sistema pueda extenderse a todos los documentos y a todas las reuniones. Por eso, de hecho, que no de derecho, se utilizan las lenguas de trabajo, lo que incrementa la injusticia de un sistema que en aras del pragmatismo, se basa en las relaciones del poder y del tener, en lugar de afrontar las profundas y esenciales aspiraciones del ser. La búsqueda en Google de “europa pueblos naciones” da más de siete millones de resultados, lo que demuestra la amplitud de la problemática existente entre pueblos, Estados y naciones. El desarrollo de una identidad europea fuertemente sinérgica y de un Estado europeo efectivamente democrático, podrían armonizar el amplio abanico de pueblos que conforman Europa, pero para ello necesita generar dos mecanismos de conexión fundamentales: una contabilidad transparente orientada a utilizar los recursos disponibles para satisfacer lo mejor posible las necesidades fundamentales de todos los europeos y una lengua de trabajo en la que puedan encontrarse todas las lenguas gentilicias que se hablan en Europa.

¿Quién y cómo se decide qué lengua de trabajo se utiliza? En las primeras uniones que condujeron a la Unión Europea fue el francés; con la entrada de Gran Bretaña, al ampliar de 6 a 9 los países miembros, el inglés empezó a escalar posiciones, lo que hizo que el alemán, que había asumido la prevalencia del francés, exigiera la condición de lengua de trabajo. Actualmente, el español, el italiano y el polaco, intentan ser reconocidos como lengua de trabajo, para evitar que los estudios que realizan queden ignorados por el resto de parlamentarios y dirigentes europeos. No parece que vayan a lograr grandes progresos, dada la tendencia a quedarse con una sola lengua de trabajo, aunque lo haga de forma vergonzante, por pragmatismo y en contra de su continua defensa del plurilingüismo.

Pero, puestos a reconocer una lengua que vincule a todos los europeos ¿por qué el inglés, cuando la cultura británica es la más escéptica con el europeísmo? ¿Por qué no el alemán, que es el idioma con más hablantes nativos de Europa? ¿Por qué no el francés que tiene una mayor vocación europeísta, como lo prueba la existencia de ASEDIFRES, una asociación francesa sin equivalente en las otras lenguas, pues está dedicada a desarrollar una identidad europea? No hay que olvidar que el francés ejerció como lengua franca en Europa durante todo el siglo 18, y todavía en 1815 las actas del Congreso de Viena se redactaron en francés, cuando las potencias participantes eran Austria, Rusia, Prusia y Gran Bretaña. El principio del fin de esta hegemonía se produjo en 1890, al reunirse el Tribunal de Arbitraje para tratar del desacuerdo entre Inglaterra y Estados Unidos sobre las jurisdicciones del Mar de Bhering. Como las dos partes en litigio tenían el mismo idioma, decidieron utilizarlo en las sesiones. Francia protestó porque lo consideraba un paso regresivo hacia la dispersión, pero el presidente de Estados Unidos, Harrison, intervino enérgicamente y logró que el tribunal aceptara que el inglés fuera utilizado por las partes contendientes. En 1919, el Tratado de Versalles se redactó en francés y en inglés, por ser las “lenguas habituales”. El espíritu de los 14 puntos del presidente Wilson que presidió la constitución de la Sociedad de Naciones, propiciando un “nuevo orden mundial” era contrario a los viejos privilegios. Por eso, en su primera Asamblea, en noviembre de 1920, once delegaciones propusieron una resolución favorable a la enseñanza del Esperanto en las escuelas de los Estados miembros. Se nombró una comisión presidida por el japonés Nitobe que emitió un informe favorable, pero Francia desarrolló en su contra una intensa campaña que logró desvitalizar la resolución final. La utilidad del Esperanto como lengua franca mundial se volvió a plantear en 1976 cuando la UNESCO intentó desarrollar el Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NOMIC). El tunecino Mustapha Masmoudi fue el encargado de emitir un informe al respecto, que al igual que el de Nitobe, fue favorable. Pero entonces fueron Gran Bretaña y Estados Unidos los que se opusieron hasta el punto de abandonar la UNESCO provocando una larga crisis que arrastró consigo al NOMIC y a la posibilidad de un mayor reconocimiento del Esperanto.

Pero ¿qué diferencia hay entre el Esperanto y el inglés o el francés como lengua franca internacional? Aunque primero conviene generalizar la pregunta en la forma ¿qué diferencia hay entre una lengua que busca hacer de puente entre todas las lenguas gentilicias y una lengua que expresa la cultura de una gente determinada? Posiblemente haya quien proteste por la pregunta pues consideran que la correcta sería ¿qué diferencia hay entre una lengua artificial y una natural? Pero no es así. Saussure definió la lengua como la parte social del lenguaje y el habla como un acto individual de voluntad e inteligencia. En las pequeñas comunidades verbales la lengua y el habla interactúan de forma espontánea y natural con tal profundidad, que configuran gran parte de la personalidad de un individuo y de la identidad de una comunidad. Pero cuando la comunidad lingüística alcanza a miles o incluso millones de individuos y se vale de la escritura para comunicarse, necesita establecer normativas que obliguen a los individuos a comunicarse dentro de unos parámetros inteligibles para todos. En el pasado siglo 20, ciertos procesos de descolonización tropezaron con el problema de la falta de identidad común de los pueblos que conformaban la colonia debido a la diversidad de lenguas que utilizaban, por lo que los líderes independentistas emprendieron la tarea de estructurar una lengua común. Entre los muchos casos que se pueden citar, es interesante destacar el de Filipinas. Cuando en 1565 fueron incorporadas al imperio español, los misioneros contabilizaron unas 300 lenguas, por lo que el español funcionó como lengua oficial para todo el archipiélago. Al estallar en 1898 la guerra entre España y Estados Unidos, los independentistas filipinos se pusieron del lado de los norteamericanos que les prometieron la independencia. Pero cuando los españoles se fueron los estadounidenses ocuparon su lugar, incumpliendo su palabra, por lo que lo único que lograron los filipinos fue cambiar de colono y de idioma oficial. Los independentistas comprendieron que además de luchar contra el colonialismo tenían que unir y cohesionar a todos los que conformaban lo que los españoles habían bautizado con el nombre de Filipinas, y para ello, en 1936 fundaron el Instituto Nacional de la Lengua con el fin de dotarse de una lengua nacional que construyeron a partir del tagalo, pues era la lengua más hablada en las partes central y sur de Luzón, y que disponía de una gramática escrita en 1688 por Fray Sebastián de Totanés. Cuando en 1946 lograron por fin la independencia, a costa de ceder a los Estados Unidos bases militares por 99 años, se pudo dar un gran impulso a la lengua nacional incorporando muchas voces de las distintas lenguas aborígenes, así como del español y del inglés, hasta que la Constitución de 1987 declaró el Filipino como lengua nacional.

Lo que necesita la humanidad es continuar esa tarea, construyendo una lengua que pueda ser asumida por todos los pueblos de la Tierra. Son muchas las lenguas que se han construido para cumplir esa función. Hay quien intenta compararlas para ver cual es más perfecta, pero eso es una cuestión secundaria. No hay ningún idioma perfecto, como no hay padres perfectos. Un hijo asume los defectos de sus padres si hay afecto entre ellos. Lo mismo ocurre con la lengua. Entre los muchos sonidos que un niño empieza a articular, se esfuerza en modelar aquellos que resuenan con los que emiten sus padres. Las resonancias se irán ensanchando y enriqueciendo con las de otros familiares, vecinos y amigos. La escuela, la lectura, la gramática, intentarán que esas resonancias se produzcan dentro de unos márgenes en los que gentes distantes, a los que nunca vamos a oír directamente, se esfuerzan también en situar sus resonancias. Lo importante es la continuidad de afinidades y esa continuidad no tiene que romperse cuando se trata de acceder a otra lengua con la que poder dialogar comunidades lingüísticas diferentes.

La continuidad se pierde si las relaciones humanas se basan en unas relaciones de poder. El inglés no ha desplazado al francés de su función internacional por ser más perfecto, sino porque la comunidad que lo sustenta ha logrado mayor poder. Y por lo mismo puede el chino llegar a desplazar al inglés. Porque el poderoso no quiere esforzarse en comprender al otro diferente. Quiere que sea el otro el que lo comprenda a él. Situar las relaciones humanas en unas relaciones de poder es lo que conduce a enfrentamientos mortales, tanto en el ámbito internacional como familiar. La vida surge del afecto y la solidaridad. El idioma de un pueblo es el factor cohesionador entre la paisaje y el paisanaje, el que puede unir las resonancias de las voces, el perfume y la luz de su aire y la historia de sus campos y ciudades. El idioma y la tierra son los que dan continuidad a una comunidad que se renueva por efecto generacional y por migraciones de todo tipo, y de la que emerge una cultura singular llamada a enriquecer la polifonía mundial. Lo que no puede admitir es la invasión de especies depredadoras que destruyan los equilibrios y armonías alcanzados.

Si el Esperanto es superior a otras lenguas construidas para mediar entre comunidades lingüísticas diferentes es porque lleva más de cien años ejerciendo esa tarea y demostrando que es posible situar las relaciones interlingüísticas en un plano complementario no competitivo, debido a que realizan una trayectoria diferente. Los idiomas maternos se inician con resonancias familiares y culminan con normativas y escritura. El Esperanto se inicia con normativas y escritura y culmina con resonancias universales efectivamente producidas porque son emitidas por gente procedente de diversas lenguas y de todas las ideologías y clases sociales. El perfeccionamiento del Esperanto no se producirá por modificaciones de sus reglas gramaticales, sino porque se incremente notablemente el número de gente que lo utiliza, la diversidad de sus idiomas maternos y de los temas que abordan.

El Esperanto nació y mostró su eficacia en Europa, pero pronto se extendió a otros muchos países entre los que hay que destacar China, Japón y Estados Unidos. El que ahora se adoptara como idioma oficial y de trabajo de la Unión Europea, y en su seno se enriqueciera y perfeccionara, no significaría perder su dimensión planetaria, pues cualquier enriquecimiento de una lengua común, beneficia a todos, venga de donde venga tal riqueza. Pero Europa se colocaría a la cabeza del mundo, no con afán competitivo, ni de dominio imperialista, sino mostrando las posibilidades y ventajas de una soberanía efectivamente compartida y la posible génesis de una identidad común respetuosa con todas las singularidades.

La principal escenificación de este cambio tiene que producirse en las sesiones plenarias del Parlamento Europeo. Los congresos universales de Esperanto muestran que es posible que se reúnan un número considerable de personas procedentes de muy diferentes ámbitos lingüísticos sin necesidad de traducción simultánea. De todas las formas de traducción, ésta reúne dos de los más graves inconvenientes: la que relaciona traducción con traición, y la que afecta a la dignidad personal.

Con respecto a lo primero, hay quien afirma la total imposibilidad de traducir la poesía, puesto que la musicalidad cuenta tanto o más que la semántica, y la singularidad creativa del autor encuentra un eco diferente en la singularidad de cada receptor, por lo que aquel que ejerce de traductor transmitirá su propia versión. Aunque no ocurre lo mismo con los textos técnicos y consensuados pues ahí la singularidad individual queda amortiguada, siguen incidiendo las singularidades culturales. En la traducción simultánea se superponen la singularidad individual y la cultural agravada por la inmediatez exigida lo que obliga al intérprete a improvisar continuamente con gran rapidez, lo que hace que no siempre se logre la suficiente fidelidad.

Para analizar la cuestión de la dignidad podemos partir de la obra “Psicolingüística”, un trabajo que en España tiene gran prestigio académico. En ella, sus autores, los estadounidenses Berko y Bernstein se preguntan ¿por qué el estadounidense medio considera como una tarea imposible el hecho de aprender otra lengua lo suficiente como para hablarla con fluidez? (pag. 503, Ed. Mc.Graw.Hill, 1999). No ofrecen una respuesta directa, pero si indirecta, ya que dos páginas antes al señalar las condiciones para obtener buenos resultados en el estudio de un segundo idioma incluyen “la disposición a arriesgar la propia dignidad en tentativas sinceras de comunicación”. El riesgo no es igual para los que parten de un idioma poderoso y se acercan a un idioma más pequeño, que al revés, pues los hablantes del pequeño tienden a valorar y agradecer los esfuerzos del poderoso para balbucear algunas palabras de su lengua, mientras que el poderoso exige que su lengua se utilice con suficiente calidad para atenderles. A pesar de que el parlamento europeo ofrece 23 lenguas con que expresarse, hay diputados que no sienten a ninguna de ellas como propia y tienen que optar por una de las 23. El que un vasco utilice el inglés puede resultar patético si recordamos el caso de Filipinas.

La utilización de un idioma común no elimina el trabajo de los traductores, sino todo lo contrario, pues abre el camino a que todo pensamiento, toda obra literaria, científica o técnica, realizada en cualquier lengua, sin importar que sea minoritaria, pueda formar parte del flujo mundial y no quedar asfixiada por la prepotencia de las grandes lenguas. Lo que si debe cambiar es el sentido de la traducción. En toda traducción hay que distinguir entre idioma fuente e idioma destino y lo habitual en las traducciones entre idiomas gentilicios es que la traducción la realice alguien que tiene como idioma materno el de destino y que, por lo tanto pertenece a un ámbito cultural diferente al del autor, lo que dificulta la percepción de ciertos matices que cambian el significado. La existencia de una lengua común propicia el que las traducciones las realicen personas pertenecientes a la cultura fuente que quieren que ésta participe en la cultura mundial y al traducir descubren que ciertas expresiones necesitan estar mejor clarificadas para poder ser claramente entendidas por gente perteneciente a culturas muy diferentes. En este sentido hay que destacar el hecho de que la traducción automática está obligando a los lingüistas a penetrar en la estructura profunda de cada lengua y a valorar objetivamente las dificultades que presentan.

Lograr un idioma común es opuesto a la promoción de un pensamiento único, pues deja libres a las distintas comunidades lingüísticas a que desarrollen su propio pensamiento, mientras que el dominio de una determinada lengua gentilicia tiende a imponer la cultura y el pensamiento de la comunidad dominante. La trayectoria inversa, es decir, partir de la normativa y de la escritura para llegar al habla, es lo que hace que el Esperanto no compita, sino que se complemente con todas las lenguas gentilicias, así como que haya sintonizado plenamente con la moderna tecnología de la comunicación, especialmente en lo que se refiere a Internet y la traducción automática. Ambas están llamadas a complementarse y a generar una Inteligencia Artificial al servicio de toda la humanidad. El problema de la Inteligencia Artificial no es que desplace a la inteligencia humana, sino que pueda ser utilizada para la explotación humana. La condición para que esto no ocurra es que sea transparente, abierta y democrática. Es lo que diferencia al Linux del Windows. Es lo que puede dar confianza y seguridad tanto en el lenguaje como en la contabilidad. Cuando repasamos la cuenta del supermercado, miramos que estén los productos que efectivamente hemos comprado y al precio que marcaba, pero no repasamos la suma porque se trata de una operación totalmente mecánica en la que tenemos plena confianza. Esa seguridad y confianza es la que tiene que regir en todas las transacciones económicas, que tienen que tener como principal objetivo administrar los recursos limitados de la Tierra para que puedan servir al más óptimo desarrollo de la vida en general y de todos los seres humanos en particular.

Para ello es necesario que el pueblo tome la palabra. Pero una palabra común, que lo una en profunda y eficaz solidaridad y le evite pleitear porque su lengua materna, la lengua que ama, arañe unas migajas en la lucha que mantienen las grandes lenguas por imponerse unas sobre otras, llevando al ámbito mundial lo que hizo Dante en Italia: que el lenguaje ilustre,… es el vulgar de Italia, el cual pertenece a todas las ciudades italianas y no es exclusivo de ninguna. Cada ciudad, cada pueblo, cada individuo puede hacer suyo el Esperanto pues nadie lo tiene en exclusiva, y debe utilizarlo para no verse reducido a un objeto por los contubernios financieros, haciendo valer su condición de sujeto que pide la palabra, con toda la energía de quien sabe que fue el trabajo y la palabra lo que hizo que del animal emergiera la humanidad.

En estos momentos en que se precisa con urgencia un golpe de timón que reoriente la marcha de la humanidad, es necesario un gran esfuerzo por definir y consensuar los principios que nos deben guiar. Los productos resultantes del trabajo y de la palabra pueden ser transferidos o secuestrados directamente, pero los efectos transcendentes de su capacidad transcreadora sólo se alcanzan si encuentran armónicas resonancias en las distintas transducciones que enlazan los diferentes sistemas que la evolución ha generado y tiende a seguir generando. La sinergia resultante de la división del trabajo, estructurado sobre la totalidad del ámbito planetario, podría generar una nueva dimensión del bienestar y de la libertad, así como la emergencia de una conciencia superior, si logramos caminar en la dirección adecuada. Para acertar en ella quizá baste con ensanchar la mirada hacia las constantes universales y descubrir la tremenda capacidad revolucionaria de la evolución, y del lugar que en ella ocupa el encuentro de afinidades y armonías, del lenguaje en general y, para el ser humano, de la palabra. No se trata de un sueño, sino de una necesidad vital, de una cuestión de supervivencia. Se llevaron el oro, pero nos dejaron la palabra, dijo Neruda, y Blas de Otero insistió repetidamente: nos queda la palabra. No es lo esencial, pues ese lugar lo ocupa, en primer lugar, el agua y el pan, y luego el amor, el afecto, la solidaridad. Pero cuando la violencia irracional parece cortar todas las vías de justicia y de progreso, se descubre que con la palabra se puede seguir resistiendo y manteniendo la esperanza. Por eso Neruda pudo espetar a los militares que registraban su casa en uno de los doce días que separaron la muerte de Allende de la suya: “Registrad, sólo hay una cosa aquí que sea un peligro para vosotros: Poesía”

No podemos olvidar que la crisis que sufre Europa en 2011 no es que falte comida, ropa, vivienda, agua potable, libros y todo aquello que es preciso para sobrevivir y desarrollarse. El problema es financiero y las finanzas son una forma superior de lenguaje. Superior, por cuanto las palabras tienen capacidad para mostrar el objeto, mientras que las finanzas lo tienen para poseerlo. Cuando ese poder lo tenían las monedas de oro y plata se podía hablar de un intercambio de bienes pues las monedas tenían un valor en sí mismas, ya que el oro y la plata eran tan deseados como aquello por lo que se entregaba, pero con el papel moneda y las transacciones financieras ese valor intrínseco ha ido desapareciendo hasta hacerse negativo como ha ocurrido con los derivados financieros y los bonos basura, por lo que su capacidad para poseer los objetos es semiótico, arbitrario, sujeto a los riesgos de degradación a que está sujeto todo lenguaje.

Al igual que los diferentes significados de palabras como “libertad, dignidad, justicia, etc.” no es un problema gramatical, sino una cuestión de contexto y del poder de quien las usa, así, las valoraciones de la capacidad financiera que realizan las agencias de los diferentes países, no dependen tanto de sus efectivas riquezas, que no pueden variar de un día para otro, pues según Adam Smith dependen de la naturaleza y del trabajo, sino que se corresponden con las maniobras especulativas de los grandes grupos financieros, que tienen nombres y apellidos, como Goldman Sachs y George Soros, que concentran un poder monopolista, aunque toda la parafernalia mediática-político-industrial-militar los cubra con el eufemismo de “mercado”, un mercado que no tiene nada que ver con el defendido por Adam Smith, padre del liberalismo económico.

El monopolio que ejercen estos grupos no consiste en almacenar grandes cantidades de trigo, petróleo, oro o dispositivos electrónicos, sino en concentrar una gran cantidad de documentos fiduciarios, es decir, que su valor depende de la confianza que merezcan y esa confianza está ligada a los que ejercen el poder. Los mismos que falsearon la contabilidad griega para entrar en el euro, son los que gestionan los sacrificios del pueblo griego para hacer frente a la deuda soberana y los que administran, desde Suiza o desde la City de Londres, los 400.000 millones de euros que los hacendados griegos han sacado de su país.

“Mi única esperanza ante la crisis es un estallido social”, ha dicho José Luis Sampedro, Premio Nacional de las Letras, por citar un autor de reconocido humanismo. Pero el estallido social es peligroso si no se tiene claro que es lo que se quiere cambiar. Es lo que se ha visto en muchas revoluciones frustradas, y la revolución que la Unión Europea precisa es extraordinariamente compleja. Necesita superar los nacionalismos, sin anular las diferentes identidades, necesita que sean mundiales las medidas que se tomen para suprimir los paraísos fiscales y controlar las especulaciones financieras, necesita armonizar sus consumos internos para evitar las enormes desigualdades y situarlos en un nivel que pueda ser compartido por toda la humanidad sin hipotecar el futuro, asumiendo claramente que la Sociedad de Consumo en opuesta a la Sociedad del Bienestar, y hace falta un diálogo de amplia base sobre la sociedad que se precisa, y la forma de lograrla y para ese diálogo se necesita un idioma común, que no genere ciudadanos lingüísticamente de primera y de segunda, que reúna un máximo de coherencia, lógica y sencillez, y que contribuya al principio evolutivo fundamental de lograr la máxima comunicación con el mínimo esfuerzo.

La regeneración del discurso va ligada a la regeneración de la vida pues ambos forman parte indisoluble del flujo del uni-verso, que es uno porque es verso, y esa unidad, producto del continuo flujo se realiza desde la inmensidad del cosmos al ámbito cuántico. Gracias a la sinergia resultante de la división del trabajo, la sociedad humana ha logrado una amplia y precisa comprensión de las graves consecuencias que tiene el que la sangre no lleve la materia y la energía que precisan, a todas y cada una de las células que conforman el individuo, o que se corten las comunicaciones neuronales y una parte de su cuerpo deje de participar en la información global. Pero no acaba de asumir que la Tierra se mantiene viva en la medida en que la energía, la materia y la información fluyen por toda ella, recogiendo de cada ecosistema los mejores resultados para que todo el conjunto pueda participar de ese progreso y por ello, cuando una parte de ella no dispone de lo que precisa y enferma gravemente, el que enferma es todo el conjunto planetario, y la salud no será posible si no se logra la máxima solidaridad entre todos los humanos, lo que implica que aquellos que, gracias al proceso evolutivo global, disponen de la máxima energía, materia e información, las compartan con aquellos que por distintas razones, entre las que ocupa un lugar fundamental el haber nacido en un tiempo y lugar poco propicio, no disponen ni siquiera de lo imprescindible para sobrevivir.

 

Post Data 1.

Después de realizado este trabajo me aseguran que la página catalana de la web del Parlamento Europeo es una página pirata realizada por un joven catalán y que la amenaza de supresión se debe al desagrado con que la burocracia de Bruselas contempla estas intromisiones. Esto no plantea ninguna revisión de lo anteriormente escrito, sino que, por el contrario, confirma la hipocresía de los órganos de gobierno de la Unión Europea al decir que “En el Parlamento Europeo, todas las lenguas comunitarias tienen la misma importancia”

Post Data 2

31 octubre 2011. Palestina logra su admisión como miembro de pleno derecho en la UNESCO, lo que provoca que Estados Unidos retire su importante aportación económica a la Organización. Aunque esto supone un importante perjuicio para la Organización conviene recordar que desde 1984 hasta 2003, Estados Unidos permaneció fuera de la UNESCO y que volvió a ella debido a la presión de sus propios colectivos científicos, educativos y culturales que lamentaban su falta de participación en los foros y actuaciones internacionales. Se llevaron el oro, pero nos dejaron la palabra.

 

Post Data 3

24 marzo 2012. Me entero gracias a ATTAC de las vicisitudes de la Ley Glass Steagall promulgada por Roosevelt en 1933 y derogada por Clinton en 1999 dejando el campo libre a la especulación salvaje y a la crisis que sufrimos. Roosevelt nos mostró que otra banca es posible y necesaria, que el camino está ya descubierto y que enlaza plenamente con lo que he dicho de enlazar paisaje y paisanaje a través de la palabra y que la ordenación local tiene que estar en armonía con la ordenación mundial.

3 comentarios

  • Antonio Vicedo

    Quienes manejan telares, sobre todo, si se les ha dado la condición róbótica autómata,  saben que la práctica con la que se urden los hilos y se va consiguiendo el tejido depende de la matriz teórica  que como modelo se le instala al telar. Lo restante es que vaya funcionando sin que le falte la materia prima adecuada proveniente de la hilatura.
    En el sistema actual preduminante, sobre todo en el campo cultural y criteriológico esa matriz modélica es la Razón de la Fuerza y la Ventaja.
    Mientras no se cambie, como corresponderia para la consecución de una urdimbre o tejido verdaderamente humano por la matriz de la Fuerza de la Razón, regímenes, legislaturas, economías  y convivencia mostrarán los rasgos específicos de la Fuerza con los contrastes de la debilidad, los miedos,  las necesidades, la sumisión o la opresión.
    Lo malo es que los ejecutores de la fuerza provienen y pertenecen de la debilidad popular o ciudadana por su falta de conciencia de clase y división.

  • Gabriel Sánchez

    “La preparación por el Gobierno de España de una nueva legislación represiva que permite castigar la convocatoria de protestas mediante Internet y la resistencia pasiva no violenta como delitos, no es un fenómeno aislado sino la materialización concreta de una tendencia visible en todo el mundo. No se debe a una coyuntura concreta ni a un grupo de políticos enloquecidos. Antes de pensar alternativas conviene hacer un poco de historia. Basta con echar un ojo a los posts de esta misma bitácora en los últimos tres años”*


    http://bitacora.lasindias.com/holadictadura-en-serio/

    Yo volveria a ver si nos queda la palabra, o también eso quieren sacarnos.- Gabriel

     

  • oscar varela

    Hola!
     
    El lenguaje nos singulariza como individuos.
    El sujeto se constituye a través de la trama del lenguaje y gracias a éste.
     
    Bien propio e inalienable, el lenguaje es también un referente necesario para plasmar y sostener, no sólo la individualidad propia, sino la del grupo.
     
    Contrariamente a los bienes de consumo, el lenguaje:
     
    * jamás se agota;
    * se recrea continuamente;
    * compite con ventaja con cualquier producto manufacturado.
    * es un bien solidario que lo comparte toda una comunidad, por un espontáneo sistema de trueque.
    * es un bien absolutamente gratuito, ya sea en su apropiación como en su circulación.
     
    Es un bien totalmente subversivo,
    porque se opone a la de todos los otros bienes de consumo:
     
    * son gratuitos, en vez de costosos
    * son solidarios, en vez de no compartidos
    * son inagotables, en vez de degradables.
     
    El lenguaje es un amenazante peligro para la civilización mercantilista,
    por su estructura única e indestructible,
    que ningún mercado puede poner en jaque.
     
    Para los sectores del poder es perentorio, dada la resistencia del lenguaje:
     
    * volverlo invisible e inaudible,
    * cortarnos de esa fuente inconsciente y solidaria de placer que brilla:
     
    — en el habla popular,
    — en los chistes que brotan como salpicaduras
    — en las conversaciones entre amigos,
    — en las nuevas canciones hermosas,
    — en las creaciones auténticas que surgen todos los días
    — en el patio de un colegio,
    — en la mesa familiar,
    — en la charla de un grupo de adolescentes.
     
    Fomentar un lenguaje expresivo, es el último bastión desde el que podemos recuperar aquella holgura y alegría de vivir que nos hacen falta imperiosamente en esta hora de humillaciones y bochornos insondables.