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Hacia un paradigma pos-religional

Este texto es un material de trabajo, una propuesta hecha por la Comisión Teológica Internacional de la EATWOT (Asociación de Teólogos y Teólogas del Tercer Mundo) para que las personas interesadas y comunidades de base puedan aportar sus ideas. Todas serán recogidas (nos consta que en la Comisión hay personas que siguen ATRIO con atención) para la posible elaboración de un libro a final de este año. ATRIO, que se une a esta tarea de reflexión mundial, ha tomado el texto de Adital.br en español.

Cada vez se está hablando más del declive del cristianismo en Occidente. El catolicismo y el protestantismo por igual, atraviesan una grave crisis, tanto en Europa como en América del Norte. Son cada vez más los observadores que pronostican que a continuación la crisis va a afectar también a otras religiones. Se sospecha que la crisis no parece deberse a un problema propio del cristianismo, sino a la naturaleza misma de «las religiones», y la incapacidad creciente que éstas experimentan para acomodarse al profundo cambio cultural que está en curso. La hipótesis del advenimiento de un «paradigma pos-religional» quiere plantear la posibilidad de que estemos ante una transformación socio-cultural de hondo calado, en la que las «religiones neolíticas» van a dejar de ser viables cuando se implante a fondo la adveniente de «sociedad del conocimiento»(1), que será una sociedad «pos-religional»(2) [Ver las notas al final del texto. Especialmente esta segunda. Nota de ATRIO], y que las religiones que no se liberen de sus condicionamientos «religionales» ancestrales se verán abocadas a los márgenes residuales del curso de la historia.

Es obvio que este paradigma-hipótesis estaría conviviendo con fenómenos bien contrarios de conservadurismo religioso, revivals espirituales, carismatismo y neopentecostalismo. Sólo en algunos sectores geográficos puede estarse dando mayoritariamente, pero algunos observadores afirman que crecen los síntomas de que en las capas urbanas, cultas, tanto de jóvenes como de adultos, con acceso a cultura y tecnología… estaría empezando a hacerse presente este paradigma, también en América Latina (¿también en África y Asia?). Prescindiendo de sondeos cuantificadores de campo, nos queremos concentrar en la elaboración teórica de una primera presentación reflexiva e indagatoria de lo que aquí queremos llamar «paradigma pos-religional», que proponemos a debate y contraste de la comunidad de estudiosos de la teología y de las ciencias de la religión, así como de los«pastores» y de todas las personas preocupadas por la evolución actual de lo religioso.

  • POSIBLE FUNDAMENTO DE LA HIPÓTESIS

Una ampliación del conocimiento humano y un callado enfrentamiento de la ciencia actual con la religión parecerían ser causas intelectuales de este nuevo paradigma, entre otras. El desarrollo de las ciencias está llevando a la humanidad a observarse a sí misma y a hacerse de su religiosidad una idea en gran medida diferente de la que hasta ahora tenía de ella, lo cual repercute en una actitud nueva frente a la religión.

A estas alturas de la historia, la antropología cultural se cree ya en capacidad de poder hacer sobre la religión un juicio diferente al que ésta ha venido haciendo de sí misma, a la auto-definición con la que durante milenios la religión se ha presentado y con la que ha fraguado la opinión mayoritaria de las sociedades tradicionales, hasta hoy. Aunque quede mucho por investigar, y aunque otras ciencias también pueden aportar mucho, la antropología cultural –interdisciplinariamente considerada– cree saber ya cuándo y cómo se fraguaron las religiones, con qué mecanismos sociales y epistemológicos operan, y cuáles son las dimensiones humanas profundas en juego en su relación con el ser humano, individual y colectivo. La novedad de estos juicios es radical, y parece generalizarse y difundirse en las sociedades evolucionadas tan rápida como subliminalmente, generando un cambio profundo de actitud hacia la religión, que estamos interpretando precisamente como la llegada de un nuevo «paradigma pos-religional».

Éstos serían –muy en síntesis– los puntos nucleares de esta nueva visión que la antropología cultural está presentando hoy día sobre la religión:

  • Las religiones no son «de siempre», no existen desde que el ser humano está sobre la faz de la Tierra. Hoy sabemos que las religiones son jóvenes, casi «recientes». La más antigua, el hinduismo, sólo tendría unos 4500 años. El judeocristianismo, 3200. En términos evolutivos, aun limitándonos a los tiempos del género homo (entre 5 y 7 millones de años), o más todavía de la especie homo sapiens (150 mil o 200 mil), las religiones son «de ayer mismo». Hemos pasado muchísimo más tiempo sin religiones que con ellas, aunque espirituales parece que lo hemos sido desde el primer momento: homo sapiens y homo spiritualis parecen ser coetáneos. Las religiones no son por tanto algo que acompaña necesariamente al ser humano, como muestra la historia(3).
  • Las religiones se han formado en la época neolítica, tras la gran transformación que vivió nuestra especie al pasar de ser tribus nómadas de cazadores y recolectores, a vivir sedentariamente en sociedades urbanas ligadas al cultivo de la tierra, a raíz de la «revolución agraria»(4). En esa coyuntura evolutiva (tal vez el momento más difícil de su historia evolucionaria) la humanidad ha tenido que reinventarse a sí misma creando unos códigos que le permitieran vivir en sociedad, no ya en bandas o manadas, con derecho, moral, cohesión social, sentido de pertenencia… para ser viable y sobrevivir como especie. En esa coyuntura, nuestra especie ha echado mano de la que es quizá su fuerza mayor desde su aparición como especie emergente: su capacidad simbólica y religiosa, su necesidad de sentido y de experiencia de trascendencia. Quizá podría haber sido de otra manera, pero ha sido de hecho así.
  • Desde el neolítico hasta nuestros días, las sociedades han sido religiosas, «religiocéntricas», transidas de religión en todas sus estructuras: su conocimiento (y su ignorancia), sus creencias, su cultura, su sentido de identidad, su cohesión social y el sentido de pertenencia de sus miembros, su derecho, su política, su legitimidad, su estructura social, su cosmovisión, su arte… «La cultura ha sido la forma de la religión, y la religión ha sido el alma de la cultura» (Tillich). El impulso religioso, la fuerza de la religión, ha sido el motor del «sistema operativo» de las sociedades. Si exceptuamos los dos últimos siglos, desde la revolución agraria no hemos conocido sociedades ni grandes movimientos sociales ni siquiera revoluciones no religiosas; es claro que sus motivaciones eran también y fundamentalmente económicas y políticas, pero era a través de lo religioso como eran gestionados esos impulsos sociales. La religión misma –con un prestigio cuasidivino, su autoridad incuestionable, sus creencias, mitos, dogmas, leyes, moral… e incluso sus instancias inquisitoriales– fungía como software programador de cada sociedad. Eso ha sido así durante todo el tiempo neolítico –o «agrario» en el sentido amplio que estamos utilizando–, que ahora la antropología cultural sostiene que se está acabando.
  • ¿Con qué mecanismos internos las religiones han ejercido esta su capacidad programadora de la sociedad? Por medio de:
    • la creación e imposición de su cosmovisión sobre la sociedad: ella es quien ha dicho a la humanidad, en cada sociedad, qué es la realidad, cuál es su origen, su sentido y sus exigencias morales;
    • las creencias fundamentales vehiculadas por los mitos sagrados, que han fungido como los presupuestos, axiomas, postulados, presupuestos profundos de cada sociedad, como la arquitectura epistemológica misma de la sociedad humana;
    • una «epistemología mítica», que ha atribuido a Dios sus propias elaboraciones, para presentarlas como revelación o voluntad de Dios, y así absolutizarlas para dar seguridad a la sociedad humana;
    • una exigencia radical de sumisión [islam significa sumisión], de fe [una exigencia primera en el cristianismo], de «creer lo que no se ve» (o lo que ni siquiera se entiende);
    • ejerciendo con todos estos mecanismos como sistema operativo de la sociedad (lo que se evidencia en los sistemas sociales de los imperios con su religión de Estado, la «sociedad de cristiandad» o los «regímenes teocráticos» en otras religiones, por ejemplo).

A partir de estas premisas podríamos dotarnos ahora de una nueva definición técnica ad hoc de las «religiones» en el sentido que aquí queremos dar al término: llamamos técnicamente «religión» a la configuración socio-institucionalizada que la religiosidad (espiritualidad) constitutiva del ser humano adoptó en la edad agraria, configuración que ha fungido como sistema fundamental de programación y de autocontrol de las sociedades agrarias neolíticas. En esta exposición entendemos «religión» en este estricto sentido técnico, y no en cualquiera de las otras acepciones de la palabra (religiosidad, dimensión religiosa, espiritualidad, institución religiosa…); no tener en cuenta esta precisión de vocabulario nos llevaría inevitablemente a la confusión. Derivadamente, llamaremos técnicamente «religional» a lo relativo a esta «configuración socio-religiosa propia del tiempo agrario o neolítico»

En este sentido, es de notar que el paradigma que queremos presentar es calificado como «pos-religional», no como «pos-religioso», porque continuará siendo«religioso» en el sentido normal del diccionario, en cuanto «relacionado con la dimensión espiritual del ser humano y de la sociedad», aunque cambien las culturas y las épocas; lo llamamos posreligional porque ciertamente se instalará en la superación de la citada configuración de lo religioso (aquellos modos de funcionar a los que luego nos vamos a referir propios de las religiones que genéricamente llamamos «agrarias» –incluyendo ahí las ganaderas y otras formas más especializadas–).

El prefijo «pos» no lo tomamos en el sentido literalmente temporal (como un «después de») sino en un sentido genéricamente superador: «más allá de». Por ello, igualmente sería válido decir «a-religional», sin posible confusión en la dimensión temporal. «Pos-religional» no significa «pos-religioso»ni «post-espiritual», sino, estrictamente, «más allá de lo «religional», es decir, más allá de «lo que han sido las religiones agrarias», o una«religiosidad sin religiones (agrarias)», una espiritualidad sin la “configuración socio-institucionalizada propia de la edad neolítica” (sin progra mación social, sin sumisión, sin dogmas…). Obviamente, nos apoyaremos en otras mediaciones, gestos, símbolos, instituciones o «sistematizaciones» de otro tipo, porque la experiencia espiritual humana no puede darse en el vacío…; pero no es éste el momento dirimir este punto.

  • ELEMENTOS PRINCIPALES DEL PARADIGMA POS-RELIGIONAL

Tratemos de establecer ya los elementos principales de la nueva conciencia «pos-religional» propia de ese fenómeno complejo de la cultura social emergente, consecuencia principal de la ampliación del conocimiento humano.

1. Las Religiones son otra cosa que lo que tradicionalmente pensábamos, que lo que todavía piensa mucha gente, que lo que ellas piensan de sí mismas y han difundido en la sociedad durante milenios. Las religiones no están respaldadas por una especie de preexistencia que haría de ellas un cuerpo supremo primordial de sabiduría, unas formas de sabiduría divina reveladas por Dios mismo, lo que las convertiría en el único medio de acceso a esa revelación y a la relación con el Misterio.

Las religiones –siempre, no se olvide, en el sentido específico que estamos dando al término– son, más bien, un fenómeno histórico, una forma sociocultural concreta que la dimensión profunda de siempre del ser humano ha revestido en una determinada era histórica. No son «la religiosidad misma».No son equiparables sin más a la espiritualidad humana de todos los tiempos.

Las religiones son formas, históricas, contingentes, y cambiantes, mientras que la espiritualidad es una dimensión constitutiva humana, permanente, anterior a las formas, y esencial al ser humano… La espiritualidad puede ser vivida en, o fuera de las religiones. Podríamos prescindir de las religiones, pero no podremos prescindir de la dimensión de transcendencia del ser humano…

2. Las religiones son también construcciones humanas… Como hemos dicho, la ciencia y la sociedad ya saben mucho sobre su origen, su formación, sus mecanismos. Ello cambia radicalmente nuestra percepción sobre ellas: las religiones son obra nuestra, creaciones humanas, geniales, pero humanas –a veces, demasiado humanas–, y que deben estar a nuestro servicio, no al revés.

Las religiones –sus creencias, sus mitos, su moral…– no son obra directa de un Dios out there, up there, que nos envió ese don de las religiones, sino que son algo que ha surgido de aquí abajo, algo muy terrestre, que nos lo hemos hecho nosotros los humanos, impulsados ciertamente por la fuerza del misterio divino que nos invade, pero según nuestras posibilidades y con nuestros condicionamientos muy concretos.

Las religiones se absolutizaron a sí mismas al atribuir su propio origen a Dios. Fue un mecanismo que sirvió para fijar y dar consistencia inamovible a las construcciones humanas que ellas eran, en el afán de asegurar las fórmulas sociales de convivencia con las que la humanidad había logrado dotarse. Hoy estamos perdiendo la ingenuidad, y ese carácter absoluto de las religiones, que durante milenios fue un componente esencial de las sociedades humanas, que nos hizo más fácil y más pasiva la vida de los humanos, se nos evidencia como un llamativo espejismo epistemológico, que habíamos asumido por vía de una creencia, pero que hoy ya no nos resulta ni necesario, ni deseable, ni soportable.

3. Entonces, no estamos sometidos a las religiones, no estamos condenados a marchar por la historia por el camino acabadamente trazado por ellas, como si fuera un designio divino que marcara previamente –desde siempre, y desde fuera-nuestro destino, como si nos obligara a adoptar las soluciones con que nuestros ancestros trataron de resolver sus problemas y de interpretar la realidad a la medida de sus posibilidades…

Si las religiones son construcción nuestra, ello significa que no nos quitan el derecho (ni la obligación) de pronunciarnos ante la historia y de aportar nuestra propia respuesta a los problemas de la existencia, y de expresar con autoconfianza nuestra propia interpretación de la realidad de lo que somos, ayudados por nuestros descubrimientos científicos. No estamos obligados a tomar como verdad intocable e infranqueable las interpretaciones obsoletas y las soluciones ancestrales que se dieron a sí mismas generaciones humanas de hace unos cuantos miles de años, como si aquellas interpretaciones fueran una supuesta «revelación» venida de fuera y de obligado cumplimiento. Ese equívoco «religional» en el que han vivido nuestros antepasados, nos parece, a estas alturas de la historia, una alienación.

Da miedo sentirnos solos, responsables ante la historia, libres ante los caminos religiosos tradicionales, sin un camino seguro e indiscutiblemente obligatorio trazado por los dioses… Esta nueva visión del mundo, este «paradigma pos-religional», genera una autoconciencia humana profundamente diferente respecto a la que nos había marcado la conciencia religional tradicional. Ahora nos sentimos libres de las ataduras «religionales» para dar rienda suelta a nuestra realización personal y colectiva, para asumir plenamente nuestra responsabilidad, nuestras decisiones, nuestra interpretación al propio riesgo, sin ninguna restricción ni coacción supuestamente externa, aunque bien preocupada por sintonizar con el Misterio que nos mueve.

4. Las religiones, supuestamente las únicas conocedoras del principio de los tiempos y del final del mundo, no son, por naturaleza, eternas, para siempre. Ahora las sabemos más bien temporales, construidas humanamente, recientes, contingentes. Y sabemos que no es imposible que puedan desaparecer. No son esenciales a nuestra naturaleza, y nos han acompañado una pequeña parte de nuestra historia evolucionaria.

Las religiones agrarias están ligadas a la época neolítica: podríamos decir que surgieron de hecho para hacer viable la especie humana al entrar en esa era nueva, la subsiguiente a la revolución agraria. Pero, es precisamente esa era la que los especialistas dicen que actualmente está llegando a su fin. ¿Qué futuro podemos pronosticar a las religiones en una época de transición que anuncia el final de la era que las hizo surgir?

Parece plausible la hipótesis de que las religiones («agrarias») pudieran desaparecer. No parece un imposible en sí mismo, ni tendría por qué ser un desastre histórico gravísimo: hemos vivido la mayor parte de nuestra historia «sin religiones» (todo el paleolítico), y está demostrado que ello no impidió nuestra cualidad humana profunda, nuestra espiritualidad.

5. A estas alturas ha quedado ya indirectamente evidenciada una distinción que se impone. Tradicionalmente las religiones detentaban el monopolio de lo espiritual. Una persona podría ser espiritual, solamente mediante las religiones. Eran consideradas la fuente misma de la espiritualidad, la conexión directa con el Misterio. Religiones y espiritualidad eran todo uno, la misma cosa.

Hoy, como acabamos de expresar, la conceptuación de las religiones está cambiando radicalmente en el paradigma posreligional emergente. Cada día a más personas se les hace evidente que las religiones no son la fuente de espiritualidad, sino sólo unas formas socio-culturales que la espiritualidad ha revestido históricamente; con frecuencia son un freno y un obstáculo para la espiritualidad, que es una dimensión esencial y característica del ser humano, que le acompaña permanente desde su surgimiento como especie. Las palabras religión, religioso, religiones, que tradicionalmente venían cubriendo intercambiablemente todo el ámbito de lo relativo a la espiritualidad, hoy deberán pasar, escrupulosamente, por la criba de la distinción entre lo religioso (lo que tiene que ver con esa dimensión misteriosa del ser humano) y lo religional (lo que pertenece simplemente al ámbito de esas configuraciones socio-culturales e institucionales que hemos llamado religiones agrícola-neolíticas).

  • EL PARADIGMA POS-RELIGIONAL EN SÍNTESIS

Una vez expuestos estos elementos principales de la visión constitutiva del paradigma posreligional, podríamos tratar de expresar su núcleo argumentador en apretada síntesis:

Primera premisa: Las religiones (no «la religión, ni la espiritualidad, ni la religiosidad…), en el sentido técnico que hemos dado aquí al término, son una creación neolítica, de la edad agraria de la humanidad, tanto productos de ella como causas de la misma.

Segunda: La transformación socio-cultural que estamos atravesando en la actualidad implica, precisamente, el final de esa época agrario-neolítica. Lo que ahora está siendo superado y barrido ha estado en los fundamentos de la sociedad humana y en la forma de la conciencia humana de la especie durante los últimos 10.000 años (desde el comienzo de la edad; ésa es la profundidad del cambio actual). Emerge un tipo nuevo de sociedad, con unos fundamentos distintos –sobre todo epistemológicos– que resultan incompatibles con el “sistema operativo” milenario neolítico. Se impone, por ello, un cambio sistémico tanto a nivel epistemológico como a nivel del tipo de conciencia espiritual de la humanidad. De ahí la radicalidad y la profundidad del cambio epocal que estamos viviendo, un nuevo «tiempo axial».

Consecuencia: las religiones (agrario-neolíticas), identificadas con el tipo de conciencia, cosmovisión y epistemología agrarios, están perdiendo base y entrando en un profundo declive a medida que –por la acumulación de conocimientos científicos, tecnológicos, sociales y experienciales– va emergiendo un tipo de conciencia, de cosmovisión y de epistemología nuevo, incompatible con el tradicional neolítico. Los humanos de la sociedad adveniente ya no pueden expresar su dimensión espiritual en aquella configuración concreta de las religiones «agrarias» (tanto agrícolas como ganaderas), y éstas no logran sintonizar y hacerse entender por la nueva sociedad. Las religiones agrario-neolíticas se ven abocadas por tanto a transformarse radicalmente, o a desaparecer. Por su parte, las personas, comunidades e instituciones de estas religiones, a medida que pasan a la nueva cultura, se van desprendiendo de los mecanismos y de la epistemología agrarios, y van pasando a vivir su espiritualidad «pos-religionalmente».

Para verificar consecuentemente esta hipótesis:

  • Habrá que profundizar en el concepto técnico de«religiones» agrario-neolíticas, no limitándonos a la referencia a su origen tras la Revolución Agraria, sino adentrándonos en su estructura epistemológica y sus características esenciales, permanentes durante este tiempo de la edad agraria.
  • Habrá que mostrar más fundamentadamente la afirmación de que estamos ante «el fin de la edad neolítica», detallando concretamente en qué elementos antropológicos sustanciamos esta afirmación, y cuáles son los rasgos de la nueva sociedad que resultan incompatibles con sus religiones.
  • Y habrá que elaborar un proyecto de acompañamiento a la sociedad en esta época que se avecina de tránsito desde la sociedad agraria a la nueva sociedad.

Concluyendo, llamamos paradigma pos-religional a esa forma de vivir la dimensión profunda del ser humano que se libera y supera los mecanismos propios de las religiones agrario-neolíticas, a saber:

• su «epistemología mítica»,
• su monopolio de la espiritualidad,
• su exigencia de sumisión, de aceptación ciega de unas creencias como reveladas por Dios,
• su ejercicio del poder político e ideológico sobre la sociedad, ya sea en regímenes de cristiandad, cesaropapistas, islámicos, de unión de Iglesia-Estado, de imposición de las leyes eclesiásticas sobre la sociedad civil…
• su imposición de una moral heterónoma, venida de lo alto, con una interpretación de la ley natural desde una filosofía oficialmente impuesta, con una moral no sometida a un examen comunitario y democrático,
• su control del pensamiento humano, con los dogmas, la persecución de la libertad pensamiento, la Inquisición, la condena y ejecución de “herejes”, la pretensión de infalibilidad, de inspiración divina, de detentar la interpretación autorizada de la voluntad de Dios…
• su proclamación como «Santas Escrituras» reveladas (en el caso de las«religiones del libro») de las tradiciones ancestrales acumuladas, exaltadas como Palabra directa de Dios, como normativa suprema e indiscutible para la sociedad y para las personas…
• su interpretación premoderna de la realidad como un mundo en dos pisos, con un mundo divino sobrenatural encima de nosotros, del que dependemos y hacia el que vamos…
• su interpretación de la vida y de la muerte en términos de prueba, juicio y premio/castigo de manos de un Juez Universal que es el Señor supremo de cada religión…

Con el fin de la era agraria, todas estas estructuras cognoscitivas, axiológicas y epistemológicas milenarias, están dejando de ser viables, a medida que adviene la nueva sociedad. Fueron un gran invento humano. Gracias a esas andaderas, las bandas nómadas de cazadores y recolectores lograron reinventar su humanidad haciéndola capaz de convivir en la ciudad, regulada por el derecho, unida por una conciencia religiosa de pertenencia a una colectividad con una identidad atribuida a los dioses…

La crisis actual no se debe principalmente a procesos de secularización, o a pérdida de valores, o a la difusión del materialismo o del hedonismo (interpretación culpabilizante normalmente esgrimida por la oficialidad de las religiones), ni tampoco a la falta de testimonio o a los escándalos morales de las religiones, sino a la eclosión de una nueva situación cultural, que culmina la transformación radical de las estructuras cognoscitivas, axiológicas y epistemológicas neolíticas, transformación que comenzó con la revolución científica del siglo XVI, la Ilustración del XVIII y las varias olas de industrialización. Los síntomas sociales son un cierto agnosticismo difuso, la pérdida de la ingenuidad epistemológica, un sentido crítico más acentuado, una conceptuación más utilitarista de las religiones como al servicio del ser humano en vez de como receptoras de una lealtad total por parte de sus adeptos, la desaparición de la idea de «la única religión verdadera» y el desvanecimiento de la plausibilidad de una moral revelada heterónoma; pero el cambio estructural gravita sobre la citada transformación epistemológico-cultural.

No estamos pues ante un fenómeno realmente nuevo, sino sólo ante su radicalización Y no estamos ante una interpretación radicalmente nueva (este paradigma pos-religional), sino ante la toma de conciencia de que el eje de acumulación del cambio es sobre todo epistemológico, y que ello lo transforma radicalmente todo.

Dos cautelas:

A) Como ya señalamos al principio, no estamos queriendo decir que sólo esto es lo que acontece en el campo religioso, como si todo el escenario estuviera actualmente ocupado por esta transformación del paradigma de las religiones agrarias en un paradigma pos-religional. En el campo religioso tienen lugar muchos otros fenómenos, simultáneamente, incluso caóticamente, ya que son en algunos aspectos, contradictorios.

Junto a esta crisis de la religión, decimos que se dan efervescencias religiosas y revivals, retrocesos y fundamentalismos. En esta propuesta teológica nosotros hemos centrado nuestro foco selectivamente en un aspecto concreto de la transformación en curso, que no niega todo el resto de elementos presentes. Ocurren otras cosas en el campo religioso, pero también ocurre ésta, y esta propuesta teológica quiere llamar la atención sobre ella, a pesar de su carácter difícilmente perceptible y todavía minoritario que reviste en muchas regiones.

B) Lo que venimos diciendo tampoco se puede aplicar, indiscriminadamente, a TODAS las religiones. Porque no todas las religiones son«agrarias». Hay una buena cantidad de religiones, todo un género de las mismas, que no han pasado por la revolución agraria y urbana.

Conservan en su seno una matriz de experiencia religiosa propia de los tiempos anteriores a la transformación neolítica (a la separación frente a la placenta de la sacralidad de la naturaleza, a la asunción de la transcendencia divina dualista y acósmica, etc.), y no cayeron en la deriva controladora y programadora de la sociedad mediante la sumisión a doctrinas, dogmas, inquisiciones… Aquí podemos ubicar la gran familia de religiones cósmicas, indígenas, animistas… así como otras que, aun perteneciendo históricamente al período neolítico y siendo religiones de sociedades netamente agrarias (agrícolas o ganaderas), se mantuvieron al margen del ese control dogmático-doctrinal, como por ejemplo el hinduismo, una «religión sin verdades». Quiere esto decir que tampoco este paradigma se aplica a todas las religiones. La realidad es pues, más compleja que nuestros intentos simplificadores de comprensión, lo cual nos urge a una mayor precisión, a una más serena humildad y a un mayor interés por el estudio de campo, la investigación y el diálogo.

  • DE CARA AL INMEDIATO TRÁNSITO

Ésta que estamos haciendo es una propuesta teológica, una profundización teórica para mejor poder transformar la realidad que interpreta (interpretar como forma de transformar). Pero es obvio que tiene repercusiones pastorales, y muy grandes. Porque de lo que estamos hablando es de un tsunami cultural y religioso, de una metamorfosis que tal vez nos hará difícil reconocernos a nosotros mismos en un próximo futuro.

Y esta puede ser una situación muy difícil de atravesar para la humanidad; los antropólogos dicen que el tránsito de la sociedad paleolítica a la neolítica, con la revolución agraria, fue la situación más difícil que ha experimentado nuestra especie; tal vez estamos en un momento evolutivo semejante. Se hace necesario plantear cómo acompañar este «transito» que va a realizar o ya está iniciándose en la sociedad, desde las religiones «agrarias»,a un nuevo tipo de sociedad cuya realización espiritual va a darse más bien por vías y según modelos que continuarán siendo religiosos pero «pos-religionales»,sin que hoy por hoy sepamos concretamente cómo serán esas vías y esos modelos, pues… habremos de inventarlos.

Las religiones se van a ver abocadas –ya lo están siendo en muchos lugares– a situaciones de declive, de pérdida de miembros y pérdida de credibilidad y plausibilidad, por una parte, y por otra van a experimentar la contradicción con sus propios mecanismos agrarios. Ya muchas personas perciben que necesitan transformar su religiosidad, radicalmente, pero sienten punzantemente la contradicción con la doctrina oficial, con siderada infalible e inmutable, que les prohibe todo cambio o abdicación de los principios ancestrales. En algunas sociedades se cuentan ya por decenas de millones las personas que abandonan calladamente las religiones para seguir siendo religiosos pos-religionalmente. Es posible que algunas jerarquías religiosas, prendidas en el espejismo de una lealtad sagrada, prefieran numantinamente hundir a sus propias instituciones religiosas al bloquear su evolución, haciéndolo, con la mejor intención, a la mayor gloria de Dios. Pero es también posible que muchos grupos humanos sean capaces de transformarse. Es bien posible, y lo creemos además deseable, que las religiones agrarias evolucionen hacia unas nuevas formas religiosas (pos-religionales) consistentes con esta nueva sociedad del conocimiento. Se darán cuenta de que igual que la ciencia contradijo con razón el geocentrismo que ellas consideraban incluso revelado, hoy la ciencia nos descubre que el religiocentrismo ha sido un espejismo religional, y que igual que entonces fue posible abandonar la vieja cosmovisión y continuar con la vivencia espiritual, así hoy será posible –y necesario– liberarnos de las ataduras de lo religional, para encontrar la realización espiritual en un nuevo escalón evolutivo.

Todo parece indicar que el Titanic de las religiones agrarias no va a llegar a flotar en las latitudes del océano de la sociedad del conocimiento.

Todo parece indicar que no va a durar tanto, y se va a hundir. Se pasó su kairós, aunque le queda un poco de cronos. Pero no es el fin del mundo. Es sólo el fin de un mundo, el fin del mundo agrario–neolítico y de su epistemología, y con ello el fin de las configuraciones religionales de la espiritualidad, las que hemos llamado«religiones agrario neolíticas».

La vida y su dimensión profunda continúan. Y es deber nuestro comprender lo que está sucediendo, para no encontrarnos luchando contra la Realidad, sino para ayudar a este nuevo parto evolutivo de nuestra especie, para volver a reinventarnos como hicimos al comienzo del neolítico.

Es deber nuestro también ser prudentes, no empujar a nadie más allá de sus necesidades ni de sus posibilidades, advertir claramente que la situación es difícil, es un nuevo nacimiento, una metamorfosis, un«cambio de especie», o un cambio de sistema operativo, y que es un momento de riesgos importantes, tanto en el plano social cuanto individual. Es deber de la teología avizorar lo nuevo, no sólo en el aspecto deconstructivo, sino en el constructivo: no sólo lo que ya no podemos creer, sino cómo podemos pues desarrollar en plenitud nuestra dimensión transcendente o espiritual, la cualidad humana profunda que las religiones religionales, después de todo, con más o menos limitaciones, querían apoyar. Muchas cosas están muriendo, es inevitable que mueran, y no acaban de morir, tratamos de ayudarles a bien morir (el ars moriendi de morir dando vida para otros, dando a luz). Mientras tanto, es todo un mundo nuevo el que trata de nacer, y no acaba de nacer, y queremos ayudarle a nacer.

Las religiones van a verse en la necesidad de reinterpretar y reconvertir todo su patrimonio simbólico, que fue creado bajo los condicionamientos epistemológicos del tiempo agrario. Se trataría de una reelaboración, una «re-recepción» (Congar) de todo su patrimonio, elaborado inicialmente hace milenios, y mantenido históricamente bajo una ignorancia y una incultura de las que hace muy poco que acabamos de salir, gracias al portentoso despliegue de las ciencias. Las religiones habrán de buscar cómo re-comprender, y qué queda–si queda algo– de muchas de las creencias, dogmas, moral heterónoma, ritos agrarios… dentro de esta nueva situación del conocimiento y de los nuevos marcos de interpretación.

Muchos seres humanos, al verse incapacitados de seguir apoyándose en las religiones para sobrevivir espiritualmente, van a experimentar serias dificultades en la integridad espiritual de sus vidas. Como cuando el avión despega y abandona el sistema de apoyo de sus ruedas sobre el suelo, teniendo que pasar a apoyarse en un nuevo sistema de sustentación, totalmente distinto, el de sus alas, la mayor parte de la humanidad va a tener que pasar por momentos de difícil equilibrio en el tránsito de uno a otro sistema axiológico, tan diferentes, y hasta cierto punto, incompatibles, y sin cambio automático.

Lo que viene es un tsunami. Los riesgos son graves, en todos los órdenes. Es deber de la teología responsable avizorar estos problemas y tratar de acompañar este «tránsito» inevitable en el que ya estamos. Tanto en el aspecto teórico como en el práctico, el tema merecería mucha más extensión que la de esta sencilla «propuesta teológica». Nosotros la dejamos aquí, y la entregamos a consulta y debate, deseosos de que sea corregida y mejorada. ¿Podríamos ofrecer, a final de este año, un libro amplio, con las reflexiones, profundizaciones y debates que esta sencilla presentación del paradigma pos-religioso suscite? Quedan ustedes cordialmente invitados.

  • Notas:

(1) Tratamos de no hacer énfasis en una caracterización concreta de la nueva cultura o sociedad emergente para no introducir un debate lateral. Nuestra preferencia sería denominarla «sociedad del conocimiento», no en el sentido de sociedad muy culta, sino en el sentido de que el conocimiento probablemente será su «eje de producción y acumulación», es decir, sociedades que viven de producir conocimiento. Sea cual sea esa caracterización, lo importante para nuestro objetivo es atender a la estructura epistemológica de esa sociedad.

(2) Utilizamos los neologismos «religional» y «pos-religional» como conceptos técnicos a ser distinguidos cuidadosamente de «religioso» y«pos-religioso», como luego explicaremos.

(3) Con recelo y resignación aceptamos la palabra «espiritualidad»,tratando de no transigir con su innegable connotación etimológica dualista. Es una palabra consagrada por el uso, y es sabido que no la aceptamos como referida a un «espíritu» contrapuesto a una supuesta materia no espiritual… Postulamos una conceptuación más adecuada de lo que por espiritualidad se quiso significar: aquella dimensión de profundidad (Tillich), aquella necesidad de enmarcar nuestras vidas en contextos más amplios (Armstrong), la calidad humana profunda (Corbí), las motivaciones últimas, la mística por la que vive y lucha y con la cual contagia a los demás (Casaldáliga-Vigil)… Para subsanar su limitación, tratamos de reconducir la palabra acompañándola con expresiones paralelas.

(4) Hablamos de sociedad o época «agraria» no en el sentido de sociedad rural o de sociedad agrícola, dedicada al sector primario de la economía, la agricultura, sino refiriéndonos, desde una perspectiva antropológico-cultural, a la sociedad humana posterior a la «revolución agraria neolítica», como catalogación global de una época que llegaría hasta su disolución actual. La llamamos «agraria» en sentido amplio, incluyendo las sociedades ganaderas, que comparten unas estructuras epistemológicas propias de todo ese tiempo neolítico posterior a la revolución sociocultural que se inició con el descubrimiento de la agricultura. Las revoluciones científica (siglo XVI) e industrial (XVIII y siguientes) pueden ser consideradas como el comienzo del fin del neolítico o«edad agraria» profunda, quiebre que actualmente estaría en su fase de culminación. Estas categorías y las afirmaciones necesitan mucha matización; adoptamos pedagógicamente este lenguaje simplificado para facilitar una «presentación»sencilla de este paradigma.

Estas precisiones de vocabulario pueden explicar por qué se hace necesario acudir a este artesanal neologismo –perfectamente dentro de las reglas etimológicas de la lengua-, para evitar el equívoco, tanto de equipararlo con lo «religioso» en el sentido normal del diccionario, como de confundirlo indebidamente con lo «anti-religioso» o lo ateo. De todas formas: ¿es el adjetivo «religional» el más adecuado para calificar este paradigma? Creemos que es correcto, que es adecuado, y que es útil (por plástico y efectista), pero creemos que no es absoluto, y que puede ser mejorado, porque quizá no proviene de lo esencial del fenómeno al que se refiere ni tal vez evoca lo que pudiera ser su base material o su especificidad epistemológica. Por eso, nosotros lo proponemos con humildad como provisional y mejorable.

109 comentarios

  • Juanel

     
    MªLuisa, al leer detenidamente el texto sigo pensando que el problema es una cuestión del lenguaje. Zubiri o José María Melero emplean un lenguaje que no es el mío, pero me parece que enredados en él dicen cosas con las que no estoy de acuerdo. No voy a hablar como científico, lo que la Ciencia dice al respecto, sino simplemente dar mi opinión.
     
     
    Dicen hablando del paso de animal a humano: el salto cualitativo de “vivir rodeado de estímulos” propio de la animalidad al “vivir abierto a realidades” exclusivo del hombre; de la “esencia cerrada” que es la sustantividad del animal a la “esencia abierta” de la condición humana; abierta a la realidad del mundo y a la propia realidad. El hombre es “animal de realidades” Es cierto que el ser humano “sabe” que vive y que es consciente de sí mismo y del entorno. Este dato puede interpretarse como un salto cualitativo hipervalorado en mi opinión, y también como yo lo hago sin salto alguno sino en continuidad. Para mí la diferencia de los primeros de nuestra especie fue su alta capacidad para acumular y trasmitir conocimientos y cultura, de una generación a la siguiente. Esta capacidad no es exclusiva nuestra sino de bastantes primates, cánidos, delfínidos y córvidos entre otros, además de presentar estos animales capacidad de reconocimiento de sí mismos y del entorno al manipularlo con eficacia. Nuestra capacidad aumenta a consecuencia del lenguaje humano y al poder contar historias. Piensa que estas historias se fueron acumulando durante decenios de miles de años. Al final la diferencia de los humanos del Paleolítico Inferior o antiguo con respecto a los del Superior fue enorme, tanto que los primeros casi no se distinguían del resto de primates (bipedismo, articulación del lenguaje), mientras que los más próximos a nosotros aparecen como muy distintos, lo que da pie para hablar de salto cualitativo siendo en realidad cuantitativo por acumulación. No hay cambio en la esencialidad sino desarrollo cuantitativo.
     
     
    Dicen: La hominización es una estricta posibilidad de la materia. Las potencialidades de elevación son potencialidades de hacerle hacer a la materia lo que por sí misma no podría hacer.(?) Pero así y todo se trata siempre de un dar de sí de la materia. Decíamos antes que la materia siente. Ahora no podemos decir… que la materia intelige, sino que la materia hace inteligir materialmente.(?) La materia da de sí la intelección, pero no por sí misma (?) sino por elevación. Oír elevación, intelige. La materia elevada (?) -esto es, el hombre-intelige. Para mí esto es un galimatías indescifrable. Hay una contradicción en “hacerle hacer a la materia lo que por sí misma no podría hacer. Pero así y todo se trata siempre de un dar de sí de la materia”. Aquí falta el sujeto ¿lo humano que hace inteligir a la materia? Contradicción porque presupone que es el hombre (genérico) como sujeto el que causa u obliga a la materia a inteligir. Lo sitúa como causa externa a la propia materia y entonces se entiende lo anterior al considerar al ser humano esencialmente distinto, como esencia abierta o animal de realidades. ¿De dónde surgen las potencialidades de elevación si no es de la propia materia, de la evolución de los animales? Y aunque pretenda unirlo al proceso evolutivo lo está sacando de él, precisamente por el salto cualitativo esencial que lo distingue y separa del resto de animales. Mi opinión es que nuestra capacidad intelectiva surge y depende de las redes neuronales y por tanto de la organización, de la estructura-función de las neuronas, por tanto de la propia materia sin más añadidos esenciales.
     
     
    Saludos cordiales

  • José Ignacio Calleja

    Muy bien, Juanel, no necesito nuevos matices; creo que podemos avanzar y entendernos bien con lo dicho. Os leo a todos en este tema y con gusto. Saludos.

  • M.Luisa

    No te preocupes ,Juanel, cuando puedas pues creo que te puede interesar. De todas maneras me he dado cuenta que en la transcripción que hice hay algún error pues lo copié un poco aprisa. Lo ideal hubiera sido  introducir el código del PDF pero no supe. Voy a intentarlo… o mejor tu busca en google “La genesis humana de X. Zubiri” y sale el primero de la lista.
     
    Gracias y un saludo
     

  • Juanel

     
    Hacer filosofía de la Ciencia me parece bien, ya se hace desde antiguo, y hacer filosofía a partir de los datos de la Ciencia pues también. Sin embargo, hacer ética a partir de los datos de la biología me parece un error de consecuencias a veces desastrosas como el darwinismo moral o conductismo, y también para mí es un error tomar datos de la biología para apoyar argumentos éticos. La ética se basa en lo humano y la Naturaleza no siempre tiene un comportamiento humano sino todo lo contrario. La Ciencia tiene, esto sí, una labor muy eficaz de criba de lo que se dice tanto en filosofía como en ética y también en religión, cuando contradicen los hechos que la ciencia ha probado. Buscar apoyos éticos en el origen de la especie humana en la hominización o en nuestro origen individual en la biología del desarrollo, incluso también en las neurociencias, me parece un error, porque la hacen dependiente de ella. La Ciencia tiene una tasa de renovación rápida sobre todo ahora, y sus cambios arrastrarían tras de sí a las otras áreas del conocimiento.
     
     
    A mí me parece que el hombre y la mujer deben éticamente tener siempre la capacidad de decisión y no dejar las cosas al azar, o a la mano invisible de la Naturaleza, o como se dice en las manos de Dios. Por ello, estoy plenamente de acuerdo contigo José Ignacio cuando dices: la “calidad humana no aparece en un proceso físico, que la biología quiera precisar, y decir “aquí, ahora y por esto” – como creo que supones necesario -, sino que está porque la ponemos nosotros; pero no arbitrariamente, sino para preservar la lógica ética del conjunto de nuestra condición humana”. Destaco “la ponemos nosotros”. Exacto, somos nosotros los que determinamos lo humano, la calidad de lo humano. Insisto, argumentar desde la biología me parece un error. Sólo hay que tener cuidado de no dar argumentos contrarios a lo que la ciencia dice y ha probado como falsos. Por esto dije y repito que la “potencia” del desarrollo embrionario no está en la fecundación sino en la precisa organización molecular del citoplasma del óvulo pues puede activarse sin fecundación. Potencia la entendí como potencia física, de ahí mi confusión, pues tú la empleas como concepto filosófico de potencia de la condición human que es diferente.
     
     
    Cuando hablé sobre “si hay que respetar el “derecho” a que en el futuro puedan serlo (persona). Y mi respuesta es que sí, por supuesto”, es una respuesta opcional tal como dices. Me refería a que hay que regular ese derecho en donde tiene que entrar necesariamente la decisión de los padres, y no dejar las cosas en manos de la biología, el azar o la Naturaleza. Cuanto más entre lo humano mejor en sentido ético. Habrá que calibrar si la decisión de los padres tiene en cuenta una ética suficiente y también las condiciones en las que la persona en “potencia” se desarrollará. Todo esto y más no corresponde a la biología. Los problemas bioéticos que se plantean no los puede resolver sólo la biología, sino que es evidente que se trata de un campo multidisciplinar en el que convergen diversos modos de ver la vida humana, cosmovisiones, sistemas filosóficos, religiosos, éticos…..
     
     
     
    Oscar, pues tienes razón primero soy Un Hombre, luego deformado o condicionado por mi profesión de biólogo. Como ves no cierro este campo sólo a la biología sino que es multidisciplinar abierto a otros sistemas. Y en cuanto a la clonación no tengo tiempo para extenderme pero lo que dices es cierto. Los clones con genómica o conjunto de genes idénticos, tal como los tienen los gemelos monozigóticos, tienen vidas distintas por sus Mundos y Circunstancias diferentes.
     
    MªLuisa, déjame un poco de tiempo para que lea con más detenimiento el texto de José María Melero de tu comentario. Quizás el lunes pueda comentar algo. Gracias.
     
    Saludos cordiales

  • Luis Troyano

    “La espiritualidad puede ser vivida en, o fuera de las religiones. Podríamos prescindir de las religiones, pero no podremos prescindir de la dimensión de transcendencia del ser humano…”

    “Las religiones se absolutizaron a sí mismas al atribuir su propio origen a Dios. Fue un mecanismo que sirvió para fijar y dar consistencia inamovible a las construcciones humanas que ellas eran, en el afán de asegurar las fórmulas sociales de convivencia con las que la humanidad había logrado dotarse. Hoy estamos perdiendo la ingenuidad, y ese carácter absoluto de las religiones, que durante milenios fue un componente esencial de las sociedades humanas, que nos hizo más fácil y más pasiva la vida de los humanos, se nos evidencia como un llamativo espejismo epistemológico, que habíamos asumido por vía de una creencia, pero que hoy ya no nos resulta ni necesario, ni deseable, ni soportable.

    3. Entonces, no estamos sometidos a las religiones, no estamos condenados a marchar por la historia por el camino acabadamente trazado por ellas, como si fuera un designio divino que marcara previamente –desde siempre, y desde fuera-nuestro destino, como si nos obligara a adoptar las soluciones con que nuestros ancestros trataron de resolver sus problemas y de interpretar la realidad a la medida de sus posibilidades…”
    Esto que estoy leyendo es pura dinamita, salta a la vista. Y lo que copio a continuación, pienso es la motivación de la religiosidad, entendida esta como fidelidad a unos dogmas.
    “Da miedo sentirnos solos, responsables ante la historia, libres ante los caminos religiosos tradicionales, sin un camino seguro e indiscutiblemente obligatorio trazado por los dioses…”
    Pero el hombre que ha progresado en su espiritualidad, carece de miedo. no le teme ni a la muerte. Sin necesidad de reigión alguna.
    “• Consecuencia: las religiones (agrario-neolíticas), identificadas con el tipo de conciencia, cosmovisión y epistemología agrarios, están perdiendo base y entrando en un profundo declive a medida que –por la acumulación de conocimientos científicos, tecnológicos, sociales y experienciales– va emergiendo un tipo de conciencia, de cosmovisión y de epistemología nuevo, incompatible con el tradicional neolítico”
    Es el impulso de Dios operando en el mundo.  El que hace que que cada vez seamos mas sabios. y que creemos sociedades cada vez mas sabias. Esto sin excluir posibles regresiones, y teniendo en cuenta que el mundo es un desastre. pero a pesar de ello, evolucionamos, estamos montados en la vicicleta, no podemos parar, que caemos. Consecuentemente con nuestro grado de evolución, acumulamos conocimientos nuevos y desechamos los superados y trascendidos.
    Esto es lo fundamental. El grado de evolución.

  • José Ignacio Calleja

    Juanel, gracias por tu atención. Esa “potencialidad” de la que hablo y por la que me preguntas es un concepto filosófico, sí, ¡no es biología e historia, a la que tú te refieres!, y como tal, está siempre, porque deriva de una concepción de la existencia, la de muchos de nosotros; la reconocemos nosotros, pues creemos necesitarla en una lógica integral del respeto del ser humano como persona; quienes pensamos así, cosmovisionalmente, así, lo “aceptamos” ahí siempre; es una opción ante la vida, para hacerla más lógica en su calidad de “humana”; no aparece en un proceso físico, que la biología quiera precisar, y decir “aquí, ahora y por esto” – como creo que supones necesario -, sino que está porque la ponemos nosotros; pero no arbitrariamente, sino para preservar la lógica ética del conjunto de nuestra condición humana. Por supuesto, nada tiene que ver con si el ser humano tiene o no alma. No necesito pensar en esto ni así. Y por supuesto, la puede compartir un biólogo o no, sin por ello ser mejor o peor biólogo. Si acaso, será más lógico o menos como filósofo de la vida, pero biólogo, igual.
     
     
    Hay presupuestos del vivir humano que sabemos que no admiten pruebas físicas determinante, sino lógicas. Por tanto, ninguna aportación biológica me desazona o descoloca, porque sé en qué campo epistemológico juega cada afirmación; lo que no puedo es ignorar o negar los datos; pero sí es posible, filosóficamente posible, integrarlos en una síntesis antropológica peculiar, y a mi juicio, con mejor lógica formal y ética. Esto plantea el problema bioético de hasta dónde, cómo y cuándo podemos intervenir sobre la vida humana y con qué cautelas. No lo doy por respondido con simplezas morales al uso. Seguro que me entiendes.
     
     
    Por eso cuando te preguntabas, y me siento identificado, sobre “si hay que respetar el “derecho” a que en el futuro puedan serlo (persona). Y mi respuesta (la tuya) es que sí, por supuesto”, me quedé con ganas de saber por qué. No digo que no es posible dar cuenta ética de esa respuesta, sino que ese “sí”, es tan opcional como el mío, y, según creo, no procede del saber biológico estricto, y tiene una lógica ética menos sólida, en cuanto al desde cuándo. ¡Creo! Pero es un debate entre filosofías o cosmovisiones.  A lo mejor, el fundamento personal de la vida humana no da más de sí, pero yo prefiero apostar a una concepción de más “cuajo” ontológico, quizá por “cautela moral y política”.
     
     
    Gracias de nuevo. (Pido disculpas a aquellos que intervienen en el diálogo y no cito. Leo con cuidado a todos, pero me he centrado en esta cuestión entre la biología y la filosofía.

  • oscar varela

    Hola juanel!
     
    1º) Te leo:
    -“Tu pregunta va a determinar el momento exacto de la infusión (¿creación?) del alma humana en el hombre ¿verdad?”-
     
    2º) Te comento-respondo:
    – No.
    – Actúa científicamente: paso a paso; sin “supuestos” extraños a la “hipótesis”.
    – Mi pregunta va a lo que escribí: “ilustrar más”.
    – A mi parecer vas en la línea correcta
     
    3º) Te agrego ahora:
    – Correcta –dije.
    – No suficiente- agrego.
    – Esa in-suficiencia es la propia gloria de tu auto-limitación: la Biología.
    – Vos no sos “BIOLOGÍA”; hacés Biología.
    – Entero, vos sos HOMBRE biólogo.
    – Más aun: sos UN hombre biólogo.
     
    4º) Sigo, entonces:
    – Siendo UN HOMBRE biólogo,
    – La Vida de juanel está modi-ficando la BIOLOGÍA.
    – TU BIOLOGÏA es una OPINIÓN más (y concreta) sobre ese Asunto.
    – Como OPINIÓN concreta co-opera con otras Opiniones.
    – El Conjunto de Opiniones co-operan en forma de Sistema.
    – Sistema es “Orden y Jerarquía” (bastaría decir “ORDEN”: dar una Orden genera un Orden).
    – El Conjunto de Opiniones tiene una Orden capital: Es la Opinión reinante.
    – Reinante pero siempre amenazada. Por otra.
    – Y así avanza la Historia. Herencia. No Prole.
     
    5º) Tal vez:
    Mi pregunta podría –ahora- apuntar a que LA CLONACIÓN:
    – podría (vos lo sabrás) hacer Individuos IGUALES o IDÉNTICOS .
    – sin afectar a que las VIDAS de esos Individuos NO sean Idénticas.
    – La IDENTIDAD se refiere a COSAS; no a Personas (Vida humana)
    – La vida humana es DRAMA: Lo que hago y me pasa con el Mundo.
    – Los CLONES tienen Mundos (Circunstancia) diferentes. Ergo: Vidas diferentes.
     
    ¿Qué lío, no?
     
    Pero ¡Voy todavía! – Oscar.

  • Juanel

     
    A mis alumnos de embriología en la Univ. les explicaba que hay tres momentos clave en el desarrollo embrionario El primero es cuando el feto puede tener vida independiente fuera del útero materno. Por ahora se logran sacar adelante fetos de 5 meses y pico en incubadoras especiales. Probablemente no tardará demasiado tiempo en que hayan martrices artificiales que lleven a cabo todo el proceso, se está trabajando con eficacia en este campo. Aldoux Huxley en su Mundo feliz no hacía demasiada fantasía científica cuando lo propuso. Las madres no tendrán que quedar embarazadas sino que irán a recoger a sus hijos a las clínicas de gestación. ¿Es moralmente aceptable? Pues no veo por qué no lo sea. Desde entonces los humanos nacerán como los reptiles y aves, de un huevo, artificial pero huevo. En esta situación las leyes y el derecho tendrán necesariamente que adaptarse. Un mundo humano completamente diferente nos está cayendo encima por culpa de la Ciencia.
     
     
    El segundo es el momento de la implantación del embrión en el útero. Se trata de un blastocisto con su estructura característica y con unos cuantos miles de células. Su importancia radica que a partir de ese momento el embarazo seguirá su curso natural hasta su término si no se interviene desde el exterior para impedirlo. Por tanto es el punto inicial de la cronología del nuevo individuo. ¿Por qué no lo retraso hasta la fecundación? Pues porque el blastocisto es independiente de la madre. Desciende por las trompas en un viaje de 7 días flotando libremente en el líquido del oviducto. Si no se agarra al endometrio de la matriz NO tiene ninguna posiblidad de prosperar y de hecho muere por carencia de nutrientes a los dos o tres días siguientes. La situación no es extraordinaria sino todo lo contrario. Lo común es que los blastocistos no lleguen a implantarse, sólo algunos lo consiguen. Son tan independientes de la madre que la fecundación “in vitro” consigue almacenarlos en nitrógeno líquido por tiempo indefinido y perfectamente viables si se logran implantar. No entiendo el problema ético suscitado de qué hacer con estos embriones dado que no tienen ninguna posibilidad de avanzar su desarrollo a menos que consigamos implantarlos. ¿Qué sucederá cuando tengamos disponibles placentas artificiales para hacerlo con eficacia sin concurso de las madres? ¿Tienen todos estos embriones almacenados el “derecho” de ser colocados en sus incubadoras para llevar su desarrollo a término? Yo me inclino más por la decisión de sus padres que por el supuesto derecho del embrión a desarrollarse.
     
     
    El tercer momento es el de la fecundación que ya he comentado en el post anterior.
     
    ¿Preguntas? (es broma ya que me llamas profesor y te referiste a una clase)
     
    Saludos cordiales

  • M.Luisa

    Estimado Juanel, no es cuestión de fijarnos sino más bien de abrirnos a la realidad. La fijación  no deja de ser producto de un acto de voluntad pero el abrirnos a la realidad es un momento estructural de nuestra  persona.

     
    Ayer noche,  repasando los comentarios  me di cuenta que  evadiste responder    uno de los primeros míos que consideraba importante   para el asunto que tratamos. Era el que me refería  al concepto de Formalización  como  una  entre otras  hipótesis  que del cerebro se pueden esbozar.  Me parecía, te dije  entonces,  que según tus explicaciones sobre el mismo, éstas se basaban   sobre la idea del cerebro como órgano de Integración. Claro,  a partir de aquí nuestras exposiciones  se bifurcan. Y yo diría en dos sentidos,  la primera en razón,  como digo,  de seguir ambos distintos esbozos.  y la segunda   no menos importante  la de que,   mi exposición  del problema no alcanza  ni de lejos la experiencia y la  excelencia de la tuya 

     
    No tengo costumbre de hacerlo.  pero esta vez  voy a transcribir secuencias tomadas de un escrito  a cargo de José María Melero
    Sobre La Hominización de la materia: filogénesis de X. Zubiri.

    (…) Lo que se trata  de averiguar es como la inteligencia animal se convirtió en inteligencia humana. Zubiri interpreta ese paso de una formalización a una hiperformalización que exige la aparición de la inteligencia,  en el curso de la evolución,  el dar de sí requiere la operación de un modod de causalidad que en un primer momento llamó “causalidad exigitiva” Esta permitió el salto cualitativo de “vivir rodeado de estímulos “ propio de la animalidad al “vivir abierto a realidades” exclusivo del hombre; de la “esencia cerrada” que es la sustantividad del animal a la” esencia abierta” de la condición humana; abierta a la realidad del mundo y a la propia realidad. El hombre es “animal de realidades”
     
    El concepto de “causa exigitiva” que aparece en Sobre la esencia  (1962)  perdura matizado en Estructura dinámica de la realidad    (1960) (1989)  “La inteligencia (humana) no aparece como realidad más que en el momento en que el animal hiperformalizado no puede subsistir  sino haciéndose  cargo de la realidad (…) He insistido siempre en que si se toman, por ejemplo, los homínido que se hominizan, se trata  de una causalidad exigitiva”. (pero, esto es mío)
     
    Cuando considera el dinamismo de la suidad (dueño de sí mismo, esto es mío) dentro del Todo a que pertenece, se ve obligado a matizar lo anterior: en el caso del Universo en su conjunto, la causalidad es “efectiva”, no meramente exigitiva  y no adicional, sino “intrínseca” ; no opera desde fuera o hacia fuera, sino “dentro” del Todo del Cosmos, concebido como natura naturans, como Naturaleza que por ser naturante es desde sí misma  y por sí misma innovadora.
    En la génesis  de la realidad humana, texto compuesto pocos meses antes de su muerte , e inédito hasta su inclusión en Sobre el hombre (1986), avanza en su concepción filosófica de la materia, y esboza una concepción nueva de la antropogénesis, donde conserva la tesis  de la hiperformalización, pero se prescinde de la causa exigitiva. “El cuerpo no es causa exigitiva de la psiquis: ni el cuerpo exige  una psique, ni la psique exige un cuerpo. Exigir es siempre y sólo exigencia de la sustantividad. “Hace desde sí mismo la psique, más no la hace ni la puede hacer por sí mismo”
    La hominización es una estricta posibilidad  de la materia. “Las potencialidades de elevación son potencialidades de hacerle hacer a la materia  lo que por sí misma no podría hacer. Pero así y todo se trata siempre de un dar de sí de la materia. Decíamos antes que la materia siente. Ahora no podemos decir… que la materia intelige, sino que la materia hace inteligir materialmente. La materia da de sí la intelección, pero no por sí misma sino por elevación. Oir elevación, intelige. La materia elevada-esto es, el hombre-intelige.
     
    Con esta posición Zubiri da una respuesta  a una “asignatura pendiente” diciendo que “la materia no intelige, pero hace inteligir materialmente. Realizando el carácter propio de la “suidad”, el animal humano se autoposee, es persona, esencia abierta y convierte la potencia – lo que una cosa va a ser- en posibilidad- lo que una cosa es-
    En resume, el esquema filético tiene un carácter esencialmente prospectivo  que se realiza históricamente, esto es, según tradición tridente de formas de vida real en cuanto principios confortantes de posibilidades sociales de realización. En la historia nos vamos haciendo (…)
     
    Un cordial saludo

  • Juanel

     
    Hablas de potencia José Ignacio, que es un concepto filosófico y yo lo acepto. Pero insistes en meterlo en el desarrollo humano y esto pertenece a la Ciencia y la Biología. Yo te pregunto ¿dónde empieza esa potencia “desde siempre”? El individuo humano efectivamente inicia su vida en la fecundación pero no es generado de novo. Se trata de un óvulo concreto de su madre y de un espermatozoide concreto de su padre, NO cualquiera que sean. Esa “potencia” ¿aparece de pronto en el momento “mágico” de la fecundación o viene de atrás de las células germinales? Pues como biólogo te tengo que decir que sin duda proviene de las células germinales concretas que produjeron ese individuo humano y no otro. Tanto el óvulo como el espermatozoide son células muy especializadas, diferenciadas, ningún otro tipo de célula del organismo pueden por fusión celular dar un nuevo organismo. Por consiguiente esa “potencia” está en ellas necesariamente.
     
     
    ¿De dónde provienen las células germinales? Pues la línea germinal se localiza en el embrión (de los padres del individuo al que nos estamos refiriendo) en las crestas neurales, dos formaciones a cada lado del tubo neural, que posteriormente emigran a las gónadas (testículos u ovarios) y en ellos proliferan y se diferencian en las células germinales, óvulos o espermatozoides. ¿De dónde sale la línea germinal de las crestas? Pues de una zona concreta del citoplasma del óvulo que dio origen al padre o la madre del individuo. ¿Seguimos? ¿Ves a dónde quiero llegar?
     
     
    La fecundación es un proceso formidable, asombroso, pero no tiene nada de mágico, es demasiado común desde que ciertas bacterias tomaron contacto y una de ellas dio parte de su ADN a la otra y también desde que otras se fusionaron entre sí dando una nueva bacteria diploide, con genes repetidos como nosotros.
     
     
    Y en atención a Oscar y su apunte de clonación. Primero un inciso. Un zigoto no es necesariamente un solo individuo, los blatómeros pueden separarse de modo artificial por intervención externa o bien de modo natural dando dos o tres individuos exactamente con la misma dotación genética (gemelos). Atento que el fenómeno ocurre algunas horas después de la fecundación. ¿Cuántas “potencias” tenía el zigoto? ¿Una? Vayamos a la clonación. Se trata de quitar el núcleo de un óvulo haploide (con una dotación cromosómica) y colocarle un núcleo diploide (dos dotaciones cromosómicas) como cualquier célula del organismo adulto, activar su segmentación y entonces comineza a dividirse SIN FECUNDACIÓN, produciendo un desarrollo embrionario tal como se haría por fecundación. ¿Dónde se localiza la “potencia”? Pues evidentemente en el óvulo y no en el proceso de fecundación pues ésta no ha sucedido.
     
     
    Tu pregunta va a determinar el momento exacto de la infusión (¿creación?) del alma humana en el hombre ¿verdad? Pues como biólogo te diré que NO es determinable. La cronología de un individuo no podemos detenerla en ningún momento originario. Yo no creo que el hombre tenga alma por ello no tengo problemas en este sentido, no miro con ideas preconcebidas lo que sucede en la biología del desarrollo sino simplemente observo y estudio. Sin embargo, mi creencia de que el hombre carece de alma no me obliga a renunciar a la dignidad de cada persona, ni tampoco renunciar a creer en un más allá personal tras la muerte.
     
     
    Saludos cordiales

  • José Ignacio Calleja

    De veras, Juanel, que si no me extiendo más, es porque sólo pregunto por lo que no veo claro para mí, y no quiero forzar al otro en su discurrir; el que da clases, se acostumbra a esto; así el interlocutor no busca decirte lo que quieres oír. No es tu caso, ni lo necesitas, pero mi deformación profesional me condiciona. Y la respuesta que buscaba, si la querías dar, es ésta, “otra cuestión es si hay que respetar el “derecho” a que en el futuro puedan serlo. Y mi respuesta es que sí, por supuesto”.
     
    Yo reflexiono con la hipótesis “filosófica” de que esa “potencia” puede llegar a ser plena y que, como potencia, está ahí siempre; es un concepto dinámico pero con valor ontológico continuo; pero es una filosofía sobre el ser humano: no es necesariamente religiosa en su extremo, pero seguramente se asemeja tanto a ella que no es fácil probar lo contrario. Insisto, una filosofía de la condición humana. Si quieres, una metafísica sobre  el ser humano en medio de la comunidad de vida de todo lo creado.
     
    Me has entendido y atendido perfectamente. Saludos cordiales.

  • oscar varela

    Hola juanel!
     
    ¿Puede ser que tu excelente exposición
    se pudiera ilustrar más aun en el caso del “clonado”,
    y tirando consecuencias y colofones enriquecedores?
     
    Gracias! – Oscar.

  • Juanel

     
    José Ignacio, me alegra que pueda servirte de ayuda, pero quizás si te parece bien podrías extenderte un poco más por que tengo que imaginar a dónde quieres llegar, leer entre-líneas. Vamos a ver si logro explicarme. Cuando tenemos la biografía completa de un hombre o mujer, desde su nacimiento a su muerte, decimos que ha sido una persona humana concreta con inteligencia y moral, identidad y personalidad única, irrepetible, insustituible. Si retrasamos su tiempo teóricamente podríamos conocer la línea generativa celular del óvulo de su madre y la del espermatozoide de su padre que se fecundaron y dieron lugar desde ese momento a la persona particular y concreta que fue.
     
     
    El problema está en anticipar el futuro. Un zigoto es un zigoto, un embrión es un embrión, ambos son fases o periodos de un proceso continuo como lo son l*s jóvenes o adult*s, individu*s de nuestra especie, por tanto “human*s”. Pero un niño/a no es un proyecto de adulto, ahora es un niño/a con todo lo que eso conlleva, jugamos con él o ella le contamos historias, pero no estamos pendientes de lo que será mañana, al menos no más de lo que una persona madura hace conscientemente para preparar una vejez saludable, por ejemplo mediante el ejercicio. Hay que dar tiempo al tiempo. Lo mismo con el zigoto y el embrión humano.
     
     
     
    Si con persona te refieres a un sujeto humano con inteligencia y moral única, entonces mi respuesta es que ni el zigoto ni el embrión y si me apuras ni el feto, ni el bebé, la tienen. Son un futurible. Otra cuestión es si hay que respetar el “derecho” a que en el futuro puedan serlo. Y mi respuesta es que sí, por supuesto. Pero esto no disminuye en nada la cuestión de que ahora sean (en potencia) lo que serán mañana, que es rotundamente falso.
     
     
     
    Preguntas ¿cuándo lo debemos reconocer como persona? Pues evidentemente cuando manifieste sus características personales, que no son las mismas que el reconocimiento como individuo humano. Su individualidad humana es reconocible como todo ser vivo según su especie desde la fecundación. El concepto de persona no es de la Biología. Ahora bien si un filósofo personalista me define persona y se empeña meterlo como sea en el embrión humano, yo le tengo que decir que el embrión humano NO tiene esas características con las que define persona y en consecuencia no lo es. Si me lo definiera como futurible quizás entonces podríamos entendernos.
     
     
    Por otro lado la no finalidad de un proceso no implica necesariamente que ocurra de modo casual e imprevisible. No es casual la activación secuencial de los genes sino debido o causada por las moléculas implicadas; y las fases del desarrollo embrionario son sucesivemente previsibles porque las condiciones que fija una fase son necesarias para la siguiente, de modo que cualquier error detiene el proceso o produce malformaciones. El resultado de todo el proceso sólo lo vemos a posteriori. Todo este mecanismo está fijado por herencia en los genes seleccionados por la evolución. La finalidad sólo la vemos los humanos, los genes no pueden hacer otra cosa que la que hacen, no tienen ni inteligencia ni voluntad para hacer una cosa distinta y por tanto tampoco finalidad.
     
     
    Saludos cordiales

  • José Ignacio Calleja

    Gracias Juanel; cuando me dices “que en el zigoto no hay ningún rastro de la persona que seremos”, yo lo sé, o lo supongo; es una cuestión de antropología filosófica y moral; pero siempre pienso bajo el supuesto de que “sí está claro, que seremos personas”. Yo creo que esto es muy importante.
     
    Y sigues, “nada hay en ello de biografía ni de anticipación de lo que seremos”; y vuelvo a la idea anterior, pero “sí , de que seremos, prima facie, seres con inteligencia teórica y moral únicas”, ¿no? Yo creo que esto tiene mucha importancia, antes o más allá de la ciencia, pienso.
     
    Y después, “No existe la finalidad de fabricar un ser o persona humana en el zigoto”. Me pregunto, ¿debo entender que es un proceso casual e imprevisible en cada caso? Y por fin, dices, “simplemente es un embrión humano”, no una persona, en rigor. Bien, sí, es lógica tu conclusión, y con buenas razones, pero ¿no te parece que para evitar el concepto persona referido al zigoto, has ido demasiado lejos en lo anterior que te sugiero, referido a la ciencia?
     
    Yo creo que son dos cosas distintas. No hay certeza científica para calificar al zigoto de persona, pero sí hay certeza científica de que el zigoto evolucionara, prima facie, como individuo con inteligencia moral única. El problema es desde cuándo lo debemos reconocer y por qué causa; no necesariamente, científica.
     
    De verdad, que me estás ayudando.
     

  • Juanel

     
    MªLuisa, si dices que el embrión humano adquiere inteligencia y personeidad en un momento difícil de discernir porque se trata de un proceso de hominización (?) (este es un proceso de los primeros homínidos, digamos mejor de crecimiento y desarrollo, pues ya es un zigoto, embrión o feto “humano” distinto de otro cualquiera de su especie) ¿cómo compaginas esto con tu frase “caer en la cuenta” de lo que ya está en la persona, al referirte a la religación? Es que la pregunta inmediata que me sugiere es ¿cuándo? ¿cuándo detenemos el tiempo del proceso para fijarnos en lo que ya está en él? Por ello he hablado de nuestro origen personal, del tiempo, de cronología.
     
     
    Saludos cordiales

  • oscar varela

    Hola!
     
    El ser humano ha devenido un “tránsfuga” de la llamada Naturaleza.
    Un evadido de la cuasi prisión que es la de “siempre lo mismo y así y sólo eso”
    (tal vez sea esa una de las más in-quietantes metáforas del Infierno)
    (puesto entre paréntesis para no ser “Notificado” por los que te dije ¿no?)
     
    Está, por ello, dulcemente condenado a ser un “errante Peregrino
    incierto e inseguro de lograr hallar su vida: la que tiene que hacerse él
    (nótese el reflexivo “se”. Nadie hace la vida por otro, no otro por mí)
     
    Porque la vida le ha sido dada –sí, no se engendró a sí mismo-
    pero le ha sido dada “vacía”; y su hacer es irla “ocupando”,
    con ocupaciones. Tiene que ocuparse de esas ocupaciones;
    e.d. este señor o señora es un pre-ocupado;
    y lo peor que le puede acontecer es hallarse des-ocupado: No tener qué hacer.
     
    EXCUSUS: Si Ud. tiene “mucho” Que-hacer ¿De qué se queja?
    ¿Se queja de lo “mucho”?
    ¡Ah!, entonces “delo” (fórmula del evang. Marcos)
    ¡Déselo a los pobres que “no-tienen- “Que-hacer”!
    ¿Qué cierta clase estructural (no coyuntural) de “pobres”
    no quieres hacer lo que “hay-que-hacer”?
     
    Entonces ¡Media vuelta – sacúdase el polvo – chau pichi ¿no?!
    ···············
    Todo lo demás “que hay” tiene un ser fijo y pre-fijado
    son una especie de Disco Rígido de la Compu;
    salvo de tanto en tanto alguna Mutación,
    los milenios pasan.
     
    El ser humano, por el contrario, al no tener un fijado “tener qué hacer”
    tiene que imaginarlo, inventarlo y luego romperse el lomo
    para más o menos lograrlo.
     
    En esa andamos todos ¿no?
    ¿Y si lo vamos intentando sin temores y sin pausas, tranqui, tranqui?
     
    ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • M.Luisa

    Hola  Juanel,  si tú extraes todas estas cuestiones  científicas  a raíz de mi comentario de ayer en el que,   aprovechando tu  frase  ¿No es mejor  hablar de lo que vamos siendo? Intentaba,  para ir acercando posiciones,  darle una interpretación afín a lo que anteriormente  yo misma plantee sobre la religación,  pero llevar el tema a estos extremos  entonces  es claro que estamos hablando de cosas totalmente distintas
     
    Además tengo la sensación de que estoy perdiendo el tiempo pues si ya es difícil en formato reducido   enderezar las  interpretaciones,   también  tengo que bregar con afirmaciones que me atribuyes falsamente. Dónde he dicho yo que en   el origen de nuestra Tierra  ya estuviéramos nosotros?  No hace mucho hablamos de la evolución de la materia a la materia viva, parecía  entonces como si se hubiese llegado  a un mínimo de acuerdo, pero se vuelve con lo mismo una y otra vez en cada nuevo tema que surge
     
    En cualquier caso déjame decirte  con respecto  a tus explicaciones científicas que, en efecto, yo también soy de la opinión de que no todo está dado en  la célula germinal.  El embrión humano adquiere  inteligencia y personeidad  en un momento casi imposible de dicidir. Y por tanto  el proceso genético anterior a ese momento es tan sólo un proceso de hominización. Este punto de vista lo defiende el biólogo Diego Gracia en su libro “Etica en los confines de la vida” a cuya visión  se adhirió Zubiri  y  también  el teólogo Kart Rahner. Y probablemente otros tanto que desconozco.
     
    Sin embargo,  pienso que para lo que aquí nos preocupaba viene más a tono el escrito de Ortega que Oscar nos facilita.

    Saludos cordiales

  • Juanel

     
    Estoy de acuerdo Oscar con el texto de Ortega, viene muy bien a lo que estoy diciendo. De él destacaría tres frases de las muchas interesantes que dice.
     
     

    La permanencia de las formas en la vida humana es una ilusión óptica originada en la tosquedad de los conceptos con que las pensamos, en virtud de la cual ideas que sólo valdrían aplicadas a esas formas abstractamente, se usan como si fueran concretas y, por tanto, como representando auténticamente la realidad.

    la realidad específicamente humana—la vida del hombre—tiene una consistencia histórica. Esto nos obliga a «desnaturalizar» todos los conceptos referentes al fenómeno integral de la vida humana y someterlos a una radical «historización». Nada de lo que el hombre ha sido, es o será, lo ha sido, lo es ni lo será de una vez para siempre, sino que ha llegado a serlo un buen día y otro buen día dejará de serlo.

    Aristóteles, …obligado a emplear para decir “lo sustancial” de una cosa, por tanto, el más auténtico ser, es su extravagante término …“ser una cosa lo que era”. El ser es… de una óptica cronológica inevitable,… ahora porque lo era ya antes, en un infinito pasado, desde siempre. El verdadero ser tiene el esencial carácter de un antes, antigüedad, arqueología. De aquí que a Aristóteles, se le enreden bastante los pies ante el problema del origen de las formas, que dio motivo a la famosa y épica disputa sobre el creacionismo.

    Me voy a poner optimista y me voy a imaginar con más de 110 años, es decir, un futuro de más de 30 años.(sí, tengo casi 65). Supongamos que me he hecho un viejecillo amable, dulce sentimental, y cargado de achaques, algo quejica, por tanto con una personalidad característica. Volvamos al presente, ¿tengo en mí ahora la persona de ese viejecillo, su ser en potencia? Pues NO, de NINGÚN modo, tengo necesariamente que ir haciéndolo en el tiempo, en mi historia personal, y hasta que no lo haga el viejecillo que seré no existe de ninguna manera. Del mismo modo, yo desde mi perspectiva de 65 años ¿cabe pensar que en el joven que era a los 25 estaba mi yo de ahora en él? ¡Pues de ningún modo! ¡yo me lo he currado durante todos estos años de mi vida! NO ha devenido el ser de 65 años en el joven de 25 y dio como resultado el que soy ahora. Es la historia de mi vida la que cuenta (en atención a Oscar)
     
     
    Justo el mismo razonamiento lo aplico al desarrollo embrionario. ¿Está el ser del adulto que será en él? Pues de ninguna manera, el embrión tendrá que crecer y currárselo para llegar a serlo.

    Saludos cordiales

  • Juanel

     
    Lo que quiero decir José Ignacio es que en el zigoto no hay ningún rastro de la persona que seremos. En el zigoto no hay lugar para albergar el ser en su completud como si llevase escrita toda su biografía. Ésta sólo aparece en el tiempo, modo y medida en la que la va haciendo, creándola el propio individuo, pues no existe antes de que la haga. La vida humana tiene una cronología inevitable. Algunos creacionistas esencialistas metafísicos, ven en el ADN algo así como una tarjeta de memoria de todo cuanto seremos. En el ADN no hay nada de esto. Son moléculas de nucleótidos ordenadas linealmente. Ese orden secuencial sólo lleva información específica para fabricar moléculas ordenadas de aminoácidos que son las proteínas y punto. Nada hay en ello de biografía ni de anticipación de lo que seremos. Las moléculas no tienen conciencia, ni ese tipo de memoria característica del cerebro. En las primeras fases del desarrollo no hay ni cerebro, hasta que el tubo neural se cierre y comiencen a proliferar neuronas en las protuberancias anteriores.
     
     
    No existe la finalidad de fabricar un ser o persona humana en el zigoto, esta finalidad sólo es duducible a posteriori cuando el proceso de desarrollo ha concluido. Si hay un orden de actividad de los genes homeóticos que dirigen el desarrollo embrionario y el crecimiento, se debe a reacciones en cadena o en cascada que inician ciertas moléculas presentes en el citoplasma del óvulo que los van activando e inhibiendo secuencialmente. Estos mecanismos moleculares provienen de los primeros metazoos hace unos 600 millones de años de evolución (en el Precámbrico) y por tanto de una eficacia formidable.
     
     
    En mi opinión el concepto de persona se ha llevado hasta unos extremos que pierden todo su significado. Hablar de persona en un embrión pongamos en el estadio de 14 somitas, de tres o cuatro semanas de desarrollo, pues me parece que no tiene ningún sentido. Simplemente es un embrión humano. No quiero hablar del aborto al que parece que el comentario se desliza. Pero a mí me parece que para juzgarlo el problema no gravita sobre lo que es o deja de ser el embrión, sino sobre la cronología.
     
     
    Saludos cordiales

  • oscar varela

    Hola!
     
    El cariz de seria reflexión que ha ido tomando este Post -de y por lo cual me alegro- me incita a compartir con los Cumpas atrieros, partecita de un Texto orteguiano de 1941 estando todavía Ortega en Argentina, y que completo apareció en “Logos”, Revista de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires – 4º trimestre. (Verlo en OCT5 bajo el extraño Título de APUNTES SOBRE EL PENSAMIENTO SU TEURGIA Y SU DEMIURGIA)
     
    El Asunto del Post ya Ortega lo vislumbró y escribió hacia 1923 en un Artículo aparecido en el Diario LA NACIÓN de Buenos Aires bajo el Título “Reforma de la Inteligencia” (OCT4), acerca del cual –pasado bastantes años- se quejará de que ni siquiera su discípulos más allegados se hubieran percatado de la importancia de lo que ahí se enunciaba y el mundo experimentaría, como lo estamos a nueve décadas sintiendo.
     
    (Nótese, de paso, que Asuntos de este calibre se ventilaban en los Diarios de mayor circulación, y no en meros Cículos cerrados de especialistas; ¿qué nos hubo pasado desde entonces?. Quede ahí la grave cuestión.).
    ················
    TEXTO (espumado)
     
    – “Nosotros hemos heredado de Grecia la idea del conocimiento, pero no hemos heredado, por lo menos con suficiente integridad, esa creencia en el ser, en la natura rerum que la respalda, y de aquí
    la constante inseguridad que ha padecido en Occidente la ocupación de conocer.
     
    ¿Cómo llegó el griego a esa fe en el ser, a esa creencia en la Naturaleza? He aquí un problema de altísimo rango y, aunque parezca inverosímil, nunca planteado ni perseguido. Al revés; como para el griego esa creencia no era cuestión, no lo era tampoco su secuela: que el conocer —es decir, la captura del ser— constituía una función natural, congénita del hombre. Nosotros nos hemos quedado con esta última opinión, a la que se había amputado la fe en que se funda. Pero hoy se adelanta a nosotros por su propio pie el problema: ¿por qué es el hombre griego quien se encontró instalado en esa «gran fe» naturalista, en esa creencia de que hay «ser de las cosas» supuesto del hacer que es —sensu strictissimo— conocer?
     
    El persa, el asirlo, el hebreo no fueron «conocedores», porque creían que la realidad era Dios. Dios, un auténtico Dios, no tiene ser, consistencia estable y fija: es pura y absoluta voluntad, ilimitado albedrío. Quien cree de verdad y no con apaños y compromisos y aguando el vino de esa radical fe —que lo que hay es Dios y que, por tanto, todo lo demás que parece que hay no lo hay en rigor, sino que es sólo resultado de la indómita voluntad de Dios—no puede, claro está, creer que las cosas tienen un ser, una consistencia propia, esto es, no sólo que existan, sino que al existir consistan en ser fijamente de un modo determinado. Ahora bien: a ese auténtico creyente en Dios no se le puede ocurrir que con su intelecto pueda conseguir nada de las cosas, asegurarse en ellas y frente a ellas, sino que se sabe inexorablemente atenido a la voluntad de Dios, única, decisiva realidad. Todo lo que va a pasarle, a él y a los suyos, a su pueblo, depende del albedrío divino, de los decretos inescrutables e ineluctables de Dios. Si este hombre se siente en grave duda respecto a un orden de su vida hará algo, no se quedará quieto. Pero ¿qué hará? ¿Razonar, esto es, analizar, comparar, inferir, probar, concluir? En modo alguno: lo primero que hace es orar, dirigir una plegaria a Dios para que le ilumine, le ponga en lo cierto. Ver NOTA (1)
     
    Orar es una forma y técnica del pensamiento. No hay, para él, otra manera de acertar que impetrar de Dios la revelación, de sus decretos, y si Él se digna otorgársela, eligiéndole entre los demás, comunicarla a éstos, eliminando todas sus ideas propias, haciéndose órgano de Dios, boca del Altísimo. Su decir no será nada parecido al logos del razonador, no será el descubrimiento del ser latente, que está ahí desde siempre y por siempre, no será Aletheia, sino que será decir él hoy lo que Dios ha decidido, decretado que sea mañana; su decir será pre-decir desde Dios, será profetizar. Y como la voluntad de Dios es incontrastable, su predecir será un humilde y radical confiar en esa secreta voz divina que es, a la vez, libre y segura, decisión y promesa; su decir será no un logos de la verdad, sino un amén que significa —no como el logos de la verdad, A es B— sino «así será». La realidad para este hombre no tiene presente de indicativo, es, sino sólo futuro: será. Las cosas están en constante creación: son lo que Dios en cada momento quiera. Amen, ’emunah, es la palabra que significa «verdad» para el hebreo. El contraste entre la Aletheia del griego y la ’emunah del hebreo es extremo y produce en nosotros un choque de ideas que favorece la comprensión del carácter meramente histórico propio del conocimiento. Pero una vez lograda puede aprovecharse esa contraposición para aclarar diferencias menos acusadas. Por otro lado, nos permite mirar por dentro, con una intimidad hasta ahora no conseguida, otras formas pretéritas del Pensamiento que han quedado siempre inasequibles para el hombre moderno, como es el pensamiento religioso, la mitología, la magia, la «sapiencia» o «experiencia de la vida».
     
    Con esto hemos conseguido muchas cosas de gran calibre. Una, quitar al conocimiento el carácter de realidad absoluta a que absolutamente está el hombre adscrito, y convertirla en pura magnitud histórica. El conocimiento no es una operación «natural» y, a fuer de ello, inexcusable del hombre, sino una «forma de vida» puramente histórica a que llegó —que inventó— en vista de ciertas experiencias y de que saldrá en vista de otras.
     
    Otra es que así deja el conocimiento de ser una utopia y es visto en la concreción y relatividad constitutiva de su efectivo ser. Al perder su aspecto utópico y aparecer en su concreta realidad podemos, de verdad, hacer su historia —esto es, aclarar por qué llegó a ella el hombre, por qué se embarcó en la precisa ocupación de conocer, cómo en Grecia adquiere esa ocupación la plenitud de su sentido, esto es, cómo sólo el griego creyó de verdad y sin limitaciones que era posible conocer. Partiendo de esta forma plenaria y más pura que el conocimiento tuvo en Grecia, podemos perseguir en la historia subsiguiente hasta nuestros días la progresiva degradación de la idea (y ocupación) del conocimiento. Con lo cual, automáticamente, la grave crisis actual de la razón pierde su figura abrupta y como súbita de inesperado cataclismo,
     
    En fin —y esto es lo más impórtame—, todo ello nos permite tratar de la crisis actual colocándonos fuera de ella. Porque si el conocimiento es lo que el hombre ha hecho y tiene que hacer siempre, su crisis significaría la crisis del hombre mismo. Pero transformado en mera forma histórica de la vida humana, vemos antes de él otras maneras igualmente normales de afrontar el hombre el enigma de su vida, de salir de la duda para estar en lo cierto y vislumbramos después de él otras posibilidades. Así obtenemos por vez primera una filosofía que entrevé el fin o término de sí misma y preforma ensayos de reacción humana que la sustituirán.
     
    Quien crea que la situación actual de la inteligencia se puede afrontar con una reforma de las nociones recibidas menos radical, padece una ilusión. Y no se trata de vagos problemas. Desde ahora, por ejemplo, puede pronosticarse que tan pronto como, tras el fragor de las batallas, vuelva la ciencia física, la ciencia ejemplar de Occidente, a concentrarse en reflexión sobre sí misma, surgirá de ella una teoría del «conocimiento» físico en que el conocer aparecerá definido como una faena apenas similar a cuanto en el pasado se ha denominado así.
     
    De esta manera, y merced a las precedentes dislocaciones, queda libre nuestra vista para contemplar el Pensamiento liberado de su adscripción a formas particulares de sí mismo. Podemos sorprenderlo actuando bajo ellas, creándolas en el pasado, superando siempre la de ayer con la de mañana. Esta liberación frente a toda figura del pasado nos permitirá palpar, no sin estremecimiento, lo que aún no está ahí, el germinante porvenir de la inteligencia humana.
     
    La caracterización del conocimiento como magnitud histórica que los párrafos antecedentes expresan, no es ni siquiera esquemática. Pretende valer sólo como un paradigma en que, con motivo del caso particular que es el Conocimiento, se intenta una operación de trascendencia general que desde hace años informa mi labor filosófica bajo el título de «razón histórica». Se trata, en efecto, de llevar a sus últimas y radicales consecuencias la advertencia de que la realidad específicamente humana—la vida del hombre—tiene una consistencia histórica. Esto nos obliga a «desnaturalizar» todos los conceptos referentes al fenómeno integral de la vida humana y someterlos a una radical «historización». Nada de lo que el hombre ha sido, es o será, lo ha sido, lo es ni lo será de una vez para siempre, sino que ha llegado a serlo un buen día y otro buen día dejará de serlo. La permanencia de las formas en la vida humana es una ilusión óptica originada en la tosquedad de los conceptos con que las pensamos, en virtud de la cual ideas que sólo valdrían aplicadas a esas formas abstractamente, se usan como si fueran concretas y, por tanto, como representando auténticamente la realidad. Así, en elconcepto Conocimiento hemos distinguido dos valores muy distintos: uno el que tiene cuando se entiende por conocer todo intento que el hombre hace de ajuste intelectual con su derredor, sin más especificación. Éste es un concepto abstracto que contiene sólo algunos «momentos» o ingredientes parciales: el hombre abstracto, un derredor no menos abstracto, la abstracta necesidad de un ajuste entre ambos y la noción también abstracta del ejercicio intelectual. Sin duda, todo hombre concreto, por tanto, siempre el hombre ha hecho algo en que esos ingredientes intervenían, pero jamás ha hecho nada con sólo esos ingredientes. El mismo no era nunca el hombre, sino un hombre nacido en una cierta fecha y, por lo mismo, constituido por una determinada tradición desde la cual hace cuanto hace. Su derredor no era tampoco cualquiera, sino uno determinado que, además, representaba un sistema de facilidades y dificultades para la vida de ese hombre, según fuera la tradición en que nacía (por ejemplo, el repertorio de sus aspiraciones, esto es, su idea de la «felicidad» y el repertorio de su técnica). En fin, el intelecto no es tampoco una magnitud fija, sino que su realidad o concreción —la realidad es siempre y sólo lo concreto— varía constantemente a lo largo de la historia, según sea la dirección que se ha dado a su ejercicio, la educación o gimnasia a que se la haya sometido. El hombre primitivo pensaba menos lógicamente que Poincaré o que Hilbert, no porque su intelecto fuese constitutivamente ilógico o prelógico, sino porque no buscaba la logicidad con voluntad tan clara, constante y deliberada como estos dos contemporáneos nacidos en una continuidad de tradición logicista que ha durado veintiséis siglos.
    ·······················
    NOTA (1) Véase el discurso rectoral de Hans Freiherr von Soden, Was ist Wahrheit?, 1927. El sustantivo ‘emunahamen es la forma verbal— con que se dice «verdad» en hebreo viene de un tema cuyo significado primario es «lo firme», «lo seguro», pero referido sobre todo al orden personal: es la seguridad de un amigo, la firmeza de una promesa. Esto implica su orientación hacia el futuro: que el amigo será seguro, que la promesa se cumplirá. De aquí el significado del sustantivo ‘emunah = confianza. Que de «confianza» pase el vocablo a significar «verdad» revela hasta qué punto el hebreo, como el asirio y el persa, no siente delante de sí el ser, la Naturaleza, sino una absoluta voluntad, algo más allá de todo ser‘epekeina tes ousias dirá Platón— que mediatiza y nulifica a éste. Es digno de notarse cómo la expresión más técnica que se ve Aristóteles, obligado a emplear para decir “lo sustancial” de una cosa, por tanto, el más auténtico ser, es su extravagante término —un término que es toda una frase, la cual debe ser entendida como un nombre— “to ti en einai”; “ser una cosa lo que era”. El ser es para el griego, un presente, pero cuando se le aprieta y se le va con ganas al cuerpo, resulta que es un pasado. Se trata de una óptica cronológica inevitable, dada la idea griega del ser. La realidad que ante nosotros hay ahora —el presente— es, en parte, un pseudo-ser, lo accidental. Ese pseudo-ser es sólo ahora, no era antes; lo produjo una causa temporal o el azar. Pero tras él hay también ahora, por tanto, también en presente, el verdadero ser, la sustancia. Y ésta es lo que es ahora porque lo era ya antes, en un infinito pasado, desde siempre. El verdadero ser tiene el esencial carácter de un antes, un próteron. Por oso es principio—arché-—, antigüedad.
    La ciencia del ser es… arqueología. De aquí que a Aristóteles, se le enreden bastante los pies ante el problema del origen de las formas, que dio motivo a la famosa y épica disputa sobre el «creacionismo? del dulce y plomizo Zeller con el nervioso y cascarrabias Brentano.”
     

  • José Ignacio Calleja

    Juanel, estás haciendo aportaciones muy importantes y clarificadoras. Yo te lo agradezco mucho. Esta vez, sin embargo, en  “el zigoto u óvulo fecundado NO es en potencia una persona, no hay en él ningún rastro de esa potencia”, me sorprende como científico. ¿Podrías explicar qué quieres decir en concreto y, si es posible, como afecta a la condición “personal” del ser humano? Gracias y saludos.

  • M.Luisa

    Lo que tu quieras, Juanel, todo menos metafísica escolástica! cuando pueda haré unas reflexiones sobre lo que comentas
    Un cordial saludo

  • Juanel

     
    No, MªLuisa, no lo entiendo así ni tampoco la Ciencia. En un óvulo hay ADN y un citoplasma muy organizado con sus mitocondrias y demás, pero ningún rastro de persona humana, eso sí es un óvulo “humano” y no de otra especie de ser vivo. En el espermatozoide menos, pues sólo transmite el núcleo celular con su ADN, en el proceso de fecundación. El zigoto u óvulo fecundado NO es en potencia una persona, no hay en él ningún rastro de esa potencia. En el origen de nuestra Tierra NO están en modo alguno los elefantes, ni tampoco nosotros. Afirmar una cosa como esta es pura metafísica escolástica.
     
     
    Si “vamos siendo” NO es porque hay un “haber” que devine en nosotros, ni es posible que en ninguna fase del desarrollo humano, zigoto, embrión, feto, bebé, niñ*, adolescente, joven, adult*, madur* o viej*, “esté” lo que será la persona humana en una fase anterior de cuando el tiempo la realiza. El desarrollo embrionario lo dirigen los genes homeóticos, luego un conjunto de hormonas que se producen por la actividad de determinados genes que ya están cartografiados, localizados y estudiada su genómica y proteómica. Y también que este despliegue genético está fuertemente influido por el medio interno y externo del organismo dando lugar a diversas expresiones o fenotipos, y de aquí nuestra cultura y su importancia en el desarrollo de nuestra personalidad.
     
     
     
    “Vamos siendo” se refiere al tiempo en que se va realizando nuestra vida y NO al despliegue del ser en su máximo esplendor de la madurez o peor aún cuando éste se deteriora por el envejecimiento o termina de completarse en la muerte o más allá (depende de las opciones). ¿A qué fase de la vida humana te refieres con el “haber” o con el devenir de lo que “somos”? ¿Cuál es el punto de nuestra vida en el que tenemos que fijarnos para saber quienes somos y “caer en la cuenta”?
     
     
    Saludos cordiales

  • M.Luisa

    Y que es sino,  Juanel,  pero dicho en otras palabras que tu mismo empleas dialogando con Oscar, lo que yo vengo  intentando darte a comprender  sobre la religacion.
     
    ¿No es mejor hablar de lo que vamos siendo? Le dices a Oscar que, por cierto, a él  ese  gerundio le es tan familiar. Pues bien,   si “vamos siendo” es  porque antes  hay un  haber que deviene en nosotros  y a su vez,  en él,  ese caer  en la cuenta del que tantas veces hacemos gala  aquí  y sobre el cual  he podido leer esta mañana  en el nuevo Post. de T. Queiruga “ caer en la cuenta” de lo que ya está en la persona. Nos puede el poder  de lo real que nos  habita  y nos religa.
     
    De qué nos daríamos cuenta  si no? El devenir y el caer en la cuenta sólo es posible  en respectividad  a nuestra  propia realidad en la que en ella  nos vamos realizando  o  lo que es lo mismo “vamos siendo”  como  tu lo expresas.

  • Juanel

     
    Insisto en lo que dije al principio de esta línea el 25 y 26 de Abril. Si la Comisión Teológica de la EATWOT ha hecho el esfuerzo de deconstrucción de las religiones neolíticas agrarias que es lo más importante, no es bueno que para asentar las bases de un “nuevo paradigma pos-religional” busque apoyo en religiones paleolíticas tribales animistas. La “sociedad del conocimiento” a la que va dirigida no podrá asumirlas por las mismas razones que justifican la decontrucción de las religiones agrarias, la Ciencia.
     
     
    Yo no tengo contactos con la Comisión pero si alguien de Atrio los tiene, podría informarles.
     
     
    (racionalismo radical) La historia no tiene marcha atrás. Si los hombres del paleolítico medio supieron construirse una religión y magia, que lo llenaba todo de espíritus para defenderse y controlar los poderes de la Naturaleza sacralizándola, no podemos ahora retornar a ella, es imposible para la sociedad del conocimiento. Es verdad que hay hoy un resurgimiento de la magia, los talismanes, la adivinación, … porque ha retornado el miedo a lo que el futuro nos depara al vivir la “muerte de Dios” nietszcheana. Y es que el Dios Todopoderoso de la religión monoteísta no se separa de la lógica de los espíritus ancestrales. La conjunción politeísta neolítica tuvo éxito porque era mucho más sencilla en creencia y culto, al proponer que con unos cuantos dioses gobernantes de una multitud de espíritus era suficiente. En el fondo la idea era la misma pero mucho más simple. Reduciendo aún más pues bastaba con un dios supremo que gobernara a todos los demás. Este proceso terminó cuando un solo Dios Todopoderoso asumió en sí mismo todas las tareas de los espíritus, desacralizando la Naturaleza. Por ello la Ciencia pudo entrar a saco en ella sin cuidarse de ofender y provocar las furias de ningún espíritu ni tampoco a Dios, porque éste no pertenecía a la Naturaleza. La gobernaba desde el exterior de ella.
     
     
     
    Pero la Ciencia se ha cargado también a este Dios Todopoderoso gobernador de la Naturaleza. Esta se gobierna por sí sola. Su origen, evolución y desarrollo, así como los procesos y fenómenos que ocurren en ella se producen en ella misma sin intervención externa alguna, es autónoma e independiente. No hay ningún hueco en ella para meter a Dios, ni siquiera en el yo y la conciencia humana, ni en las energías sean las que sean. La espiritualidad es un constructo humano que arranca y tiene sus raíces en el paleolítico. La sociedad del conocimiento no puede asumir regresar a él.
     
     
     
    La religión con un nuevo paradigma pos-raligional, puede aún construirse en base a las esperanzas de lo humano, para aquellos que hemos optado por ella desde alternativas existenciales válidas, asumiendo los resultados de la ciencia con todas sus consecuencias.
     
    Saludos cordiales

  • oscar varela

    Iba la felicidad
     
    Iba la felicidad
    a cuatro remos volando
    en el cielo del río
    hacia el fondo de la tarde.
     
    La felicidad buscaba
    el secreto de la tarde,
    y no podía encontrarlo,
    pues su misterio huía
    cada vez más, de tan diáfano.
     
    …Y no podía encontrarlo.
    Pero cantó, y el sensible
    cristal íntimo se hirió:
    el canto había encontrado
    el secreto de la larde.
     
    A cuatro remos venía
    la felicidad aleteando
    desde el fondo de la tarde.
     
    Un largo rosa espectral
    era el cielo del río.
    la felicidad venía
    de doble sombra callada.
     
    Un hastío de agua-fuerte
    era el paisaje del río.
     
    Pero arriba se abrían guiños
    de innumerable dulzura.
    ···················
    Yo no sé cómo explicarle a Juan Laurentino Ortiz,
    que esto que escribió hace ya unos 75 años
    se debió a la resonancia de algunos electroncitos
    de no sabría decirle de qué lóbulo saliente.
     
    Puede ser que ese también ser humano
    se lo explique; y se conforme.
     
    Confieso que me sonaría tan monstruoso,
    como el “justifico-explicado” ataque a Bagdad.
     
    Aunque equivocado, tal vez, preferiría seguir sin entender.
     
    Pero ¡Yendo todavía! – Oscar.

  • olga Larrazabal

    Puchas Juanel, lo siento.  A mi la ciencia me apasiona, pero no le quita un átomo de intensidad a mis experiencias, ni buenas ni malas porque en el momento de vivir, vivo el fenómeno y le aplico todos mis sentidos.   Saludos

  • Juanel

     
    No creo haber dicho Olga, que los estados alterados de conciencia sean patológicos, ni los de iluminación, extáticos u orgásmicos. La epilepsia la nombré porque para el investigador Ramachadran le llevó a fijarse en la hiperactividad del lóbulo temporal, nada más. Tienes razón al decir que la ciencia quita la poesía la magia de las cosas, nos baja de la nube. Todo lo relativiza. ¿Por qué crees que la ciencia desplazó la meditación del centro de mi vida? Es lo que siempre se trae a colación: no es lo mismo extasiarse en una puesta de sol en el horizonte que saber que lo que está ocurriendo es un simple fenómeno muy evidente del comportamiento físico de la luz y sus longitudes de onda visibles. Disfruto viéndolo me entusiasmo a menudo, pero para mí han caído definitivamente su misterio y su magia. Lo mismo con la espiritualidad y la iluminación.
     
     

    Mucho me temo que a muy corto plazo la ciencia aclarará completamente lo emocional, lo más íntimo de nosotros mismos. Se está investigando sobre la gestión de los sentimientos. El resultado será que no habrá ningún rincón reservado al misterio y la magia, ni siquiera en el “hondón del alma”. Sin duda para muchos será una gran pérdida, pero para otros como yo será un enorme ganancia, al gestionar mejor los sentimientos y utilizarlos con conocimiento a nuestro favor hacia los objetivos que nos propongamos, con pasión y entusiasmo, pero conociendo lo que hacemos y además sabiendo estimularlos cuando y como nos convenga.
     
     

    Como ves soy un cientista radical. Pero es que la ciencia es así de inquisitiva y cabreante, porque se empeña en destrozar profundas convicciones.
     
    Saludos cordiales y afectuosos

  • olga Larrazabal

    Sigo Juanel, quise decir vital.  Creo que estamos en un pequeño equivoco.  Yo no estoy hablando de conocer a Dios, ni de Dios, ni si existe Dios, ni defino a Dios. Estoy hablando de que a través de estos estados, en que se pierde el límite, se accede a una perspectiva de la naturaleza de las cosas, sin la intervención del hemisferio izquierdo, que es mucho más unida y gozosa, más llena de poesía y diría yo, magia.  Es la parte extática del amor universal, es el punto de partida de la visión religiosa de todo lo creado, una visión llena de asombro y reverencia. A eso llamo yo espiritual.  Esto es solamente para definir los términos y poder conversar sobre el tema. Saludos

  • olga Larrazabal

    Querido Juanel:  No dudo que las alucinaciones visuales y auditivas sean propias de la Esquizofrenia, y que la epilepsia de lóbulo temporal provoque estados x.  Y que la excitación de la amigdala provoque furia. Y que la ablación de los frontales provoque  inadecuación social. OK aceptado. ¿Provoca todo eso felicidad?  No, sabemos que no. ¿Provoca eso buen ánimo para soportar y aceptar al prójimo?  No creo. Y digo soportar y aceptar porque no conozco a nadie que realmente lo ame. O habrán 4 en el mundo. El orgasmo es una forma de extasis que la Naturaleza se reserva para las relaciones sexuales, y que mejora enormemente nuestros niveles de tolerancia, y amor cuando es logrado con alguien que además tu le tienes afecto, y no es patología.Quiere decir que la evolución generó ciertos estados extáticos para afianzar la unión de las personas, y preservar esta unión en aras de la crianza.  Porque lo más parecido al éxtasis del que hablamos, es el orgasmo y está ahí, al alcance de todo el mundo que no haya sido mental o físicamente abusado con ideologías  masoquistas. Así también pueden existir otros estados de conciencia alterados, que no sean patológicos, y que sean más bien deseables, porque mejoran la disposición v

  • Juanel

     
    Olga, los estados alterados de conciencia como son los éxtasis místicos, las experiencias vitales de iluminación y también las alucinaciones, visiones audiciones…. no son las mejores condiciones para establecer relaciones personales. No las impiden, las podemos compartir y sintonizar mutuamente con una conexión muy íntima elevada, pero pueden depender del estado de alteración, cuando éste se va arrastra la relación con ella, o no. Por que puede que no, las considero un instrumento a veces útil para las relaciones personales que son lo importante. Preguntas con qué conectamos en esas experiencias, pues pudiera ser lo que insinúas con “algo” externo, pero yo me inclino más bien por una sobreactivación interna del propio cerebro.
     

    Vilayamur Ramachandran (Director del Centro del Cerebro y Conocimiento de la Univ. de California) descubre con sorpresa que ciertos tipos de epilepsia cuyo foco de inicio de un ataque se localiza en el lóbulo temporal, presentaban invariablemente una altísima afinidad para el pensamiento religioso y enorme sensibilidad religiosa. Es más, muchos describían su ataque como iluminación: “claridad, pura contemplación de lo divino, sin categorías, sin límites, sólo identificación con lo divino”. Se metió a probarlo recopilando datos y pruebas, y llegó a la conclusión de que la hiperactividad del lóbulo temporal produce vivencias religiosas. Hay muchos trabajos en este sentido a partir del de Ramachandran. Por otro lado Andrew Newberg profesor de medicina en la Unv. de Pensilvania experimenta con monjes budistas en meditación profunda. Comprueba que a medida que avanza la meditación, el lóbulo parietal superior cuya función es la orientación del individuo en el campo físico, lo cual nos permite distinguir el individuo (a nosotros mismos) de todo lo demás, disminuye su actividad paulatinamente hasta desaparecer. Así esta área se hace transitoriamente “ciega” ante la información de los sentidos. Por ello el probando siente no ser una unidad aislada, sino de estar unido al conjunto de la creación.
     

    Con todo hay que tomar los ensayos y pruebas con prudencia, pues lo que hacen es informar sobre la relación del cerebro con las vivencias religiosas. Una actividad alterada de determinada área cerebral poco o nada nos dice acerca de Dios.
     
     
    Saludos cordiales

  • oscar varela

    Hola juanel!

    Estoy de acuerdo con todas las OBJECIONES  que hacés.

    Queda claro, para mí, que leés a redropelo.

    ¡Voy todavía! – Oscar.

  • Juanel

     
    Como siempre Oscar pones el punto de atención donde la argumentación pierde claridad, sentido o coherencia. Lo digo por la fórmula de Honorio C. “el secreto y el nudo gordiano de la espiritualidad está en salir del “YO” y trascenderlo con el “NOSOTROS”. Yo lo tomé en el sentido de dejarnos de mirar el ombligo, vencer nuestro egoísmo y egolatría, y mirar al otro. Y esto me parece fundamental para el objetivo de la plenitud humana. Sin embargo, tu pones la atención diciendo que “el primero en actuar es la Sociedad” después viene el Tu para caer en la cuenta del Yo diferente al otro. Hemos recorrido una larga historia para no caer en la cuenta de que los comportamientos tribales, grupales, colectivos o de masas, no es el lugar adonde queremos ir, diluyendo el yo en el nosotros, saltándonos la dignidad personal, el yo de cada individuo. En línea freudiana están el Superyo, el Ello y el Yo, al que hay que añadir el Tu en el que nos reconocemos y conformamos. Sin las circunstancias que rodean al Yo, desaparece. Se diluye. Para mí el nudo gordiano de la plenitud está en el amor. Y en este está el Tu-Yo abierto al Nosotros de cerca y a los de más lejos, con el acento puesto en los más débiles y necesitados, haciendo el camino de adulto, jovial y serio, sin ingenuidades altruístas. (No todos los “pobres” son “buenos pobres” sino todo lo contrario).
     
     
     
    Dices:somos felicidad, somos infelicidad, porque la verdadera «materia» de que está hecha, la vida humana es esa dual entidad «felicidad-infelicidad».” Pudiera ser pero yo no lo veo así. La felicidad-infelicidad para mí es una consecuencia de nuestro estado de salud o enfermedad y no un objetivo, y mucho menos central (Aristóteles). Tiene alturas y momentos magníficos y caídas abismales tremendas, pero al menos yo no busco como objetivo estar siempre rondando por las alturas y huyendo de los profundos barrancos. Me gusta trepar de los pozos a la salida y no estar engolfado en las cimas contemplando el paisaje. El conocimiento, el amor… aunque sean conseguidos con sufrimiento y esfuerzo son objetivos para mí más importantes.
     
     
    Dices:“La felicidad es la coincidencia de nuestro yo con las circunstancias.” Depende. Si esto sólo nos lleva a la mera adaptación a nuestro entorno natural y humano entonces no coincido. Tiene un acento de imposición, de falta de rebeldía y creatividad ante las circunstancias que nos rodean, que no comparto.
     
     
    Dices: “la advertencia de que no logramos ser el que inexorablemente somos. Este estado es lo que llamamos infelicidad.” ¿Qué es lo que inexorablemente somos? ¿no es mejor hablar de lo que vamos siendo? En mi opinión nunca llegamos a ser sino en sentido de ultimidad, (en la muerte o en el más allá depende de las opciones), es decir, cuando hay completud. Si esto es así nunca podríamos ser felices.
     
     
    Saludos cordiales
     

  • oscar varela

    Hola!
     
    Pareciera tener Olga Larrazábal
    no solo el don de la llaneza en el ver y decir lo que ve;
    sino también el de la mirada en profundidad.
     
    Como de una galera nos saca eso de “LA FELICIDAD”. Leo:
     
    – “nosotros somos máquinas decodificadoras de lo que nos pongan por delante, y elucubradoras de todo lo decodificado y así ad infinitum.  ¿Para qué?  De repente se nos olvida que es para vivir felices. Supongo.”-
     
    (hasta se da el lujo de la ironía al agregar ese “Supongo”).
    ··············
    Un orteguiano celebra el acierto.
     
    Leo en Ortega (OCT7,552-3, hablando sobre la vocación de Goya):
     
    – Habría, que decir: somos felicidad, somos infelicidad, porque la verdadera «materia» de que está hecha, la vida humana es esa dual entidad «felicidad-infelicidad».
    ················
    Encajo el Texto en el Con-Texto (recortado por mí) en que aparece.
     
    – “El porvenir consiste en un océano de meras posibilidades nuestras.
     
    De entre ellas, una se nos hace presente con el carácter extraño de sernos necesaria.
     
    A fuer de posibilidad no existe garantía ninguna de que logre realizarse por mucho que necesitemos su realización. La materia de que está hecho el porvenir es la inseguridad.
     
    Esa posibilidad necesaria y, a la vez, insegura es nuestro yo.
     
    Ése nuestro “yo”, antes de darse cuenta del presente en que está, se estira hacia el futuro, se futuriza..
     
    Desde allí se vuelve al presente, a las circunstancias en que ya se halla,
    y entonces las advierte al oprimir contra ellas el perfil de exigencias que lo constituyen.
     
    Las circunstancias responden favorable o adversamente, es decir, facilitan o dificultan la realización  de ese yo anticipado.
     
    Cuando nuestro yo consigue en buena parte encajarse en la circunstancia, cuando ésta coincide con él, sentimos un bienestar que está más allá de todos los placeres particulares, una delicia tan íntegra, tan amplia que no tiene figura y que es lo que denominamos felicidad.
     
    Viceversa, cuando nuestro contorno —cuerpo, alma, clima, sociedad— rechaza la pretensión de ser, que es nuestro yo, y le opone por muchos lados esquinas que impiden su encaje, sentimos una desazón no menos amplia, no menos íntegra, como que consiste en la advertencia de que no logramos ser el que inexorablemente somos. Este estado es lo que llamamos infelicidad.
     
    El lenguaje común nos hace decir en uno y otro caso: somos felices, somos infelices. Pero la expresión no es suficientemente adecuada.
     
    Habría, que decir: somos felicidad, somos infelicidad, porque la verdadera «materia» de que está hecha, la vida humana es esa dual entidad «felicidad-infelicidad».
     
    Todo lo demás es secundario a ella y de ella procede. Cuanto hacemos y cuanto pensamos, lo hacemos y lo pensamos movidos por el afán de lograr felicidad —o lo que es su reverso, de evitar la infelicidad.
     
    Esto explica que sea imposible definir la felicidad por ningún atributo particular, que es lo que se busca cuando se propone el vetusto enigma de cuál es la camisa del hombre feliz.
     
    La felicidad no tiene figura por ser un estado que coincide con los bordes mismos de nuestro yo.
     
    La felicidad es la coincidencia de nuestro yo con las circunstancias.
     
    Instante tras instante, la vida humana registra, como en un balance, el debe y el haber de la coincidencia. Ese balance suele ser expresado en gestos, con palabras u otros actos.
     
    La atención a esas expresiones nos ofrece uno de los métodos para descubrir el recóndito yo de un hombre.
     
    El hueco de la circunstancia ceñido a la cual se siente feliz nos permite dibujar el perfil en relieve de su yo.”-
    ·······················
    ¿Vamos todavía? – Oscar.

  • M.Luisa

    A ver,  Juanel el concepto de  religación  no es arbitrario,  se enmarca dentro de un determinado sistema filosófico.   No tiene sentido si  lo usas   en este  tu modo de enfocar el problema  el cual  condicionas su experiencia  si antes  no hay un proceso de  iniciación y aprendizaje.
     
    En cualquier caso,  la iniciación y el aprendizaje son actividades  posteriores.    Ambas  responden  ya a un determinado cuerpo doctrinal  que  en tu caso fue al que   te sometiste  en tu juventud   y       la frustración en la que derivó  es  la prueba evidente de que  todo aquello nada tenía que ver con la religación sino que    simplemente  te  sentiste “vinculado” en aquel contexto. Es una adhesión  que no  afecta a  nuestra realidad personal    sino a nuestro modo de ser.

    .

    Por eso,   te decía días atrás  que  partiendo  de este adiestramiento  de la persona,  tu explicación científica sobre el cerebro    respondía a una  determinada concepción    y te hacía referencia   a la del neurofisiólogo británico Sherrington,  el cual,  para él,    la función del cerebro   es la de  ser  órgano de integración.   Pero sobre el mismo  existen  otras hipótesis,  entre ellas la de formalización, en la cual convergen   elementos biológicos y filosóficos  por lo que los conceptos  de estos últimos  no  son caprichosos  ni provienen del vacío, sino que   se alimentan de los datos  que le suministra la biología  y entonces es cuando estos cobran sentido  dentro del sistema filosófico  que los ha creado

    Tu comentario da para mucho, pero estoy algo cansada.  Sólo, pues,  al menos para terminar   déjame   que te diga  que dudas en falso, porque  aunque, ciertamente,  me inspiro en Zubiri y procuro ir con tiento y prudencia para  no falsear su pensamiento,   duele   leer ciertas interpretaciones  que de un plumazo se  lo cargan.

    De todos modos, muchas gracias y buenas noches.

  • oscar varela

    Hola Olga!

    A mi nuera -también Violeta y prof. de Música-
    le encantan las cosas de la tocaya chilena.

    Ya has calado mi gracia y mi desgracia;
    es decir: me has codificado.
    Tal vez te animes, entonces, a esto:

    -“Oscar es un decodificador;
    la que lo decodifique
    y lo vuelva a codificar,
    gran decodificadora será”-

    ¿Te animás?

    Yo por ahora decodificando ¡Voy todavía! – Oscar.

  • olga Larrazabal

    Hola Oscar:  Clarísimo está que la realidad que cada uno ve, es una perspectiva.  Y que hay perspectivas que ayudan a vivir mejor y otras siniestras que ayudan sólamente a algunos a vivir mejor. Por de pronto la perspectiva de mi gata, con la que vivo, fluctua entre el uso del colmillo y el de la garra, y todo objeto físico puede ser sometido a estas herramientas.  Es una máquina de cazar en su más pura expresión. Así nosotros somos máquinas decodificadoras de lo que nos pongan por delante, y elucubradoras de todo lo decodificado y así ad infinitum.  ¿Para qué?  De repente se nos olvida que es para vivir felices. Supongo.  Y cuando nos surge por casualidad un estado de plenitud y felicidad, en vez de aprovecharlo, lo decodificamos y elucubramos sobre el, siguiendo la vieja rutina.  Por eso hay que ser un poco como dijo la Violeta Parra , payadora popular de mi tierra,en su canto “Volver a los diecisiete” que va a continuación:

    Volver a los diecisiete
    (Violeta Parra)
    Volver a los diecisiete
    después de vivir un siglo
    es como descifrar signos
    sin ser sabio competente.
    Volver a ser de repente
    tan frágil como un segundo,
    volver a sentir profundo
    como un niño frente a Dios,
    eso es lo que siento yo
    en este instante fecundo.

    Se va enredando, enredando,
    como en el muro la hiedra,
    y va brotando, brotando,
    como el musguito en la piedra,
    ay, sí sí sí.

    Mi paso retrocedido,
    cuando el de ustedes avanza;
    el arco de las alianzas
    ha penetrado en mi nido
    con todo su colorido,
    se ha paseado por mis venas
    y hasta las duras cadenas
    con que nos ata el destino
    es como un diamante fino
    que alumbra mi alma serena.

    Lo que puede el sentimiento
    no lo ha podido el saber,
    ni el más claro proceder
    ni el más ancho pensamiento.
    Todo lo cambia el momento
    cual mago condescendiente,
    nos aleja dulcemente
    de rencores y violencia:
    solo el amor con su ciencia
    nos vuelve tan inocentes.

    El amor es torbellino
    de pureza original;
    hasta el feroz animal
    susurra su dulce trino,
    detiene a los peregrinos,
    libera a los prisioneros;
    el amor con sus esmeros
    al viejo lo vuelve niño
    y al malo solo el cariño
    lo vuelve puro y sincero.

    De par en par la ventana
    se abrió como por encanto,
    entró el amor con su manto
    como una tibia mañana;
    al son de su bella diana
    hizo brotar el jazmín,
    volando cual serafín,
    al cielo le puso aretes
    y mis años en diecisiete
    los convirtió el querubín.

  • olga Larrazabal

    Hola Juanel:  Veo que compartimos experiencias; también compartimos la experiencia de ver la luz, de oir el sonido, que no las tendríamos si nuestra retina jamás hubiera estado expuesta al contacto con fotones , ni nuestro tímpano hubiese vibrado con la onda sonora.  Y ese estímulo externo no invalida la experiencia.  Evidentemente no la absolutiza  y nadie puede decir que tiene la verdad de lo que ve ni de lo que escucha.  Pero te fijas que,¿ todo nuestro mundo de verdades incluso las científicas, está dado por esas captaciones imperfectas de nuestros sentidos? Tan imperfectas como las experiencias que te mencionaba que también son compartidas por un número razonable de personas, que antes de tenerlas no sabían que existían ni que otros las habían tenido. ¿En que se puso en contacto nuestro cerebro cuando tuvo las experiencias, en solitario, no grupales ni con intención de tenerlas?  Porque tu me dices que pertenecías a grupos que se juntaban a eso, a tener la experiencia, entonces al relativizarlas y reducirlas a correlatos fisiológicos de estímulos externos en tu caso la presión del colectivo, las estás reduciendo a tu caso específico.   Sería una buena línea de estudio si la muestra fuera representativa y se incluyera las condiciones que rodean el fenómeno.

  • oscar varela

    Hola honorio!
     
    Dices haber oído decir:
     
    – “el secreto y el nudo gordiano de la espiritualidad está en salir del “YO” y trascenderlo con el “NOSOTROS”.-
     
    Esa es una de las inocentes verdades que circulan
    y que se pegan como las moscas a la miel;
    y allí quedan dulcemente atrapadas de por vida.
     
    El mismo Juancho la daría al traste.
    Juancito tiene al YO como fórmula dogmática en todo su evangelio
    (egó eimí = Yo soy…)
     
    Y para hacerle marketing a la idea se las vendía
    a sus contemporáneos de esas zonas:
    Sin LUZ,(salvo la del día)
    Sin AGUA (o poca)
    Sin CAMINOS asfaltados (e,d. “seguros”)
    Sin VERDAD vital (e.d. vivir libremente sus convicciones)
    Sin VIDA (porque los cagaban a palos y a laburo extenante des-propietizándolos de su Tierra)
     
    En fin, a todos esos ANHELOS e ILUSIONES les puso un YO delante.
    ·············
    Muy pocos se han tomado el trabajito de pensar que la cosa es al revés.
     
    Entre los protagonismos de la vida:
    * El primero en actuar es la Sociedad (el NOSOTROS)
    * Luego va apareciendo el trato personal: el TÚ
    * Y por último, luego de que te han hecho caer del catre
    Para darte cuenta que  el OTRO,
    ese TÚ no es como vos te lo imaginabas,
    empezás a darte cuenta de tu YO distinto, distante.
     
    Nota: lo mismo pasa con el concepto circulante del “ALTRUÍSMO”.
    También lo hay “ingenuo”; que si no madura
    termina uno por no ser ni el Otro ni Uno mismo.
     
    Salvada la “ingenuidad”, entonces ¡SÍ!: re-hacer el camino de adulto jovial y serio.
     
    ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • Juanel

     
    Creo Javier que te pasas al insistir tanto y tan fuerte contra la Iglesia Católica, porque hay pocos contertulios en Atrio (a excepción supongo de Santiago) que no suscriban o no estén en la línea de este nuevo paradigma pos-religional, en particular por lo que se afirma contra las religiones agrarias:
     
    • su «epistemología mítica»,
    • su monopolio de la espiritualidad,
    • su exigencia de sumisión, de aceptación ciega de unas creencias como reveladas por Dios,
    • su ejercicio del poder político e ideológico sobre la sociedad, ya sea en regímenes de cristiandad, cesaropapistas, islámicos, de unión de Iglesia-Estado, de imposición de las leyes eclesiásticas sobre la sociedad civil…
    • su imposición de una moral heterónoma, venida de lo alto, con una interpretación de la ley natural desde una filosofía oficialmente impuesta, con una moral no sometida a un examen comunitario y democrático,
    • su control del pensamiento humano, con los dogmas, la persecución de la libertad pensamiento, la Inquisición, la condena y ejecución de “herejes”, la pretensión de infalibilidad, de inspiración divina, de detentar la interpretación autorizada de la voluntad de Dios…
    • su proclamación como «Santas Escrituras» reveladas (en el caso de las«religiones del libro») de las tradiciones ancestrales acumuladas, exaltadas como Palabra directa de Dios, como normativa suprema e indiscutible para la sociedad y para las personas…
    • su interpretación premoderna de la realidad como un mundo en dos pisos, con un mundo divino sobrenatural encima de nosotros, del que dependemos y hacia el que vamos…
    • su interpretación de la vida y de la muerte en términos de prueba, juicio y premio/castigo de manos de un Juez Universal que es el Señor supremo de cada religión…

    Yo lo apoyo punto por punto no hace falta que me convenzas de lo que ya he asumido (si el comentario anterior hace referencia aunque sea indirecta a mis opciones). Mi diferencia contigo es que yo tengo la esperanza de que mi Iglesia a medio plazo cambie su perspectiva, y que esta radical trasformación tiene que operarse desde dentro de ella misma, en una labor serena pero sin pausa. Tú has perdido la esperanza y es para mí una lástima pues esa labor tuya de demolición sería formidable “dentro” de la ICR. Ya sé que para ti es una lástima que yo siga en esa desvergonzada Iglesia, pero son dos formas creo válidas de ver las cosas.
    Saludos cordiales

  • ana rodrigo

    Es posible que mucha gente haya “huido” de este post porque interprete que hablar de espiritualidad o religiosidad, es hablar, como ya dije el otro día, de escapismo, de evasión del compromiso social, de la solidaridad, del vivir con y para “el otro”, etc.
     
    Desgraciadamente, el mal entendimiento y la mala praxis con lo que se han llevado estos temas hayan llevado al antagonismo de lo espiritual como opuesto a la “realidad”.
     
    El ser humano, desde que posee un cerebro capaz de elaborar todo un constructo “espiritual”, con todos los condicionantes que el desarrollo del mismo supone, pone en marcha un hacer el camino vital desde unos presupuestos elegidos o no, pero que podemos utilizarlos como el timón de nuestro destino, según los objetivos que hayamos seleccionado entre las muchas ofertas que se nos presentan.
     
    Si un sujeto se ubica en uno de esos constructos espirituales, religiosos o no, tendrá a su disposición unos recursos de conocimientos y experiencias ajenas que el propio sujeto irá modificando, utilizando, enriqueciendo, haciendo aportaciones, haciéndolos suyos y que le repercutirán en beneficio propio y ajeno.
     
    Bajemos a pie de calle: Una persona puede elegir entre la comprensión o la intolerancia, entre la agresividad o la amabilidad, entre el resentimiento o la generosidad con el contrario, entre la envidia o la aceptación del otro, entre herir a alguien o respetarle, entre ser egoísta o generoso/a, entre la com-pasión o la insolidaridad, etc. etc. A esto llamo yo espiritualidad, no a otra cosa. Mi espiritualidad y mi adhesión a lo cristiano, supone un recordatorio y un impulso para mi vida de forma que se corresponda con estos valores, que en cristiano decimos los valores del reino, y que fuera de lo religioso se llamen de otra manera. Pienso que cada cual es libre de optar por cómo quiere vivir, y de ahí la pluralidad de espiritualidades, o de viri al margen de ellas.

  • oscar varela

    Hola!

    Por mi parte son de agradecer los diálogos ponenciales de los Cumpas:
    juanel, Olga y M. Luisa.

    Me parece asistir a la tarea del Tocólogo que va palpando las carnes de un embarazo;
    cuya realidad no es sólo el hijo sino también la madre y el padre pro-genitores.
    (aunque ahí tampoco termina el elenco de Actores,
    extendibles a la evolución biológica y biográfica entera)

    Parecría una Tomografía computada, que no detiene el movimiento,
    permitiendo “palpar” la Realidad sin tener que des-cuartizarla .

    Claro que esto no debe descuidar lo que poco a poco vamos comprendiendo:
    que el Observador es parte integral y con-viente de lo Observado.

    Habría que decir, entonces que el interés atencional del Observador
    como esforzado colaborador de la Realidad, la constituye.

    ¿Cómo es esto posible?

    Sólo si consideramos que La Realidad es una Perspectiva.

    “¿Cuándo nos abriremos ala convicción de que el ser definitivo del mundo
    no es materia ni es alma, no es cosa alguna determinada, sino una perspectiva?
    Dios es la perspectiva y la jerarquía: el pecado de Satán fue un error de perspectiva.”
    (Ortega y Gasset – 1914 – OCT1,321)

    ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • Javier Renobales Scheifler

    Ya nos va a costar vivir como si Dios no existiese, Honorio Cadarso y compañía.
     
    Tenemos el PP/ICR envalentonado por sus victorias, desde la SantaCruzada y la dictadura católicas, hasta estas últimas elecciones generales, olvidado ya el efecto guerra de Irak del cristiano trío de las Azores.
     
    La extrema derecha está dentro del PP, lo mismo que la jerarquía católica y tantos católicos partidarios de ésta. Si España deja de ser católica, deja de ser España, dice Cañizares, miembro de esa jerarquía por el dedo papal y su fidelidad mostrada y demostrada al modelo/diseño ultraconservador de los papas católicos.
     
    Abusan de Dios, se han arrogado el monopolio de Dios –incluso han hecho Dios a Jesús- Así que nos seguirán metiendo lo que llaman Dios hasta en la sopa, sin que podamos evitarlo.
     
    Mira por ejemplo lo que dice González Faus:
     
    http://www.redescristianas.net/2012/04/30/abusar-de-diosj-i-gonzalez-faus-teologo/
     
    (Incluso el lenguaje lo manipulan: así el propio González Faus habla de profesora de religión, cuando se está refiriendo a profesora de religión católica, a la cual profesora los jerarcas de la CEE (Caterva Episcopal Española) expulsan injustamente en nombre de Dios -Santiago diría que ella se autoexcluye-.) Dice Faus:
     
    Jesús enseñaba sobre todo a no usar (o mejor: abusar) nunca a Dios en provecho propio sino sólo en defensa del débil, el excluido, el pobre o el enfermo. Por eso lo mataron… en nombre de Dios.”
     
    … “Ahí está esa atrocidad de convertir la Cruz (símbolo del anonadamiento y la anonimidad de Dios), en cruzada (símbolo de la guerra y la prepotencia ejercidas en nombre de una religión idólatra).
     
    Por eso dudo mucho de que algún día podamos salir de esta tragedia.
     
    Ya recordó M. Buber hace años que el trágico destino de Dios en nuestra historia es ser falsificado, desfigurado, abusado, manejado.”
    Así que vivamos como si Dios no existiese, Honorio, para no abusar de Dios: pues lo que dice Buber es la pura verdad.
     
    Por eso no nos lo van a permitir, los que se han adueñado también de Dios, los jerarcas del papa y los fieles de su ortodoxia pura al servicio de su ICR.

  • Juanel

     
    h.cadarso, justo, justo lo que quería decir en lo de Jesús: “Yo soy el Camino la Verdad y la Vida”, y también “Quien me ve a mí ve a mi Padre”. Tenía preparado un comentario precisamente en la línea que has escrito. Así que ya me vale.
     
    Saludos cordiales

  • Juanel

     
    Olga, me preguntas directamente sobre mis experiencias personales ¿místicas? Bueno, en mi primera juventud pertenecía a un instituto seglar inspirado en S. Teresa de Ávila. Practicábamos la presencia continua de Dios, el desprendimiento de las cosas del mundo próximas y lejanas, comunión diaria y lo más importante la meditación una hora al día, con la revisión semanal comunitaria de todo ello y alguna cosa más. Las experiencias místicas eran muy frecuentes en todos nosotros. Aquello terminó por la presión excesiva de una moral demasiado cerrada. Muchos años después me introduje en un grupo de corte budista buscando la paz y armonía interior. Las técnicas de meditación volvieron a causarme gran impacto, exactamente por las experiencias a las que te refieres, la dilución del yo, la identificación en el todo, el amor, la compasión…. Sin duda durante un tiempo formó el núcleo de mi vida personal. Pero poco a poco mi profesión científica se fue colando despacio y acabó relativizándolo todo. Las técnicas de meditación redujeron paulatinamente su importancia hasta llegar a considerarlas sólo como meros ejercicios saludables.
     
     
    Saludos cordiales

  • h.cadarso

    El intercambio de decires y pensares de este hilo me ha gustado, lo he leído y releído varias veces.
    Quizá te debo una respuesta, Oscar Varela, y desde luego un !bravo! por tus intervenciones. Lo de “lisa y llanamente” que yo digo, me lo sacas de la frase donde está puesto y lo pones en un “collage” con lo de “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida… Pero yo no hago ni haría ese “collage” en ningún caso. Tal vez, incluso, tomaría ciertas distancias respecto a lo que me dice Ana de que ella sí está de acuerdo con mi planteamiento. Me siento como más cerca de lo que plantea Juanel en su intervención de 26 de abril.
    Y digo, para precisar o abundar en mis puntos de vista. Sintonizo con lo de Dietrich Von Hoeffer de vivir “como si Dios no existiese”.  Yo creo que Jesús no afirma en ese texto de Juan, (que por supuesto lo considero más texto de Juan que palabras textuales de Jesús, es decir, una interpretación teológica de Juan), la existencia de Dios, o por lo menos no pretende en ese momento proclamar la existencia de Dios, sino que quiere decir a Felipe que se deje de miran más allá ni más arriba del ser humano, y dirija su mirada definitiva y última al ser humano: “haya o no haya Padre, quien me ve a mí, ve al Padre” interpreto yo que quiere decir Juan o Jesús en esa frase. Y donde dice “a mí” quiere decir a todo ser humano…No hay más cera que la que arde, el ser humano es el principio y el fin, el alfa y el omega de nuestra existencia y nuestro destino. Posiblemente, yo así lo creo, detrás de lo que vemos en todo ser humano hay otro Ser que lo sostiene y afirma; pero no debe preocuparnos este Ser, porque lo que hacemos con el ser humano lo hacemos con El…
    Esto supuesto, me resbalan un poco todos los esfuerzos que se hacen en este hilo por acceder a la divinidad por otras vías que no sean la persona humana, el ser humano. Y hace bien Juanel en insistir en que no ha encontrado a ese posible Ser por ninguna de las vías que usa la ciencia…Y me parece un tanto superfluo matarse la cabeza e intentar esas vías; y tal vez Jesús no intentó nunca esas vías…”Si no amamos al prójimo a quien vemos, ¿cómo podemos amar a Dios al que no vemos?” dice JUAN en otra ocasión. Y es que quizá Juan evangelista es el primer ateo del cristianismo histórico…¿o no, Oscar amigo?
    Alguien lo ha dicho en una de sus intervenciones, o yo lo he entendido así: el secreto y el nudo gordiano de la espiritualidad está en salir del “YO” y trascenderlo con el “NOSOTROS”. Creo que con un planteamiento así estableceríamos el puente definitivo con el mundo de hoy en el que nos toca vivir.

  • Juanel

     
    Mª Luisa, como comprenderás desde mi punto de vista la re-ligación con las cosas no es anterior ni primario. Para apoyarla dices que es experimentable por “todas” las personas. Ciertamente lo es cuando existe previamente un proceso de iniciación y aprendizaje. Cualquier campo de cultura le sucede exactamente lo mismo y no por ello decimos que son previos, primarios. Incluso en la apreciación de la belleza de las “Meninas” o de las sinfonías de Bethoven se requiere iniciación, y también pasa con respecto a la belleza de la Naturaleza, muchos ni la perciben, prefieren lo urbano o una moto tuneada.
     
     
     
    Es verdad, tomamos como punto de partida perspectivas inversas. Ambas son viables y legítimas. En una perspectiva el ser humano, su cerebro y su entorno están inmersos en el Misterio o la Divinidad o la Realidad como estructura formal a la que te refieres constantemente, por lo que nos es dado de modo primario e inmediato por la experiencia y vivencias personales. Desde mi perspectiva cientista no hay nada de esto; no hay ninguna formulación o descripción total cerrada y completa de la Realidad ni siquiera con la Teoría del Todo. La experiencia en la investigación científica nos ha bajado los humos una y otra vez cuando pretendemos encerrar todas las cosas en una teoría o propuesta. Los modelos teóricos funcionan en un campo y dejan de hacerlo en otro. Con los “universales” José Ignacio pasa algo parecido, se construyen duran cierto tiempo su validez hasta que quedan superados por nuevos paradigmas. De aquí mis dudas sobre tu hipótesis (Zubiri) de la Realidad formalmente estructurada y además aprehensible e intelectible.
     
     
     
    Entonces bajo mi punto de vista considero a los seres humanos sólo como una especie biológica en su entorno ecológico junto con las demás especies y originadas por evolución, sin más añadidos ni cualidades ni capacidades sino las derivadas de su biología. Esto quiere decir desde mi perspectiva que el cerebro carece de una estructura “especial” para percibir la Realidad (aprehensión, intelección…), por lo que no nos viene dada. Si fuese así los esfuerzos de la Ciencia serían vanos. Y desde mi perspectiva sería exigible que probaras o demostraras que esa estructura se encuentra en nosotros, con datos contrastables y verificables, y no deducidos de un supuesto previo, la inmersión en la Realidad. Por ello la re-ligación para mí es un derivado de la formación y aceptación de un constructo al cual nos adherimos.
     
     
    Insisto, son dos modos inversos de ver las cosas, ambos en mi opinión legítimos y válidos.
     
    Saludos cordiales y afectuosos

  • Juanel

     
    Cierto que tenemos una estructura para el lenguaje (áreas de Brocca y Wernicke, en el lóbulo temporal) que se pone en marcha desde el quinto mes del desarrollo embrionario. Sin embargo, la especialización de estas áreas es también producida por un estímulo externo, la propia voz de la madre, al separarla del ruido de fondo. Todos los niños/as sanos a la edad de 2 años más o menos arrancan a hablar a partir del balbuceo anterior del bebé. Por el contrario, ni la espiritualidad ni la percepción de la divinidad o de la realidad estructurada formalmente de las cosas arrancan por sí solas de forma innata. Para que arranquen alguien tiene que transmitirlas. El cerebro entonces las capta como estímulos externos y las archiva. Este archivo puede desaparecer por falta de uso o bien puede ampliarse enormemente por el ejercicio. Por eso dije que si ponemos el punto de atención en este archivo, el Misterio, el cerebro se sumerge en él, produciendo en la amígdala cerebral la sensación de asombro y también placidez o incluso desconcierto.
     
     
    El cerebro como cualquier órgano de nuestro cuerpo funciona al servicio de nuestra salud homeostática. Si durante la vigilia le llegan estímulos sobre los temas que estamos tratando y la porción racional consciente del lóbulo prefrontal los archiva como problemas, lo que sucede es que causan inquietud. Entonces el cerebro al desconectar la conciencia durante el sueño busca soluciones a toda velocidad del conjunto de archivos inconscientes acumulados, proponiendo salidas a la inquietud. Al despertar la conciencia racional puede quedar satisfecha con los hallazgos inconscientes y les busca apoyo argumentativo que es muy lento comparado con el inconsciente. Si no es así el cerebro sigue buscando soluciones pues el estado prolongado de inquietud pone en peligro la salud de todo el organismo. El cerebro no trabaja para buscar la verdad, sean cuales sean los problemas que le llegan, sino la salud del organismo. Es más, nos puede colar mentiras a veces de tremendas consecuencias y sentirnos satisfechos y saludables con nuestras personales evidencias. De hecho la memoria trabaja de esta forma. Si le exiges tenazmente evocar un recuerdo pongamos de hace 10 años y si por más que lo busque no lo encuentra, lo que hace es inventarse una historia durante el sueño que a la conciencia racional en vigilia le parezca verosímil. Hay pruebas concluyentes que lo confirman.
     
     
    Para mí el Misterio, la Divinidad, la Realidad estructurada formalmente, la espiritualidad,….., son constructos culturales que nos permiten vivir saludablemente. Yo los empleo en mi vida a sabiendas que son constructos y no por ello menos importantes. ¿Son verdad? Bueno, esto no podemos saberlo.
     
     
    Saludos cordiales y afectuosos

  • olga Larrazabal

    Juanel, ¿Has experimentado tú, en lo personal, alguna de esas experiencias de identificación con el todo, de amor universal, de donde brota la compasión y  y sabes que captaste algo de la relación del hombre con el todo que no se ve ni se percibe a simple vista?  Y sin drogas, sin sueño, sin stress,  sin miedo,así a capella.. Mira, cuando la tengas te vas a dar cuenta que no obstante tener un correlato biológico y un asentamiento en el cerebro, me imagino que en el hemisferio derecho, lo que no me dice nada respecto  a la experiencia misma, es lo más cercano que he conocido al hecho de conocer lo inconogscible, a captar algo de lo que nos rodea como amoroso, misterioso y nutridor.  La experiencia de Dios que transmite Jesús tiene algo de eso, por eso la percibo genuina. El hecho de andar sacando o poniendo a Dios en la creación porque exista y no entiendas el mal, o no quieras creer que el Creador lo creó todo incluso el mal, es comodo, pero arbitrario.
    Saludos,

  • M.Luisa

    Querido, Juanel, otro breve comentario, pues ayer no me detuve con la atención debida en el que enviaste a las 12:30  en el cual expones tu opinión sobre la religión y lo haces refiriéndote  a lo que comentaste  en otra página web  a un forista escéptico-agnóstico.
     
    Leer lo que le comentas,  me ha hecho comprender el porqué    del  orden invertido en   tu planteamiento  de ayer  al cual  yo te manifesté mi objeción. Dabas a entender, en mi opinión de froma errónea,  no que estamos inmersos  física e íntegramente en el Misterio, sino  que es nuestro  cerebro el que nos lo pone,  el que  lo postula.
     
    Para ser breve, entiendo que  a la religión la ves como una necesidad para tener esperanza, para que te perdonen, para amar, para comprenderlo ¿todo? Etc., etc.,
    De ahí que luego digas,   casi al finalizar,   que la religión es aquello que nos re-liga  a la divinidad. Perdona, Juanel, pero en mi modesta opinión lo veo  justo al revés.
     
    De esta prioridad  de orden  se ha hablado muchas veces aquí. Lo primordial es la religación. Además si me apuras te diré que   la religación no tiene nada que ver con la religión. Son dos cosas distintas. Es cierto que la religión  puede ser la plasmación de la religación  y de hecho lo ha sido  pero por eso  siempre ha existido entre ambas    un ámbito crítico donde puedan trabajar los teólogos.
    Ain embargo  la religación es anterior a toda religión  y es experienciable  por todos los seres humanos. Digo todos/as porque incluyo en ella, en esa experiencia  a los ateos y agnósticos.
     
    Qué es pues la religación? Es la ligadura a la realidad, el sentirte religado con las cosas  en su realidad.  La cual no coincide con ellas, ciertamente, pero las habita,  por tanto,  religados no a las cosas    sino a lo real de ellas. Lo que se busca no son las cosas sino la riqueza que hay en ellas Es la versión a la realidad como fundamento. A partir de aquí  es cuando el ser humano enriquece las cosas que toca   y su actitud frente a ellas y  a las demás personas, con lo cual,  desde este punto de vista tu interlocutor bien que hubiera podido tener esta experiencia y con ello le bastaba.
     
    Con afecto y cordialidad