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Hacia un paradigma pos-religional

Este texto es un material de trabajo, una propuesta hecha por la Comisión Teológica Internacional de la EATWOT (Asociación de Teólogos y Teólogas del Tercer Mundo) para que las personas interesadas y comunidades de base puedan aportar sus ideas. Todas serán recogidas (nos consta que en la Comisión hay personas que siguen ATRIO con atención) para la posible elaboración de un libro a final de este año. ATRIO, que se une a esta tarea de reflexión mundial, ha tomado el texto de Adital.br en español.

Cada vez se está hablando más del declive del cristianismo en Occidente. El catolicismo y el protestantismo por igual, atraviesan una grave crisis, tanto en Europa como en América del Norte. Son cada vez más los observadores que pronostican que a continuación la crisis va a afectar también a otras religiones. Se sospecha que la crisis no parece deberse a un problema propio del cristianismo, sino a la naturaleza misma de «las religiones», y la incapacidad creciente que éstas experimentan para acomodarse al profundo cambio cultural que está en curso. La hipótesis del advenimiento de un «paradigma pos-religional» quiere plantear la posibilidad de que estemos ante una transformación socio-cultural de hondo calado, en la que las «religiones neolíticas» van a dejar de ser viables cuando se implante a fondo la adveniente de «sociedad del conocimiento»(1), que será una sociedad «pos-religional»(2) [Ver las notas al final del texto. Especialmente esta segunda. Nota de ATRIO], y que las religiones que no se liberen de sus condicionamientos «religionales» ancestrales se verán abocadas a los márgenes residuales del curso de la historia.

Es obvio que este paradigma-hipótesis estaría conviviendo con fenómenos bien contrarios de conservadurismo religioso, revivals espirituales, carismatismo y neopentecostalismo. Sólo en algunos sectores geográficos puede estarse dando mayoritariamente, pero algunos observadores afirman que crecen los síntomas de que en las capas urbanas, cultas, tanto de jóvenes como de adultos, con acceso a cultura y tecnología… estaría empezando a hacerse presente este paradigma, también en América Latina (¿también en África y Asia?). Prescindiendo de sondeos cuantificadores de campo, nos queremos concentrar en la elaboración teórica de una primera presentación reflexiva e indagatoria de lo que aquí queremos llamar «paradigma pos-religional», que proponemos a debate y contraste de la comunidad de estudiosos de la teología y de las ciencias de la religión, así como de los«pastores» y de todas las personas preocupadas por la evolución actual de lo religioso.

  • POSIBLE FUNDAMENTO DE LA HIPÓTESIS

Una ampliación del conocimiento humano y un callado enfrentamiento de la ciencia actual con la religión parecerían ser causas intelectuales de este nuevo paradigma, entre otras. El desarrollo de las ciencias está llevando a la humanidad a observarse a sí misma y a hacerse de su religiosidad una idea en gran medida diferente de la que hasta ahora tenía de ella, lo cual repercute en una actitud nueva frente a la religión.

A estas alturas de la historia, la antropología cultural se cree ya en capacidad de poder hacer sobre la religión un juicio diferente al que ésta ha venido haciendo de sí misma, a la auto-definición con la que durante milenios la religión se ha presentado y con la que ha fraguado la opinión mayoritaria de las sociedades tradicionales, hasta hoy. Aunque quede mucho por investigar, y aunque otras ciencias también pueden aportar mucho, la antropología cultural –interdisciplinariamente considerada– cree saber ya cuándo y cómo se fraguaron las religiones, con qué mecanismos sociales y epistemológicos operan, y cuáles son las dimensiones humanas profundas en juego en su relación con el ser humano, individual y colectivo. La novedad de estos juicios es radical, y parece generalizarse y difundirse en las sociedades evolucionadas tan rápida como subliminalmente, generando un cambio profundo de actitud hacia la religión, que estamos interpretando precisamente como la llegada de un nuevo «paradigma pos-religional».

Éstos serían –muy en síntesis– los puntos nucleares de esta nueva visión que la antropología cultural está presentando hoy día sobre la religión:

  • Las religiones no son «de siempre», no existen desde que el ser humano está sobre la faz de la Tierra. Hoy sabemos que las religiones son jóvenes, casi «recientes». La más antigua, el hinduismo, sólo tendría unos 4500 años. El judeocristianismo, 3200. En términos evolutivos, aun limitándonos a los tiempos del género homo (entre 5 y 7 millones de años), o más todavía de la especie homo sapiens (150 mil o 200 mil), las religiones son «de ayer mismo». Hemos pasado muchísimo más tiempo sin religiones que con ellas, aunque espirituales parece que lo hemos sido desde el primer momento: homo sapiens y homo spiritualis parecen ser coetáneos. Las religiones no son por tanto algo que acompaña necesariamente al ser humano, como muestra la historia(3).
  • Las religiones se han formado en la época neolítica, tras la gran transformación que vivió nuestra especie al pasar de ser tribus nómadas de cazadores y recolectores, a vivir sedentariamente en sociedades urbanas ligadas al cultivo de la tierra, a raíz de la «revolución agraria»(4). En esa coyuntura evolutiva (tal vez el momento más difícil de su historia evolucionaria) la humanidad ha tenido que reinventarse a sí misma creando unos códigos que le permitieran vivir en sociedad, no ya en bandas o manadas, con derecho, moral, cohesión social, sentido de pertenencia… para ser viable y sobrevivir como especie. En esa coyuntura, nuestra especie ha echado mano de la que es quizá su fuerza mayor desde su aparición como especie emergente: su capacidad simbólica y religiosa, su necesidad de sentido y de experiencia de trascendencia. Quizá podría haber sido de otra manera, pero ha sido de hecho así.
  • Desde el neolítico hasta nuestros días, las sociedades han sido religiosas, «religiocéntricas», transidas de religión en todas sus estructuras: su conocimiento (y su ignorancia), sus creencias, su cultura, su sentido de identidad, su cohesión social y el sentido de pertenencia de sus miembros, su derecho, su política, su legitimidad, su estructura social, su cosmovisión, su arte… «La cultura ha sido la forma de la religión, y la religión ha sido el alma de la cultura» (Tillich). El impulso religioso, la fuerza de la religión, ha sido el motor del «sistema operativo» de las sociedades. Si exceptuamos los dos últimos siglos, desde la revolución agraria no hemos conocido sociedades ni grandes movimientos sociales ni siquiera revoluciones no religiosas; es claro que sus motivaciones eran también y fundamentalmente económicas y políticas, pero era a través de lo religioso como eran gestionados esos impulsos sociales. La religión misma –con un prestigio cuasidivino, su autoridad incuestionable, sus creencias, mitos, dogmas, leyes, moral… e incluso sus instancias inquisitoriales– fungía como software programador de cada sociedad. Eso ha sido así durante todo el tiempo neolítico –o «agrario» en el sentido amplio que estamos utilizando–, que ahora la antropología cultural sostiene que se está acabando.
  • ¿Con qué mecanismos internos las religiones han ejercido esta su capacidad programadora de la sociedad? Por medio de:
    • la creación e imposición de su cosmovisión sobre la sociedad: ella es quien ha dicho a la humanidad, en cada sociedad, qué es la realidad, cuál es su origen, su sentido y sus exigencias morales;
    • las creencias fundamentales vehiculadas por los mitos sagrados, que han fungido como los presupuestos, axiomas, postulados, presupuestos profundos de cada sociedad, como la arquitectura epistemológica misma de la sociedad humana;
    • una «epistemología mítica», que ha atribuido a Dios sus propias elaboraciones, para presentarlas como revelación o voluntad de Dios, y así absolutizarlas para dar seguridad a la sociedad humana;
    • una exigencia radical de sumisión [islam significa sumisión], de fe [una exigencia primera en el cristianismo], de «creer lo que no se ve» (o lo que ni siquiera se entiende);
    • ejerciendo con todos estos mecanismos como sistema operativo de la sociedad (lo que se evidencia en los sistemas sociales de los imperios con su religión de Estado, la «sociedad de cristiandad» o los «regímenes teocráticos» en otras religiones, por ejemplo).

A partir de estas premisas podríamos dotarnos ahora de una nueva definición técnica ad hoc de las «religiones» en el sentido que aquí queremos dar al término: llamamos técnicamente «religión» a la configuración socio-institucionalizada que la religiosidad (espiritualidad) constitutiva del ser humano adoptó en la edad agraria, configuración que ha fungido como sistema fundamental de programación y de autocontrol de las sociedades agrarias neolíticas. En esta exposición entendemos «religión» en este estricto sentido técnico, y no en cualquiera de las otras acepciones de la palabra (religiosidad, dimensión religiosa, espiritualidad, institución religiosa…); no tener en cuenta esta precisión de vocabulario nos llevaría inevitablemente a la confusión. Derivadamente, llamaremos técnicamente «religional» a lo relativo a esta «configuración socio-religiosa propia del tiempo agrario o neolítico»

En este sentido, es de notar que el paradigma que queremos presentar es calificado como «pos-religional», no como «pos-religioso», porque continuará siendo«religioso» en el sentido normal del diccionario, en cuanto «relacionado con la dimensión espiritual del ser humano y de la sociedad», aunque cambien las culturas y las épocas; lo llamamos posreligional porque ciertamente se instalará en la superación de la citada configuración de lo religioso (aquellos modos de funcionar a los que luego nos vamos a referir propios de las religiones que genéricamente llamamos «agrarias» –incluyendo ahí las ganaderas y otras formas más especializadas–).

El prefijo «pos» no lo tomamos en el sentido literalmente temporal (como un «después de») sino en un sentido genéricamente superador: «más allá de». Por ello, igualmente sería válido decir «a-religional», sin posible confusión en la dimensión temporal. «Pos-religional» no significa «pos-religioso»ni «post-espiritual», sino, estrictamente, «más allá de lo «religional», es decir, más allá de «lo que han sido las religiones agrarias», o una«religiosidad sin religiones (agrarias)», una espiritualidad sin la “configuración socio-institucionalizada propia de la edad neolítica” (sin progra mación social, sin sumisión, sin dogmas…). Obviamente, nos apoyaremos en otras mediaciones, gestos, símbolos, instituciones o «sistematizaciones» de otro tipo, porque la experiencia espiritual humana no puede darse en el vacío…; pero no es éste el momento dirimir este punto.

  • ELEMENTOS PRINCIPALES DEL PARADIGMA POS-RELIGIONAL

Tratemos de establecer ya los elementos principales de la nueva conciencia «pos-religional» propia de ese fenómeno complejo de la cultura social emergente, consecuencia principal de la ampliación del conocimiento humano.

1. Las Religiones son otra cosa que lo que tradicionalmente pensábamos, que lo que todavía piensa mucha gente, que lo que ellas piensan de sí mismas y han difundido en la sociedad durante milenios. Las religiones no están respaldadas por una especie de preexistencia que haría de ellas un cuerpo supremo primordial de sabiduría, unas formas de sabiduría divina reveladas por Dios mismo, lo que las convertiría en el único medio de acceso a esa revelación y a la relación con el Misterio.

Las religiones –siempre, no se olvide, en el sentido específico que estamos dando al término– son, más bien, un fenómeno histórico, una forma sociocultural concreta que la dimensión profunda de siempre del ser humano ha revestido en una determinada era histórica. No son «la religiosidad misma».No son equiparables sin más a la espiritualidad humana de todos los tiempos.

Las religiones son formas, históricas, contingentes, y cambiantes, mientras que la espiritualidad es una dimensión constitutiva humana, permanente, anterior a las formas, y esencial al ser humano… La espiritualidad puede ser vivida en, o fuera de las religiones. Podríamos prescindir de las religiones, pero no podremos prescindir de la dimensión de transcendencia del ser humano…

2. Las religiones son también construcciones humanas… Como hemos dicho, la ciencia y la sociedad ya saben mucho sobre su origen, su formación, sus mecanismos. Ello cambia radicalmente nuestra percepción sobre ellas: las religiones son obra nuestra, creaciones humanas, geniales, pero humanas –a veces, demasiado humanas–, y que deben estar a nuestro servicio, no al revés.

Las religiones –sus creencias, sus mitos, su moral…– no son obra directa de un Dios out there, up there, que nos envió ese don de las religiones, sino que son algo que ha surgido de aquí abajo, algo muy terrestre, que nos lo hemos hecho nosotros los humanos, impulsados ciertamente por la fuerza del misterio divino que nos invade, pero según nuestras posibilidades y con nuestros condicionamientos muy concretos.

Las religiones se absolutizaron a sí mismas al atribuir su propio origen a Dios. Fue un mecanismo que sirvió para fijar y dar consistencia inamovible a las construcciones humanas que ellas eran, en el afán de asegurar las fórmulas sociales de convivencia con las que la humanidad había logrado dotarse. Hoy estamos perdiendo la ingenuidad, y ese carácter absoluto de las religiones, que durante milenios fue un componente esencial de las sociedades humanas, que nos hizo más fácil y más pasiva la vida de los humanos, se nos evidencia como un llamativo espejismo epistemológico, que habíamos asumido por vía de una creencia, pero que hoy ya no nos resulta ni necesario, ni deseable, ni soportable.

3. Entonces, no estamos sometidos a las religiones, no estamos condenados a marchar por la historia por el camino acabadamente trazado por ellas, como si fuera un designio divino que marcara previamente –desde siempre, y desde fuera-nuestro destino, como si nos obligara a adoptar las soluciones con que nuestros ancestros trataron de resolver sus problemas y de interpretar la realidad a la medida de sus posibilidades…

Si las religiones son construcción nuestra, ello significa que no nos quitan el derecho (ni la obligación) de pronunciarnos ante la historia y de aportar nuestra propia respuesta a los problemas de la existencia, y de expresar con autoconfianza nuestra propia interpretación de la realidad de lo que somos, ayudados por nuestros descubrimientos científicos. No estamos obligados a tomar como verdad intocable e infranqueable las interpretaciones obsoletas y las soluciones ancestrales que se dieron a sí mismas generaciones humanas de hace unos cuantos miles de años, como si aquellas interpretaciones fueran una supuesta «revelación» venida de fuera y de obligado cumplimiento. Ese equívoco «religional» en el que han vivido nuestros antepasados, nos parece, a estas alturas de la historia, una alienación.

Da miedo sentirnos solos, responsables ante la historia, libres ante los caminos religiosos tradicionales, sin un camino seguro e indiscutiblemente obligatorio trazado por los dioses… Esta nueva visión del mundo, este «paradigma pos-religional», genera una autoconciencia humana profundamente diferente respecto a la que nos había marcado la conciencia religional tradicional. Ahora nos sentimos libres de las ataduras «religionales» para dar rienda suelta a nuestra realización personal y colectiva, para asumir plenamente nuestra responsabilidad, nuestras decisiones, nuestra interpretación al propio riesgo, sin ninguna restricción ni coacción supuestamente externa, aunque bien preocupada por sintonizar con el Misterio que nos mueve.

4. Las religiones, supuestamente las únicas conocedoras del principio de los tiempos y del final del mundo, no son, por naturaleza, eternas, para siempre. Ahora las sabemos más bien temporales, construidas humanamente, recientes, contingentes. Y sabemos que no es imposible que puedan desaparecer. No son esenciales a nuestra naturaleza, y nos han acompañado una pequeña parte de nuestra historia evolucionaria.

Las religiones agrarias están ligadas a la época neolítica: podríamos decir que surgieron de hecho para hacer viable la especie humana al entrar en esa era nueva, la subsiguiente a la revolución agraria. Pero, es precisamente esa era la que los especialistas dicen que actualmente está llegando a su fin. ¿Qué futuro podemos pronosticar a las religiones en una época de transición que anuncia el final de la era que las hizo surgir?

Parece plausible la hipótesis de que las religiones («agrarias») pudieran desaparecer. No parece un imposible en sí mismo, ni tendría por qué ser un desastre histórico gravísimo: hemos vivido la mayor parte de nuestra historia «sin religiones» (todo el paleolítico), y está demostrado que ello no impidió nuestra cualidad humana profunda, nuestra espiritualidad.

5. A estas alturas ha quedado ya indirectamente evidenciada una distinción que se impone. Tradicionalmente las religiones detentaban el monopolio de lo espiritual. Una persona podría ser espiritual, solamente mediante las religiones. Eran consideradas la fuente misma de la espiritualidad, la conexión directa con el Misterio. Religiones y espiritualidad eran todo uno, la misma cosa.

Hoy, como acabamos de expresar, la conceptuación de las religiones está cambiando radicalmente en el paradigma posreligional emergente. Cada día a más personas se les hace evidente que las religiones no son la fuente de espiritualidad, sino sólo unas formas socio-culturales que la espiritualidad ha revestido históricamente; con frecuencia son un freno y un obstáculo para la espiritualidad, que es una dimensión esencial y característica del ser humano, que le acompaña permanente desde su surgimiento como especie. Las palabras religión, religioso, religiones, que tradicionalmente venían cubriendo intercambiablemente todo el ámbito de lo relativo a la espiritualidad, hoy deberán pasar, escrupulosamente, por la criba de la distinción entre lo religioso (lo que tiene que ver con esa dimensión misteriosa del ser humano) y lo religional (lo que pertenece simplemente al ámbito de esas configuraciones socio-culturales e institucionales que hemos llamado religiones agrícola-neolíticas).

  • EL PARADIGMA POS-RELIGIONAL EN SÍNTESIS

Una vez expuestos estos elementos principales de la visión constitutiva del paradigma posreligional, podríamos tratar de expresar su núcleo argumentador en apretada síntesis:

Primera premisa: Las religiones (no «la religión, ni la espiritualidad, ni la religiosidad…), en el sentido técnico que hemos dado aquí al término, son una creación neolítica, de la edad agraria de la humanidad, tanto productos de ella como causas de la misma.

Segunda: La transformación socio-cultural que estamos atravesando en la actualidad implica, precisamente, el final de esa época agrario-neolítica. Lo que ahora está siendo superado y barrido ha estado en los fundamentos de la sociedad humana y en la forma de la conciencia humana de la especie durante los últimos 10.000 años (desde el comienzo de la edad; ésa es la profundidad del cambio actual). Emerge un tipo nuevo de sociedad, con unos fundamentos distintos –sobre todo epistemológicos– que resultan incompatibles con el “sistema operativo” milenario neolítico. Se impone, por ello, un cambio sistémico tanto a nivel epistemológico como a nivel del tipo de conciencia espiritual de la humanidad. De ahí la radicalidad y la profundidad del cambio epocal que estamos viviendo, un nuevo «tiempo axial».

Consecuencia: las religiones (agrario-neolíticas), identificadas con el tipo de conciencia, cosmovisión y epistemología agrarios, están perdiendo base y entrando en un profundo declive a medida que –por la acumulación de conocimientos científicos, tecnológicos, sociales y experienciales– va emergiendo un tipo de conciencia, de cosmovisión y de epistemología nuevo, incompatible con el tradicional neolítico. Los humanos de la sociedad adveniente ya no pueden expresar su dimensión espiritual en aquella configuración concreta de las religiones «agrarias» (tanto agrícolas como ganaderas), y éstas no logran sintonizar y hacerse entender por la nueva sociedad. Las religiones agrario-neolíticas se ven abocadas por tanto a transformarse radicalmente, o a desaparecer. Por su parte, las personas, comunidades e instituciones de estas religiones, a medida que pasan a la nueva cultura, se van desprendiendo de los mecanismos y de la epistemología agrarios, y van pasando a vivir su espiritualidad «pos-religionalmente».

Para verificar consecuentemente esta hipótesis:

  • Habrá que profundizar en el concepto técnico de«religiones» agrario-neolíticas, no limitándonos a la referencia a su origen tras la Revolución Agraria, sino adentrándonos en su estructura epistemológica y sus características esenciales, permanentes durante este tiempo de la edad agraria.
  • Habrá que mostrar más fundamentadamente la afirmación de que estamos ante «el fin de la edad neolítica», detallando concretamente en qué elementos antropológicos sustanciamos esta afirmación, y cuáles son los rasgos de la nueva sociedad que resultan incompatibles con sus religiones.
  • Y habrá que elaborar un proyecto de acompañamiento a la sociedad en esta época que se avecina de tránsito desde la sociedad agraria a la nueva sociedad.

Concluyendo, llamamos paradigma pos-religional a esa forma de vivir la dimensión profunda del ser humano que se libera y supera los mecanismos propios de las religiones agrario-neolíticas, a saber:

• su «epistemología mítica»,
• su monopolio de la espiritualidad,
• su exigencia de sumisión, de aceptación ciega de unas creencias como reveladas por Dios,
• su ejercicio del poder político e ideológico sobre la sociedad, ya sea en regímenes de cristiandad, cesaropapistas, islámicos, de unión de Iglesia-Estado, de imposición de las leyes eclesiásticas sobre la sociedad civil…
• su imposición de una moral heterónoma, venida de lo alto, con una interpretación de la ley natural desde una filosofía oficialmente impuesta, con una moral no sometida a un examen comunitario y democrático,
• su control del pensamiento humano, con los dogmas, la persecución de la libertad pensamiento, la Inquisición, la condena y ejecución de “herejes”, la pretensión de infalibilidad, de inspiración divina, de detentar la interpretación autorizada de la voluntad de Dios…
• su proclamación como «Santas Escrituras» reveladas (en el caso de las«religiones del libro») de las tradiciones ancestrales acumuladas, exaltadas como Palabra directa de Dios, como normativa suprema e indiscutible para la sociedad y para las personas…
• su interpretación premoderna de la realidad como un mundo en dos pisos, con un mundo divino sobrenatural encima de nosotros, del que dependemos y hacia el que vamos…
• su interpretación de la vida y de la muerte en términos de prueba, juicio y premio/castigo de manos de un Juez Universal que es el Señor supremo de cada religión…

Con el fin de la era agraria, todas estas estructuras cognoscitivas, axiológicas y epistemológicas milenarias, están dejando de ser viables, a medida que adviene la nueva sociedad. Fueron un gran invento humano. Gracias a esas andaderas, las bandas nómadas de cazadores y recolectores lograron reinventar su humanidad haciéndola capaz de convivir en la ciudad, regulada por el derecho, unida por una conciencia religiosa de pertenencia a una colectividad con una identidad atribuida a los dioses…

La crisis actual no se debe principalmente a procesos de secularización, o a pérdida de valores, o a la difusión del materialismo o del hedonismo (interpretación culpabilizante normalmente esgrimida por la oficialidad de las religiones), ni tampoco a la falta de testimonio o a los escándalos morales de las religiones, sino a la eclosión de una nueva situación cultural, que culmina la transformación radical de las estructuras cognoscitivas, axiológicas y epistemológicas neolíticas, transformación que comenzó con la revolución científica del siglo XVI, la Ilustración del XVIII y las varias olas de industrialización. Los síntomas sociales son un cierto agnosticismo difuso, la pérdida de la ingenuidad epistemológica, un sentido crítico más acentuado, una conceptuación más utilitarista de las religiones como al servicio del ser humano en vez de como receptoras de una lealtad total por parte de sus adeptos, la desaparición de la idea de «la única religión verdadera» y el desvanecimiento de la plausibilidad de una moral revelada heterónoma; pero el cambio estructural gravita sobre la citada transformación epistemológico-cultural.

No estamos pues ante un fenómeno realmente nuevo, sino sólo ante su radicalización Y no estamos ante una interpretación radicalmente nueva (este paradigma pos-religional), sino ante la toma de conciencia de que el eje de acumulación del cambio es sobre todo epistemológico, y que ello lo transforma radicalmente todo.

Dos cautelas:

A) Como ya señalamos al principio, no estamos queriendo decir que sólo esto es lo que acontece en el campo religioso, como si todo el escenario estuviera actualmente ocupado por esta transformación del paradigma de las religiones agrarias en un paradigma pos-religional. En el campo religioso tienen lugar muchos otros fenómenos, simultáneamente, incluso caóticamente, ya que son en algunos aspectos, contradictorios.

Junto a esta crisis de la religión, decimos que se dan efervescencias religiosas y revivals, retrocesos y fundamentalismos. En esta propuesta teológica nosotros hemos centrado nuestro foco selectivamente en un aspecto concreto de la transformación en curso, que no niega todo el resto de elementos presentes. Ocurren otras cosas en el campo religioso, pero también ocurre ésta, y esta propuesta teológica quiere llamar la atención sobre ella, a pesar de su carácter difícilmente perceptible y todavía minoritario que reviste en muchas regiones.

B) Lo que venimos diciendo tampoco se puede aplicar, indiscriminadamente, a TODAS las religiones. Porque no todas las religiones son«agrarias». Hay una buena cantidad de religiones, todo un género de las mismas, que no han pasado por la revolución agraria y urbana.

Conservan en su seno una matriz de experiencia religiosa propia de los tiempos anteriores a la transformación neolítica (a la separación frente a la placenta de la sacralidad de la naturaleza, a la asunción de la transcendencia divina dualista y acósmica, etc.), y no cayeron en la deriva controladora y programadora de la sociedad mediante la sumisión a doctrinas, dogmas, inquisiciones… Aquí podemos ubicar la gran familia de religiones cósmicas, indígenas, animistas… así como otras que, aun perteneciendo históricamente al período neolítico y siendo religiones de sociedades netamente agrarias (agrícolas o ganaderas), se mantuvieron al margen del ese control dogmático-doctrinal, como por ejemplo el hinduismo, una «religión sin verdades». Quiere esto decir que tampoco este paradigma se aplica a todas las religiones. La realidad es pues, más compleja que nuestros intentos simplificadores de comprensión, lo cual nos urge a una mayor precisión, a una más serena humildad y a un mayor interés por el estudio de campo, la investigación y el diálogo.

  • DE CARA AL INMEDIATO TRÁNSITO

Ésta que estamos haciendo es una propuesta teológica, una profundización teórica para mejor poder transformar la realidad que interpreta (interpretar como forma de transformar). Pero es obvio que tiene repercusiones pastorales, y muy grandes. Porque de lo que estamos hablando es de un tsunami cultural y religioso, de una metamorfosis que tal vez nos hará difícil reconocernos a nosotros mismos en un próximo futuro.

Y esta puede ser una situación muy difícil de atravesar para la humanidad; los antropólogos dicen que el tránsito de la sociedad paleolítica a la neolítica, con la revolución agraria, fue la situación más difícil que ha experimentado nuestra especie; tal vez estamos en un momento evolutivo semejante. Se hace necesario plantear cómo acompañar este «transito» que va a realizar o ya está iniciándose en la sociedad, desde las religiones «agrarias»,a un nuevo tipo de sociedad cuya realización espiritual va a darse más bien por vías y según modelos que continuarán siendo religiosos pero «pos-religionales»,sin que hoy por hoy sepamos concretamente cómo serán esas vías y esos modelos, pues… habremos de inventarlos.

Las religiones se van a ver abocadas –ya lo están siendo en muchos lugares– a situaciones de declive, de pérdida de miembros y pérdida de credibilidad y plausibilidad, por una parte, y por otra van a experimentar la contradicción con sus propios mecanismos agrarios. Ya muchas personas perciben que necesitan transformar su religiosidad, radicalmente, pero sienten punzantemente la contradicción con la doctrina oficial, con siderada infalible e inmutable, que les prohibe todo cambio o abdicación de los principios ancestrales. En algunas sociedades se cuentan ya por decenas de millones las personas que abandonan calladamente las religiones para seguir siendo religiosos pos-religionalmente. Es posible que algunas jerarquías religiosas, prendidas en el espejismo de una lealtad sagrada, prefieran numantinamente hundir a sus propias instituciones religiosas al bloquear su evolución, haciéndolo, con la mejor intención, a la mayor gloria de Dios. Pero es también posible que muchos grupos humanos sean capaces de transformarse. Es bien posible, y lo creemos además deseable, que las religiones agrarias evolucionen hacia unas nuevas formas religiosas (pos-religionales) consistentes con esta nueva sociedad del conocimiento. Se darán cuenta de que igual que la ciencia contradijo con razón el geocentrismo que ellas consideraban incluso revelado, hoy la ciencia nos descubre que el religiocentrismo ha sido un espejismo religional, y que igual que entonces fue posible abandonar la vieja cosmovisión y continuar con la vivencia espiritual, así hoy será posible –y necesario– liberarnos de las ataduras de lo religional, para encontrar la realización espiritual en un nuevo escalón evolutivo.

Todo parece indicar que el Titanic de las religiones agrarias no va a llegar a flotar en las latitudes del océano de la sociedad del conocimiento.

Todo parece indicar que no va a durar tanto, y se va a hundir. Se pasó su kairós, aunque le queda un poco de cronos. Pero no es el fin del mundo. Es sólo el fin de un mundo, el fin del mundo agrario–neolítico y de su epistemología, y con ello el fin de las configuraciones religionales de la espiritualidad, las que hemos llamado«religiones agrario neolíticas».

La vida y su dimensión profunda continúan. Y es deber nuestro comprender lo que está sucediendo, para no encontrarnos luchando contra la Realidad, sino para ayudar a este nuevo parto evolutivo de nuestra especie, para volver a reinventarnos como hicimos al comienzo del neolítico.

Es deber nuestro también ser prudentes, no empujar a nadie más allá de sus necesidades ni de sus posibilidades, advertir claramente que la situación es difícil, es un nuevo nacimiento, una metamorfosis, un«cambio de especie», o un cambio de sistema operativo, y que es un momento de riesgos importantes, tanto en el plano social cuanto individual. Es deber de la teología avizorar lo nuevo, no sólo en el aspecto deconstructivo, sino en el constructivo: no sólo lo que ya no podemos creer, sino cómo podemos pues desarrollar en plenitud nuestra dimensión transcendente o espiritual, la cualidad humana profunda que las religiones religionales, después de todo, con más o menos limitaciones, querían apoyar. Muchas cosas están muriendo, es inevitable que mueran, y no acaban de morir, tratamos de ayudarles a bien morir (el ars moriendi de morir dando vida para otros, dando a luz). Mientras tanto, es todo un mundo nuevo el que trata de nacer, y no acaba de nacer, y queremos ayudarle a nacer.

Las religiones van a verse en la necesidad de reinterpretar y reconvertir todo su patrimonio simbólico, que fue creado bajo los condicionamientos epistemológicos del tiempo agrario. Se trataría de una reelaboración, una «re-recepción» (Congar) de todo su patrimonio, elaborado inicialmente hace milenios, y mantenido históricamente bajo una ignorancia y una incultura de las que hace muy poco que acabamos de salir, gracias al portentoso despliegue de las ciencias. Las religiones habrán de buscar cómo re-comprender, y qué queda–si queda algo– de muchas de las creencias, dogmas, moral heterónoma, ritos agrarios… dentro de esta nueva situación del conocimiento y de los nuevos marcos de interpretación.

Muchos seres humanos, al verse incapacitados de seguir apoyándose en las religiones para sobrevivir espiritualmente, van a experimentar serias dificultades en la integridad espiritual de sus vidas. Como cuando el avión despega y abandona el sistema de apoyo de sus ruedas sobre el suelo, teniendo que pasar a apoyarse en un nuevo sistema de sustentación, totalmente distinto, el de sus alas, la mayor parte de la humanidad va a tener que pasar por momentos de difícil equilibrio en el tránsito de uno a otro sistema axiológico, tan diferentes, y hasta cierto punto, incompatibles, y sin cambio automático.

Lo que viene es un tsunami. Los riesgos son graves, en todos los órdenes. Es deber de la teología responsable avizorar estos problemas y tratar de acompañar este «tránsito» inevitable en el que ya estamos. Tanto en el aspecto teórico como en el práctico, el tema merecería mucha más extensión que la de esta sencilla «propuesta teológica». Nosotros la dejamos aquí, y la entregamos a consulta y debate, deseosos de que sea corregida y mejorada. ¿Podríamos ofrecer, a final de este año, un libro amplio, con las reflexiones, profundizaciones y debates que esta sencilla presentación del paradigma pos-religioso suscite? Quedan ustedes cordialmente invitados.

  • Notas:

(1) Tratamos de no hacer énfasis en una caracterización concreta de la nueva cultura o sociedad emergente para no introducir un debate lateral. Nuestra preferencia sería denominarla «sociedad del conocimiento», no en el sentido de sociedad muy culta, sino en el sentido de que el conocimiento probablemente será su «eje de producción y acumulación», es decir, sociedades que viven de producir conocimiento. Sea cual sea esa caracterización, lo importante para nuestro objetivo es atender a la estructura epistemológica de esa sociedad.

(2) Utilizamos los neologismos «religional» y «pos-religional» como conceptos técnicos a ser distinguidos cuidadosamente de «religioso» y«pos-religioso», como luego explicaremos.

(3) Con recelo y resignación aceptamos la palabra «espiritualidad»,tratando de no transigir con su innegable connotación etimológica dualista. Es una palabra consagrada por el uso, y es sabido que no la aceptamos como referida a un «espíritu» contrapuesto a una supuesta materia no espiritual… Postulamos una conceptuación más adecuada de lo que por espiritualidad se quiso significar: aquella dimensión de profundidad (Tillich), aquella necesidad de enmarcar nuestras vidas en contextos más amplios (Armstrong), la calidad humana profunda (Corbí), las motivaciones últimas, la mística por la que vive y lucha y con la cual contagia a los demás (Casaldáliga-Vigil)… Para subsanar su limitación, tratamos de reconducir la palabra acompañándola con expresiones paralelas.

(4) Hablamos de sociedad o época «agraria» no en el sentido de sociedad rural o de sociedad agrícola, dedicada al sector primario de la economía, la agricultura, sino refiriéndonos, desde una perspectiva antropológico-cultural, a la sociedad humana posterior a la «revolución agraria neolítica», como catalogación global de una época que llegaría hasta su disolución actual. La llamamos «agraria» en sentido amplio, incluyendo las sociedades ganaderas, que comparten unas estructuras epistemológicas propias de todo ese tiempo neolítico posterior a la revolución sociocultural que se inició con el descubrimiento de la agricultura. Las revoluciones científica (siglo XVI) e industrial (XVIII y siguientes) pueden ser consideradas como el comienzo del fin del neolítico o«edad agraria» profunda, quiebre que actualmente estaría en su fase de culminación. Estas categorías y las afirmaciones necesitan mucha matización; adoptamos pedagógicamente este lenguaje simplificado para facilitar una «presentación»sencilla de este paradigma.

Estas precisiones de vocabulario pueden explicar por qué se hace necesario acudir a este artesanal neologismo –perfectamente dentro de las reglas etimológicas de la lengua-, para evitar el equívoco, tanto de equipararlo con lo «religioso» en el sentido normal del diccionario, como de confundirlo indebidamente con lo «anti-religioso» o lo ateo. De todas formas: ¿es el adjetivo «religional» el más adecuado para calificar este paradigma? Creemos que es correcto, que es adecuado, y que es útil (por plástico y efectista), pero creemos que no es absoluto, y que puede ser mejorado, porque quizá no proviene de lo esencial del fenómeno al que se refiere ni tal vez evoca lo que pudiera ser su base material o su especificidad epistemológica. Por eso, nosotros lo proponemos con humildad como provisional y mejorable.

109 comentarios

  • M.Luisa

    En efecto,  a mi también algo me chirría  de lo que ha dicho Juanel  y lo estaba ensayando en un borrador  cuando he visto que José Ignacio apuntaba a lo mismo “Partiendo de aquí tomo por espiritualidad a la actividad que algunos realizan de profundizar y sumergirse en el Misterio asombrados, perplejos, expectantes. Y esto es posible porque a nuestro cerebro lo podemos dirigir moviendo el punto de atención a voluntad y si nos empeñamos en sumergirlo en el Misterio el cerebro lo hará…”
    El Misterio, entones,  ¿es antes o después, Juanel? porque si quedamos asombrados y perplejos es frente a una presencia  que se nos da,  por tanto,   no es que el cerebro lo hayamos de dirigir a voluntad sino que es el cerebro mismo que está sumergido en el Misterio. Otra cosa es que  el cerebro le interesa más unas cosas que otras  pero entonces ya no estamos hablando de profundidad sino de superficialidad

  • José Ignacio Calleja

    Ayudas mucho con los conceptos, Juanel. Escribes: “partiendo de aquí tomo por espiritualidad a la actividad que algunos realizan de profundizar y sumergirse en el Misterio asombrados, perplejos, expectantes”… “con todo la pretensión que con esa actividad cubrimos la distancia que nos separa de la divinidad lo encuentro una falacia del orgullo humano, un imposible”. (Comento: no lo ; si hay divinidad, lo creo – razonablemente – pero no lo sé; y si accedo a ella, lo creo, – razonablemente., pero no lo ).
     
     
    Y antes has concluido, pero… “emplear la palabra espíritu para los logros del espíritu humano tales como el arte, los mundos de sentido y significado, etc., y relacionar todo ello con la espiritualidad, lo encuentro impropio en sentido estricto”. Comento: ¿Por qué? ¿Por la indefinición que introduce? ¿Por qué nos abre a compresiones no religiosas de lo espiritual? ¿Por qué sitúa la posibilidad de lo religioso en estructuras antropológicas universales? Yo todavía me quedo con la observación de que algo en nosotros nos hace constitutivamente “espirituales” y si esto da cuenta o conecta en algo con el último “sentido” de “la realidad”, y si lo tiene, lo llamo fe. No espero que me lo decida la estructura fundamental del cerebro humano, por más que sus advertencias me ayuden no poco con su sentido crítico.   
     
     
    Sin ironía y, a mi juicio, una y otra vez, nos propones recortar en los hechos el objeto de estudio, y, a continuación, que concluyamos que no encontramos nada que no hayamos previsto. Estoy de acuerdo. Una vez que acepto tus presupuestos, yo tampoco encuentro más. Saludos.  

  • Juanel

     
    No confundo ni pienso que son la misma cosa religiosidad y espiritualidad. Sobre la espiritualidad ya he expresado mi opinión en el comentario anterior. Sobre la religión me viene bien poner aquí algo que le comenté a un forista escéptico-agnóstico en otra página web hace unos días:
     
     
    “si tú no tienes esperanza en el triunfo final del bien, que desaparezcan para siempre el sufrimiento y la enfermedad, el mal y la muerte, entonces no tengas religión. Si no necesitas que muchos te perdonen y que tú puedas perdonar a los que hiciste daño, ni amar ni que te amen aquellos que se alejaron, entonces no tengas religión. Si no quieres comprenderlo todo, conocerlo todo, explicarte todo y en definitiva si no crees que la plenitud humana será una realidad en la que tú, los tuyos y los de más lejos podrán un día convivir realmente, entonces no tengas religión. No hay tiempo en tu vida ni tampoco en la de tus nietos para que todo esto se cumpla. Si no crees que todos tendremos una segunda oportunidad tras la muerte para que todo culmine, entonces no tengas religión. La divinidad es lo único capaz de sostener la esperanza. Y la religión es aquello que nos re-“liga” a la divinidad, que se nos presenta y ofrece de formas muy diversas. Y si no hay ninguna oferta religiosa que dé suficiente credibilidad, pues si se quiere todo lo anterior y más, habrá que re-inventarla.”
     
     
    Saludos cordiales

  • Juanel

     
    Aclaremos conceptos Ana, con la mayor suavidad y cariño. Para mí el espíritu como “sustancia” está exclusivamente en Di*s, no en nosotros, lo digo por aquello de que Di*s es espíritu y por lo del Espíritu Santo. Espíritu se refiere a algo, a la sustancia completamente distinta que corresponde a lo Otro Incognoscible. Ni está en nosotros ni la podemos conocer. A la pregunta de qué está hecho Di*s sólo corresponde el silencio, el espíritu de Di*s sólo pone nombre al silencio. Partiendo de aquí tomo por espiritualidad a la actividad que algunos realizan de profundizar y sumergirse en el Misterio asombrados, perplejos, expectantes. Y esto es posible porque a nuestro cerebro lo podemos dirigir moviendo el punto de atención a voluntad y si nos empeñamos en sumergirlo en el Misterio el cerebro lo hará. Puede que esta actividad de sumergirnos en el Misterio nos proporcione paz, seguridad, armonía,…., si está bien dirigida, porque en caso contrario nos puede llevar al terror, psicosis, enajenación, experimentar visiones y alucinaciones,… Con todo la pretensión que con esa actividad cubrimos la distancia que nos separa de la divinidad lo encuentro una falacia del orgullo humano, un imposible.
     
     
     
    Emplear la palabra espíritu para los logros del espíritu humano tales como el arte, los mundos de sentido y significado, etc., y relacionar todo ello con la espiritualidad, lo encuentro impropio en sentido estricto. Claro que el término espíritu tiene otros significados como el espíritu de la letra, el espíritu del vino, el espíritu de la ley,…. y en este sentido el espíritu del ser humano, o el de lo religioso. Este sentido se refiere al meollo de las cosas, a su núcleo de sentido, que dependen de nuestro entorno, circunstancias y cultura. Y para esto no necesitamos para nada el término espiritualidad, porque en mi opinión lo que hace es confundir las cosas.
     
     
     
    Es verdad Olga que podemos tener experiencias de dilución del yo y de fusión con el entorno o el Cosmos. Con estas experiencias se relacionan las extracorporales, es decir, aquellas que el probando se ve a sí mismo como flotando y viéndose a sí mismo reposando plácidamente en la cama. No son experiencia espirituales ni extraordinarias. Se trata simplemente de sobrestimulación de la circunvolución angular derecha, que pueden ocurrir en circunstancias de anestesia total, sueño, influencia de narcóticos o miedo extremo. Son cosas de nuestro cerebro y de su actividad. Ejercitarse en estas experiencias para el que esté motivado, pues me parece bien si las sabe utilizar en beneficio propio o para los demás, todo depende.
     
     
    Saludos cordiales

  • M.Luisa

    Siempre ocurre lo mismo,  por un determinado enfoque   de algo,  en este caso el del cerebro  volvemos  a  contrastar ideas que ya se sabían delimitadas por la cantidad de veces que nos han salido al paso.   Como  la de la  espiritualidad y  la de  la religión.
     
    En este sentido  no sólo estoy de acuerdo  con quienes dicen  que ambas  se pueden dar por separado  sino que  en caso de que una religión pueda  derivar  en espiritualidad que es mucho decir, pienso, que se   debe a la anterioridad estructural  de esta sobre aquella.
     
    Yo,  al igual que José Ignacio tengo un gran respeto por las consideraciones científicas que el amigo Juanel nos aporta, sin embargo sobre lo que nos dice: que los cerebros humanos se estimulan de la misma forma ante estímulos espirituales o religiosos,  todo parece indicar pues, según él,  que en  el cerebro se “integrarían” por el aprendizaje y el ejercicio  entidades  externas y   debidamente conceptuadas.
     
    Esta concepción del cerebro  como órgano de Integración    (Sherrington)   es una entre otras  concepciones  que del cerebro se pueden tener. Pero aquí dado que el tema  que se  debate  es  profundamente humano y dado también el acuerdo  de unidad psico-sómatica  en la que  el ser humano consiste,   de lo que se trata, pues,  es de una concepción del cerebro  científica – filosófica   y entonces el cerebro se nos presenta no como órgano de “Integración”        sino de  “Formalización”.
     
    La Formalización  del cerebro  hiperformalizado  en los humanos  abre la clausura  de los estímulos a una formalidad no estimúlica, es decir, independiente   que determina la necesidad de intelección y la exigencia de  mantenerla en vilo en un mundo real  abierto a la belleza (José Ignacio)  al arte,  a la creatividad y a la espiritualidad.

  • olga Larrazabal

    Hola Juanel, siguiendo en tu línea,
    ¿Podría hablarse en vez de “cualidad” de una “potencialidad” presente en los cerebros humanos igual p.ej. a la capacidad de descifrar símbolos (lectura) o a la capacidad matemática?  Porque hay millones que no saben leer y millones que no saben sumar o espontáneamente no aplican la regla de tres, porque nadie les ha enseñado, y viven de lo más bien. Pero alguien  captó por primera vez la conexión matemática y lo estimuló en otros.  Lo mismo pasa con la potencialidad de percibir sensaciones que llamamos espirituales. Al existir esa potencialidad, la de conectarse con visiones y sensaciones de tipo espiritual, algunos la descubrieron espontáneamente, otros  a través de los alucinógenos presentes en la naturaleza y se extendió la idea de que existía la experiencia.  Y en Oriente descubrieron que se podía entrenar esta experiencia, del mismo modo que te entrenas en un gimnasio.
    Existen experiencias de conexión con el cosmos que son bastante habituales sin estimulación ninguna.  Una vez conversando con el que era Director del Instituto de Investigaciones Tecnológicas donde yo trabajaba, que era hiper racional, comunista de partido y ateo, me contó que el experimentaba “satoris” bastante a menudo pero no extraía de eso conclusiones religiosas. Pero era un hombre lleno de bondad y humanidad, que emanaba paz interior, y un luchador por la justicia.  Lo que pasa es que el no llamaba “religión” a esos sentimientos.  Todo esto me lo contó porque yo había tenido una de esas experiencias y no sabía cómo catalogarla

  • Flavio Gutierrez

    He leido el articulo precedente y sin animo de doctrinizar, suguiero estas  conferencias  (lamentablemente en ingles)
    1) Sobre el origen de nuestra tendencia religiosa como especie humana:
    http://keentalks.com/why-we-believe-in-gods/ (~54 mins)
    2) Aspectos cooperativos morales  en animales:
    http://www.ted.com/talks/frans_de_waal_do_animals_have_morals.html
    3) Ateos que adminran aspectos didácticos en las religiones
    http://www.ted.com/talks/lang/en/alain_de_botton_atheism_2_0.html
    Subtitulos en español

  • ana rodrigo

    Juanel, comencé mi anterior comentario diciendo que el término espiritual no es sinónimo de religioso, si bien lo religioso sea una actividad espiritual. Y defino lo espiritual como intangible e inmaterial en tanto en cuanto no podemos meter en una probeta de laboratorio  ninguna actividad espiritual. Tú dices: “Otra cuestión son universos de discurso o marcos del lenguaje, conjuntos de conceptos o sistemas lógicos, mundos de sentido y significado, … propios de la cultura humana y para esto no necesitamos ninguna espiritualidad.”  De lo que parece  desprenderse que, según tu criterio, la espiritualidad es un ente autónomo y separado del individuo, cuando yo lo que quiero decir es que un concepto, un discurso o una experiencia, es un acto espiritual en sí mismo como opuesto a lo material, y no por eso está separado del sujeto o deje de ser real.

     
    Que de toda esta actividad cerebral creemos sistemas de conocimiento o religiosos, es decir, espiritualidades, es una derivada.
     
    Y jamás afirmaría que tenemos acceso a la divinidad por la vía del conocimiento. Como dice José Mª Castillo, Dios es Dios por su trascendencia, en el momento en que pudiésemos “atraparlo”, dejaría de ser Dios.
     
    Ya he dicho que si no tenemos el mismo concepto sobre determinada terminología, estaríamos hablando en idiomas diferentes.
     
    Otra cuestión sería hablar de las distintas espiritualidades como realidades estructuradas y objetivamente al alcance de su análisis y estudio.
     
    Pienso, que al igual que las sociedades humanas tenemos todas estas capacidades para organizarnos como sociedad avanzando en todo aquello que el ser humano “sueña” como bueno para los individuos y la colectividad, es bueno desarrollar algún tipo de espiritualidad como vehículo o instrumento que nos ayude en nuestro caminar. Lo que nos ocurre es que hasta ahora espiritualidad se ha utilizado en sentido religioso, que no es mi caso.
     
    Y, como no somos compartimentos estancos, tampoco quisiera que alguien dedujese de mis palabras que yo concibo la espiritualidad como un escapismo para evadirme de la realidad cotidiana, pues más bien es todo lo contrario, si una espiritualidad no te ayuda a afrontar la realidad cotidiana, eso es un autoengaño. Nunca deberían ser términos excluyentes. Por eso es tan importante saber dónde estamos y hacia dónde caminamos, y esto son actividades espirituales.
     
    Un abrazo cordial.

  • Juanel

     
    Ana Rodrigo, gracias por tu afectuoso saludo.
     
    Dices: “las capacidades correspondientes al desarrollo de aspectos y actividades pertenecientes a ese mundo no tangible e inmaterial que llamamos espiritualidad.” Supongo que el mundo intangible e inmaterial al que te refieres no es un mundo sobrenatural o subnatural sino que se refiere al ámbito de la divinidad. Esto lo supongo porque si lo que sugieres es que los sentimientos o las experiencias vivenciales son capaces de crear un mundo “real” distinto al que están viviendo y siendo el resto de seres vivos e inertes que nos acompañan, entonces no puedo admitirlo. Formamos parte de los mismos ecosistemas y redes tróficas,….., no estamos de ningún modo en un mundo aparte creado por los seres humanos. Otra cuestión son universos de discurso o marcos del lenguaje, conjuntos de conceptos o sistemas lógicos, mundos de sentido y significado, … propios de la cultura humana y para esto no necesitamos ninguna espiritualidad. Si a estos mundos les aplicas el término “real”, lo usas en un sentido muy diferente al que tiene para mí.
     
     
     
    Si con mundo no tangible e inmaterial te refieres al ámbito de Di*s, entonces mi opinión es que no tenemos esa capacidad de acceso a la que te refieres. Si tu crees que sí pues explícame cómo, ya no te pido que me des pruebas y menos científicas sino sólo alguna explicación razonable o creíble. Y es que para mí no tenemos ningún método ni modo para saltar de nuestro ámbito al de Di*os, puesto que no somos dioses al menos aún no, aunque algunos se lo crean.
     
    Saludos cordiales

  • Juanel

     
    Cierto José Ignacio que mi radicalidad racionalista y cientista me hacen abordar los problemas con “prejuicios” y también, que disminuyo los matices y cautelas (Oscar) que en estos temas se deben tener, porque afectan profundamente a gran cantidad de personas. Disculpas si hiero sensibilidades. Siempre digo que el conocimiento no es sólo científico, pues hay conocimiento que utiliza otros métodos y tienen objetos y objetivos distintos a la Ciencia. Pero cuando esos otros conocimientos se introducen o tocan los del campo científico, entonces en mi opinión hay que poner mucho cuidado en no buscar subterfugios de escape, huyendo de la criba científica, sino asumiéndola y trabajar en el encuentro de puntos de colaboración multidisciplinar como ya se hace.
     

    Me dices: “Donde hay emoción por la belleza, ya hay espiritualidad humana en su momento originario… me cuesta comprender al ser humano sin capacidad alguna para la belleza.” Las emociones, por la causa que sean, no son cualitativamente distintas al resto de actividades del cerebro. En ellas están implicadas la amígdala cerebral, el núcleo accumbens y el hipotálamo además de algunas áreas corticales. Y como toda actividad cerebral se amplían cuando las ejercitamos. Es difícil encontrar personas sin sentimientos ni emociones, a menos que estas zonas cerebrales profundas se encuentren lesionadas o inhibidas con determinados fármacos. Las emociones tienen una respuesta “casi” inmediata mucho antes de que la corteza prefrontal pueda ejercer el control sobre ellas. Son componente esencial para tomar decisiones e incluso para el sentido común, el razonamiento o la evidencia lógica. Cuando se muestran imágenes en las que el probando siente una gran emoción, invariablemente los núcleos de recompensa cerebrales muestran una intensa actividad. En definitiva, aunque aún es prematuro yo por mi radicalidad cientista digo, que no hay razones para buscar el “origen” de lo emocional fuera de las actividades cerebrales y por tanto tampoco cabe admitir la hipótesis de la espiritualidad como posible explicación de lo que sentimos.
     
    Gracias Oscar por escucharme y me alegra que te guste lo que digo.
     
    Saludos cordiales.

  • ana rodrigo

    Querido Juanel, a partir de esto que tú escribes “La idea de que todos tenemos esas capacidades o cualidades espirituales, religiosas o trascendentes, nos vienen de nuestra cultura que ha insistido durante siglos que eran constitutivas de la “naturaleza humana”, hago dos puntualizaciones, una, que no creo que sea lo mismo espiritual, religioso o trascendente. Y segundo, que ya dije ayer que si no coincidimos en definir la palabra espiritualidad, será muy difícil avanzar en el debate.
     
    Yo hablé de capacidad, a no ser que el cerebro de un ser humano quede en estado vegetativo. Ten pongo un ejemplo: Todo bebé nace con la capacidad del lenguaje y, en concreto, el lenguaje verbal, pero si es sordo y nadie le estimula esa capacidad, se quedará sin lenguaje, no sin la capacidad.
     
    Es cierto que tanto el lenguaje, como tantísimos aspectos del desarrollo humano nos vienen de la interacción con el entorno, pero es que no es posible imaginar la especie humana sin esta interacción, si bien eso no quiere decir que no tengamos las capacidades correspondientes al desarrollo de aspectos y actividades pertenecientes a ese mundo no tangible e inmaterial que llamamos espiritualidad.
     
    De ahí la importancia de la educación durante la infancia y la adolescencia, de ahí la importancia de vivir en constante socialización enriqueciéndonos de la sabiduría y de las experiencia ajenas, colaborando, a su vez, cada cual con nuestro granito de arena a hacer avanzar en la humanización de la especie.

  • oscar varela

    Hola juanel!
     
    ¡Excelente!
     
    Seguí que te estoy escuchando.
     
    ¡Vamos todavía! – Oscar.
     
    PS.: Lo de José Ignacio es muy buena observación. Obliga a percibir matices y cautelas (cautelas, no parates)
     
    Tu “estilo” Comentario (dejar “aire” entre parrafadas) es bueno.

  • José Ignacio Calleja

    Juanel, me enseñaron a nos despreciar cuanto ignoro, así que no voy a negar tus planteamientos científicos; tu conclusión, “En definitiva la espiritualidad, la religiosidad, la capacidad de trascendencia,… no son ni intrínsecas ni innatas“, sí que me parece excesiva para la ciencia; o quizá, que la ciencia, como tú nos la muestras, primero dice cómo puede conocer algo y, después, que sólo existe lo que puede ser conocido de ese modo. Mi mente es muy racional, pero veo en esto un prejuicio ontológico y epistemológico; por lo menos lo sospecho.

    (Juanel y Oscar Varela), si nuestra capacidad de crear y gustar de la belleza (¡emoción!) mostrara nuestra innata condición espiritual, el cómo esto se desarrolle en espiritualidades, religiosas o no, con trascendencia o sin ella, es lo que habría que depurar desde el respeto y cuidado de la vida humana de todos, y de todo, y especialmente de las víctimas.

     Donde hay emoción por la belleza, ya hay espiritualidad humana en su momento originario… me cuesta comprender al ser humano sin capacidad alguna para la belleza. Ya sé que no has dicho esto, Juanel, pero me gustaría que fueras menos “cientista” en la percepción del concepto “espiritualidad”. Yo no creo que esto sea convertir la “condición espiritual” del ser humano en un “cajón de sastre”; no necesariamente. Espiritualidad, religiosa o no, con trascendencia o no, (¡eso ya se verá y cuidado con los sucedáneos laicos!), de la “vida buena” para todos, con todos, y en todo. Saludos.  
     

  • Juanel

     
    En mi opinión, la espiritualidad no es ni una capacidad intrínseca (Ana) ni una cualidad presente en todos los cerebros humanos (Olga). No he encontrado ningún dato que pueda verificar, apoyar y menos demostrar esta hipótesis. Al contrario, muchos seres humanos pueden vivir y de hecho viven sin ningún punto de espiritualidad ni de trascendencia. Las diversas culturas tienen espiritualidades muy diversas y algunas carecen completamente de ellas. No todos los cerebros humanos se estimulan de la misma forma ante estímulos espirituales o religiosos. Bajo técnicas de resonancia magnética funcional (RMf), algunos con elevada práctica espiritual presentan una actividad muy acusada en una región localizada del lóbulo temporal, a otros se les activa ligeramente mientras que abundan los que no presentan ninguna actividad. La experiencia espiritual que dicen tener estos últimos tras la prueba es que no tienen ninguna. El cerebro tiende a aumentar vías y conexiones nerviosas cuando se refuerzan por el uso y cuando no se usan disminuyen hasta su desaparición, y el cerebro las aprovecha en otras actividades.
     
     
     
    Podría pensarse que el cerebro dispone de esa área del lóbulo temporal predispuesto para la espiritualidad, vamos que viene de fábrica y sólo crecerá o no por el uso, pero esto no es así. El cerebro lo que hace es archivar en sus vías diferentes estímulos sensoriales que le llegan ya distribuidos por el tálamo en la base del cerebro. Por tanto el origen de la espiritualidad no es interna al propio cerebro sino que proviene de los estímulos externos. Si le llegan estímulos espirituales pues el cerebro reservará un área para ello y si no no lo hará. En definitiva la espiritualidad, la religiosidad, la capacidad de trascendencia,… no son ni intrínsecas ni innatas. Si nadie nos las enseña y trasmite el cerebro no reserva ningún área para ello. En conclusión podemos afirmar en neurociencia que esa cualidades o capacidades humanas se originan y crecen en nuestro cerebro por el aprendizaje y el ejercicio ligado a una cultura de determinada sociedad o grupo humano, aunque sean muchos los que las hayan incorporado.
     
     
     
    Eso no lleva al abandono de tales prácticas sino todo lo contrario. Si queremos tenerlas lo mejor será ejercitarlas, con lo cual nuestro cerebro dedicará más vías y ampliará la zona dedicada a estas actividades, haciéndose cada vez más eficaz por la práctica.
     
     
     
    La idea de que todos tenemos esas capacidades o cualidades espirituales, religiosas o trascendentes, nos vienen de nuestra cultura que ha insistido durante siglos que eran constitutivas de la “naturaleza humana”, sin saber exactamente de qué estaban hablando, y movidos por interés de imposición religiosa. Hoy hay que tener mucho cuidado con lo que se ha dicho desde siempre, por que chocan frontalmente con los conocimientos de la ciencia y su papel eficaz de filtro o cribado de ideas.
     
     
    Saludos cordiales

  • Gabriel Sánchez

      He leido con mucho cuidado este texto…no voy a poner hacer uno de mis largos alegatos, pero gustaria que tomaramos en cuenta el hecho de que esta resquebrajadura civilizacional, tiene como uno de los nucleos, el hecho de que todo lo que dabamos por seguro se ha ido resquebrajando, hasta desmoronarse y que la ciencia hoy, en la mayor parte de su disciplina a nivel cientifico, percibe que la realidad es mucho más caotica y compleja que una serie de leyes, postulados y axioma, lo que es más podiamos decir intimidante, se han observado fenomenos cuya comprensión no esta clara, a tal punto que existe una diversidad de hipotesis de trabajo…El hombre estaq descubriendo que la realidad es un complejidad caotica de tal magnitud, que podríamos usar aquella vieja metafora de la hormiga que trata de comprender cuál es el limite del mundo…o desde su perspectiva cual es la realidad…la autosuficiencia tradicional de los seres humanos, sea por religión (apoderarse de Dios ) sea por ciencia (explicar toda la realidad y resudirla a leyes, axiomas, postulados)…es un tiempo pasado, hoy nos situamos en el tiempo de la complejidad, ante realidades tan inabarcables es bueno que la humanidad vuelva a repensar sus vinculaciones y su relaciones…Gabriel

  • h.cadarso

    Perdón, el texto del evangelio de Juan al que me refiero es el capítulo 14, versículos del 1 al 12.

  • olga Larrazabal

    Hola Juanel:  Estoy de acuerdo contigo y con Oscar, la fe se necesita como motor para vivir el bien día a día, aunque el clima sea adverso y el neo liberalismo nos venda el mercantilismo y el egoismo que involucra, como único camino.  En cuanto a lo de espiritual, es como el cajón del sastre, palabra que aguanta muchas cosas. J Sobrino previene, y con razón, sobre los que creen que son del cielo, porque no son de este mundo. Además dentro de las experiencias “espirituales” se meten todas las experiencias paranormales que tengan como tema apariciones de santos o demonios y curaciones milagrosas, estigmas y que al parecer, están dentro de las posibilidades de lo humano y no necesariamente pasan por el mejoramiento personal en términos de elevación en sus virtudes. Y lo digo por experiencia personal, porque he conocido personas con poderes paranormales, de comportamiento sumamente terrestre y casi delictual, y tenían visiones del futuro, se desdoblaban,leían la mente etc.  Parece ser que la espiritualidad budista, con sus técnicas de aquietamiento de la mente y concentración en el tema de la compasión, aprovecha ciertas cualidades que existen dentro de todos los cerebros humanos, que producen paz y felicidad, que son en el fondo lo que busca la mayoría de las personas a través de conductas inadecuadas que pasan por la dominación, el poder, la riqueza a toda costa.  Pero conjuntamente con esta espiritualidad y como paso previo, estaría el autoconocimiento psicológico, que ayuda a quitar el “ruido” que provocan nuestras experiencias mal digeridas y colocarlas en contexto. El “conócete a ti mismo” que es una tarea de por vida.  Entonces la cosa va en tres patas:  Autoconocimiento y sanación psicológica, (conócete a ti mismo)  prácticas de aquietamiento de la mente para el logro de la Paz y la Felicidad como lo practican los budistas y otras corrientes orientales y tercero la praxis de la Compasión en todos los ámbitos de la organización humana, tal como lo vivió Jesús, que no sobra en este cuento, y que nos proporciona la Fe para mantenernos en el Camino.

  • sarrionandia

    Un buen estudio sobre estos temas es el nuevo libro de Mariano Corbí que, para quien le interese, lo puede bajar gratis desde la siguiente dirección informática de internet;
    http://www.bubok.es/libros/212900/Reflexiones-sobre-la-cualidad-humana-en-una-epoca-de-cambios

  • ana rodrigo

    Quizá un problema que tenemos al hablar sobre religiones y espiritualidades, es la dificultad de definir qué es espiritualidad. Hasta hace poco tiempo, creo, que la espiritualidad se asociaba casi exclusivamente con lo religioso, y me gusta ir dando sentido autónomo a la espiritualidad. Yo quiero definirla, no tanto como instrumento, Juanel, sino como capacidad intrínseca al ser humano, que le saca de lo instintivo y que le posibilita el transcender la mera materia tangible, así como de aplicar esta capacidad, a todo aquello que fomenta la plenitud del ser humano, precisamente desde esta capacidad espiritual de superación constante en todo aquello que hace feliz al propio sujeto y a sus semejantes.

  • Juanel

     
    En atención a lo que dice Oscar, en mi opinión la fe la necesitamos para todo cuanto hacemos en la vida. Si no nos vale la pena lo que hacemos con fe apasionada pronto nos desanimamos, y si nos empecinamos en seguir en ello, pues requerirá un mayor gasto de energía por el mayor esfuerzo y probablemente salgamos derrotados. Tengo muchos tipos de fe pero la principal, a la que le doy la máxima importancia, es la fe en el triunfo final del bien logrado en el tiempo por el empeño y el esfuerzo humano. Esta fe me mueve apasionadamente a trabajar por el bien en lo cotidiano como apunta Olga.
     
     
    Y la mejor imagen que tengo del bien para todo el género humano es la plenitud que coincide con el Reino de Dios que centró el mensaje de Jesús de Nazaret. Por lo que sé de Jesús no se se trata sólo de un “mensaje” o doctrina, sino que Jesús vive, dice, hace… instalado en esa plenitud que comunica y trata de transmitir (Ana). Y éste es el núcleo de mis creencias. No tengo las creencias “de” Jesús, sino que creo “en” Jesús. No puedo ni quiero evitarlo, yo tengo “sacralizado” a Jesús, la máxima calidad humana, y con él a toda la humanidad en plenitud sin exclusiones. Con ello satisfago mis inquietudes religiosas, desprendidas de lo sobrenatural, de la magia ritual, incluso de la espiritualidad y trascendencia que para mí no tienen peso ni son importantes en ellas, aunque no las excluyo.
     
     
    La espiritualidad como base de la religiosidad le veo problemas. Y es que lo que está relacionado con el espíritu, y la espiritualidad lo está, está cargada con significados de larga tradición que no comparto, y aunque se trate de darle hoy otros lo que hacen a mi modo de ver es confundir lo que se quiere decir. Además con la espiritualidad se relacionan las “religiones” de la New Age, las que pretenden volver a sacralizar la Naturaleza, las de tendencia orientalista, …… las cuales en nada se relacionan con mi religiosidad. Sin embargo, podría estar de acuerdo con José Ignacio cuando dice que su apreciación es que las personas “espirituales” las ve mejores personas que las que no lo son. Pero si me permites el criterio de juicio que sigues no es que tengan elevadas experiencias místicas muy espirituales sino el bien, de ser buenas personas, de ser más “humanas” en la dirección de Jesús. Por tanto haces como yo la espiritualidad la pones al servicio de lo humano. Y yo la rebajo aún mas reduciéndola a mero ejercicio, una técnica para cargar las pilas.
     
    Saludos cordiales

  • ana rodrigo

    Querido Oscar, al decir yo que el Dios de Jesús es amigo de los humanos, no traté de dar (dios me libre!!) una definición de Dios, sino de definir al Jesús que invocaba a un Dios con el que se identificó en su vida y en sus hechos, ya que muchas de las palabras puestas en su boca, cuando se escribieron, ya habíann pasado por el filtro del “boca a boca” y no son tan fiables como su praxis. Por eso tiene sentido eso de “quien me ve a mi ve al Padre”.
     
    Y estoy de acuerdo contigo en que la misericordia no nos viene de fuera, sino que la “producimos” nosotros agarrándonos a referentes vitales concretos. Cuando Jesús toma como referente a ese tipo de Dios misericordioso, nos está diciendo que quien quiera seguirle a él, deberá tener ese referente. Claro que esto está referido a quienes le sigan, no es obligatorio creer en él ni en su Dios.
     
    Y por eso nadie puede llamarse cristiano o cristiana si no sigue esta misma línea de vida, no de teorías e ideas o dogmas o teologías que parece ser la prioridad de la Iglesia Católica-institución, no así la de tantos millones de creyentes que han seguido y siguen ese modo de vida tan humano y tan humanizador.
     
    De ahí que, pienso yo, deberíamos precisar más cuando hablamos de la Iglesia pensando en la jerarquía y en la institución, a cuando hablamos de la iglesia, con minúscula, como comunidad de personas ejemplares donde las haya, las ha habido y las hay.
     
    Es obvio que se puede ser humano en plenitud sin ser cristiano, pero no se puede ser cristiano despreciando lo humano. Nadie se debe considerar cristiano si no prioriza por encima de todo al ser humano, sus derechos como tal, la com-pasión, la misericordia, y todo lo que supongo caminar hacia la plenitud desde el otro, junto al otro, de la mano del otro.
     
    Mientras las religiones no eliminen el lastre de confundir lo accidental con la esencia, lo contingente con el fundamento, el objeto con el valor, las costumbres con la ética, la tradición con el origen base y fundamento de la existencia de una religión, o, por lo menos, de la cristiana, estaremos errando el camino y el objetivo.
     
    La espiritualidad post-religional, va por la vía de la humanización, no de la evasión trascendental, etérea e intangible, aunque para muchas personas este dimensión humana le sea necesaria.

  • oscar varela

    Sí!

    Que Gaby, en cuanto pueda nos saue de dudas.

    Un pajarito anda diciendo que las tiene de su salud.

    ¡Vamos Gaby todavía! – Oscar.

  • oscar varela

    Hola!
     
    I.- José Ignacio, te leo:
     
    hay una espiritualidad de la vida buena; y además, que no reniega de alguna significación religiosa,; habrá que discernirla, pero la veo
     
    Creo haber estado discerniendo:
     
    1º) religioso y profano
     
    2º) fe y creencias
    ·················
    El Tigre -en cada generación-
    tiene que “empezar” a ser Tigre
    una y otra vez lo mismo;
    Es Prole; una “contigua” a la otra.
    e.d.: en interminable “da capo
     
    El ser humano: NO.
    “Empieza” donde dejó la anterior;
    Uno y otro diferente, “nuevo”, auroral, inaugural, Augusto, Autor, etc.
    Es Heredero; uno “continuo” al otro.
    e.d.: en terminable y continuado seguir yendo.
    ··················
    Lo “religioso” solo alienta vida en las “Religiones”
    (si es que queremos hablar claro” y no poner la luz debajo de la mesa)
     
    Si quiere dar fruto tendrá que fervir y esfumarse
    en su nuevo conquistado estado:
    es lo que he llamado SERIEDAD.
     
    Ponerse a re-volver lo “religioso” en las Religiones (que es donde nació y está)
    es convertirse en estatua de sal.
     
    Lo “religioso” de las Religiones hay que respetarlo
    como se respeta a los ante-pasados,
    gracias a los cuales estoy hoy acá,
    sin que me hagan un tétrico “toc, toc, toc” en las espaldas
    y me cague de miedo.
     
    Enterrados esos muertos, en paz con ellos,
    gano la franquía de no ser molestado al cuete.
    ···············
    II.- ana, te leo:
     
    “El Dios de Jesús, es el Dios amigo de los humanos”
     
    No es mi comprensión de Dios,
    sino la que nos estuvieron “vendiendo” (a sabiendas o no)
    de un “Dios misericordioso”.
     
    Yo no había llegado a eso:
    Que NO HAY Dios misericordioso;
    Sino que hay Misericordia como “Tarea de los hombres y mujeres”.
     
    Mi experiencia y mi Pensamiento
    no lo veían viable en la vida humana
    (ya lo señalé muchas veces con letra de Tango:
    “Lo que aprendí de tu mano / no sirve para vivir)
     
    Llegué a eso gracias a Salvador Santos “Exégeta”
    (no gracias al carnicero de la esquina,
    a quien la única exigencia decente que le hago
    es que no me venda gato por libre;
    la “exégesis” no es su “oficio” exigible)
     
    Bueno, sigo ¡llegando y yendo! ¿está bien? – Oscar.

  • Mª Antonia Martínez

    Gabriel, un abrazo para tí en este momento fuerte para tí!!!

  • mª pilar garcía

    ¡¡¡Gracias Oscar!!!

    ¡¡¡Gracias Olga!!!

    Estoy de acuerdo; como no sé expresarme con tanta claridad como vosotros,  quiero posicionarme, según mi vida va madurando, creciendo cada día.

    ¡¡¡Gracias!!! Llenáis de alegría mí corazón, de lucidez mi mente, que va descubriendo nuevas miradas, observando todo cuanto me rodea:


    ¡¡¡Desde la vida, mía y la de las demás personas!!!

    mª pilar-pili

  • José Ignacio Calleja

    No sé si se puede probar o no que el ser humano es intrínsecamente “espiritual”, y si esa espiritualidad siempre es de uno u otro modo religiosa; no lo sé, Juanel; pero creo que el ser humano de hoy, en cualquier lugar, es más humano si es “espiritual” y es menos humano si vive y piensa como si no lo fuera. Es evidente que hemos de aclarar esa condición espiritual que yo reclamo del ser humano para humanizarse en corresponsabilidad con todos y con todo. En mi propuesta, dónde buscar un nuevo paradigma religioso de la espiritualidad humana que, a mi juicio, nos mejora como “humanos”; yo lo intento en Jesús de Nazaret (Ana Rodrigo). Lógicamente, tengo que reconocer que en él hay una espiritualidad de la vida buena; y además, que no reniega de alguna significación religiosa, (lo siento Oscar Varela y Salvador Santos); habrá que discernirla, pero la veo; esa realización religiosa de la espiritualidad no reniega de la sociedad del conocimiento, aprende y la respeta, pero tampoco le regala la verdad de la vida por adelantado, ni siquiera por científica (Juanel). Y referida nuestra experiencia a la experiencia de Jesús, interpelada y desvelada por ella en la vida cotidiana, (sí, exacto, Olga), es vida que cambia, o como me gusta decir, vida liberadora con los samaritanos del mundo. Es difícil hacerse entender, pero lo intento. Saludos.

  • ana rodrigo

    Querido Honorio, terminas tu comentario de esta forma El ser humano desnudo y privado de todo es lo más cercano e idéntico al Dios que buscamos, y eso es lo que hemos descubierto en Jesús. ¿O no?”   Pues yo, al contrario que Oscar, te contestaría: “ pues sí”, efectivamente, el cristianismo, y aquel que inició el paradigma cristiano en clave de humanismo y humanización, Jesús, después de 2000 años, sigue siendo tan válido como en su comienzo. El Dios de Jesús, es el Dios amigo de los humanos, y quien acepte esta religión ha de seguir el ejemplo de Jesús. Y, si alguien, no siendo religioso, hace lo mismo y hace lo mismo, da igual, estamos en lo mismo. Esta es la espiritualidad post-religional.
     
    El problema lo plantean las religiones, no los principios religioso-humanos-espirituales que estuvieron en sus orígenes. No se puede sacralizar un objeto, convertirlo en oro con piedras preciosas, no se pueden sacralizar construcciones por muy catedrales que sean, no se pueden sacralizar personas por muy jerarquías que sean, no se pueden sacralizar ritos y creencias, mientras una religión se olvide del ser humano.
     
    Y esto es lo que piden las sociedades actuales a través de las nuevas “tablas de la Ley”, la Declaración Universal de los DDHH. Y, como dice Honorio, esto es lo que hizo y “legisló” el iniciador de la religión cristiana, referente ético para creyentes e increyentes.
     
    Y éste es el gran abismo que separa a las religiones de la sociedad actual, cuando se sacraliza lo absurdo e inhumano, y se olvidan de lo esencial, el ser humanos en sí mismo y, en concreto los seres humanos más desvalidos y más necesitados de humanidad. Esta es la auténtica espiritualidad laica o/y religiosa en la que podemos coincidir todos.
     
    Pero las religiones, como instituciones configuradas al servicio de su propia supervivencia,  se han encerrado en su propia burbuja, se han aislado de la realidad, y por eso se han convertido en un obstáculo para la espiritualidad universal, espiritualidad entendida como la encarnación de los mejores sentimientos de los seres humanos.

  • oscar varela

    Hola!
     
    1º) Honorio:
    -“¿O no?”-
    -¡No!
     
    Para darte cuenta  de ese mi “no”, tendrías que preguntarte:
    ¿por qué te parece tan lisa y llanamente sencillo eso de
    -Quien me ve a mí, ve al Padre- o –Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida-.
     
    2º) Olga:
    me has entendido mejor que yo a mí mismo
    ¿dónde abrís el Taller? Me anoto.
     
    3º) juanel:
    lo mismo que a Olga. Y con más precisión.
    ·············
    De cualquier manera hay que tener cuidado
    en reducir la “fe” a un mero ámbito “religioso”.
    (la “fe” es un Asunto profano –también y sin también)
     
    La “religión” es un “adversario” del Conocimiento (ya hace unos 2500 años).
     
    Pero la “fe”, no solo no es “adversario” sino que es un “sostén” empecinado del Conocimiento.
    La Ciencia (y el “científico”) cree (lo sostiene la fe de que) a pie juntillas en su “razonamiento lógico”,
    importándole muy poco si las cosas de la vida se comportan como ella razona ideas.

    Y hacen bien, no es su “función” dentro de la economía del “Pensar”,
    que es la de “saber a qué atenerse” el ser humano en su vida.
     
    El “científico” del Páncreas me estará dando horas y horas “clases” sobre
    Bilirrubinas (o lo que sea) pero solo al “profesional” llamo para que me diagnostique y cure..
    Y que yo le pague.
    ···············
    Se ha colado como “nuevo” eso de distinguir entre “fe” y “creencia”.
    No está mal. Pero sólo es un aspecto de graduación.
    Lo malo es que no deja percibir que la “fe” y la “creencia”
    son Asuntos profano y solo religiosos como lastre consuetudinario,
    hace tiempo: anacrónico.
    ················
    El Texto del Post muestra claramente la hilacha
    cuando da por supuesta la “religión” como “re-ligación”.
     
    Nada que ver. Religión, si quiere ser algo hoy; tendrá que ser uno de los dos aspectos o caras de la Vida humana: SERIEDAD. (la otra cara es la de Júpiter: JOVIALIDAD)

    * Nada de Negligencia;
    * Todo de Religencia
     
    Bueno: parece que ¡Voy todavía! – Oscar.

  • h.cadarso

    Por si a alguno le sirve, les sugiero que lean el texto del evangelio de Juan  del próximo domingo en el que Jesús dice: “Quien me ve a mí, ve al Padre…” “yo soy el camino, la verdad y la vida”. Jesús es simple, lisa y llanamente un ser humano, un ser humano con un grado de humanidad, humanismo y grandeza de alma exerpcional, que a su vez nos arrastra y empuja consigo a las cumbres más altas del humanismo.
    Y el Padre que busca Felipe, el que buscamos todos los creyentes, está en ese ser humano, en todo ser humano oprimido, aplastado, derrotado, asesinado…No hay más Dios que ese Dios. El Pastor alemán Dietrich von Hoeffer abunda en esta teología-filosofía. Y nos dice que tenemos que vivir como si Dios no existiese.
    Esto podría sonar a planteamiento ateo, a negación de Dios. Pero quizá en los tiempos que vivimos “es lo que hay”, es el nuevo paradigma, tan nuevo como viejo… El ser humano desnudo y privado de todo es lo más cercano e idéntico al Dios que buscamos, y eso es lo que hemos descubierto en Jesús.
    ¿O no?

  • olga Larrazabal

     Oscar, si te entiendo, tu nos muestras que todo ese tinglado de teólogos nos invitaría a cambiar de “creencias” en lo intangible y que Jesús nos invitó a cambiar de vida, lo cual es bastante más radical.  Me parece acertada tu proposición si suponemos que las creencias no influyen en el comportamiento humano.  ¿Influyen?  ¿O el ser humano se las arregla para  creer por un lado y actuar por otro? O entramos en el viejo tema de las pulsiones, a las que disfrazamos de creencias en algún valor que suene bonito.  Tendríamos que postular la religiosidad de la consecuencia en la vida corriente, ya que de tanto mirar para arriba, a los cielos, nos andamos tropezando con el empedrado.

  • Juanel

     
    En mi opinión la Comisión Teológica EATWOT da justo en el clavo cuando afirma que la “sociedad del conocimiento” no puede asumir las religiones en general que nos han llegado con origen en las sociedades agrícolas-ganaderas del neolítico. El nuevo paradigma hacia el que nos movemos, impulsado por la ciencia, choca frontalmente con los sistemas religiosos heredados, y los puntos conflictivos que el documento señala me parece que son un acierto descriptivo del problema.
     
     
    Sin embargo, después del esfuerzo deconstructor de las “religiones neolíticas” en mi opinión se queda corto al tratar de salvar lo religioso. Habla de la “naturaleza humana” (término vago heredado del paradigma anterior) diciendo que la especie humana además de Homo sapiens es Homo espiritualis. Y añade para apoyarlo que desde el inicio de nuestra especie fue espiritual. Esta afirmación es indemostrable y menos científicamente, y lo más probable es que no lo fuese. También la espiritualidad humana fue probablemente una construcción religiosa humana muy anterior al neolítico, en el paleolítico quizás del musteriense, por las mismas razones que en el neolítico, la cohesión de los grupos humanos, la forma de entenderse a sí mismos, y en su relación con el entorno. Es evidente que la sacralización de la Naturaleza y llenarla toda ella de espíritus que controlaban mediante ritos, fueron muy ventajosos para la supervivencia, al disminuir el terror de su dependencia a las fuerzas naturales. Con ello el propio ser humano se llenó de espíritus que gobernaban sus estados de ánimo y sus vidas. Todo era entonces misterio y trascendencia, pues el centro de poder y conocimiento lo colocaron mucho más allá de sí mismos y que sólo los chamanes se atrevían a invocar.
     
     
    Buscar un nuevo paradigma religioso en la espiritualidad ancestral del paleolítico en lugar de buscarlo en la humanidad de hoy, en sus esperanzas y futuro, me parece poco adecuado para la sociedad del conocimiento.
     
    Saludos cordiales

  • Equipo Atrio

    Un error de códigos, introducido involuntariamente en el comentario de Antonio Duato, bloqueaba el hilo a partir de él y no salía el recuadro de escribir. No lo podíamos notar desde nuestro ordenador administrador del sitio, pues en él no se producía ese corte. Pero ya está arreglado tras haber sido advertidos por varios que no podían entrar.

  • ana rodrigo

      
    Respecto al cambio de paradigma en las distintas religiones, habría que analizar cada una de ellas y sus diferentes contextos sociales.
     
    Hay algunas religiones, como la islámica, que en amplísimos sectores, mayormente en los países musulmanes, están caminando en sentido contrario al cambio de paradigma social que se da en otros lugares del planeta. Busca resguardar y proteger su religión de factores ajenos a la misma.
     
    El budismo, al no ser una religión propiamente dicha, no tiene tantos problemas, si bien, la tendencia a la desacralización de todo lo espiritual, también le está afectando.
     
    Mientras que el cristianismo, en sus distintas iglesias y en los distintos lugares, hay ligeras variaciones; no es lo mismo Norteamérica, que Hispanoamérica, que países de resistencia de pequeñas minorías, que países occidentales.
     
    Yo diría que son estos últimos los que están marcando más notoriamente la tendencia del cambio de paradigma de la que hablamos. Y como todo cambio de paradigma, con el tiempo, sea el que sea, se irá expandiendo cual mancha de aceite, lenta, pero impregnando a las sociedades.

  • Jaume PATUEL

    He leído el artículo y me ha aparecido  importante, además de interesante.
    Es cierto que hace tiempo se habla del nuevo lenguaje religioso(Geffre) como cita Duato. Pero creo que también hay algo más: Una nueva antropología (desaparece la helénica: cuerpo/alma/espiritu): el acceso a la Realidad por un doble camino: el de las necesidades (dual) y el de la gratuidad (no dual). Pero en todo ello, el punto de partida no es una creencia sino una experiencia. Y ésa va a encontrar  múltiples caminos para su viviencia y su reflejo constructivo en la sociedad en este cambio continuo, nuevo e impactante, a pesar o junto con la crisis. que es un simple epifenómeno (que no quita que haya dolor o sea doloroso a distintos niveles.) Y a la par caigan cabezas o guillotinadas por los poderes del momento sean económicos, políticos e incluso, aunque duela, eclesiásticos.
    La dimensión o consciencia cósmica o nivel consciencial universal o el Fondo, o Ultimidad,  esa  és intrínseca al ser humano. Y los Maestros nos lo enseñan. 

  • ana rodrigo

      
    Las religiones han jugado una apoyatura a la existencia humana muy importante, ya sea a nivel individual o a nivel colectivo. Perder estas seguridades ofrece muchas resistencias, pero en la medida en que los individuos y las sociedades van madurando, también van consiguiendo una autonomía que les lleva a dejar lastre. Pero este lastre no es una cosa cualquiera, son creencias, creencias en cosas sagradas, y, cuando entramos en el mundo de lo sagrado, entraña una dificultad muy especial. Por tanto el primer paso sería desacralizar “lo sagrado”, cambiar nuestra mente, diríamos, perder el respeto a lo sagrado. Pero esto no se hace con un acto volitivo, sino de una manera muy sutil y casi imperceptible. Y, como no se sabe bien dónde está el “enemigo”, por eso es tan difícil protegerse del mismo. Es como el aire que respiramos, que está ahí, invisible, pero real.

  • ana rodrigo

    Es un artículo muy interesante, bien estructurado, quizá un poco ambicioso, y que nos evidencia una realidad, o una tendencia, como dirían algunos, pero tendencia imparable y de amplio espectro. La historia de la humanidad ha sido siempre un fluir, a pesar de los diques con que, en momentos de cambio, se le ha querido contener.
     
    A nivel individual que tenemos la percepción (para los más impacientes) de que los cambios son muy lentos, pero, si miramos atrás y hacemos un repaso panorámico, nos daremos cuenta de que la historia no se detiene, ni nadie la fuerza ni nadie la para.
     
    En este momento de cambio de época las cosas en todos los campos de la realidad, -ya sea ciencia, tecnología o social en cualquiera de sus aspectos,- son más rápidos que en épocas anteriores.
     
    La cuestión religiosa, como un elemento social más, también se está viendo sometido a cambios. Y esto daría mucho de sí a la hora de un análisis concienzudo en el que ya están muchas personas, como, por ejemplo, Mariá Corbía través de Centro de Estudio de las Tradiciones de Sabiduría, CETR, de Barcelona, en busca de una espiritualidad laica.

  • oscar varela

    Hola!

    1º) Tocayo Fortin:
    tu enlace http://humanisme.blogspot.ca/2011/11/et-si-lhumanite-etait-eglise-quels-en.html a mi no me encuentra nada.
    Tu posición, sin embargo y por lo poquito que decís: me parece acertada.

    De la que estoy seguro es la que presenta Salvador Santos en el cap. 13 de su “Un paso, un mundo” donde queda claro que “en la tierra” (donde se siembra la semilla) es la vida humana –sin necesidad de ningún “sobre-naturalismo” ni “religiosismo” ni cosa que se le parezca.

    Por eso es que dice la parábola (Mc 4, 26-29):
    él duerme y está despierto por la noche y por el día, y la semilla germina y va creciendo sin que él sepa cómo.
    El que quiera enterarse que se entere; la interpretación Juan-mateos-salvadoriana ¡ESTÁ AHÍ!
    Vea cada uno qué hace con ella.

    Mi alerta va en el sentido de que toda la Institución “teológica” productora de  este Post pareciera no haberse enterado. Y si se hubo enterado; y ahora se entera de mi ¡asombro! Les estaría agradecido de las razones del “des-carte”. No es cosa menor de lo que estamos hablando.
    ································

    2º) Antonio Duato:
    Te leo: “¿No tuvo al fin y al  cabo el mismo Jesús de Marcos esa pedagogía?

    No. De ninguna manera. La Pedagogía de Jesús consistió en el “estilo” PARÁBOLA.
    Los muy cabezas-duras no entendían un pito, ni entendieron nunca-jamás mientras vivió el Galileo, y hasta luego de ser zamarreados por las muchachitas temero-valerosas.

    A pesar de eso Jesús no reculó en nada –arriesgándose al fracaso de una Sociedad sin secuaces- anres de “atenciones ecuménicas del tipo “religioso”. Jesús llegó a la madurez de estar seguro de lo que había que hacer: ¡Vení y seguime! ¿No? ¿No lo captaste? ¡Lo lamento: al carajo! (traducción libre de “Vade retro Satanas!”)

    Esto es lo que yo entendí de Salvador Santos. ¿Estaré equivocado?
    ·························

    3º) Yo también:
    me debatía en preocupaciones; y le molestaba al amigo Salvador, que a pesar de su dolencia, me atiende.

    Le decía en una de esas conversaciones que tenemos “bajo el árbol y junto al canalito”:

    -“Yo estoy convencido que tu visión es la valedera.
    Y jugando –y no tanto- con las palabras, pienso que Salvador es el único que yo conozca (¿vos conocés algún otro además de Juan Mateos?) que va salvando a Jesús.”

    A lo cual me respondió:

    -“ Hay algunos especialistas que continúan el trabajo de Juan Mateos.

    Pope (hace algún comentario en Atrio de tarde en tarde) y mi editor fueron alumnos suyos.

    Un grupo de catedráticos de la Universidad de Córdoba trabaja en un Diccionario del griego del NT basado en un Método de análisis semántico desarrollado por J. Mateos

    (hay un libro publicado por él en 1989: Método de análisis semántico aplicado al NT).

    El Diccionario se publica por fascículos y sólo se dirige a universidades y a algunos expertos.

    Este esfuerzo, bastante desconocido todavía, ha permitido una comprensión lógica del evangelio que deja al descubierto a quienes lo utilizan para enseñorearse ante los demás atribuyéndose algún papel destacado en el juego de la religión.”
    ·············
    La idea sigue siendo: “No se esconde la Luz debajo de la mesa, sino que …”
    ·············

    4º) Aprovecho para comentar a los Cumpas atrieros,
    que ya he terminado el “refritado” de todo el Libro “Un paso, un mundo”
    sacando con “fórceps” el casi permiso (que no Autorización comercial) para “refritar” el Libro de 742 págs. a unas aprox. 200 págs. Sin que por ello pierda en absoluto lo integral de la Interpretación exegética.

    Salvador –en la medida que pudo y puede- me lo ha ido corrigendo y aprobando.

    La idea es tenerlo a disposición en Archivos Word, además de una edición fotocopiada y anillada, que pienso repartir entre el curerío casado y sus familias que vayan al XIX Encuentro de Brasil en Fortaleza del 27/6 al 1º/7.

    Puedo, desde ya enviar a Antonio Duato el Índice ya aprobado por Salvador;
    Y si le resultara interesante podría usarlo como “Curso-Taller” similar al de “Semillas de Igualdad”.
    Son 26 Capítulos mi refritado. Y todo se haría con la previa autorización de su Autor y su Editor.
    ··············
    Bueno ¡Sigo yendo todavía! – Oscar.

  • sarrionandia

    El artículo es pesado por la repetición de los mismos conceptos que no acaban de superar su indefinición. Una vez filtrada su nebulosidad se ve que contiene un mensaje actual e interesante que, creo, que no vamos a mejorar discutiéndolo, Por lo general somos demasiado reaccios a cambiar de ideas y menos todavía de costumbres, pero, si queremos actualizarnos en tiempo y eternidad, no tenemos más remedio que cambiar de camisata, la vieja está muy sucia!

  • kaláa

    ¡ Ea Gabriel !  No tiembles, que estamos todos siendo observados aquí contigo!
    Olvídate de los focos ,es  sólo pasar  una prueba más  y….. ¡Ya  conseguimos el dichoso  el papel!
    Saludos.

  • Me arriesgo con un breve comentario, esperando no estar fuera del tema.Hace unos meses sentí que mas creía, menos me sentía religioso. A partir de esta experiencia, escribí un texto (en francés) teniendo como titulo  que les pongo en español “Y si la Iglesia fuera humanidad que serian sus sacramentos?”  http://humanisme.blogspot.ca/2011/11/et-si-lhumanite-etait-eglise-quels-en.html
    La idea es que la Humanidad es Iglesia, la demora de Dios en que Dios sigue obrando para hacerla a su semejanza. Los sacramentos son los que mas actualizan esta action de Dios en el mundo: la justicia, la verdad, la compasión, la solidaridad, el amor…
    Espero que mi tocayo, Oscar Varela, no me va encontrar fuera del tema.

  • mª pilar garcía

    ¡Adelante Gabriel!
     
    Te acompaño con todo mi corazón, mente, y esperanza.
     
    Un abrazo entrañable.
    mª pilar- pili

  • h.cadarso

    El texto que nos propone Atrio me parece muy interesante. En primer lugar, porque nos aconseja y nos reclama una buena dosis de humildad y de inseguridad y duda a la hora de emitir juicios sobre una situación de la civilización humana, la cultura y la religión tan imprecisas, tan vacilantes, tan inesperadas y sorprendentes.
    Vivimos una crisis de la civilización, una búsqueda de nuevos caminos: casi nada de lo que teníamos hasta ahora nos sirve para alumbrar el futuro…Yo no me atrevo a condenar a los que se quedan quietos sin saber a dónde ir, anclados en el pasado; tampoco me atrevo a criticar a los que se arriesgan en nuevos caminos, casi a ciegas, dando bandazos…
    Siento un gran respeto por todos. Creo que es lo que deberíamos sentir todos…¿O no?

  • oscar varela

    Hola Maite!

    Buen apore el tuyo. Gracias!

    Se te ve poco por estos atrios.

    ¿En que andás?

    Abrazo – Oscar.

  • Antonio Duato

    ¡Gabby!

    Mucho ánimo y que la vida fluya serenamente por todas tus células hasta que se convenzan esas estrambóticas mutantes que no tienen nada que hacer en tu organismo. Rezo y sumo mi energía a la tuya en esa pacificación celular.

    Y, entrando en el tema, comprendo la reacción de Oscar. ¡Cuántas vueltas hay que darle al coco y al lenguaje para llegar a un cambio de paradigma al que llegan con más radicalidad Juan Mateos y Salvador Santos desde la lectura de Marcos!

    Pero yo entiendo que no es solo por mantener su tingladillo de “teólogos y teólogas”. Hacen teología ecuménica e interreligiosas, que ya es mucho. Pero temen perder re-ligación con Dios y en definitiva Teo-logía pues en ese caso ya no hablarían a sus comunidades (católicos populares, evangélicos, musulmanes…) desde “dentro”, para ayudarles al cambio.. ¿No tuvo al fin y al  cabao el mismo Jesús de Marcos esa pedagogía?

    Aunque yo personalmente -y creo que conmigo la mayoría de los que frecuentamos Atrio- estoy más por considerarme “pos-religioso” que simplemente “pos-religional” (¡!). Buscar igualdad, profundidad (¿espiritualidad?) y plenitud humana en el devenir concreto de acontecimientos.

    El verdadero diálogo “interreligioso” sólo se puede hacer abandonando el lenguaje religioso y asumiendo el lenguaje laico universal, como hace ya tiempo decía el dominico Geffre en un artículo que publicó Iglesia Viva hace siete años y que sigo recomendando: http://www.iglesiaviva.org/222/222-31-GEFFRE.pdf

  • Maite Lesmes

    Creo que este documento se entiende mejor si previamente tenemos en cuenta este documento-marco de José María VIGIL, perteneciente a la EATWOT, asociación cuya E viene de "ecuménica" y que además de su sección para AL tiene alcance mundial:
    http://servicioskoinonia.org/relat/415.htm

  • Maite Lesmes

    En primer lugar, mucho ánimo y que te toquen buenos especialistas, querido GABRIEL. Eso sí, tendrás que hacer caso a los buenos consejos que te den. Esperamos tus buenas noticias. Un fuerte abrazo.

  • oscar varela

    ¡Vamos Gaby todavía! – Oscar.

  • Gabriel Sánchez

    Hoy me hago la tomografía, recen  por mi , quienes quieran hacerlo, prometo leer con detalle este hilo de la Asociación de Teólogos y Teólogas del Tercer Mundo, porque los nombres que impulsan, trabajan y crean me merecen el máximo respeto por sus profundo y siempre iluminador proponer…que en algunos caso, también es admiración y cariño…


    Ahora parto rumbo al análisis.-  Gabriel

  • oscar varela

    Hola!
     
    Tal vez alguien podría arriostro-preguntarme:
     
    ¿Y cuál Sastrería me recomiendo usted, señorito insatisfecho?
     
    Mire –le diría; el Señor de este Portal ya nos lo vino insinuando
    (y yo creo haberlo repetido hasta que, quizás, le haya aburrido)
     
    Señalo sólo dos cosas:
     
    1ª) La comprensión de las cosas de la vida humana nos las enseño suficientemente Jesús el Galileo.
    Pero hablamos de la Interpretación de Juan Mateos, que acá en ATRIO nos actualizó Salvador Santos.
    Yo, por mi parte, vengo refiriendo Textos claves –por lo concisos- entresacados de su Libro Un paso, un mundo.
     
    No es ningún secreto que la tal interpretación esta “ninguneada”, que no es lo mismo que “refutada”.
    Con el agravante escandaloso que ni siquiera los “progres” se enteran ni quieren enterarse y compartir.
     
    Ud. señor que me pregunta; le pregunto: ¿de qué lado está?
     
    En el final de un Post –que ahora no recuerdo cuál- el Moderador de este Portal se inclinó por esa línea
     
    2ª) La misma Redacción de Atrio ya está actuando en ese sentido al cambiar el Slogan que lo vio nacer.
    (un Tango diría que “ya no eres más mi Margarita, ahora te llaman Margot”)
    Ahora ATRIO ya no es más “Lugar de encuentro entre lo Sagrado y lo Profano”
    Ahora es algo más radical (más en la raíz) es: LUGAR DE ENCUENTRO.
     
    Y es posible que nos esté preguntando ¿qué te parece cholito?
    ··················
    Ya ven señoras y señores de la Comisión Teológica Internacional de la EATWOT (Asociación de Teólogos y Teólogas del Tercer Mundo) que mi crítica va en el sentido del aporte que solicitan.
     
    Gracias por preguntar! – Oscar.

  • oscar varela

    Hola!

    Asi va terminando la propuesta:

    “* Lo que viene es un tsunami.
    * Los riesgos son graves, en todos los órdenes.
    * Es deber de la teología responsable avizorar estos problemas y tratar de acompañar este «tránsito» inevitable en el que ya estamos.
    * Tanto en el aspecto teórico como en el práctico, el tema merecería mucha más extensión que la de esta sencilla «propuesta teológica».
    * Nosotros la dejamos aquí, y la entregamos a consulta y debate, deseosos de que sea corregida y mejorada.”
    ···············
    ¿Qué te parece cholito?

    Esimo que:

    1º) esta pre-ocupación “teológica” es de agradecer.

    2º) El enfoque es “religioso”.

    3º) El enfoque “profano” solo está presente como “desafío”.

    4º) El enfoque “profano” no veo que sea “constituyente” radical.

    5º) El enfoque “religioso” y el desafío “profano” dan solo una razón EVOLUTIVA
    (y esto lo tiene “clarito” -aun epistemológicamente y con la terminología acá usada de “Sistema operativo”, etc.- “clarito” ysin “gravedad de temores” Ken Wilber, que acá brilla por su ausencia. Sólo hay nombradas las habituales calañas “filosóficas” y “teológico-pastorales” usando a Latinoamérica para justificar las cabriolas)

    6º) Cualquier enfoque solo EVOLUTIVO oculta solapadamente una “era privilegiada”, a la que los taraditos de nosotros aspiramos y no llegamos (el conocido “Moloc” tragatutti) ¡Estamos sonados ¡no?!

    En fin, no les veo porvenir a estos esfuerzos. No tienen “Intelegancia”.
    Esta Sastrería de “corte y confección” fabrica un vestido que le “chinga” a la vida humana.

    ¿Qué le voy a hacer? ¿Ir todavía? ¡Bueno; y gracias igual! – Oscar.