La nueva cosmología, derivada de las ciencias del universo, de la Tierra y de la vida, viene formulada en el arco de la evolución ampliada. Esta evolución no es lineal. Conoce paradas, retrocesos, avances, destrucciones en masa y nuevas recuperaciones. Pero, mirado desde atrás, el proceso muestra una dirección: hacia delante y hacia arriba.
Somos conscientes de que renombrados científicos se niegan a aceptar una direccionalidad en el universo. Simplemente no tendría sentido. Otros, como el conocido físico inglés Freeman Dyson, cito solo a uno, afirma: «Cuanto más examino el universo y estudio los detalles de su arquitectura, tantas más evidencias encuentro de que él, de alguna manera, debía haber sabido que estábamos en camino».
Mirando retrospectivamente el proceso evolutivo que tiene ya 13,7 miles de millones de años, no podemos negar que hubo una escalada ascendente: la energía se volvió materia, la materia se cargó de informaciones, el caos destructivo se hizo generativo, lo simple se hizo complejo, de un ser complejo surgió la vida y de la vida la conciencia. Hay un propósito que no puede ser negado. Efectivamente, si las cosas en sus mínimos detalles no hubiesen ocurrido como ocurrieron, no estaríamos aquí para hablar de ellas.
Con razón escribió el conocido matemático y físico Stephen Hawking en su libro Una brevísima historia del tiempo (2005): «Todo en el universo parece haber sido ajustado muy finamente para permitir el desarrollo de la vida. Por ejemplo, si la carga eléctrica del electrón hubiera sido un poco diferente, se habría alterado el balance entre las fuerzas electromagnéticas y gravitatorias en las estrellas, y o bien habrían sido incapaces de convertir hidrógeno en helio, o bien habrían explotado». De una u otra manera la vida no podría existir.
¿Cómo emerge Dios en el proceso cosmogénico? La idea de Dios surge cuando nos planteamos esta pregunta: ¿qué había antes del big bang? ¿Quién dio el impulso inicial? ¿La nada? Pero de la nada nunca sale nada. Si a pesar de eso aparecieron seres es señal de que Alguien o Algo los llamó a la existencia y los mantiene en el ser.
Lo que podemos sensatamente decir es: antes del big bang existía el Incognoscible y estaba presente el Misterio. Sobre el Misterio y el Incognoscible, por definición, no se puede decir literalmente nada. Por su naturaleza, ellos están antes de las palabras, de las energías,de la materia, del espacio y del tiempo.
Pues bien, el Misterio y el Incognoscible son precisamente nombres que las religiones, también el cristianismo, usan para significar lo que llamamos Dios. Delante de él es mejor el silencio que la palabra. No obstante, puede ser percibido por la razón reverente y sentido por el corazón como una Presencia que llena el universo y hace surgir en nosotros el sentimiento de grandeza, de majestad, de respeto y de veneración.
Situados entre el cielo y la tierra, cuando vemos la noche cuajada de estrellas, nos quedamos sin respiración y nos llenamos de reverencia. Surgen naturalmente las preguntas: ¿Quién hizo todo esto? ¿Quién se esconde tras la Vía-Láctea? Como dijo el gran rabino de Nueva York, Abraham Heschel: «En nuestros despachos climatizados o entre las cuatro paredes blancas del aula de clase podemos decir cualquier cosa y dudar de todo. Pero en medio de la complejidad de la naturaleza y empapados de su belleza no podemos callar. Es imposible despreciar la aurora del amanecer, permanecer indiferentes cuando se abre una flor o no quedarse pasmado al contemplar a un recién nacido». Casi que espontáneamente decimos: fue Dios quien puso todo en marcha. Él es la Fuente originaria y el Abismo alimentador de todo.
Otra pregunta importante es esta: ¿qué quiere expresar Dios con la creación? Responder a esto no es solo preocupación de la conciencia religiosa, sino de la misma ciencia. Sirva de ilustración lo que dijo también Stephen Hawking en su conocido libro Breve historia del tiempo (1992): «Si encontramos la respuesta de por qué nosotros y el universo existimos, tendremos el triunfo definitivo de la razón humana; porque entonces habremos alcanzado el conocimiento de la mente de Dios». Hasta hoy los científicos están buscando el designio escondido de Dios.
Desde una perspectiva religiosa, sucintamente podemos decir: El sentido del universo y de nuestra propia existencia consciente parece residir en el hecho de poder ser el espejo en el cual Dios se ve a sí mismo. Crea el universo como desbordamiento de su plenitud de ser, de bondad y de inteligencia. Crea para hacer participar a otros de su superabundancia. Crea al ser humano con conciencia para que pueda oír los mensajes que el universo nos quiere comunicar, para que pueda captar las historias de los seres de la creación, de los cielos, de los mares, de los animales y del propio proceso humano y religar todo a la Fuente originaria de donde proceden.
El universo todavía está naciendo. La tendencia es acabar de nacer y mostrar sus potencialidades escondidas. Por eso, la expansión significa también revelación. Cuando todo se haya realizado, entonces se dará la completa revelación del designio del Creador.
[Traducción de MJG]
No quise dejar pasar este magnífico artículo de Boff sin un comentario..Sin duda que Leonardo quiso llegar a la idea universal de Dios con ciertos elementos de la filosofía clásica…Aun los pueblos mas primitivos creyeron en un ser supremo..la razón humana ha podido llegar hasta allí..a pesar de la tan pregonada (hoy en día) “invisibilidad” del Creador…porque al ser humano nunca le ha faltado destreza para decubrir la causa por el efecto…contemplando, por ejemplo, un rascacielo en Manhattan, generalmente no hemos visto, ni veremos, jamás, al arquitecto que lo diseñó pero no nos cabe duda que alguien tuvo que ser la causa de tan enorme y complejo edificio…Lo invisible no anula la existencia de lo visible..cualquiera se preguntaría, sin ser astrónomos, quien pudo diseñar tan inteligentemente y tan complejamente la maravilla del Universo…y que hasta la ciencia ha formulado una nueva teoría sobre “ese diseño” para querer explicarlo de alguna manera…Y es que lo trascendente no es complemente aprehensible, ni comprensible, a nosotros, meras y contingentes criaturas limitadas
¿Que existía antes del Big Bang? Si existía el “caos” tampoco éste pudo darse la vida a si mismo…si existía la gravedad, tampoco ella pudo comenzar a existir sin una previa información..Puesto que ni el caos, ni la gravedad poseen la informacion por si mismos..sino que previamente la recibieron para poder existir..ya que no tienen en SI la razón de la existencia….Si el mundo NO es imaginario, tampoco su causa es imaginaria…Suprimiendo el principio de la causalidad, entraríamos mas profundamente en un misterio..en el misterio de la Creación misma
Si Dios es espíritu invisible entonces el Espíritu precedió y fue antes del caos y de la gravedad..y por tanto EL, Dios, es el ÚNICO SER que es necesario y que que posee la existencia en SI mismo y que es el origen de todo cuanto existió, existe y existirá…un saludo cordial de Santiago Hernández
Dices, Juanel, que el conocimiento “es algo que adquirimos con el estudio e investigación de las cosas que nos interesan o sentimos curiosidad, que las diversas culturas humanas han ido acumulando en el tiempo. Esto se debe a que el conocimiento puede transmitirse con exactitud entre las personas o de unas generaciones a otras” Pues bien, estando en parte de acuerdo contigo con esta descripción, no deja de ser tan sólo un tipo de conocimiento el cual además está muy lejos de ser el mismo conocimiento que con carácter de trascendentalidad, el pasado día en tu comentario me atribuiste al dar por hecho que yo “conocía bien la realidad”. Como esto es falso por eso te exhorté a que diferenciaras entre conocimiento y experiencia.
De la Realidad tenemos experiencia pero no conocimiento, es una idea de fondo la cual hila de continuo mis comentarios y esto es así sencillamente porque la realidad es abierta.
El carácter abierto de la realidad abre el ámbito de la trascendencia y simultáneamente el de la comunicación. Algo totalmente distinto a la mera universalidad conceptiva a la que te has referido al describir lo que entiendes por conocimiento. Se trata de una comunicación extensiva de lo real, por medio de la experiencia. Lo que es intransferible son los conceptos que al restringir la realidad, inexorablemente, ésta se va abriendo paso en el tiempo.
Por otra parte, no tiene nada que ver la experiencia de la que me hablas, es decir, de la propia de cada cual, con la experiencia de Dios que, si hemos de hacer honor al titulo del artículo, es a la que se refiere el mismo. La experiencia de Dios es probación física de realidad en las cosas. No obstante tal posibilidad es a nivel de realidad, es decir, abriéndonos “dimensionalmente” a lo que somos en profundidad, no encerrados en la “medida” del ser. Pero como ya dejas claro en el Post. “Panteísmo versus Panenteísmo” tu escepticismo sobre la deidad religante de las cosas, es por ello, pienso, que circunscribes la experiencia en un ámbito muy limitado.
En una visión más amplia que tuvieras de la ciencia, te ahorrarías dar este gran salto que te es tan necesario para creer.
Un cordial saludo
Vamos a ver MªLuisa, si consigo hablar contigo serenamente sin sarcasmos humorísticos ni salirme por la tangente. Sabes que mi tendencia extremadamente racionalista me impide saber a menudo lo que quieres decir y traducirlo a mi lenguaje cientista que es el que acostumbro a usar para entender las cosas cuando puedo hacerlo. Son limitaciones mías ¡que le voy a hacer!
Me pides que distinga experiencia de conocimiento. Conocimiento es algo que adquirimos con el estudio e investigación de las cosas que nos interesan o sentimos curiosidad, que las diversas culturas humanas han ido acumulando en el tiempo. Esto se debe a que el conocimiento puede transmitirse con exactitud entre las personas o de unas generaciones a otras. La experiencia es algo referido al ámbito personal que se comunica con dificultad y que no puede ser traspasado o transmitido de una persona a otra. Es un asunto personal intransferible, porque depende de las propias vivencias. La experiencia se adquiere viviendo. En consecuencia si esto es así, resulta imposible generalizar las vivencias y las experiencias personales que son muy diversas, tantas como personas.
Algunos opinan que todos los humanos tenemos un fondo común experencial porque pertenecemos a la misma especie, lo cual deriva de un concepto obsoleto, la “naturaleza humana”. En mi opinión esto no es así, siendo contradictorio con lo anterior por lo de personal intransferible, y además resulta indemostrable, incluso al tener mayor cantidad de datos de diferentes culturas apuntan justo en la dirección contraria.
Saludos cordiales
Seguramente, Juanel, el punto humorístico que, con el cangrejo, quisiste darle a tu comentario de ayer, responde a un recurso, a un salirse por la tangente en donde ocultar todo aquello que por no interesar se le lleva a un devenir desconcertante.
Lo que ya no tiene ese punto de humor es el otro recurso que empleas con la tergiversación. Porque me pregunto ¿De dónde sacas tú el que yo pueda conocer bien la realidad? ¡JAMÁS he dicho tal cosa ¡ Si hablo de ella, si intento comprenderla es porque en mi vida he tenido experiencia de ella. Pero dudo mucho que tú con lo que sabes no distingas entre experiencia y conocimiento, y por tanto quieras confundir.
Poniéndome ahora un poco en tu lugar, comprendo que, ante quien exprese la idea de que al final nos queda la mística, el encuentro con Dios en lo concreto de la vida y con ella el trato profundo con todas las cosas, comprendo, repito, que para ti que eres biólogo, una de ellas pueda ser el cangrejo. Pero ves? Lo que te decía, te sales por la tangente porque el cangrejo siendo real, su vida no consiste en ser realidad abierta sino que es vida constitutivamente “enclasada”.
¿Entonces, cómo pretendes sonsacarme y que hable de la trascendencia del cangrejo?
Hola, Juanel, ¡Te has olvidado en tu estudio hablar de la Nebulosa del Cangrejo!
¡Hombre!, claro que aquí hablamos de la trascendencia puesto que el articulo trata de cómo emerge Dios en el proceso evolutivo por eso si he de tomas en consideración lo que de ello interpretas pues la verdad así es como nos encontramos dialogalmente, sin avanzar
Ya he dicho en infinidad de veces que nosotros los humanos compartimos con los animales muchas cosas, entre ellas el Cosmos. Sin embargo, no estamos sólo en él como los animales ya que éstos, a diferencia de los humanos, hacen del cosmos un “medio”. En cambio, nosotros los humanos, como ya dije ayer en mi reflexión, hacemos del Cosmos un Mundo y esto sucede porque no sólo “estamos” en él, sino que en él “sabemos” estar. Sin abandonar la biología animal los humanos somos animal de realidades por lo que aprehenderla es lo propio de la intelección y es lo que nos abre a la trascendencia.
Esto me llevaría a decir muchas más cosas Juanel, y una de ellas precisamente sobre el cangrejo, pero hoy tengo familia a comer en casa y la cocina me espera. Si acaso a la noche haré un borrador sin prisas y si veo que puede aclarar algo lo comentaré aquí.
Un cordial saludo
Si cuando se dice “mística” quiere decirse “experiencia mística” habrá que recordar que son palabras mayores, experiencia reservada a unos pocos, de la que dificilmente se puede estar seguro si es trascender o simplemente alucinar. La contemplación ya es algo y bastante buena para nosotros, la tropa.
Yo no meclaría planos real e ideal, ni andaría saltando de uno a otro, ni comparando uno con otro. Por evitar incomprensión y confusión.
MªLuisa, ya lo sabes mi pensamiento es extremadamente racionalista y cientificista. Pero que quieres que te diga yo cuando veo un cangrejo, veo su especie y su lugar taxonómico, además de su nicho ecológico y sus relaciones, su morfología, anatomía, órganos, tejidos, células y moléculas que lo componen, ADN, proteínas y demás sustancias químicas, sus átomos y si me apuras los estados cuánticos que lo estabilizan durante cierto tiempo, hasta que muere y pierde su estructura-función como cangrejo. Tu hablas de transparencia, trascendencia, realidad de las cosas, ¿quizás del ser o esencia? ¿del cangrejo? Que quieres que te diga yo prefiero quedarme con el racionalismo y cientificismo, lo que sé de la biología, que con la trascendencia del cangrejo. Como ves puedo hablar largo y tendido sobre el cangrejo, dado que puede ser un buen objeto de investigación incluso de tesis doctorales que pueden traducirse en diversos tratados especializados. ¿Cuánto puedes hablar tú que conoces bien la realidad en base a la trascendencia del cangrejo? Las cosas hay que tomarlas con un poco de humor ¿verdad?
Si acaso puedes restringir la trascendencia a los seres humanos, pero incluso esta restricción a plazo más bien corto no podrá hacerse de manera tan libre y especulativa o sólo filosófica, pues muy pronto casi ya, habrá que contar con las neurociencias y las funciones cerebrales superiores de nuestra especie en estas cuestiones.
Saludos cordiales
Veo que se han escrito muchos comentarios desde que me apee en el de Quiel para seguir con su idea, en donde en su conclusión del escrito del pasado 19 dice: “… al final nos queda la mística, o como quiera llamarse, para encontrarnos con Dios en lo hondo de todas las cosas” por lo que sólo mi reflexión irá dirigida a esta idea para desplegarla un poco a mi modo, ya que mi línea de pensamiento siempre ha ido en torno a ella. En torno a que cada cosa tiene su momento de realidad por ser real, es decir, por ser de suyo lo que es, por tener su propia autonomía. Sin este momento sería el contenido de la cosa lo que nos llevaría a conceptuarla.
No es de extrañar que este planteamiento de lo concreto (también estoy de acuerdo con Oscar) muestre una vez más mi desacuerdo con el planteamiento vertical y por tanto estremadamente racionalista de Juanel.
La mística, la trascendencia no puede sino surgir de la horizontalidad en la que el ser humano se halla instalado. Desde la vida misma y desde las cosas con las que trata, aunque desde luego no considerándolas en su especificidad cósmica, es decir en superficie, sino profundizándolas mundanalmente, o lo que es lo mismo abriéndonos a su carácter de realidad.
Para mayor claridad, sobre lo que esto significa basta contrastarlo con lo que K.Wilber se refiere cuando distingue entre “cosmos” y “Kosmos” este último término en mi línea de pensamiento equivale a “Mundo”. Por eso más arriba hablo de profundización mundanal. En cambio, según mi modo de entenderle, compartimos la insuficiencia del cosmos en cuanto objeto cientifista, por lo que a partir de la cerrazón que conlleva tal visión no es posible salirnos de la concepción cosista de la realidad. De ahí el salto a las creencias que algunos tienen que dar.
Ahora bien, Cosmos y Mundo no supone como siempre sostengo que haya dos zonas, sino que, con respecto a nuestro conocer, son dos momentos de la misma realidad de la cosa. El Mundo es lo trascendental del cosmos porque éste no es más que el mundo sentido. No hay división ni separación, lo que hay es profundización, o, a modo de Teilhard de Chardin, transparencia.
Juanel: nuestro desentendimiento refuerza mis convicciones. El Ser trasciende la alternativa concreto/abstracto. El ente sí es abstracto al máximo y la ciencia que de ahí deriva mide y relaciona abstracciones.
La abstracción trasmuta lo concreto existente y nos somete a pensar y vivir en lo abstracto inexistente como si ahí residiera todo lo existente.
Los seres concretos son reflejos del inabstraíble Ser cuya vida es intemporal y, por consiguiente, no admiten demostraciones sino experiencias y eso es mística o experiencia de la realidad si bien oscurecida por las abstracciones de la temporalidad.
No sé si vale la pena seguir cotejando convicciones.
Sarrionandia, no lo quería hacer pero ya que insistes, poniendo a la ciencia en un lugar “casi” inservible por ocuparse de cosas inexistentes, te diré de entrada que tu seguridad con la que hablas del Ser carece de fundamento, no sólo porque no existe ninguna prueba o demostración que pueda contrastarse, sino que además tampoco hay razonamiento filosófico, metafísico-ontológico, capaz de sostenerlo sin apelar a las creencias.
El Ser deriva de una abstracción de la experiencia humana de “estar viviendo”, que lleva a la consideración de que somos seres junto con todos los de nuestro entorno. Pero a la cuestión del origen de los seres, la biología nos dice que provenimos de los primeros seres vivos, de estos al origen de la Tierra y de esta al origen de nuestro Universo. Si el origen del Universo depende de un campo cuántico con fluctuaciones, un objeto físico muy difícil de concretar y menos de comprender incluso por los especialistas, ¿de qué ser primero estamos hablando? Y ¿qué tiene que ver ese ser primero con nosotros? Pues nada en absoluto. De ningún modo los seres que derivan de ese campo primordial pueden estar incluidos en él, sea cual sea la forma en que se piense y se diga.
Pero tú no te refieres al ser o seres en el sentido que lo tomo yo. Partes que lo real existente depende del Ser y que todos los seres existen sólo en el ámbito del Ser como un todo, (mundo platónico de las Ideas), y que por tanto la realidad física es sólo apariencia inexistente. Las consecuencias de esta posición son desastrosas. La vida humana de aquí y ahora pierde completamente su valor, y lo razonable y consecuente entonces es dejar cuanto antes esta vida aparente, este sueño del ser, y despertar a la realidad del Ser en que realmente somos. ¿Por qué razón entonces no promueves una campaña eficaz de suicidios masivos para despertar del engaño en el que crees que estamos sumergidos?
Saludos cordiales
La reflexión científica puede cambiar las estructuras axiológicas del pensamiento y afilar con más fina sutileza sus medios de investigación pero nunca podrá trascender la fenomenalidad de sus conclusiones. La realidad del fenómeno como tal es lo que no llega a la realidad del Ser. La ciencia no tiene misterios sino enigmas que con el progreso prometen ser resueltos. La trascendencia de lo divino escapa por definición del alcance científico, siendo objeto de religión que si no afina su puntería queda en discutible mitología.
Pepe Blanco, espero que tu ausencia sea para tu bien, y aquí te esperamos. Un abrazo.
Gracias por tu respuesta, Óscar Varela. Me parece…, algo.
Una etapa de mi participación en Atrio se termina aquí. Quiero decir que estaré ausente una temporada larga. Regresaré. O no.
La ciencia no tiene el monopolio del conocimiento y menos en neurociencia, en la cual hoy grupos de investigación de gran relevancia se forman con especialistas muy diversos, incluidos los no científicos. Los saberes se suman porque facilitan perspectivas diferentes para abordar problemas complejos. Pero la ciencia sí es un instrumento muy potente de criba de propuestas que en el pasado se tomaban por válidas y hoy resultan insostenibles. No todo ni mucho menos de cuanto se dice en mística resiste hoy una auditoría en este sentido.
En mi propuesta Oscar, no veo la lógica que permita envolverla en mística. Quizás los seres humanos de la última generación en plenitud (que supongo igual biológicos que nosotros sin añadidos sobrenaturales), puedan por su tecnología avanzada conectar con nosotros y apurando las cosas nosotros conectar con ellos aún sin saberlo. Y aquí termina toda la mística. Carecemos de espíritu nosotros y los de la plenitud, según mi propuesta. Por tanto, el acceso directo con Dios está cerrado. Si esto es así ¿qué mística puede haber? Sin embargo, puede aún hacerse mística por la experiencia personal de sumergirse en el Misterio y profundizar en él hasta el vaciamiento de todos nuestros ligamentos y seguridades. Pero este ejercicio sin duda saludable, nada nos puede aclarar sobre lo inefable, lo que es totalmente distinto, lo Otro incognoscible, que es el ámbito de Dios.
Yo de lo que hablo de Dios es de su inmanencia, de su presencia en nuestra realidad temporal, física, como plenitud humana. No hablo de trascendencia ni de espíritu, sino más allá del final de la historia y de la plenitud. Desconecto una cosa de otra y por tanto no hay lugar para una mística digamos trascendente. No tenemos ninguna facultad ni capacidad de trascendencia, la tendremos pero aún no, y para ello tendremos que ser trasformados de seres biológicos a espirituales y salir de nuestro entorno al ámbito de Dios. Por tanto como bien dices es una cuestión de historia y de futuro.
Gundin la poesía bien, muy bien, pero el alma, el alma es otra cosa y hay que poner mucho cuidado en el sentido en el que se emplea. Este no es el lugar para dar un curso de neurociencia ¿no crees?
Saludos cordiales
¡Vaya!. ¡Así que el Deus ex-machina se ve desplazado por el conocimiento también de sus últimos refugios!, los de la poesía y el alma. ¡¿Será posible que acabemos todos materialistas?!.
Juanel: ¿En qué consiste el “revolcón” (“sin precedentes”, es de suyo) que las neurociencias dan a….?. Soy muy ignorante en esta materia.
No soy tan preciso como debiera, y si me pongo a ello, algo lograría, pero no es imprescindible. Mística es, en mi caso, lo que decía, “confianza en que algo muy íntimo y último sea VIDA, en todo, y de forma tan insospechada como inenarrable”. En este sentido, ningún saber humano en sus logros, es una amenaza; está en su derecho y es un gozo; y, a la vez, cualquier saber de hoy y de mañana que la niegue de forma absoluta, sabe más de lo que puede. No compiten, no se ignoran, no se niegan, suman en la conciencia humana abierta siempre a un “nosotros” desde “los más débiles y olvidados”. Saludos.
Un gran saludo
Mística es vivir el misterio, con abandono de pensamiento, lógica, gramática, lirismo, poesía y muchas otras lindezas.
En la Unidad divina del Ser todos somos eternos. Al nacer entramos en el tiempo inexistente y vivimos la experiencia de la liberación de nuestros engaños hasta el día de la muerte en que volvemos a lo que verdaderamente somos.
Lo que, en nuestra experiencia epistemológica, le añadimos al ser no es ser. De ahí que el espacio y el tiempo existan sin ser existentes y de ahí la dificultad de la conversión de la nada al ser. El ser no puede ser abstracto y ahí radica la dificultad para darle coherencia a nuestro pensamiento y consiguiente acción.
¿Mística? Tal como están saliendo las cosas relacionadas con las funciones cerebrales superiores sobre todo en este último decenio, yo tendría mucho cuidado y prudencia con lo que se dice. Las nuevas técnicas aplicadas a las neurociencias le han dado un revolcón sin precedentes, con una avalancha de trabajos multidisciplinares de investigación en este campo que ponen todo lo anterior patas arriba. El yo, la conciencia, la percepción, la memoria, la gestión emocional, la inteligencia racional, la empatía, el altruismo, etc., etc., se está cuestionando desde parámetros muy distintos a los que se proponían 20 o 30 años atrás desde la ciencia, la psicología, la filosofía…. incluso desde la religión. No creo que la mística de origen tan remoto, de tantísimos siglos atrás, salga inmune de todo lo que nos está cayendo encima.
Saludos cordiales