Otros temas

Autores

Archivo de entradas

Temas

Fechas

Calendario

agosto 2011
L M X J V S D
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
293031  
7416 Artículos. - 112759 Comentarios.

¿Puede aún salvarse la Iglesia?

En un momento en que Benedicto XVI sigue confiando en el esplendor de la Iglesia y sueña confiado en que el baño de multitudes de Madrid lo va a confirmar, su compañero y primer valedor  teológico, Hans Küng, acaba de publicar con este título un libro extremadamente crítico: Ist die Kirche noch zu retten?. De él habla en esta entrevista de Ralf Caspary hecha para un programa de la radio alemana el 3 de julio. Puede oírse o leerse en la lengua original en la página de SWR2
. Buen tema eclesiológico para este martes. [Atrio]


Introducción:
El tema de hoy es: “Diagnóstico: enfermedad mortal. ¿Puede aún salvarse la Iglesia?”.  Esta es la pregunta que se plantea en su último libro, publicado en Alemania por la editorial Piper Verlag, el teólogo crítico y especialista en ética mundial Hans Küng. Küng se muestra duro con la Iglesia y con el Papa. Escribe acerca de la censura, del absolutismo y de las estructuras autoritarias. Doy la bienvenida al combativo teólogo en esta Aula de la palabra.

Sr. Küng, me ha llamado la atención que su libro está impregnado de un cierto alarmismo. No podía seguir callando, debía escribir este libro en este momento concreto. Metáforas como “enfermedad”, “recaída”, “subida de fiebre” abundan en su libro. ¿A qué se debe este alarmismo?

Alarma sí, pero no alarmismo. Si me permite, lo explico inmediatamente. He de decirle con toda sinceridad que en estos momentos, tan sólo un par de meses después de su publicación, veo las cosas incluso más negras que el color de la portada de mi libro. Tenemos una iniciativa de diálogo de los obispos que ha quedado en agua de borrajas. Creo que el sociólogo de la religión, Michael Ebertz (Friburgo), tiene razón cuando habla de una segunda crisis en la Iglesia Católica, después de la crisis de los delitos sexuales. El episcopado se muestra obviamente incapaz de comunicarnos qué es lo que ha pasado, para que se pueda encauzar debidamente el diálogo. Seguimos sin saber cómo proceder para iniciar dicho diálogo, los obispos no se ponen de acuerdo y quieren excluir determinados temas. Recientemente hemos asistido a una serie de acontecimientos muy desagradables que justifican tanto mi análisis como mi alarma.

Usted ha llegado a decir que estamos en la segunda fase de la crisis. Ha hablado de falta de disposición a dialogar. Aclárenos, por favor, este punto.

Suponemos que los obispos han aprendido que no pueden seguir actuando de una forma tan autoritaria como hasta ahora, que han de escuchar al pueblo. Pero no es así, ni siguiera han aprendido eso. Creo que ¡nosotros somos el pueblo! La gente dice: se nos está agotando la paciencia, queremos participar en las decisiones, también en nuestras parroquias. Queremos elegir a nuestros obispos, queremos ver a mujeres en los diferentes cargos, queremos que haya agentes de pastoral, hombres y mujeres, que sean ordenados/as sacerdotes. Son eslóganes y demandas que reflejan el descontento de la gente. De hecho, se ha producido un cisma dentro de la Iglesia entre los que, ahí arriba, piensan que pueden seguir actuando con el estilo de siempre y el pueblo y una buena parte del clero liberal.

¿Qué reacciones ha desatado su libro hasta la fecha?

Se lo he enviado a todos los obispos alemanes y hasta ahora las reacciones han sido, cuando menos, cordiales. También se lo he enviado al Papa Benedicto con una cortés carta en la que le expongo como, en el fondo, mi intención es ayudar a la Iglesia, aunque tenga una idea diferente de cómo deberíamos proceder. Él me ha hecho llegar su agradecimiento, lo que me parece un gesto positivo. Tengo sumo cuidado en intentar conducir el debate con objetividad, sin traspasar la barrera de la ofensa personal y sin que la cuestión devenga en un asunto personal.

¿Qué reacciones ha provocado entre los laicos?
En pocas ocasiones he recibido tantas cartas agradeciéndome el libro, a pesar de tratarse, de hecho, de un análisis algo depre que puede producir desaliento. Me agradecen mucho que afirme que la recuperación es posible. El libro está repleto de propuestas concretas. No me puedo quejar de las reacciones, todo lo contrario, me anima mucho recibir casi a diario cartas de tanta gente, muchas veces de gente sencilla.

¿Cuáles son para Ud. los principales síntomas de esta crisis de la Iglesia Católica que diagnóstica en el libro?
Básicamente que las parroquias se están secando lentamente, en parte a causa del mensaje dogmático que viene reiteradamente prescrito desde arriba. Naturalmente tenemos también el problema de los cargos eclesiales. En el libro lo ilustro con el ejemplo de mi propia comunidad en Suiza. Durante mucho tiempo hemos tenido cuatro sacerdotes (los “cuatro caballeros”); hoy no queda ninguno. Seguimos teniendo a dos jubilados y a un diácono. El diácono lo hace fenomenal, un alemán, por cierto. No obstante, no puede presidir la eucaristía por no haber sido ordenado sacerdote. Y no puede ser ordenado sacerdote porque está casado. Es completamente absurdo. Hemos de abordar una serie de puntos muy concretos: 1. el celibato ha de ser opcional. 2. las mujeres han de tener acceso a los cargos eclesiales. 3. se ha de permitir que los divorciados participen en la eucaristía; 4. se han de establecer comunidades eucarísticas entre las diferentes confesiones sin esperar otros 400 años.

Estos son algunos puntos para la terapia. Volvamos al diagnóstico. ¿Cómo denominaría Ud. la enfermedad que afecta al núcleo de la Iglesia Católica?

La enfermedad es el sistema romano. Lo introdujeron los Papas de la denominada Reforma gregoriana, en honor a Gregorio VII. Así fue como se introdujo el papismo, el absolutismo papal, según el cual una sola persona en la Iglesia tiene la última palabra. Esto produjo la escisión de la Iglesia Oriental que no aceptó dichas modificaciones. De esa época procede el predominio del clero sobre los laicos. Padecemos un celibato para todo el clero que se introdujo en el siglo XI. Aquí pienso que está el origen de la enfermedad. Ahí surgió el germen. Se intentó erradicarlo con la Reforma pero en Roma encontró resistencia.

Con el Vaticano II se intentó luchar contra todo esto. Tuvo un éxito parcial, aunque no se permitió debatir ni sobre el celibato ni discutir sobre el papado. Se puede considerar que el Concilio tuvo éxito a medias. En estos momentos la situación es calamitosa. En Roma, en lugar de haber aprendido algo, como hubiera sido de esperar, y haber emprendido el camino de la liberalización, los dos Papas restauracionistas -Wojtyla y Ratzinger- han hecho lo contrario. Han hecho todo lo posible para que el Concilio y la Iglesia retrocedan a una fase preconciliar.

¿Se refiere al Concilio Vaticano II que intentó producir una cierta apertura?
Sí, los frutos del Concilio Vaticano II fueron excelentes: integró el paradigma de la Reforma en la Iglesia, incorporó las lenguas vernáculas a la liturgia, todo el pueblo participa hoy activamente en la liturgia, se revalorizó el papel de los laicos y el de la Iglesia Oriental. Incluso se ha producido una integración de los paradigmas de la Ilustración, de la Modernidad. Desde entonces se reconoce la libertad de culto y los derechos humanos; y tenemos una actitud positiva hacia las religiones del mundo y hacia el mundo secular. Pero éstos son precisamente los puntos en lo que Roma quiere retroceder. Roma lo tiene todo organizado para retener el poder.

Si le he entendido correctamente, desde hace unas décadas, en la Iglesia Católica, se ha producido una recaída, un retroceso, una fuerte concentración en el sistema de dominio romano ¿esto es lo que Ud. critica?
Sí. Esto queda de manifiesto en los siguientes puntos: primero, se han ido publicando continuamente documentos sin preguntar al episcopado y sin consultar a nadie previamente. Se trata de documentos de la curia que subrayan la pretensión de estar en posesión de la verdad, el monopolio sobre la verdad de la Iglesia Católica. En segundo lugar, tenemos toda la desafortunada normativa relacionada con la moral sexual que se ha ido publicando. Esta es la línea. En tercer lugar, tenemos la política de elección de personas. De forma sistemática, para los puestos de obispo y otros cargos de la curia se eligen exclusivamente personas fieles a esa línea. He escrito un capítulo entero sobre los motivos por los que los obispos guardan silencio: porque ya han sido seleccionados, porque previamente se han comprometido, porque en la ordenación han de prestar juramento al Papa, porque no pueden hablar libremente. Por eso escuchamos de todos la misma opinión. Los obispos se encuentran en una situación de gran presión, por una parte la que les llega de arriba, por otra parte la de la comunidad creyente.

¿Por lo tanto, Ud. dirige sus críticas también contra el monopolio de poder y el monopolio de la verdad del Papa?

Sí, exactamente.

¿Esa sería la principal herida?

Me imagino que si hubiéramos tenido otro Papa en la línea de Juan XXIII, la institución de Pedro sería algo magnífico. Podría ser una institución de guía pastoral, que inspira, que une. El papado actual es una institución de dominio que divide. El Papa divide a la Iglesia. Esta es una tesis que no se toma suficientemente en serio. Según las últimas encuestas, el 80% de los católicos alemanes quieren reformas.

El 20% que no las quieren son, por desgracia, los que sí son tomados en serio. Algunos obispos sostienen que entre los católicos hay dos grupos. No es cierto, no se trata de dos grupos. La mayoría quiere reformas. Es tan sólo una minoría de personas, con presencia en los medios, las que están en contra de las reformas. Ellos no representan a la Iglesia que deseamos tener. Como pueblo de Dios queremos una Iglesia en la que nos sentamos incluidos todos, no queremos un pequeño grupo dominante que controle todo.

Hay algo que no entiendo bien. Si Ud. critica al Papa actual y lo compara con otros Papas más liberales, entonces no es un problema de la estructura de la Iglesia, sino de la personalidad del Papa.

También recae en la personalidad del Papa. Joseph Ratzinger procede de un entorno conservador. Yo también procedo de un entorno conservador. Esto no es ninguna vergüenza, incluso se podría tornar en una ventaja. Pero él ha interiorizado este entorno. El vivió principalmente en Alemania sin conocer bien el mundo. Después se trasladó a Roma donde ha vivido en un gueto artificial en el que no se percibe lo que sucede en el resto del mundo. Al leer algunas declaraciones suyas, como el decreto que publicó sobre las otras Iglesias siendo aún cardenal, uno se  ¿dónde vive este hombre realmente, en la luna? Ahora ha anunciado una campaña de evangelización nada convincente. ¿Cómo se quiere evangelizar al mundo con un catecismo que pesa literalmente 1 kg? ¿Pretende torturar a la gente? Además está la cuestión de la enseñanza de la Iglesia. El habla expresamente de la “enseñanza del Papa”.

Esto, por supuesto, no hay persona ilustrada que se lo tome en serio. ¿Quién va a admitir a estas alturas que una sola persona reclame para sí el poder legislativo, ejecutivo y judicial sobre una comunidad de más de mil millones de personas? En tercer lugar, se está dando un impulso problemático al tipo de religiosidad popular tradicional que se quiere promover. Se producen estas terribles escenas en la que un Papa besa la sangre de su predecesor en su relicario de plata. Pero, bueno ¿dónde estamos? Esto es oscurantismo medieval.

Aprecio que se indigna cuando habla del Papa actual.

No, no se trata del Papa actual.

En su libro le critica con dureza. Habla, por ejemplo, de boato y despilfarro, de estructuras autoritarias. ¿Se le podría reprochar: Küng habla con cierto resentimiento?
No. Creo que sigo teniendo la capacidad de poder hablar muy bien con el Papa personalmente. Seguimos manteniendo correspondencia y él sabe que mi preocupación es simplemente la Iglesia; pero que tengo una concepción diametralmente opuesta a la suya en lo que al camino a seguir se refiere. Me interesa resaltar que no hemos llegado a esta situación por el Papa Ratzinger, sino como evolución desde el s. XI. Aunque Joseph Ratzinger y su predecesor hayan hecho todo lo posible para volver a un paradigma medieval de la cristiandad.

Sr. Küng, ¿el sistema romano no se asienta en el Nuevo Testamento y en la Historia de la Iglesia?

No. La misma palabra “jerarquía” no la encontrará en el Nuevo Testamento. Sí que aparece seis veces la palabra “diaconia” con la famosa frase: “el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos”. En esa misma línea tenemos también la escena del lavamiento de pies. Pero el Papa quiere ser señor entre los señores. Aparece como un faraón moderno. Si observamos las ceremonias en San Pedro, una sola persona está en el centro, mientras los obispos se mantienen a distancia, como figurantes. Nadie tiene nada que decir, sólo hay uno que habla, sólo hay uno que lo decide todo. Esta no es una Iglesia de nuestro tiempo. Y no se corresponde en absoluto con el Nuevo Testamento ni con su época, donde reinaba la hermandad, donde las mujeres estaban presentes y donde había una comunidad carismática, como se ve en las comunidades paulinas.

Todo lo contrario de lo que se practica hoy en día. Hoy reina una estructura medieval que, en principio, sólo se encuentra en los países árabes. Nos recuerda al comunismo: se basa en el secretario de un partido único que decide todo. El resto ha sido elegido en función de su lealtad a la línea papal. Lo mismo pasa con los obispos. Aunque, cada vez hay menos creyentes que aceptan este sistema autoritario. Ni en Arabia se acepta ya a los autócratas. Yo sostengo que en la Iglesia Católica los autócratas tampoco tienen ningún futuro.

Ha dicho que la Iglesia Católica no está a la altura de la época moderna. No obstante, se podría objetar que esa es precisamente su ventaja. ¿En qué piensa Ud. que debería transformarse? ¿En una empresa moderna acorde a los tiempo? En ese caso, no ofrecería ninguna alternativa.
No es que yo sea un partidario absoluto de la modernización. La Iglesia debería, en primer lugar, volver a sus orígenes. Se trata de ver si todavía podemos apelar a Jesús de Nazaret o no. En mi libro describo una escena: es impensable que Jesús de Nazaret apareciera en una ceremonia del Papa, no tendría sitio. Es simplemente una manifestación de poder pomposa e imperial, donde todos aplauden y los señores de este mundo participan para ser vistos y recoger votos. Esa imagen no tiene nada que ver con la Iglesia que Jesús quería, es decir no tiene nada que ver con la comunidad de discípulos de Jesús.

No se trata de modernizar a cualquier precio. En determinadas circunstancias, precisamente habrá que ofrecer resistencia a la Modernidad, justamente en los aspectos en los que es inhumana. He escrito suficientes libros críticos con la Modernidad, por ejemplo: “Anständige Wirtchaften” (Una Economía Honrada), que trata sobre la falta de moral de la economía. Lo que no puede ser es que adoptemos como solución la Edad Media, cuando lo que deberíamos es dar el paso de la Modernidad a la Posmodernidad.

Hans Küng apela a Jesús, el Papa apela a Jesús. ¿Qué puede hacer un laico ante estos dos intentos de legitimación?
Debería leer la Biblia, así se daría cuenta de donde está Jesús. Cuando Ratzinger en calidad de teólogo, también como Papa, escribe sobre Jesús -aunque realmente no debería escribir libros sino dirigir la Iglesia- lo hace sobre el Cristo dogmático que camina sobre la tierra. No habla de que Jesús contradecía a las instituciones religiosas de su tiempo, de que al final fue asesinado por los que se consideraban ortodoxos. Todo lo contrario, habla siempre del Cristo de los dogmas, de la Iglesia y de la administración.

Volvamos a los obispos. Ha mencionado que son todos muy fieles a la línea papal, y que se trata, de hecho, de un grupo hermético y estanco. ¿Cómo se ha llegado a esto?

Es como si el Papa pudiera nombrar él sólo a todos los obispos. Sobre todo se comprometen con su línea. Sucede literalmente como en el partido comunista, donde nadie tiene nada que decir salvo el jefe de Moscú. Por eso dicen todos lo mismo. Si hablas individualmente con los obispos, te dicen: “Tiene Ud. razón, por supuesto, pero…”

Si tan solo hubiera un obispo en la República Federal Alemana que, por fin, dijera cómo está la situación, que así no se puede seguir, que se han de abordar reformas, se le echarían encima Roma y el Vaticano, que intervendrían a través del nuncio, etc. También tendría al resto de los obispos enfrente, en especial a la facción de Meissner, que intenta ejercer el terror sicológico en la Conferencia Episcopal y, naturalmente, a toda la curia romana. Tendría en contra a todo ese pequeño grupo de conservadores y sus agencias de prensa, las que difunden continuamente noticias. Tendría que ser muy fuerte. Aunque contaría, al menos, con el apoyo del pueblo.

En el centro de su crítica está el sistema romano. Esta cuestión ya la hemos abordado. En la conversación previa a la entrevista ha comentado que preferiría no hablar de los casos de abuso sexual. No obstante, lo menciono porque hay un punto que deberíamos aclarar: ¿estos casos de abuso sexual son, desde su punto de vista, parte de un problema estructural? En su crítica al papado, habla Ud. precisamente de problemas estructurales.

Por supuesto. Siempre ha habido una animadversión hacia la sexualidad, no sólo en la Iglesia, también en la Antigüedad. Pero tenemos el problema del celibato del clero cuyo origen se remonta a las normas impuestas por los Papas del s. XI. No quiero decir, en absoluto, que el celibato desemboque necesariamente en la homosexualidad o en el abuso sexual.

En absoluto. Pero cuando decenas de miles de curas han de reprimir su sexualidad y, por muy buenos párrocos que sean, no pueden tener esposa ni familia, entonces tenemos un problema estructural. Estas condiciones hay que cambiarlas definitivamente. Aunque parece que es un tema sobre el que no se debe debatir. El Obispo de Rottenburg da una conferencia fabulosa sobre el Espíritu Santo, al que hay que abrirse, y se manifiesta a favor del diálogo; pero, al día siguiente, leo en la prensa -para gran decepción de muchos dentro y fuera de la diócesis- que el mismo obispo, que habla tan maravillosamente, ha suspendido una jornada sobre sexualidad en su propia academia. ¿Qué nos queda?

Esa jornada estaba prevista para finales de junio y el tema era la moral sexual actual.

Sí, y en lugar de asistir y defender sus ideas en las que está tan bien formado, escurre el bulto. Desautoriza a la directora de la academia y a todos los que quieren asistir. De esa forma deja claro que el diálogo del que habla no es más que una frase vacía.

¿Cómo piensa que está actuando la Iglesia Católica con relación a los casos de abuso sexual?
Se sigue sin adoptar una postura clara, por ejemplo, sobre si los agresores deberán responder ante un tribunal civil o cómo se va a proceder, tal y como se deduce de las últimas noticias que llegan de Roma y de Estados Unidos. En Alemania dicen que ya se han disculpado y se da el caso por cerrado. Al mismo tiempo, ningún obispo quiere hablar de que sean cuestiones estructurales, ni de que hay que abordar de una vez por todas temas como el celibato de los hombres o la ordenación de mujeres. Pero, ¿por qué no?. Lo que se esconde detrás de ello, desde mi perspectiva, es simple y llana cobardía, lo contrario de esa franqueza apostólica que cabría esperar y de la que se habla en la Biblia, al igual que los apóstoles hablaban con libertad. Los obispos actuales callan. Y, si hay ocasión de ejercer su poder, lo ejercen.

Es una vergüenza que se abuchee al presidente de la Conferencia Episcopal Alemana en el Día de la Iglesia. ¿Por qué? Porque él de forma arbitraria ha tomado la palabra con el fin de criticar el Memorando de los teólogos. Cuando el Memorando de los teólogos -firmado ya por 300- está redactado en términos exquisitos. Así no se puede seguir.

Hasta aquí el diagnóstico de la crisis. En este contexto recurre Ud. continuamente a la metáfora de la enfermedad, pasemos ahora a las propuestas para la terapia. Ud. tiene una imagen concreta de la reforma de la Iglesia. De nuestra conversación deduzco que la reforma que el Sr. Küng tiene en mente pasa por eliminar totalmente la institución de la Iglesia.

No, qué va, todo lo contrario. Me gustaría que reconstruyéramos la institución de la Iglesia desde abajo, por supuesto, con base en el Nuevo Testamento y en el humanitarismo.

Entonces, ¿hay que deshacerse totalmente de las estructuras actuales o no?
Hay que abolir, por supuesto, el absolutismo del Papa. Aunque se puede mantener y apoyar perfectamente una institución que dirija la pastoral, presidida por un obispo en Roma, siempre que sea en la dirección del evangelio. Podría tener incluso una función ecuménica. Lo que critico es que una única persona quiera decidirlo todo y, por ejemplo, que destituya a un obispo, como ha vuelto a hacer el Papa Ratziger, por primera vez desde el Concilio.

Tenemos el caso del obispo Morris de Australia. Se le destituyó porque dijo que no le quedaban curas y pedía la abolición del celibato y que se admitiera a mujeres al sacerdocio. Cuando se cesa a una persona de su cargo de esta forma sólo cabe concluir: esta no es la Iglesia de Jesucristo, esto es un sistema que exige una total identificación y ni siquiera a sus obispos les permite la menor divergencia.

No obstante, la institución del papado ¿le parecería aceptable si el Papa fuera más liberal, más abierto? ¿O diría que esta función del papado ya no está en consonancia con los tiempos que corren?

No. Siempre he estado a favor del equilibrio, del check and balance.Es bueno que haya una comunidad, también es bueno que haya algunas autoridades. Un hombre como Juan XXIII tuvo un efecto maravilloso en la Iglesia. Hizo más en cinco años que Wojtyla con sus docenas de viajes. Cambió toda la situación. Fue una gran oportunidad. No obstante, Sr. Casparry, he de confesarle que hoy tengo más confianza en las parroquias y no le quiero privar de una buena noticia que he recibido. Dos parroquias de Bruchsal, las comunidades romano-católicas de St. Peter y la comunidad parroquial de Paul Gerhardt, evangélica, escriben: “Damos por terminada la división que durante casi 500 años ha vivido la cristiandad en nuestra zona”.

Y añaden -espero que se publique pronto-: “Reconocemos que en todas las parroquias firmantes se vive igualmente como seguidores de Cristo y como comunidades de Jesucristo. Reconocemos que en nuestras parroquias Jesucristo nos invita a la mesa del Padre y sabemos que Él no excluye a nadie que quiera seguirle. Por la presente, manifestamos expresamente nuestra recíproca hospitalidad”.
Espero que haya muchas parroquias en Alemania que hagan lo mismo. Si los de arriba no quieren, a nivel parroquial podemos dar por superada y finalizada la escisión.

¿Cómo se imagina Ud. esa Iglesia construida desde abajo? ¿Cuáles serían sus fundamentos institucionales? ¿No habría un riesgo de caos, de que la Iglesia se dividiera aún más en múltiples direcciones?

Lo que acaba de oir de Bruchsal es precisamente lo contrario a una escisión. Acerca a las parroquias. Y en la época del Concilio disfrutamos de gran unidad en la Iglesia. La división actual viene de arriba porque se ha intentado invalidar el Concilio, porque algunos están convencidos de que hay que volver a introducir la misa en latín. Ante estos hechos hay que protestar. Se puede ofrecer resistencia como en el caso de las monaguillas.

Los creyentes dijeron simplemente: queremos que haya monaguillas y listo. Ahora, los de arriba intentan establecer que, al menos en las misas en latín, no haya mujeres. Necesitamos que haya una resistencia activa, de lo contrario la Iglesia se va a pique. Estamos en una situación desesperada, hemos perdido prácticamente a toda la generación joven. Esta es la diferencia con respecto a los países árabes donde cientos de miles salen a la calle. ¿Hay hoy 100.000 que salgan a la calle a pedir reformas en la Iglesia Católica? Continuamente me encuentro con padres que me dicen: “Sabe Ud. me da tanta pena que, siendo católicos convencidos, después de haber tenido siempre un buen ambiente familiar en casa, no consigamos que nuestros hijos participen en la Iglesia.”

Ha hablado de desobediencia civil. ¿Puede concretar? ¿Qué hacen los curas en las parroquias?
Los párrocos, en su mayoría, practican una desobediencia discreta. Si un padre evangélico se acerca a recibir la comunión, no le preguntan si es evangélico, tal y como se ha llegado a hacer en las jornadas de jóvenes de Colonia. Tampoco anuncian, tal y como se les vuelve a exigir, que de conformidad con el Papa, sólo determinadas personas puedan participar en la eucaristía. Los párrocos, los buenos párrocos, prescinden de esas normas y se las arreglan bastante bien. Aunque yo apoyaría que hubiera más párrocos como los de Bruchsal que sacaran a la luz su resistencia, de forma que la gente se dé cuenta de que avanzamos.

¿Es capaz la Iglesia Católica de iniciar ella misma la reforma desde dentro?

Bueno, conozco el sistema desde dentro y lucho por que se produzcan las reformas. Sé que tengo millones de personas de mi parte. En este sentido es cuestión de tiempo. Simplemente no podemos avanzar basándonos en un señor absoluto que prescribe lo que hay que hacer en el dormitorio (palabra clave: la píldora…) y que establece todas las normas desde su limitado campo de visión. Creo que la política papal ha demostrado ya ser un fiasco y no nos debería corromper más. La única pregunta que también se hizo el partido de la Unión Soviética, el partido comunista, es ésta: ¿hay algún Gorbachov que nos pueda sacar de este tugurio?

¿Quiere decir eso que estaría a favor a de algo así como una Perestroika en la Iglesia? Eso requiere una personalidad muy carismática.

Reclamo una Glasnot y una Perestroika, especialmente para las financias de la Iglesia. Me gustaría saber cómo se pagan las cosas realmente en Roma, quién parte el bacalao.

Ese sería otro tema. La Perestroika sería para Ud…

… la independencia, sí

Veremos si sus ideas y su visión de la Perestroika caen en suelo fértil y qué pasa en los próximos 20 años dentro de la iglesia católica. Una vez leído su libro, me inclinaría por un cierto escepticismo y pesimismo. No obstante, se encuentra entre las cosas buenas, pienso.

Sólo puedo apelar y esperar que haya suficiente gente que se ponga en pie y, por fin, se rebele.

[Traducción del original alemán a cargo de Ana Moreno]

19 comentarios

  • M. Luisa

    Desarrollando un poco más la idea de mi comentario de ayer. Hago la siguiente reflexión:
     
    La angustia,   surgida  por la entrada de las emociones en el mundo racional,  impide  una fluida  interrelación  dentro de la comunidad de fe entre los que  las controlan y los que las delegan  a la autoridad  religiosa para tal efecto.
     
    Se establece  así una incomunicación  conflictiva entre  los integrantes de  la comunidad  con lo cual,  lo dicho tantas veces de que  a partir de  las bases sería desde donde surgiría la posibilidad de cambio en la iglesia,  se vuelve una tarea lenta  por no decir  casi imposible de llevar a cabo.
     
    Tristemente  esta incomunicación  la alimenta a sabiendas la jerarquía quien,  usando del poder,   juega con las emociones  de aquellos que por no controlarlas  las dejan en sus manos.
     
    En  la imposición, en la agresión,  en la absolutización, etc.  que usa la jerarquía están incluidos los  mecanismos de defensa  que genera  la angustia. Así quedan reguladas las emociones deteriorando  con ello las  relaciones interhumanas  y haciendo  imposible la plena  humanización.
     
    Feliz domingo a todos!

  • M. Luisa

    Llevamos  ya mucho  tiempo   dándonos cuenta de lo que le pasa a la iglesia  sin poder avanzar,  y esto  pese a  la claridad, como ya se ha dicho aquí,  con la que se expresa Hans Küng  al hacerle el  diagnostico.
     
    En mi opinión, pienso que el poder  que tiene la iglesia  es la consecuencia  del  abuso de autoridad     que le otorgan sus  fieles incondicionales.

    En cuanto abuso,  este abuso  no proviene del poder   que representa la iglesia. Son dos tipos de poder diferentes,  éste último nunca degeneraría  en abuso  sino que  por lo que representa ,  en ejercicio,  este poder,  estaría  abierto a generar  posibilidades. Precisamente  todo lo que podría  llegar a ser  posible  en la iglesia en tanto realidad y que  no sería  sino  lo que  precisamente  echamos en falta  en ella quienes nos resistimos  a este otro tipo de poder  que activa los propios intereses   impidiendo hacer  todo aquello   que sin duda  ofrecería    posibilidades  a nuestra vida espiritual.

  • Fico Sánchez Peral

    Tienes razón Ana, como también la tienen los restantes comentarios, cada uno con su luz y sus matices, pero la pregunta sigue siendo: ¿puede salvarse la iglesia? y lassss respuestas están un poco en cada comentario. Yo en el mío solo apuntaba una de las limitadas acciones posibles, porque me parecía oportuna en la coyuntura actual y por destacar el matiz de indignidad con que se trata y en que se halla la mayoría de los llamados “fieles”. Desde esa perspectiva, la respuesta a la pregunta parece lógico que sea pesimista y por ello proponía yo lo que proponía. Porque, por reducido que fuera el número de los asistentes, sería importante hacerles llegar una enérgica queja por la indecente indignidad de su actuación como  jerarquía religiosa; por la forma indecente en que pisotean la dignidad de los creyentes y por la corrompida forma en que, ¡de manera consciente!, se congelan y los congelan en sumisa atrofia que los mantiene aislados de mejores posibilidades de búsqueda del camino personal -respuesta a la llamada de Jesús- que lleva a Dios.
    Ya sé que todo esto suena demasiado categórico y que no es más que uno de los aspectos parciales de la verdad, que tiene muchos otros a tener en cuenta, pero es que si por un momento te paras a verlo sólo desde este, el de la dignidad de las personas atrapadas, la palabara ¡indignación! cobra todo su sentido.

    La lástima es no saber cómo hacer para aglutinar a los miembros de la iglesia de la diáspora, porque sí es cierto -como dice Ana-  que la mayoría “se va y ya está”, pero porque no hay quien plantee una buena alternativa, que si la hubiera quiza, quiza….

    Fico.

  • Héctor Ascorra

    Comparto este breve comentario con personas que sé muy bien, podrán aceptarlo. Revisando mis mail llegué (aun no entiendo bien como…) a dar con una página que preferí  no citar aquí. Me dió un poquito de colera insatisfecha. Pero luego de un momento de pensarlo, decidí no hacer de mis sentimientos una invectiva “en contra de mi propio cuerpo”. Decidí que fuera un “mea culpa tendencioso”.
     
    La tendencia, cada vez mayor, a utilizar los ritos latinos precedentes a los cambios litúrgicos que el Concilio Vaticano II (Cf. Motu proprio: Summorum pontificum et al.) realizara a la liturgia católica son una muy exagerada tendencia al tradicionalismo (que en último termino no es más que auto-anquilosamiento acelerado). ¿Por qué razón no podemos bajar de nuestros podios y escuchar “en serio” a los que nos interpelan “extra ecclesiae” pidiéndonos estar real y sustancialmente más cerca de sus vidas, de SU vida? ¿No escuchamos las voces de aquellos que están más que hartos de ser sumergidos en la Iglesia como en una piscina de melaza y que desean acercarse a ella como a un campo abierto, en el que se pueda descansar y recuperar fuerzas, no sintiéndose constreñidos por estrechas y (si bien no inútiles, no indispensables) normas que regulan aspectos no tan vitales del Hombre. ¿Cuándo será la Iglesia un lugar (como proclama la tan bien hecha Plegaria V/b) “un lugar de amor, de justicia y de paz, para que el mundo encuentre en ella un motivo para seguir esperando”?
     
    Dios es papá. Y ¿por qué no?, mamá tambien. Dios es Sol que se escabulle pese a nuestrs techos. Dios es Luna y estrellas, que llena de romance nuestra amurallada soledad. Dios es Viento, que se lleva rodando nuestras lágrimas. Dios es Niebla, nublado y sereno, que disimula nuestras miserias rodenadolas de blandura, para que no terminemos haciéndonos más daño del que ya podemos. Dios es Fuego que consume todo a su paso y que no se puede domesticar en seis dorados y equidistantes candeleros. Dios es Agua, pura y casta, que refresca la pesadez de ser Hombre. Dios es Tierra, que soporta nuestros barrocos edificios en silencio y que se ríe cada vez que nuestras máquinas lo roturan. Dios es Muerte, la más temida y la más desconocida, esa que llega inevitable, al atardecer y de la que “ningún hombre viviente puede escapar. Muerte bendita que devora las orgullosas pilastras y que devuelve al polvo lo que nunca dejó de serlo. Dios es por último, (por decir “último” pues no tiene final) amistad sincera que hermana a los hombres casi sin que se den cuenta en la gran cuna de la humanidad. Dios es y no nos damos cuenta. Y quizá por eso lo buscamos tanto.

  • Gonzalo Haya

    Me alegra que una persona con el prestigio y la audiencia de Hans Küng diga estas cosas. Yo insistiría en que la Iglesia tiene que recuperarse desde el pueblo sencillo, desde la pobreza, desde la comprensión con otros modos de espiritualidad. Como dice Küng, releer el evangelio, tratar de seguir a Jesús, reconocer nuestros múltiples fallos… y esperar que el Espíritu suscite nuevas vías para desarrollar el Reinado de Dios, de la justicia y de la fraternidad. Quizás sea necesario que el aspecto sociológico de la Iglesia se deteriore -si el grano de trigo no muere- para que de las nuevas generaciones naca algo más auténtico. Yo también veo que nuestros hijos no quieren saber nada de esto, pero sí creen en una ética y en una igualdad, más por impulso de su propia conciencia que por lo que nosotros les hemos transmitido. Creo que eso es posible, aunque nosotros no lleguemos a verlo. El Reino crece despacio y entre dificultades.

  • SOL

    Félix. También suscribo lo que dices pero con matices ¡veamos!. Mi generación y mucho más la anterior (acabo de cumplir 50 años) vivimos la religión con el catecismo y todo el boato que una Dictadura impone. Con la edad y años en la Universidad (ya no hay analfabetos en el primer mundo) los dogmas se diluyen para dar paso a otras formas de vivir la fe y así se lo hemos  transmitido a nuestros hijos y ellos lo harán con los suyos.

    Quiero decir que, cuando se habla de una sociedad laicista, no es del todo cierto, lo que ocurre es que la ciencia va sustituyendo a viejas incertidumbres, van surgiendo otras y esa es la grandeza de Dios,siglos de conquistas para  al final,no alcanzar jamás la verdad absoluta. El poso católico no se pierde, no hace falta que, para asegurarse una cuota de fieles haya que sacar el Papa-móvil y montar un anacrónico Auto Sacramental en ninguna plaza porque provoca el efecto contrario en mucha gente ¿ el Papa no piensa ir a Africa, ahora, cuando más falta hace para echar una mano con esa hambruna sangrante? ¡no lo creo! pero además de dejarlos más huérfanos de lo que están, les prohibe  usar hasta preservativo ¿se puede ser más cruel? y este tipo de preguntas ¡tan simples! son las que se hacen-nos hacemos los considerados “laicistas” o “anticlericales”.

    En la Iglesia ha ocurrido como en cualquier otra parte, algunos de sus miembros  han evolucionado y ven el mundo en 3-D y otros lo siguen viendo en sepia. La pena es que a este Papa le encanta  la Edad Media y mucha de la Jerarquía se ha sumado a la fiesta por el poder y el dinero. Se está autodestruyendo, pero el problema está dentro, no fuera. Ya lo advirtió Pablo VI

    Un saludo

  • Francisco Javier

    Félix,

    Suscribo tu comentario de arriba a abajo.

    Gracias por escribir

  • Félix García Moriyón

    Valiosa reflexión la que hace Kung, como era de espera de su talla intelectual y de su larga vida dedicada a la reflexión teológica. La situación de la Iglesia efectivamente produce gran tristeza, sobre todo en los países como el nuestro, en los que el retroceso de su presencia evangelizadora es notorio. Las reflexiones de Berger sobre la globalización y la religión en el artículo que el otro día nos enviaba un compañero de este foro (lamento no recordar el nombre) son muy sugerentes, entre otras cosas porque nos recuerda que esa caída espectacular de la práctica religiosa es propia de las clases ilustradas globalizadas y de los países del Occidente rico. No ocurre lo mismo en el mundo en general.
    Lo que ya no tengo nada claro es cuáles son las posibles soluciones. Comparto con él algunas ideas sobre el sacerdocio de las mujeres, la supresión del celibato obligatorio, el apoyo a formas más “democráticas” (conciliares y sinodales) para acabar con el verticalismo jerárquico de la Iglesia institucional o la estrecha moral sexual, pero no sé si cambiando esas cosas mejoraría su presencia. La Iglesia anglicana ha dado esos pasos y pierde también presencia de manera más acentuada quizá que la Iglesia Católica.
    Ahora bien, no creo que esa jerarquía no se esté dando cuenta del problema; lo vive también con agobio y dolor, como todos, aunque no comparto en general las soluciones que propone. Y tampoco comparto, como ya he dicho en otras ocasiones, esa tendencia a dividir la Iglesia entre un grupo minoritario (diáspora, o resto de Israel) auténticamente evangélico (en el que estamos nosotros, claro) y un grupo mayoritario de fieles sumidos en la “atrofia y la sumisión” (en el que están los demás, en especial todos los que acudan a los actos de la visita del Papa a Madrid). Supongo que es algo más complejo y que todos tenemos problemas para convertir en vida efectiva y comunitaria el seguimiento de Jesús.
    Otras crisis igualmente duras ha pasado la Iglesia, y la fuerza del Espíritu logró insuflar coraje suficiente para lograr salir adelante. ¡Qué no nos domine el desánimo! Como decía Ignacio de Loyola, en tiempos también de profundas crisis eclesiales, con miles de muertos justificados en gran parta apelando a la religión en toda Europa, trabajemos como si todo dependiera de nosotros y no de Dios, y confiemos como si todo dependiera de Dios y no de nosotros.

  • ana rodrigo

    Querido Fico, creo que la mayor parte de la gente que no le gusta la Iglesia, se marcha, y se acabó. Quienes quedamos dentro esperando el milagro, si saliéramos a la calle, comparativa y cuantitativamente al lado de la millonada que van a ir a aplaudir al Papa, sería cuestión de risa, de mofa y de diversión por parte de quienes se creen en posesión de la verdad absoluta y miran con el mayor de los desprecios a quienes desearíamos una Iglesia más evangélica.
     
    Pienso que el drama de la jerarquía es que observan el fenómeno de abandono de tantos cristianos y cristianas buscando culpables fuera de ella misma, mientras se regodean en los aplausos de las masas.
     
    La escasez de sacerdotes y de fieles, el cierre de tantos templos en las áreas rurales, los seminarios vacíos, no les produce la más mínima autocrítica. Pues, nada, que vayan cerrando parroquias hasta que se extingan, poco más se puede hacer.

  • Fico Sánchez Peral

    Lo que expresa Antonio Vicedo de forma tan clara y didáctica, se corresponde con enorme precisión con lo que es mi personal experiencia de iglesia, y con lo que, con argumentos menos técnicos, yo suelo llamar: “el proceso de atrofia de los fieles”. Pero, ¿y ahora qué?, porque ¿a quien no le duele tal situación?, ¿quien, cuando uno se acerca por alguna misa (yo suelo hacerlo a veces en el pueblo, que nos conocemos todos, a la salida) no siente una enorme tristeza e impotencia al ver el estado de desconocimiento, atrofia y sumisión que manifiestan claramente las mayoría de los fieles, ante la satisfecha mirada de sus pastores?
     
    Lo que llama la atención, porque parece a todas luces irracional, es que exposiciones críticas tan lúcidas como las de H. Küng y tantos otros (además de la masiva salida de creyentes de la iglesia oficial a la de la diáspora, que si se pudiera cuantificar, es evidente que somos mucho más numerosos que los de la oficial), no hallen mayor repercusión en la iglesia, motivando al menos alguna reflexión que fuera dando algún crecimiento en los fieles. Pero no hay manera, y ahí sigue la jerarquía en su atolladero, con su cabeza y las de todos los fieles metidas en su agujero de avestruz.
     
    Anoche oía a José Antonio Marinas comentar que el concepto de indignados (cito de memoria y perdonad si no soy muy fiel a sus palabras pero sí intento serlo al sentido de su comentario), tiene que ver con la cólera de quien padece un atentado a su dignidad, como bien expresa la propia palabra.
     
    Es el abuso de una estructura piramidal en la que, al final, una sola persona lo decide todo y, de manera totalitaria, mediante la suplantación del mensaje y del testimonio de vida de Jesús, lo manipula y lo utiliza todo para perpetuar un engaño doctrinal colectivo, en el que, desde la infancia, por medio primero del abuso de confianza de quienes tienen fe en ellos porque dicen ser los representantes del mensaje del propio Jesús de Nazaret, se pasa después al abuso de autoridad y finalmente al de poder, de manera que se acaba llevando a millones de confiadas personas de buena fe, del mensaje de llamada de Jesús a una profundización y crecimiento espiritual en el que descubrir a Dios en sí mismos, a otro de autoritarismo que lleva de la obediencia a una doctrina de construcción humana, a la atrofia, a la superficialidad e infantilismo religiosos y de ahí a quedar congelados en la pasiva sumisión. El atentado a la dignidad de estas personas (y a la de todos en general) es de tal magnitud, que quizá es hora ya de promover una manifestación de cristianos indignados contra el abuso y el engaño de la jerarquía religiosa, encabezada por el papa; y quizá su próxima visita sea un buen momento para hacerlo.
    Fico.

  • Gabriel Sánchez

    COMPARTO LAS REFLEXIONES SOBRE LA IGLESIA QUE HACÍA EL TEÓLOGO RATZINGER EN 1969. Juan Cejudo, miembro de MOCEOP y de Comunidades Cristianas Populares

    “Después de las actuales crisis, la Iglesia que surgirá mañana tendrá que ser despojada de muchas cosas que ahora todavía mantiene. Será una Iglesia bien más pequeña. Y tendrá que recomenzar como lo hizo en sus principios. Ya no tendrá condiciones de llenar los edificios que han sido construidos en sus periodos de gran esplendor.

    Con un número bien menor de seguidores, perderá muchos de los privilegios que ha acumulado en la sociedad. Al contrario de lo que viene aconteciendo hasta el presente momento, ella surgirá mucho más como una comunidad de libre opción… Siendo entonces una Iglesia menor, va a exigir mayor participación y creatividad de cada uno de sus miembros.

     
    Ciertamente aprobará formas nuevas de ministerios; convocará al presbiterado cristianos comprobados que ejercen simultáneamente otras profesiones… Todo eso va a tornarla más pobre; será una Iglesia de gente común. Claro está que todo eso no va acontecer de un momento a otro. Va a ser un proceso lento y doloroso”.
    http://juancejudo.blogspot.com/2010/08/comparto-las-reflexiones-sobre-la.html

  • Antonio Vicedo

    La condición fundamental de LA PERSONA, de TODA PERSONA se concreta en su condición de SUJETO LIBRE y RESPONSABLE.
    Cierto que en el origen de su proceso realizador, la infancia y  hasta la adolescencia, esa condición fundamental ha de progresar para ser realmente concretada como autogestión en la etapa normal humana de la adultez.
    En la etapa que cubre ese proceso infantil, entra en función finalista la tarea SUBSIDIARIA DE LOS ADULTOS concretada en la MATERNIDAD-PATERNIDAD, que es funcional y meramente circunstancial en cuanto las deficiencias del proceso de realización personal lo requiera.
    Pasando de esa función subsidiaria parental, la sustitución de lo personal por lo parental supone un enquistamiento de la función autoritaria capaz de falsear la condición personal de la prole con el magma de la sumisión u obediencia,  que impide la esencia de la HERMANDAD PERSONAL.
    Y tanto da que sea bajo concreciones patri-matriarcado con la consecuencia de una infancia intempestiva,  o un pater-maternalismo con la contrapartida de un paralizante infantilismo.
    El síntoma de crónica DEFICIENCIA PERSONAL, o de síntoma de ENFERMEDAD, carencia de vida personal normalmente sana, arranca de la acción de una circunstancialidad a la que llamamos OBEDIENCIA, impuesta siempre por un ABUSO DE PODER; por un trueque falsificador del  SUJETO en OBJETO, con real expolio de la propia LIBERTAD y RESPONSABILIDAD.
    La condición justa y natural de las estructuras propias de los adultos humanos (LAS PERSONAS), es la RELACIÓN de  HERMANDAD UNIVERSAL.
    Y la RELIGIÓN, compartida como relación, no tiene patente de excepción, ni menos si dice referencia al Jesús HUMANO de la Encarnación.
    El virus de la grave pandemia social que ha dañado la salud eclesial es el ABUSO DE PODER y su correspondiente respuesta voluntaria o forzada de OBEDIENCIA, aunque se haya intentado sacralizarla como voto o promesa a un SUPERIOR SAGRADO.
    Y mira que está claro y explícito en esa teofanía de Jesús en la que advierte que: A nadie consideréis, ni llaméis Padre (Madre) sobre la Tierra, pues UN*  SOL* ES VUESTR* PADRE-MADRE CELESTIAL.
    La IGLESIA (RELIGIÓN) ha de ser VIVENCIA RELACIONAL DE UNIVERSAL HERMANDAD ya  desde aquí desde la tierra.
    Gracia Hans Küng por tu valiente aporte. Y gracias al equipo de Atrio por airearlo aquí. También gracias a todos los que estáis en el empeño de superar esta pandemia de crónica y destructora OBEDIENCIA, o SUMISIÓN, a cualquier abuso de PODER HUMANO

  • SOL

    Hoy me he despertado con una reunión de  católicos”focorales” (no sé qué son, ni lo pienso averiguar). Ayer con la retirada de una fotografía porque “ofendía a los creyentes”. Una divorciada Presidenta de  Comunidad con mantilla en una procesión comulgando con el Obispo ¿pero ésto que es?¿qué pitorreo de Iglesia es ésta?¿qué pretenden en pleno S.XXI ?¿una neocruzada?¿neoinquisición? ¿nos hemos vuelto locos?.

  • Héctor

    Luis y Asun sin ponerse de acuerdo han dado en el clavo. Lo que ya en sí es difícil. “La alarma viene de la mentalidad conservadora”. ¿Quién se alarmaba cuando fueron cayendo a pedazos las estructuras sociales, económicas, religiosas y de poder del antiguo imperio romano? No las víctimas,  ni los oprimidos por  las huestes del imperio.  Sólo sufrían los que veían venirse abajo la gloria con la que se identificaban. ¿Quién les mandó construir  un  imperio que llevaba dentro la semilla de su destrucción? ¿Los dioses del Olimpo? Esa era su legitimación.
     
    Traslademos el ejemplo a la  iglesia:   por mucho que nos esforcemos se trata de una obra enteramente humana.  Dios no la formó con sus manos de barro siguiendo el imaginario del Génesis. Más se parecería a la torre de Babel.  No la fue perfilando como se hace ver en la Eclesiología clásica a través del pueblo elegido para  luego fundarla en la sangre redentora de Jesucristo.
     
    Asun nos dice certeramente: La religión, institución y organización estructural no se puede separar de ella … se ha endiosado y ha renunciado a poner en su centro la propuesta de vida de Jesús….  Las leyes y creencias de los hombres se han puesto por encima de las personas, han escombrado el Menaje.  ¿Quien se va a alarmar entonces si se va cayendo como cualquier otra obra humana?   Los discípulos se quedaron admirados al contemplar las enormes piedras del Templo: “no quedará piedra sobre piedra”, les dijo Jesús.  Les invitaba a buscar en sí mismos lo que ya estaba dentro de ellos, que se les había dado en la creación: el Reino no es de este mundo, les había dicho Jesús. No es del mundo del poder, de lo grandioso, de las jerarquías, de las multitudes.  El Reino está dentro de nosotros.
     
    ¿Como nos vamos a sentir indiferentes ante todos los que se identifican inocentemente con esos muros inexpugnables y esos templos? Son una realidad que ellos viven a su manera; les podemos decir como Jesús  que no quedará piedra sobre  piedra pero ellos no se lo creerán y preferirán seguir identificados con ese pasado aunque muchos ya empiezan a descubrir las grietas.  Creo que Hans Küng se enfrenta con esa  alarma en su mente.
    Saludos Héctor

  • Luís Troyano

    Francisco  Javier:



    Quien no coma de mi cuerpo ni beba de mi sangre para que el pueda ser uno conmigo y yo con el, no se salvará.
     
    ¿Quien dijo esto? ¿Jesús?
     
    ¡Nada de eso, Oseas!
     
    Estas palabras están tomadas de la comunión mitraica.
     
    Unos de los primeros padres de la Iglesia, Tertuliano, leyó la descripción de la comunión cristiana que hacia San Pablo en términos similares y lo condenó como agente del diablo, acusándolo de querer introducir ritos paganos en el cristianismo.


    (Extraído del libro, “El Ultimo Papa” de John Hogue )
    ****************
    Yo no he leído a Tertuliano, pero como todos, me creo como posible lo que tiene verosimilitud. Tu mismo. Para mi es una mas de las copias literales de las que está trufado el cristianismo, el tema de la eucaristía.

  • Francisco Javier

    Luis Troyano,

    No comparto tu comentario, pero cada uno es libre de decir lo que quiera. Eso sí debeo decirte una cosa sobre lo que has dicho: “La Eucaristía proviene del culto mitraíco”.

    Eso no es cierto.

    La Eucaristía tiene su paralelismo en el siguiente texto:

    “Melquisedec, rey de Salem, sacando pan y vino, como era sacerdote del Dios Altísimo, bendijo a Abram, diciendo: -Bendito Abram del Dios Altísimo, el dueño de cielos y tierra. Y bendito el Dios Altísimo, que ha puesto a tus enemigos en tus manos. Y le dio Abram el diezmo de todo.” (Génesis 14, 18-20)…

    Texto del siglo X a.C., que es mucho anterior al culto de mitra (contemporáneo  al cristianismo).

    Sacando “Pan y Vino”.

  • Carmen (Almendralejo)

    Dices bien Asun…
     ¿Quienes desean aún seguir después de lo llovido con esta panda de “viejos chocos” diciendote lo que debes hacer, comer, vestir y hasta con quien y como tener pareja?
    ¿Quienes se apuntan a un dictador opuloso que solo sabe pedir y que den otros a quienes ellos están encantado de ver como mueren?
    ¿Quienes se creen que existe ese dios que nos han metido al cuadrado?
    ¿Creemos en un dios, padre hijo y espiritusanto, todos hombres, todos ellos uno solo en el cielo para el bienestar de otros aquí en la tierra? ¡Anda ya!
    Iglesia sin caja, sin techo y sin bastón que los rebaños pasarón a la hisotoría y mejor muerta que tonta, en el infierno que con tanto mentirosos (por no decir otra cosa)
     en el cielo ese.

  • Asun

    En qué espejo nos seguimos mirando ¿?
    El título dice del protagonismo que ha tomado la Iglesia durante casi toda su historia.  La religión, institución y organización estructural  en la que se encarna no puede ser separada de ella. Se la ha apropiado, la ha reengendrado dividiendo, se ha endiosado  y ha renunciado a poner en su centro la propuesta de vida de Jesús.  Las leyes, normas y creencias de los hombres, se han puesto por encima de las personas,  han escombrado el Mensaje, la Buena Noticia que une y no separa los corazones de hombres y mujeres. Y sigue pareciendo que esto no cuenta en absoluto.
     
    Por eso mismo, porque se ha distanciado tanto del origen,  muchas personas han dejado de sufrir por ella.  Lo que Jesús denunció en el judaísmo y puso en alerta y vigilancia retoña en el ego autoritario religioso. ¡Cuántas veces se le ha rogado con humildad Caridad! Y ha dado su espalda, como si de un dios separado del mundo se tratara…
     
    No es desprecio moneda de cambio a tanto extravío. Simplemente la venda se nos ha ido quitando de los ojos. No se trata tampoco de indiferencia,   sino de priorizar lo sencillo, en lo cotidiano de la vida, lo que   aproxima a los seres humanos y los humaniza.
     
    Este gran regalo se nos va descubriendo a medida que somos más nosotros mismos, reconociéndonos en Jesús, el “espejo” que transparenta de manera nítida y no engaña a los sentidos como lo que todos somos, la identidad compartida en la que somos Unidad con todo y con todos, que todo abraza e incluye.
     
    Me sigo preguntando, a qué tanto celo y custodia de lo que ya es y está en el ser humano. A qué perderse en recelos y sospechas que terminan enfermándonos, tarde o temprano.  Pero cuando confiamos, en nosotros y en los demás, un espacio de encuentro y diálogo se abre, se ensancha  aproximando y comprendiendo lo que creíamos diferente, que en realidad  complementa, enriquece y une mucho más.  Esta sí es la Iglesia, comunidad eclesial seguidora de Jesús con quien se identifica,  que no enferma, ni necesita de ningún rescate o salvación. Y haberla hayla, sin necesidad de signos externos clamorosos que corroboren.

  • Luís Troyano

    Situación desesperada. ¿Por que?. Porque la Iglesia ha de ser de 1000 millones de fieles. ¿Que pasa si no hay fieles?. Seguiria existiendo la Biblia, y exegetas que interpretan cientificamente su mensaje.
    ¿Que se pierde, si desaparece el papado, y todo lo que significa?. ¿Que significa estar dentro o fuera de la Iglesia?.
    La alarma viene de la mentalidad conservadora. No hay concilio que pueda darle a la  ICAR el “esplendor” que tuvo. Es todo el edificio religioso, el que es de otro tiempo. Y cada vez mas se queda atras en el tiempo.
    Quien tiene mentalidad progresista, aún siendo creyente, se alegra de la desaparición de una interpretación de Jesús, magico-mitica. Se alegra del derrumbe del edificio religioso que no es mas que una “santa mafia”.
    Me imagino una comunidad de futuros cristianos. Practican zen o yoga, o oración centrante, o cualquier tecnologia transformativa, de las muchas que hay de reconocido prestigio. Leen la Biblia, como leen sutras budistas, y anteponen su criterio que acepta y hacen suyo o no, lo que leen. Tienen libertad para ejercer su discernimiento, y no celebran la eucaristia, saben que procede del culto mitraico. La literalidad de los evangelios, les parece infantil. Despues de casi dos mil años, vuelven a las fuentes de los primeros cristianos, los derrotados por la Iglesia herramienta de control del pueblo desde Constantino.LOS GNOSTICOS.
    Jesús es un referente espiritual  para ellos, pero saben que de lo escrito de su vida y enseñanzas, poco es autentico. Es igual…, porque su fuente de energia espiritual, la busca en el zen, por ejemplo. No en comerse una hostia.