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RELEYENDO A JUAN LUIS HERRERO DEL POZO 7

He releído el artículo de Juan Luis sobre Algo especial y misterioso… Tensión dialéctica entre individuo y sociedad. está escrito para ATRIO hace cuatro años, antes que estallara la crisis. Pero no es ajeno a las preocupaciones que hoy nos invaden. ¿Hay todavía izquierdas y derechas? ¿Hay una alternativa al sistema capitalista que es esencialmente perverso? ¿Puede una izquierda defender a la vez un verdadero socialismo y las libertades democráticas?

En mayo de 2007 no había crisis pero sí campaña electoral. Y Juan Luis, irrumpió sin miedo en la misma con este provocativo artículo: EL VOTO A LA DERECHA ES INMORAL (Eclesalia, 7-5-07).

Seis días después lo reproducía ATRIO, de donde entresacamos estos párrafos finales:

Hay más, a nivel global de pueblos y naciones el abismo de clamorosa, cruel y creciente desigualdad se asienta básicamente en políticas económicas injustas que han despojado a la mayoría en beneficio de unos pocos. Es difícil impugnar esta evidencia salvo por ignorancia o mala fe. Es decir, la situación actual de ricos y pobres es estructuralmente fruto de la rapiña. De tal modo que quien apoya (por ejemplo, con el voto) al sistema neoliberal que la encarna y la promueve se hace solidario de su injusticia.

Tan sólo sobre la base de estas evidencias, nunca desmentidas argumentalmente y sólo soslayadas por el interés, es posible abordar y buscar soluciones concretas para temas como la ayuda al desarrollo, la deuda externa, el comercio con justicia, la elusión de impuestos, la privatización de servicios sociales, la inmigración…en una palabra, todos los grandes desafíos de las sociedades locales, regionales, nacionales y mundiales.

Los comentarios brotarían a borbotones. Hoy se me impone en el teclado el asco vomitivo que me ha producido Fernando Sebastián, obispo de Pamplona-Tudela, de comienzos progresistas y de recta final integrista, que recomienda el voto nada menos que a la extrema derecha (Falange, Alternativa española, requetés…).

¡Dios santo! Si volviera Jesús, los correría a gorrazos.

Hubo tanta discusión, afirmando muchos que lo mismo que se podía achacar a los partidos de derechas se podía decir de los llamados de izquierda, que Juan Luis tuvo que aclarar, sin quitar fuerza a su argumento, señalando que todavía hay diferencias entre partidos y políticas de derecha y de izquierda, aunque los partidos socialistas, sobre todo cuando están en el poder, tiendan a corromperse:

No sólo por la perversión de sus principios sino también por las políticas antisociales y escasamente democráticas desarrolladas el principal partido español de derechas constituye, pues, un mal absoluto en comparación con lo hoy posible. Lo cual convierte a la izquierda en un ‘mal menor’, en el peor de los diagnósticos que se convierte en un bien real aunque relativo.

 

Y ya pasada la campaña electoral es cuando, volviendo al nivel de reflexión profunda que le caracteriza, Juan Luis retomó el tema planteándose la dialéctica entre individuo y sociedad, como raíz de las dificultad aparentemente insuperable de hacer realidad un orden socioecómico justo.

Siempre ha existido la dialéctica entre individuo y sociedad, entre libertad individual y reparto de la riqueza (aportando cada uno según sus posibilidades y recibiendo según sus necesidades), pero fue en el siglo XIX cuando esta tensión dialéctica cuajó en los dos grandes sistemas: capitalismo liberal y socialismo.

Ambos sistemas se interpelaron mutuamente y se reformaron –renunciando a sus expresiones más radicales–, ambos se implantaron en diversas partes del mundo y mantuvieron una larga guerra fría que contribuyó a mostrar más a las claras los errores de principio que encerraban ambas ideologías.

El pensamiento de Juan Luis intenta descubrir dónde ha estado la equivocación fundamental del sistema liberal y del socialismo. Y es precisamente en el concepto de individuo y de sociedad que constituyen sus respectivas piedras angulares.

El liberalismo arrastra desde el principio una referencia al “EN SÍ” como distintivo del ser persona. Pero en su esencia (y en la esencia por tanto de los derechos de la persona individual) está en estar constituido “PARA EL OTRO”.

El socialismo hizo una acertado análisis crítico de los mecanismos que mueven a la sociedad. Tenía razón cuando decía que las estructuras condicionan las personas. Pero, prácticamente, olvidaron el valor del individuo y su capacidad para gestionar él su historia, sin dejarse llevar pasivamente por la evolución de los medios de producción y por la guía de las vanguardias revolucionarias, que acaban siempre negando la libertad al individuo.

Pero lo más notable del texto de Juan Luis, que a continuación invitamos a leer, es ver cómo, al final, él postula que todo individuo que es capaz de definirse a sí mismo no sólo en referencia al “SÍ MISMO” sino también en referencia “AL OTRO”, es porque de alguna manera ha sido tocado por la Trascendencia.

La solución última está por tanto en una verdadera religión, que vaya a lo profundo y no se quede en vana ilusión o recurso mágico para resolver los problemas del hombre. Esta religión es universal y global. Ninguna confesión puede monopoizarla. Todas las confesiones tienen que profundizar en sus orígenes para redescubrir esta regla de oro, que sigue siendo válida hoy-  

En el mismo mes, de diferentes maneras, en 2007, Juan Luis pronunció si mensaje provocativo, con la misma fuerza que hoy lo pueda hacer Hessel i Sampedro: “Jóvenes, creed en vosotros mismos y encontrad dentro de vosotros el toque de la trascendencia que os indica al otro, al amigo, al próximo aunque lejano, como verdadera fundamento y sentido de vuestro YO”. 

* * *

 

Algo especial y misterioso…: tensión dialéctica entre individuo y sociedad.

        Juan Luis Herrero del Pozo (Mayo 2007)

Mil ‘egos’ no engendran una solidaridad.
Una solidaridad planificada por decreto destruye la persona.

Este doble aforismo pretende formular la tensión dialéctica en la articulación individuo-sociedad. Hay algo especial y misterioso en esta tensión que inclina históricamente hacia un extremo u otro impidiendo la armonía, sacrificando el individuo a la sociedad o a la inversa. Es un problema de fondo que obliga a analizarlo desde una base antropológica mínimamente ajustada para que resulte inteligible, razonable y permita después una articulación operativa satisfactoria. Parece necesario superar, al menos en principio, la oposición entre capitalismo y socialismo, porque es en el ámbito de la política socioeconómica donde parece más urgente plantear correctamente la tensión entre individuo y bien común.
A estos efectos de clarificación antropológica intentaré situar en contraste el punto de arranque de la doble opción antitética de capitalismo y socialismo a que apunta el aforismo del comienzo de estas líneas: mil ‘egos’ no generan una solidaridad y una solidaridad planificada por decreto lamina a las personas. El contraste del aforismo apunta a lo más definitorio de la derecha y de la izquierda (por usar una denominación cómoda que sólo alude a la posición geográfica en un parlamento). En un segundo momento intentaré reducir el enfrentamiento a dialéctica. Luego buscaré superar la dialéctica en una armonización ulterior, si es posible

I. Un SOCIALISMO DESVIRTUADO.

En el ideario socialista se lee algo que impresiona y atrae: “que cada uno aporte según sus posibilidades y reciba según sus necesidades”. Parecería un aforismo bíblico y, desde luego, nada tiene que ver con ese materialismo craso que se achaca al marxismo. Sin embargo, es poco operativo. Porque ¿qué instancia o sujeto realiza la asignación de lo uno y de lo otro, de las posibilidades y de las necesidades? En este punto fue, al parecer, donde el socialismo ideal inició la malformación que cuajó en el llamado “socialismo real”, antidemocrático, de la Unión de Repúblicas Soviéticas y de tantos otros regímenes. Partiendo de una situación de explotación de clases originada, sin lugar a dudas, por el sistema capitalista los regímenes socialistas entendieron que sólo poniendo las riendas de la sociedad en manos de la clase explotada, la obrera, se compensaría la balanza y se restablecería la justicia. (Hasta que se llegara a la etapa final de superación de las clases, claro está). En principio, la pretensión era democrática supuesto que el poder real era devuelto al pueblo. En la realidad, fue el Estado y, en su nombre, el Partido quien asumió plenos poderes. El pueblo queda dispensado de casi toda participación ciudadana y el Estado controla y planifica todos los ámbitos de la sociedad, en especial la propiedad y dirección de la economía. Se impone una planificación omnímoda en detrimento de la iniciativa individual que queda reducida a la nada, recortados drásticamente derechos y libertades. El Estado, en nombre del bien colectivo, desplaza a los sujetos individuales que quedan sacrificados a la colectividad gestionada en exclusiva por la burocracia del Partido. Tal deriva colectivista se carga de una tacada o reduce a mínimos la participación ciudadana real, es decir, la democracia y el aliciente del trabajo individual inherente a la iniciativa privada. Por cercenar los abusos del ego-ismo, se aherroja todo ‘ego’. La dialéctica entre colectividad e individuo se suprime en beneficio, a la postre incierto, de la primera. Todos conocemos las consecuencias. Quedan recortados por lo sano los derechos individuales más legítimos sin opción a su armonización democrática y, como desajuste inducido, la planificación total se manifiesta ineficaz al quedar cercenada la iniciativa privada. Al cabo del tiempo y de tanto sufrimiento se derrumba el coloso. Para entonces había apuntado un movimiento hacia el socialismo democrático, salvo en países como China en que ni se recupera la democracia ni se salva la esencia del socialismo al pervivir una economía capitalista de estado.

 

II El PERVERSO CAPITALISMO.

En el extremo opuesto recordemos el aforismo, ‘mil ‘egos’ no alumbran justicia y solidaridad. Hace 250 años se dijo: que cada uno persiga su interés personal porque ello dará lugar al bien general. Éste sería, matemáticamente hablando, la suma total de los parciales. Demasiado ingenuo, conocida la condición humana proclive al lucro sin medida. El propio A. Smith reconoció la necesidad de un arbitraje corrector que atribuyó a la capacidad moderadora de la ‘mano invisible’ del mercado, conforme a su mecanismo básico de oferta y demanda regulándose mutuamente. La ‘mano invisible’, sin embargo, suena a magia y el librecambio acaba siendo idolatría. Porque la libertad total de mercado –que además se acomoda a los intereses de los poderosos- lejos de aportar equilibrio deja rienda suelta a la ambición incontrolada, al más desenfrenado individualismo, a la ley de la jungla que es dominio del más fuerte. La experiencia histórica lo ha evidenciado. El afán de lucro ha propiciado la iniciativa privada, ha favorecido la producción de bienes –y esto es excelente- aunque sea creando necesidades ficticias –que no lo es tanto- induciendo a un consumo insostenible y, en cualquier caso, ha viciado radicalmente la distribución. El capitalismo adquirió rostro más humano en la fórmula keynesiana que reconocía la necesidad de la intervención estatal para asegurar los servicios públicos y equilibrar el conjunto. Al final, sin resolver el problema más clamoroso (los países del Sur seguían explotados), resultó efímera porque los más poderosos, las transnacionales, retomaron las riendas del mundo y rebrotó el capitalismo más salvaje, el neoliberalismo actual, enemigo de cualquier traba y de toda intervención y control del estado: ‘cuanto menos estado…mejor”. Salvo en la salvaguarda de sus intereses, “seguridad nacional”, orden público e intervencionismo armado.
Parece como si la opulencia de unas minorías se asentase en desigualdades crecientes hasta la configuración de una sociedad cada día más injusta y cruel: la codicia de unos pocos privilegiados necesita y provoca la pobreza de la mayoría. Un libre mercado en manos de los grandes poderes económicos no genera por sí sólo solidaridad. El individualismo, la libertad omnímoda del ‘ego’ cierran la posibilidad de alcanzar el bien común. La dialéctica entre el ‘yo’ y el ‘nosotros’ se rompe en perjuicio de ambos polos. El bien de unos pocos pervierte el bien de la totalidad pero, en el extremo opuesto, la colectividad no respetuosa del individuo lo anula (el socialismo totalitario). Alguna clave importante falla en la preservación de la dialéctica individuo-sociedad. Y como el malentendido se mantiene, los mejores se desconciertan y consideran inevitable el libre juego de la ‘competitividad’: no se ha encontrado nada mejor, el resto es utopía.

 

III. TENSION DIALÉCTICA INDIVIDUO/SOCIEDAD.

En múltiples ámbitos la realidad es tan rica en aspectos y contrastes que parecen anularse unos a otros. Por eso se puede decir que la realidad profunda, por ejemplo la realidad humana, es misteriosa y a nuestra inteligencia le es difícil tener sobre ella una visión abarcante y equilibrada. La consecuencia es que la forma de respetar ese carácter tan denso y misterioso de lo real –muy especialmente en el ámbito de lo humano, sobre todo lo religioso– se logra mediante enunciados dialécticos que consisten en mantener simultáneamente aspectos contrarios en apariencia: Dios distinto pero no distante, máximo presente y gran ausente, gracia y libertad, monismo y dualismo, Uno y Múltiple… La dialéctica es la expresión de lo misterioso y lo misterioso no sólo es lo numinoso sino también el ser humano en sí mismo y para los demás. Por eso mismo no tiene nada de extraño que presente dificultad la articulación del ‘yo’ y del ‘nosotros’, el ‘ego’ y el ‘alter’, el individuo y el grupo, los derechos individuales y el bien general. La tensión dialéctica busca no eliminar ninguno de los extremos sino más bien afirmarlos siempre por muy laboriosa que resulte su articulación. No aparece a primera vista su armonía pero no se renuncia a conciliarlos o reconciliarlos. (De la pareja humana se ha dicho bellamente “aceptarse diferentes para encontrarse complementarios”). En lo concreto serán inevitables los tanteos, las aproximaciones. No quedan siquiera excluidos exageraciones o desaciertos. Pero siempre se impondrá corregir el rumbo en busca del equilibrio. En este planteamiento es clara la necesidad de partir de alguna clave armonizadora, de algún buen principio como punto de arranque. Sin ello, en lo concreto operativo, la oposición y lucha están cantadas de antemano con la consiguiente eliminación de alguno de los elementos en liza. Evitar un vicio de principio es la mejor praxis.
En nuestro tema, se intuye la especialísima (sagrada) dignidad de la persona en virtud de la cual nunca podrá quedar rebajada a simple número o mera unidad en la suma, ni prestarse a ser manipulada como ‘medio’ para construir la totalidad. La dignidad de la persona individual reviste un innegable carácter de absoluto que obliga a ser preservado en cualquier articulación con el bien común. Durante siglos el pensamiento occidental, desde Boecio, pensó la persona como ‘natura individualis TOTA IN SE” (individualidad perfecta y acabada EN SÍ misma). Me temo que la influencia de este pensamiento contaminó ‘in nuce’ toda reflexión posterior sobre los ámbitos de realización de lo personal. La radicalidad del EN SI más que definir lo específico personal lo limitaba y cerraba sobre sí mismo. Ni siquiera sugería una fisura y aún menos un punto de apoyo para la apertura a LOS DEMÁS. Pero dado que la compañía y convivencia entre humanos es un dato tan radical e inevitable como el ‘en sí’ de la persona, queda desbordada la categoría de dato para alcanzar la de principio constitutivo: es ininteligible la existencia cósmica de un ser personal único y solo. Por eso mismo mientras se entienda la persona como un ‘en sí’ en medio de otros, se obtendrá una MULTITUD, no una COMUNIDAD y lo máximo alcanzable en las relaciones mutuas será un ‘pacto de no agresión’ para evitar despedazarse como en la jungla –que es lo que está ocurriendo en el planeta. No se podrá hablar de reconocimiento de una armonía, de una COMUNIÓN al menos como horizonte utópico. El ‘pacto de no agresión’ –lo máximo que alcanzan los presupuestos arriba indicados– buscará ser completado, como aceite en los rudos engranajes- mediante algún pegote ‘sobrenaturalista’… La Iglesia apelará a la caridad mientras que el Estado dirá que el gasto social es asunto de las ONG. Sobre el basamento inconsciente de la persona cerrada ‘IN SE’ no hay pie para otra ordenación estructural. Por eso es imprescindible –conceptualmente hablando– subsanar el punto de partida para evitar deslizarse por el callejón sin salida que consiste en que todo lo que concedemos al ‘yo’ parece ir en menoscabo de lo común y cuanto más potenciamos lo colectivo más perjudicamos lo individual.

En mi reflexión personal a lo largo de la vida consideré precioso hallazgo el pensamiento denominado PERSONALISMO. No porque descubriera alguna varita mágica para soslayar los conflictos que nos ocupan sino porque permitía plantear en forma dialéctica la ‘conciliatio oppositorum’ para que no nazca teóricamente viciada la labor política, que hartos escollos encontrará su operativización práctica.
La praxis psicológica en su condición de antropología aplicada, ratifica el pensamiento personalista. Para la psicología la persona que falla en sus relaciones con los demás se deteriora en sí misma, hasta la alienación (dejar se ser uno mismo). Y si no ha existido una mínima convivencia interpersonal desde el comienzo, tal como se descubrió en el niño lobo del bosque de Versalles (y en varios otros como el que narra, como conocido personalmente, mi amigo X. Pikaza en Galicia) el ser humano afectado no se despliega como persona.
Por tanto parece un dato antropológico indiscutible que lo más denso y consistente del EN SÍ de la naturaleza humana individual (natura individualis tota in se) implica intrínsecamente la ‘relación sustancial a LOS OTROS (‘ad alios’)’. La ‘yoidad’ implica la ‘alteridad’, ‘ego’/’alter ego’. La persona es esencialmente RELACIONAL y, consiguientemente, sólo se construye a sí misma en la apertura relacional sana con las otras personas. La praxis operativa no será fácil: dentro de la propia persona existirá la tensión entre el ‘ego’ que tiende a cerrarse en ego-ísmo y un correcto ego-centrismo (todo ser humano es un centro de dignidad, no un medio para un fin colectivo). Es más, como se percibe de inmediato, ninguna sociedad se construye como simple adición, ni menos lucha, de individuos sino como RED PERSONALIZANTE de seres complementarios.
Esta reflexión indica dónde se asienta la necesidad del ‘ego’, de la privacidad, de la iniciativa y del aliciente personal con los que cualquier socialismo democrático habrá de contar salvo perversión y fracaso. Pero con igual perentoriedad se evidencia que todo individuo necesita consentir, por su propio bien auténtico, el condicionamiento, incluso control de su libertad por los demás. LOS DERECHOS INDIVIDUALES –dije en otro texto– no son tales CON ANTERIORIDAD O INDEPENDENCIA DEL BIEN COLECTIVO. En principio son complementarios, sólo el egoísmo individual o el desprecio de la dignidad humana los transforma en antagónicos. Nadie me hará decir que su articulación concreta será proyecto fácil (la vejez se presta mal a la ingenuidad). Igualmente nadie me podrá convencer de que los mecanismos puestos en marcha para tal articulación, es decir, las leyes económico-sociales, haya de ser a semejanza de las leyes naturales, ni independientes de un proyecto político ético. Un ministro de economía además de buen técnico precisa ser… permítanseme los conceptos, filósofo ético y artista. Y si articula mal las leyes económicas seguirá siendo un neoliberal aunque por tradición de partido o por conciencia personal preserve unos mínimos en los derechos de los marginales de la sociedad. Como mucho un socialista neoliberal me parecerá ‘mal menor’ en comparación del ‘mal mayor’ del neoliberalismo o capitalismo salvaje, promovido o simplemente consentido.
No me desdigo, pues, de viejas convicciones –que considero argumentadas–: el capitalismo es, no ya en su realidad histórica, sino en sus fundamentos ideológicos, es decir, en su esencia en virtud de su concepción egoísta, mercantilista y meramente competitiva del bien particular (la ‘mano invisible’ del libre mercado como clave de bóveda), el capitalismo es, digo, intrínsecamente perverso, mientras que el socialismo originado en la ilustración es, por esencia, democrático, con raíces en la revolución jesuánica y, por ello, es por lo menos ‘bautizable’. Con lo cual no está todo dicho: el aporte de la mejor tradición cristiana (la peor ha sido la prevalente en la historia de las colonizaciones de todo signo y del maridaje trono-altar y jerarquía-derecha) tiene, a mi entender algo más que explicitar adecuadamente. Vaya mi modesta contribución.

  

IV LA DENSIDAD TRASCENDENTE DE TODA PERSONA

La persona no se construye como realidad ‘EN SI’ sino es en la ‘RELACIÓN A LOS OTROS’, hemos visto como principio antropológico validado en la psicología clínica. El ego-centrismo se modula en la alteridad. ¿Se puede dar un paso más? ¿Dónde se fundamentaría este principio? ¿Cuál es el punto de apoyo para la construcción justa y solidaria de la persona? ¿Dónde encuentra el solipsismo del ‘ego’ una clave de apertura a la alteridad y a la comunión? ¿Por qué Jesús, en la línea de los grandes profetas de Israel y superando los límites de la Ley, lee la historia y busca construir comunidad humana desde los de abajo, los marginales por la Ley y por el Dinero, los pobres? ¿Por qué para Jesús la presencia del Reino se manifiesta en que ‘a los pobres es anunciada la Buena Noticia (evangelio) de su liberación’? ¿Cómo es espuria una fe en el Dios que no vemos si no lo descubrimos en el prójimo que vemos (san Juan)? ¿Cómo Francisco de Asís fue ayer postergado y corregido y hoy lo es la Teología de la Liberación por quienes distinguen separando evangelización y promoción humana, Reino y ‘otro mundo posible’? ¿Por qué La Aparecida está a punto de borrar y anular Medellín? ¿Por qué el conservadurismo católico simpatiza con Ratzinger y Busch mientras sospecha de los obispos Romero, Angelelli, Casaldáliga y de los teólogos Sobrino y Castillo? Las preguntas se matizan unas a otras pero resultan sospechosamente complementarias. Vuelvo a la pregunta inicial: ¿Cómo el solipsismo del ‘ego’ se abre a la alteridad justa y solidaria más allá de pegotes caritativos que ni siquiera son Caridad?
La respuesta me parece ser la siguiente: la apertura al otro, al hermano, es el ÚNICO SALTO A LA TRASCENDENCIA (la fe jesuánica, no la fe en una imposible y superflua revelación) y lo es porque no parece inteligible la superación del solipsismo egocentrado si no es el propio Trascendente quien nos atrae desde ‘el otro’, no conceptual y explícitamente sino por la fuerza de la realidad vivida. Creo que ésta es la base de la ética universal fundada en la regla de oro del amor. La presencia del Trascendente en la apertura al hermano no es conceptualmente manifiesta pero lo es vitalmente.
El ‘yo’ es percibido por cada uno como un cierto absoluto inevitable: no podemos impedir el referir todo a él. Obsérvese cada uno cómo en cualquier conversación cada cual se vive como el centro y se precisa de bastante sentido común y cortesía para no caer en el ridículo de un egocentrismo ingenuo. El propio santo Tomás así lo consideraba al decir que no amaríamos a Dios si no fuese NUESTRO bien. No hay nada de extraño en ello, es simplemente la conciencia vivida de la propia identidad. La realidad de la DIGNIDAD de toda persona por la que nadie puede ser tratado como medio o instrumento es la traducción vital –no conceptual– de una radicalidad: el enraizamiento de su sentido e íntima consistencia en el mismísimo Absoluto trascendente. Sólo, pues, la llamada secreta del mismo Trascendente que habita igualmente en ‘el otro’, en el que llamamos prójimo o, con más justeza aún, hermano explica el rebasamiento del solipsismo para interesarnos por él como por otro yo. Algo así intuyeron los seguidores de Jesús cuando afirmaron que el pan que dábamos al hermano se lo dábamos a él por la secreta identidad de ambos: no, pues, en el sentido débil de que ello era COMO SI se lo diéramos a él. Por eso esta solidaridad (de ‘solidum’) profunda es lo más SÓLIDO por lo que nos definiremos ética y vitalmente en aquel fresco grandioso del llamado ‘juicio de las naciones’ (Mateo 25). Si esto, por hipótesis, va a suceder así, el agnóstico o el ateo tendría motivos para extrañarse (“¿cuándo te vimos tener hambre…?) mas no se sentiría colonizado espiritualmente sino que caería sencillamente en la cuenta de su profunda dignidad, la de estar habitado por el Trascendente sin saberlo.

En el peor de los casos, el de una caída en la nada por la muerte, el ‘error’ creyente no habrá constituido un estorbo ni una superstición porque nos habrá ayudado a vivir con sentido la entrega a los demás. Tal vez habremos vivido una inutilidad misteriosa. Pero entre el misterio y la nada –según la alternativa de Pascal– algunos habríamos apostado por el misterio; no por el misterio vacuo del opio o la huída sino por el de la densificación y sentido máximos de la historia mediante la identificación del Trascendente con los que menos cuentan. Y si no nos hemos equivocado no será menor nuestro gozo en el encuentro con quienes más modestamente simplemente habrán actuado justa y solidariamente en fidelidad al absoluto de su conciencia.
En resumen: ¿hay algo tan potente como para no encerrarnos en el apego instintivo del ‘ego’? Sí, la llamada secreta de la Trascendencia encarnada en todo ser humano.

19 comentarios

  • M. Luisa

    Hola  Oscar, destaco esta nota tuya
     
    NOTA: “PENSAR” para el papito de la modernidad (Descartes) incluye todos los actos perceptivos, no sólo los intelectivos
     
    Pero el papito  Descartes  con esta inclusión de actos   se le  ha pasado  por alto el único acto humano que es el  hecho, no teoría,  de la aprehensión intelectiva que  lo  es, de intelectiva,  porque es de realidad  y es aprehensiva porque es sensible. A partir de este acto primordial   se suceden modalidades  de intelección distintas como son la del logos y la de la razón, en ella se encuentra la actividad pensante,   pero todo ello sobre la base del hecho mismo de la  aprehensión.
     
     
    En cambio el autor de la modernidad    hace   de la  realidad  un resultado del   PENSAR, Descartes convierte el momento perceptivo en acto pero la percepción y la intelección no son actos,  son momentos del único acto humano  que es el de la aprehensión de realidad.
     
     
    Habiendo sustantivado la conciencia,  Descartes hace de la realidad un resultado del PENSAR, implica que el esse es concipi :  es la tesis del idealismo lógico.   En contraposición del idealismo empírico, el cual hace de la realidad una mera impresión sensible, dándole a la palabra impresión el  sentido subjetivo, que no tiene sin embargo la aprehensión intelectiva  ya antes mencionada.  Zubiri  elabora  a partir de ella   y sólo a partir de ella  en tanto hecho,  su teoría  sobre el conocimiento, siendo el filósofo que, ahora, de cara a una “neurofilosofía”   aporta  para su estudio, dada su  constante  actualización  con la ciencia,  los  conceptos más adecuados.
     
     
    Por otra parte apelas  a un nuevo paradigma más comprensivo pero, desde mi punto de vista  esto supone  caer en el mismo error que el anterior.

    Siguiendo con la misma terminología,   en  el viejo paradigma   se quería ir directamente a la comprensión de aquel pre que  nos tenía tensos. Ese estado de inquietud  quedó resuelto con satisfacción por la  comprensión  que de él hizo la explicación  teológica (La extravagancia)  con lo cual la aprehensión  enigmática del acto humano por antonomasia  se perdió  y con él la trascendencia.
     
    Yo voy todavía! Oscar, no sé tú… te lo sigo por si lo quieres dejar…
     

  • M. Luisa

    Insisto un poco más en lo que ya dije, Oscar, El pegote  de “espiritual” no  sólo  no explica    la trascendencia sino que más bien  ha servido para  obstruirla. Cuántas veces yo no me habré referido aquí  al  hecho de  que la metafísica   ha ido siempre  por la vía de “lo”  trascendente   de lo extra-vagante como tu dices,  en lugar de hallarla en la trascendencia misma.
     
    Dices: no todo querer es poder.
     
    Como no me queda más remedio que resumir, al intentar esta mañana   responderte    me he dado cuenta que en mi comentario del 12 – 10h56´ en parte entraría esta cuestión.  Repásalo porque tengo verdadera necesidad de que se entienda. Ojalá pudiera extenderme más…solo añadiré     que hay tensiones sin tendencias, es lo que caracteriza a la materia, precisamente porque en ella    tenemos  estados meramente tensionales, atendenciales.  La materia está tensa por su propia estructura, no porque tenga una tendencia que la lleve a…
     
    Por tanto el Pre de la  pre –tensión, al cual,  en él,  se situaría  ese algo especial y misterioso al que alude Juan Luis,   es en donde  reside  el poder. Es lo que humaniza la tensión y la hace ser tendendial,  es lo que hace,  en definitiva, del querer poder.
     
    He concentrado en estas  ideas muy   poco  de un   análisis   completo sobre  la  voluntariedad.
     
    ¡Ya ves,  Oscar, voy todavía!

  • M. Luisa

    Yo te diré por qué, Oscar, porque Salvador que a todos/as nos a   tenido  embelesados ha cogido el problema desde el “suelo” y los otros incluidos Juan Luis y hasta yo misma   lo hemos cogido desde lo alto donde nos lo dejaron   y hemos ido descendiendo  y corrigiendo denodadamente  hasta el punto de encontrarnos en el aquel mismo  suelo  y,  ahora, de su  mano,    de  lo que se trata,  es de  volver a empezar.

  • oscar varela

    Gracias M. Luisa!

    1- ¿te parece que Herrero superó ese paradigma de la Realidad como Sub-stancia?

    A mí no me parece.

    2- Juan Luis, Legaut, Lenaers (Cursos en Atrio)

    * es cierto (ok ok) “apuntan” a lo mismo

    pero, cuando aprietan el gatillo y disparan

    * les “sale el tiro” por la culata (“se les nota el plumero“; castiza expresión no usada en Argentina).

    3- S. Santos es otra cosa: apunta / tira / no se le corre el blanco / se lo corren / lo vuelve a su lugar / u.s.w.

    ¡Voy todavía!  –  Oscar.

  • M. Luisa

    Hola Oscar,  me preguntas para quién queda atrás lo referido a esta frase
     
    – “¡Cómo no se ha de estar de acuerdo en que, en el paradigma que nos trae aquí Juan Luis,  la SUB-STANCIA queda ya  muy atrás,  es  algo que se da  por superado!“-
     
    Pues para quienes a pesar  de la maniobrada  trascendencia en la metafísica clásica   no nos conformamos  que, ahora  sin búsqueda alguna  y en dirección contraria, se le  achaque  a la limitación humana su  sinsentido.
     
    ¿De qué han servido los espacios dedicados a Légaut, a Salvador Santos y otros muchos autores que, aquí mismo,  les hemos dedicado tanto interés, si no es para salvar el sentimiento humano de la trascendencia?
    Y los artículos de Atrio no apuntan a lo mismo? …
     

  • M. Luisa

    Hoy,  amigos Sarri  y Oscar  al ponerme a escribir, como dejé muy bien orientada  la reflexión de ayer para conducirla  precisamente a la finalidad que me proponía,   he optado  por comenzar retomándola y  por tanto  prescindir de momento  de vuestras preguntas. Pero eso no significa que las olvide, todo lo contrario  no sabéis cuánto os las agradezco,  es la mejor prueba de que  mis comentarios no caen del todo en la indiferencia.  De todas maneras espero que  en lo que ahora me referiré queden   de algún modo contestadas, si no, creedme, será tarea  pendiente.
     
    Retomo, pues, ahora mi reflexión anterior.
     
    En este  “pre” se halla concentrado el problematismo  que generó el pensamiento antiguo y más tarde el moderno.
     
    Despejar este pre significaría  un avance  en el problema  que tras la superación  de   la Sustancia,  en el polo opuesto   más tarde,  nos metiera  Descartes  con la sustantivación de la conciencia.
     
    Despejar este “Pre” significaría  recuperar la trascendencia tan denostada por la metafísica clásica la cual acabó, como todos sabemos,  por derrumbarse.
     
    Pero los sentimientos existen y por tanto también  la  realidad trascendente.
     
    “No sólo tendemos a la ultimidad,  dije días atrás,  empujados  por la vivencia experiencial de nuestra finitud sino sobre todo porque estamos vertidos  a la realidad”.  Me viene bien  recordar aquí esta frase    porque aunque en mis comentarios   estoy  dada a abandonar  ideas expresadas,  no es sino   por lo que  de  comprimidas  en ellos han de quedar. Sin embargo, esto no quiere decir  que no respondan en su conjunto   a un todo coherente.
     
    Por eso ahora, por la  enjundia  de aquella  frase, me extenderé un poco más.   Veamos, si nos detenemos  solamente en  nuestra finitud  los sentimientos no serían tales porque la sola tendencia del sentir no los produciría. Es la realidad,  la  que  por estar   en ella  y   vertidos a ella,  la que  nos aporta la tensión dinámica.  Es el hacia mismo de la realidad que nos tiene tensos dinámicamente.  En este dinamismo, la modificación  de   los afectos  constituye el sentimiento. Sentimiento es afecto de lo real. Y la respuesta a esta versión a la realidad  es determinación en la realidad, es la volición y la volición es el acto del querer.  Ahí se encuentra incoada la trascendencia, lo que ocurre es que  la metafísica conceptual  resbaló  ante este efímero análisis de la cognición  humana.
     
    Al amigo Sarri, con lo expuesto,  espero haberle respondido  aunque  de forma resumida a la pregunta  que me formuló, y  a Oscar  no me queda más tiempo pero   sí traer de nuevo aquí al finalizar  algo que he dicho al comienzo, y es  que si bien la Sustancia  quedó superada  la sustantivación de la conciencia por Descartes También.
     
    Muchas gracias a ambos.

  • Sarrionandia

    Oscar:
    Ouestos a reducir, poné una S (ése, ése)

  • oscar varela

    Hola Sarri!

    No había visto tu gracioso oráculo sibilino.

    Para los que no están enterados, convendría decir que en Argentina no necesitamos ir a Delfos.
    Nos satisface subir las últimas estribaciones de la Cadena tandilera antes que desaparezca en el Atlántico.
    Por cerca de Sierra de la Ventana, paraje de Tornquist.

    Tal vez tu ya prolongada permanencia pampeana me anima a apocopar tu apellido.
    Son hábitos campechanos, que a veces rondan la guarangada.
    Si así fuere, hacémelo saber y me contendré.
    …………
    En cuanto al querer y no poder:

    No hay que tomar tan en serio el que sea yo un jubilado.
    Viejo, sí; pero no tanto como para haber nacido antes de Leibniz (siglo XVII),
    quien asentó definitivamente que para que haya algo
    son necesarias las “condiciones de su posibilidad“.

    Así, amigo, que se puede “querer” algo … pero si no se puede … no se puede…
    si no están dadas las condiciones.

    Yo ya acepté no poder llegar a ser un Nadal en Tennis.

    Y sexualmente … voy tirando nomás ¿qué le voy a hacer?

    Pero sigo ¡Yendo todavía! – Un abrazo – Oscar

  • oscar varela

    Hola M. Luisa!

    ¿Cómo andas?
    ¿Siempre a las apuradas?
    ¿Labores rentables (pro pane lucrando), gratuitas (ad honorem), familia numerosa …?

    Hay un tanguito de 1929 que se titula “Seguí mi consejo“,
    donde en una de sus estrofas de cuatro versos canta:

    -“Aprendé de mí que ya estoy jubilado,
    no vayas al puerto… ¡te puede tentar!…
    Hay mucho laburo, te rompés el lomo,
    y no es de hombre pierna ir a trabajar.-”
    ……………
    Tu rapidito Comentario empezaba:

    – “¡Cómo no se ha de estar de acuerdo en que, en el paradigma que nos trae aquí Juan Luis,  la SUB-STANCIA queda ya  muy atrás,  es  algo que se da  por superado!“-

    ¿Para quién “queda atrás”?
    ¿Para Del Pozo?

    Veamos, muy a la disparada:
    * Sí, queda atrás la Sub-stancia como “Cosa material” (Res extensa)
    * No, no queda atrás como “Cosa pensante” (Res cogitans).

    NOTA: “PENSAR” para el papito de la modernidad (Descartes) incluye todos los actos perceptivos, no sólo los intelectivos.

    El gran salto paradigmático del “Des-cartado” consistió en “dar vuelta la tortilla
    Fue un salto mágico: La Cosa (Res) de verse “material” al revolearla como un panqueque, nos la presenta como Cosa (Res) “espiritual” …

    … pero la tortilla / panqueque sigue siendo COSA (RES).

    Fue algo maravilloso ese “Canto auroral del Gallo francés”; entusiasmante y esperanzador

    Pero como la “sustancia” de la vida humana es el Tiempo histórico (Herencia / no-Prole)
    nuestro HOY nos está mostrando las espaldas de aquel hegemónico Paradigma;
    sus Gracias (Ciencia – Tecnología – Riqueza…); y sus/nuestras Des-Gracias (explotación exhaustiva a todo y a todos).

    Tal vez estas elucubraciones no sean más que las de un “vagabundo” jubilado.

    ¡Voy todavía! – Oscar.

  • Sarrionandia

    Quiere o puede un ser limitado limitar o definir su limitación? no sería eso pre-tender ser ilimitado?

  • M. Luisa

    Cómo no se ha de estar de acuerdo en que, en el paradigma que nos trae aquí Juan Luis,  la SUB-STANCIA queda ya  muy atrás,  es  algo que se da  por superado!
     
    Pero tampoco el pegote de “espiritual” explica ni da sentido  a este tender hacia  el otro, a ese carácter humano de  alteridad,    porque sí que desde  esta perspectiva estaría  yo también de acuerdo, como no,  en hablar de extravagancias ¡ya  estamos viendo   a qué nivel de extravagancias  nos ha conducido  “lo” espiritual!.
     
    Por eso, a mi modo de ver,  hay que preguntarse  primero ¿En qué consiste el acto de querer?  Evidentemente no puede aislarse  este problema de aquello que es querido. Ya tenemos ahí acotado el pre de la pre-tensión  como  tensión humana,  tal como lo expresa en origen el escrito…. Seguiré con esta reflexión …ahora tengo que dejarlo
     
    Buenos días

  • oscar varela

    Hola!
     
    Antonio Duato es un enamorado de la “persona”;
    sobre todo por lo que de “relacional” tiene.
     
    Por eso se encanta con las elucubraciones de Juan Luis:
     
    – “Pero lo más notable del texto de Juan Luis es ver cómo, al final, él postula que todo individuo que es capaz de definirse a sí mismo no sólo en referencia al “SÍ MISMO” sino también en referencia “AL OTRO” ….
     
    [Y esto los lleva a ambos al ¡Aleluya! de la Trascendencia]
     
    …, es porque de alguna manera ha sido tocado por la Trascendencia.
    ……………
    La PERSONA:
    Me parece recordar que Boecio la definía como “ens spiritualis individua substantia”; e.d. “un individuo de sustancia espiritual”.
     
    Lo grave de este paradigma metafísico es que es un paradigma radicalmente “cerrado”.
     
    Toda “substancia” vive en su tufillo de encierro; porque –para este paradigma-
     
    La SUB-STANCIA: es “lo que no necesita de ninguna otra cosa para existir”.
     
    Sin embargo la experiencia de la vida muestra que el pobre tipo es un llorón pedigüeño.
     
    Entonces los filósofos pensaron que la Persona no es ningún cacho de zanahoria ni piedra ni gato;
    sino que anda saliendo de sí mismo hacia los demás -otros como él … y al Otro Grandísimo.
     
    No tuvieron más remedio que agregarle el pegote de “espiritual
    para explicar esas tendencias “salidoras” del tipo ser humano, que se mostraba tan “extra-vagante”.
     
    Y a esas EXTRA-VAGANCIAS este antiguo (y moderno) Paradigma llama TRASCENDENCIA.
    ……………
    A mi modo de entender: no todo querer es poder.
     
    Con estas fundamentaciones metafísicas se quieren muchas cosas:
     
    * lo Individual y lo Social
    * lo Personal y lo Trascendente;
     
    pero no se da razón suficiente de lo que se quiere.
     
    ¿No será porque no se puede lo que se quiere?
     
    Entonces, habría que elaborar otro Paradigma más comprensivo ¿o no?
    ……..
    ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • M. Luisa

    Si,  pero…la visión le falta claridad si el ojo ve pero no mira.  Es lo que mira lo que le otorga al ojo claridad para ver y al mismo tiempo le actualiza su razón de ser.

    Si el juicio, luego,  es en  relación a lo que el ojo  meramente  ha visto,  no es de extrañar    que la formulación  del juicio se constriña en una mera formulación  lógica.

    Por tanto,  a falta de tanta claridad  tampoco es de extrañar que como resultado de todo ello quede   obscurecido lo humano de la  acción  y sea la reacción  (?) violenta  el último recurso

  • Gabriel Sánchez

       Voy a partir de una reflexión, que sobre esa tensión de la que nos habla Juan Luis,  fue hecha por las primeras comunidades de seguidores del camino de Jesús de Nazareth y que se plasman en dos hechos que son a la vez descripción de hechos acontecidos y reflexión teológica, de la primeras comunidades…Que se me ocurre aportan Luz a esta tensión y por lo tanto a nuestra historia actúa…
    Instituto de Pastoral Bíblica Hechos de los Apóstoles
    (Hch 6:1) Por aquellos días, al multiplicarse los discípulos, hubo quejas de los helenistas contra
    hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia cotidiana.
    (Hch 6:2)
    Los Doce convocaron la asamblea de los discípulos y dijeron: «No parece bien que nosotros abandonemos la Palabra de Dios por servir a las mesas.
    (Hch 6:3)
    Por tanto, hermanos, buscad de entre vosotros a siete hombres, de buena fama, llenos
    Espíritu y de sabiduría, y los pondremos al frente de este cargo;
    (Hch 6:4)
    mientras que nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra.»
    (Hch 6:5) Pareció bien la propuesta a toda la asamblea y escogieron a Esteban, hombre lleno de
    de Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Pármenas y a Nicolás, prosélito
    Antioquia;
    (Hch 6:6)
    los presentaron a los apóstoles y, habiendo hecho oración, les impusieron las manos.
    http://www.pastoral-biblica.org/BIBLIA%20JERUSALEN/PDF%20BIBLIA/Hechos%20de%20los%20Apostoles.pdf
     
     (Hch. 6,1-6)
     
     
    [41]Los que aceptaron sus palabras se bautizaron y aquel día se incorporaron unas tres mil personas.[42]Eran asiduos en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la solidaridad, en la fracción del pan y en las oraciones.[43]Ante los prodigios y señales que hacían los apóstoles, un sentido de reverencia se apoderó de todos.[44]Los creyentes estaban todos unidos y poseían todo en común.[45]Vendían bienes y posesiones y las repartían según la necesidad de cada uno.[46]A diario acudían fielmente y unánimes al templo; en sus casas partían el pan, compartían la comida con alegría y sencillez sincera.[47]Alababan a Dios y todo el mundo los estimaba. El Señor iba incorporando a la comunidad a cuantos se iban salvando. (Hch. 2,41-47)
     
     
    .[32]La multitud de los creyentes tenía una sola alma y un solo corazón. No llamaban propia a ninguna de sus posesiones, antes lo tenían todo en común.[33]Con gran energía daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y eran muy estimados.[34]Entre ellos no había indigentes, pues los que poseían campos o casas los vendían, llevaban el precio de la venta[35]y lo depositaban a los pies de los apóstoles. A cada uno se le repartía según su necesidad (Hch 4,32-45)
     
    [1]Un tal Ananías, con la connivencia de su mujer Safira, vendió una posesión,[2]se quedó con parte del dinero, llevó lo restante y lo depositó a los pies de los apóstoles.[3]Pedro le dijo: —Ananías, ¿cómo es que Satanás te ha impulsado a mentir al Espíritu Santo quedándote con parte del precio del campo?[4]¿No podías conservarlo? O, si lo vendías, ¿no podías quedarte con el precio? ¿Qué te movió a proceder así? No has mentido a los hombres, sino a Dios.[5]Al oír estas palabras, Ananías cayó muerto y los que lo oyeron se atemorizaron.[6]Fueron unos muchachos, lo cubrieron y lo llevaron a enterrar. (Hch.5, 16)
     

     He puesto estas lecturas en orden y secuencia, no respetando el orden que tienen en el libro de los Hechos de los Apóstoles, porque nos parece que nos ilustra en esta secuencia, el como existía y existe esa tensión, en forma permanente dentro del hombre y en su universo relacional y es posible que exista aún a nivel cósmico…
     
    La primera cuestión nos muestra el como el egoísmo, lleva a acumular a unos y desatender a otros, esto rompe las dinámicas comunitarias (permítanme una referencia de Fe personal, les llamo dinámicas Trinitarias-por aquello de la Trinidad fuente de perfecta comunión-comunidad)…Ante esto, los apóstoles, no deciden ellos, llaman a la Asamblea y en comunidad hicieron una pro-puesta…que a la Asamblea le pareció bien…y surge allí un servicio, que nace de aquellos elegido por la comunidad, para el servicio de la mesa de los pobres…Al egoísmo, que divide, le responde con dinámicas comunitarias, gratuitas y solidarias que unen…(Este texto, tiene su hipervínculo y para lograr una traducción más fiel, se recurrió en este texto a la Biblia de Jerusalén…)
     
    El segundo y tercer texto, nos hablan a la vez de cómo se desarrollaban los acontecimientos en la comunidad…y como de esta primera situación, el servicio, de los servidores de las mesas y el Espíritu en la comunidad, fue haciéndola evolucionar hacia una natural convivencia que desde lo individual iba potenciando, un relación biunívoca y sobre…como dicen los matemáticos, es decir de ida y vuelta, entre lo individual y lo comunitario que se retroalimentaba mutuamente…Esto que es a la vez, el hacia donde vamos y el objetivo, ideal…rumbo hacia el que caminamos, de que nadie consideraba propio a nada, de que todo lo ponían en común…y que cada uno tomaba de acuerdo a sus necesidades, esta en esta historia de la comunidad que nos plantea los hechos, indisolublemente unido a la fracción del pan en las casas…a la oración y a ese dar testimonio de la resurrección de Jesús que partía del testimonio de quienes lo vieron, lo oyeron y lo tocaron…(esencialmente los apóstoles-con tu testimonio-enseñanza) Estas cuestiones hacen a lo esencial de la comunidad…y permítanme destacar…que también el servicio…dado con alegría y sencillez, se volvía una sentir común…y el considerar a  los testigos…a su enseñanzas…con reverencia, pero dentro de la Asamblea, que integrada por todos, en relación de fraternidad…tomaban las decisiones…
     
    Finalmente vemos un relato, que nos habla de alguien que no entro en esas dinámicas, sino se dejo seducir, por su egoísmo, más allá de que pueda o no ser un crónica (que no lo parece), Ananias y Safira, son signo de quienes reniegan de lo comunitaria y se centran en su propia personas, en su propia necesidad…como forma de volverse centro del universo…Esto violenta la vocación profunda del hombre a ser comunidad…y lo hace incapaz de alcanzar la felicidad…Esta pulsión, es la que alimenta, al sistema económica que llamamos neoliberalismo y que se enseñorea hoy del mundo y e impone sus dinámicas, que va asociado a quienes políticamente son sus aliados naturales la derecha (tal vez por eso Juan Luis, es tan firme en el punto de no votar a la derecha)…
     
    Esto ha engendrado, el sistema que tenemos que hace posible la muerte por inanición o enfermedades conexas de millones y la muerte con enfermedades conexas con la sobrealimentación de millones…Y que atenta contra lo comunitario…que siempre será socializante…en el sentido más profundo… Con cariño desde Montevideo, Gabriel.
     

  • Carmen (Almendralejo)

    ¡Izquierda Unida? En almendralejo son peores que el SPOE y el PP unidos…
    Si fuera sol, no saldría para nadie más que para su campito, sus melones y sus matancitas, amen, de sus dos pagas una por invalidez, cosa que no le resta para hacer todo esos trabajo que menciono antes y como no, no ni la torticolis de mirar para el otro lado para beneficios de sus hij*s.
    Hay que pensar que estamos en la Municipales, que se nos va la olla

  • M. Luisa

    El doble aforismo  que nos señala Juan Luis  pre-tende como él dice  formular una tensión.          Como tensión dialéctica  tanto puede decantarse  por un lado como  por otro,  pero lo indicativo, lo especial y misterioso de esta tensión  se halla en  el  Pre de la  tensión misma, es decir el problema se inscribe en  este  algo previo al  tender mismo.
     
    Es   para mí  este el problema de fondo el cual si   se desatiende es lo que  más adelante  impedirá,  en la dialéctica  social, política y personal  el acceso  armónico  u  holista  constitutivo de la dialéctica  entre personas.
     
    A esto último, a desentrañar  qué sea esta armonía  previa a las relaciones personales  que genera la tensión,  es a lo que por circunstancias de la vida  me ha llevado  a dedicarle más tiempo. Y me he visto obligada, por tanto,  tal como nos dice Juan Luis a analizar  mínimamente el problema  desde una base antropológica.

     
    La armonía es una cualidad de la realidad,   por eso  la  persona en tanto realidad  la armonía  le concierne  como  algo  intrínseco  a ella, y no es la reciprocidad dialéctica sino  este  previo respecto armónico entre personas lo constitutivo de la dialéctica.  Ahí se pone en juego, a mi modo de ver,  la trascendentalidad.

  • Sarrionandia

    Ver – Juzgar – Actuar
    Faltando claridad en la visión. el juicio no llega a superar la ambigüedad de los hechos y, en la desesperación, se recurre a la violencia en la acción.

  • Iñaki S:S,


    Preocupante la situación en una España traumatizada por la crisis económica. Es importante que la mayoría silenciosa no se equivoque a la hora de buscar culpables de semejante descalabro.
    El desencanto de muchos votantes socialistas no ofrece la menor duda. Su relativamente lógica tentación de quedarse en casa tampoco. Pensando en el poco jugo que han sacado a su voto ZP y Cia., no les va a remorder la conciencia por no acercarse a las urnas el próximo 22/My. El problema es que el no ir a votar equivale a entregarse, sin esperanza, a los verdaderos culpables. Es decir, a quienes manejan lo que realmente da poder: el dinero. Y entre esa minoría poderosa, bien instalada en una derecha mas bien extrema, están los gurus de las finanzas sin escrúpulos, los grandes empresarios del mismo pelaje, etc., bien acompañados por los políticos y jerarcas religiosos que se abrazan a ellos. “El orden antes que la justicia”, es su lema y no necesitan de los votos de nadie para imponerlo a un pueblo muy poco soberano. Les basta con engañarnos a todos, miserablemente, dejando que nos caigan algunas migajas de sus ostentosos banquetes.
     
    Marx acertó al vaticinar la concentración del dinero cada vez en menos manos. Lo que no vio con tanta claridad es como, el individualismo mas feroz, iba a corroer a las clases depauperadas. Cómo, entre la pobre gente, el “sálvese quien pueda” iba a hacernos perder la fe en algo tan comúnmente aceptado, en teoría al menos, como…”la unión hace la fuerza”. El voto es la única arma de los débiles. Concentrémoslo en las opciones mas progresistas y no descansemos hasta dar con un liderazgo capaz de plantar cara al omnipotente dinero. Un dinero que, indiscutiblemente, ayuda a aumentar la producción, la productividad y el beneficio empresarial, pero que presta muchísima menos atención a la reducción de horas trabajadas , a la generación de empleo, a lo rentable que puede resultar la solidaridad, etc…

  • Félix García Moriyón

    Valiosa la reflexión de Juan Luis Herrero del Pozo, que comparto sustancialmente aunque, por realizar afirmaciones muy generales, podría ser matizada en ciertos aspectos, algunos de ellos importantes. Lo que no entiendo tan bien es la vinculación de este artículo con el voto en las próximas elecciones, y mucho menos la afirmación drástica de que el voto a la derecha es inmoral. No es fácil traducir las creencias profundas cristianas en un voto a un partido específico, o al menos es bastante más complicado que traducirlas en un compromiso concreto por los más pobres. Si nos atenemos a las recomendaciones de la conferencia episcopal, que da cinco criterios que deben ser tenidos en cuenta, no se sigue que haya que votar a un partido u otro. En lo fundamental, tanto el PSOE como el PP defienden políticas claramente liberales en economía, difícilmente compatibles con un compromiso con los más desheredados de la Tierra. Ambos parecen partidarios de la ley del aborto, diferenciados solo en pequeños matices. Ambos tienen sobre sus espaldas serias connivencias con los más poderosos (corrupción incluida) y mantienen sistemas electorales inadecuados, listas cerradas, bipartidismo cerrado… Vamos, que muy posiblemente entre ambos solo haya diferencias de grado, nunca de clase. Quizá Izquierda Unida…, pero tampoco lo tengo nada claro, dado su discurso fragmentario y su práctica similar a la de los otros dos partidos en los pocos lugares en los que accede al poder. Supongo que cada cristiano concreto optará por uno u otro guiados por el mal menor, pero no pienso que ninguno de ellos sea inmoral al hacerlo. Personalmente lo más seguro es que, una vez más, no vote a ninguno porque mi crítica es directa a todo el sistema de democracia representativa que tenemos. Ahora bien, aunque  creo que mi opción anti-parlamentaria es profundamente coherente con mis convicciones cristianas, incluso la más coherente, supongo que hay otras opciones igualmente coherentes, dependiendo mucho de en qué se insista o a qué se dé prioridad.