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Otra religión es posible

El libro que acabo de leer y quisiera recomendaros es el anteúltimo de Juan José Tamayo. Son cuarenta y dos breves artículos publicados recientemente, la mayoría en la revista “Escuela”, otros en diferentes periódicos y seis de ellos inéditos.

OTRA RELIGIÓN ES POSIBLE. Desafíos de la ciencia y la cultura
Juan José TAMAYO
Ediciones feadulta.com. Abril, 2011, 206 pp., 12€


Pienso que la más atractiva forma de presentación del libro es su prólogo escrito por el autor:

Cuando nos sabíamos todas las respuestas, nos cambiaron las preguntas. Esa es la situación sociocultural y religiosa en la que nos encontramos. Estamos viviendo un cambio de paradigma en todos los campos del quehacer humano.

Son tiempos de verdadera revolución.

    • Revolución económica por mor de la globalización neoliberal a la que responden los movimientos alterglobalizadores con su propuesta de otro mundo posible.
    • Revolución biogenética en cuestiones otrora inmutables como el origen y el final de la vida, el ejercicio de la sexualidad y su relación con la reproducción, la investigación con células embrionarias con finalidad terapéutica.
    • Revolución informática, el llamado “sexto continente”, que nos permite estar informados en tiempo real gracias a internet, los telemóviles, los blog, etc.
    • Revolución ecológica, que lleva a respetar y cuidar de la naturaleza como nuestro hogar y mantener relaciones simétricas, no opresoras ni depredadoras, con ella y conforman una unidad armónica, si bien diferenciada, entre cosmos y humanidad.
    • Revolución feminista, que cuestiona en su raíz las discriminaciones de género, replantea las relaciones entre hombres y mujeres y propone la creación de una comunidad de iguales no clónicos.

Este conjunto de revoluciones genera incertidumbre, desconcierto, perplejidad, inseguridad e incluso miedo, sobre todo en el mundo de las religiones, que suelen caracterizarse por su apego al pasado, su evasión del presente y su desdén por el futuro.

En este terreno las preguntas surgen espontáneamente y no pueden reprimirse. ¿Qué papel deben jugar las religiones en el cambio de paradigma que estamos viviendo? ¿Han de recluirse en el ámbito de lo privado, en la esfera de la conciencia y en los lugares de culto? ¿Tienen algún cometido, alguna tarea a realizar, algún lugar visible en el espacio público?

O renovarse o morir. Son las dos opciones que tienen delante las religiones. El camino que están siguiendo hasta ahora en la mayoría de los casos es el de morir. Una muerte lenta, es verdad, y quizá, por eso, más dolorosa. Es posible que la muerte de las religiones ahorrara a la humanidad muchos sufrimientos y patologías, que tienen su origen en las religiones, pero la privaría también de no pocas de sus aportaciones humanitarias y liberadoras, como son las preguntas por el sentido de la existencia humana y las respuestas a las mismas.

En el caso de que la suerte de las religiones fuera su extinción, no podrían responsabilizar de tan triste final a la secularización, ni al laicismo, ni al avance de la increencia. Habrían sudo las propias religiones las que se habrían hecho el harakiri.

Pero la suerte de las religiones no está echada y su futuro no tiene por qué ser necesariamente la muerte. Somos muchos quienes no queremos ese final fatal y estamos dispuestos a colaborar para que su destino sea la renovación, la reforma, incluso la ruptura con un pasado alienante.

Este libro intenta colaborar para que así sea, si bien no por la vía de la apologética, sino con sentido crítico. El libro hace un severo diagnóstico de la salud de las religiones y ofrece propuestas alternativas desde la convicción o, al menos el deseo, de que otra religión es posible. Con una condición: que responda constructivamente a los desafíos de la ciencia y de la cultura desde sus mejores tradiciones emancipatorias.

Encuentro en este prólogo una pregunta clave que estamos invitados a responder: ¿Hemos de relegar las religiones al plano de la conciencia y de lo privado o tienen también su lugar en el espacio público y tareas sociales que realizar?

En torno a cuatro grandes núcleos temáticos el autor va exponiendo el cambio de paradigma en el enfoque y funciones de la religión hoy y en un futuro próximo:

En el primero, LA TEOLOGÍA, CONCIENCIA CRÍTICA, llegamos a tener una visión actualizada del ámbito de la teología hoy. Desde su aislamiento del resto de las ciencias y salida de los seminarios como saber propio de sacerdotes, la teología en las últimas décadas se desarrolla en contacto con las ciencias sociales y ciencias de la vida, sobre todo. Se ha hecho presente en la sociedad de múltiples maneras -foros, congresos, cursos en la universidad y otros espacios laicos- independientemente de la jerarquía y ganándose el interés creciente de laicos y comunidades de base que, con creyentes y no creyentes, se interrogan sobre el sentido y participan en movimientos sociales de cara a construir un mundo alternativo mejor.

La teología, como “reflexión crítica sobre la praxis histórica a la luz de la fe “ (Gustavo Gutiérrez), se ha multiplicado en diferentes corrientes y se ha adaptado a la identidad de los grupos sociales donde han surgido; ha renovado sus métodos y contenidos, intenta hacerse presente en cuanto afecta a la sociedad y en los Foros mundiales. Aunque se sabe deudora de la Teología de la liberación, la teología actual no cesa de cuestionarse a sí misma, atenta a los más desfavorecidos y a los signos de los tiempos.

Se van dando encuentros entre las religiones y sus respectivas teologías. La teología tiene como marco las distintas declaraciones universales de derechos, tanto del ser humano como de la madre Tierra.

Los últimos capítulos de este núcleo temático tienen por objeto a Dios y el mal en el mundo, y termina con un gesto de solidaridad con un teólogo represaliado por la jerarquía, a la vez que el autor defiende la insumisión en la Iglesia.

El segundo bloque temático, FEMINISMO Y RELIGIONES, aborda desde la perspectiva de género, olvidada por las religiones, diversos temas en relación con las mujeres, como las múltiples formas de violencia ejercidas contra ellas, patriarcado y religiones, el feminismo indígena, las mujeres en el Islam, matrimonio, familia…

El tercer núcleo temático aborda la relación entre CIENCIA Y RELIGIÓN. Desde Dios como hipótesis, pasando por los nuevos ateísmos, llegamos a temas candentes en la sociedad, como son los relacionados con el origen y final de la vida, la eutanasia es uno de ellos, y a los relacionados con la ética de la vida y revolución biogenética.

El último núcleo temático, RELIGIÓN, POLÍTICA Y ÉTICA CÍVICA, nos recuerda situaciones complejas que hemos debatido socialmente en nuestro país y que siguen coleando. Unas tienen que ver con la difícil laicidad real, la pervivencia del nacionalcatolicismo en ciertos sectores; el autor no ahorra críticas tanto al actual gobierno como a la CEE por sus posturas inmovilistas y/o de debilidad en temas de materia religiosa, como los privilegios de la IC o la no reforma de la ley de Libertad religiosa. Otros son de interés social como la asignatura de Educación para la ciudadanía -EpC- o la enseñanza de la religión.

A lo largo del libro aprendemos que una sana religión no tiene sólo por objeto la trascendencia, la creencia, experiencia y prácticas religiosas. Ha de despertar, en las personas y en la sociedad, una conciencia crítica, unos valores éticos de igualdad, solidaridad, compasión… que se traduzcan en una elevación de la calidad de vida de las personas y de los pueblos y en una conciencia ecológica. A las religiones “nada humano les debería ser ajeno”. De ahí que el mundo de la información y comunicación, el de la investigación y de las ciencias, el modelo neoliberal de sociedad que divide profundamente a los seres humanos, la preocupación por un desarrollo sostenible… sean ejemplos del ámbito propio de las religiones, llamadas a entenderse y a colaborar por un mundo más humanizado.

Considero que el libro intenta y consigue sugerir condiciones de posibilidad de las religiones en una sociedad laica, cada vez más secularizada.

La claridad expositiva, la perspectiva múltiple, los argumentos de peso, la valentía al encarar los problemas y soluciones, llevan la marca del autor.

Agradezco a Ediciones Feadulta.com la publicación de este libro.

19 comentarios

  • Asun

     Juanel, siento que pueda parecer muy absoluta en lo que comento. No creo que haya elegido nada, sino que hasta donde llega mi memoria desde muy niña he sentido que algo dentro me sobrepasaba llenándome de plenitud, de ganas de vivir y de sentido, a pesar de las creencias que se me inculcaron, por personas que seguramente mimetizaban lo mejor que sabían  la formación recibida, pero  que no me daban  respuestas coherentes llegada a una cierta madurez,  emborronando el ser que soy escindiéndome por dentro.
     
    Cuando el evangelista Juan pone en labios de Jesús estas palabras llenas de anhelo: He venido para que tengáis vida en abundancia”,  vida en  plenitud, hoy diríamos Unidad-no-dual, es decir, cuando lo humano no está separado de lo divino, todo es y se hace divino y lo divino se mueve y fluye en lo humano, como  un todo inseparable. Jesús habla de lo que conoce, ha visto,  porque lo ha experimentado, invitándonos a conocerlo a vivirlo también nosotros ya, la vida en plenitud, Reino de Dios, la vida eterna es ya. Si no vives lo que llamamos  Dios ahora, hoy, despídete de vivirlo en otro momento. En el aquí y ahora todo es Presencia, Plenitud, Unidad-no-dual.
     
    ¿Qué pasaría, Juanel, si nos diéramos cuenta de que lo que nos han contado y hecho creer sobre Dios no es tal verdad, aunque sin ánimo de engaño? Porque pregunto qué sabemos de Dios, sólo lo que nos dicen o creemos que es. Nadie le ha visto jamás, dice Jesús. Una gran verdad que ni hemos entendido, ni en la que hemos querido confiar. El ego hace de las suyas. En vez de mirar a lo que Jesús ahí apunta, es decir,  a la experiencia de lo más hondo que es y somos, hemos querido descifrar el Dios que nadie ha visto a modo de proyección y prepotencia egoica. A Dios, a lo que llamamos Dios, por el hecho de pronunciar este nombre, ya lo llenamos de creencias y representaciones de lo que otros han dicho que es y de lo que nuestra mente ha ido interpretando. Cosa por lo demás inevitable. El peligro está en convertirlo en verdad inmutable, separadora y confrontadora.
     
    Silencio, Presencia, Plenitud, Amor, Realidad, Unidad, Consciencia, Misterio de lo Real, Lo Que Es, son distintos nombres con los que designamos, intentando apuntar a lo que experimentamos y vislumbramos,  como Dios,  pero en absoluto quieren delimitar  ninguna descripción o concepto, caminos por los que la mente se enreda, sino a la experiencia de paz, confianza y plenitud, en la vida,   en uno mismo y especialmente en interrelación con los demás y con todo, en donde nada ni nadie se excluye. Es un conocimiento no separado del ser. Una manera de ser que se hace conocimiento: que ya Todo es, y que nada hay que temer.
     
    Toda persona, creyente o no, va pasando por diferentes estadios de conciencia en los que va vislumbrando quién es  y abriéndose a  la realidad más profunda que somos y que es. La religión contextualizada es como un mapa que va poniendo indicadores para dar respuestas a preguntas, y sirve en tanto en cuanto las respuestas colmen las preguntas que se va haciendo o satisface al creyente. Creo que eso ha sido su cometido hasta el momento. Pero también intuyo que la religión tal como la hemos conocido o se transforma o muere, dejando abierta la posibilidad de una espiritualidad transreligiosa y/o transconfesional, laica e integral.  
     
     Por lo que el problema de las religiones, tal como las conocemos, surge,  cuando las preguntas  que va haciéndose el creyente adulto no obtienen las respuestas acordes a su nuevo nivel de consciencia. Entonces el que sigue buscando, porque es fiel a Jesús, está listo para recorrer el territorio experiencial del despliegue de la conciencia sin los mapas que le sirvieron antaño. Son sus raíces, pero no lo retienen, al revés, le invitan sin descanso a explorar el territorio, a confundirse con él, a ser él mismo el territorio: A reconocerse en  Jesús, reflejo del ser, de la identidad  que de fondo todos somos, para que podamos vivir haciendo el bien.
     
    Gracias. Un abrazo a todos.

  • Juanel

     
    Hay también relativismo en los valores, es decir, no hay una idea común de bien impresa en nuestra “esencia”. Nacemos con dosis variables de altruismo y egoísmo heredadas y seleccionadas por la evolución, porque ambas cosas son útiles para la supervivencia de la especie. No existe una Ley Natural común para todos los hombres. Los valores éticos que guían el comportamiento humano son seleccionados culturalmente por la sociedad en la que vivimos y por tanto difieren de una sociedad a otra. Yo ACEPTO este planteamiento relativista pero al mismo tiempo invito a un diálogo razonable sobre cuáles son los mejores valores para sostener una convivencia, con aquellos que aspiran a una convivencia pacífica. Si no partimos de aquí entonces me interesaría por la razón por la cual la prefieren violenta. Todo lo más que puede llegarse con este diálogo será una ética de mínimos comunes.
     
     
    Pero hay ética de máximos cuando se plantea a dónde queremos llegar colectivamente como género humano. Y en esta ética de máximos se encuentra Jesús como maestro, muy superior a cualquier otro de la historia. Pues la ética de Jesús apunta a la Plenitud Humana, señalando su dirección y concretando con una sencillez asombrosa lo que debe hacerse, y su radical opción por los pobres.
     
     
    No hay confluencia posible con el relativismo radical, el relativismo que dice que da lo mismo una cosa que otra, que todo depende de las circunstancias, condiciones, capacidades, cualidades, elecciones…. de cada cual, siendo el resultado indiferente. Que no es mejor el justo que el injusto, que da igual ser víctima que verdugo, etc., un planteamiento muy nietzscheano. No existiría aquí ninguna opción para oponerse a los “fuertes” y que nos dejen vivir a los demás. Aquí no hay la fuerza de la razón sino la razón de la fuerza. También de Nietzsche. Los débiles que asuman su debilidad, esto es toda la salida que propone. Ante ello sólo puedo contraponer su insostenibilidad. ¿Cuánto tiempo los débiles se mantendrán sumisos al yugo de los fuertes? ¿Cuánto tiempo tardarán en unirse para hacerse más fuertes que ellos? ¿No es más razonable hablar de convivencia que incluya pacíficamente las divergencias que la razón de la fuerza bruta?
     
     
    Por tanto, puedo asumir sin problemas para mi fe el relativismo tanto de la Verdad, como de las ideas de Bien, Belleza……. asumidas como alternativas de elección, y también del relativismo ético como ausencia de valores éticos comunes (Ley Natural), en un diálogo abierto a la búsqueda de los mejores. Pues yo estoy convencido que los mejores son los que promueve mi fe, los valores éticos de Jesús, sin tener que apelar a la existencia del Bien Eterno, sembrados en el “alma” humana por supuesto, mágicamente.
    Saludos cordiales

  • Juanel

     
    Oscar, yo creo y siento que si la vida humana se cierra sobre sí misma, no tiene salida, acaba en muerte, extinción y destrucción de todo lo importante. La vida humana individual acaba en muerte y olvido, la vida de los demás seguirá sin que pase nada importante aunque nosotros ya no estemos. Estamos excluidos de lo que está por venir. No me basta el simple fluir del flujo de la vida, no me es suficiente, ni apurar hasta la última gota de cada instante, ni siquiera lo más bonito de la vida que es el compartir y el amar, pues sólo es un paso fugaz (todo lo intenso que quieras) pero que en última instancia resulta insignificante. Acaba. Yo me rebelo contra el paso inexorable del tiempo que todo se lo lleva, sin dejar ninguna huella de lo que hemos vivido, ni de nuestros amores. No puedo soportar que el esfuerzo de la historia por mejorar las condiciones de vida para todos sin exclusiones, acabe en el fracaso total por la extinción de nuestra especie y la destrucción de todo cuanto hemos construido.
     
     
    No existen respuestas a las preguntas fundamentales del hombre si no se apela a las creencias religiosas sean cuales sean. Decir que la religión ha concluido, es cerrar todas las posibilidades del hombre, todo su futuro, en un rotundo fracaso individual y colectivo. Para muchos le es suficiente esta vida, se conforman con ella, YO NO, ni quiero ni puedo hacerlo, pues no tendría ningún modo de salir de la desesperación ni de la tristeza. Hablo por experiencia personal, tirado por drogas y alcohol para poder olvidarme de mí. No tengo ninguna cualidad para el conformismo. Comprendo que otros sí las tengan, pero yo no. Prefiero vivir en el error si al final en realidad no hay nada más allá, que tratar de acomodar mi vida sin la fe-esperanza a mi permanencia en Dios junto a todos los demás, sin exclusiones de nadie.
     
     
    Yo hablo de la vida humana proyectada a su Plenitud, no del misterio de Dios. Y sobre la plenitud del hombre todos podemos hablar porque se trata de encontrar y decidir qué es lo mejor para el hombre aquí y ahora, independientemente de si lo mejor del hombre se relaciona con el contenido y concepto de plenitud y de éste con Dios-Absoluto, o no tiene nada que ver y sólo vale para vivir ahora lo mejor posible.
    Saludos cordiales.

  • oscar varela

    Hola Héctor!

    ¡Buena ocurrencia la tuya de “TOMAR LA PLAZA
    la de San Pedro en el Vaticano.

    Aunque si tuviera un POR QUÉ
    yo no sabría decir PARA QUÉ.

    Además:

    la RELIGIÓN es válida mientras es algo SERIO en el funcioanr de la Vida humana.

    Veo que cada vez más lo SERIO de n/tiempo (y para Jesús)
    NO ES LA RELIGIÓN
    sino
    LOS QUEHACERES DE LA VIDA.

    Y eso se estuvo haciendo en las Plazas espa;olas y en las Urnas.

    ¿Vamos todavía? – Oscar.
    ………….
    NOTA: como no leí el Libro de Juanjo, pudiera ocurrir que lo estoy atopando.

  • oscar varela

    Hola juanel!

    Interesante tu Camino.

    En cualquier momento das el Paso de la Mutación.

    Me refiero a pasar

    * De la Biología

    * A la Biografía.

    que de eso es de lo que acá se trata,
    si de la vida humana hablamos.
    (no tan sólo ni principalmente de las cosas del ser humano)

    ¿Vamos todavía? – Oscar.

  • Juanel

     
    Asun, creo que la posmodernidad es también una posibilidad de encuentro por ejemplo de lo religioso con el relativismo, hoy tan frecuente. No veo ninguna necesidad de imponer nuestras verdades de fe a los que eligen otras alternativas existenciales, sino ponerlas en igualdad de condiciones de verdad con las de los otros. Lo que dialogamos entonces es sobre cual es la mejor alternativa. Y esto comienza admitiendo que “nosotros” al igual que “ellos” hemos también elegido. Y que ambos estamos exactamente igual ante las mismas preguntas. Y que las respuestas son opcionales. Y que las soluciones que nos parecen mejores son siempre provisionales, al igual que las de los “otros” que hayan elegido.
     
    Yo he elegido mi Dios lo más cercano posible a lo que he entendido del Dios de Jesús de Nazaret. ¿Verdad? Bueno, eso sólo lo sabré si efectivamente hay “algo” más allá de esta vida. Entiendo que tú Asun has elegido “lo que ES en la unidad del Uno”. Pero mi opinión es que tú tampoco sabes si es tu alternativa la correcta. Dialoguemos, sin absolutizaciones. Te preguntaría porqué la has elegido, pues veo y supongo tu elección sostenida por una metafísica sobre la cual tengo serias dudas de que pueda tener fundamento sólido. Yo prefiero entender la realidad con Física y Ciencia y no con Meta-física. Más allá de lo poco que llega a describir la Ciencia lo dejo en silencio, por ignorancia, simplemente no lo sé. Cuando se trata de hacer una descripción de ese más allá, no cabe otro modo de hacerlo en mi opinión sino a base de creencias. Y estas creencias parten de una elección previa que una vez realizada, los resultados de un desarrollo metafísico dan la apariencia de evidencias que en verdad no lo son.
     
     
    Somos libres al elegir alternativas existenciales, pues no existe en mi opinión ninguna posibilidad de asegurarse un saber fundado en lo que queda más allá de nuestras limitaciones, de la vida y la muerte. Somos libres para dar a estas cosas un sentido coherente según las opciones que escojamos de lo que se nos ofrece, según el medio y nuestras posibilidades y entre lo que hemos adquirido con el tiempo. La Verdad Absoluta nunca se nos impone robándonos la libertad, porque las limitaciones humanas nunca la alcanzan (a pesar de lo que diga Ratzinger, mi papa BXVI)
    Saludos cordiales

  • Asun

    Juanel, más que de hablar y pensar sobre  Dios en la posmodernidad, que de hecho no se ha parado de hacer en dos milenios, no estaría demás echar por tierra tanta “habladuría” y sentencia, aunque haya sido y sea en extensos y valiosos tomos y tratados,  y empezar a ayudar a despertar en uno mismo a lo que al ser humano, desde siempre,  en lo más hondo de él ha experimentado y expresado llamándolo Dios. Porque desde entonces su asombro y su anhelo de plenitud no ha cesado,  al sentirse en interconexión con todo en la vida, con todo lo que Es,  que le da una confianza radical dejándose ser cauce de lo que le es dado en permanencia viviéndolo  y viéndolo en todo y en todos.
     
    La religión no sería la que hemos conocido, que hasta la fecha es tan solo un mapa superpoblado de  indicaciones e indicadores que más de las veces no hacen más que dispersar y apartar del verdadero territorio,  la vida que es, Es, allí donde nos encontramos  con nosotros mismos, con los demás y en cada instante con lo que llamamos Dios, Unidad sin separaciones ni fisuras, Lo Que Es.

  • Juanel

     
    Hola Oscar, yo pienso que una cosa no quita la otra. Me gusta sumar sin descartar ninguna posibilidad de nuestros escasos recursos. Las Ciencias de la Vida son importantes (sobre todo para mí por mi especialidad en biología, embriología- histología del sistema nervioso), y las Ciencias de la Vida Humana, por supuesto que sí, pero yo no cerraría página ni de filosofía ni de teología.
     
     
    Yo creo que no han dado “todo” su fruto. Las preguntas de la filosofía y de la teología no han encontrado aún respuestas válidas para todos, pues lo poco que hemos sabido hacer es rechazar como soluciones falaces y erróneas las propuestas que en tiempo atrás se daban por ciertas. Pero las preguntas siguen ahí, y más aún ahora que como dice Tamayo nos han cambiado además las preguntas.
     
     
    ¿Crees que siguiendo un cierto relativismo- hedonismo – nihilismo no podría hacerse teología? ¿Por qué? ¿Por qué no puede hablarse de Dios desde el placer de hablar sobre él? ¿Por qué no se puede pensar en Dios desde la inseguridad relativista manifestando nuestras opciones existenciales como una alternativa válida entre otras posibles? ¿Por qué no se puede plantear a Dios desde el desconocimiento y la ignorancia sobre el MISTERIO, desde el vacío y el silencio de más allá de las delimitadas fronteras humanas, desde la poca cosa o casi nada que nos imaginamos o pensamos que somos? ¿Por qué no?
     
    Saludos cordiales

  • Héctor

    ¿Y después de las religiones qué?  No se trata de construir una religión más.  Se trata de camninar junto a la economía,  la sociología, y la política que son todo una misma realidad. La religión sería ver la realidad desde una perspectiva  trascendental. Lo religioso hoy se halla supeditado a los poderes que aprisionan la vida humana y es ahí donde  buscaría  su liberación total.

    ¿Que pasaría si una mañana aparecieran en la Plaza de San Pedro miles de jóvenes al estilo de los del 15 M en la Plaza del Sol, pidiendo una religión distinta? No sería impensable cuando  la convocatoria está al alcance de la mano: las redes sociales. — Que sería distinto como lo son  la política y la religión,  bien, pero el caso es que hace apenas unos meses lo del 15 M no se le hubiera ocurrido a nadie, partiendo de la apatía que los jóvenes han manifestado siempre  por  la política. La misma apatía que sienten por el tema religioso.
     
    Yo veo un cierto parecido en el fondo de los dos planteamientos. Una democracia distinta, significaría que  había que cambiar de fondo lo que nos ata y no nos deja ser libres bajo las presiones  del sistema. Tanto la democracia como la política son prisioneras de las oligarquías que lo vienen gobernando todo desde muy atrás.

    Nuestra gente joven en gran parte no conocieron los años que precedieron a la llamada transición democrática que puso fin a las instituciones políticas del franquismo creando otras nuevas. Con la  legalización de los partidos políticos y sindicatos que hasta entonces estaban prohibidos y las  primeras elecciones democráticas en junio de 1977 aplaudíamos la llegada de la democracia. Ya éramos iguales a otros ciudadanos del mundo.  Lo que ellos, los jóvenes, han venido a decirnos ahora es que en realidad los poderes que lo tenían atado y bien atado todo antes de 1977 lo mantuvieron atado y bien atado todo después. Si no que lo diga la crisis financiera que estamos sufriendo para saber tiene el poder.

    El paralelo con la perspectiva religiosa de la realidad es exactamente igual. Sólo que la enajenación de los fieles cristianos ha sido mucho más lenta y profunda si cabe. Se había dado por bueno y sagrado todo lo que se nos enseñó desde niños. Todo estaba atado y bien atado. Tomando las religiones como impuestas por Dios  nos exponíamos a que los poderes de este mundo se aprovecharan de lo religioso para afianzar su poder: “la propiedad privada era de derecho divino”,  se nos decía.
    Ya desde la ilustración nos advertían  del concepto de un  Dios que nos impone sus derechos echándonos por encima el manto de lo sagrado. Tuvimos que dar valor a lo secular para llegar libremente a El y así  poder luchar por nuestros derechos.

    La Teología de la Liberación unía dos términos que parecían irreconciliables y nos estaba preparando para invertir el orden: lo que hacía falta era una liberación de la Teología. La teología no  podía seguir atada al pasado y al poder. Tenía que  sentirse libre para luchar con los pobres de este mundo. Cada vez veo más cerca lo de la ocupación de la Plaza de San Pedro.

  • oscar varela

    Hola juanel!

    ¿Teología?

    ¿Qué es eso?

    ¡Ah, sí! Eso que trata de Dios. ¡Está bien!

    Bueno; que lo averigüen los Teólogos.
    Cuando más o menos lo sepan que vuelvan para contárnoslo.

    Tal vez eso ocurra cuando hayan recorrido todo el periplo que les trazas.

    Es muy posible, entonces, que a eso no le quede ni el olor a “Teología”.

    Algo parecido le puede acontecer a su mamá: la “Filosofía”.

    Y todo esto no porque los seres humanos se hayan estupidizado;
    sino porque aquellas ya dieron su fruto y han de dejar su preminencia a otra cosa;
    por ejemplo: La Ciencia de la Vida humana.

    ¿podrá ser?

    ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • Juanel

     
    A mí me gustaría que la Teología crítica actual, no sólo eliminase sin contemplaciones todo aquello que no favorezca decididamente a los principios humanos del humanismo, ecologismo, feminismo…… comunes de todos. Pero también partiendo de aquí como un ejercicio básico imprescindible, me gustaría que la Teología pudiera entroncarse con nuestro mundo relativista- hedonista- nihilista que está en la base de la razón ilustrada de hoy. Si la Teología se aferra a Verdades Absolutas como hace por lo general, se cierra al diálogo ni lo intenta pues lo que hace es exponer su Verdad para ser aceptada, y si no lo es, según sus defensores, se deberá a la cerrazón o conciencia torcida o dominadas por vicios o lo que sea, pero nada bueno de sus oyentes.
     
     
    Como relativista, la teología debería partir de posiciones de elección de alternativas validas en igualdad de condiciones con otras opciones existenciales sean o no religiosas, sin Verdades Absolutas que no significa otra cosa que imposición y voluntad de poder. Como hedonista la teología podría sostenerse desde la satisfacción que da una elección coherente que vaya en el sentido de nuestras perspectivas y creencias personales, y el placer o gusto que da el dedicarse a su práctica como componente importante de felicidad, y pasar de las leyes o mandamientos como sumisión u obligación sino con la libertad de escogerlas como lo mejor al considerarlas un instrumento útil como guías de comportamiento. Como nihilista, quizás para la teología fuese lo más difícil de tratar. Creo que primeramente se podría empezar por desligarse de toda seguridad en sus planteamientos para ir al encuentro puesto que todos los humanos estamos en la misma disyuntiva de elección. Dios o la Nada son ambas cosas posibles. Por tanto de entrada se apunta al “gran quizás” de E.Bloch. Enfrentarse a la Nada pues el budismo lo tiene mejor que nosotros como cristianos. Sin embargo, también nosotros podríamos ahondar en el silencio de Dios y en el profundo abismo de su MISTERIO. Quizás este profundo abismo de Dios pueda relacionarse de algún modo con el inmenso vacío de la Nada.
     
    Saludos cordiales

  • Maite Lesmes

    Gracias a todos por vuestra  amabilidad.  El interés debe estar en el contenido del libro, no en la presentación, que pretende animar a su lectura y, si cabe, a reflexionar una vez más sobre las religiones.

    MARGARITA, la frase que has entresacado no pertenece al prólogo, es interpretación tras lo que he asimilado del libro.
    Antes de su lectura tenía mi esquema mental hecho: si tuviera que hablar o escribir sobre la(s) religión(es), destacaría lo que han representado negativa y positivamente en el pasado desde diversas perspectivas, elegiría el s. XVIII para señalar un cambio de rumbo, me detendría en las críticas radicales  de pensadores del XIX a la religión, hablaríamos de la secularización y fundamentalismos en el XX, diríamos que en el XXI el encuentro interreligioso puede ser germen de tolerancia y de contribución a la paz mundial y otros aportes… Pero en realidad  me sentía inclinada a sustituir la religión por la ética,  aunque aquella perviviría en la gente poco cultivada y, desde otras esferas, por intereses creados…

    Hasta ahora, lo que me había interesado sobre las religiones me lo ha proporcionado sobre todo la filosofía, la sociología, la antropología.  Sobre todo por parte de pensadores agnósticos y ateos, la mayoría franceses. El libro de JJ Tamayo es más optimista respecto al futuro de la(s) religión(es), si son capaces de transformarse.

    OSCAR VARELA:  Siempre tan animoso, no dudo te gustaría. Sin embargo,  una tercera parte del libro se refiere al contexto español.

    GABRIEL: No es un libro teórico, brota de la base, como a tí te gusta, y  animado por el pensamiento utópico. Cómo, si no, confiar en que otra  religión  es posible …¡

    Dejo para mañana responder a los demás compañeros.

  • Asun

    Gracias, Maite, por esta presentación del libro de J. J. Tamayo. Muy actual y estimulante.

    Estoy con lo que apunta Margarita.  Y si a la religión le es ajeno lo estrictamente humano, sigue situada en una dualidad que escinde la Unidad en la que todos somos.

    Un fuerte abrazo.

  • JESÚS OLLORA OLARTE

    Hace dos meses leímos un artículo de Tamayo sobre el último libro del papa y ya entonces nos dio unas ideas sobre la ortodoxia y la teología crítica. El artículo me gustó  y el Sr. García Moriyón tergiversando lo que yo había escrito declaró de mí:
    afirma que la mayoría de los católicos va a dejar de pensar críticamente por seguidismo a lo que dice el Papa. Casi equivale a decir que los católicos son sumisos corderos manipulados por una casta sacerdotal dirigida por un astuto Ratzinger. No tengo una visión tan negativa de los católicos.”
    Aunque creo que a mí me utilizó para criticar a Tamayo y dado que yo he leído de él sólo algún artículo, me parece que debe ser bueno leerlo, así que le doy las gracias al Sr. García Moriyón por inducirme a leer el libro que a ti Maite tanto te ha gustado.
    Saludos cordiales.

  • ana rodrigo

    Además de ingeniosa, la fraseCuando nos sabíamos todas las respuestas, nos cambiaron las preguntas,” es la clave a la solución de los problemas de las religiones. Si, en general a los seres humanos nos da pereza el cambio, si, en general, a los seres humanos nos pillan de sorpresa las revoluciones, si, además, y precisamente por eso, casi todos los grandes cambios se han producido a base de revoluciones, es decir, por la fuerza, esto aplicado a las religiones, se eleva a la enésima potencia. A los díscolos siempre se les ha “cortado la lengua” o se les “ha decapitado”, en sentido figurado y en sentido real.
     
    Al ser humano le gustan las certezas y, si algo han querido proporcionar las religiones, han sido certezas absolutas, por eso se han impuesto los dogmas, como respuestas inamovibles e indiscutibles. Y esto se nos incrusta en el adn de nuestro instinto religioso a título individual, pero sobre todo, se incrusta en el adn de las confesiones religiosas, basadas siempre en palabra de sus dioses respectivos. ¡Con lo claro que yo tenía las cosas a los siete años después de haber aprendido el catecismo del P. Astete!
     
    Son obvias las consecuencia, mientras todo se mueve en la humanidad, mientras la historia discurre como una corriente incontenible, las religiones se estancan, se convierten en estatuas inmóviles, a la defensiva, impertérritas, como que ellas no son de este mundo, afirmación (mal interpretada), por otra parte, constituyente de alguna de ellas, como la católica. O, peor aún, cuando se constituyen como religión intrínseca a la sociedad (el caso del Islam) lo hacen en nombre de Alá y se invade anulándola, la libertad del individuo y de la sociedad.
     
     
    Así que, como dice el autor y lo dice asimismo el sentido común, “o renovarse o morir”. Y esto que se dice fácil, entraña auténticos cataclismos en las religiones. ¿Cómo van a quitar dogmas inamovibles, teologías eternas, tradiciones consagradas, ritos sagrados, sin que se les venga abajo todo el tinglado?
     
    Así que, o suicidio, o muerte por falta de oxígeno, o renovación profunda. Difícil elección dado que en vez de abrirse a nuevas realidades, lo que suelen hacer las grandes religiones, es ponerse a la defensiva y defenderla y no enmendarla. Serán pequeñas comunidades las que mantengan encendida la candela del mensaje que las religiones tienen que aportar a la humanidad.

    Gracias a Tamayo, siempre atento a la realidad, por ayudarnos a abrir los ojos y a ver mejor los nuevos caminos por los que debemos transitar y los nuevos retos que la historia nos plantea.

  • Juanel

     
    Gracias Maite por traer a Tamayo aquí en un buen resumen de su casi última obra. Me han gustado siempre sus opiniones pues se sitúa en la línea de lo humano, que como dice Margarita “nada de lo humano le debería ser ajeno” a las religiones. El humanismo y el ecologismo no pueden ser ajenos a cualquier teología actual si quiere decir algo en las “revoluciones” que se están dando como apunta Tamayo en el prólogo. Es una “lucha” que hay sin duda que ganar, contra el inmovilismo de siempre bien asentado con Rouco y la CEE, si queremos que la religión siga siendo valiosa y válida.
     
     
    Sin embargo, yo creo que el humanismo y ecologismo (HE) sólo son las bases fundamentales y necesarias (nada menos) donde tiene que asentarse la Teología, eliminando cualquier cosa que vaya contra esa dirección o incluso sea tibia o no lo favorezca. Pero la teología no es sólo HE. Y es que los principios HE los compartimos con toda la humanidad sea de la religión o condición que se sea, y deben extenderse no sólo con palabras bonitas sino con hechos en todos los pueblos, poniendo el acento en los excluidos.
     
     
    Si los principios HE nos debería unir a todos en una ética mínima común pues todos somos humanos, las religiones necesariamente nos separan pues la fe y la adhesión a cualquiera de ellas dependen de elecciones referidas a creencias y esto se traduce en una amplia diversidad. Me gusta la diversidad, la enorme formidable pluralidad humana, también religiosa. Como el aislamiento en este mundo globalizado es imposible ¡ya era hora! ¡algo bueno tendría que tener la globalización!, tenemos necesidad de convivir pacíficamente en la diversidad y en el respeto mutuo. Por tanto, no se trata de hacer un sincretismo religioso, sino que cada religión junto con su teología aporte una alternativa válida en nuestro mundo, aumentando con ello el conjunto diverso humano y enriqueciendo a todos.
     
    Saludos cordiales

  • Gabriel Sánchez

    En eso andamos verdad Juan José…como decía el Atahualpa…arrieros somos y en el camino andamos…sigamos en la lucha cotidiana, porque otro mundo es posible…y porque otra Iglesia es posible, un abrazo a todos y la verdad, que a mi siempre me ha parecida digna de reconocimiento la coherencia y la lucha de mucha gente y en el caso de Juan José, además, la capacidad que tiene de alentarnos en nuestras luchas de cada día…vamos todavía…- Gabriel

  • oscar varela

    Excelente presentación en Atrio.org,
    que dan ganas de leerlo.

    ¿Ya le dieron a Tamayo algún “Honoris causa”‘

    ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • Margarita Aguirre

    ” Una sana religión no tiene sólo por objeto la trascendencia, la creencia, experiencia y prácticas religiosas. Ha de despertar, en las personas y en la sociedad, una conciencia crítica, unos valores éticos de igualdad, solidaridad, compasión… que se traduzcan en una elevación de la calidad de vida de las personas y de los pueblos y en una conciencia ecológica. A las religiones “nada humano les debería ser ajeno”.
    Gracias Mayte, por llevarnos a casa el prólogo del libro de J J Tamayo.
    Mi criterio, está con lo que he transcrito del prólogo.