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¿Una ley de responsabilidad socioambiental?

Ya existe la ley de responsabilidad fiscal. Un gobernante no puede gastar más de lo que le permite el importe de los impuestos recogidos. Esto ha mejorado significativamente la gestión pública.

          La acumulación de desastres socioambientales ocurridos últimamente, con derrumbe de laderas, crecidas devastadoras y centenares de víctimas fatales, unido a la destrucción de paisajes enteros nos obligan a pensar en la instauración de una ley nacional de responsabilidad socioambiental, con penas severas para quienes no la respeten.

          Ya se ha dado un paso con la conciencia de la responsabilidad social de las empresas. Ellas no pueden pensar solamente en sí mismas y en los beneficios de sus accionistas. Deben asumir una clara responsabilidad social, pues no viven en un mundo aparte: están en una determinada sociedad, con un Estado que dicta leyes, se sitúan en un determinado ecosistema y están siendo presionadas por una conciencia ciudadana que reclama cada vez más el derecho a una buena calidad de vida.

          Que quede claro que responsabilidad social no es lo mismo que la obligación social prevista por la ley referente al pago de impuestos, encargos y salarios; ni puede ser confundida con la respuesta social, que es la capacidad de las empresas de adecuarse a los cambios en el campo social, económico y técnico. La responsabilidad social es la obligación que asumen las empresas de buscar metas que, a medio y largo plazo, sean buenas para ellas y también para el conjunto de la sociedad en la cual están ubicadas.

          No se trata de hacer para la sociedad, lo que sería filantropía, sino con la sociedad, involucrándose en proyectos elaborados en común con los municipios, ONGs y otras entidades.

          Pero seamos realistas: en un régimen neoliberal como el nuestro, siempre que los negocios no son rentables, disminuye o hasta desaparece la responsabilidad social. El mayor enemigo de la responsabilidad social es el capital especulativo. Su objetivo es maximizar los beneficios de las carteras y portafolios que controla. No ve otra responsabilidad, sino la de garantizar ganancias.

          Pero la responsabilidad social no es suficiente, pues no incluye lo ambiental. Son pocos los que se han dado cuenta de la relación de lo social con lo ambiental. Es una relación intrínseca. Todas las empresas y cada uno de nosotros vivimos en la tierra, no en las nubes: respiramos, comemos, bebemos, pisamos los suelos, estamos expuestos a los cambios de clima, inmersos en la naturaleza con su biodiversidad, habitados por miles de millones de bacterias y otros microorganismos. Es decir, estamos dentro de la naturaleza y somos parte de ella. La naturaleza puede vivir sin nosotros como lo hizo durante miles de millones de años, pero nosotros no podemos vivir sin ella. Por lo tanto, lo social sin lo ambiental es irreal. Los dos nos llegan siempre juntos.

          Esto que parece obvio, no lo es para gran parte de la gente. ¿Por qué excluimos a la naturaleza? Porque somos todos antropocéntricos, es decir, pensamos solamente en nosotros mismos. La naturaleza es algo externo, para nuestro disfrute.

          Somos irresponsables con la naturaleza, cuando derribamos árboles, cuando vertemos miles de millones de litros de pesticidas en el suelo, cuando lanzamos a la atmósfera anualmente cerca de 21 mil millones de toneladas de gases de efecto invernadero, cuando contaminamos las aguas, destruimos la vegetación ribereña, no respetamos el declive de las montañas que pueden desmoronarse y matar a la gente, ni observamos el curso de los ríos que, si crecen, pueden llevarse todo por delante.

          No interiorizamos los datos que biólogos y astrofísicos nos proporcionan: Todos tenemos el mismo alfabeto genético de base, por eso somos todos primos y hermanos y hermanas, y formamos así la comunidad de vida. Cada ser posee valor intrínseco y por eso tiene derechos. Nuestra democracia no puede incluir solamente a los seres humanos. Sin los otros miembros de la comunidad de vida no somos nada. Ellos valen como nuevos ciudadanos que deben ser incluidos en nuestro concepto de democracia, que pasa entonces a ser una democracia socioambiental. La naturaleza y las cosas nos dan señales. Nos llaman la atención sobre los eventuales riesgos que podemos evitar.

          No basta la responsabilidad social, debe ser socioambiental. Es urgente que el Parlamento vote una ley de responsabilidad socioambiental para imponerla a todos los gestores de la cosa pública. Sólo así evitaremos tragedias y muertes.

 [Traducción de MJG]

3 comentarios

  • ana rodrigo

     
    Con tu permiso, Oscar, firmo íntegramente tu escrito.
     
    Lo que dice Boff diríamos que son obviedades, tanto en el diagnóstico como en las soluciones. La gran pregunta que surge a continuación es ¿y por qué seguimos sin querer ver, sin querer escuchar, sin querer actuar? ¿De qué nos sirve el que se haya conseguido una cierta concienciación social, si a continuación no se toman medidas legales que obliguen a los estados?
     
     Yo distinguiría tres ámbitos desde donde se debería actuar.
    –        Por un lado la ciudadanía, que en algunos aspectos, como el de separar basuras domésticas ya lo vamos conciguiendo, si bien aún nos queda muchas otras acciones que podríamos hacer, como utilizar más el transporte público, por ejemplo. Pero quizá nuestra mayor responsabilidad (no sé si ésta es la palabra exacta) es que consumimos vorazmente todo tipo de artículos, sin plantearnos cuestiones como el agotamiento de la materia prima con la que se fabricó, la energía que se consumió en su elaboración, la contaminación en este mismo proceso o en su transporte, así como cuando el objeto sea un desecho peligroso. Por tanto, este aspecto va a ser muy difícil reducirlo, controlarlo y muchísimo más imposible eliminarlo. Si además, el aumento de la población va a ir multiplicando hasta el infinito la demanda, el problema es irresoluble.

     
     

    –         En segundo lugar, señalemos la responsabilidad local (estados, ayuntamientos, etc.), con capacidad de legislar para controlar el maltrato medioambiental. Por ejemplo evitar la deforestación, controlar el uso del suelo, prohibir vertidos tóxicos, etc. etc. ¿Por qué no actúan con más convicción? ¿Será que no están convencidos?

     
     

    –        Y, finalmente, el problema lo tendríamos en los organismos internacionales, o esas reuniones tan rumbosas en las que la mayor parte de los jefes de estado parece que van a dar un bastonazo en la mesa, y a la hora de la verdad, todo se queda en nada. Cada cual se vuelve a su país igual que cuando salió, puesto que nadie se obliga a nada, y si lo hace, nadie lo va controlar si cumple o no. ¿Quién se atreve con EEUU o con China? Pues ellos no actúan, los demás, miran para otro lado.

     
    En resumen, somos unos insensatos, seguimos mirando de frente sin que nos preocupe lo que dejamos atrás. Y, como dice Boff, la tierra no nos necesita, pero nosotros sí las necesitamos. ¡Insensatez pura y dura!

  • oscar varela

    Hola!
     
    Estos “avances” de Boff son más que ilustrativos.
    ¿Proféticos, acaso?
     
    No es para tanto; a no ser que sigamos con el imaginario “Profeta” encorsetado en frenético lanzador de rayos y centellas, un “despotricador” en suma.
    ·············
    A los “habituales” Profetas de nuestro imaginario ni se les iba a ocurrir andar pidiendo un LEY.
    ¡Cómo! ¿volvemos acaso al Antiguo Testamento?
     
    No lo creo, pero no hay que tirar por la borda del olvido las historias humanas.
    ·············
    Sin embargo es cierto que al Profeta siempre le gustó exagerar.
    Es su Oficio de Gritón; el que no termina de sacarse de encima.
    Es comprensible: lo que ve le hiere la niña de sus pupilas.
    Y es entonces cuando algunas cosas se le des-orbitan, como el grito, que es un hablar des-orbitado.
    ·············
    Dice por ahí:
    – “La naturaleza puede vivir sin nosotros como lo hizo durante miles de millones de años, pero nosotros no podemos vivir sin ella.”-
     
    ¿De donde saca Leonardo esa afirmación rotunda?
     
    Lo ocurrido es todo lo contrario:
    Pareciera más bien que la Naturaleza no pudo vivir sin nosotros … y nos parió.
    ¡Qué lo parió! ¿no?
     
    ¿Por qué no pensar mejor con la realidad y ver por qué y para qué nos habrá parido?
    Eso es aprender a leer los signos.
     
    Tampoco se trata de hacer la apoteosis teilhardiana de la noosfera pasando “sí o sí” a la “cristosfera”.
    Habrá que perdonar también estos deslices del Oficio teológico, que considera al “Tiempo” como una cosita “pasajera”; no como “lo-que-nos-pasa-y-hacemos-cada-uno-de-nosotros”. Dejemos que confundan Historia con Evolución y todo envuelto en una ideología “teológica” que se las da de “maestrita” (ya es hora que vuelva  a las Aulas del Aprender)
     
    NOTA: la predica de Boff no acepta ese “sí o sí” evolutivo del Ser humano-divino (Jesús Alfa y Omega), pues con un oído atento a los Datos de la Ciencia y de la Observación va viendo cómo la noosfera se va p’al carajo con la cristosfera siguiente incluida … y la mar en coche.
    Por eso en el Art. anterior de Leonardo lo declaré no-teilhardiano en sus afirmaciones.
    ·············
    ¡Voy todavía! – Oscar.

  • Gabriel Sánchez

    El numero estadistico de muerte, que siempre es mucho más bajo que el real, por fenomenos de desastres naturales y no tanto…atribuidos a la acción humana…ha aumentado notoriamente y lo seguira haciendo, lamentablemente, la irresponsabilidad del capitalismo ha impuesto dinámicas, que hacen necesario, un cambio radical, lamentablemente esas dinamicas ya han ganado buena parte de los aparatos de justicia en todo el mundo…La Justicia Climatica que ha reclamado Bolivia, debe ir acompañada, de un cambio de dinámicas, de lo contrario, las leyes…simplemente son reinterpretadas de acuerdo al capitalismo, en mi país esta prohibido por Ley despedir sindicalistas, ningun juez, a la de los despidos lo aplica…En mi país existe una ley de juicio rapido por reclamos laborales, pero la corte dicto que dos artículos son inconstitucionales y los juicios laborales nuevos se paralizan porque la patronal hace el reclamo de inconstitucionalidad y simplemente se tranca el proceso…El parlamento lo unico que tiene que legislar es modificar dos artículos, que se dicen son inconstitucionales por la Suprema Corte y no se hace…Ya ven a veces las leyes y la “justicia”, SON LINDAS PALABRAS, pero son más nominales que reales…Gabriel