Hay un libro que se titula La utopia del anhelo donde el autor lo plantea ante el vacío de la sociedad. Nuestra sociedad, que ha entrado en su segunda década de siglo, parece haber perdido el norte, sus anhelos. O, como dicen muchos, parece que ya hace tiempo que lo ha perdido.
Una vez más, tanto la prensa como los medios de comunicación nos ofrecen de todo, pero lo que menos hacen es darnos anhelos. Un glamour, es decir, una elegancia superficial que embota, parece ser la protagonista. O unos desastres, fruto de la mano humana egoísta, son la respuesta a la falta de respeto con la Naturaleza. O la poca importancia de la vida de todo ser humano con las ejecuciones legales, crímenes con venganza o el negocio de compra y venta humana. Y así podríamos hacer una larga lista.
Pero en nuestro metro cuadrado, en nuestro quehacer cotidiano, la realidad es muy distinta. Constatamos y vemos cómo son muchas las personas que viven con anhelo. Y lo trasmiten. Pero, ¿qué es el anhelo? Si tomamos su etimología, creo que nos puede ayudar a rumiar, a pensar cómo lo tenemos cada uno de nosotros. El diccionario de Corominas dice: Desear con vehemencia, pero al mismo tiempo nos indica que viene del verbo latino anhelare: respirar con dificultad. Cuántas cosas deseamos de forma fuerte, vehemente y no nos paramos, cuando podemos, hasta conseguirlas. Y cuando lo conseguimos, ¿qué pasa en aquel momento? ¡Felices! Felices porque la dificultad de respirar ya ha desaparecido, respiramos con nuestro ritmo normal y sin padecer. El asunto alcanzado no tiene la misma importancia que cuando teníamos dificultad para respirar
¿Dónde queda, por tanto, el anhelo del deseo? ¿Qué pasa con la respiración normal?
Creo que tendríamos que acercarnos a la palabra feliz. Si tomamos la etimología de la palabra feliz, podríamos tener una aproximación al tema que intento exponer. Feliz viene, en su origen, de fecundo, fértil. Una raíz femenina de “amamantar, dar el pecho”. Por lo tanto, feliz es aquella persona que da, que alimenta. Creo que con este sentido puede dar otro significado diferente al anhelo de felicidad. El gran escritor Tagore dice que “La vida nos ha estado dada y la merecemos dándola”.
Por lo tanto, el anhelo de ser feliz tendrá lugar cuando una persona, además de crecer ella misma, de vivir, hace vivir a los demás, les da anhelos. La felicidad es dar, sin olvidarse de uno mismo. Es responder al deseo de hacer crecer a los demás.
Y cada rama o disciplina de la ciencia lo explicará con sus palabras, con sus términos, con sus formulaciones y argumentaciones, pero siempre será de forma parcial y relativa. Nunca de forma absoluta y definitiva. Por eso, es preciso tener en cuenta aquella frase de un pensador: Sapere aude, atrévete a pensar.
Probablemente aquí nos encontramos con una seria dificultad. ¿Pensamos por nosotros mismos? Es preciso leer, pero no para reproducir o imitar sino para reflexionar, rumiar y producir nuestro propio pensamiento.
Entonces, si sabemos qué significan las palabras anhelo y feliz nos toca a nosotros producir, engendrar, generar, dar a luz, parir nuestra propia definición con todos los riesgos de equivocarnos y tener que volver a comenzar, a nacer, a reproducir la formulación pero no teórica sino viva, vital.
Por eso es preciso también tener en cuenta una frase de Chesterton: El mundo está lleno de hombres que sostienen dogmas con tanta firmeza que ni tan sólo ellos se dan cuenta de que son únicamente dogmas. Por eso deseo que el artículo no sea ni creencia ni dogma, sencillamente una reflexión abierta, viva y dialógica.
El anhelo de ser feliz es respirar armoniosamente junto con los otros para que tengamos vida o respiren también ellos de forma armoniosa. El feliz que da mantendrá la propia felicidad mientras no tenga grandes dolores.
[Jaume Patuel, pedapsicogogo y psicoanalista, nos envía este artículo para su publicación en ATRIO. También aparece en su blog personal.
La definición de la RAU, es que anhelo, es deseo vehemente, pero nuestro anhelo, como el sentido de nuestra vida, estará en donde tengamos el corazón… (Mt. 6,21-24), porque la felicidad, para el ser humana es finita y transitoria, si su corazón esta empeñado en cosas que no son esenciales y porque no decirlo (desde mi fe) eternas, que tienen que ver con el AMOR- como motivación y que muchas veces nos llevan a sacrificar nuestro alivio en la respiración, para aliviar la respiración de otros…nuestra felicidad será breve… (Mt 6,21-24).- Gabriel
Gracias, Jaime, por intentar hacernos pensar sin anhelos ni deseos que nos rompan la respiración.
El anhelo como deseo insaciable se nos ha transmitido mayormente desde fuera, pero sólo es el eco del vacio o carencia que le sustenta y que ha olvidado su origen.
Cuando lo que se anhela está fuera de uno para pretender compensar con ello una carencia o vacío movidos por la vehemencia que oculta la ansiedad de fondo, lo que parece un conato de felicidad al conseguirlo, paradójicamente, igual que viene se va, no echando raíces en ninguna parte, marchitándose por la no consistencia.
Cuando se deja de buscar fuera de uno, tras una actitud de sed compulsiva nunca realmente saciada, se topa de frente con la realidad que es y que siempre ha sido y será. Puede aparecer el sin sentido de la falla montada, un profundo desmoronamiento de completo vacío, pero también y en coherencia con las aguas profundas, la consciencia de lo que se es realmente y parecía oculto a los ojos del ego. Los esfuerzos de antaño se vuelven descanso, dejando sencillamente ser lo que se es, en un ir dándose cuenta de lo que ya es en todo y en todos.
Entonces el anhelo de ser feliz no se vive como tal, como deseo inconsciente, sino que comienza a experimentarse como un fluir armonioso de lo que se es, en toda su desnudez y riqueza gratuita, al unísono y no separado de sentir la vida como regalo. Es un respirar confiado, pausado y profundo en interrelación gratuita con toda manifestación de Lo Que Es.
Un abrazo.
Hola!
Siguiendo la onda de las etymologías:
Según la mayoría de las fuentes, parecería que desear (de de-siderare) tiene una formación análoga a la de con-siderar.
Considerar es la actividad del que va con las estrellas (sidus es estrella).
Las consulta al caminar, navegar o pensar
El sentido de con-siderar se extiende luego al de examinar con respeto y cuidado.
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Notas:
1ª) En astrología la consulta a los astros se realizaba ante todo para descubrir el destino, que “está escrito en las estrellas” También para saber cómo obrar en consecuencia. La utilidad práctica, aplicada a la navegación, vino en segundo lugar. [Considerar el rumbo es acordar el timón al curso de las estrellas].
2ª) El destino, dicen algunas Sabidurías, “esta escrito el Libro de la Vida”, “Predstinación”, etc.
3ª) Por siglos llamó la atención al ser humano el “curso” sideral. Más aun cuando, no hace tanto tiempo,examinando ciertas especies botánicas les reconoce un desplazamiento de instalación en diversos “medios” (habitats) continentales, con una trayectoria persistente: de Oriente a Occidente, como el giro terráqueo en torno al sol. Hay, también, “Filosofías de la Historia”, que entretejen las Civilizaciones al ritmo de un desplazamiento similar.
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El que de-sidera, en cambio, no entiende ni ve su camino en las constelaciones.
De-siderare, entonces, es echar de menos, buscar y no encontrar el destino en las estrellas:
Algo así como que los astros no dijeran nada, o no quieren decir nada, o uno no sabe descubrirlo.
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Mientras las estrellas representan el destino inamovible (firme),
el deseo, que no sabe leerlo, es fugaz, y contraría sus dictados.
El que desea se aleja del destino, firmemente fijado por los astros.
En la ausencia del bien perdido, esta distancia redobla su vehemente ansiedad.
El deseo ha sido visto casi siempre por la cara negativa del pecado;
terra-emotus de cualquier stablishment
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El deseo, desde niños, es la mágica varita de las virtudes que desarma el paterno firmamento establecido (opinión dogmática o “doxa”)
y por cuenta y riesgo propios se encuentra involucrado en la aventura de la “para-doxa”.
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¡Vamos todavía! – Oscar.
ATRIO.- No puede haber facilidad (de funcionamiento material o vital) sin previo ajuste o plenitud con conciencia de ello para los seres conscientes.
Pedir funcionamiento sin ajuste y el subsiguiente engrase en la relación de distintas partes o piezas de un mecanismo es como pedir peras al olmo.
Pedir facilidad o felicidad en el vivir personal sin ajuste de los valores personales, es también pura entelequia.
Cuando se ningunea en la persona su condición inalienable de sujeto y cuanto de plenitud relativa ello comporta, y se sobrevaloran sus circunstancialidades sin su adecuado sustento personal, la facilidad o felicidad no es una realidad, sino un deseo que nos proyecta hacia el futuro, sin dejarnos vivenciar adecuadamente en el presente la realidad que ya somos, aunque pueda y deba tender a mayor plenitud.
Y, sin conciencia de esa plenitud de ser aunque sea relativa, ¿cómo se va a valorar, como gozo, la actitud de donación, si nos acosa la deficiencia o carencia?
Tal situación puede tener visos de felicidad en la infancia por estar la conciencia dormida o en proceso muy elemental de auto-constatación y valoración de las propias carencias.
Es la adolescencia la que alerta de la búsqueda y necesidad de equilibrio real y auto- valorativo para el logro de la propia facilidad de vivir como lo que se es. sujeto personal consciente, libre y responsable que así se contempla y contempla a los otros y como tal con ellos establece personal correlación de donación consciente. Así nos lo prueban los actos, actitudes y comportamientos de amor, que, si merecen ese nombre, son donación de uno mismo en la que encontramos realmente la felicidad, aún a costa del propio sacrificio.
Un sistema de vida en el que lo que se valora y sobrevalora son las circunstancias aparentes (
Look), nos condena a reproducir y perpetuar el mito de Sisifo que no presenta posibilidad de felicidad.
Y eso es lo que pretenden los Poderes Estructurados, alimentar el deseo de ser felices, mientras nos impiden descubrir la posibilidad, al alcance de nuestra mano, de realmente ser felices a tiempo presente.
De aquí su empeño en afianzar nuestras dependencias desde sus intereses culturales, económicos, sociales, políticos y aún religiosos.
Los paternalismo y los infantilismos son las coordenadas en las que intentan constreñir a la Humanidad.
La Naturaleza entera vive dolores de parto, prolongados y permanentes, en espera de que nazca EL PERSONALISMO UNIVERSAL.
Interpreto que este hilo queda abierto a muchos comentarios de diversa índole.
El anhelo eficaz no es sólo deseo, sino también esfuerzo. Es en el camino de conseguir aquello que anhelamos donde nos realizamos, porque normalmente el ideal anhelado es inalcanzable.
Los días 7 y 28 de abril de este año se han presentado dos libros en Santiago de Compostela que dan cuenta de los anhelos estudiantiles de la década de 1960 en la universidad compostelana. Fueron anhelos no cumplidos, pero que resultaron fructíferos en la toma de conciencia de vivir unas estructuras y en la extraña satisfacción de un cierto y parcial deber cumplido.
En esa lucha estudiantil de los años sesnta en compostela y Galicia en general no se si hubo felicidad, pero sí hubo miedo, riesgo, dolor, y frustración personal. Aunque también buenos momentos. En todo caso el anhelo de aires de democracia y libertad y de responder a los requerimientos de la conciencia personal, movieron a la acción a muchos jóvenes entonces.
Por eso creo que más que la descripción de los hechos concretos, es importante poner de relieve las actitudes, los ideales que los impulsaron.
El primer libro se titula: “Inmunda escoria. A universidade franquista e as mobilizacions estudiantís en Compostela, 1939-1968”. Autor Ricardo Gurriarán. Contiene DVD con 50 entrevistas, algunas de ellas a antiguos miembros de la JEC. Edita Edicions Xerais de Galicia S.A. 2010. Dirección: Doctor Marañón nº 12- C.P. 36211-VIGO (Pontevedra). La edición fue promovida y cuenta con la colaboración de la Fundación 10 de marzo del Sindicato CC.OO de Galicia. Está en gallego con algunos testimonios en castellano y con reproducción de documentos de la época. (Precio 26,50 euros)
El segundo libro se titula “1968 en Compostela. 16 testemuños”. Está coordinado por Ricardo Gurriarán e incluye 16 artículos de testigos de aquellos hechos, entre ellos varios de personas que pertenecieron a la JEC y uno específico de Xosé María Domenech , titulado: “Os cristians no movemento universitario galego baixo o franquismo”. Edita la Universidad de Santiago de Compostela (Servicio de Publicaciones) con la colaboración de la Fundación 10 de marzo de CC.OO. de Galicia. En este ejemplar hay algunos textos en gallego y otros en castellano. (Ignoro el precio).
Quizá a los hechos que nos narran ambos libros es aplicable la definición anhelo que nos facilita Jaume Patuel :
“El diccionario de Corominas dice: Desear con vehemencia, pero al mismo tiempo nos indica que viene del verbo latino anhelare: respirar con dificultad.
En aquellos años de la década de 1960, en Galicia y en España se deseaban nuevos aires con vehemencia y se respiraba con dificultad.