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CURSO DE INTRODUCCIÓN A MARCEL LÉGAUT 5

De «la fe en sí mismo» al «amor humano»

 I. La fe en sí mismo (capítulo I de El hombre en busca de su humanidad)

1. Tal como indicamos en la entrega anterior, Légaut quiso dedicar un capítulo inicial, a modo de “obertura”, a la fe en sí mismo. Proponemos leer, para empezar, un resumen y una selección de fragmentos de este capítulo. Texto duro y exigente, pero capital.

2. Sin embargo, para captar lo esencial de la «fe en sí mismo» en otros términos (y dar así un respiro a los que siguen el curso, pues, como ya dijimos, Légaut no es fácil), citaremos unos textos muy breves, de otros dos autores, que apuntan a lo mismo.

Primero, un cantar de Machado:

    No extrañéis dulces amigos
    que esté mi frente arrugada,
    yo vivo en paz con los hombres
    y en guerra con mis entañas.

 Y, segundo, una afirmación con algunos campos del «trabajo de la fe»:

    El combate por la igualdad y la libertad sociales, por los «derechos humanos», exige la misma lucidez y el mismo coraje que una obra de arte. O, recíprocamente, es tan exigente y difícil llevar a su cumplimiento el amor entre un hombre y una mujer como la justicia entre los pueblos (George Morel; ver Cuadernos de la diáspora 11, pág. 55)

Ambos fragmentos incluyen la metáfora del combate. Y, el «en guerra con mis entrañas» de Machado, ¿no tiene un tono tan dramático como los textos de Légaut?

Machado deja entrever la dureza de su vida espiritual, la dificultad de su lucha y combate consigo mismo tras la ligereza del poema. Porque alcanzarse, conocerse, trascender el yo superficial (que siempre desea lo que no tiene) y alcanzar el yo profundo no es un camino fácil; y, en él, la fe en sí mismo y en el otro es capital pues ella es la fuerza que lleva al hombre a afirmar el misterio de sí y del otro.

Sólo después viene la ligereza, la mesura, la discreción y el equilibrio, que son el fruto de la fe:

    Es el mejor de los buenos
    quien sabe que en esta vida
    todo es cuestión de medida:
    un poco más, algo menos

 Y también esto de Machado conecta con la afirmación de sí mismo que es la fe:

    Morir… ¿caer como gota
    de mar en el mar inmenso
    ser lo que nunca he sido:
    uno sin sombra y sin sueño, 
    un solitario que avanza
    sin camino y sin espejo.

Quien dice «morir» dice todo lo que nombra la «carencia de ser». En el poema, la primera posibilidad, la de «caer como gota / de mar en el mar inmenso», no es la posibilidad que prefiere Machado (pese a que todo le lleva a ella). Tampoco Légaut se conforma con esta posibilidad, a la que llama la «resignación infinita», tanto la de las religiones milenarias como la de algunas filosofías cuya respuesta a la cuestión de qué es el hombre es una forma renovada de «fatalismo».

Machado deja abierta una segunda posibilidad en el poema: «ser lo que nunca he sido». Esta posibilidad suena a la «fe en sí mismo». Prueba de ello es que Machado, después, con imágenes que ahora no podemos comentar, describe una lucidez sobre sí, una integridad en la reflexión y una desnudez que es justo lo que la «fe en sí mismo» permite, esto es: ser «sin sombra y sin sueño», avanzar «sin camino y sin espejo».

 

II. «Nota sobre la fe» (1975)

Légaut, en un libro de 1975, , sintetizó de nuevo qué entendía por «fe en sí mismo». Lo hizo en la primera parte de una «Nota sobre la fe» que recomendamos especialmente.

En esta Nota están ya presentes los tres umbrales de la vida espiritual, según Légaut: (a) tomarse la vida en serio; (b) dar un carácter absoluto a los compromisos; pero, además, (c), caer en la cuenta de la forma ideológica de entender éstos, y, al mismo tiempo, rebasarla gracias a descubrir una exigencia fundamental de carácter absoluto, arraigada en la propia profundidad, que no consiste en una mera obediencia o cumplimiento de lo que se exige de forma general, sino que abre a una rara y singular combinación de riesgo y de fidelidad. Por ella, el hombre ya no encaja en ninguna casilla establecida.

Y terminamos este tema con una última observación. La preposición «en» de la fe en sí mismo tiene 2 valores: (1) uno mismo no es sólo el agente sino que es también el lugar donde se da la fe; y (2), uno mismo es, además, el término de la «adhesión» que es la fe, para la que Légaut usaba el verbo «desposar» (épouser).

La fe significa, para Légaut, que hay un absoluto en el hombre (incluido uno mismo), como sujeto y como término, y significa, además, que hay una búsqueda de la propia humanidad, o un paso del yo superficial al yo profundo, que no emprenderíamos o que no intentaríamos si, en cierto modo, no lo hubiéramos ya encontrado o logrado.

 

III. «El amor humano» (capítulo II de El hombre en busca de su humanidad)

El lector que Légaut deseaba encontrar adivinará, en este texto, el esfuerzo del autor por ser, por un lado discreto, y, sin embargo, por otro lado, hablar a fondo, de la experiencia humana del amor a partir de la suya propia y de sus más allegados. Tema habitual de poetas, cantantes y artistas, un campesino, ex matemático y creyente, se esfuerza por hablar de él, en el camino de su propia investigación y reflexión, a los setenta, sobre la condición humana. No es el texto habitual de un pastor, sacerdote, teólogo, filósofo o psicólogo. A poco que se conozca el marco de su vida, se adivina, en efecto, entre líneas, tan sólo una vida común, de esposo y de amigo de sus amigos, con los que ha hablado a fondo. La selección que ofrecemos es la mitad más o menos de su texto. Por esfuerzo de simplificar hemos suprimidos frases y párrafos enteros, donde abundaban los matices y las observaciones.

 —————————————————

GUÍA DE LECTURA Y AUTOEVALUACIÓN

Por Antonio Duato

El trabajo de presentación y síntesis que nos presenta Domingo de los dos primeros capítulos de la obra principal de Légaut no puede hacerse más claro y sencillo. Y creo que si uno entra en estos textos, con calma y paciencia, irá sacando punta y encontrando momentos de luz.

Pero estamos acostumbrados a mucha rapidez en este mundo de Internet. Nada de rollos. Y si pudiera ser con imágenes, una presentación o un video mejor…

Para el que no tenga tiempo o ganas de leer los textos propuestos, o como incitación a hacerlo, hago esta breve supersíntesis de la síntesis:

La película de lo vivido es la materia del trabajo interior o espiritual. De esto ya hablamos. No hay otro. Pero claro, de lo vivido –los “bienes de la vida” dice Légaut– hay muchos que “consumimos” y otros que nos interpelan por dentro. A estos últimos los llama “específicamente humanos”. Algo (una situación, un texto, un contacto…) que nos ha producido una intensa vivencia estética, o intelectual o religiosa, puede despertarnos a una fugaz realidad trascendental donde se va poder asentar el movimiento interior de fe en sí mismo.

Lo original de Légaut es que al hablar de estos bienes humanos, con capacidad de “llamar” hacia el interior y hacia lo más real, de manera explícita y valiente rompe con toda la tradición ascética de huir de “las pasiones”, de privarse de goces corporales para llegar a ser “interiores” o espirituales. Porque Légaut pone precisamente el amor y la paternidad como prototipos de bienes que nos llaman a no tener y “consumir” sino a salir de nosotros, a experimentar la carencia de ser y la afirmación del ser que fundamenta la fe… Y, aunque se puede hablar de amor de forma sublimada y espiritualizada, el amor del que parte Légaut para empezar el trabajo espiritual es el “primer analogado” del amor: el amor del enamoramiento, el que busca y exige el contacto corporal, el que llega al éxtasis de la unión física de la carne, el amor conyugal. ¿No valdrá la pena leer cómo pone Légaut en el instinto ese inicio de salir de uno, hacerse presente al otro y llegar a la fe en el otro?

A quien consiga leer más o menos a Légaut, a quien haya leído a otros autores y poetas que le hayan hecho penetrar en este misterio del amor (sobre paternidad hablará en otro capítulo), a quien haya descubierto momentos de impotencia y de fe suprema en la historia de sus propios amores y desamores, yo invito a seguir aportando palabras auténticas y personales sobre las experiencias profundas. Este taller está avanzando poco a poco, con testimonios magníficos.

  • Se puede hablar de lo más íntimo con realismo, sin palabras dulzonas (“mermelada” llamaba Légaut a cierta literatura espiritual) pero con discreción y sin exhibicionismo. Si no negamos el instinto y nos alejamos de lo más material, si tampoco vivimos esas realidades como meros “consumidores”, si estamos atentos a las invitaciones más profundas que de allí se derivan… ¿acaso no estaremos encontrando una base muy firme para una verdadera espiritualidad laica?
  • Y otra pregunta me viene que no puedo evitar: sin negar que el celibato –que priva al ser humano del amor conyugal y de la paternidad real– sea para alguien una opción o una necesidad, ¿es en teoría la mejor manera para llegar a una espiritualidad más sublime, como siempre se ha considerado en nuestra tradición?

62 comentarios

  • Ahhhh. Linda labor la de ustedes!!! Un abrazo lleno de ternura por y para el pueblo de nicaragua nicaragüita.

  • Rodrigo Olvera, todavía colaboro con CAPRI, del cual soy co-fundador desde hace 20 años.  Nos puedes encontrar en «caprinicaragua.org».  Trabajo sólo medio tiempo, teniendo tiempo para leer a mi gusto en ATRIO y similares:  Las alegrías de los años de oro.
    Un abrazo,
    Justiniano de Managua

  • Hola Justiniano

    ¿Colaboras en el CAPRI?

    Saludos cordiales

  • Gracias Eduardo Soto Bordoy por tu preciosa reflexión del 23 de feb.  A mis 82 años no soy poeta ni teólogo, y como gringo-nica ni siquiera manejo  muy bien el castellano, pero sí puedo reconocer belleza cuando la leo.  Presumiendo tu venia, he copiado tu reflexión para enviarla a mis dos hijas de 29 y 27 años quienes podrán apreciarla por el reflejo legítimo de nuestra realidad.   

    Justiniano de Managua

  • Gabriel Sanchez

    Legaut, exigencias, que al contrario que la divinidad que se sitúa como algo extrínseco y  nos habla por oposición de “exigencias” de  carácter intrínseco, diremos una vez más que desde nuestra vivencia,  el afuera y adentro están mucho más armónicamente integrados,  de lo que entendemos esta presente la cosmogonía de Legaut…El ser humano desde el punto  de vista científico es la confluencia de una diversidad de circunstancias, que hace que determinadas sustancias orgánicas, hagan posible la maravilla de la vida y cada siete año, casi todas sus células se renuevan, dependiendo de la edad, existe un matiz parecido en el ser humano, nunca esta totalmente excepto de lo exterior, que es procesado por lo interior, en una relación biunívoca y sobre…De tal manera que ese aporte externo, se vuelve en el ser humano algo intrínseco…
     
     
     
    Soledad inviolable en la que, sin embargo, los otros pueden estar presentes.- En realidad, siempre están presente, aún cuando estamos sólo, si lo pensamos con cuidado, ese avance, normalmente natural de la profundidad de nuestra mirada y nuestras elaboraciones o síntesis interiores, que obviamente no son propias, lo que Legaut llama “en el descubrimiento del sentido propio de la vida” se nos descubren al avanzar que son descubrimientos parciales, incluso nos va enfrentando a lo que Legaut llama “impotencia radical de ser lo que vemos que deberíamos ser” y necesitamos  de complementación,  allí la praxis comunitaria se vuelve imprescindible, sólo desde esa complementación necesaria, que parte de “nuestra impotencia radical” llegaremos a percibir la transcendencia a pesar de carencia del ser y podremos acceder a la Fe, abierta al Espíritu que nos obra… , existe un espacio de interioridad y de respeto del propio espacio (que aunque propio, siempre estará habitado por la realidad que nos es externa y de la cual somos parte)
     
    Para plantear el tema de la  projimidad…debemos volver a preguntarle al maestro lo del fariseo y veamos…hablándonos Jesús del samaritano nos dice que tuvo compasión, acercándose, vendo sus heridas… y montándole sobre su propia cabalgadura,..lo llevo a una posada, cuido de él, saco dos denarios se los dios al posadero, diciéndole cuida de él…te lo pagare cuando vuelva…
     
    Una primera cosa, el relato esta construido de tal manera, que refiere, a un bien que tiene un sentido sobrenatural la vida eterna…La respuesta, levanta como máximos dos mandamientos que tiene que ver con la relación de Dios y el prójimo, poniéndolos en relación biunívoca y sobre Amor…a Dios y al prójimo… ¿Pero entonces, existe algo que podamos “hacer” los hombres que nos de la vida eterna…?  Al parecer tiene que ver con vivenciar a Dios, con hacer parte de nuestra vida a Dios… amarlo, como diría Legaut, hacerlo realidad… (En un hermosa frases, en el último Foro Mundial de la TL. Se expreso algo así “Dios más que amor, es amar “…Porque la vida eterna tiene que ver con esa relación de apertura a Dios y al prójimo…y de ahí se nos dice que el Tener un sentimiento, el samaritano, de  compasión…(expresado en un verbo que hace alusión a lo visceral…que podría expresarse como conmoción), tiene que ver con la apertura a Dios y tiene que ver con la acción que desplegamos ante los prójimos OBSERVESE QUE TODOS LOS DEMAS VERBOS DE LA PARABOLA (Lc 10,25-37) SON VERBOS DE ACCIÓN…incluso el verbo que expresa su sentimiento es tuvo compasión, no sintió compasión… Es decir externaliza, lo que parece vivir en su interior, abrirse, desgarrarse, dejar entrar a Dios y al prójimo, proceso doloroso, pero necesario, no ya por ascética, sino para amar a Dios…condición necesaria para hacerlos (Dios y Prójimo) realidad…
     
    Yo me atrevo disentir, sobre que la fe en si mismo esta exenta de toda filosofía, o mejor que este exenta de una elaboración y pensamiento previo, que parte de determinados supuestos… que los llamemos como lo llamemos son elaboración previa…
     
    Sin embargo coincido con la afirmación fundamental que nuestra radical impotencia natural es el camino del conocimiento de la trascendencia y de la Fe…
     
    Sabrán disculpar con la libertad con que coincido o discrepo con Legaut, pero lo hago honestamente desde mi praxis más honda.- Con cariño desde Montevideo.- Gabriel

  • Fe en sí mismo y amor humano, con ello
    M.L. nos está planteando la carencia
    de dos problemas que confluyen
    el antropológico (nuestra forma de vida)
    y su relación con los empobrecidos.
     
    Los que viven bien (los que vivimos bien),
    no se acuerdan (no nos acordamos)
    de los que viven mal.
     
    Vivimos absorbidos
    por una sociedad individualista,
    hedonista y consumista.
     
    Donde la gente tiene la vida tan hecha
    que apenas queda tiempo para escapar
    de la rutina de cada día.
     
    Levantarse temprano, trabajar duro,
    regresar a sus casas,
    disfrutar ratos de descanso.
     
    Apenas se conocen,
    cada uno va lo “suyo”,
    sin preocuparse de los demás.
     
    Pero no toda la gente vive así.
     
    Hay muchos que no tienen trabajo,
    son pobres víctimas del sistema,
    han sucumbido al poder de otros,
    tienen la vida destrozada,
    viven en barrios marginales…
    M.L. nos hace reflexionar con esta frase:
     
    «Una vida entera no basta para
    liberar al hombre y a la mujer
    de las reacciones heredadas del
    pasado más remoto y de los
    prejuicios recibido de la
    sociedad en la que viven…»

     
    Toda una invitación a que desarrollemos
    nuestras capacidades, a que nos desarrollemos
    como personas y todo lo que implica ser personas
    en nuestra situación y sus circunstancias.
     
    Deshacer el efecto de una mala crianza
    o una mala educación, es muy difícil
    cuando la persona ya es adulta.
    Sin embargo, el cambio puede darse,
    se puede lograr, si la persona se lo propone.
     
    Comenzando con no empuñar
    ningún tipo de armas contra los demás.
     
    Dejar de mirar con recelo.
    Dejar de desconfiar.
    No inquietar, ni amenazar.
     
    Que el bien de los demás
    deje de ser envidia para “mí”,
    para “nosotros”.
     
    Romper y superar el miedo inicial al desconocido
     
    Tener la osadía de acercarnos a ellos.
    Comenzar a utilizar “palabras de vida”
    Comenzar a ser amigos y amigas.
     
    Llorar con los que lloran y conmovernos
    ante el sufrimiento de los demás.
     
    Tener una mirada y una caricia oportuna.
     
    Compartir la alegría de los que se alegran.
     
    Repartir el pan con el pobre,
    a nadie negar nuestro “vino”
    Estar junto a los que buscan y consolar
    a quienes necesiten consuelo.
     
    Que nuestra forma de vivir sea la de la amistad
    y la de relacionarnos con los otros.
     
    Ser amigo, amigos de verdad:
    de los que se preocupan y ocupan
    de los que se alegran,
    de los que dan y se dan sin preguntar.
    sin pedir nada a cambio.
     
    Este cambio de actitud, irá provocando que
    otros salgan también de su rutina y de sus casas,
    hablen con sus vecinos y comiencen a compartir
    sin apenas darse cuenta.
     
     
    M.L. nos hace reflexionar con esta otra frase:
     
    «Los bienes que el hombre puede desear
    sin haber profundizado suficientemente
    en lo humano decepcionan una vez utilizados»

     
    Resulta que llevamos toda una vida
    aspirando a tener lo necesario
    para vivir tranquilos y en paz,
    para ser felices.
     
    Pero nos damos cuenta
    de que siempre nos falta algo.
    Cuando conseguimos
    lo que creemos que necesitamos,
    perdemos todo el interés por ello
    y, sin saber cómo, otro deseo
    irresistible ocupa su lugar.
     
    ¿Cómo romper este círculo consumista?
    ¿Cómo sentirnos bien sin tener que comprar nada?:
    Fe en sí mismo y amor humano, todo un reto,
    que nuestra fe integre a nuestra vida,
    que no haya ruptura entre fe y vida
    que tengamos a Dios presente en nuestra vida.
     
    Comenzamos a sentirnos bien,
    cuando nos olvidamos de nuestras preocupaciones
    para centrarnos en las preocupaciones de los demás.
     
    Cuando sacamos “nuestro pan” y “nuestro vino”,
    compartimos la “palabra” en el taller, en la fábrica,
    en el despacho, en la escuela, en el barrio…
     
    Cuando hablamos unos con otros,
    cuando nos acercamos y conversamos
    con algunos de los pobres y marginados
    que siempre tenemos a nuestro lado,
    pero en los que nunca antes nos habíamos fijado.
     
    Estamos llamados desde lo más íntimo
    de nuestro ser a la comunión;
    ésa es la única forma de realizarse
    plenamente como ser humano,
    de construir nuestra propia felicidad
    y la de los demás, de ser persona…
     
    La persona es un ser social (comunitario),
    porque el amor es la hondura de su ser
    y desde lo más íntimo está llamada
    a hacer de ese amor el principio
    más sólido de la comunión,
    la solidaridad y la justicia social.
     
    Sin amor no hay vida humana.
    Vivir es amar.
    La persona que no ama
    es como si estuviera muerta (1Jn 3,14).
     
    Si la felicidad consiste en la plena realización de nuestro ser,
    la felicidad de la persona se realiza, cuando, superando
    las ataduras que nos esclavizan, toda nuestra existencia
    está movida por el amor libre y gratuito que nos constituye
    y nos impulsa a vivir y construir a nuestro alrededor
    una vida de comunión y justicia en libertad.
    La vivencia de la Caridad Cristiana,
    no es otra cosa que
    justicia, solidaridad y servicio.
     
    Amor y justicia no se pueden separar,
    amar es promocionar la justicia.
     
     
    Amar es poner el interés del otro, su realización,
    como la prioridad de nuestra vida.

     
    Recibid junto a vuestras familias toda nuestra cercanía.
     
    Con cariño un abrazo
     
    Eduardo Soto
     
     
    Pdta./ leído el primer y segundo capítulo del libro:
    de Eckhart Tolle “El poder del Ahora”.
     
    ————————————————————————

  • Carmen (Almendralejo)

    perdón es Marcel Légaut, y no M.Legoo…

  • Carmen (Almendralejo)

    Querido Atrio, os relato de la mejor forma que sé expresar todo cuanto siempre he deseado, soñado y buscado… a pesar de que el amor, la confianza, la fe conyugal, también se encuentra en el lema masón del “RECONOCIMIENTO CONYUGAL” ¡cosas de la vida y del “querer” que para nada tiene que ver con lo que dice M.Legoo y ni las personas que ya han intervenido.
     
    EN LA INICIAL BÚSQUEDA
     
    En el principio, tu abrazo me encontró…
    Y la fraternal mirada se hizo llovizna,
    Caló en aquel circulo suave, para desprenderse
    en nuestros ojos, como en la tormenta
    resurge el arco iris
     
    ¡En tu pecho anidó, el amor mio!
     
    Amor, se hizo universal, tu abrazo junto al mío,
    Como riachuelo que goza en el mar,
    Como el  trigal se impregna del sol
    De cada verano, y las amapolas
    Del rojo latido del lecho que la cobija, así…
    Así, amor, tus  latidos crecieron
    en mi alborada,
    llenándolas de sueños y desafíos,
    de retos y escaramuzas…
     
    ¡Allí donde  toda individualidad
    reconoce el miedo a sentir frío, te encontré, para
    que fuésemos, del amor un solo nido!.
     
    Otero y Cúspide de tu voz,
    brisa del edén en rostro,
    superficie
    cometa y canción, vestigio de amor
    que solo pretende crecer junt*s, para  
    solo ser… que seamos dos, sin perder
    en el miedo la búsqueda
    de tu camino y el  mío.

  • oscar varela

    Hola!

    Este es un otro intento de colgar-me en este Post.
    Desde ayer lo he intentado sin resultado.
    Ahora lo hago escribiendo directamente sobre el Post, no “copiado” de word.
    ········
    Acá sólo señalar que colgué un Texto en el Curso – “general” o del Pasillo.

    ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • oscar varela

    Hola!
     
    EL AMOR HUMANOMarcel Légaut.
     
    Es mejor que alerte a los compañeros del Taller y a los Maestros de este Curso,
    que los textos no  me dejan tranquilo. Más bien disconforme.
     
    Leo en la “super-síntesis”:
     
    – “el amor del que parte Légaut para empezar el trabajo espiritual es el “primer analogado” del amor: el amor del enamoramiento, el que busca y exige el contacto corporal, el que llega al éxtasis de la unión física de la carne, el amor conyugal”-
    ·········
    Tratemos de ver qué es eso del “amor de enamoramiento
    El  texto de la “super-síntesis” nos aclara, además, que hay “otros” al decirnos que éste es el principal entre otros que se emparejan o analogan. OK.
    ·········
    Lo que yo aprendí es un poco más complejo; y es esto de Ortega y Gasset en OCT4,471-476).
    Por su extensión lo cuelgo en Curso de Introducción a Marcel Légaut – general (el de los Pasillos)
     
    (ayer no pude ingresarlo – no entraba en la Págino, sin embargo, sí entró el Texto en el otro Post.
     
    ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • Fico Sánchez Peral

    Voy con lo del amor humano. A ver qué sale.
     
    De nuevo Légaut nos va llevando desde la totalidad de lo más humano hacia el amor naciente primero para, después: perplejidad tras perplejidad y transformación tras transformación, ir creciendo hasta llegar a la fe conyugal… Y, otra vez, vuelve a poner nombre, contenido y proyección de futuro a lo que algunos vivíamos –perplejos- como descubrimiento, intuición, contradicción, plenitud escondida… Escondida sí, porque en aquellos tiempos no se hablaba de todo esto.
     
    Yo nací a todo esto desde un escenario de familia numerosa de nueve hermanos y en un ambiente de disciplina militar en casa, en el colegio y en la iglesia. Así que cuando me asomé a las primeras etapas del amor naciente (años 60/70), lo hice con un revoltijo tal de contradicciones, que no había quien se atreviera a contrastar lo que pensaba con nadie, pues todo era impuro, sospechoso de serlo o directamente pecado mortal… ¡y además machista en el peor de los sentidos! Total, que si después de todo eso quedaba algo salvable en tu interior, algo inocente y limpio con lo que presentarte ante el primer amor, ¡entonces es que, además, eras marica! Y, ¡con todos mis respetos hacia los homosexuales!, es que entonces se vivía así.
     
    Y no, no quiero perderme ahora en otras consideraciones que merecerían capítulo aparte, pero esa era la realidad que vivíamos los jóvenes varones de aquellos tiempos. Éramos, a priori y porque todo nos señalaba así, sujetos de desconfianza. Al menos en el contexto cultural español que yo conocí.
     
    Total, que cargado de los prejuicios que conllevaban esos orígenes, se presentaba uno ante el amor de pareja, totalmente inseguro de sí y totalmente desconocedor del mundo interior propio (y no te digo nada del ajeno si éste, además, era el femenino). Y empezaban, simultáneamente, los descubrimientos propios y del otro y uno se veía arrollado, perplejidad tras perplejidad, flotando en un mundo más de intuiciones que de consciencias, entre la donación total de sí sin conocerse (¡pero uno se daba!) y la acogida del don del otro sin saber donde alojar tanta riqueza… (¡pero uno la recibía!) flotando, flotando, flotando… ¡Vaya contrastes! Pasabas, sin transformación ni explicación de ningún tipo, de ser alimaña a amar y ser amado, solo porque alguien (escondidamente ¡claro!, no fuera que la sospecha lo manchara) te amaba, Yo me pase unos cuantos años flotando, como sobrevolando el mundo a vista de pájaro… y aún floto y sobrevuelo algo, aunque de un modo más ¡…!
     
    Vamos, que como para comprender las causas de lo que a uno le sucedía y estar a la altura de la situación. Yo, una vez más, he vivido todo esto con la sensación de estar llegando tarde a todo, ¡pero lo he vivido!
     
    Y, qué decir cuando, además, empiezan a llegar hijos y el otro se pluraliza, se multiplica en otros seres pequeñitos, vulnerables, inquietos, geniales…, que te desbordan de amor y ternura, y te sobrepasan siempre!!!! ¡Siempre llegando tarde…! Pero amas, ¡claro que amas!, ¡como puedes, pero amas! Y sigues aprendiendo, afinando… y cometiendo errores, ¡cómo no! Y, perplejo como siempre, casi amas más con entrega y miradas de complicidad y comprensión que con palabras. Y la vida te arrolla, te supera… Hasta que, en medio de semejante lío, por si aún faltaba algo, de improviso la vida te zarandea, te acosa, te pisotea, no te da tregua y te tritura hasta el anonadamiento… Y aún así, con las piltrafas de lo que queda de ti, amas y eres amado.
     
    En momentos de máximo dramatismo, ante la proximidad de una muerte anunciada, no había otro lugar en el que aislarse y volver a sobrevolarlo todo más que en el amor conyugal más íntimo, donde, sin palabras, el SER de ambos se imponía a todo, como si su naturaleza fuera superior y uno se descubría en el otro y el otro en uno y se hacía palpable la entidad distinta del otro a la que uno intuía que era invitado, aun manteniendo (¡y reafirmando!) las mutuas individualidades y, entonces, algo indescriptible se fundía en un… ¡Y yo qué sé!!!!!
     
    Y no sigo que me pongo empalagosísimo; pero cuantas salidas de hospitalizaciones sucesivas, destrozado por postoperatorios insuperables, han hallado su primer paso de recuperación hacia la vida en un abrazo totalmente humano, carnal, sin palabras… ¿Cómo intentar explicar hoy, lo que nos desbordó entonces y de lo que aún hoy, sigues viviendo y reviviendo como de rentas, iluminado aún por aquellos destellos…? El que se vea capaz de explicarlo, que lo explique, yo no puedo.
     
    Me pasa como con la fe en sí mismo, la fe conyugal la vislumbro como a destellos intermitentes, instantáneos, que iluminan y alimentan el presente… Son cosas indescriptibles, uno planea por ellas sin saber de donde despegó, ni donde atreverse a aterrizar, todo es como tierra virgen que uno no se atreve a pisar… Pasan los años y uno sigue teniendo la misma sensación de don recibido con esfuerzo cotidiano, ¡no gracias a!, pues la medida del don sobrepasa en tanto la del esfuerzo que no hay duda de su gratuidad, pero tampoco sin él. El amor hay que cultivarlo.
     
    Lo curioso es que, a todo eso, la concepción de Dios que tenía, o mejor dicho, la intuición de Dios que iba teniendo, aunque indescriptible, siempre tanteante (como dice Légaut no sé donde) era cada vez más fuerte. Recuerdo que, creyendo estar en vísperas de muerte, cuando miraba a Dios le decía: cada vez te entiendo menos pero te presiento más cerca y mas fuerte!!!!
     
    Me pierdo en el intento de explicarlo.
     
    Una última consideración en cuanto a la pregunta de Antonio respecto del celibato. No me atrevo a hablar de algo sobre lo que no tengo experiencia pero, respetabilísimas cuestiones naturales de testosterona aparte, que ponen al hombre en una contradicción, si no imposible, sí incomprensible, al menos si es por obligación… (y sobre lo que habría mucho que hablar), me cuesta concebirlo como vía hacia una espiritualidad más sublime privándole, precisamente, del amor conyugal y de la paternidad. No digo que no sea posible, digo que me cuesta entender que lo sea. ¿Cómo pasar y superar todo eso que describo por ahí arriba ¡a solas!, sin la posibilidad de, cuando de uno no quedan mas que piltrafas, no hallar esos instantes de unidad reparadora en lo más íntimo del amor conyugal? Claro que la carencia de ser lleva a la fe en sí mismo también a solas, pero me parece a mi que en pareja la construcción personal de cada miembro de ella es mas pleno. ¿Espiritualidad más sublime en el celibato?, no sé…, lo dudo (aunque confieso que en mi interior sí me atrevo a decirlo en voz alta y fuerte: ¡no, creo que no!).

    ¡Uf! Esta vez sí que me he pasado de extenso, pero a ver quien es el guapo que explica estas cosas brevemente. 
    Buenos días a todos.

  • Kaláa

    Sentirse incómoda ante  el propio silencio,  me lleva a echar mano del  socorrido tiempo,  en un intento de rellenar  mi propio espacio… y capear este temporal.
    Es una forma de matar el tiempo….mientras no veo  por ningún lado que el tiempo sea un reto para   Légaut,  que si ve … como mata el tiempo.
    Saludos.