Otros temas

Autores

Archivo de entradas

Temas

Fechas

Calendario

7411 Artículos. - 112726 Comentarios.

CURSO DE INTRODUCCIÓN A MARCEL LÉGAUT 1

Aproximación a la figura de Légaut (1)

Dedicaremos las entregas de este martes y del siguiente a proponer una aproximación a la figura de Légaut como «compañero en la búsqueda espiritual», tal como acertadamente lo definió Antonio. En los martes siguientes, leeremos algunos textos suyos de los años 50-60, es decir, del tiempo de Trabajo de la fe, cara a llegar a los tomos I y II (El hombre en busca de su humanidad e Introducción a la inteligencia del pasado y del porvenir del cristianismo) y luego pasar adelante.

I. Lo biográfico

1. En una primera aproximación a la figura de un autor, se pretende presentar algunos de sus rasgos concretos, con el fin de llegar a intuir el interior de la persona. Para ello es normal comenzar por la biografía. Vamos a intentar hacerlo sintéticamente.

Sin embargo, ser sintético sin traicionar no es fácil. Requiere tiempo familiarizarse con un autor y hablar sobre él, y requiere además cierta inspiración que no siempre se da. Por eso me remito a lo ya escrito en otra ocasión. El objetivo era entonces presentar suficientemente su figura e informar de los hechos esenciales de su vida pero, al mismo tiempo, formular hacia dónde apuntó su aportación y qué buscaba decir. Una circunstancia exterior fue (como tantas veces) la presión indispensable para hacerlo.

LECTURA SOBRE LÉGAUT: Légaut en síntesis (pdf).

2. Otras dos lecturas son útiles como complemento y ampliación.

2.1. Marcel Légaut, una síntesis un tanto ampliada sigue el mismo orden que el texto anterior y este orden es importante. Había que empezar por la que quizá fue la encrucijada más decisiva y, al mismo tiempo, la más aparente de la trayectoria de Légaut: el cambio profesional que dio a sus 40 años al dejar la universidad y hacerse campesino (en seguida veremos, sin embargo, lo que dice de esto en la cita del punto II.1). Cuando se publicaron sus libros EN 1970, los medios de comunicación, comenzando por París Match, se fijaron en este cambio que, pese a ser folklórico y aparente, indica la radicalidad tanto del «don total» de su vida como del aporte de su obra.

Por otra parte, este cambio no sólo implicó abandonar la vida universitaria debido a una toma de conciencia acuciante de las carencias fundamentales de dicha forma de vida (no sólo en él sino también en muchos, tal como comprobó Légaut durante la guerra). Este cambio también implicó un nuevo paso en el camino de dejar una forma de vida religiosa de corte afectivo e ideológico; no es fácil dejarla del todo porque no es fácil analizar, sin autodefensas y con honestidad, las implicaciones de dicha forma, así como descubrir hasta dónde llega todo esto en uno.

Los dos cambios (el universitario y el religioso, es decir su cambio de “lugar” en la sociedad civil y en la religiosa) eran complementarios. No en vano Julien Benda tituló, en 1927, un libro crítico suyo sobre los políticos e intelectuales de Francia como La traición de los clérigos; y quien dice clérigos dice, metafóricamente, dirigentes, funcionarios, profesores.

En 1946, un año después de terminar la IIª Guerra mundial, cuando hacía poco que algunos camaradas del grupo Tala habían regresado de los campos de prisioneros alemanes (y cuando los occidentales tenían que empezar a concienciar que, en el corazón de la civilización moderna, se habían dado los campos de exterminio), Légaut escribía, en una carta, que la condición idónea para una reflexión verdadera es semejante al exilio:

Se acerca la hora en que se comprenderán mejor los signos de este tiempo. Presiento el inmenso esfuerzo intelectual y religioso que hay que hacer para salir de los modos de pensar, de los ideales, de las evidencias incontroladas e implícitas que alimentan nuestra vida intelectual, nuestras construcciones y nuestros juicios. No hay que estar instalados. Es necesaria una deportación religiosa e intelectual, un exilio que antaño se buscaba en el desierto, un cambio de situación que se buscaba marchándose. Estamos terriblemente instalados en la vida. La situación privilegiada del funcionario, seguro de su sustento cotidiano, la familia, la vejez, el papel social, nuestra clase, nación, época, todos estos asientos que podrían ser sólo asentamientos, todas esas fuentes de estabilidad que podrían no serlo de estancamiento, pero que de hecho lo son, si no de derecho. Nada grande, nuevo, creador pueden hacer los que no son capaces de vivir aquí abajo como deportados.

Este cambio visible fue, pues, paralelo a otro cambio interior que duró desde 1920 hasta no sólo 1940 sino hasta 1960-70 cuando, gracias a la ascesis de la escritura (muchas veces indispensable para pensar), Légaut llegó a expresar todo lo implícito en su itinerario que podemos sintetizar como su camino particular de pasar de la «creencia» a la «fe», como en seguida iremos viendo.

Hay, en efecto, una «conversión a sí mismo» que no es cosa de un momento y que no es un mero cambio de conducta o de doctrina (ni que fueran las mejores y las más adecuadas); un cambio que no es fruto de un plan preconcebido o de unas técnicas o de una lógica. Esto fue lo que Légaut comenzó a formular vigorosamente en Trabajo de la fe, en horas arrancadas a la fatiga, y que luego organizó, con no menos vigor, en los tomos I y II de su obra principal y también en Llegar a ser uno mismo (1981).

2.2. Por terminar con los datos de la biografía. Una segunda lectura complementaria es: Cronología ampliada (pdf). En este caso, el texto sigue el orden temporal y puede servir de repaso. Por otra parte, esta “cronología” amplía datos y añade alguna información sobre: (1) el grupo “Tala”, (2) quién fue y qué problemas tuvo Monsieur Portal, (3) cuál fue el debate nuclear de la “crisis modernista” y (4) y sobre el contenido de los libros de Légaut.

II. Límites de lo biográfico, que apelan a trascenderlo («vida» y «existencia»)

No obstante, Légaut, consciente de lo atípico de su vida, relativizó siempre los detalles y avatares de la misma. No sólo por discreción (rasgo fundamental en la vida espiritual en su opinión) sino porque podían distraer de lo esencial: que cada uno debe reflexionar sobre la suya, y los textos de otros sólo pueden ayudar indirectamente a ello. Como Légaut repetía: «lo esencial no es objeto de enseñanza»; ni tampoco se llega a ello por imitación. En este sentido, en el delantal (o entradilla) de la «Cronología ampliada» (punto 2.2.) se citan tres fragmentos cuya lectura pasamos a proponer.

1. El primer fragmento está al comienzo de la última entrevista que se le hizo en 1990. Légaut subraya ahí la importancia de las «exigencias interiores», que son particulares de cada uno y que se conocen, a veces, por una especie de sobresalto y de rechazo: negarse a algo que se intuye que aceptarlo sería negar el ser de uno mismo:

Pese a ser harto folklórica, mi vida no tiene demasiada importancia para lo que aquí nos interesa. Fui profesor de matemáticas en la universidad hasta la edad de cuarenta y dos años. Entonces cambié, de forma bastante brusca, de profesión: me hice pastor de ovejas y ejercí como tal a lo largo de tres décadas, a 1.000 m. de altitud. Durante este período surgieron, sin que yo lo hubiese buscado expresa- mente, diversos libros que han tenido éxito y que, en cierta medida, me han llevado –casi forzándome, al menos al principio– a abandonar mi trabajo de granjero. Acabé, pues, dejando de ser pastor para convertirme en “conferenciante mundano” (…).

Si pasé de la función de profesor universitario al trabajo de pastor, fue por haber sentido no sólo que me era necesario encontrar mi propia profundización, mi pleno desarrollo, sino porque, de haber rechazado esa opción –que equivalía a dar un salto en la oscuridad–, algo en mí habría quedado malherido. Cuando, un par de años más tarde, la universidad me propuso reintegrarme a ella, dije que no y pensé “Si acepto, me niego a mí mismo”. Ahora bien: no renegar de sí mismo comporta más que buscar una autorrealización. Comporta una exigencia interior que se impone, que se enraíza en toda una historia pasada y que se halla en secreta relación con las potencialidades que uno tiene en sí mismo aunque no las conozca. Se trata, pues, de algo que forma parte del propio ser: es decir, que se manifiesta a la vez en un pasado más o menos consciente y en un porvenir todavía desconocido. Esa realidad que se impone indiscutiblemente es algo completamente distinto de un proyecto para autorrealizarse, como un proyecto de un viaje o para hacer un reportaje, por ejemplo.

Elemento importante en mi obra espiritual es la convicción de que sólo se empieza verdaderamente a descubrir qué es la vida espiritual cuando nacen, en cada uno de nosotros, unas exigencias suficientemente propias como para que los demás no las conozcan. De modo que esas exigencias nos personalizan y nos singularizan no porque queramos que nos personalicen o singularicen sino porque, de no seguirlas, nos negaríamos a nosotros mismos. Para mí, la vida espiritual empieza, pues, en el momento en que cada uno de nosotros –cada uno a su hora– descubre, dentro de sí, estas exigencias que le son propias y que no se deducen de doctrina, ideología, disciplina o imitación alguna. Se trata de algo mucho más personal y singular, de manera que quienes están a nuestro lado no tienen por qué conocer estas exigencias de la misma manera que nosotros. Es mucho más importante explicar todo esto que contar cómo pasé de ser un pobre matemático a ejercer de pastor mediocre. (Cuaderno de la Diápora 11, pág. 37-39. Ver: Texto completo)

2. El segundo fragmento pertenece a la «Introducción» a El hombre en busca de su humanidad, donde es importante, entre otras cosas, cómo expone ahí Légaut su decisión de ser abstracto, de no contar anécdotas, no mencionar libros ni referencias (autoridades, tradición), no poner ejemplos; todo ello con vistas a apelar a lo que el lector adulto debe saber por sí mismo, y que la lectura del texto sólo le debe (y puede) ayudar indirectamente a reflexionar, sin darle hecho lo que él mismo debe interpretar. Así es como se propone un «discurso de itinerario» y no «de doctrina», distinción capital.

(…) Este libro no es un trabajo que trate de moral o de filosofía. Su objetivo es rendir cuentas de una búsqueda hecha por el autor para vivir de ella personalmente, no para convertirla en tema de especulación. Se trata de algo así como de un testimonio que, aunque debe mucho a los esfuerzos espirituales del pasado, no se apoya directamente en ninguna autoridad ni en ninguna tradición. Por otra parte, el autor cree que su forma de ver y de sentir, por más individual que sea, está lo suficientemente arraigada en su profundidad como para que muchos se reconozcan en ella con tal de que hayan vivido bastante, al menos cuando se pertenecen a sí mismos con suficiente lucidez y autenticidad.

Lo universal sólo se percibe a través de lo particular. Y tanto más se manifiesta lo universal cuanto con mayor vigor y precisión se explicita lo particular, sea cual sea su carácter singular. Hay que añadir que este testimonio se toma la licencia de adoptar la forma impersonal, sin duda por discreción pero también porque los términos abstractos expresan –más puramente que los otros– lo universal y dejan a cada uno la libertad de revestirlos con lo concreto que mejor se adapte a su propia experiencia y a lo que el futuro le depare.

Así, este libro no se dirige sólo al entendimiento o a la capacidad discursiva del lector sino también a su intuición y experiencia. Si no se posee un sentido al menos implícito de lo que en él se aborda, sólo se comprenderá su forma verbal o exclusivamente intelectual. No es, por tanto, lectura que convenga a un joven que aún no ha vivido lo suficiente, a no ser que tenga ya, en sí, oscuramente, los inicios de lo que más tarde será llamado a conocer y que estas páginas describen. Tampoco es libro adecuado para quien sólo busca ideas sin llegar a confrontarse personalmente con ellas según lo que realmente él es, ni para el lector al que la vida no plantea interrogantes o que no quiere embarcarse en ninguna búsqueda, convencido de antemano de que no se puede llegar a ningún resultado.

En cambio, este libro será comprendido por el lector que, sin gran cultura, haya vivido con rectitud, humildemente y con suficiente conciencia de su condición humana. Quien sepa ponderar los términos utilizados y darles además el sentido justo que su autor les ha atribuido hallará en este libro, aunque su destino sea totalmente distinto al del autor, un eco de su propia sabiduría, e incluso es posible que reciba alguna inspiración para avanzar más lejos. (HBH, Madrid, AML, 2001, p. 10-11)

3. El tercer fragmento pertenece al capítulo IV de El hombre en busca de su humanidad: «La intelección de la propia muerte». Situado el hombre ante ella, la «fe en sí mismo» le permite captar «el espíritu fundamental que ha animado su vida». En este contexto expone Légaut la distinción entre «vida» y «existencia»; distinción fundamental en su vocabulario y fundamental para comprender la radical insuficiencia de lo que es información a la hora de comprender a otro (en este caso, un autor, Légaut).

Convertir la muerte en la propia muerte es la condición para asumirla como hombre

La fe en sí mismo, que permite al hombre mirar cara a cara a la muerte sin ver en ella su total destrucción, no le aporta en absoluto el significado que dicha muerte puede tener para él. Sólo le impone la negación de un final absoluto, de la nada con que la muerte parece amenazarle ineludiblemente. No es, en modo alguno, una afirmación con un contenido intelectual positivo. No obstante, para que la muerte no sea para él tan sólo, en la práctica, un accidente material que pone un término a sus días, el hombre tiene que poder situarla no fuera de su vida o contra ella sino en ella: tiene que convertirla en su muerte y ver en qué le concierne personalmente de forma única. El hombre avanza decisivamente en su lenta progresión hacia su ser en potencia cuando descubre el sentido de su muerte por la captación del espíritu fundamental que ha animado su vida.

Vida y existencia

Este conocimiento es el fruto y el sostén de la presencia del hombre a sí mismo. Este conocimiento es intelección de su unidad, subyacente a todo cuanto hace y piensa, que se le manifiesta a lo largo de su vida, a través de las múltiples contingencias de su historia, provocadas por las etapas de su maduración y la diversidad de situaciones en que se ha ido encontrando. Esta unidad, que se instaura, poco a poco, ante la conciencia, de forma cada vez más estable, duradera y consistente, permite al amor y a la paternidad alcanzar su dimensión propiamente humana. Llamaremos a esta unidad “existencia” del hombre, oponiéndola a su “vida”, que discurre en el tiempo y transcurre en medio de gran diversidad de estados interiores y de sucesos exteriores. La existencia nace de la vida y la trasciende por mediación del mismo hombre.

Esta intelección es superior al conocimiento que uno adquiere de sí mismo cuando se autoconsidera de manera puramente objetiva. Pide más que una introspección, por intensa que sea, dirigida a los detalles de la vida y a su encadenamiento. Exige que uno sea a la vez el agente, la materia y el objeto de su búsqueda. Sólo el ambiente interior nacido de la conciencia de la propia realidad y soledad esenciales, permite esta mirada de sí mismo sobre sí mismo, única en su género por su carácter intemporal y radical, englobante y totalizante, que convierte a un ser viviente en un ser existente. Fuera de los tiempos excepcionalmente trágicos, el hombre llega a afirmarse en la fe en sí mismo gracias a esta acción íntima; basta con que, a pesar de la unanimidad de las apariencias que lo apremian y ocupan desde fuera, sea fiel a sus más hondas intuiciones y sepa dar el paso en la noche que éstas le proponen sin imponérselo en absoluto. (HBH, Madrid, AML, 2001, p. 90-92)

45 comentarios

  • oscar varela

    Hola Eduardo Soto Bordoy!

    Como siempre, tus “resúmenes completos”, me resultan

    * una “pinturita”
    * y una buena “guía”

    ¡Gracias y voy todavía! – Oscar.

  • Ma. Luisa Freznillo Solís

    Quiero seguir este curso de espiritualidad, esperanzada en mi crecimiento personal y en mi configuración con Jesucristo que me lleve a una acción concreta por el Reinado de Dios en este momento de la historia, quiero contribuir con mi granito de arena para un mundo mejor. Gracias por la invitación y el material que me lleve a confrontarme y así crecer y lograr el gozo interior de mi vida.

  • Kaláa

    Simplemente recoger lo no dicho… por Legaut:
    Por circunstancias ajenas a mi voluntad…. sería lo normal.
    Llamadas que reclaman …imprevistos que cumplir…

    Si dejo velado, sin resaltar su carácter tallado en la obediencia, es como rehusar a difuminar la vida y existencia de Légaut, comprendiéndola de esta forma como una sucesión de vidas.

    Saludos.

  • «Aproximación a la figura de Légaut (1)»,
    su biografía nos muestra la vida de un testigo,
    de un profeta, de un referente espiritual y místico,
    un testimonio de santidad, felicidad y libertad.

    Con los grupos «Talas» Marcel Légaut
    desarrolla la dimensión socio-política
    de la naturaleza humana, que afecta también a la fe.
    Considerados “rojos” en la Iglesia
    y que la cultura del pensamiento único
    trata de desprestigiar, atrofiar, mutilar.

    Destaca Marcel Légaut el valor y el protagonismo
    que deben tener los seglares en la Iglesia
    ,
    tratando de poner en el mismo rasero y por igual,
    los tres ministerios: ordenado, religioso y laical.

    También es pionero Marcel Légaut
    con la implantación de grupos mixtos,
    que hoy se ve con toda normalidad,
    pero que en su día, en España,
    costó sudor y lágrimas unir en
    una sola rama masculina y femenina
    a las organizaciones eclesiales;
    especialmente la Acción Católica;
    en cuya nueva configuración
    ya no existen divisiones en razón de sexo,
    aunque todavía queden “rescoldos”
    en alguna que otra diócesis.
    ——————————————————————–

    Marcel Légaut nos enseña:

    ● La virtud de la pobreza
    y la fe como su fundamento,
    ser para el otro y
    todo lo que tengo lo comparto.

    ● Llegar a ser una sola carne
    el hombre y la mujer,
    no es un acto,
    sino un proceso de vida,
    de amor en libertad,
    de entrega y comunión.

    ● Nos expresa la diferencia entre
    “fe” y “creencias”:
    Creencias, es adhesión a una doctrina (dogmas).
    Fe, es confianza en la/s persona/s que amamos,
    y con las que estamos compartiendo nuestra/s vida/s,
    y a las que estamos dispuestos a perdonar siempre
    la fe es lo que de esa/s persona/s,
    llevamos o hay en cada uno/a nosotros/as.

    ● Las opciones y elecciones
    que tenemos que hacer en la vida
    y que según la orientación que le demos a
    nuestro impulso vital, estas opciones
    serán humanizadoras o
    deshumanizadoras.

    Según predomine en nosotros:
    1. el poseer (afán por el dinero y bienes…),
    2. el poder (político, económico, mediático…),
    3. el consumo (convirtiendo todo incluidas
    las personas en objeto de disfrute).
    Vivir para “ganar, gastar y gozar”,
    genera dolor, sufrimiento e injusticia en los demás.
    Estaremos viviendo y construyendo
    una «cultura deshumanizadora»
    .

    Si por el contrario en nosotros predomina:
    1- la comunión (con redes de solidaridad,
    estructura familiar, vida comunitaria…),
    «Que nadie busque su propio interés,
    sino el ajeno»
    (1 Cor 10,24)

    2- el servicio al otro (no poder ser para mí,
    sin ser para ti, para el otro, para los demás),
    «El que quiera hacerse grande
    sea servidor vuestro»
    (Mt 20,26)

    3- la realización personal
    (buscar siempre la plenitud de la persona,
    de toda persona humana).
    «Buscad primero que reine su justicia,
    y todo eso se os dará por añadidura»
    (Mt 6,33)

    Con esta manera de sentir, pensar y actuar,
    estaremos viviendo y construyendo
    una «cultura humanizadora»

    Recibid junto a vuestras familias toda nuestra cercanía.

    Eduardo Soto

  • Domingo Melero

    Estoy siguiendo los comentarios con mucho interés aunque no he intervenido hasta ahora, y no intervendré mucho, más adelante, por tres razones: (1) por falta de tiempo (pues debo atender a otras cosas); (2) porque mi mejor aportación es ir preparando el “curso” de las lecturas e introducciones y comentarios para recorrer la obra de Légaut y (3) porque el “taller” ya os lo vais montando bien los que intervenís, aparte de que Antonio os conoce de otros cursos/talleres y él ya responde muy acertadamente.

    Nota: “curso” no por ganas de sentar doctrina sino porque el pensamiento, las ideas no son visuales o panorámicas o simultáneas sino que se dan un discurso, por un orden de sucesión, al que sólo al final se puede verle una unidad plena. El pensamiento y el “discurso” es necesariamente temporal, no se puede decir todo a la vez, no se pueden saltar etapas, no se puede correr… Bueno: se puede pero entonces no es sin consecuencias.

    Al leer los comentarios, sin duda anoto algunas de las cuestiones que decís, como ya se ha visto con lo de curso/taller (así como también he anotado la dificultad de la escritura de Légaut, sobre la que iba a salir y saldrá algo pronto, o lo de la pobreza, o la sexualidad, sobre lo que también saldrá algo más adelante). Así es como la cosa poco a poco se va mostrando que es curso/taller y, ¿por qué no? “seminario”. Cada palabra aporta algo a lo que sucede en una serie de entregas y de sesiones como éstas, en las que, por otra parte, muchos leen y piensan, y seguro que comentan, sin necesidad, por el momento, de revertir al portal de Atrio.

    Otros quizá se han incorporado, además, algo más tarde y están recorriendo/ leyendo/ pensando lo anterior. Y esto es también a tener en cuenta: no siempre el que más escribe es el que más participa. El ritmo real de la inteligencia de las cosas puede ser rápido como un relámpago o invisible como una rumia, como el santo de hoy (santo Tomás) que era como un buey arando el campo, siempre discípulo de otros, como gran maestro.

    Saludos, Domingo

  • Juan

    Ilusionado empiezo este curso. Es el primero que hago en ATRIO.

    Legaut es un modelo de laico comprometido con su propio crecimiento y espiritualidad. Alguien que busca en el silencio, la Palabra reveladora que calme su sed de búsqueda profunda.

  • oscar varela

    Hola “Mingo”!

    En “Cronología con ampliaciones”, pág. 13 -IIIª Etapa [1961-1968] empiezas diciendo:

    “El tema de la Parroquia Universitaria de 1961 es la pobreza.”
    “Légaut parte de distinguir cuatro tipos de pobreza …”
    ······
    Confieso que no me quedan muy clara sus distinciones y los fundamentos que las generan.

    Pero más me interesa que nos esclarezcas este asunto, que tú dices que se trata nada menos que del:
    “borrador del capítulo inicial y piedra angular de su libro capital…”
    No es poco decir.
    ·········
    En la medida que puedas, sería importante si lograras relacionarla -si es que alguna tuviera-, con este surgimiento en América Latina de la “opción por los pobres” que desde una cincuentena fue haciendo punta en la hasta hace poco llamada “Teología de la Liberación”.

    Muchas gracias y ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • oscar varela

    Hola!

    ¿Será Légaut un “modelo paradigmático” para n/tiempo?

    Ya fue descartado que no se trata de “ejemplaridad a imitar”.
    ••••••••
    Excursus: aunque no estoy para nada seguro que la causa “ejemplar” no sea la “causa principal” -ordenadora y alentadora de las causas “eficientes” y aún de la “final”- cuando se habla de “vida humana”, e.d. “biográfica” y no la sola “biológica”, y menos aun de la “fisico-química”.
    ••••••••
    No, a lo que apunto es a un extrañísimo –por lo escaso-, modo de ser humano. Se trata del “tipo” abs-orto por una “de-dicatio” entrañada y exclusiva de “DON TOTAL”.

    Esto está en la vida de Légaut desde el principio –según nos cuentan n/Maestros.
    ••••••••
    Quienes han sentido en sí mismos o atisbado en otros –a veces muy fugazmente-, lo que es pertenecer a ese “tipo” de vida humana habrán notado que son personas:

    1º) in-sólitas.

    2º) intelectuales (no como “oficio”). No es que “tenga” él ideas. Al contrario, son las ideas que lo tienen y a las que él se siente encadenado i-remediablemente.

    3º) por lo tanto “no fácilmente comprensibles”.

    4º) un poco bastante “obsesivas” (suelen sufrir del hígado; víscera que picotean a Prometeo).

    5º) capaces de “cambios radicales” (al estilo energúmeno de juancho-bautista; o de Pablo).
    •••••••••
    Excursus: partecita del texto de “El Intelectual y el Otro” como exsudada experiencia que Ortega y Gasset (exiliado trotamundo) estaba padeciendo en Bs. As (año 1941), de la que mi maestro-amigo Máximo Etchecopar era su acompañante testigo:

    – “todas las jornadas del Intelectual son un poco eso: presencia una vez y otra el nacimiento de las cosas y estrena la gracia de que sean lo que son. Va de sorpresa en sorpresa. Su cotidianeidad está hecha de exclusivas sorpresas. Lleva la pupila dilatada de asombro. Camina alucinado. Es borracho de nacimiento. Tiene el aire demencial que toma un arcángel cuando se avecinda en un barrio terrestre.

    Ni que decir tiene: contemplado bajo cierto ángulo parece un ingenuo vitalicio y un siempre caído de la luna. Tarda mucho en averiguar que su trato con el prójimo es ridículo.

    Tarda mucho en descubrir que el prójimo no es intelectual, sino precisamente el Otro, el absolutamente Otro. Siempre había notado algo raro en su conversación con el prójimo. La cosa no marchaba nunca bien. Era como si a las ruedas del coloquio faltase lubricante. A cada embestida hacia lo alto el prójimo oponía su lastre, cuando no tiraba hacia abajo.

    Pero al cabo llega un día en que el asunto se aclara. Ve, por fin, diáfanamente que la disonancia no es casual ni causada por motivos parciales: no es diferencia de temperamentos o humores ni de dotes. Es una discrepancia integral. La mayor que puede haber. Se trata de dos maneras radicalmente opuestas de tomar la vida, de estar en el universo.

    Cuando descubre esto, el Intelectual siente profunda vergüenza, un súbito pudor. Comprende que ha hecho el ridículo y que no ha hecho otra cosa. Le parece haber vivido desnudo ante los demás, con una desnudez aún más grave que la exhibición de la piel, porque él se ha pasado la vida mostrando a los demás su última intimidad: lo que piensa, lo que siente del mundo, de las cosas, de los otros hombres, del pretérito, de lo que está pasando, del germinante porvenir.

    Ahora advierte que hacer eso es una indecencia, que ser intelectual es una condición que debe quedar oculta, como ser ladrón, como ser espía, como ser prostituta.”- (OCT5, 508-516)
    •••••••••••
    Viene esto del “Intelectual” al caso de que:

    * este “tipo” de humanidad se corresponde con el “DON TOTAL”;
    * es lo que Légaut, al inicio de su Entrevista (1990) nos insinúa:

    – “ Marie Milis: Ud. habla de que la vida espiritual incluye el ejercicio de la capacidad de conocimiento, y que Ud. personalmente, gracias a su actividad de intelección, ha progresado en la vida espiritual …

    – “Marcel Légaut: Es imposible vivir espiritualmente sin ejercer la capacidad de intelección. En cambio, se puede ser “religioso” –o sea, piadoso- y no ser inteligente.

    En el ser humano hay una intrínseca necesidad de entender, en la medida en que le ha sida dada a cada uno.
    No se puede vivir la vida espiritual sin que entre en juego todo el ser de uno, incluida la actividad de conocimiento desarrollada al máximo según lo que uno pueda…”- (Cuadernos de la Diáspora 11 – pág. 40-41)
    ••••••••••••
    Tal vez en otro comentario veremos eso de “el Otro”, que no es para pasar a la ligera, pues se trata de uno de los asuntos más caros a la vida humana como es el de la “comprensión” (comprender y que nos comprendan) La vida, pasión y muerte de los “Grupos” depende 100% de ella. Atrio incluido.
    ••••••••••••
    ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • M. Luisa

    Creo que no estaría equivocada si identificara, como vengo pensando, la “existencia” de Légaut con el término “realidad” cuando yo en este contexto, al hablar de ella, le doy un sentido no filosófico sino religioso.

    Me lo dice la siguiente reflexión. Si el seguimiento del discipulado de Jesús se da en la existencia, todo parece indicar que estos pasos existenciales indican el camino hacia el Reino (la realidad de Dios) Ahora bien, no cualquier tipo de existencia lleva a ella. Entiéndase sin embargo porque cuando digo cualquier tipo de existencia no me estoy refiriendo a que buena o mala venga determinada por prejuicios externos, sino a algo que afecta a la potencialidad de la persona, es decir el modo pleno o no de llevar a cabo su realización humana.

    De ahí pienso que luego puedan darse a mitad del trayecto humano las dos opciones que sin duda, de ellas, nos hablará el curso.

    No obstante desde mi punto de vista diría también que la posibilidad de esas Dos Opciones se da precisamente porque el Reino (la realidad de Dios) es esencialmente previo a la existencia. Por esto pienso que el carácter abarcador de “existencia” de Légaut es tal porque la realidad lo incluye y queda así, al menos para mí, en ella comprendido.

  • Hilda Lokpez de George

    Gracias a tod@s por compartir sus vivencias y enriquecer la vida de l@s lector@s.
    Quiero leer más a Lègaut y con mayor detenimiento su biografía para poder responder las primeras preguntas planteadas sobre su vida.
    Síntesis de mis experiencias: 1) Dios-Padre-Hijo y Espíritu Santo han sido claves en mi vida, en momentos siendo lo más importante y en otros negados, la formación religiosa orientada por valiosos amigos y sacerdotes jesuitas, la participación en un movimiento católico juvenil fundado por mí, la cercanía a Cristo por la Eucaristía, la participación hace cinco años en una comunidad cristiana de base 2) La muerte de mi esposo tras un corto matrimonio (2 años) el enviudar a los 25 años, con un hijo pequeño y embarazada fue otra experiencia que marcó mi vida. 3) El ejercicio de la maternidad, 4) el ejercicio de la docencia universitaria, éste último también como parte de mi proyecto de vida, 5) la muerte (irse a vivir con Dios) de muchos seres queridos (esposo, hermana, madre, tí@s, abuel@s, hijo) 6) el compartir con otras parejas (2) varios años después de enviudar, 7) ejercer mi rol de abuela y en todo lo anterior tratar de ser yo viviendo según mis creencias y siempre sintiendo que necesito estar más cerca de mi esencia, de Dios, del otro, crecer en la espiritualidad para que ésta ilumine todo mi ser, pensar y actuar, el ser auténtico de Légaut. Un abrazo, Hilda

  • MAR Medina

    Siguiendo indicaciones que Antonio sugiere en la Guía de lectura del curso, pienso que el hecho que influyó en el giro radical de la vida de Légaut fue el descubrimiento, durante su llamamiento a filas durante la contienda europea, de su “falta de carácter”, lo que le enfrentó a sí mismo, porque había algo que no tenía resuelto. Me llamó poderosamente la atención porque no acabo de alcanzar el motivo profundo de su necesidad de dejar la universidad y su actividad docente en base a su “incapacidad para el mando”, porque no entiendo la relación. Ni sé si su dedicación a actividades “manuales”, abandonando las intelectuales, le ayudaron realmente a educar su carácter o, simplemente, su búsqueda le llevó a otro terreno más fructífero, más allá de la cuestión de “carácter”, al verdadero hallazgo de sí mismo…

    Mi experiencia personal no tiene paralelismo alguno con la de Légaut. Mi trayectoria vital “externa” discurre sin grandes requiebros (supe la dedicación a la que aspiraba desde niña, me imaginaba casada, con hijos y dedicada a mi profesión) como de hecho es mi vida ahora, aunque interiormente he sufrido profundas y dolorosas “metamorfosis”, como resultado, principalmente, de replantearme apenas cumplidos los veinte años, la religión aprendida y los valores pequeñoburgueses en que crecí, lo que me dio la vuelta “como a un guante”, y me convertí en agnóstica y crítica con esta sociedad que construimos. Sin embargo, nunca estamos “quietos” y la evolución personal continúa toda la vida. Creo que fue a partir de mi relación con los demás y con la propia naturaleza, cuando veinte años después de este primer giro en mi vida, sentí la necesidad de encontrar la clave que explique la unidad que, sin ningún género de dudas, percibía subyace a todo, lo que me impelió a buscar desde lo más profundo de mi corazón… y bueno, aquí empieza otra historia que no quiero alargar.

    Simplemente compartir con vosotros que bajo la aparentemente tranquila y homogénea trayectoria de mi vida, ha habido y sigue habiendo cambios profundos en mi conciencia del mundo y de mí misma, una conciencia no sólo racional –esa ha sido mi gran “conversión”- de modo que dentro es fuera, abajo es arriba y soy más yo misma cuando menos soy yo… No es una adivinanza, creo que Asun lo ha explicado mejor. No es en nuestro más rígido, soberbio y externo “ego”, sino en lo más profundo de nosotros mismos, donde realmente somos quien somos y lo que estamos llamados a ser.

    En este punto estoy en este momento de mi vida, a punto para aprender de este curso y de vosotros. Gracias a todos por vuestros comentarios y vuestro testimonio.

    Saludos cordiales.

  • Fico Sánchez Peral

    No sabía que era norma Atriera para irnos conociendo, pero, puesto que otros han tenido la gentileza de hacerlo, me mojaré yo también.

    ¿Hitos significativos en mi vida?

    Tengo 62 tacos. Nací durante el nacionalcatolicismo español y para acabar de arreglarlo mi padre era Oficial de Marina y me eduqué en un colegio militar, en el que -como todo aquello resultaba increíble hasta para mi mente de niño- pasé once años jugando a soldadito rebelde. Pero aun así el concepto de obediencia -aunque sólo fuera para rebelarse contra él- caló lo suyo. Eso, junto a más obediencia de la religión de entonces, me conformó como candidato a crédulo; sobre todo si quien daba las instrucciones era la autoridad establecida o alguien “de su confianza”.

    Estudié Arquitectura Técnica, pero no pude acabarla y me costó mucho esfuerzo abrirme camino en la vida. A los 28 años, me casé y tuvimos cuatro hijos: Federico, Miriam, Javier y Pablo; ahora tengo dos nietos, una niña de nueve meses y un niño (un auténtico tesoro) de 7 años, con el que convivo mucho, pues sus padres se separaron muy pronto y me ocupo bastante de él. Nunca pude imaginar que –a estas alturas- un niño de siete años me pudiera colmar de tal plenitud… Una amiga me contó la siguiente definición: Nieto es el regalo que Dios hace los padres por no haber “matado” a los hijos.

    Anduve muy metido en movimientos de iglesia con un proceso cíclico de 3 a 5 años dentro y de 1 a 3 fuera, para volver a empezar en otro y otro y otro ciclo. Que ¿qué me pasaba? Que como buen crédulo, me creía lo que me decían, pero como uno es apasionado, me lo creía y lo vivía a fondo y eso me transformaba. Hasta que descubría que el grupo en general no se transformaba de igual modo, porque sus dirigentes daban muy buenos discursos para fomentar nuestra adhesión incondicional a lo religioso institucional, pero no hacia una espiritualidad que nos llevara a Dios. Todo era un repetir cantidad –cuanta más mejor- de prácticas piadosas y oraciones repetitivas… Pero ellos no se lo creían, ni por tanto, podían contagiar a nadie de lo que ellos mismos no vivían. Así pues, primero se dialogaba sobre las causas del problema, luego se discutía y finalmente, cuando la situación se hacía tensa, o me expulsaban o me iba. Y viene la otra fase del ciclo: uno o dos años fuera, hasta que alguien me invita a unirme a otro grupo nuevo, en el que volvía a pasar lo mismo: de nuevo expulsado o auto-excluido.

    Incluso llegué a montar, junto a un amigo, un grupo sin método, al que pusimos de nombre Pentecostés. Se trataba de compartir la inquietud por profundizar en la vivencia de lo esencial cristiano e irnos depurando a la espera de que el Espíritu suscitara lo que quería de cada uno en particular y del grupo. No hacer planes, dejar hacer a Dios y comprometerse con lo que él fuera suscitando en lo más hondo de cada uno; esa era la idea. Sorprendentemente el grupo creció mucho en poco tiempo y empezaron a verse transformaciones muy prometedoras en sus miembros. Lástima que esto lo hiciera muy apetecible para quienes ambicionaban otras finalidades, que acabaron por unírsenos y terminaron con el grupo en tres meses. Duro año y medio pero fue lo más prometedor que he conocido nunca.

    Después vinieron nuevos grupos y nuevas tensiones siempre por lo mismo: el deseo de sus dirigentes de jugar a mangonillas de su corralito particular: su jardín de cristianitos bonsái fácilmente manejables. Mientras –sin darte cuenta- trabajabas para mantener su estatus de jefes de corralito, te quieren y te aplauden, pero cuando los fuerzas a enfrentarse a sus máscaras y tratas de que se oriente a la gente hacia Dios y no hacia la religión oficial o la particular del grupo, entonces te expulsan, o te hacen la vida imposible hasta que te vas.

    Y así hasta 1993, en que la salud se me quiebra y la proximidad de la muerte hace que se me desmorone todo lo religioso. Una secuencia inacabable de enfermedades me mantuvo doce años en lucha por la supervivencia y, a la vez, en busca de la salida del atasco en que se hallaba mi fe.

    Primero una embolia, luego un by-pass de una arteria renal y, ese mismo día, me descubrieron un cáncer de pulmón… Año y medio después, cuando empezaba a creerme curado, me calló otra lluvia de embolias: un día se me paralizaba un lado del cuerpo, el siguiente cambiaba al otro, hablaba a cámara lenta, veía doble, o veía sólo fosforescencias… Me dijeron que tenía una estenosis crítica -a punto de estallar y acabar con todo- en una arteria de la cabeza, que urgía intervenir y que sólo existía un cirujano que hubiera reparado algo así una vez con éxito; en una carambola (¿milagrosa?) contactamos con él y en 24 horas me trasladaron y me instaló un stent en la arteria. Salí vivo, pero con ocho o diez pequeñas lesiones cerebrales que me producían amnesias transitorias. Así que, con 55 años me dieron una incapacidad permanente y una minusvalía del 65% y -la única vez que me iba profesional y económicamente bien- me mandaron a casa jubilado. Me recuperé bien, pero por poco tiempo, dos años después me detectaron un cáncer de colon, me operaron y me pusieron una bolsita colgando de la barriga durante un año, hasta que me operaron dos veces más y me la quitaron. Y seis meses después me operaron del corazón para hacerme un by-pass de coronarias… Parece una interminable novela de terror, pero ya llevo tres años bien y no hay nada más en cartera.

    En 2006 escribí un libro contando –con un cierto toque de humor- cómo había logrado sobrevivir a aquella locura: “Que nos quiten lo bailao” o: ¡La salud y la madre que la parió!; hice cincuenta ejemplares y los regalé a mis amigos y, ¡sorpresa!, de vez en cuando me piden más libros y me llegan agradecimientos diciendo que ha ayudado a otros a afrontar sus problemas de salud. Si alguien se aburre y le apetece leerlo, se lo paso por e-mail en PDF.

    De aquel libro separé cuatro páginas de reflexiones sobre mi personal visión de la religión a la hora de la muerte y escribí casi cien folios sobre mi trayecto en busca de la fe, en los que avancé mucho, pero seguía sin lograr salir del todo del callejón sin salida en que me hallaba. Por ahí en medio me tropecé con A. Torres Queiruga, devoré sus libros y avancé bastante más. Y finalmente me descubrieron a Légaut y acabé de salir del atasco y terminé un libro (“a tercias” con Torres Queiruga y Légaut): “Viaje de lo religioso a lo espiritual”, que me ha ayudado a salir del callejón.
    Y por hoy nada más, que me he vuelto a alargar en exceso. Saludos.

  • Sarrionandia

    Existir o vivir. Creer o confiar. Teorizar o practicar. Crecer o decaer. Durar o perdurar. Saber o soñar.
    Acertar o errar. Florecer o narchitar. Fructificar o pudrir. Las esferas pueden polarizarse. en diametral oposición, desde una infinidad de puntos… lo mismo que la vida! Defender el propio punto de vista, que nunca es fijo, resulta inútil y molesto.
    Yo, como sujeto, no puedo ser mi objeto. Sin embargo, eso es lo que trata desesperadamente de hacer la inteligencia. La inteligencia. como herramienta práctica. es magnífica en sus descubrimientos de física vulgar, newtoniana, einsteniana, cuántica y lo que aun queda por experimentar! La inteligencia, como despliegue teòrico, es un desastre, ya que negativiza las realidades objetivando las subjetividades.
    Liberarse del engaño mental, cobrando conciencia existencial de la realidad y del fluir de las realidades en la misma Realidad, podría ser el gran descubrimiento, a la sombra de la vida y pensamiento de Legaut y de todos los sabios que en el mundo han sido.
    I’ll see you later.-

  • oscar varela

    Hola Antonio!

    A pesar que allí es invierno, te estás levantando muy temprano ¿te duelen los huesitos?

    Nosotros, cuando adolescentes, teníamos una tía, que sufría de reuma, a la que consultábamos el pronóstico del tiempo; y no solía fallar. ¡Ya te usarán a tí también, a pesar del Google satelital!
    ••••••••
    Lo de la “dureza” de Estilo en Marcelo es de averiguar todavía.
    Pero, “todo se andará” suelen decir ustedes-españoles. Acá decimos que la realidad es como una novia: cuando la vamos a buscar, sale la vieja y te dice: -“No se apure que la están peinando”-

    Por eso el método orteguiano de acceder a la erótica verdad desnuda (apo-kalipsis) es el empleado en Jericó: darle vuelta y más vueltas en torno, hasta que sus murallas caigan por “seducción”. Lamentablemente los curas no hemos aprendido a “flirtear” (¿o sí?); sino a “caer bien” –tener “buena prensa”-, que es la antítesis del profetismo.
    •••••••
    Tal vez no sea éste el ámbito adecuado, pero aprovecho tu cita:

    * – “lo que me atrajo de Légaut no fue precisamente lo snob de su condición de intelectual-campesino, sino la búsqueda interior que descubren sus difíciles escritos.
    * Ortega, con su maravilloso estilo, me produce siempre placer intelectual.
    * Légaut, en cambio, sólo me anima a la búsqueda espiritual.”-
    •••••••
    Y entonces te diría dos cosas:

    1ª) Ortega (empiezo por él para dejarlo ahí, ya que no es n/Asunto ahora, sino para ¡sí! un Curso sobre este ñato.):
    Don Pepe es atrevidamente consciente de su Estilo “literario”; y lo emplea como un instrumento de seducción para … ¡ahí viene la cosa! … para conducirnos a una “nueva manera de mirar las cosas” (modi res considerandi). Si te has quedado en el “placer intelectual”, te la estás perdiendo a la que “están peinando” y es “la Buscada”.
    (pero ¡basta ya … al menos acá!)

    2ª) Légaut: dices que te anima a la “búsqueda espiritual”. OK. Y ¿de qué se trata ese calificativo “espiritual”?

    Tal vez Légaut nos lo apunte en esta cita, que nos ofrece Mingo:

    – “Elemento importante en mi obra espiritual es la convicción de que
    * sólo se empieza verdaderamente a descubrir qué es la vida espiritual cuando nacen, en cada uno de nosotros, unas exigencias suficientemente propias como para que los demás no las conozcan.
    * De modo que esas exigencias nos personalizan y nos singularizan no porque queramos que nos personalicen o singularicen sino porque, de no seguirlas, nos negaríamos a nosotros mismos.
    * Para mí, la vida espiritual empieza, pues, en el momento en que cada uno de nosotros –cada uno a su hora– descubre, dentro de sí, estas exigencias que le son propias y que no se deducen de doctrina, ideología, disciplina o imitación alguna.
    * Se trata de algo mucho más personal y singular, de manera que quienes están a nuestro lado no tienen por qué conocer estas exigencias de la misma manera que nosotros.”-

    No digo que esto sea chino básico, pero muy lejos no le anda. Y por eso tu aserto de que este Atrio tenga un “Curso”.
    •••••••••••
    Yo quisiera poder desentrañar lo que hay en Légaut cuando dice:
    * – “sólo se empieza verdaderamente a descubrir qué es la vida espiritual cuando nacen, en cada uno de nosotros, unas exigencias suficientemente propias como para que los demás no las conozcan.”-

    Acá Légaut –a mi modo de ver-, se pinta entero como hijo de su tiempo, en que el “camino de salvación” está en una entrega total a la íntima profundidad de uno mismo, allí donde (intimior intimo) lo más hondo de sí la verdad se le devela al hombre para luego salir a pro-clamar el hallazgo de la moneda perdida.

    En tiempos de Légaut, que aun per-duran, lo “espiritual” es un tesoro escondido “que los demás no pueden conocer”.
    Para mí esto es el error de la Modernidad (Lenaers incluido).

    Sin embargo, pareciera ser que Légaut zafa del encorsetamiento modernista de Husseerl (el último ultimísimo “fondo” del hombre es la “abstención” o “vacío”, que se expresa en la “conciencia de …” (¡sin contenido!) (un poco como esas pomadas que -vendedores ambulantes- te quieren vender en los medios de transporte, y que sirven desde mejorar la vista y quitarte el reuma hasta adelgazar sin anorexia).

    Te decía que Légaut parece zafar porque en el mismo párrafo enfatiza que el núcleo de la “vida espiritual” está en “unas exigencias suficientemente propias”.

    Eso estará, entonces, por verse en el aspecto “Curso” de este grupete que vamos formando, y que Mingo habrá de desasnarme.
    ••••••••••
    Para mí, nada hay “dentro” que “a su modo expresivo” no esté ya “fuera”.
    No hay “sujeto” que sale “afuera”; ni “objeto” que ingresa “adentro”
    Lo que hay es “trato”. Y en el “trato” o “con-trato” se constituyen “sujeto” y objeto” (dentro y fuera)
    •••••••••••
    También el adolescente cree que nadie se entera de lo que dolorido esconde en su intimidad; sin embargo, todos sus gestos nos gritan a voz en cuello los sonidos y cánticos que emergen del entrechocar las piedras que lo laceran en su con-ciencia –como la serpiente casacabel, que hace sonar su sonajero.
    ••••••••••••
    Espero que no parezca demasiado insólito o atrevido el pedir a mis compañeros de Taller –habrá tal vez entre ellos algún “Maestro”-, si puede alguno averiguar en base a la “Carta Astral” (no sé si se llama así o algo parecido) correspondiente a Marcel Légaut, las “características” de “Destino” con las que tuvo que contar para hacer “su vida”.

    Además de los consabidos “Horóscopos” creo que hay también toda la Sabiduría de Oriente que lo avala en los Chinos (el “I Ching” que tanto dio que pensar a Jung); y ¿por qué no? alguno que conozca la Sabiduría de los Mayas y Aztecas al respecto (¡ojo que el calendario Maya pega un vuelco aprox. por el 2012 … y la Tierra también! – Acá en Argentina se están registrando en estos días, unos 4 sismos; el de antes de ayer en Ushuaia)
    •••••••••
    ¿Me fui de mambo, no? ¡Pero no se lo crean que en cualquier momento salta la liebre y sale “la que están peinando”.

    ¡Voy todavía! – Oscar.

  • Antonio Duato

    Oscar:

    En tu último comentario pones el dedo en la llaga al señalar la dureza de la escritura de Légaut. Incluso diagnosticas que no es por falta de problema sino de estilo.

    El traductor principal de su obra al castellano y tal vez el mayor experto en la obra de Légaut en todo el mundo (después de la belga Therèse Scott) es Domingo Melero. Él ha tenido que fajarse con esta dificultad y creo que podrá contestarte cuando vuelva de un breve viaje. Al fin y al cabo esa dificultad es la que hace imprescindible es carácter de curso, que es la parte que él dirige y tenemos una suerte en que sea él, sobre la obra de un autor que es muy original e incluso difícil de seguir.

    Yo te adelanto lo que pienso sobre el tema. En un primer momento me resultaba árida e inculta su escritura. La atribuía a su talante de matemático, que construye grandes párrafos con matizaciones en paréntesis sucesivamente anidados, que en este caso se expresan con el uso de comas y no con los signos de ( ), [ ] o – –, que resultarían más claros. La ausencia casi total en su prosa de imágenes y ejemplos (y también de citas de otros autores, como autoridad o referencia) lo hace más difícil. Pero, finalmente, entrando en ese estilo del autor, he llegado a la conclusión de que tiene su eficacia especial para hablar de cosas interiores.

    La dureza del estilo de Légaut se deriva, sobre todo, de quiere hablar de lo espiritual con sobriedad, no con imágenes que distraen. Su estilo es totalmente diferente del de Pablo Coello o Anthony de Melo. Y tal vez del estilo del mismo Jesús de las parábolas, que a veces tenía que explicar para sus íntimos.

    Légaut no tendrá nunca éxito literario. Pero el que quiera un esfuerzo de escritura rigurosa sobre lo interior encontrará en él más luz que los otros. Es como la prosa de Juan de la Cruz, siempre austera en imágenes (que las reserva para los poemas que después explica) en su prosa) muy distinta de la de Teresa, que mete comparaciones, imágenes, castillos y visiones por todas partes y se hace más llevadera. Pero así es el envoltorio, no del curso sino de la obra de Légaut que tal vez por ello necesita que un curso acompañe al taller. Nos entendemos.

    Y sólo decirte que lo que me atrajo de Légaut no fue precisamente lo snob de su condición de intelectual-campesino, sino la búsqueda interior que descubren sus difíciles escritos. Ortega, con su maravilloso estilo, me produce siempre placer intelectual. Légaut, en cambio, sólo me anima a la búsqueda espiritual.

    Postdata sobre uso de tags en los comentarios: Veremos de reintroducir los botones de edición de cursivas y negritas, que es lo más habitual y ojalá suplan a las “comillas” y MAYÚSCLAS que otros usan. Entretanto hay que introducir los códigos de html manualmente:
    Para escribir una palabra o frase en cursiva, poner antes el código < i> y al final de la palabra o frase el < /i> (quitando el espacio que aquí he puesto después de signo “< ” para que en este caso no actúe y se pueda leer. Para hacer lo mismo con negrita, hacer lo mismo pero con < b> y < /b>.
    Haz una prueba. Muchos se han acostumbrado ya.

  • oscar varela

    Hola!

    Algunos pareceres en torno a Légaut “escritor”.

    No sé si es por la “traducción”, pero su escritura me resulta:

    * un poco dura. (se nota el “esfuerzo de tensión”)
    * falto de comparaciones metafóricas o “ilustraciones”.
    * terminología marginal respecto a las de “uso” vigentes en su tiempo.
    ••••••••
    Excursus: esto último lo matizaría respecto a un nuevo uso que en su tiempo aparecía en torno al concepto de la palabra “EXISTENCIA”, que la sobrevalora a la palabra “VIDA”. Tal vez el imaginario de Vida revestía cierta superficialidad banal; mientras que Existencia apelaba a una profundidad “espiritual”.
    ¿Qué dicen los Maestros, eh?
    ••••••••••
    Para ser “Escritor” de un Libro hay que tener 2 cosas:

    1º) un Problema
    2º) un Estilo

    Si falta:
    1º) el Problema: el Libro es mero “papel impreso”
    2º) el Estilo: el Libro es un “borrador”.

    Lo hasta ahora leído de Légaut me dice que:

    1º) le sobra Problema
    2º) le falta Estilo
    •••••••••
    La “explicación” que me doy de su ÉXITO editorial (aunque muy pequeño), se debe a algo que hoy sonaría “cursi”.

    ¡Que un Profe de Matemáticas se vaya a pastorear!
    ¡Oh, qué misterio maravilloso tendrá, ¿no?!

    N/tiempo está colmado de “Profesionales” … conductores de Taxis, o que se ponen un “kiosquito”.
    ••••••••
    Bueno, ahora ¡tírenme los tomates! Que tengo que hacerme una rica ensalada, ¡Gracias!

    ¡Vamos todavía! – Oscar.
    ••••••••
    P.S. (excursus):
    He visto referencias al grupete que estamos armando. OK.
    Pero se suscita eso de “virtual” y/o “real”.

    El “Hombre” y las “Circunstancias” son REALES – “res” – cosas
    Pero la “Vida humana” (lo que el hombre hace y le pasa en el trato con las cosas), es algo así como un “Drama”, esencialmente algo “VIRTUAL”.

  • Asun

    Os doy a todos las gracias por vuestros comentarios. También a los que trabajan para que el curso sea posible.

    Me gustaría relataros algo que en algún momento me reveló quien soy. Antes de eso me había pasado mucho tiempo en hacer grandes esfuerzos de superación en intentar ser lo que realmente no era. Se trataba de ser esto o aquello, algo que me estaba alejando sin saberlo de mí misma. Como si casi enloquecidamente fuera escalando un edificio de veinte pisos, sin apenas resuello, para al final, al llegar al destino, me diera cuenta que eso no era lo que iba buscando. El caso es que solía estar siempre como en huída conmigo misma. Tal era mi autoestima, que recalaba siempre fuera de mí. El perfeccionismo y una imagen idealizada como meta truncada me fueron apartando durante décadas de la persona que soy. Orgullo neurótico dicen.

    El pozo olvidó ser quien era, y sepultó de manera inconsciente el agua de sus entrañas, impidiéndola fluir de forma natural. En vez de eso se puso de forma mimética a llenar de cosas su espacio, con libros, diplomas, conocimientos, bienes y artilugios diversos, hasta rebosar los bordes. Ya no cabía más. Agotado de tanto buscar reconocimiento en los otros y no encontrando más que vacío y desasosiego, se dijo: ¿a dónde me lleva este sin sentido? Pero ¿quién soy? La respuesta no tardó en llegar, tras “intermitente locura”, cuando empezó a escuchar en el silencio.

    “No soy nada de eso que albergué en mi espacio que era”. “Soy lo que siempre soy, he sido y seré”: Un espacio en el que fluye agua y la “transmite”a otros. Desmanteló poco a poco el contenido que había amontonado, hasta quedarse de nuevo desnudo. Y desescombró con cuidado el lugar de donde recordaba fluía en otro tiempo. Empezó a escarbar más y más hasta que su fluir fue permanente, sin descanso y cuanto más profundizaba más agua brotaba.

    Hasta que se dio cuenta que otros pozos se estaban llenando de la misma fuente. Había agua para todos y cuanto más se adentraban en las profundidades más se expandía el manantial, más y más agua manaba. Se dieron cuenta que no había más que hacer que dejar fluir lo que ya es en todos ellos. Se sentían intra e intercomunicados. El aislamiento externo aparente no existía en realidad.

    Dejar ser lo que somos en quienes somos puede que nunca llegue a acontecer, si nos delimitamos al constructo mental que hacemos de nuestra persona desde la más tierna infancia. El buscar fuera de sí, trae finalmente vacío de sí. No creo que haya que culpar a nada ni a nadie, aunque una niña aprende lo que cree ser y deber hacer de los demás, pues es Lo Que Es tan inmediato y cercano, lo que nos cuesta “ver” por nosotros mismos.

    Cambiar el modo de conocer y percibir nos está pacientemente, calladamente atrayendo en nuestro interior a dar el paso o el salto con la mirada y con los pies para finalmente ser y actuar en coherencia.

  • Fico Sánchez Peral

    Me debo haber perdido algo, pues además de “La guía de lectura” que decía Oscar, ahora es Manuel Bustamante el que cita algo realtivo a “la última pregunta que nos plantea Antonio Duato”. ¿Alguien me puede decir dónde está eso? Gracias.

  • Fico Sánchez Peral

    Hola, soy Fico. Pido perdón; es que cada vez me alargo más, pero la culpa es vuestra porque me provocáis…, je, je, je…

    Oscar: no se si te interpreto bien (a veces me cuesta seguirte), pero la conclusión a la que llegas. ”¿No hay en cada momento de la vida de cada cual el sentimiento de hallarnos a una “altura” de nuestra vida, desde cuya cima al momento, unificamos su trayectoria de logro o malogro; de estar ascendiendo o decayendo?”… Pero ¿no es eso algo muy parecido a lo que Legáut llama “carencia de ser”? Distancia entre el yo que soy y el que debo llegar a ser; anhelo de llegar a serlo y descubrimiento de la pobreza del ser… Pues claro que a veces decaigo, ¡faltaría más!, ¡y lo que aún me queda por equivocarme, rectificar y levantarme para seguir adelante!, que espero sea cada vez menos, pero al final todo suma: los aciertos porque arrojan luz y los fallos porque, por eliminación, me reconducen a otras pruebas en las que acabo descubriendo nuevas vías; el caso es que al final –a pesar de los pesares- todo ayuda a crecer.

    Y entonces de nuevo acierta otra vez don Marcelo, porque cada vez que crezco, no solo, no me acerco y sigue inalcanzable el que debo llegar a ser hoy, sino que parece que la distancia aumente exponencialmente en relación a lo poco que yo crezco. Creo que es porque al crecer (que en relación a mi mismo no es tan poco), a la vez crecen mis expectativas sobre mi mismo y sobre Dios, al que cada vez veo más “grande” e inalcanzable. El anhelo de alcanzar eso cada vez más inalcanzable de mi y de Dios, creo que debe ser la pobreza del ser. Pero no me frustra nada. Sí, es cierto que lo que queda por alcanzar cada vez es mas inalcanzable, pero no es en relación a eso a lo que yo mido mi crecimiento, sino en relación al yo que fui en el pasado y al yo que soy ahora, y eso me dice que he crecido, que he pasado de ser creyente a ser confiante (en gerundio: siempre presente y siempre activo), lo que pasa es que desde mi nueva estatura, el tesoro que se me anuncia por delante cada vez es más grande. Por eso no solo no me frustra, sino que despierta en mi más hambre de Dios y de mi mismo… (Corríjame alguno de nuestros Gurues si desbarro, porfa).

    Por cierto Oscar: ¿qué es eso de la “Guía de lectura”?

    Acabo de descubrir tu nueva entrada y: ¡Ole, ole y ole! La rumiaré con calma. Me caes bien Oscar, ¡me caes bien! Tendrás los “pirulos” que quieras pero respiras como un chaval de veinte. Gracias por compartir con nosotros tus riquezas,
    .
    Por cierto, que nadie más diga su edad ¿eh? Yo os imagino a todas/os guapas/os, alta/os, jóvenas/os, esbeltas/os, rubias/os y con ojos azulas/es… Y así yo, que tengo –literalmente- casi dos metros de cicatrices, un bay-pass en una arteria renal, otro de coronarias en el corazón, un stent en una arteria de la cabeza, me falta el colon y no me funcionan medio pulmón y un riñón (o sea: Robocop), puedo pasar por uno igual de guapo que vosotras/os. No me chaféis el juguete ¿vale?

    Amigo Manuel Bustamante: en esa soledad que dices –me parece- estábamos todos hasta que descubrimos Atrio. Aciertan de pleno M. Luisa y Ana Rodríguez, en que este encuentro de Atrio es comunidad real. Ana lo dice bien claro: una cosa es que no nos veamos las caras (igual nos decepcionábamos al vernos, pues seguro que nos imaginamos optimizados), pero esta comunidad no es virtual, ¡es real!, ¿o acaso alguna vez hemos podido compartir con la gente de misa lo que aquí se comparte? Para mi sois lo más real y a mano que tengo y os aprecio. Nunca imagine que la comunión se pudiera dar (¡palpar!) así, por un medio virtual; pero solo el medio es virtual, la comunidad y la comunión que me transmitís son reales. Gracias y ¡adelante!

    Mar medina: ¡vaya tema has ido a tocar y que razón tienes! Me asusta tocarlo por miedo a acabar montando una terapia de grupo o un taller de siquiatría de aficionados. Pero cuánto se ha sufrido con ese tema. Una vez me lo planteé desde el dogma de la Inmaculada concepción y, no sé si será porque no tengo formación filosófica ni teológica, pero es que no hay por donde cogerlo, ¡no se sostiene!; pero para eso está la “infalibilidad”, para hacer lo que convenga. Y además me parece humillante para la figura de María (y de la mujer en general…), cuánto más digno habría sido entender que Dios se puede encarnar (¡que “para eso” es Dios!) en Jesús, hijo biológico de María y de José, del mismo modo –aunque en otra medida- que se encarna en ti y en mi, y no “pese a”, sino “gracias a” un acto de amor de nuestros padres biológicos, que nada tiene de pecaminoso (y a quien ofenda a mi madre le zurro!!!!). Pero claro, lo que convenía era, no sólo la exaltación de la inmaculada concepción, (vaya otro tema: la idolatría de la pobre y bienaventurada María…) sino su utilización para –de rebote y por contraste- maculizar la del resto de la humanidad y así tenerla –con perdón- agarrada por los güe… para manipular (controlar) las conciencias. ¿Qué otra cosa hay en la vida más universal y de la que no se escape nadie que la sexualidad? No sigo para no alargarme más, pero ¡vaya tela! Y pensar que en lo más íntimo de un acto de amor de pareja, uno, alguna vez pensaba: quizá en este momento Dios le esté regalando a mi hijo un alma y algo de sí que le llevará a ser cada vez más humano y más divino… Uuuufffffff. ¡Qué maravilla! Y va el otro y me dice que aquello estaba maculado, ¡y una m…… pá él!!!! Mira que enmendarle la plana al mismo Dios, diciéndole que el medio de concebir que nos dio estaba maculado. ¡Que chulería! ¿No?

    Un abrazo real a todos. Fico.

  • Manuel Bustamante

    Hola a todos, parece que me voy a seguir animando a participar. Gracias por la cálida acogida de M. Luisa y Ana. Voy a tratar de seguir la guía que nos propone Antonio para ordenar mis pensamientos y no perderme en un callejón del que no sepa como salir.
    1. Para mí el momento más trascendente en la existencia de Légaut, aunque quizás el menos consciente, fue abandonar su idea de ingresar al seminario para seguir canalizando sus inquietudes de búsqueda espiritual desde el laicado. Obviamente que en esta decisión influye fuertemente su participación en el grupo Tala y el acompañamiento de Portal, pero no dista mucho de ser producto también de la influencia de su formación familiar. Estoy convencido de que somos producto del ambiente familiar en el que nos desarrollamos, ya sea por asimilación, oposición o complementación, y me parece que él encontró una síntesis entre la formación científica de su padre y la formación religiosa tradicional de su madre. Esta religiosidad, por más tradicional que haya sido, lo mantenía inquieto con la búsqueda espiritual y el contacto con lo científico le abría un camino de libertad en esa búsqueda. Y en ese derrotero ¿se encuentra? con el grupo Tala. Uso los signos de pregunta porque por acá tenemos un dicho que dice “Dios los cría y ellos se juntan” y otro que dice “¿Qué está primero: el huevo o la gallina? Respecto a la motivación para tomar decisiones radicales creo verlas en las carencias que él va descubriendo en su carácter como la falta de capacidad de riesgo y de decisión, y aunque aparentemente sea contradictorio, esa forma de ser pudo llevarlo a una encrucijada: o tomaba decisiones radicales o no las tomaba, la decisiones graduales suelen ser un elemento de tortura para ese tipo de personas. Aclaro, no soy psicólogo ni mucho menos, solo me siento identificado con él. En la última pregunta que nos plantea Antonio, me parece que Légaut va buscando el marco adecuado y la coherencia entre su vida cotidiana y sus cambios espirituales. Primero su actividad científica y docente le brindan las herramientas para su búsqueda, luego esa búsqueda necesita profundizarla y encuentra en la vida de pastor el marco necesario y finalmente siente la necesidad de transmitir su experiencia y comienzan sus viajes.
    2. Trataré de resumirlo para no hacer larga esta parte, aunque no se si me salga tan bien como a Oscar, pero lo intentaré:
    a) A los 23 años me sumé a un grupo universitario de ayuda a los soldados argentinos que luchaban en Malvinas. Luego del triste desenlace de la guerra se me descorre el velo de lo que había estado sucediendo en mi país durante la dictadura y junto a mi novia y un grupo de compañeros formamos una agrupación universitaria para reorganizar los centros de estudiantes que habían estado censurados y prohibidos por tantos años.
    b) A los 25 años abandono mis estudios de Arquitectura para casarme porque nuestro primer hijo ya venía en camino y comienzo mi vida laboral intensa.
    c) Entre los 25 y 35 años nacen nuestros seis hijos: Fernando, Facundo y Federico (mellizos), Juan Cruz y Daniela (mellizos) y Camila.
    d) A los 32 años participamos con mi esposa de un retiro de Encuentro Matrimonial y allí canalizamos nuestro apostolado durante trece años.
    e) A los 45 años conocimos a un fraile franciscano que nos voló la cabeza y nos introdujimos ávidos y sedientos a la lectura de Torres Queiruga, Boff, Sobrino, Casaldáliga, y otros.
    f) Hoy tengo 50 años y comencé a participar en política en mi provincia de San Juan en Argentina a través de una coalición de partidos de izquierda.
    En todos esos acontecimientos claves de mi existencia siempre me ha movido una incansable búsqueda espiritual en el compartir y el contacto con los otros. El comenzar ahora a descubrir a Légaut me moviliza a reflexionar retrospectivamente sobre cada uno de esos acontecimientos vividos y a descubrir los más profundos sentimientos y pensamientos que fui viviendo en cada uno de ellos.
    Un abrazo fraterno

  • oscar varela

    Hola!

    Autoevaluación (sugerida por la “Guía de lectura …”):

    1º) “¿Cuál fue en Légaut el momento histórico más trascendental en su existencia?”

    * Podría ser cuando hace un cambio de “prioridades”: de la “mente” a la “mano”. Pensar con pies y manos.
    * Porque “se piensa cómo y dónde se vive”.
    * Sería su elección de hacerse “Campesino”
    ••••••
    Excursus breve: “La Iglesia se aggiornará en la medida que sus “Dirigentes” se ganen la vida como cualquier hijo de vecino. Asunto viejo (del Siglo I, y renovado por Ives de Congar OP)
    •••••••
    2º) ¿Por qué se produjo?

    * Por inadecuación entre su señera vocación de “entrega total” y las realizaciones “parciales” (logradas o no).
    •••••••
    3º) ¿Qué le motivó a tomar decisiones radicales?

    * Precisamente el insoslayable “vacío” amenazador de esa in-adecuación.
    •••••••
    4º) ¿Cómo se unían esas decisiones de vida profesional y familiar con cambios de espiritualidad?

    * Si entiendo correctamente la cuestión, diría: con el ejercicio vacuno de “rumiar”; e.d. pensar inquieto – ponerlo por escrito – volver a repasar por lo escrito – exponerlo a “almas gemelas” (grupúsculos) – volverlo a repensar con los demás – … como el cuento de la buena pipa (que un poco así es la vida, ¿no?). En fin, asunto campesino este del “rumiante”!
    :::::::::::::
    A instancias del Sub-Maestro, dejo ahora un poco tranquilo a Légaut y me la agarro conmigo mismo:

    5º) ¿Cuáles han sido los momentos claves en mi existencia?

    Nota previa: Si bien no los 90 de Légaut, con 72 pirulos es bueno que alguna vez me lo haya planteado.
    En realidad soy una porquería que se re-plantea “continuamente”. Es como dar examen a cada paso. Y lo peor del caso es que al evaluador no le puedo “meter el perro” porque soy yo mismo. La vida humana es “auto-transparencia”. Es el sino del “intelectual”.(otro día podremos ver quién es “el otro” para el intelectual).

    a) a los 18 años de edad (casi por las mismas razones que Légaut) dejo mi carrera de Ingeniería y la propiedad -compartida con dos muchachos más- de un taller de tornería económicamente redituable y decido hacerme cura.
    b) a los 30 años de edad dejo la “carrera” sacerdotal (casi echado por hacer causa común con Podestá-Luro) y me voy (sin un solo mango = $) a buscar trabajo y ser encontrado por una mujer (¡ja! El varón machito se cree que él la elije…¡ja! – no en mi caso, al menos). Seducido, además, por el “modo de considerar” de Ortega y Gasset.
    c) a los 64 años de edad me jubilan de prepo (no hay trabajo) y me dedico a compartir la vida siempre feliz y esforzada que hube acumulado a mis espaldas.
    d) a los 70 pirulos me aparece esta comunidad de Atrio, donde continúo compartiendo ¡Gracias!

    6º) ¿Cómo se conjugaron en ellos acontecimientos exteriores y decisiones personales?

    * “con-jugué” en todos los modos y tiempos el verbo vivir mi vida.

    7º) ¿Me han ayudado los textos de Légaut a interpretar y sacar jugo espiritual de esas experiencias mías?

    * Sí, como con-firmación de que no anduve ni ando muy errado … aunque “uno nunca sabe” se lee en “ElPrincipito” de un par de Légaut : Antoine de Saint Exupéry.

    8º) ¿Qué puedo comunicar a los demás de lo esencial de esto?

    * que creo que si sigo dando lata me van a sacar con la escoba …

    Así mejor que les diga ¡Voy todavía! – Oscar.
    •••••••••••
    Nota suplicante: ¿cómo se hace para resaltar (p.e. “negrita” o “bastardilla” o “sub-rayado”) para que aparezcan en el Comentario? Porque estoy restringido al “entrecomillado”, que es un poco estúpido por lo cansino. ¡Gracias!

  • ana rodrigo

    Querido Manuel Bustamante, yo sí te recordaba y me alegro que vuelvas a estar en este atrio que tú muy bien denominas “comunidad virtual”, aunque llega un momento que la comunidad se hace real; el encontrarnos con persona con las que compartimos ideas, vivencias, inquietudes y experiencias, yo creo que son buenos fundamentos para que esta comunidad sea real y en la que sólo nos faltaría vernos las caras, escuchar nuestra voz o compartir risas o lágrimas.

    Es muy triste que en tu entorno no encuentres con quién compartir tu vivencia religiosa, la institución-Iglesia, como cualquier institución, está más preocupada por sobrevivir como tal institución que estar atenta a la vida que bulle dentro de sus componentes, sin miedos a verdades absolutas o a dogmas, ritos ceremonias y demás accesorios.

    Yo te puedo decir a título personal que sin mi comunidad y otras comunidades que nos hemos liberado de la institución, mis vivencias se quedarían empobrecidas pues es grande el enriquecimiento que me aportan los y las componentes con quienes comparto mi mundo interior.

    Me alegro que te encuentres bien en atrio, que veas que no estás solo, que compruebes que la vida es vida a este lado del charco lo mismo que al otro lado. A pesar de la diversidad quizá donde mejor confluimos todos es en el compartir lo más noble del ser humano, nuestra espiritualidad.

    Fico lo dice muy bonito en sus dos escritos.

  • oscar varela

    Hola!

    Uno de los caracteres de la vida humana es que es “multi-facética”. Tiene muchos “lados”. Al considerar algo, solemos decir: “por un lado” … Y/o pero) “por otro lado”. Pareciera que la vida personal estuviera en relación exponencial (¡a la pipeta, se me contagió lo matemático de Marcel!) a la “cantidad diversa de lados-facetas” en que la logremos pulimentar, manteniendo a raya las aristas del todo. ¿No es esa la característica de la calidad del diamante?

    Interesante, entonces, cómo han solido nuestros “Gurúes Mingo y Antonio” introducirnos por el final.
    Por ejemplo, por una Entrevista a don Marcelo a poco de su muerte (1990), introducida por una “AUTO-BIOGRAFÍA”
    ••••••••••••
    EXCURSUS:
    “La autobiografía es el superlativo de la razón histórica”-

    Esta es una frase de Ortega aparecido en el borrador del manuscrito de un ensayo incompleto que, a solicitud de una revista brasileña (en la que iban a publicarse una serie de estudios acerca de los primeros cincuenta años del siglo XX), escribió el filósofo en fecha que puede situarse en 1951.(Cfr. Revista de Occidente – Nº 3 – 1981) titulado “Medio siglo de filosofía”

    – “Las cosas humanas no son propiamente «cosas», así, sin rnás, sino «cosas que pasan al hombre», son acontecimientos que acontecen a alguien y no como esos acontecimientos que se llaman “acontecimientos físicos” que no acontecen a nadie.

    Ahora bien, de cosas que consisten en «algo que pasa a alguien» no se puede hablar adecuadamente sino en el modo que es contar, narrar.

    La razón narrativa, la razón histórica es la única forma de razón que nos permite entender las cosas humanas.

    Se me otorga un breve espacio en el área de sus páginas y estoy obligado a reducirme. Pero es el caso que la razón histórica, el contar, admite menos que cualquiera otra figura de razón el ser resumidas.

    La razón histórica es prolija por su propia esencia, es una inacabable chismografía, es el «cuento de nunca acabar».

    Por eso no es un acaso que Dilthey, el primer hombre que entrevé la razón histórica y que pudo dedicar, sin distracciones, toda una larguísima vida a temas de ella, se caracterice porque no dio sino obras truncas, fragmentos, muñones, proyectos, primeros tomos, primeros capítulos, suspiros, balbuceos.

    Vamos, pues, a suspirar —juntos los lectores y yo— lo que podría ser una historia del pensamiento filosófico en los últimos cincuenta años.

    Este trayecto cronológico coincide con mi vida alerta y, en efecto, esa historia no tiene nadie que contármela a mí porque es mi propia existencia. De aquí que mi narración adquiera por veces un cariz autobiográfico. La autobiografía es el superlativo de la razón histórica.”-
    •••••••••••••
    Mi primer Comentario, entonces en este Curso-Taller es acentuar este atopadizo inicio de una “auto-biografía”
    Y ¿con qué me encuentro en ella?
    Con que su propio Autor –Marcel Légaut-, no se pone a un “mero narrar”, sino a un “CONTAR ordenado”.

    Interesante que la misma palabra “contar” cumpla esa doble función de “narración” y “orden”.

    La vida humana no es un caos de aconteceres sino de “pasarle a uno cosas”. La vida humana es la unidad más plurifacética que se pueda uno imaginar. Pase lo que pase, me pasa siempre “a mí”.
    ·········
    Acabo –para no alargar-, diciendo que la riqueza de una vida espiritual consiste en hallar el argumento narrativo que más sencilla y económicamente aúne todos los aconteceres pasados a esa vida.

    Légaut lo ha resumido en 3 Etapas.
    ·········
    Y ahora sí termino:
    ¿No hay en cada momento de la vida de cada cual el sentimiento de hallarnos a una “altura” de nuestra vida, desde cuya cima al momento, unificamos su trayectoria de logro o malogro; de estar ascendiendo o decayendo?

    Ortega llamaba a esto el insobornable “balance vital” (OCT2,74 – “Ideas sobre Pio Baroja”)

    Considero que a la “altura” en que lo toma la Muerte, Marcel Légaut estaba realizando “su” espiritual tránsito por lo único inimitable que le acontecía en los acontecimiento: su propia vida.
    ••••••••
    ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • MAR Medina

    Volviendo a la vida de Marcel Légaut, quisiera compartir con vosotros una reflexión que suscitó su sentido de compromiso con la iglesia y que quedó un poco “soterrada” en mi conciencia, como en penumbra, hasta que el eco que resuena en mi propia experiencia lo ha hecho manifiesto de manera patente…

    Me llamó la atención su empeño durante su juventud en ese compromiso con el grupo, (¿debería decir mejor “comunidad”?), que llevaba implícita de alguna forma un compromiso personal con el celibato, como si su manera de vivir el cristianismo siguiera el modelo del monacato insertado en el mundo. Y me llamó la atención porque esto sospecho era consecuencia de lo mal considerada que está la sexualidad por la jerarquía, que lleva, a la postre, casi todo el peso de la formación de la conciencia cristiana y transmite subliminalmente la idea de sexo=pecado, y los mensajes subliminales son difíciles de detectar y por lo tanto juzgarlos a la luz crítica de la razón.
    Y resonó en mi propia experiencia, pues en la España de medio siglo después de Légaut, el mensaje seguía siendo el mismo, por lo que mi sentimiento al respecto era parecido: sospeché de la sexualidad durante toda mi infancia y mi adolescencia, y sólo pude integrarla en mi vida en el digno lugar que le corresponde cuando sometí a juicio todo lo que me imbuyeron, precisamente desde el agnosticismo, siendo a partir de entonces consciente de la nefasta idea que de la vivencia de la sexualidad me inculcaron en mi educación.

    Se pierde mucha energía tropezando con nosotros mismos, si el propio cuerpo es sospechoso, si la otra mitad de la humanidad, aquélla a la que por naturaleza nos sentimos atraídos, es asimismo motivo de sospecha.

    Gracias por vuestros testimonios, especialmente a Federico (envidio tu espontaneidad para narrar algo que es muy hondo con tanta franqueza), y a Manuel Bustamante, cuyo nombre recuerdo de alguna intervención anterior, pero gracias a todos.

    Saludos cordiales

  • M. Luisa

    En mi despedida anterior pensaba también en Fico y María Hernández pero se me paso el plural de Bienvenidos!!!

  • M. Luisa

    Amigo Bustamante yo vivo en España (Cataluña) a este otro lado del charco y vivo también en medio de la guerra fría entre opusdeistas, legionarios y todo lo que te puedas imaginar, y aunque no pueda hablar por lo mismo que tú nos comentas, el hecho de poder contar con esta comunidad virtual de Atrio, representa para mí un gran consuelo en medio de este obligado silencio.

    Muy bienvenido

  • Manuel Bustamante

    Queridos compañeros de ruta: Hace un par de años descubrí la comunidad de ATRIO cuando comenzó el curso sobre Pluralismo Religioso y a partir de allí trato de leerlos lo más seguido que puedo y solo me animé a participar en dos o tres oportunidades en el curso de Otro Cristianismo es Posible, por eso ustedes no me conocen. Pero no saben el bálsamo y fuente de crecimiento espiritual que han sido y son para mi al compartir tanto sus pensamientos como sus vivencias. Me pasa algo parecido a Fico que la mayoría de las veces no me animo a intervenir porque me asusta y me admira a la vez el nivel de sus intervenciones, entonces prefiero enriquecerme con sus comentarios, reflexionarlos e ir construyendo y transitando este camino de búsqueda en soledad.

    Digo en soledad porque a pesar de pertenecer al mismo lado del charco que Oscar o Gabriel, mi lugar está pegado a la cordillera de los Andes y me identifico más con lo que dice Fico cuando dice: “De todos modos, en la iglesia de aquí, que sigue llena de topos atrapados (y lo digo con cariño, respeto y pena) sí es cierto que se acabó la guerra, sí; ya no nos tratan a “cañonazos”, pero créanme que aún dura la guerra fría. Temen (y con razón) que la libertad de pensamiento deje vacía “su” iglesia. Y nosotros tememos hablar por miedo a escandalizar, pues la falta de formación es tal, que se corre el riesgo de que los creyentes, desconcertados ante tal descubrimiento, se queden sin la poca fe que tienen y sin nada.“

    Es decir, que desde que comencé a derribar las cáscaras de las creencias para ir descubriendo la esencia de la fe, no he podido encontrar compañeros de ruta con los que personalmente podamos transitar ese camino juntos y hacer realidad la vivencia en comunidad. Busqué afanosamente formar grupos para seguir los cursos anteriores de ATRIO y no lo logré; y cuando de vez en cuando participo en comunidades “oficiales” me miran como bicho raro y me asfixia tanto rito y tanto pensamiento mágico que para contradicción de lo que estamos leyendo ahora, ellos llaman fe. Siento una terrible contradicción entre la alegría que me provoca la “maravillosa inseguridad”, como nos comparte Fico, y la tristeza por la carencias de poderlo vivir solo a través de esta comunidad virtual y no con una comunidad real. Como este taller parece más testimonial, quizás me anime a seguir participando.

    Un abrazo fraterno.

  • Federico Sánchez Peral

    Hola familia. Esto se anima y cada vez me gusta más. Aunque me temo que otra vez me haré muy largo ¿…?

    Hace un año descubrí ATRIO y me sorprendió gratamente, no recuerdo de qué se hablaba entonces, pero no me atreví a intervenir porque el nivel me pareció demasiado elevado para mi y quizá un tanto etéreo, más teórico que práctico. Pero ahora me gusta más, se habla de cosas más vitales. A la vez descubrí la Asociación Marcel Légaut que, a través de la colección Cuadernos de la Diáspora, edita los libros de Légaut. Y vi materializada en ATRIO la Iglesia de la diáspora, la iglesia pensante, no sólo creyente; esa que uno supone que existe y desea que exista, pero que no se ve; esa Iglesia que se hace incómoda a la institución… Y sentí la alegría de quien vuelve a casa tras un largo periodo de ausencia y de soledad. Es que la otra iglesia, la oficial, la comunidad de creyentes, tiene para mi más de virtual que de real. Y lo digo con respeto, pero con pena.

    Digo esto porque, tras la distinción de Légaut entre fe y creencias (dicho “grosso modo”: creyente sería el que responde más por obediencia y observancia y basado más en las presuntas “evidencias” que le aportan la doctrina y la autoridad de la jerarquía eclesiástica, que a la llamada del evangelio. Y hombre de fe sería el que, respondiendo a esa llamada, profundiza y depura el conocimiento de sí mismo y descubre que es allí, en lo más hondo de sí, donde Dios mejor se le revela…y, en presencia de sí y de El, se desarrolla y crece hasta llegar a recibir el don de la fe, al que debe dar acogida y respuesta…), se visualiza claramente la diferencia entre la iglesia de la diáspora (para mi la real, la que piensa y se depura…) y la iglesia oficial (para mi la virtual, la sumisa, la que acaba atrofiada por renunciar a la autocrítica, la iglesia bonsái). Aunque, dicho sea de paso, tengo la sensación de que hay cierta inflación de iglesia real; ¡qué más quisiera yo, que poder creerme que la “real” es tan real como suena escrito así! ¡Ojala lo fuera! Pero en eso andamos, en irla haciendo.

    De este modo quizá comprendan más fácilmente, los del lado de allá del océano (Gabriel y Oscar), que del lado de acá, desde la vieja Europa, de vez en cuando, surja algún “topo” como yo. En España “topo” es el que, cuarenta años después de terminada, sale del aislamiento de su cueva preguntando incrédulo: ¿es verdad que se acabó la guerra y que Franco ha muerto? Setenta años después de acabada ya no salen más, pero no hace veinte que aún salía alguno.

    Admiro (y envidio) la serena paz y la liberalidad con la que, desde países laicos, os planteáis estos temas. Aquí también hay personas así, algunos (yo no) tuvieron la inteligencia y la suerte de ganar su libertad a tiempo. Yo anduve muy metido en tinglados de iglesia, movimientos de base o de presunta vanguardia…, por eso llego tarde. De todos modos, en la iglesia de aquí, que sigue llena de topos atrapados (y lo digo con cariño, respeto y pena) sí es cierto que se acabó la guerra, sí; ya no nos tratan a “cañonazos”, pero créanme que aún dura la guerra fría. Temen (y con razón) que la libertad de pensamiento deje vacía “su” iglesia. Y nosotros tememos hablar por miedo a escandalizar, pues la falta de formación es tal, que se corre el riesgo de que los creyentes, desconcertados ante tal descubrimiento, se queden sin la poca fe que tienen y sin nada.

    No obstante, no me planteo esto como meta de llegada, sino como ilusionada línea de salida.

    Oscar: si hubieras podido leer lo de Légaut, habrías visto que lo que comentaba en mi entrada anterior, era todo suyo. Al descubrirlo a posteriori, no he hecho más que poner mi recorrido personal junto al pensamiento de Légaut, que me confirmaba así, que lo que yo hacía más por intuición que por comprensión, él le ponía nombre, le daba conceptos y razonaba procesos. Yo soy –a posteriori- un feliz “plagio” de Légaut, cosa que me permito hacer en voz alta sólo aquí, que sé que hay quien le conoce mejor que yo y podrá matizarme si me equivoco en algo. Y si me siento feliz, es porque esto no es meta alcanzada, sino prometedora línea de salida. Si hasta ahora he vivido lo que he vivido (y os aseguro que he vivido la vida) a pesar de los obstáculos de la propia vida y de la religión malentendida, ¿qué podrá ser ahora que todo parece rodar a favor?

    Luis Troyano: ¡qué buena la metáfora del jamón; viva el Jabugo, se acabaron los sucedáneos!

    Hala; un abrazo. Fico.

  • MARIA HERNANDEZ

    ESO DE LOS CAMBIOS RADICALES, Y LAS TRAICIONES….ME HACEN PENSAR, SI ME HACEN PENSAR…..

  • Antonio Vicedo

    ¿Vida? ¿Existencia? ¿Conciencia? ¿Proceso? ¿Momento? ¿Yo? ¿Tú? ¿Vosotros? ¿Nosotros? ¿Luz? ¿Oscuridad? ¿Belleza? ¿Aire? ¿Agua? ¿Vino? ¿Miel? ¿Jamón, como alguien dice? ¿Sonido? ¿Armonía? ¿Silencio?
    De esto y más, cuando son VIVENCIAS, sabemos, más con sapiencia, (experiencia viva) que con conocimiento referente lo que en realidad ES, quedándonos en la incapacidad de poderlo expresar como lo vivimos o lo hemos vivido.
    ¡Cuan poco se puede sabemos de una almendra, sin haberla saboreado sin la corteza ni el hueso!
    Por ello, gracias a Légaut y a cuantos con vuestras aportaciones, sobre cómo quitáis cortezas y huesos a vuestras vidas, intentáis querernos decir lo que sólo él y vosotros SABEIS si lo HABÉIS VIVENCIADO en vuestras VIDAS.

  • ana rodrigo

    Quien más quien menos nos veremos retratados en las experiencias vitales o existenciales de Légaut.

    Quizá no nos hayamos visto en la coyuntura de tomar decisiones tan drásticas (de profesor universitario a pastor), pero es posible que haya sido la vida misma -¿el destino?- la que nos ha puesto su propia coyuntura que, a su vez, nos haya llevado a planteamientos de esos que sólo cada cual sabe, conoce, sufre o vive. Y, como dice Légaut nadie de tu entorno se dé cuenta, yo añadiría que incluso es posible que ni nosotros mismos seamos conscientes de que estamos pasando por una mutación trascendental.

    Buscamos a tientas, nos rebelamos contra nuestra realidad, tomamos decisiones que los demás pueden interpretar como temerarias o insensatas, caminamos a oscuras pero nos acompaña alguna inquietud motora que nos mantiene despiertos, receptivos, anhelantes de algo que no sabríamos explicitar, debe ser eso que Légaut llama intuición.

    Y sigues y persigues algo que no tienes, pero que intuyes que existe, y que, aunque conozcas testimonios a través de libros o personas extraordinarias, no se tiene ni idea hasta que no te toca tu existencia desde lo más propio, personal e intransferible del ser humano.

    Y es nuestro camino el que tenemos que recorrer sin que nadie pueda hacerlo por nosotros. Y todo el mundo sabemos que podemos afrontar nuestra vida como muertos vivientes, o de tal manera, que la vida sea una constante fascinación, algo que siempre nos sorprende, algo que en cada momento te palntea un estímulo vital-existencial, algo por lo que vale la pena mantenernos despiertos y mantenernos despiertas.

    Confío en que Légaut nos va a abrir nuevas perspectivas y nos va a animar aún más a mirar hacia ese horizonte bello, aun en medio de las dificultades y sufrimientos, porque quizá sea en esas circunstancias difíciles cuando el libro de la vida más nos enseña.

    Perdón si me he alargado demasiado, es lo que me ha salido del alma.

  • Federico Sánchez Peral:

    Te felicito Fico, y te agradezco nos cuentes tu –experiencia- espiritual.
    Muchas veces nos perdemos en teorías racionales y olvidamos lo esencial, esa alegría interior que brota desde nuestro mas intimo interior, sea cual sea la circunstancia que vivamos, fruto de la experiencia espiritual.
    Es la alegría que siento yo, después de un descanso de la mente de cuarenta u ochenta minutos de zazen. Después vuelvo a cargar mi mente con tensiones, y vuelta a empezar. Carga y descarga…
    La experiencia de lo espiritual, es como el buen jamón. Una vez que lo pruebas, te percatas de lo que es un mero sucedáneo. Si se conociera bien, se practicaría la vía espiritual, hasta por egoísmo…, lo bueno es que está al alcance de cualquiera, no cuesta dinero. Y tampoco podemos comprarla, lo que no hagas tu mismo, no lo puede hacer nadie por ti, si acaso puede orientarte algún buen maestro, que nunca es un “funcionario” de Dios.

  • Gabriel Sanchez

    Mi primera intuición leyéndonos…y después de haber leído el material, es que nadie escapa de su cultura, de su tiempo y de su geografía a la hora de buscar la verdad… Provengo de un país Laico, Laico por constitución, Laico desde principios de siglo, tal vez el único ancla cultural que tenemos es nuestra formación positivista dada en escuela, liceo y universidad publica…y nuestra uruguayes…ufff…que seria largo de explicar…. Entonces en nuestra búsqueda no sentimos que debamos liberarnos de ninguna doctrina impuesta de la que debamos liberarnos especialmente …excepto nuestra condición humana…que por otra parte es punto de partida de toda búsqueda…y en nosotros el proceso es digamos el contrario, no nos liberamos de una doctrina…sino que partiendo de la duda metódica…la critica sistemática, desde la despreocupación en el tema religioso, llegamos a un ser cautivados por Jesús de Nazareth, tratamos de vivir su seguimiento, desde nuestra singularidad y nos incorporamos a la praxis de un seguimiento sostenido por la vivencia comunitaria…

    Por eso me cuesta entender…eso de deje la religión rumbo a la Fe…por lo menos en mi entorno se habla más, de los que tienen Fe, pero han dejado de lado el seguimiento radical de Jesús…Por eso la búsqueda es personal…profundamente personal, pero se hace desde las praxis comunitarias …Y con el gran Vaz Ferreira aprendimos que cuando el hombre… “discurre en el tiempo y transcurre en medio de gran diversidad de estados interiores y de sucesos exteriores.” También hay una dimensión de la persona que incorpora, elabora y en su momento irrumpirá en la conciencia…“conciencia personal unificadora”…Pero entendemos muy modestamente, que la actividad del pensamiento no se divide, ni se da en tiempos distintos es parte del mismo acto de elaboración cognoscitiva, que tiene como punto de partida la percepción…aún en el discurrir…que es ya una elaboración de la realidad…

    Luego, la singularización: se empieza verdaderamente a descubrir qué es la vida espiritual cuando nacen, en cada uno de nosotros, unas exigencias suficientemente propias como para que los demás no las conozcan. De modo que esas exigencias nos personalizan y nos singularizan no porque queramos que nos personalicen o singularicen sino porque, de no seguirlas, nos negaríamos a nosotros mismos.

    Hay un principio respetado por la gran mayoría de las escuelas de sicología, que nos dicen que cada ser humano es distinto a los otros…Por eso su elaboración interior, tendrá aspectos, que aunque se foneticen, no se trasmitirán con la carga interior que conlleva…Sin embargo, impregnaran las praxis de cada uno, de tal manera que se pueda reconocer en ellas a la persona concreta…

    Esta diferencia hace, que nuestra lectura de Légaut, tenga que resituarse en un contexto, en una época y en una experiencia de ruptura…con lo “establecido”…Experiencia que ilumina el caminar de muchos hermanos por esos pagos…en donde la ruptura significo liberación, abandono de la seguridad y el papel asignado, para lanzarse en una búsqueda…de los “caminos de la verdad”…Por eso, por ser la búsqueda de un hombre en sus circunstancias es motivo de respetuoso abordaje…la disyuntiva es…desde donde lo abordo, desde el punto de vista de quien escribe (cultura, tiempo, lugar) propios y entonces sólo me queda decir amen…o desde mi realidad…bastante distinta…En cuyo caso, coincidiré en muchos aspectos y discrepare en muchos otros… El que asiste a un curso (como dice mi buen amigo Oscar)…escucha y trata de aprender, quien a un taller, aporta lo propio…mi duda es ¿Con cual de ambas actitudes debo abordar la lectura y participación en este curso sobre Légaut?….con cariño desde Montevideo.- Gabriel

  • oscar varela

    Hola!

    Yo no sé si en España existe la distinción pedagógica entre “Curso” y “Taller”. Supongo que sí.

    Este “Curso”, a mí me suena más “Taller”.
    ••••••••••••
    En los “Cursos” se dictan “Clases”. Y una “Clase” o “Lección” es la oferta de un paquetito bien envuelto, cerrado con cinta de color y un moñito que se habrá de destapar cada vez que se necesite salpimentar algún menester de la vida.
    En “Clase” se dan las cosas “clásicas”; e.d., probadas y aprobadas, quiero decir “recetas” o “fórmulas” con-sagradas por la experiencia requete-probada (de y por otros) y que yo me creo.

    A los “Talleres”, en cambio, se va con el Artefacto de la propia vida par ir chequeándole el mecanismo de su andar, repararlo, mejorarlo, o inventarle (descubrirle) otras varias funciones hasta ese momento desconocidas.

    Tal vez sea esa la “Guía de Lectura” que Antonio nos anda renqueando aun a los “telleristas”.
    •••••••••••
    Por todo esto diría (mientras voy leyendo lo ofrecido por “Mingo”):

    1º) Gabriel Sánchez: ¡estate piola!
    2º) Josefa Roy Romero: a mí me pasa lo mismo que a usted. Pero tal vez este distingo de arriba ayude a encontrar un “enfoque” más adecuado al “¿Curso?”. Su opinión me interesa.
    3º) MAR Medina: ¡lindo! Me ayuda su capacidad de sencillar “objetivamente”. Tal vez en el “Taller” nos descubra usted misma, otros aspectos.
    4º) Antonio Duato: en italiano: “piano, piano”. En español “todo se andará” … aunque renqueando. Tenenos paciencia que poco a poco iremos aprendiendo. Gracias!
    5º) M.Luisa: ¡Siempre esforzada hacia la intelección plena! Eres un “Taller” viviente.
    6º) Federico Sánchez Peral (Fico): No he leído lo de Marcel Légaut, pero no sé cómo podrá superarte. ¡Gracias!
    7º) ¡¿Vamos todavía?! – Oscar.

  • M. Luisa

    …es decir lo que somos realmente (en realidad) se patentiza en la existencia, de ahí que se vea en la existencia el horizonte de nuestra realización

  • M. Luisa

    Una vez introducido mi comentario he leído el de Antonio que fijándome en su explicación sobre lo que se ha de entender leyendo a Légaut con el término existencia, (algo que por cierto a mi también me llamó la atención el significado que se le daba) me ha recordado cuando tiempo atrás dialogando con Oscar me extrañó que él viera sólo en el acto vital la capacidad suficiente para configurar nuestra unidad consciente. Por eso para mí la “existencia” de Légaut viene a se lo que cuando hablo de la realidad me refiero pues yendo hacia la nuestra propia es cuando aquel acto vital se hace plenamente humano.

    Un saludo cordial

  • Federico Sánchez Peral

    Hola, soy Fico.

    Me he leído todos los enlaces y evocan tantas cosas que renuncio a ser breve. Pero bueno, tampoco hay que soltarlo todo de golpe. Vamos por partes y ya veré donde me paro.

    “…la reflexión verdadera es semejante al exilio…” Sí bastante… Así me sentía yo en 1993, atascado en una reflexión -que venía de lejos- hasta que la enfermedad precipitó las cosas. Durante dos meses, a días alternos, pasaba dos horas en un sótano de hospital dentro de una enorme máquina de radioterapia y allí se me desmoronó todo el edificio religioso (ante la muerte próxima todo parecía inconsistente). Sin saber que alguien les llamaba así, allí empecé, revueltas y desordenadas, las dos primeras etapas del proceso de evolución hacia la vida espiritual: la “delicada emancipación” y la “progresiva sustitución”, que duraron doce años. ¡Jo…, se dice pronto! ¡Y qué duros y largos se me hicieron! Me quedé desnudo, solo y con un sentimiento de abandono y hasta de rechazo por parte de la iglesia… (¡sí, de “la iglesia”!, tanto de la institución como de la comunidad de fieles; en la “iglesia” que yo viví eran –y son- así las cosas y hasta que uno depura esa idea se pasa mal). Pero no me quedó más remedio que dar el “salto sin paracaídas” hacia Dios (“salto en la oscuridad” que le llama Légaut) pues si no lo hubiera dado: “algo en mi habría quedado malherido”. Para ayudarme a avanzar en la reflexión, hace dos años empecé a escribirla y –hace poco- Legaut me descubrió que lo que había hecho esos doce años era “pasar de las creencias a la fe”. Y ¡qué razón tiene!, aunque, la cosa tiene su miga…

    Soltado el lastre de las creencias y empezando a redescubrir la fe, empecé a liberarme de “la alimaña” (que decía Antonio el otro día) que la “iglesia” me decía que era y empecé a ser libre. Empecé esa: “… «conversión a sí mismo» que no es cosa de un momento y que no es un mero cambio de conducta o de doctrina, … que no es fruto de un plan preconcebido …técnicas …lógica” Y empecé a profundizar en el conocimiento de mi mismo, a descubrirme, a depurar tanto trasto viejo que uno lleva en la bodega… Creo que empecé a ser yo. Sí, he llegado tarde, lo reconozco, ¡pero he llegado! Creo que por ahí, ¡por fin!, empecé la tercera etapa: la de la “vigorosa independencia”. Y, mira tú por dónde, ahí empezaron a pasar cosas insólitas.

    Me refiero a todo eso que pasa cuando, llegado uno a lo más hondo de sí mismo, descubre en sí una lucidez que se desconocía (¿de dónde me sale a mi tanta y tan lúcida creatividad?), se empieza a entender y decir las cosas con inusitada claridad y se avanza por ellas…, hasta que de repente un día, uno se descubre a sí mismo, diciendo cosas que uno no está seguro de que sean sólo suyas… Bueno, no me enrollo más, pero por ahí, creo que empecé a descubrir (aun está por depurar) lo que es tener plena presencia de mi mismo, que fue cuando a eso otro que resuena en mi, que forma parte de mi, pues sale de mi, pero sin ser del todo mío, empecé a llamarle Presencia de Dios… Y aunque habría que precisarlo mucho más (pero es que aquí no cabe todo), creo que ahora estoy disfrutando (¡Sí!, por fin, ¡¡disfrutando!!!) de la cuarta etapa, la de la ”maravillosa inseguridad” de vivir confiando en Dios. Y ahora estoy contento, ¡coño, estoy muy contento!!!!!

    No sigo, porque todo esto es demasiado íntimo y sutil y no quiero parecer frívolo al exponerlo públicamente, “tan a la ligera”. No, de “ligera” nada; ¡pero es que si no lo comparto con alguien reviento!!!!!!!!!

    Y no creo que todo esto sea cientifismo, voluntarismo, subjetivismo, idealización, delirium tremens…

    Os lo he puesto, como se suele decir: “a güevo”, pero ruego no se me lancen al cuello todos a la vez.

    ¡¡¡Joder!!!, si todo esto no sirve para descubrirse uno a sí mismo y en su interior descubrir a Dios, transformarse en persona, querer a la gente y ser feliz, ¿entonces para qué sirve, para teorizar? El tiempo que me quede de vida (¡que espero sea mucho!) es para SER.

    Lamento irrumpir cual elefante en cacharrería y ruego disculpas por algunas exclamaciones, pero es que uno es así y hay cosas que necesita decirlas con la misma fuerza con que las vive y las siente.

    Eso es otra de las cosas que me gusta de Légaut, que reflexiona sí, y pese a ser matemático y expresarse como tal, salvo excepciones no experimentadas como la de la muerte, siempre apoya lo que dice con lo que vive.

    Por cierto: Mar Medina, me gusta, me gusta mucho tu comentario. Envidio tu capacidad de ir a lo esencial y decir mucho y bueno en poco espacio. Gracias.

    Un abrazo a todos; Fico.

  • M. Luisa

    Casi podría comenzar mi comentario en esta sección de Marcel Légaut apuntando al final del que hice ayer en el post. “El cambio al alcance de la mano”. Allí dije como consecuencia de una reflexión sobre el escrito de Héctor que, es cuando nos hacemos la pregunta sobre el fundamento de las cosas reales cuando aparece la dificultad con quienes hasta el momento sobre ellas se podía coincidir. Una dificultad que arrastra la disyuntiva entre lo superficial y lo profundo.

    También dije allí que tal pregunta podemos o no hacérnosla por lo que al existir esta posibilidad nos pone de relieve los dos modos existentes (superficialmente o profundamente) de afrontar el ser humano la realidad.

    Con todo, añadí que el problema de la mentalidad y el problema que se deriva de ello con respecto a los demás (o a una institución) no aparece al principio sino cuando vamos en busca de la razón de las cosas. En este punto sería erróneo identificar la razón de las cosas, es decir la que ellas nos dan en su búsqueda, con la nuestra a la que sí se identifica con lo que se ha venido en llamar el racionalismo. En este sentido y, haciendo un paréntesis, es por lo que no puedo estar de acuerdo con Gabriel Sánchez cuando ve un cambio de mentalidad propiciado por Benedicto XVI cuando éste es quien silencia a los mejores precisamente por ir en busca de la razón de las cosas.

    ¿Qué tiene que ver todo esto con lo que yo pueda decir sobre Légaut? pues que no veo otra cosa en su itinerario de vida que una búsqueda de sentido de todo aquello que en forma de creencia no le satisfacía a medida que se descubría como realidad por lo que a medida que fielmente avanzaba en este compromiso, atrás dejaba toda creencia objetual y sus seguridades para avanzar en la fe que por lo dicho anteriormente y en un contexto religioso no es sino aquel momento en que lo real de la creencia sale a nuestro encuentro.

    De ahí surge la necesidad imperiosa de una ruptura de un aislamiento y como no de la consecuente incomprensión.

  • Antonio Duato

    Me asomo de madrugada a este lugar, desvelado por los dolores de mi pierna malherida. Acabo de oír por la radio el relato de un rescate de un par de niños vivos en Haití tras una semana entre escombros y me digo: “Adelante todavía!, viejo, que lo tuyo no es nada”.

    Veo que el difícil Légaut habla de vida y existencia y que eso ha desconcertado un poco a Gabriel. Ha reaccionado con una serie de consideraciones sobre vida o muerte, que tendré que volver a releer para ver qué quiere decir, pues tampoco es fácil entender al yoruga…

    Lo que quiero decirles a todos es sencillo, aunque Légaut lo expresa a su manera, con terminología original suya, pero con la ventaja de que, como buen matemático, maneja siempre la misma palabra con el mismo significado previo dado. Si “existencia” es la “unidad de diversos acontecimientos de vida que se consigue por especial presencia que el hombre tiene a sí mismo” eso será lo que quiere decir con ese término largo de todo el libro. Otros lo llamarían, en ves de existencia, “consciencia personal unificadora”. Vale. Pero siempre será verdad que una cosa es el vivir humano consciente y unificado, que desde dentro da sentido a su existencia concreta, como sujeto personal, y que tiende a la plenitud de ser y a la superación del límite de la muerte, y otra ser puro objeto de una serie de avatares de vida que acontecen en él y que las ciencias pueden estudiar desde fuera como a cualquier otro objeto vivo.

    Pero mañana, cuando amanezca, podré tal vez conseguir redactar con más claridad esa “Guía de lectura” de este tema, que he prometido.

    Tengan paciencia, queridos amigos. A lo mejor lo de Légaut es poner el huevo de Colón. Porque estoy seguro que todos están viviendo como sujetos conscientes su espiritualidad laica, basada en sus experiencias fundamentales de vida (Légaut apunta ya en el último texto al amor y a la paternidad-maternidad como lo más realizante). Pero a alguno, a pesar de lo duro de algunas expresiones, puede resultarle luminoso su pensamiento, si penetran en la cáscara de su duro lenguaje.

  • MAR Medina

    Extensa la documentación si se leen todos los enlaces sugeridos, pero proporciona suelo firme en el que apoyarse, porque el autor es antes que su obra. Nos presenta a un hombre hijo de su tiempo, entre guerras, con una llamada interior desde niño que supo orientar gracias a su “padre espiritual”, M. Portal, búsqueda que va concretándose en su vida y que, como todo camino espiritual exige renuncia, reflexión, libertad y confianza en la propia alma. Buen punto de partida.

    Saludos

  • Agradeciendo la ejemplar dedicación e interés a Atrio en su preocupada oferta de formación humana creyente; por el momento lo ofrecido por el personaje excogido, admiro su cambio de “profesión”.
    Pero sus intenciones traslucen un lenguaje que más parece juego de palabras y frases repetidas que valoran una intimidad personal poco clarificadora. Puede que sea yo la que me pierda sin encontrar su individualidad interesante.

  • Gabriel Sanchez

    jajaja, por lo unico que me enojaria contigo, seria porque no tomas mate, o si sos hincha de River…Es una imagen lo de la velocidad, aunque vos sabes que hay objetos-sujetos muy rapidos…en cuanto a la necesidad de velocidad, para Légaut, seria facil de comprender, se necesita una fuerza…de aceleración…que desplace en el espacio en una cantidad de tiempo una masa…Que tiene que ver…que la existencia y la vida…no son dos, sino una, como la velocidad y la masa…que ademàs para el pobre Einstein, se le ocurrio que debia ser de la luz y al cuadrado…(cosa que hace que la materia y energia sean formas distinta de lo mismo)…hay se engacha con lo de Légaut…Pero eso fue por no poner…de ejemplo a Uruguay y Argentina que somos lo mismo en diferente envase…nosotros jugamos bien al futbol jajaja.- Gabriel

  • oscar varela

    Hola Gabriel Sánchez!

    Si Légaut era matemático; yo no le ando lejos; y además práctico-Ingeniero.

    Quiero preguntarte, entonces: ¿sabías que la “velocidad” no existe?

    Lo que existe realmente es el “espacio” y el “tiempo”.

    La “velocidad” es un jueguito interesante de la razón, que las relaciona:
    Velocidad es el espacio recorrido en una cierta unidad de tiempo.
    ·······
    Te digo esto un poco en serio y un poco en broma
    porque no creo que se andará muy fecundo por esos caminos de la “razón-científica” tratándose de Légaut; quiero decir, de las cosas de la vida.
    ·······
    Puede que me equivoque; pero ya me banqué toneladas de distingos cuando el Curso de Lenaers.

    Pero si te parece y encontrás quien se enganche (es muy posible que los haya) yo paso de largo; sé que no se va a ningún lado, más que a los “cientificistas”.

    No te enojés conmigo y ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • Gabriel Sanchez

    El manejo de la muerte de Légaut, nos impone una ascética… que sirve de potenciación al desarrollo humano, concibiendo a la muerte…como el final absoluto del ser…

    Deviene en una cierta manipulación psicológica que enfrenta al hombre a la posibilidad de la no existencia de la nada…Lo que valoriza profundamente la vida y el presente…del hombre…Si bien esta postura tiene ciertos peligros subyacentes, como el absolutizar el aquí y el ahora…

    No voy a entrar en la discusión de que es la muerte (obviamente difiero de que nos reduce a la nada), pero me parece el ejercicio ascético compartible, pero este modo de proceder nos habla más de la vida de quien acoge en su vida a la muerte (como final total), que de la muerte misma.-

    La conceptualización que diferencia la vida de la existencia, como conceptos…nos sitúa en al ser humano en un dualismo, entre conocimiento y realidad…entre elaboración de ese conocimiento y el discurrir (que no transcurrir, aparentemente en el concepto de Légaut)…diferencia entre fluir y suceder…que según Légaut, esta elaboración cognoscitiva…que obviamente alberga sentimientos…le dan su dimensión humana al amor y a la Paternidad…Lo dicho hay una ruptura (en el concepto) de existencia y vida…que sin embargo en lo humano, parecen ser parte de un mismo hecho…que se interrelaciona…el concepto para clarificar mi discrepancia…con el Gran Légaut- con muchísimo respeto, pero con honestidad…Es la imagen de la energía y la materia, son esencialmente propiedades de una misma realidad esencial, que se manifiesta en forma diversa de acuerdo a una variante…de su devenir…la velocidad…El entender como cosas distintas las propiedades de una misma realidad…es en mi modestísima opinión un dualismo erróneo…Lo interior y lo exterior, están tan conectados como la materia y la energía…(imagen)…Por que son lo mismo esencialmente que se manifiesta en forma diversa…Gabriel

  • oscar varela

    Hola!

    ¡Esto viene “colorido”!

    ¿Y ahora?

    ¡A largar el rollo de emociones, OK?

    Todavía no leí el Hilo, pero ¡Voy todavía! – Oscar.