“Dios es el silencio del universo, y el ser humano el grito que da sentido a ese silencio”. Esta definición que daba Saramago de Dios es la más bella que nunca haya leído o escuchado. La leí en sus libros y la escuché en varias ocasiones de sus labios. Merecería aparecer entre las veinticuatro definiciones –con ella, veinticinco- de otros tantos sabios reunidos en un Simposio que recoge el Libro de los 24 filósofos (Siruela, Madrid, 2000), cuyo contenido fue objeto de un amplio debate entre filósofos y teólogos durante la Edad Media.
Para un teólogo dogmático, definir a Dios como silencio del universo quizá sea decir poco. Para un teólogo heterodoxo como yo, seguidor de las místicas y los místicos judíos, cristianos, musulmanes como el Pseudo-Dionisio, Rabia de Bagdad, Abraham Abufalia, Algazel, Ibn al Arabi, Rumi, Hadewich de Amberes, Margarita Porete, Hildegarda de Bingen, Maestro Eckhardt, Juliana de Norwich, Juan de la Cruz, Teresa de Jesús, Baal Shem Tov) cristianos laicos como Dag Hammarksjlöd, indúes como Tukaram y Mohandas K. Gandhi, y no creyentes como Simone Weil, es más que suficiente. Decir más sería una falta de respeto para con Dios, se crea o no en su existencia. “Si comprendes –decía Agustín de Hipona- no es Dios”.
Saramago compartió con Nietzsche la parábola de Zaratustra y el apólogo del Loco sobre la muerte de Dios y quizá pudiera poner su rúbrica bajo dos de las afirmaciones nietzschianas más provocativas: “Dios es nuestra más larga mentira” y “Mejor ningún dios, mejor construirse cada uno su destino”. Quizá coincida también con Ernst Bloch en que “lo mejor de la religión es que crea herejes” y en que “sólo un buen ateo puede ser un bueno cristiano, sólo un cristiano puede ser un buen ateo”. Su vida y su obra fueron una lucha titánica con Dios a brazo partido que terminó en tablas, sin vencedor ni vencido.
En su novela Caín recrea la imagen violenta y sanguinaria del Dios de la Biblia judía, “uno de los libros más llenos de sangre de la literatura mundial”, al decir de Norbert Lohfink, uno de los más prestigiosos biblistas del siglo XX. Imagen que continúa en algunos textos de la Biblia cristiana, donde se presenta a Cristo como víctima propiciatoria para reconciliar a la humanidad con Dios y que vuelve a repetirse en el teólogo medieval Anselmo de Canterbury, quien presenta a Dios como dueño de vidas y haciendas y como un señor feudal, que trata a sus adoradores como si de siervos de la gleba se tratara y exige el sacrificio de su hijo más querido, Jesucristo, para reparar la ofensa infinita que la humanidad ha cometido contra Dios.
El Dios asesino de la última novela de Saramago sigue presente en no pocos de los rituales bélicos de nuestro tiempo: en los atentados terroristas cometidos por falsos creyentes musulmanes que en nombre de Dios practican la guerra santa contra los infieles; en dirigentes políticos autocalificados cristianos, que apelan a Dios para justificar el derramamiento de sangre de inocentes en operaciones que llevan el nombre de Justicia Infinita o Libertad Duradera; en políticos israelíes que, creyéndose el pueblo elegido de Dios y únicos propietarios de la tierra que califican de “prometida”, llevan a cabo operaciones de destrucción masiva de territorios, muros carcelarios y asesinatos, calculados impunemente, de miles de palestinos.
Tras estas operaciones, Saramago no podía menos que estar de acuerdo con el testimonio del filósofo judío Martin Buber: “Dios es la palabra más vilipendiada de todas las palabras humanas. Ninguna ha sido tan mancillada, tan mutilada… Las generaciones humanas han hecho rodar sobre esta palabra el peso de su vida angustiada, y la han oprimido contra el suelo. Yace en el polvo y sostiene el peso de todas ellas. Las generaciones humanas, con sus partidismos religiosos, han desgarrado esta palabra. Han matado y se han dejado matar por ella. Esta palabra lleva sus huellas dactilares y su sangre… Los hombres dibujan un monigote y escriben debajo la palabra ‘Dios’. Se asesinan unos a otros, y dicen: ‘lo hacemos en nombre de Dios’… Debemos respetar a los que prohíben esta palabra, porque se rebelan contra la injusticia y los excesos que con tanta facilidad se cometen con una supuesta autorización de ‘Dios’ Yo también pongo mi rúbrica bajo esta afirmación de Buber. Por eso muy raras veces oso pronunciar el nombre de Dios.
La lucha contra los fundamentalismos, los religiosos y los políticos, es el mejor antídoto contra el Dios violento y contra la violencia en nombre de Dios. En esa lucha no violenta estuvo comprometido Saramago de pensamiento, palabra y obra. Su vida fue todo un ejemplo de ética solidaria – apoyo a Aminatu Haidar y destino de los derechos de su último libro para Haití- e iconoclasta de todas las idolatrías. Bien merece nuestro reconocimiento. ¡Gracias, José Saramago por tu huella!
Juan José Tamayo es teólogo y autor de La crisis de Dios, hoy (Verbo Divino, Estella, Navarra, 2008, 3ª ed.)
[Este artículo ha sido enviado directamente por el autor a ATRIO, aunque una versión del mismo aparece también hoy en El País]
Es extraño, pero hoy de mañana hice un comentario que parece que fue eliminado por alguna razòn y que entendiendo que se trato del fantasma informatico que ronda la red…lo voy a repetir…
La respuesta es muy sencilla: lo que aquel hombre tenía era una enorme humanidad. Era una buena persona a carta cabal. Pues bien, sin duida alguna, en eso consistía básicamente la fe, según los criterios de Jesús.
(Reflexiòn de Jose M. Castillo, titulada La Fe del Centurion y publicada hoy en Redes) con cariño Gabriel
Ya lo habéis dicho, pero no me lo puedo callar: lo del Osservatore Romano me sentó como un tiro, pero encaja perfectamente con la miopía y fundamentalismo y medievalismo de una ICAR que ha perdido el norte. Siempre igual: que sea la Ilustración francesa, que sea Joxe Arregui, que sea una monjita de clausura contestataria, siempre la condenación al canto; ni siquiera una valoración de lo positivo de la persona al lado de lo negativo…Como decía aquel entrenador holandés del Barcelona: “siempre nagativo, nunca positivo”.
Nada más por eso, denota mentalidades oscurantistas, amargadas, retrógradas…
El artículo de Tamayo y vuestras aportaciones me reconcilian con esa Iglesia de Jesús en la que me encuentro muy a gusto. Gracias, colegas!
Excelente exposición a do Señor Tamayo. Non hai dúbida de que o noso achegado,grande e sabio, Xosé Saramago tivo unha vida interior e reflexiva fora do común. Seguiremos lendo a súa obre que nos axuda a ver e entender os misterios da vida con perspectiva filosófica no sentido xenuíno da palabra. Contrasta coa falta de sensibilidade de L’Osservatore Romano que o Sábado, aínda de corpo presente,fixo unha serie de xuízos e valoracións totalmente negativos da súa vida e obra. O autor dese libelo parece que descoñece completamente, cunha ignorancia supina,o evanxeo de San Mateo (Mt 25, 31-46) que acolle a todos aqueles que sen sabelo axudaron aos demais. Saramago ninguén nega que estivo cun altruísmo digno de eloxio defendendo todas as causas xustas que houbo en favor da humanidade .Así llo recoñeceron todos menos o Vaticano que anda facendo propagando do conservadorismo mais trasnoitado. Facendo méritos para nun futuro ter que avergoñarse e pedir perdón por desviarse da verdadeira tradición cristián
Tener esperanza ¿no supone haber dado un paso más allá de aquello que nos circunda?
Un abrazo agradecido, Oscar Varela¡ Te dejo una perla de Saramago que te gustará:
“Lo que realmente nos separa de los animales es nuestra capacidad de esperanza.”
Habrá que mostrar, con nuestra capacidad de esperanza, que no somos muy animales…
Encontrada en Wikiquote, no pone la fuente.
SOBRE:
“Dios es el silencio del universo, y el ser humano el grito que da sentido a ese silencio”.
Se puede decir:
“Cuando el ser humano consigue silenciar su mente,
NO JUZGAR. El universo es el canto de Dios.
Todo sentido surje en vida,
¿quizas es mas vida la muerte?”
Pero nacidos a vivir, nos duele ver sufrir.
Y por algo existe el GRITO.
Quizas, para cuando no nos es posible EL HABLA.
Usted utilizo la palabra.
OBRIGADO Sr. Saramago.
Gracias por el artículo.
“Dios es el silencio del universo, y el ser humano el grito que da sentido a ese silencio”. Sin palabras.
En cuanto al título es sin duda una lucha titánica con el dios hecho bandera, vociferante exterminadora. El empeño de Saramago por hacérnoslo ver sigue estando vivo, habla en el silencio atento del corazón humano que escucha.
Un fuerte abrazo.
Hacía tiempo que no leía un artículo tan magnífico como éste, por el que felicito, al mismo tiempo que agradezco, a JJ Tamayo.
. Nos queda el testamento de Saramago “Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión…, Nos falta reflexión, pensar, necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte.”
Pensar, que el uso y abuso de la palabra y el concepto Dios (el que cada cual quiera atribuirle), ha sido y sigue siendo el causante de enormes y constantes tragedias en la humanidad.
Hay que ver con qué desparpajo hablan de Dios desde los niños y niñas de los testigos de Jehová, por ejemplo, hasta los más altos dirigentes de las religiones, pasando por los más fervorosos creyentes en cualquier da los dioses.
¡Como para no luchar a brazo partido con ese dios Dios! Me estoy refiriendo al dios sanguinario de “Caín” (su novela) o el Dios que exigió la muerte cruel de su propio hijo de Pablo de Tarso y que la Iglesia sigue, o al dios que justifica las guerras, como señala el autor. Si lo raro es que no haya más ateos y más herejes.
En cambio el Dios del que hablaba Jesús, era el que tantos saramagos siguen con su humanidad y su entrega para evitar sufrimientos y dar felicidad a quien esté a su alcance. Este Dios no necesita religiones, está y surge de lo más hermoso del ser humano, de su bondad intrínseca. Pero este Dios no nos interesa, es más eficaz el dios potente, todopoderoso y que justifica todo lo que se hace en su nombre. ¡Así les luce el pelo a las religiones!
Hola Maite Lesmes!
Hay que agradecerte los esclarecimientos críticos sobre Saramago,
que, además, acompañan el Post de JJTamayo.
¡Vamos todavía! – Oscar.
Me parece excelente el artículo de Juan José Tamayo. Se define seguidor de la mística judía, sufí, cristiana y laica, en cuyo contexto la bellísima expresión de Saramago sobre el silencio de Dios cobra sentido.
Yo quiero recordar que uno de los primeros preceptos de las tablas de Moisés alude a no tomar el nombre de Dios en vano (sospecho que la traducción es inexacta y posiblemente se acercaría más a no formarse ideas sobre él, en sintonía con la prohibición de no hacer imágenes de Dios) y sin embargo seguimos hablando de Dios.
Desde mi sentir de cristiana suscribo la frase de Saramago: No niega a Dios, ni le define, puesto que guarda silencio. Somos los seres humanos quienes en nuestra búsqueda de sentido, seguimos su rastro.
Gracias a Tamayo, a Atrio y a todos vosotros, una vez más. Saludos cordiales
Puede haber una conexión entre el título del artículo de Juan José y las palabras que en su día dedicó el crítico Harold Bloom a Saramago:
mientras éste se declaraba “un aprendiz” (de escritor) en el discurso pronunciado al recibir el Nobel, Bloom terció: “Un maestro, el novelista vivo más talentoso del mundo y uno de los últimos TITANES”. Cf Entrevista de Manuel Rivas en El País, 23-11-08.
En la misma entrevista a Saramago encuentro esta afirmación que puede explicar que el Vaticano se haya quedado solo menospreciando a este gran hombre:
“Cuando escribí El Evangelio según Jesucristo, que tuvo las consecuencias que sabemos, en el discurso de agradecimiento al jurado le puse un título que era El derecho al pecado. Uno de los grandes inventos de la Iglesia católica ha sido inventar el pecado, y después de inventar el pecado, inventar un instrumento de control de la gente. ¿Quién ha decidido lo que es pecado y lo que no lo es? Gran parte de la historia es un absurdo. Y la historia oficial, en la que la Iglesia ha tenido tanto que ver, es una sucesión de disparates. Pensemos en los muertos por la Inquisición. Incluso, en un grado menor, lo que ocurrió con el gran Camões. Tuvo que defender cada uno de sus versos para obtener el plácet del Santo Oficio”.
Como en el resto de sus artículos y libros, Juan José Tamayo manifiesta, en este homenaje a Saramago, una singular habilidad para encontrar la cita adecuada que sabe relacionar con (el o) los autores apropiados. Dicho de otro modo, es un genio de la contextualización.
Me ha parecido, además, precioso.
Y es que, aunque a los jerarcas les pese, Saramago y Juan José tienen más razón que sus santos.
Parece ser que Saramago fué un … luchador nato.
Un angelito de funcionario le injertó el apodo familiar en el momento de ser registrado su nacimiento .
Por eso tal vez se cuestionaba su dualidad, como una lucha consigo mismo, de la que salió tocado para ser para siempre Saramago .
Si, Oscar , el título es para pensarlo .
http://waste.ideal.es/jaramago.htm
Saludos.
Hola!
¿Es serio titular “en lucha titánica con Dios“?
¿lucha?
¿titánica?
¿con Dios?
··········
¿No es mucho decir del Sr. Saramago?
Me lo planteo porque me parece que sí, que es una exageración;
no mala; pero tampoco buena.
¿me equivoco mucho? – Oscar.
Hola!
Bueno: colaboremos con alguna fracesita de don Saramago (¿sará mago?), que nos incitó Maite Lesmes a leer en el TABLÓN de ATRIO:
– “El caos es un orden sin descifrar….” (El hombre Duplicado)
– “Actualmente los laboratorios invierten más en mejorar y producir viagra y en desarrollar mejores prótesis mamarias que en medicamentos para el Alzheimer. Ésto provocará -en el curso de unos años- que más gente de la tercera edad tendrá mejores erecciones y senos más prominentes, pero no recordarán para que los tienen“. (Fuente: “Radio Mitre 15/12/2009”. )
¿Están buenas, no? ¡Vamos todavía! – Oscar.
Dios es el silencio del Universo. Sí, así es y así ha sido siempre. Silencio más radical que el revindicado por San Juan de la Cruz, que distingue entre el Dios hablador de la Antigua Alianza y el Dios mudo que pronuncia su última Palabra en Jesucristo. Mucho más radical aún que el mediatizado de Santa Teresa de Jesús que aún juega con las visiones y locuciones de un supuesto Dios que, si bien está en su interior NO ES ELLA MISMA, su más PROFUNDO CENTRO, Centro que sólo por identificación de amor es “habitado y habilitado” como morada de ambos carmelitas… Otros místicos anteriores “¿cristianos?” fueron mucho más atrevidamente herejes y por tanto más genuinamente místicos.
Con otros místicos de otras religiones no me meto, y en cuanto al Dios cruel del Antiguo y Nuevo Testamento, y sobre todo de la teología dogmática que cree interpretar auténticamente a dichos Testamentos, mejor sería opinar que no se trata en tales escritos del verdadero y único Dios, sino de su caricatura.
Lo dicho: “lo mejor de la religión es que crea herejes”.
Sí, lo también dicho: “Dios es nuestra más larga mentira”.
Por lo demás, tratándose del UNICO DIOS QUE ES TODA LA ESENCIA DEL UNIVERSO, no hay contradicción ni partida de ajedrez en la que puedan hacerse tablas.
José Blanco Unzué, místico panteístico, o panenteístico, donde los pueda haber. YO SOY ESE, ESO Y TODO LO DEMÁS.
José.
JuanJo,
Lo he leído también en RD. Un trabajo óptimo y muy oportuno. Gracias, Juan José. Sigue iluminándonos desde tu rica y libre heterodoxia. La de Saramago y de tantos otros seres humanos.