La desigualdad en derechos, dignidad y seguridad de las mujeres, respecto a los hombres, en España al menos, va en aumento. El dato aterrador de la cantidad creciente de mujeres, que son maltratadas, amenazadas y asesinadas por los hombres, en nuestro país, es elocuente y preocupante. Y conste que las religiones – y nuestra Iglesia en concreto – tienen una dosis importante de responsabilidad en este patético asunto.
Un dato sospechoso: he buscado en el “Índice de materias”, del vigente Código de Derecho Canónico, la palabra “mujer” y resulta que, en la codificación de los derechos en la Iglesia, la mujer ni se menciona. ¿Es que la mujer carece de derechos en la Iglesia? Y si en la Iglesia, los derechos de la mujer son inferiores a los de los hombres, ¿con qué autoridad puede la Iglesia pedir a los poderes públicos que respeten a la mujer?
¿Qué pensó Jesús sobre este asunto? Para dar respuesta a esta pregunta importante, es necesario tener alguna idea sobre la situación social de la mujer en el pueblo y en la cultura en que nació y vivió el mismo Jesús.
Afortunadamente, contamos con abundante documentación histórica sobre este asunto. Uno de los mejores estudiosos del tema, el profesor Joachim Jeremias, se fija, más que en teorías, en hechos muy concretos. Por ejemplo: Cuando la mujer judía de Jerusalén salía de casa, llevaba la cara cubierta con un tocado que comprendía dos velos sobre la cabeza, una diadema sobre la frente con cintas colgantes hasta la barbilla y una malla de cordones y nudos; de este modo no se podían reconocer los rasgos de su cara (Billerbeck III, 427-434).
Es más, la mujer que salía sin llevar la cabeza cubierta, es decir, sin el tocado que velaba el rostro, ofendía hasta tal punto las buenas costumbres, que su marido tenía el derecho, incluso el deber, de despedirla, sin estar obligado a pagarle la suma estipulada, en caso de divorcio, en el contrato matrimonial (Kat. VII, 7).
Pero había algo peor. El sabio judío Filón de Alejandría nos informa de que “mercados, consejos, tribunales, procesiones festivas, reuniones de grandes multitudes de hombres, en una palabra: toda la vida pública, con sus discusiones y sus negocios, tanto en la paz como en la guerra, está hecha para los hombres. A las mujeres les conviene quedarse en casa y vivir retiradas” (J. Jeremias, Jerusalén en tiempos de Jesús, 372).
Y conste que lo más duro era el derecho matrimonial. Hasta la edad de doce años y medio una hija no tenía derecho a rechazar el matrimonio decidido por su padre, que podía incluso casarla con un deforme. Más aún, el padre podía incluso vender a su hija como esclava (Ex 21, 7).
Pues bien, así las cosas, los evangelios nos informan de que Jesús, en cuanto empezó su actividad pública, lo primero que hizo fue reunir un buen grupo de discípulos, que “le seguían” por caminos y pueblos. Lo notable es que era un grupo mixto, de hombre y mujer, como explica (con sus nombres y origen familiar) el evangelio de Lucas (8, 1-3). Una lista paralela a las demás listas de discípulos (Lc 6, 12-16; Hech 1, 13; Mc 3, 13-19; Mt 10, 1-4) (F. Bovon). Y conste que las mujeres, que enumera Lucas (con sus nombres, algunas de ellas), eran lo mismo personas de la mejor sociedad (B. Witherington), que mujeres de las que Jesús había tenido que expulsar “siete demonios” (Lc 8, 2).
Además, en una sociedad sin la justa libertad, Jesús creó, para él y para quienes le acompañaban, su propia libertad. De ahí que se dejó perfumar y besar por mujeres (Mc 14, 3-9; Mt 26, 6-13; Jn 12, 3), en algún caso personas de la peor fama (Lc 7, 38). Un tema que, con frecuencia, los predicadores eclesiásticos se han callado o lo han disimulado, como tantas otras cosas que indebidamente se suelen ocultar en ambientes clericales.
La llamativa confianza, que Jesús tuvo con una samaritana poco ejemplar (Jn 4, 4-30), con Marta y María (Lc 10, 38-41), con la Magdalena (Lc 8, 2; Jn 20, 11-18), el hecho de que, cuando los discípulos les habían abandonado en la pasión (Mc 14, 30), quienes iban junto a él llorando eran un grupo de mujeres (Lc 23, 27). Además, se nos recuerda que hasta el mismo momento de la muerte, en el Calvario estuvieron un buen grupo de mujeres (Mc 15, 40-41). Y, para concluir este rápido recorrido de recuerdos evangélicos, no debemos olvidar que, en los relatos de apariciones del Resucitado, las mujeres tuvieron la más destacada preferencia (Mc 16, 1-8; Mt 28, 1-10; Lc 24, 1-12; Jn 20, 11-18).
La Iglesia naciente comprendió – y lo dejó testificado en la “memoria subversiva” de Jesús – que la “humanización de Dios”, en Jesús (eso es el misterio de la Encarnación), solamente se acepta y se vive cuando el respeto y la puesta en práctica de la igualdad, en dignidad y derechos, del hombre y de la mujer, se hace, no meramente ley, no simplemente derecho, sino únicamente cuando eso es una realidad patente y palpable. Una realidad que todas las autoridades, empezando por la de la Iglesia, luchan y se aferran al empeño por conquistar la plena igualdad, respetando (como es lógico) las diferencias inherentes a nuestra condición natural.
Mientras las mujeres no tengan los mismos derechos económicos que los hombres, la misma dignidad para cualquier trabajo, la misma libertad en las relaciones domésticas, profesionales, sociales y religiosas, habrá familias en las que la mujer aguanta lo que le echen encima, porque sabe que, si el marido la deja, ¿de qué vive? ¿cómo sale adelante? ¿qué hace con sus hijos? La “violencia de género” no se resuelve con un teléfono. Ni con alejar al violento doscientos metros. La violencia no tiene más solución que suprimir toda desigualdad en derechos, respetando las diferencias.
Y para terminar, ¿dónde está dicho que las mujeres no pueden ser sacerdotes o no pueden ejercer cargos de gobierno en la Iglesia? La respuesta a esta pregunta no pertenece a la fe. Es un asunto cultural. Jesús jamás prohibió a las mujeres actividad alguna en su comunidad. Y se enfrentó a los fariseos cuando le plantearon la pregunta sobre el privilegio unilateral del varón para repudiar a la mujer (Mt 19, 1-12; cf. Deut 24, 1). Como se enfrentó igualmente a letrados y fariseos cuando le trajeron a una mujer sorprendida en adulterio (Jn 8, 1-11). ¿Y el individuo que estaba adulterando con aquella mujer no tenía responsabilidad en aquello? ¿No tendrían que haberlo traído a él también? ¿O es que aquel hombre tenía derecho a quedar oculto, mientras que a la mujer había que matarla? ¿Por qué quiénes somos religiosos, seremos, a veces, tan hipócritas?
“La jerarquía del Vaticano quiere a mujeres sumisas y obedientes”
http://www.padrescasados.org/archives/79925/a-hierarquia-do-vaticano-quer-mulheres-submissas-e-obedientes/
La periodista e historiadora dejó la semana pasada la dirección de “Donne Chiesa Mondo”, el suplemento femenino del diario oficial de la Santa Sede, golpeando estrepitosamente la puerta.
Después de comandar durante siete años una redacción formada exclusivamente por mujeres en el corazón del Vaticano, Lucetta Scaraffia (Turín, 1948) dejó la semana pasada la dirección de Donne Chiesa Mondo (Mujeres Iglesia Mundo), el suplemento femenino del diario oficial de la Santa Sede, golpeando estrepitosamente la puerta. En la carta que escribió al Papa Francisco anunciando la dimisión en bloque de todo el equipo de la revista, la periodista denunció haber recibido presiones por parte de los nuevos responsables del L’Osservatore Romano para silenciar al último portavoz de las mujeres de la Iglesia.
“Un director tiene mil maneras de hacer que sintas que tu trabajo no es bienvenido sin hacer nada específico contra ti”, explica la periodista e historiadora italiana a El Mundo. “Eso fue hecho continuamente y decidimos, unánimemente, que era mejor irse que aceptar un proceso de desgaste”. Lucetta Scaraffia tuvo el apoyo del Papa Francisco y su predecesor, Benedicto XVI, que en 2012 sugirió al entonces director del diario de la Santa Sede que incluya más voces femeninas entre sus articulistas. Y nadie mejor que ella para reflexionar sobre las preocupaciones reales, lejos de los estereotipos, de las mujeres de la Iglesia.
Docente de Historia Contemporánea en la Universidad romana La Sapienza y colaboradora de medios de comunicación, la periodista recibió una rígida educación católica en su adolescencia, pero luego se alejó de la Iglesia. Se casó y se divorció antes de los 25 años, anuló su matrimonio canónico, tuvo una hija fuera del matrimonio con un hombre divorciado y convivió con su actual pareja antes de casarse en una ceremonia civil y redescubrir la fe.
La periodista es consciente de que su presencia dentro de los muros del Vaticano nunca fue bien recibida, pero desde hace algunos meses ya no se sentía “invisible” sólo ante cardenales y obispos. “El clima de desconfianza y deslegitimación llegó a un punto que hizo imposible continuar”.
La gota que llenó el vaso fue la denuncia, en una materia publicada en febrero, de una cosa que hasta entonces era un secreto de polichinelo en el Vaticano: los abusos sexuales sufridos por algunas monjas por parte de los sacerdotes y cardenales. Un año antes, la revista había avergonzado a los clérigos que se aprovechan del trabajo desinteresado de las religiosas y laicas consagradas que ellos utilizan como empleadas domésticas.
La publicación de estos artículos precipitó su salida. “Nadie me lo dijo, pero creo que esas materias molestaron mucho en el Vaticano, conociendo la tendencia que tienen que silenciar todo”. Scaraffia apunta directamente al interés del nuevo responsable de L’Osservatore Romano – Andrea Monda, nombrado director en diciembre en sustitución de Gian Maria Vian – de imponer sus criterios en la elección de los temas y de los articulistas dentro del suplemento. Poco después de publicar la última materia, el diario oficial de la Santa Sede publicó un artículo de opinión escrito por una mujer en la que se minimizaba el alcance de los abusos de las monjas. “Decía que no era un pensamiento cristiano denunciar esos abusos. La jerarquía del Vaticano quiere a mujeres sumisas y obedientes “, concluye.
La periodista sostiene que se trata de un problema “muy serio” que afecta no sólo a las religiosas en países de África o de América Latina, sino también en Europa. “El Vaticano lo sabe perfectamente. Las denuncias llegan, tienen toneladas de ellas, pero la voz de las monjas es muy débil y no son oídas. En muchos casos no tienen autonomía económica para defenderse. Muchas se ven obligadas a abortar “, asegura ella a este periódico. Pero no son sólo las religiosas que son ignoradas. “La voz de las mujeres nunca se oye. Para la Iglesia es como si no existier, son invisibles “.
El último ejemplo es la exhortación post-Sinodal Cristo Vive, inspirada en las reflexiones de los jóvenes que participaron en el Sínodo celebrado en el Vaticano en octubre del año pasado, en el que sólo el 10% de los participantes eran mujeres. En el documento publicado ayer, el Papa Francisco insta a la Iglesia a escuchar “las legítimas reivindicaciones de las mujeres”, aunque reconoce que no comparte todas las propuestas feministas. “Es inútil decir que es necesaria una mayor presencia de mujeres, si después no son invitadas a hablar ni tienen derecho a votar”, lamenta. La periodista, que se considera “orgullosa de ser feminista”, reconoce que, con Francisco, hubo cambios “simbólicos” en las formas, pero no en el fondo. “Quiero ver cambios concretos y no las veo“.
Jesús de Nazaret comienza su proclamación del Reino de Dios con un grupo de mujeres. Los hombres llegarían más tarde. La vieja religión judía ya no servía. Jesús quiere hacer “algo nuevo”. Dios nos crea mujer y hombre con la misma dignidad. Nuestras constituciones contempla la igualdad de derechos ciudadanos a mujeres y hombres. Es la jerarquía eclesiástica quien no respeta a las mujeres. Es la jerarquía eclesiástica quien no respeta los derechos de las mujeres, los pisotea se esconde tras un estilo femenino dictado por ellos para ser madres y esclavas a su servicio. Toda la Iglesia se empobrece.
Pues eso no lo había leído nunca. Pensaba que era con unos pescadores.
Creo que hay como dos versiones en el Génesis distintas de la creación, una la de la costilla de Adán y otra que dice algo así como mujer y hombre los creó. Dos distintas. Al menos eso creo.
Y si, la iglesia siguió el modelo judío sobre la mujer. El de la costilla de Adán. Pues bueno
Malo , malísimo para la mujer, pero fatal también para el hombre. Todos perdimos. La sociedad ahora sería otra.
Es que diría que entender, entender, entendieron poco. Faltaba el sentido común de las mujeres, la inteligencia emocional que se llama ahora. Y borraron de un plumazo a las mujeres influyentes. Las convirtieron en adúlteras, endemoniadas , prostitutas o adoratrices impensantes.
Pero eso ya está superado. Me refiero en el plano religioso. Ahora la lucha es en el plano social . En eso estamos. Hombres y mujeres.
Ya nadie se atreve a decir esas cosas que hasta hace poco se decían en los sermones de cómo teníamos que ser. Se arriesgan a que media parroquia se levante y se vaya. Porque los quicos son ortodoxos pero no tontos.
Y en cuanto a lo del sacerdocio, es cuestión de tiempo. Personalmente me da lo mismo. Pero entiendo que haya mujeres que quieran ser sacerdotes. Además, ya por principios. Igualdad.
Tengo un convencimiento profundo en que en unas décadas la iglesia será otra. Tiene buenas cabezas dentro. Por eso ha durado dos mil años. Y hay cosas que son imparables. Y una de ellas es la idea de que la mujer y el hombre tenemos los mismos derechos, la misma dignidad.
Además, lo tienen facilísimo. Que recurran a la otra versión del Génesis. Y dónde digo digo, digo Diego. Punto.
Un saludo cordial
Que se les “eduque a nuestros hijos”,quise decir.
Evidentemente la violencia de género no se erradica sólo con alejar al “violento doscientos metros”,pero sin eso no se evita que se mate a las personas.A largo plazo es un problema educativo y cultural,a medio y esperemos que a corto es un problema de dinero.Tienen razón los que dicen que “si la violencia ” afectará a los hombres,se dedicarían más recursos.La seguridad de las personas es un problema básicamente económico-escoltas o lo que fuere-como se trató el terrorismo.A largo plazo que podemos hacer los cristianos?:educar o no oponernos a que se les eduque en la igualdad de derechos;fomentar la “libertad” en las relaciones matrimoniales y la aceptación del fracaso de estas;etc.Creo yo,en mi modesta opinión,que el modelo matrimonial de la Iglesia católica fracasa estrepitosamente en estas cosas y la enseñanza de los obispos españoles calamitosamente.
Hola!
¿Repasamos lo de aquel Curso-Taller?
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UN PASO, UN MUNDO – Salvador Santos – Fascículo 18 –
AGARRARSE SIN MIEDO
(Mc.5, 24-34)
Leeremos lo tocante a la mujer… ¿Cómo le llamamos a esta escena? ¿”La curación de la hemorroísa”? De ponerle nombre, es preferible hacerlo al final de la lectura. Porque estos títulos no pertenecen al texto original de Marcos. El enunciado nos sirve para resumir su contenido, para entendernos entre nosotros. Si, al final, coincidimos en llamarle “la hemorroísa se cura”, no hay problemas.
“Lo seguía gran multitud de gente, apretujándolo.
Una mujer que llevaba doce años con un flujo de sangre, que había sufrido mucho por obra de muchos médicos y se había gastado todo lo que tenía sin aprovecharle nada, sino más bien poniéndose peor, como había oído hablar de Jesús, acercándose entre la multitud, le tocó por detrás el manto. Porque ella se decía: Si le toco aunque sea la ropa, me salvaré. Inmediatamente se secó la fuente de su hemorragia, y notó en su cuerpo que estaba curada de aquel tormento. Jesús, dándose cuenta interiormente de la fuerza que había salido de él, se volvió inmediatamente entre la multitud preguntando:
– ¿Quién me ha tocado la ropa?
Los discípulos le contestaron:
– Estás viendo que la multitud te apretuja ¿y sales preguntando quién me ha tocado?
Él miraba a su alrededor para distinguir a la que había sido. La mujer, asustada y temblorosa, consciente de lo que le había ocurrido, se acercó, se postró ante él y le confesó toda la verdad. Él le dijo:
– Hija, tu fe te ha salvado. Márchate en paz y sigue sana de tu tormento” (Mc 5, 24-34).
Vamos a dividir la escena en unidades lógicas para facilitar la lectura.
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1- El “seguimiento” y “apriete” de las Masas
Recordemos primero que nuestro protagonista se encamina a casa de Jairo. La primera frase de Marcos: “Lo seguía una gran multitud que lo apretujaba” es un apunte previo a la aparición de los personajes y al desarrollo de la acción. Su función consiste en precisar el ambiente en el que van a estar envueltos los acontecimientos. Podemos tomarlo como un prólogo.
El sujeto indeterminado, “una gran multitud”, empalma esta unidad con el relato anterior, donde aparece también esta misma expresión nada más arribar el Galileo a la costa. La indeterminación puede hacer pensar en una multitud diferente a la primera, pero Marcos no pretende otra cosa sino presentar a un volumen de gente, cercana y expectante, de la que él espera alguna reacción individual positiva hacia su propuesta.
Para nuestro narrador, las masas actúan de parapeto donde se oculta la indecisión. En nuestro relato la multitud aparece como una realidad colectiva vacilante. Su disposición neutra ayuda a resaltar la figura y el arrojo de los auténticos protagonistas. Cuatro veces se repetirá en este relato el término “multitud” marcando una clave de lectura.
Hemos oído que el relato comenzaba afirmando: “Lo seguía…”. Esa expresión es susceptible de ser interpretada como raíz técnica para designar el seguimiento del Galileo, con lo que se ampararía la tesis de que Marcos habla de una multitud de seguidores. Sin embargo, casi siempre que aparece la multitud en escena juega un papel secundario, supeditado a destacar personas, actitudes o hechos importantes de la narración. Los personajes que hemos visto aparecer en el texto de Marcos son modelos de compromiso personal para una multitud que dificulta el acercamiento.
Esos datos nos ayudan a entender el verbo usado por Marcos en el sentido amplio de acompañar, no en el técnico de seguir. Habría que leer: “lo acompañaba una gran multitud”. Por lo demás, la referencia “a él” en vez de reforzar en esta ocasión la idea de seguimiento, sirve para señalar que el movimiento masivo se produce exclusivamente en torno al Galileo, excluyendo a Jairo al que no se mencionará en esta escena.
Así pues, a la vista de lo ocurrido con Jairo, las masas se mueven deseosas de ver cómo termina el lance. Caminan, rodeando al Galileo, aunque siguen alejadas de su proyecto.
Marcos nos confirma ese sentido, cuando explicita el comportamiento de la multitud: “que lo apretujaba”. La fórmula ha sido escogida a conciencia para caracterizar el flujo agobiante de las masas cercando pegajosamente a nuestro protagonista. Con esta precisión, prepara también la acción del principal personaje que intervendrá de inmediato.
Marcos presenta, pues, como contexto de la escena, a una muchedumbre que, al no responder al mensaje de las parábolas, permanece en ese terreno confuso y desalentador, propio de los que aguardan llenos de curiosidad su liberación, sin mover un dedo por desembarazarse de los lazos ideológicos que les mantienen esclavizados.
Una vez terminado este pequeño preámbulo, consideremos como una unidad la presentación del personaje que entra en escena y su actuación respecto a nuestro protagonista.
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2- La MUJER entrando en escena
a) Situación de “des-clasada y fijada”.
Marcos comienza su amplia descripción, diciendo: “Una mujer que llevaba doce años con un flujo de sangre”. El sujeto es “una mujer”, la primera que va a intervenir activa y directamente en su evangelio. Anteriormente se había mencionado a la suegra de Simón, pero su breve papel se inscribió en el comentario del narrador (1, 30-31).
La mujer estaba considerada en el mundo judío como un ser de segunda categoría, bajo el dominio permanente del hombre. Esa condición de inferioridad, dogmatizada por prescripción divina según el libro del Génesis: “A la mujer le dijo: …tendrás ansia de tu marido y él te dominará”, confinaba su potencial humano a los límites marcados por su condición femenina: hija, esposa, madre; relegaba su actividad a funciones siempre subalternas; postergaba sus derechos a la mayor conveniencia del hombre, que la arrinconaba, en definitiva, en el domicilio regido por él, sin posibilidad alguna de acercarse a cometidos con relevancia política, social, económica o religiosa.
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b) La cosa lleva tiempo ¡qué carajo!, y va pa’largo.
En su texto original, Marcos emplea una larga cadena de participios griegos para pormenorizar el estado de la mujer. El primero de ellos, muy bien traducido por: “que llevaba” (literalmente, siendo o estando), hace referencia al suceso fundamental que le afectaba. Como el resto de los que encontraremos a continuación, dibuja una situación prolongada, sin modificación desde su origen.
La matización del narrador respecto al tiempo que perduraron las circunstancias padecidas por la mujer (“doce años”) tiene una clara intencionalidad. El plural, “años”, alude a larga duración. El “doce”, como recordarán de la escena de la constitución de la nueva sociedad, tiene un sentido simbólico referido al pueblo. Este dato, unido a la ausencia de artículo al citar a la mujer y al carácter exclusivamente femenino de la patología que se presenta a continuación, conceden al personaje un sentido doblemente representativo. Por una parte representa al ser humano en su condición femenina y, por otra, es figura del pueblo en la delicada situación por la que atraviesa. No es de extrañar ese doble simbolismo, común en la literatura del Antiguo Testamento. Mujer y pueblo suelen coincidir en su historia de opresiones y sufrimientos.
El hecho que ha marcado a la mujer desde hace tanto tiempo lo determina Marcos escribiendo literalmente: “estando en un flujo de sangre”. Al igual que vimos en el versículo 2, en el episodio del hombre de la Decápolis, donde se hablaba de “un hombre en un espíritu inmundo”, esta expresión, en lugar de la más lógica para nosotros: “un flujo de sangre estaba en ella”, define tanto el carácter endémico de su enfermedad cuanto la sangrante situación en la que se encontraba inmersa; una situación que interfiere los aspectos más esenciales de su vida.
Mateo, en un relato mucho más breve y menos interesado en la figura de la mujer, resumió todo su problema con un verbo cuyo significado es tener una hemorragia o padecer de hemorragias. Al aplicarlo en su forma sustantivada: que padecía de hemorragias, la lectura aliterada del griego “haimorroousa” inspiró la idea de usarla como apodo con el que se ha conocido popularmente al personaje de nuestra escena: “hemorroisa”. Pero Marcos no utilizó ese verbo para sintetizar su situación. Se mostró más detallista a la hora de perfilar al personaje.
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c) Los “NO LUGARES” para LA MUJER.
Como consecuencia de su regulación legal, la patología enunciada comportaba unos efectos sociales cuyas estipulaciones pueden leerse en Lev 15, 25ss., completando las relativas a la menstruación (Lev 15, 19-24). Las múltiples y graves consecuencias sociales prescritas por la ley para esta afección potencian la fuerza representativa de esta figura femenina.
El carácter endémico del trastorno hace alusión al estado de abatimiento de la mujer, postergada en una situación social de aislamiento forzado, en la que se han cortado para ella las posibilidades de comunicación, relación y contacto humano. Lleva colgada bien a la vista la etiqueta de peligrosa, por el riesgo de contaminación que comporta su cercanía. Se exige, por lo tanto, mantener respecto a ella una distancia de seguridad inviolable.
La condición irremediable de la enfermedad destapa otros aspectos indicativos de la grave situación. La prohibición tajante de mantener relaciones sexuales representa una condena al ostracismo, congela la posibilidad de compartir físicamente el amor, tener relaciones familiares normales, transmitir libremente la vida. Para la mujer queda la represión. Se le ha vedado la prodigalidad, el exceso, la exuberancia. Para ella se han proscrito las relaciones humanas más cercanas, confinando los sentimientos en el despropósito de la lejanía.
A la mujer se le ha denegado la amistad, la camaradería, la mutua correspondencia, el acuerdo; en definitiva, todo vínculo que explore con absoluta libertad lo más pletórico de la propia individualidad. Se teme, en el fondo, que rastree en sus propias posibilidades de desarrollo personal y colectivo. Asustan la entrega desinteresada, la generosidad, el amor incontrolado. Se observa la libertad como un riesgo que abre la puerta a la tan temida indocilidad.
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d) Desangramiento
El tipo de enfermedad habla, por último, del derrame lento y constante de la vida. Según el Antiguo Testamento y para la mentalidad judía de la época, por la sangre fluye la vida. La pérdida crónica de sangre impide, a la larga, su regeneración; el resultado es un progresivo e imparable debilitamiento. La mujer sufre de una fuga permanente de su energía vital, disipándose en el desánimo que no halla alivio ni remedio. Con esta enfermedad de su personaje, nuestro narrador ha elegido el caso apropiado para explicar la situación de desahucio que padece la mujer, avisando, a un tiempo, que el pueblo se desangra.
La narración de Marcos no se queda en la mención del mal que aqueja al personaje, sino que se explaya en detalles descriptivos para esbozar su lamentable estado. Un nuevo participio con sentido fuerte, traducido por “que había sufrido”, unido al adverbio “mucho”, expresando intensidad, habla de una experiencia negativa contraria a la que merece y ansía cualquier ser humano. La expresión define tanto el sufrimiento constante soportado por la mujer cuanto su impotencia para evitarlo. El dolor se ha convertido en indeseado compañero; la inevitable desdicha ha pasado a convertirse en condición inherente a ser mujer, o ser pueblo.
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e) Los “Chupa-sangres”
Pero, lo llamativo, es la causa del gran padecimiento. En contra de lo esperado por el lector, no lo ocasiona la enfermedad: “por obra de muchos médicos”. La preposición utilizada por Marcos, significando: por causa de, por obra de, bajo la dirección de, tiene un carácter marcadamente activo, de forma que denuncia, en los que provocan el daño, la responsabilidad de haber intervenido a sabiendas de las consecuencias que tendría su actuación. A ellos se refiere con la expresión: “muchos médicos”, haciendo hincapié en la abundancia (“muchos”) de los causantes (“médicos”) de tan prolongados e inacabables sufrimientos. Sorprendentemente, los mismos profesionales encomendados a la tarea de trabajar para hacer prevalecer la salud, sanando y mitigando el dolor, son acusados por Marcos como los auténticos responsables de haber conducido la enfermedad a un estado de suplicio inacabable.
La paradójica figura colectiva de los médicos causantes del daño juega un doble papel simbólico en consonancia con la duplicidad de significados de la figura femenina:
Representa, por un lado, al hombre en su concepción más genérica. De él, como compañero, debía esperar la mujer la máxima lealtad, ayuda y colaboración. Ha recibido, en cambio, el arrinconamiento que la ha conducido a una situación de permanente desazón y tortura. La huella histórica y universal de la condición femenina da la razón a Marcos. Delata la descomunal traición del inhumano compañero, en quien había depositado su máxima confianza.
Por otra parte, la contradictoria y plural figura de los infames facultativos, personifica al numeroso (“muchos”) grupo humano de los que se arrogan el papel de dirigir y conducir al pueblo por los caminos que a ellos mejor les viene; de los que se arriman a la sombra de esos dirigentes para participar en funciones tan honorables y respetadas; de los que, escondidos detrás, los mueven con el peso específico de su patrimonio y sus condiciones de especial grandeza; y, también, de todos aquellos que, por no oler a humanidad, se descolocan sin importarles el grado de servidumbre a pagar y se alejan del contagioso pueblo, en busca de algún resquicio de poder.
Todo ese grupo de destacados del circo social representa la maquinación, la vileza y la alevosa deslealtad hacia el pueblo del que, cobarde y engañosamente, desertan para constituirse en sus siniestros verdugos, saqueadores de su sosiego, su bienestar y su vida. Los mismos que aparentan ser los responsables de mantener la salud del pueblo están plenamente dedicados a arrebatársela lenta e incesantemente, sumiéndolo en un estado de invalidez progresiva.
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f) … hasta la última gota!
Ya vamos conociendo a Marcos. Nos ha demostrado ser insistente y puntilloso hasta el punto de pasar por cargante. Se trata de su apuesta por no dejar cabo suelto. Quiere penetrar hasta el fondo. Para lograrlo, aporta datos, más allá de lo esperable, con el fin de redondear el dibujo de su personaje. A su juicio, encierra un alto interés y no quiere dejarse nada en el tintero.
Para nuestro narrador no basta la reseña hecha sobre el estado de la mujer. Así pues, añade: “y se había gastado todo lo que tenía”. Con otro participio traducido a nuestra lengua por: “que había gastado” profundiza en las penalidades soportadas por el personaje. El verbo, al que este participio pertenece, no aparece en los evangelios salvo aquí y en la parábola de Lucas, popularmente conocida por el inadecuado título de: “El hijo pródigo”. En esa ocasión se emplea para decir que el hijo había consumido hasta el último céntimo (“cuando se lo había gastado todo”). En ambos casos va asociado a la expresión “todo”, para señalar, tanto la integridad de lo perdido, cuanto la indigencia en que han quedado sumidos los personajes.
Habría sido suficiente dejarlo así, como hizo Lucas en la parábola, para que los lectores se hicieran una imagen del significado del importe gastado. Sin embargo, Marcos añade un detalle sobre la procedencia y la realidad de los bienes utilizados: “lo que tenía”. La expresión se traduce literalmente por: “todo lo de ella” o “todo lo suyo” e indica que nuestro personaje pagó por su rehabilitación la totalidad de lo que le pertenecía como mujer.
Los honorarios médicos no han garantizado la curación de la mujer enferma, a la que han despojado sin escrúpulos “de lo suyo” asegurándose con ello el incremento de la propia renta patrimonial. Ese juego desequilibrado de garantías, unas negadas y otras afianzadas mediante el robo, confirma a los responsables de la salud, como administradores de la enfermedad e ingeniosos especialistas en acumular a costa de los débiles.
Su situación de desposeída denuncia que la entrega constante al hombre de todos los valores propios que la diferencian como mujer y la enriquecen como persona ha sido recompensada por parte de éste con la usurpación de esos valores.
De igual forma, el pueblo expropiado ha cedido lo que le pertenece en propiedad: la igualdad, la libertad, la autoridad, la cohesión, la paz, la tierra… en manos de los que se han atribuido la responsabilidad de representarlo y dirigirlo. Pero ellos han ofrecido garantías… únicamente para cobrar. Han actuado de forma idéntica a aquellos que expulsaron al Galileo de la Decápolis: Se han hecho dueños de la tierra, engordan cerdos y menosprecian al pueblo al que han abandonado en un lamentable estado de desfallecimiento crónico.
Pese a haberlo dejado todo en el intento, Marcos expresa el nulo resultado obtenido por la mujer, añadiendo: “sin aprovecharle nada”. La frase, formulada con un adverbio (en nada, de ningún modo) unido a un nuevo participio, esta vez en voz pasiva: habiendo sacado provecho, tiene un sentido negativo claramente categórico con el que pone sobre el tapete la falta de correspondencia entre lo que la mujer entregó (“todo lo suyo”) y lo recibido a cambio (“sin aprovecharle nada”).
Este resultado confirma que las expectativas generadas por la donación de “lo suyo” fueron absolutamente defraudadas. La enseñanza aportada por el nuevo dato es terminante: El hombre y la estructura de dirigentes del pueblo no sólo han originado la gran decepción humana, sino que se han ratificado históricamente como los estafadores de la vida.
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g) ensañado empeoramiento.
En su empeño por llegar al final sin dejarse nada atrás, Marcos agrega un último detalle: “sino más bien poniéndose peor”, con el que ultima su exposición sobre el estado de esta figura femenina. El resultado paradójico de la terapia usada por los médicos se constata con un nuevo participio griego, literalmente: “habiendo llegado”, usado para señalar el grado de decadencia alcanzado por la mujer: “a lo peor”.
Marcos deja ver las claves del absurdo y disparatado contrasentido que subyace bajo una situación tan calamitosa. Los desposeídos no tienen solución. El ladrón y violador ha sabido labrarse su futuro atribuyéndose un trabajo estable, legalmente reconocido y bien remunerado, que le garantiza su inmunidad y la propiedad de lo robado: ¡El de buscar y restituir a sus verdaderos dueños lo que él mismo se apropió!
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3- EL GALILEO, “oído” por la Mujer, entra en escena
Hemos terminado la descripción del estado de la mujer. No se ha hablado de otra cosa sobre ella. Ahí radicaba el interés de Marcos. Entramos a ver ahora sus primeros movimientos, su actuación respecto al Galileo y las consecuencias inmediatas de su decisión. Con ello completaremos lo que será el primer acto de esta escena.
Aunque estamos ya fuera del dibujo pormenorizado de la situación de la mujer, Marcos no ceja en sus participios. Les seguiremos la pista hasta descubrir donde desembocan. Los utiliza como piedras sobresaliendo del caudal de un río para permitir al lector el paso a través de ellas en busca del objetivo pretendido con su relato. Sabremos cuál es, inmediatamente después que cambie a un tiempo verbal diferente. Él nos indicará el momento cumbre de la escena.
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a) las “oídas” sobre Jesús
La actuación de la mujer se introduce diciendo: “Como había oído hablar de Jesús”. El nuevo participio griego traducido por: “habiendo oído” prepara la acción y sienta la primera base a partir de la cual la mujer toma su determinación. Recuerden el uso frecuente de este verbo en la enseñanza con parábolas. Allí, señalaba la disposición idónea para aceptar favorablemente el proyecto de Galileo. En este caso, el “haber escuchado” impulsa la acción de la mujer. Como podemos suponer, la intención de Marcos apunta directamente a los lectores.
La frase se completa con la expresión “acerca de Jesús”, que incluye el nombre propio del Galileo como la referencia fundamental del verbo oír.
Estamos siguiendo la versión original de Marcos. En ella no aparece el verbo “hablar”. Se ha utilizado al traducir porque, para nuestra lengua, se halla implícito en una preposición griega que significa: acerca de. El texto original dice literalmente: “Habiendo oído acerca de Jesús”. La preposición elude los comentarios y se centra en lo que ha hecho mella en la mujer: la persona y la praxis de nuestro protagonista.
Lo que ha llegado a la mujer es esencialmente su proyecto, interpretado debidamente por ella en claves existenciales. Esa lectura le impulsa automáticamente a buscar en él la salida del atolladero donde la han arrumbado los saqueadores de su vida.
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b) La Multitud estorba la llegada
Marcos reseña el movimiento de la mujer, incluyendo a la multitud por segunda vez en su relato: “acercándose entre la multitud”. El último participio griego, que se traduce esta vez por “acercándose”, expresa la fuerza decisoria de la mujer, que lucha en su andadura contra las dificultades (“entre la multitud”). La multitud aparece, como no podía ser de otro modo, complicando el acercamiento al Galileo.
El ambiente es similar al del episodio del paralítico. Si en aquella ocasión el inconveniente se agrandaba físicamente por la contrariedad añadida de la camilla, aquí el impedimento de la mujer comporta mayor gravedad. ¡Su movimiento es ilegal! ¡Está penalizado! ¡Trae consecuencias de contaminación para todos los que ella haya rozado! La mujer tiene absolutamente prohibido acercarse a nadie. A pesar de lo cual, no se arredra; desdeña el temor al castigo. En contraste con Jairo, con mucho que perder, ella lo tiene todo perdido. Jairo se jugó su prestigio y su futuro. La mujer, sin lo uno ni lo otro, compromete lo único que le queda, su presente.
Marcos describe el momento culminante de la acción de la mujer al escribir: “le tocó por detrás el manto”. El adverbio “detrás” o “por detrás”, colocado entre la frase anterior y ésta, puede ser interpretado unido a una u otra. Veréis. Vamos a leerlo siguiendo exactamente el texto original griego para comprenderlo mejor: “acercándose entre la multitud por detrás le tocó el manto a él”. Leerlo unido a la primera o a la segunda frase significaría, en un caso, que se acercó por detrás, y en el otro, que tocó su manto por detrás. De todas formas, no se crea ninguna alteración del sentido por interpretarlo de cualquiera de las dos maneras, puesto que la referencia del adverbio es el Galileo. Debe entenderse, sin embargo, como ha querido Marcos al escribirlo de este modo, que el doble movimiento de acercarse y tocar su manto se efectúan a escondidas, es decir, por detrás.
El pretérito indefinido (“tocó”) rompe la cadena ininterrumpida de participios griegos y fija el lance crucial adonde ha desembocado toda la historia contada sobre la mujer. Ni siquiera llega a alcanzar al Galileo. Marcos precisa: “el manto de él”. Pero eso era precisamente lo que ella pretendía, según veremos más adelante.
El verbo “tocar”, que Marcos siempre emplea relacionado con el Galileo y su actividad liberadora (Mc, 1, 41; 3, 10; 6, 56a.56b; 7, 33¸8, 22; 10, 13), se repite cuatro veces en este relato. Esta reiteración subraya la importancia del gesto en la enseñanza que el narrador quiere transmitir. El objetivo a alcanzar era el manto, que en su sentido figurado, representa a la persona misma del Galileo.
El manto era la prenda del vestido exterior. Confeccionada con hilo grueso, en forma rectangular, casi cuadrada, podía colgarse sobre uno o dos hombros. Estaba considerada pieza fundamental del vestido, sin la que el hombre se encontraba desnudo. También se usaba para acostarse sobre él y taparse. Por lo cual, se trataba de una prenda necesaria, hasta el punto de que quien la tomaba empeñada, estaba obligado legalmente a devolverla a su dueño antes del anochecer.
Tocar el manto suyo significaba entrar en la esfera personal del Galileo. Suponía lograr la máxima cercanía respecto a él sin que se notara, conservando el anonimato. La forma de actuar de la mujer contrasta con la de Jairo. Éste fue de frente, realizó su gesto ante los ojos de la multitud; la mujer no tuvo más remedio que intervenir por detrás, a escondidas. En la diferencia se percibe el temor de la mujer a ser descubierta por la maquinaria legal que la tiene sometida y condenada al aislamiento.
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4- Planeados 3 pasos de La Mujer
Por la forma de narrar de Marcos podemos deducir que el movimiento de la mujer no se debió a un arrebato, sino que fue resultado de una acción bien meditada. Diríamos que en su recorrido hay tres momentos: Uno dedicado al análisis, otro a la estrategia, y el último, a la ejecución.
Observen cómo encajan los hechos en ese esquema:
1) La mujer parte de su conciencia y de la reflexión sobre la experiencia sufrida. Obtiene de ellas conclusiones prácticas. Seguir esperando no sirve de nada. Una actitud pasiva, aguardando la solución de otros, se ha demostrado contraproducente. La experiencia histórica es visible y aleccionadora. La lógica y el análisis se imponen para discernir dónde se halla la auténtica salida del laberinto. Esa postura dinámica coincide con la disposición que solicita el Galileo en su enseñanza con parábolas: Escuchar. La mujer ha descubierto su propio horizonte en ese proyecto anunciado por el hombre de Galilea.
2) A partir del análisis busca el momento idóneo. Esta etapa pasa por la búsqueda de la fórmula que le permite vencer el obstáculo representado por las masas despersonalizadas. Al igual que ocurrió en el episodio del paralítico, cuando los porteadores encontraron la manera de sortear el impedimento multitudinario, nuestro personaje ha sabido elegir la estrategia eficaz. Allí, los cuatro de la camilla no repararon en destrozar el tejado sin preocuparles ni la dificultad ni el ruido. En esta escena, la mujer escoge la sagacidad y la discreción.
La imponente atracción de la vida impulsa a la mujer a pronunciarse por ella, venciendo los dos obstáculos que obstruyen el camino: los alienantes colectivos despersonalizados y la norma legal que coarta, encorseta y sanciona. La mujer interviene con talento, buscándole las vueltas a la multitud y a la ley. Emplea la táctica de ir por detrás. Su itinerario no refleja cobardía, sino astucia.
3) Los dos momentos anteriores culminan cuando ella da el salto definitivo hacia su rehabilitación como mujer y abandona el sistema que mata. Creyó que, para no descubrir públicamente su transgresión de la ley, no tenía mejor opción que agarrarse al manto del Galileo. Asir el manto suyo y penetrar en la esfera personal del Galileo fue el objetivo que se propuso para escapar del círculo mortal que la atenazaba.
La mujer meditó a fondo. Marcos da un apunte sobre las reflexiones hechas por la mujer antes de emprender el viaje hacia su objetivo: “Porque ella se decía: si le toco aunque sea la ropa, me salvaré”. La expresión primera (“pues decía”) da entrada a las cuentas que se echaba nuestro personaje fundamentando para sus adentros la determinación que había tomado.
La lógica de su razonamiento resulta tan sencilla como la enseñanza que Marcos quiere transmitir: En el paso decisivo hacia la aceptación de la sociedad alternativa comienza la libertad. La reflexión de la mujer expone con brevedad su convencimiento sobre las consecuencias esperadas de su decisión. La maduración de su estrategia se expresa con convencimiento: “si agarro aunque sea la ropa suya”.
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5- El vigoroso “estilo” concreto de Marcos.
La frase no tiene desperdicio. Veámosla con algún detenimiento.
1º- Comienza con una conjunción traducida por “si” que inicia la formulación de su hipótesis. El verbo (“me agarro”), expresando su intención, encierra un significado que supera el simple roce o tacto superficial. Marcos elude lo mágico, penetrando en el deseo de la mujer por agarrarse o engancharse a la fuerza que le sacará de su situación de excluida. Sus argumentos estaban cargados de sensatez. La máxima aproximación al Galileo suponía desembarazarse de las raíces que la tenían confinada en los sótanos de la humanidad.
2º- Una segunda conjunción (al menos, siquiera) establece los límites mínimos considerados suficientes por la mujer para conseguir sus fines. El término “vestido” o “manto”, en plural y acompañado del pronombre personal, que identifica a la persona del Galileo (“de los vestidos de él” o “de sus vestidos”), avala el fuerte sentido de su acción, precisando la profunda aspiración de la mujer, que ambiciona agarrarse como sea a la libertad y engancharse a la vida. Quizá este sentido se capta mejor si traducimos: “pues decía: si me agarro siquiera a sus vestidos…”.
De su acción de agarrarse al manto, la mujer espera unas consecuencias: “me salvaré” o “estaré salvada”. Su sentido común se descubre a nivel de su coraje. Este mismo verbo y en idéntico tiempo utilizó Jairo para expresar lo que deseaba para su hijita. Con él confirman una y otro la firmeza de su decisión, al tiempo que, indirectamente, mandan a la ley que margina al lugar de los trastos inservibles.
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6- Decidida, Valiente y sin escrúpulos!
La mujer, llena de valentía, sin escrúpulos, actuó por su cuenta. Nadie tuvo que pedírselo; ni siquiera insinuárselo. Tampoco necesitó que alguien la acompañara. Atravesó la línea sugerida por el Galileo a la multitud, dejando con sus huellas el camino marcado.
Como modelo, animó a los discípulos, a los lectores, y especialmente a la mujer universal y a los pueblos a los que representaba con el gran argumento femenino que sacó a relucir: ¡sus agallas! Su arrojo señala lo subversivo de sus razonamientos. No pensó que su acercamiento contaminara al Galileo; sino, al contrario, que su contacto, le liberaría a ella. Su tesis quedaría avalada por la realidad. La liberación se sostiene en un discurso inverso al de la estructura legal que deshumaniza.
El efecto de su opción no tardó en llegar; produjo, sin rebajas, el resultado que ella ambicionaba: “inmediatamente se secó la fuente de su hemorragia”. La relación entre asirse a las ropas y lograr el efecto deseado es incuestionable. No hay que esperar (“inmediatamente”). Al decir Marcos: “se secó”, confirma la sólida certidumbre sobre el resultado obtenido. Su acercamiento al Galileo le ha procurado suprimir de raíz el origen (“fuente”) de su deterioro y el goteo incesante (“de su hemorragia”) que le arrebataba su existencia.
No hay efectos mágicos en la escena. La restitución de la mujer a su estado de plenitud humana se ha conseguido gracias a su propia decisión de abandonar el sistema legal que la había conducido al desahucio. Lo hizo con voluntad, reflexionando previamente, renunciando a los principios que la desangraban y optando, al paso del Galileo, por la subversión de los valores propuesta por él en su mensaje. Su alternativa se ha mostrado absolutamente eficaz. El atrevimiento del personaje femenino de nuestro relato se ha convertido en ejemplo para la mujer que se derrama y para el pueblo que se desangra.
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7- “EN SU CUERPO”
Pero Marcos ahonda todavía en el interior del personaje. Aporta a sus lectores un último detalle con el fin de calar en su reflexión, sus sentimientos y sus emociones. Con esa intención, termina escribiendo: “y notó en su cuerpo que estaba curada de aquel tormento”. La acción se centra en la percepción que tuvo la mujer respecto al cambio radical ocurrido en ella. Con una experiencia vivida intensamente (“en su cuerpo”), pudo notar los efectos de la libertad.
Nuestro narrador resume la experiencia de la mujer diciendo: “que había quedado curada”. Lo hace con el fin de subrayar el alcance y la estabilidad de su lograda plenitud humana.
Para un narrador distinto al nuestro, la idea ya se habría completado llegados a este punto de la narración, pero Marcos apura al límite, y detalla: “de aquel tormento”. Al usar un término que significa látigo o correa del látigo (en sentido figurado, tormento), se ve su intención de clarificar a sus lectores no solamente la gravedad del mal que padecía, sino su procedencia. La palabra hace referencia indirecta a los que tienen en su mano el poder y el instrumento de tortura para someter. Quédense con esta palabra, látigo, tormento, con el que concluye este primer acto de la narración. Se repetirá también para finalizarla.
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(Nota: los “sub-títulos” son agregados para este Comentario
Hola George: Me faltó agregarte que relacionar el pensamiento racional con todos esos atributos, fue una jugada maestra, aparte de científicamente y moralmente deshonesta. Además que nunca me ha quedado claro que es lo razonable dentro de esa aspiración de ver al mundo a través de la razón
Me recuerda unos estudios hechos en USA sobre que aspecto físico masculino preferían las mujeres. El resultado fue algo así como una especie de Schwazenegger con cara de bruto, resaltando lo del “mentón cuadrado.”
Ahí me di cuenta que como USA está lleno de irlandeses, alemanes y ucranianos y otros personajes de Europa del Este, que tienen la cara cuadrada y nariz pequeñita, el héroe era el típico jugador de fútbol americano, Es decir la cara europea más frecuente, el chico del vecindario. Entonces lo que tu ves todos los días en tu casa, refuerza el arquetipo.
Y si eres país dominante, le das valor universal a este tipo de encuestas hechas matemáticamente a través del mejor diseño racional y fabricas un arquetipo al que le das valor universal.
Para mí eran perfectamente poco atractivos.
Quizás te divierta saber que la última en 2016 fue la redondez y dureza de los gluteos, lo cual en este país rezcista hasta la médula sitúa a los afro-Americanos en el lugar de preferencia y a los blancos caucásicos en el último. Ironías de la vida. Gracias, Olga, por tus comentarios.
Muchos años de cortar caña, chico.
Leo esto que escribes: «Me faltó agregarte que relacionar el pensamiento racional con todos esos atributos, fue una jugada maestra, aparte de científicamente y moralmente deshonesta. Además, que nunca me ha quedado claro que es lo razonable dentro de esa aspiración de ver al mundo a través de la razón».
Quizás porque solo reproduzco un fragmento del libro se pueda atribuir alguna intencionalidad maligna o deshonesta a la vinculación de la razón con la masculinidad hegemónica. Me refiero a estas frases del fragmento en cuestión que es este: «Desde el «Siglo de las Luces» quedó establecida la identificación de la masculinidad con la razón, lo cual fue un factor importante de la definición de roles sexuales en función del poder que aún siguen vigentes.»
Permíteme comentarte adicionalmente lo siguiente: No creo que sea sostenible que alguien pudo inventar una «jugada» en el sentido del resultado de una estrategia inicial y contagiarla a los demás. Tampoco me parece sostenible negar que a la racionalidad del victimario corresponde una racionalidad de la víctima en sus estrategias defensivas correspondientes. En ambos casos se trata de efectos multigeneracionales y empíricos, prácticos y cumulativos. Algo así como el efecto de «cortar caña por mucho tiempo» porque hacen falta unas cuantas zafras en el caso de un individuo, pero en el caso de los negros y negras, el abultamiento de los glúteos es característico y lo contrario en realidad acerca a los caucásicos blancos a los primates, lo cual hace la expresión peyorativa «negro mono» absurda.
Hay un estudio sobre la familia negra en la plantación sureña estadounidense de Leon Chestang un sociólogo negro que perdió la cátedra que desempeñaba en la University of Chicago por su ampliamente acogida hipótesis del «depreciated character» según la cual, en la plantación de algodón o caña, la negra esclava que dirigía la cocina y había sido parte de la dote de casamiento de la esposa del dueño —había sido su nodriza o nana, representada como la «Aunt Jemima» de la marca comercial— se encargaba de afeminar a sus nietos para liberarlos de la plantación y fomentar la habilidad de seducción de sus nietas —sobre todo dirigido a los señoritos y el «amo»— para mantenerlas en la casa, una especie de linaje dentro del linaje.
René Girard también escribió ampliamente acerca del mimetismo de agresores y víctimas a través del tiempo, que se refiere a esto de Chestang y del autor que cito proponen.
Quizás esta cita de la hegemonía masculina hay que leerla en conjunción con las 10 hipótesis que publiqué en este mismo hilo hace un par de días. Saludo cordial.
Hola George: Compadezco a los pobres miembros del sexo masculino que se compran ese paquete de rasgos como si fuera maravilloso. Una persona con todos esos atributos y sin la sensibilidad moral y la inteligencia emocional necesaria para vivir en un mundo de personas y no de arquetipos, debería estar encerrado en un cárcel de alta seguridad.
Mi objetivo al publicar esto en Atrio fue continuar un poco más sobre el tema de la noción de masculinidad centrada en el dominio, el poder, el control. Estoy de acuerdo contigo en lo que dices. Hay un ensayo muy bien documentado de Susan Faludi, publicado hace unos años «Stiffed: The Betrayal Of The American Man» de Susan Faludi, 1999, que resultó muy controversial porque ella se hizo famosa por sus reportes sobre la situación emergente de la mujer estadounidense y acometió el tema de la decadencia masculina. La conclusion que ella saca es que los hombres americanos de clase media de hoy son inmaduros, incapaces de crecer debidamente en una cultura que les provee ideales distorsionados y eso los hace más vulnerables al consumo de drogas y alcohol. No sé si eso se puede generalizer pero ciertamente su libro fue un best seller por un período largo y eso indica que encontré oídos abiertos a escucharla. A mí me interesa mucho la masculinidad en prisión y la «violencia doméstica» en ese ambiente versus lo mismo en las prisiones de mujeres. Desde luego la literatura clínica al respecto es muy poca, es más frecuente la legal o la sociológica. El Gobierno de Chile y el de Argentina han publicado muchas estadísticas y algunos estudios «oficiales». El de EE. UU. También, pero aunque el problema es enorme y muy sintomático, a muy poca gente le interesa gastar dineros es estudiar esas poblaciones que, dicho sea de paso, son enormes en cualquier país.
Un saludo corfdial y agradecido.
La masculinidad desde la noción de «hegemonía» de A. Gramsci.
La «masculinidad hegemónica» es una noción de masculinidad aceptada ampliamente, caracterizada por rasgos tales como dominación, control y autocontrol, fuerza, necesidad de competir y vencer, determinación, seguridad, protección, triunfo, valor y cálculo. Es una noción de masculinidad que emerge ideológicamente de la imagen del hombre exitoso y poderoso que desprecia a los demás hombres que no merezcan tal reconocimiento y que ve a la mujer como inevitablemente inferior.
Las conductas de competitividad, control y perseverancia entra el comportamiento sexual, que es visto como un medio de conquista y de demostrar masculinidad. De ese modo, la sensibilidad o el deseo de amar y ser amado sentimentalmente son signos de vulnerabilidad o debilidad y las relaciones sexuales son percibidas como medios de apropiación o conducentes a «adueñarse», de adquirir la propiedad del objeto sexual y no como un medio de disfrute o placer. La mujer (en las relaciones consideradas heterosexuals) constituye la presa que ha de ser poseída, y su posesión como una demostración de virilidad, lo cual exige que se ejerza autocontrol o supresión u ocultamiento de las emociones y se planee la «caza» o la conquista que conduce a adueñarse del objeto sexual. El cuerpo es percibido como una máquina movida solo por el cálculo y la decision de perseguir y obtener un determinado éxito evidente en la captura de la presa escogida.
La masculinidad hegemónica es aprendida y reproducida a partir de comportamientos sociales, perpetuados en códigos de conductas aceptadas socialmente, incluyendo la aceptación involuntaria, forzada, inconsciente de parte de las mujeres que sufren las consecuencias.
Desde el «Siglo de las Luces» quedó establecida la identificación de la masculinidad con la razón, lo cual fue un factor importante de la definición de roles sexuales en función del poder que aún siguen vigentes.
Con el capitalismo, la racionalidad fue cada vez más identificada con la noción de mercado y con la noción de valor mercantil.
Kant afianzó la impersonalidad de la moral y el desprecio masculino por la expresión de sentimientos personales que pudieran ser interpretados como signos de debilidad. Lo personal era subjetivo y por lo tanto un defecto moral y los deseos y sentimientos pasaron a ser percibidos como amenazantes de la virtud del autocontrol.
La teología protestante, sobre todo la de Lutero y Calvino, condenó los sentimientos y los instintos como inhumanos y meritorios de desconfianza, exigiendo el rechazo de la animalidad de la naturaleza humana, en la forma del control de los deseos e impulsos a fin de que el hombre fuese libre de su propia naturaleza vulnerable. (Para exploración adicional de este tema Cf. Victor J Seidler. Rediscovering masculinity. Reason, Language and Sexuality. London: Routledge, 1989. Esta recesión traducida es mía y no autorizada por el autor).
Hola George, Feliz 2018 y Gracias por tu interés en mis divagaciones.
Somos hermanas de María porque pertenecemos al mismo linaje.
Somos el linaje o la familia que fabricamos carne de nuestra carne para que continúe nuestra especie.
Somos las que alimentamos de nuestra leche a todos los hombres y mujeres del mundo.
Somos las que parimos con dolor a toda la especie humana.
Somos las que sabemos que nuestros hijos son nuestra carne.
Y sabemos que somos hijas de Dios, porque nos encomendaron el trabajo más delicado y que requiere mayor amor. Y como hijas del Padre reclamamos nuestro puesto en la mesa del banquete de la vida y el respeto por nuestras funciones.
Este linaje al que me refiero, es lo que nos hace diferenciarnos del sexo masculino y no tiene nada que ver con luchas de poder. Seamos o no poderosas o esclavas, estas funciones han sido las mismas. Y las compartimos con María, Madre de Dios, y todas las Evas que en diferentes puntos del tiempo han dado a luz un humano que lleva una incorporación genética que hace evolucionar a nuestra especie. Y este concepto de linaje no tiene nada que ver con Darwin.
Jesús fue amigo de las mujeres, las trató bien, las invitó a escucharlo, transgredió leyes judías de pureza dejándose agarrar el manto por una no judía con una enfermedad que la hacía impura, y la sanó.
Su prédica habla de una sociedad del buen trato y de compartir para ayudar a paliar las injusticias existentes en la sociedad, era un educador y un sanador, y el Reino de Dios era su utopía, su sociedad soñada.
El darwinismo proviene de tratar de hacer calzar la estratificación de la sociedad humana con sus injusticias, aceptarlas e incluso justificarlas, con los resultados de una lucha por la vida donde ganaron los más aptos, y eso es justo y deseable y Deus Vult, como decían los Cruzados. Y el que perdió, que se fastidie. Es volver voluntariamente a la Ley de la Selva, donde sabemos que la mayoría pasa hambre y nadie sabe si el vecino se lo va a manducar. Y es la base de la actual enseñanza de Economía en las Universidades incluso las Católicas.
De este modo la sociedad atisbada por Jesús no es precisamente darwinista en sus supuestos ni en sus objetivos.
Y su materialización se ve en los partidos políticos de corte neo liberal y economicista donde las únicas emociones admitidas son las proporcionadas por los pecados capitales.
Y esta ideología es transmitida como doctrina económica que forma la mente de los economistas actuales que quieran ser obedientes al FMI para avanzar en sus profesiones y ser exitosos y competitivos.
Y como justifica los excesos de los ganadores y exitosos, no busca la nivelación de los sexos y no se juega por el tema .
Gracias Olga por tus Buenos deseos y por responderme. Agradezco tu aclaración. Veo que «linaje» tiene en tu comentario un significado amplio y que no se limita a la definición biológica del término que está ligada a lo taxonómico y por lo tanto a clasificación en orden jerárquico. Comprendo bien el sentido amplio en el que utilizas la noción de linaje cuando reconoces a las mujeres como hermanas, como por asociación y no por descendencia como fuera si se tratara de «hijas» de ella.
Me he llevado muchas palizas por defender algo que sé que es genéticamente cierto: Los pájaros, las tortugas, por ejemplo, y por consiguiente la raza humana, tienen cada uno un «blue print» típico y en el caso humano es el de la mujer. El cromosoma X primario es exclusivo de la mujer y es capaz de auto corregirse. El hombre solo recibe el cromosoma X secundario de su madre y su diferenciación sexual se debe a la presencia del cromosoma conocido como Y, que muy posiblemente sea un cromosoma X modificado. Sin el cromosoma X primario el carácter específico humano no pudiera darse. Esto da exclusividad precedente a la mujer genéticamente hablando y, consecuentemente, remarca lo irónico de la leyenda bíblica sobre la creación a partir de una costilla pero al mismo tiempo enfatiza que el hombre por sí solo no podía trasmitir la vida y repite, indirectamente, un mito que sobreabunda en muchas mitologías, aunque no todas, y es que los dioses a menudo hayan sido engendrados por sus madres sin intervención paterna. El relato lucano de la concepción de Jesús fuera otro caso de lo mismo.
Agradezco tu explicación. Un saludo cordial.
Hola! (sobre la VIOLENCIA)
Los humanos vivimos “en la Sociedad” evolucionando históricamente.
Los “Asuntos” humanos deben, por lo tanto, ser vistos en esa perspectiva social, aun y tal vez sobre todo los conflictos VARÓN-MUJER.
Aporto de Eduardo Hoornaert su reciente Artículo:
Raízes profundas (e frequentemente invisíveis) da violência.
http://eduardohoornaert.blogspot.cl/#!/2017/12/raizes-profundas-e-frequentemente.html
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Todos lamentamos as crescentes ondas de violência em nossas sociedades. Contudo, nem sempre tomamos consciência de suas raízes profundas, que frequentemente ficam tão escondidas que acabam sendo confundidas com fatores considerados neutros. Aqui também um estudo da história é esclarecedor, como se verá em seguida.
(los parágrafos son)
1- A tecnologia é neutra?
2- O império do algodão.
3- A tecnologia do algodão na fábrica de Samuel Greg.
4- O triângulo Europa, África, América.
5- A monocultura e o estado.
6- O algodão migra para o Sul.
7- O império Monsanto.
8- O império ABCD.
9- Uma nota positiva.
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Eduardo nos aclara que:
(Este texto é baseado num estudo do Frade norbertino belgo-brasileiro Luc Vankrunkelsven, militante da Wervel (http://www.wervel.be), a quem, por este caminho, agradeço).
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NOTAS para “teólogos” pre-vistos en el Post de Tamayo:
A) los “Asuntos serios” no necesitan en n/tiempo tener a Dios (Creador, Padre, Madre, etc.) como “analogado principal” (cabeza) de los analogados scundarios (miembros).
B) Por el contrario: Dios (Creador, Padre, Madre, etc.) pasa a ser un “analogado secundario”, “dependiente” del principal.
C) El analogado principal de n/tiempo pasó a ser la Igualdad (fraternidad-sororidad-mundaneidad).
D) En dicho analogado se fundan los demás con-secuentes, entre ellos, el de Creador, Padre, Madre, etc.
E) ¿Qué se nos ha –y hemos- dado “vuelta la tortilla”?
¡¿Qué le vamos a hacer si la vida es así, no?!
Hola Carmen: Santa María Madre de Dios. ruega por nosotras las mujeres, Tus Hijas, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén
Si María es Madre de Dios y por ello tiene una dignidad especial, nosotras, sus hijas, heredamos esa dignidad por linaje, y no podemos ser despojadas de ella. Así como ningún ser humano, si lo consideramos hijo de Dios, debería perder su dignidad.
Jesús mandó un mensaje de dignificación para todos, que involucra un trato digno a los marginados y olvidados por la sociedad, a los más débiles, niños y mujeres, a los enfermos, a aquellos que no tienen cabida en nuestra sociedad y los que miran desde la cuneta y por supuesto que para el resto de los ciudadanos.
Para mi esto es lo medular y el resto son filigranas.
Lo lamentable es que cada vez más queda este mensaje tapado y desautorizado por los poderes de este mundo, que sutil o no tan sutilmente ensalzan el logro del poder, la competencia en que solamente unos pocos ganan, el descuido, y la participación activa en Paraísos Fiscales esquivando su contribución a la comunidad; es decir la vuelta a la Ley de la Selva.
Jesús es todo lo contrario a la Ley de la Selva, es civilización pura que va a contra pelo con la entropia de los sistemas liberales darwinistas predicados con tanto fervor por Universidades Católicas y Pontificias.
¡Hola, Olga! Feliz 2018
Si no te roba tiempo, agradeceré alguna aclaración de cómo ves la noción de linaje disociada del darwinismo sobre todo en relación con la herencia. Solo deseo comprender más y mejor lo que propones.
Me permito llamar tu atención sobre los trabajos de Rita Nakashima Brock, PhD, que enseñó por años en Santa Clara University (CA), en Chicago University Divinity School, y ahora dirige muy reconocidamente el centro de recuperación para soldados recién liberados del servicio militar en estas guerras que emprenden los EE. UU. en Fort Worth, de algo que ella ha llamado «moral wound» y que es una noción controversial como comprenderás. En su modo de pensar Nakashima Brock arranca de la presunción de que todas las guerras son inmorales, sin excepción.
La raíz de sus trabajos actuales arranca de un libro muy controversial que escribió en 1988 y fue ampliamente discutido y reconocido, en el cual ella lanzó exitosamente un nuevi paradigma: «Journeys by Heart, a Christhology of Erotic Power» en el cual sentó las bases de una cristología asiática enraizada en la noción del abuso infantil y el abuso generalizado de la mujer por la supremacía machista, patriarcal. Su libro fue una de las lecturas obligadas en el curso de Cristología de mi Maestría en Teología en 1989.
Años después, en 2010, sus trabajos volvieron a ser obligatoria lectura en el último curso requerido de mi doctorado en teología, gracias a dos mujeres extraordinarias en sus trabajos y que fueron profesoras invitadas de dicho curso: Ana María Isasi-Díaz y Dorothee Steffensky-Sölle, ambas fallecidas recientemente, ambas liberacionistas. La primera, ex monja misionera en Perú por muchos años, muy dedicada a la noción de mujerismo vs feminismo y la segunda, sobreviviente infantil del Holocausto y profesora en Zurich y en Boulder (Co) con Kübler-Ross, muy dedicada al tema de la fe como esperanza y no como ideología, también mujerista. Ambas, Isasi y Sölle enseñaron hasta su reciente muerte en el Union Theological de N. York.
Comprenderé que no puedas o no desees extenderte en lo que te solicito. De cualquier modo, quedo agradecido.
Un rabino explicaba a una congregación femenina los derechos y deberes de los cónyuges bajo la Ley Judía, y que se especifican en la Ketuvá, o contrato matrimonial. Resaltó además la modernidad del contrato con respecto a los derechos sexuales, en que la mujer podía tanto solicitar relaciones sexuales como negarse a tenerlas en cierto momento, y los derechos de divorcio.
Una de las asistentes se levantó y dijo: Mire Rabino, con todo respeto por la modernidad de la Ketuvá, en la práctica se resume en que la mujer escucha toda la vida Ketuvá a planchar, Ketuvá a lavar, Ketuvá a cocinar y mudar a los niños….No me jorobe Rabino con la modernidad….
Nota de corrección: En mi entrada anterior (3 enero 2018, 2:03 am), en el no. 7, se lee «en el 6 y el 7, arriba» y debe leers «en el 5 y el 6, arriba». Gracias
El propósito de publicar esta lista de factores de la violencia masculina no persigue justificarla ni explicarla. El ángulo desde el que estos factores han sido identificados es el del «aprendizaje social» que mi profesión favorece. Eso no significa que excluya todo otro método o modo de acercamiento a este fenómeno que es trágicamente real, endémico, y planetario y que corrompe el mismo corazón del catolicismo, el cristianismo y, desde luego, la cultura occidental predominantemente sexista. Esto no quiere decir que otras religiones y otras culturas no adolezcan del mismo cáncer, porque como escribí antes se trata de un fenómeno planetario.
Me parece que esta información puede ayudar a comprender la violencia de género según un estudio todavía vigente, contrastado, que identifica los siguientes diez precursores más comunes de la violencia masculina:[1]
«Los hombres con proclividad a la violencia o violentos:
1. Comprenden su masculinidad de manera sexista y congruente con los valores de una sociedad patriarcal que ella misma es sexista y que predica valores relacionados con ambos géneros que son rígidamente definidos y opuestos.
2. Han desarrollado su identidad masculina basándola en estereotipos sexistas muy rígidos muy estrictos.
3. Han aprendido esquemas distorsionados de los roles de masculinidad y feminidad durante su socialización.
4. Han aprendido esquemas distorsionados del role masculino que instilan miedo a la feminidad, miedo a la emasculación y miedo a la inevitabilidad de conflictos con personas de género diferente (u opuesto).
5. Experimentan emociones negativas relacionadas con los diferentes roles de cada género que son percibidos como inevitablemente conflictivos: Por ej., ira, miedo, ansiedad, inferioridad, culpa, desventaja, tristeza, rechazo de sí mismo, y otras formas de dolor emocional.
6. Desarrollan preferencia por estrategias de autodefensa y mecanismos de defensa cuando lidian con conflictos que perciben como amenazantes o cuando experimentan emociones negativas del tipo de las mencionadas en el n. 5, anterior.
7. Están predispuestos a ser disfuncionales y recurrir al maltrato en sus relaciones con mujeres como resultado de las experiencias enumeradas en el 6 y el 7 arriba.
8. Abusan su poder y reaccionan defensivamente en situaciones conflictivas con mujeres particularmente cuando éstas implican riesgo de perder poder, control o cuando perciben que su identidad masculina esté amenazada.
9. Recurren a violencia psicológica y amenazas de violencia física contra mujeres cuando en sus relaciones con éstas los límites relacionales habituales han fallado en cuanto a mantener una relación razonablemente civil y comienzan a fallar también sus estrategias de autodefensa y mecanismos de defensa.
10. Recurren activamente a la violencia cuando se perciben atrapados en situaciones en las cuales históricamente han irremediablemente fallado sus estrategias de autodefensa y sus mecanismos de defensa».
[1] Cf. James M. O’ Neil y Rodney A. Nadeau, Men’s gender-role conflict, defense mechanisms and self-protective defensive strategies, en Michèle Harway and James O’Neil, eds. What causes men’s violence against women?, London, Sage, 1999, 89-116 (mi traducción al español del original en inglés).
No sé quién es el señor al que usted ha traducido y con el que comparte opinión en este tema, porque si no fuera así no se hubiese molestado en publicar el texto.
Mi cabeza también lo comparte totalmente. Esas son probablemente las razones. En el fondo un problema educacional de milenios. Y de comodidad porque el papel del hombre en la sociedad le ha beneficiado siempre.
A esto habría que añadir la enorme dificultad que suelen tener los varones para gestionar sus sentimientos. La casi ausencia de inteligencia emocional que se dice ahora.
Una vez comprendidas las causas, sigamos avanzando.
Estoy segura de las cosas poco a poco mejorarán,entre otras cosas porque hemos puesto el problema encima de la mesa. Es el primer paso. Pero cualquier ocasión que se presente para luchar contra este horror de violencia machista deberíamos de aprovecharla. Tenemos que contrarrestar al menos dos mil años de educación.
Un saludo cordial
Carmen: Le deseo un feliz 2018. Mer parece que usted me atribuya, en las dos primeras líneas de su respuesta de hoy a las 11:39 am, estar de acuerdo con el autor del texto que reproduzco o con lo que dicho texto afirma. Permítame aclarar lo siguiente: No suscribo lo que afirman. Este texto, solo de un artículo en el libro, es frecuentemente citado por otros investigadores en el contexto de las investigaciones sobre la posibilidad del «aprendizaje social de la violencia». Mi opinion personal no es contraria pero no siendo yo un investigador acreditado del tema sino solo un estudiante, a fin de ayudar a mis pacientes, trato de mantenerme al día y tengo en cuenta aquellas investigaciones e HIPOTESIS de trabajo que pueden serme de utilidad.
Mi criterio para publicar lo que escribo en Atrio no es solo mi simpatía o aprobación de lo que publico. Con frecuencia, dado que algunos/as atrieros/as no leen o comprenden inglés, traduzco cosas que en mi opinion pudieran añadir claridad a la discusión en curso, otras veces public mis dudas o lo que no creo.
Ya alguien, hace al menos un mes, comentó en otro hilo, en una «respuesta» o comentario a algo que usted misma comentó, cómo le parecía a ella significativo que los hombres comentaran tanto sobre la situación de la mujer y tan poco sobre la de los hombres mismos, acerca de estos temas sociales de la violencia o el maltrato, la desigualdad, etc. En este caso específico me pareció que estas HIPOTESIS que publiqué arriba, pudieran ser dignas de atención, sobre todo por parte de los hombres que NO escriben sobre la violencia masculina, sobre todo, contra la mujer, la feminidad, la homophobia, etc.
En mi opinion personal y como psicoterapeuta, siento y pienso que nuestra violencia masculine contra la mujer, cónyuge o no, es violencia autoinfligida, autodestructiva, que es aprendida e integrada a la existencia personal en diferente grado pero por posiblemente todos los hombres y in dato que HIPOTETICAMENTE debe ser tenido en cuenta es la ausencia muy generalizada de los propios hombres en la formación y la educación, al menos, de los varones y sobre todo más allá del final de la primera etapa reconocida del desarrollo humano moral o ético, que suele estar marcado por el final del Segundo año de edad cuando se debiera haber aprendido el significado de la negación de los propios deseos a solicitud de los formadores/educadores, progenitors, figuras de autoridad, etc.
Huelga decirle que no me ha molestado lo que usted afirma, se trata solo de aclarar que no sucribo en su totalidad esto que los investigadores en cuestión proponen como HIPOTESIS de la etiología del aprendizaje social de la violencia masculina. Un saludo cordial.
George, creo que has dado la clave de la violencia machista y del patriarcado: el masculinismo. Ésta es la raíz de los males que aquejan a nuestra convivencia desde la desigualdad hasta la violencia contra las mujeres.
Creo que es un tema que comienza a tomarse en serio, mirar hacia las causas y analizar las consecuencias que hace de el hombre la medida de todas las cosas a la mujer la receptora, además de víctima, de leyes, normas, usos, lenguaje, costumbre, tradiciones, teologías, cuestiones laborales, etc. etc. La reflexión debe centrarse en que las mujeres somos más de la mitad de la población, el 80% de la iglesia, y a lo largo de la historio no hemos tenido ni voz ni voto en nada.
Todos lo análisis sociológicos al respecto deberían poner el acento en el masculinismo, no tanto en la mujeres, eliminadas las causas, se eliminan los efectos que producen
Es un tema muy doloroso para todas las mujeres. No me refiero a que nos dejen o no participar como miembros de pleno derecho en la organización de la Iglesia. Eso, me van a perdonar, es lo que menos nos preocupa, si es que nos preocupa. El problema es la violencia que desde siempre se ha ejercido sobre las mujeres. Cuando ustedes lean que una mujer ha sido asesinada por su expareja porque ha intentando separarse de ella, no piensen que es un arrebato pasional. No lo es. Cuando ustedes lean que ha habido una agresión física no piensen que es un ataque de locura transitoria, una pérdida de control, tampoco lo es. La agresión física es la culminación de una serie de agresiones psicológicas. Ante estas agresiones la mujer tiene dos caminos: aunque me mates, me voy . O bien: me quedo porque algo haré mal cuando me dice esas cosas, tendré que cambiar, realmente no soy buena porque él es bueno con todo el mundo menos conmigo, luego algo hago mal…Entonces también te mata, pero de otra manera, de una manera incruenta. Pero también acaba contigo.
No pretendo pasar factura a la Iglesia por haber contribuido a dar una imagen perfecta de mujer que va contra la esencia de la mujer como persona con derecho a pensar por sí misma y a decidir. De nada vale eso ahora. Hay facturas que no se pueden pagar y además creo que si las pasas al cobro, de alguna manera pones precio a algo que no lo tiene. Así que no voy por ahí. Lo hecho hecho está y que cada cual asuma su parte de responsabilidad.
Pero sí que les rogaría una cosa a teólogos, filósofos, sociólogos, y todo lo que acabe en logos, échennos una mano. Ayúdennos a cambiar esta visión que tienen muchos hombres buenos de lo que tiene que ser una mujer buena. Me gustaría oír alguna vez en una iglesia decir: os declaro marido y mujer, mientras que os respetéis mutuamente. Me gusatría oir decir: el tiempo de creer que la mujer tiene que apoyar en todo al marido aunque no opine igual, pasó. El tiempo de pensar que el marido es el cabeza de familia y se le debe respeto haga lo que haga, pasó. Porque el respeto se gana día a día. Y si la esposa se siente humillada o infravalorada, tiene perfecto derecho a poner fin al matrimonio y ni una sola ley divina se lo podrá reprochar.
La verdad es que voy poco a bodas, pero estoy segura de que esto ocurriera alguno de mis amigos me lo contaría. No creo que esto suceda nunca. Pues allá cada cual. Las mujeres llevamos cien años luchando para que se nos reconozca como personas de igual derecho que los hombres y en cien años hemos avanzado bastante, pero nos queda muchísimo por lograr. Solamente estén atentos a las noticias. Todas esas agresiones que sufrimos las mujeres tienen en el fondo el mismo origen. Una idea obsoleta y totalmente injusta de lo que tiene que ser una mujer. Por supuesto que hay infinitas más, pero les puede servir como recuerdo.
Me parecería de justicia que la iglesia que, queriendo o no, ha colaborado en inculcar tanto a hombres como mujeres este ideal de mujer, en la actualidad tratase de luchar contra esta idea de mujer perfecta que tantísimo daño nos ha hecho y nos sigue haciendo. Ayúndennos. La iglesia es una institución jerárquica de hombres, pueden hacer mucho por nosotras, si así lo quieren.
En cuanto a que si las mujeres podemos ser sacerdotes, obispos o… francamente, me importa un bledo.
Un saludo cordial
Completamente de acuerdo, Carmen. Efectivamente los púlpitos siguen enalteciendo a la mujer perfecta, hace pocos domingos se leyó una lectura del AT que daba sonrojo escucharla. En mi ambiente la criticamos indignados/as, pero estoy segura que las homilías enaltecerían lo que es la mujer perfecta. Es decir la que hace todo y todo lo hace bien para orgullo de su marido, y pobre de ella que se equivoque, a las mujeres los errores se miran con lupa, a los hombres se les da licencia para todo tipo de calamidades, especialmente la guerra y una economía que reparte injusticia a cada decisión que toman.
Y las bodas son, como tú dices, machistas a reventar. Hace muchos años que asistí a una boda en la que el cura les aconsejaba rezar antes de acostarse. Volvieron de la luna de miel directos al siquiatra.
La teología oficial tendría que actualizarse también y sobre todo en su teología sobre la mujer. La sociedad se lo agradecería bastante, todo es poco para luchar contra el machismo, el patriarcado y el androcentrismo, de forma que el canon social no sea el hombre por el que todo se mide.
Y se deberían prohibir determinadas lectura en los templos por su obscenidad machista.
¿Por qué quiénes somos religiosos, seremos, a veces, tan hipócritas?
Además de crueles e ignorantes, añado.
Este artículo está muy bien contextualizado, y de ello se deduce que la conducta de Jesús con las mujeres, no sólo fue una excepción en aquella sociedad machista, sino que, y sobre todo, trató a las mujeres de igual a igual. Y, si bien los evangelios fueron escritos por hombres de aquella sociedad, muchos años después de morir Jesús, avala aún más la veracidad de este aspecto de Jesús y las mujeres, porque, supongo yo, que, si los evangelistas eran hombres de su época, serían tan machistas como sus coetáneos y, si no fuese verdad la conducta de Jesús, no hubieran forzado tanto su patrón machista y masculino para decirnos lo que nos dicen de Jesús.
Muy diferente a lo que después han hecho los dirigentes del movimiento jesuánico convertido en una institución en manos exclusivas de hombres, hombres que han excluido a las mujeres en todo aquello que supusiera igualdad y participación en organizar las comunidades cristianas dispersas por todo el mundo, aunque dirigidas jerárquicamente por hombres desde el privilegio que les da disponer del poder absoluto, más que absoluto por el hecho de ser poder sagrado. Estos clérigos, es decir la Iglesia-Institución, han forzado la interpretación del relato simbólico de la última cena, para deducir que Jesús había instituido el sacerdocio, sólo para los hombres que había en aquella cena, cuando de sobra es conocido que el discipulado de Jesús estaba compuesto por mujeres y hombres.
Este error del patriarcado ha sido general en todas las sociedades, en mayor o menor gravedad. lo que pasa es que actualmente la sociedad civil, aunque sea teóricamente (la realidad es muy diferente, injusta y cruel), ya legisla a favor de la igualdad de derechos de las mujeres, mientras que la Iglesia sigue diciendo que es voluntad de Dios el que las mujeres no sean sacerdotes, es decir, que no pueden estar en los órganos de decisión de la Iglesia. Así que desde del Código Canónico hasta las normas más elementales de la moral, las hacen los hombres para hombres y mujeres.
Hubo un tiempo, no tan lejano, en que los confesores (la moral) culpabilizaban a las mujeres por tener placer sexual en la relación con los hombres, en cambio el que los hombres lo tuviesen era normal y bueno, y los convertía en colaboradores de Dios porque generaban una nueva vida, y el placer les venía dado (como premio) para esta grandiosa labor….¡mamma mía! No estoy exagerando, eh!.
De hecho en otras religiones aún es peor, por ejemplo la costumbre musulmana de extirpar el clítoris y hacerle la ablación a las mujeres para que no disfruten del placer.
Lo que sí es cierto que, afortunadamente, muchas mujeres ya no necesitamos sermones para saber de nuestros derechos. Y si la Iglesia no quiere ni siquiera ser fiel al evangelio en este tema tan candente en nuestra sociedad, y tan necesario para la Iglesia, allá ella con su problema, porque estamos en sociedades adultas.
Menuda tristeza.
Hay que ser mujer para entender en profundidad lo que dice este artículo.
Menuda tristeza.
Santa maría, madre de Dios, ruega por nosotras las mujeres, ahora y en la hora de nuestra muerte.
(Dedicado a Olga)
Me parece estupendo todo el artículo. Sólo un pequeño detalle: si bien la palabra “mujer” no aparece en el índice de materias del Código de Derecho Canónico, sí aparece en el texto de tal Código en 18 ocasiones.
Pongo dos ejemplos, que podrían analizarse con mucho fruto desde una perspectiva descolonial superadora del patriarcalismo en la Iglesia Católica:
Cánon 1031 § 2. El candidato al diaconado permanente que no esté casado sólo puede ser admitido a este orden cuando haya cumplido al menos veinticinco años; quien esté casado, únicamente después de haber cumplido al menos treinta y cinco años, y con el consentimiento de su mujer.
Cánon 1148 § 1. Al recibir el bautismo en la Iglesia católica un no bautizado que tenga simultáneamente varias mujeres tampoco bautizadas, si le resulta duro permanecer con la primera de ellas, puede quedarse con una de las otras, apartando de sí las demás. Lo mismo vale para la mujer no bautizada que tenga simultáneamente varios maridos no bautizados.