En este día post 1-O, para serenarnos y poner inteligencia en los sentimientos, ¡qué oportuno este artículo! Gracias, Isidoro. AD.
“Un hombre que no ha pasado a través del infierno de sus pasiones, no las ha superado nunca”. (Carl Gustav Jung).
Las crisis personales que asolan al humano durante toda la vida son crisis de naturaleza energética.
Al igual que en las películas de Mad Max, los humanos existían en un mundo en el que lo más preciado por su escasez, era la gasolina, en la vida humana, precisamos la energía vital, el elan vital bergsoniano, o la libido freudiana, para seguir adelante y continuar el despliegue de nuestra naturaleza latente, y la maduración y evolución de nuestra conciencia.
Es un proceso muy costoso e incierto. C. G Jung decía: “Al estudiar la historia del desarrollo humano nos vemos constantemente impresionados ante la comprobación, de que cada paso de avance en el desarrollo mental, y su consiguiente ampliación del campo de la conciencia, representa una conquista sobremanera dolorosa y penosa”.
Los conflictos internos que nos atormentan, y los estados depresivos, son atribuibles a la lucha con nuestras pasiones rebeldes y a nuestros recuerdos traumáticos interiorizados, a los que se unen nuestra confrontación con las condiciones básicas de la existencia, incluidas la angustia de la muerte, la búsqueda del sentido de la vida, la necesidad de arraigo social y el deseo de libertad y de autonomía de nuestra conciencia.
La energía vital humana necesaria para esa continua búsqueda de ese difícil equilibrio dinámico, está radicada en lo más profundo de nuestra mente, en la fuente de las emociones, y de las pasiones humanas. Esas pasiones que constituyen lo que los moralistas tradicionales denominan los siete pecados capitales del hombre.
Es por eso que se suele reconocer que el sexo, la ambición y el afán de poder, mueven el mundo. Por eso, de la forma que tratemos a esos contenidos subterráneos de nuestro subconsciente, depende y mucho nuestro estado psicológico.
Fundamentalmente hay tres maneras de tratar dichas pasiones.
El darlas vía libre, lo que nos convierte en sus esclavos, al tiempo que nos proporciona una ingente cantidad de energía vital, tan precisa en estos tiempos tan competitivos en todos los terrenos de la vida. Pero es una actitud poco eficiente: el jinete que va sin riendas, se da muchas carreras inútiles y no va a donde quiere, sino a donde quiere el caballo. Y eso es fuente de múltiples conflictos y penurias.
La segunda manera es reprimirlas fieramente, mediante una ascética espartana, sin enfrentarnos directamente a ellas, dejándolas confinadas en lo profundo de nuestra mente.
Pero como no nos enfrentamos con ellas, siguen muy vivas, y aprovechan cualquier momento de debilidad del “yo”, (de la mente consciente), para afluir, muchas veces de forma torrencial y psicótica, con fuertes ataques de ira, de lujuria, de soberbia, de todas y cada una de las pasiones.
San Bernardo reconocía esta triste realidad: “Cada día y cada noche leemos y cantamos las palabras de los profetas y de los Evangelios. ¿De dónde saltan tantos pensamientos vanos, nocivos, obscenos, que nos torturan por la impureza, el orgullo, la ambición y por cualquiera otra pasión, hasta el punto de que apenas podemos respirar en la serenidad de sublimes consideraciones? ¡Qué desgraciados somos a causa de la tibieza de nuestro corazón!”.
Además, esa continua resistencia, esa rígida represión, tapona nuestro acceso a la fuente de la energía vital, tan necesaria para nosotros. De ahí tantos episodios depresivos y de crisis de fe que suceden durante la vida ascética.
La tercera forma de abordar esta situación, que es la recomendada por Jung, en el proceso de maduración o individuación, es el de afrontar las pasiones, no negarlas escondiéndolas, sino encarándolas, y “negociando” con ellas. De esta forma se mantiene el acceso a la energía vital, tan precisa y preciosa para nosotros, sin perder el dominio de uno mismo.
Decía Evagrio en (Praktikós 50): «Si un monje quiere tener conocimiento de los demonios más crueles y familiarizarse con sus estrategias para adquirir experiencia en su arte, debe observar sus pensamientos y emociones».
Y aquí Evagrio, llama “demonios” a esas pasiones díscolas que nos tientan una y otra vez, y que hay que conocer su naturaleza y su realidad psicológica. Hoy día con los avances en psicología, estamos en mucha mejor situación que Evagrio para “negociar” con ellas.
Pero ¿qué significa eso de “negociar” con ellas? Pues simplemente no vencerlas, sino “convencerlas” con razones ajustadas a la realidad, no con apriorismos ideológicos.
El centro decisorio de nuestra mente subconsciente, (el “ello” o “self”), no es nuestro enemigo, y tiene interés en nuestro bien y en nuestro desarrollo personal, porque es una parte de nosotros mismos.
El único problema es que no está de acuerdo con muchas de las ideas que nuestra mente consciente ha aceptado como verdaderas, durante el proceso de aprendizaje.
Nuestro subconsciente se produce de forma montaraz y violenta, cuando debido a la represión de las pasiones por parte de la mente consciente, aflora puntual y torrencialmente, en sucesivos episodios psicóticos involuntarios: ataques de ira, de lujuria, etc.
Pero en reposo es muy razonable. Y negociar, es razonar, explicar, dar razones convincentes sobre lo que conviene o perjudica a nuestro equilibrio psicológico y nuestra felicidad.
Ahora bien, si las razones que damos para la represión de nuestras pasiones son erróneas, como un supuesto mandato divino, o una imitación de un modelo ideal dudoso por autoinventado, (metas morales provenientes de la inculturación), entonces el subconsciente lo rechaza.
Hay que comprender para atender. Dice José A. Marina: “’Comprender’ no es excusar, sino captar el verdadero significado de las cosas, integrar los datos en modelos explicativos consistentes”. Hay que llegar a conocer la verdadera naturaleza de todas las cosas, o sea la realidad en la que nos movemos, y entonces tomaremos decisiones acertadas.
Hay que negociar y comprender que permitir un cierto grado de nuestras pasiones, es necesario y positivo para nuestro devenir. Sin un cierto grado de “ambición”, de “orgullo” por conseguir una personalidad equilibrada, de “envidia” sana de los que lo han conseguido antes, etc. no conseguiríamos la energía psíquica que se necesita para el despliegue de nuestra verdadera naturaleza latente.
Macario, otro de los maestros de la oración oriental –la Filocalia– dice: “Abstenerse del mal no es la perfección; la perfección es entrar en un espíritu humillado y dar muerte a la serpiente que anida y ejerce la muerte debajo mismo del espíritu, más profundo que los pensamientos, en los trasteros y los depósitos del alma. Porque el corazón es un abismo…”.
Hay que “matar a la serpiente”, o mejor aún “domesticarla”, al estilo de los encantadores indios de serpientes, y para ello hay que acercarse a ella y convencerla con razones que ella acepte, para firmar así la paz del alma.
Y entonces nos iremos acercando poco a poco a la meta: «Cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia, cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente: brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía» (Isaías 58, 9-10).
M.Luisa: Amabilidad toda, eso que no falte nunca. Dicho lo cual, sin ánimo más que de concordia, vamos a ver, si he entendido bien.
Aquí parece que hay un problema de perspectiva. Un sistema, es un conjunto de elementos cada uno con una dinámica propia, pero coordinados e interrelacionados, entre sí, de forma que constituyen un ente único.
El cuerpo humano, la mente o un motor, son buenos ejemplos de sistemas.
Y se pueden contemplar desde dentro o desde fuera. Y ambas perspectivas son posibles y válidas. Ahora bien depende de lo que se intente conseguir.
Si lo que intentamos es estudiar la relación de ese ente, con otros, o con el medio, se le debe estudiar en el holón o nivel superior, o sea contemplando el sistema como un conjunto estructurado.
Pero si se pretendemos conseguir un buen funcionamiento del ente, o sistema, entonces tendremos que contemplar las interrelaciones de sus elementos integrantes, para procurar que todo esté coordinado e integrado en una dinámica interna general.
En el caso de la mente, este sistema está formado, (según el modelo que he adoptado yo, -el tuyo, no lo sé, porque no lo explicitas), por una mente consciente, dirigida por un centro decisorio llamado “yo” o “conciencia”.
Y por una parte subconsciente, que contiene, además de una memoria subconsciente, (integrada por recuerdos y experiencias reprimidas por el yo), y por toda una serie de programas comportamentales heredados, que contienen además el software básico para el funcionamiento mental general, con toda una batería de programas generales de comportamiento a seguir, para cada una de las múltiples situaciones en que el humano se pueda encontrar.
Esto no es nada extraño. Todos los animales, (diría todos los seres vivos, incluido el más mínimo virus o ameba), disponen de un conjunto de programas comportamentales que les hacen realizar las acciones propias de su especie, cada una las suyas.
A los animales no les cuesta ningún esfuerzo, ser ellos mismos, al perro ser perro, y al gato ser gato. ¿Entonces por qué al ser humano, le cuesta tanto ser humano, y cada uno lo es de formas y comportamientos muy diversos y contrapuestos, y sobre todo en los últimos tiempos, (5.000 años)?.
Pues yo creo, que es porque, los programas comportamentales que constituyen la naturaleza humana, que residen en la mente subconsciente, que todos heredamos genéticamente, y los que constituyen el guion de la naturaleza humana, han funcionado bastante bien, (han conseguido la supervivencia de la especie), hasta que se ha ido desarrollando paulatinamente la mente individual, yoica y autoreflexiva.
A partir de que nuestra inteligencia, con sus funciones de aprendizaje y creatividad, se han ido desarrollándose, esa mente individual ha empezado a entrar en contradicción con la mente grupal instintiva que ha guiado el comportamiento humano durante millones de años, en las diferentes subespecies de humanos.
Cada vez hemos ido acumulando aprendizaje cultural, transmitido mediante el lenguaje, y hemos empezado a recibir conocimientos, (muchos de ellos erróneos), y a aprender comportamientos y rutinas culturales nuevos, que entraban en contradicción con los cursos instintivos heredados, de la mente subconsciente.
Por otra parte la mente subconsciente, no solo es un almacén de conocimientos y rutinas, sino que dispone de un centro operativo, con capacidad de discernimiento y de decisión, que entra en contradicción muchas veces con nuestro yo-conciencia, que funciona en base a unos conocimientos y rutinas aprendidos, muchos de ellos erróneos, debido a nuestro conocimiento muy imperfecto de la naturaleza.
Esta disgregación de la mente, viene reflejada fisiológicamente con la separación de los dos hemisferios cerebrales, donde en cada uno se concentran, las capacidades autoreflexiva por un lado, (el izquierdo), y las capacidades y conocimientos instintivos, (el derecho). Ambos hemisferios tienen un nexo de unión, bastante imperfecto y deficiente para la buena comunicación de ambos.
Total, que la mente del humano moderno, (el de los últimos 5.000 años), es un campo de batalla, batalla que se va agudizando, en función de la aceleración constante con que la mente reflexiva, el logos, se va haciendo cada vez más fuerte y poderoso, en parte debido a la acumulación constante de conocimientos.
Cada vez la disgregación es más acelerada, y los conflictos entre ambos centros decisionales es más enconada, lo que es la causa de múltiples trastornos y patologías, en parte debido a que los contenidos de la mente subconsciente están muy unidos a la fuente de las emociones, tanto positivas como negativas, lo que genera adicciones peligrosas en el primer caso, y mucha angustia en el segundo. Y además a la fuente de la energía vital, que mantiene nuestra mente en marcha, lo que es el origen de las situaciones depresivas que es el cáncer actual de la parte de la humanidad que ha superado las necesidades básicas.
La solución estaría en conseguir de alguna manera una conciliación de ambas partes, sin vencedores ni vencidos, porque tan nuestra es la mente consciente como la inconsciente.
Ese es mi modelo de la mente. El que tenga otro distinto, que lo exponga.
No es difícil, Isidoro, descubrir en este largo comentario tuyo todo un compendio de las ideas que en tantos otros anteriores, sobre este tema de la conciencia humana, nos has ido transmitiendo. Por esto conocedora un poco de tu modelo no tiene que extrañarte en absoluto mi crítica interpretativa del otro día.
Dices bien, es un problema de perspectiva, lo que ya no estoy tan de acuerdo es que para el problema que nos ocupa, una vez descrito lo que es un sistema, digas que es indiferente contemplarlo desde dentro o desde fuera.
Fíjate que es justo ahí donde irrumpí con mi crítica. Desde tu perspectiva, visto desde fuera el sistema, tienes que conciliar estos dos opuestos que dices: las pasiones y la mente consciente, cuando ambos subsistemas forman uno solo contemplado desde dentro.
Es la visión no dual de la realidad contemplada desde un emergentismo filosófico propiciado por los últimos estudios científicos sobre la realidad física de la naturaleza. Y en este sentido puedo, en un intento de aproximación a tu esquema, asociar sin problema, el “elan vital” bergsoniano del que hablas en el artículo, con el concepto zubiriano de “impresión de realidad” lo cual uno y otro nos sitúa frente a aquello que nos es propio a los humanos al tomar contacto con la realidad: la aprehensión humana. En ella se aprehende la realidad unitariamente. Ya tenemos ahí la perspectiva que buscábamos, la de tomar, captar, aprehender todo el sistema por entero.
Luego, a partir de ahí el conocimiento se despliega en distintos niveles de racionabilidad siendo aquella fuerza primigenia de savia material y sensible la que los abre y los hace posibles, perdurando esta impresión, este “elan vital” en ellos hasta llegar al último eslabón de la razón, por eso la razón no es pura sino que va revestida de sensibilidad.
Te entiendo que introduzcas en el tema el aspecto psicológico, pero creo que éste merecería un análisis aparte, luego, si acaso sí conntrastarlo con lo real.
Me quedan cosas pendientes lo sé pero de momento creo que en síntesis te he respondido.
Muchas gracias, Isidoro, y demás comentaristas a tu artículo. Por cierto, de lo más interesante, toda esta descripción centralizada en la mente, estructura y sus diferentes herramientas que reinterpretamos a modo dual y en gran parte contradictorio.
Por mi parte, creo, que, aún a pesar de lo que parece y hasta donde llegan los conocimientos en su complejidad, hay en todo ello potencialidad para ir creciendo en consciencia, tras ir sorteando “trampas” mentales, logrando aventurarse y salir de los circuitos egocéntricos, con los que estamos fuertemente identificados y creemos ser por encima de todo y de todos.
El intento consciente de evitar esta inercia, tratando de hacer pie más y más en la consciencia, en otro modo de ver y de conocer lo que se nos ha ido inoculando y hemos heredado haciéndolo nuestro, más o menos de modo pasivo, abre la experiencia interior a un espacio mucho más amplio y profundo, que nos hace experimentarnos uno con todo, a pesar de los pesares, y sentirnos , percibirnos no separados.
Sé que esto lo sabe todo ser humano que lo prueba e intenta, en la medida de sus posibilidades y circunstancias personales, y por supuesto, con retornos cíclicos insospechados al refugiarse y afincarse de nuevo, siempre inesperadamente , en los miedos e inseguridades propios del ego, necesitado de imperturbables amarras.
Por tanto, un modo de ver u otro depende de su manera de estar en el mundo, ya si está centralizado totalmente en la mente, es decir, con plena identificación con ella , y de ahí, con el ego que de ella surge, los pensamientos y emociones que se generan e interactúan , y con todo el entramado que va generando en sus circuitos más sensibles y sintientes, o bien, si los reconoce como tales, como lo que son y que ahí están en su mente, pero no contribuye a retroalimentarlos, en la medida que es consciente de sus subterfugios y está atento a ellos, no se reduce a este vaivén imparable y mucho menos otorga a la mente todas sus señas de identidad, aunque en ello le cueste noches enteras sin dormir. En la oscuridad aparece y se distingue la luz, como aquella en su ausencia.
¿Y cómo hacerlo? Me atrevo a decir que es sencillo y al alcance de cualquiera que ponga atención en ello: Se les observa aceptándolos en su hiperactividad, a veces de lo más imprevista, tratando de poner atención a ese juego inconsciente que merodea a sus anchas por nuestra cabecita, y sin más, en esa plena atención, cesan en su compulsión obsesiva. No obstante, vuelven a la carga, a la mínima de cambio.
También es por cualquiera comprobable, de que la mente con sus pensamientos, buscados o no, no es lo que somos, sino aquello que es capaz de observarla en su funcionalidad y operatividad, sin sentirse arrastrado por ella. El ego, su creación, al instante, se nos muestra sin identidad, vacío, no hay nadie a quien colgar medallas, se detienen los intereses creados.
A la vez que la consciencia-conciencia emerge como lo único que hay , que es, y que siempre ha estado ahí, la mente se deja integrar en ella y en todo lo que de ella surge, de modo que, se percibe y se vive desde el no-lugar que es y en el que en realidad todo es y somos, partes y todo. Las acciones y sentimientos humanos que emanan de ahí no buscan resarcirse, solo el ego lo desea y lo intenta, sino no enturbiar ni romper la frágil conexión e interrelación humana aparente que desconoce su realidad de fondo y que no le es posible aún, estando en el todavía no, de reconocerse y verse de modo inmediato y directo en los demás.
Y para terminar. En la vida nos decimos que encontramos obstáculos diversos que nos engañan y confunden, con infinidad de vueltas a empezar, porque partimos de la visión de la realidad que nos hemos dado, y que pudiendo diferir en cada etapa, continuamos poniéndonos, con especial empeño, en su centro, olvidando lo integrador de ella, de la vida en su conjunto, tanto lo que se expone a la vista que re-interpretamos con nuestro filtro personal más o menos consciente e interesado, como todo lo otro, aquello que no nos es aún observable, ya que la Realidad en la que somos y la que es, no excluye, es imposible, no hay nada fuera de toda la vida que comporta e integra, nada es, ni tiene un porqué ni un para qué, según nuestros parámetros mentales, sin toda ella.
Ya ves, Isidoro, insisto despreocupándome totalmente de si del otro lado se me ofrece amabilidad o no en la interlocución, esto para mí es lo de menos, lo que me interesa es compartir, y no por un convencimiento indiscutible que tenga de mi hallazgo, sino porque en ese compartir al entrar visiones distintas lo perfilemos y lo perfeccionemos entre tod@s. Esta es la tarea más importante que me hace mantenerme en Atrio.
Empiezo cogiendo de tu comentario el último párrafo:
“Porque una constitución unitaria y estructurada, da por sentado que antes, el sistema era desestructurado y múltiple. Y su estructuración exige la recolocación, conciliación de elementos desordenados y a veces opuestos.”
Esta interpretación tan particular de estructura es precisamente lo que permite a la inteligencia concederle carácter de instrumento.
El enfoque ha de ser a la inversa, es decir, no es dar por sentado un constructo… sino considerar las cosas en su estructura interna. Ahí empieza el fenómeno que con rigor llamamos complejidad. Porque de lo que se trata es de ver-inteligir las cosas desde los caracteres del sistema y no al revés, desde fuera.
Se puede poner un montón de ejemplos pero tomemos uno que nos es próximo, el de nuestro organismo: es organismo por estar organizado, la función organizadora es propia del sistema entero y por tanto desde esta perspectiva, como dije ya el primer día, no hay oposición entre las pasiones y la mente consciente sino que ambas notas de la realidad humana son sólo momentos estructurales de ella.
Esto significa que la constitución del ser es consecuencia de la realidad considerada como estructura. Precisamente la trampa histórica, la trampa de la cual habla el artículo radica en haberle otorgado a la inteligencia la facultad de ser instrumento para… de ahí han derivado los racionalismos todos idealistas y empiristas.
Podría seguir pero sólo lo haré si se me plantean cuestiones sobre lo expresado.
Amigo George: Lo primero una cuestión metodológica: Tendrás que confiar en la bondad de las citas. Yo ya dije alguna vez, que la gran mayoría de ellas no son de lecturas directas, sino citas de citas. Yo me fío del resto de los autores, y si alguna falla, pues mala suerte.
Pero eso no tendría la menor importancia. Yo cuando pongo una cita es porque estoy de acuerdo con ella, así que si en algún caso, alguna no la dijo el autor citado, la prohijo yo personalmente.
Y entonces ¿por qué las pongo?. Por pura justicia: no quiero que una frase brillante, o que expresa una buena idea, parezca como que es mía. Al César lo que es del César.
Y yendo al tema, George, pones encima de la mesa una contradicción más, de las muchas que tenemos que afrontar y conciliar: los seres humanos, somos todos iguales, y todos diferentes.
Todos tenemos una naturaleza humana común, (con ligeras variantes insignificantes), transcrita genéticamente en los programas comportamentales heredados, que constituyen los “arquetipos” del Inconsciente colectivo.
Y por otra parte, las múltiples y variadas circunstancias en que transcurre el desarrollo embrionario, perinatal e infantil, el ambiente socioeconómico, el grado de cultura recibido, el azar, etc., son factores que hacen que esos programas comunes de nuestra naturaleza, se desplieguen y desarrollen de muy diferente forma, con lo que cada humano es un caso circunstancial distinto.
Pero eso no quiere decir que no se pueda pensar en el humano como una especie común a todos los individuos que la forman, al igual que se puede hablar de leones, aunque luego cada león sea un caso distinto.
No solo los libros de autoayuda, TODA LA LITERATURA PSICOLÓGICA, se basa en lo que tienen en común todos los humanos. Si no se pudiera pensar y estudiar al hombre como especie, no se podría hablar de la ciencia psicológica, solo de un prontuario, o catálogo de casos personales y más casos personales, sin que pudiéramos deducir ninguna ley general.
La inducción funciona así: imaginamos una hipótesis previa y luego tratamos de verificarla con hechos, estudiando casos concretos.
Pero existe además la abducción, que Wikipedia explica que “un razonamiento abductivo, es un tipo de razonamiento que a partir de la descripción de un hecho o fenómeno ofrece o llega a una hipótesis, la cual explica las posibles razones o motivos del hecho mediante las premisas obtenidas. Charles Sanders Peirce la llama una conjetura. Esa conjetura busca ser, a primera vista, la mejor explicación, o la más probable”.
Es verdad que toda conjetura, aunque bien fundada, es discutible, y por eso existen tantas escuelas psicológicas distintas. Pero todas con un modelo de la mente. No creo que exista una escuela psicológica sin modelo de la mente, casuística cien por cien.
Claro es que una cosa es el estudio de la especie y otra la terapéutica de los individuos. El terapeuta debe conocer las leyes generales con que se rige la especie y luego tendrá que analizar caso por caso las circunstancias de cada persona.
Es como en el chiste, en el que el profesor de Derecho aparece con un librito en una mano y con un librote en la otra. Y dice: Este librito es la Ley, y este librote las excepciones. Pues en Psicología igual.
Respecto a las formas diversas de maduración, me ha recordado el inicio de Ana Karenina de Tolstoi: “Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada”.
Yo me imagino que la auto-realización personal dependerá en sus detalles de las circunstancias culturales y socioeconómicas de cada persona. No será de la misma forma para un catedrático estudioso, que para una obrero campesino.
Pero quizás ambos, cada uno en su circunstancia personal, tendrán que afrontar esos mecanismos mentales de la contraposición mente consciente vs. mente subconsciente, y tendrá que alcanzar un grado de comprensión de su naturaleza, que le otorgue una cierta autoestima, y un grado de comprensión/compasión hacia sí mismo y hacia los demás, que caracterizan a la maduración.
Aquí se pondría de relieve como la sabiduría, no es cuestión de estudios y lecturas, (aunque estas ayudan a conocer y conocerse, -cuando no embotan y/o alienan y dificultan el distinguir lo importante de lo accesorio).
Esa universalidad y transversalidad de la sabiduría natural, me confirma en la idea de que está recogida en los programas comportamentales, heredados por todos genéticamente. La experiencia nos muestra como hay gente poco letrada, que es un sabia, y mucho estudioso confuso y perplejo.
Aquí yo creo que hay un cierto destino, o fatum, que parece que hace que haya gente a la que le cuesta poco ser equilibrado, sensato y sabio, y a otros nos es muy difícil. Quizás sea a esto a lo que se refería Jesús en el evangelio de Tomás: “Elegiré a uno entre mil y a dos entre diez mil”.
Parece injusto, pero en el fondo, cada uno cumple su papel en la historia humana, y esto de la maduración o auto realización personal, no es una cosa solo individual, sino es una cuestión de la especie.
Cuando decimos que aquí se salva la especie o no se salva nadie aisladamente, estamos aludiendo al papel instrumental del individuo maduro, de promover y catalizar la emergencia de una nueva especie humana, más inteligente, feliz, justa y serena: el mundo nuevo que todos deseamos.
Uno mete el gol, pero es el equipo el que gana o pierde.
(El nuevo sistema de comentarios-respuesta, a mí me da algún problema. Primero en ese tipo de acceso no queda abierta la rejilla para editar texto, (poner negrita, itálica), y cambia el interlineado: hay que poner un espacio más entre párrafos, que los de antes.
Por otro lado desde la introducción del nuevo sistema, a mí en los comentarios de acceso general, cada vez que edito texto, (añadir una coma, cambiar una letra, etc. me sube hacia arriba, y hay que bajar de nuevo para encontrar el cuadro de texto a mandar. Podía ser solo un tema solo mío).
(Acabo de editar este último trozo, y no me ha dado el problema, pero anteriormente sí).
Saludos a todos y muchas gracias por los comentarios.
Agradezco a Isidoro el esfuerzo por esclarecer mis dudas, pero no puedo simplemente creer porque dogmáticamente alguien afirme algo. Y digo dogmáticamente porque se me demanda, por parte del autor, la confianza apriorística en su infalibilidad o en la infalibilidad de sus interpretaciones subjetivas, sus preferencias y creencias.
Además, permítaseme con sinceridad y franqueza decir que no deseo confiar a ciegas en cuanto a las citas porque cualquier interpretación puede ella misma ser objeto de ulterior interpretación y de error y que una interpretación por mera simpatía o antipatía con el argumento en cuestión puede igualmente ella misma ser susceptible de error y de errores está llena la historia de la Ciencia. Pero agradezco el esfuerzo.
Por otra parte, la simpatía personal o que a una persona le parezca que algo sea suficientemente cierto demanda un mínimo de amor a la verdad y a la suficiente certidumbre, reconociéndose uno mismo susceptible de error y por eso las referencias son necesarias, valiosas, útiles y, en servicio a los demás, deben ser verificables o de lo contrario es preferible admitir que no se trata de difundir la mayor verdad, sino que se escribe «ciencia-ficción». Esto lo digo con el mayor respeto por la seriedad del autor y su obvia erudición, que se hace notar en la consistencia de su punto de vista.
Amigo Georges: Y vuelta la burra al trigo. Yo no pido una fe en la bondad de una idea por infalibilidad, ni por autoridad del autor, y mucho menos por simpatía o antipatía hacia el citante o al autor de la cita.
Yo lo que digo, es que si no hay confianza en la cita, se considere como una opinión más de las que expone el autor de cualquier artículo o comentario. Y dicha idea tendrá la autoridad que tenga la idea.
¿Que esa idea te parece equivocada? Pues muy bien, no será ni la primera ni la última. ¿Qué todo lo que escribe alguien te parece ciencia-ficción?. Pues muy bien: es tu opinión personal, tan válida en principio como la de cualquiera, mientras no se den argumentos adecuados.
La verdad o el error será verdadero o equivocado, lo diga Agamenón o su porquero. ¿Y quién lo determina?: Pues eso es muy complicado, será la Historia: “La historia me juzgará”, dijo Fidel. Incluso el foro cultural general es susceptible de modas pasajeras, y lo que hoy triunfa, mañana se olvida. Sic transit gloria mundi.
El diálogo cultural es una confrontación de ideas, que unos y otros lanzan a la palestra, y luego, unas tienen más éxito y otras menos. Lo importante es que en este proceso aprendemos nuevas cosas, vemos nuevas ideas, y eso para mí, es lo que me da la vida. El día que lo sepa todo, me suicido. Pero no hay miedo, la cosa va para largo.
Los viejos tenemos que cultivar y regar todos los días las pocas pasiones que nos quedan, y la mía es el amor a la verdad, y el descubrimiento de la realidad. Eso y el Real Madrid, es lo único que me da fuerzas para levantarme todos los días, que a veces cuesta, sobre todo cuando pierde o empata.
Yo tengo un archivo, con todas las frases interesantes, y trozos de entrevistas, que leo en Internet, que copio y pego, y es mi almacén de citas. Y raro es la semana que no apunto diez o veinte. Y algunas de ellas las comparto con los lectores de Atrio, cuando salen al tema. (Tengo un archivo de trescientas páginas bien apretaditas de citas y trozos interesantes para mí). Es mi posesión más preciada.
Me refería a esto que escribiste que no es tan inocente como las aventuras del Real Madrid: «Amigo George: Lo primero una cuestión metodológica: (1) Tendrás que confiar en la bondad de las citas. (2) Yo ya dije alguna vez, que la gran mayoría de ellas no son de lecturas directas, sino citas de citas. (3) Yo me fío del resto de los autores, y si alguna falla, pues mala suerte. Pero eso no tendría la menor importancia. (4) Yo cuando pongo una cita es porque estoy de acuerdo con ella, así que si en algún caso, alguna no la dijo el autor citado, (5) la prohíjo yo personalmente. Y entonces ¿por qué las pongo? Por pura justicia: (6) no quiero que una frase brillante, o que expresa una buena idea, parezca como que es mía. Al César lo que es del César.»
1. No tengo que confiar en tus citas solo porque tu confías tan arbitrariamente. Si la afirmación contenida en la citación yerra, no es cosa de mala suerte es dirigir al lector hacia el error y eso implica una responsabilidad con respecto al amor de la verdad que aseguras te motiva.
2. Lo que divulgas pero que no te consta directamente que fuese dicho por el autor que le atribuyes a la cita cae en la categoría de las pos-verdades, es decir, en la categoría de las falsedades con pretensiones de veracidad. Además, divulgarlas sin saber si son ciertas no es dar al César lo que le corresponde, es divulgar una verdad que quizás no sea tal. De Teresa de Jesús se dice que llamó a la imaginación «la loca de la casa» aunque la consideró tan importante en su noción de oración mental como Ignacio de Loyola. Pues bien: Nunca lo dijo o escribió que se sepa. Se dice que Einstein afirmó que, si un mismo método yerra en el resultado a que conduce, es necesario cambiar de método: Pues bien, no existe la prueba documental de que lo haya dicho.
3. No me toca juzgar si te tomas en serio o no contribuir con tu opinión y saber en Atrio. Tienes derecho a escribir lo que quieras y del modo que quieras. Es pena que no desees tomártelo en serio.
4. Tu entender o tu sapiencia no basta cuando se trata de refrendar la afirmación de otro si basas en ella la tuya propia porque entonces ¿para qué necesitas una autoridad ajena que no existe? Bastaría simplemente escribir, «personalmente me parece…».
5. Prohijar una opinión ajena que no es de quien piensas que la dijo para prohijarla como si fuera tuya, ¿qué quieres que diga? anda cerca del plagio, muy cerca y después atribuírsela de todas formas, para evadir la acusación de plagiar no es cosa de justicia con César, es cosa de manipulación de la información.
6. Que una frase te deslumbre o te parezca buena simplemente porque te lo parece es lo mismo que hace cualquier teísta afirmando a priori la existencia de la divinidad para después postular que ésta creó de la nada todo aquello cuyo origen no se puede desentrañar del misterio. Al menos debiera haber un cierto decoro para no pretender conocimiento científico que solo expresa pura preferencia estética por el oropel literario anónimo.
Te hago este comentario porque te respeto y me hubiese gustado esperar lo que me ha parecido que puedes ofrecer, pero si no puede ser, de todas formas, lo lamento, pero lo acepto. Te deseo lo mejor.
Sin embargo, ahora puedes entender a través de este segundo comentario el primero mío de ayer. Pero da igual.
En cualquier caso este último tuyo me ofrece elementos muy sustanciosos para responderte pero lo dejo para más adelante pues ahora no me es posible.
Leo:Lo de la “conciliación” o “negociación”, de las pasiones con la mente consciente, no es algo sacado de la manga. Es una más de las múltiples conciliaciones de opuestos, que tenemos que hacer a consecuencia de la naturaleza humana.
Es que no hay oposición entre las pasiones y la mente consciente! Ambas son solo momentos estructurales de la naturaleza humana en tanto realidad.
La mente consciente aparece en su función aprehensora de la realidad precisa y formalmente en el momento mismo de superación del puro sentir mediante una suspensión en él del carácter meramente estimulante de las pasiones. Y esto sólo por el modo mismo cómo los humanos, para vivir, nos enfrentamos con las cosas. Por esto ayer, del artículo, saqué la interpretación instrumental que se le daba a la inteligencia y ahora la frase que he seleccionado lo confirma:
“la conciliación de opuestos que tenemos que hacer”
Es decir, se trata ahí de una corrección, de una acción intelectual, de un hacer previo antes del acto intelectivo propio de la inteligencia que es saber. No se trata por tanto de conciliación de opuestos sino de constitución estructural y unitaria.
Bien, lo dejo aquí pero que conste que por ahondar en esta cuestión no me he despreocupado del problema catalán que cada vez es mayor sino que voy más bien a caballo entre una cosa y otra, aunque por eso tal vez importune a alguien!
Al primer comentario no te contesto, porque no he entendido nada. ¡Llego hasta donde llego! Comprendo tu imposibilidad de traducir la jerga filosófica a lenguaje coloquial, (no exento por ello necesariamente de conocimientos y con algún puntual término técnico).
Como cuando tocas otros temas, te abajas al común y te explicas muy bien, entiendo que es que te posee el espíritu filosófico, y no lo puedes remediar.
De este segundo comentario, te entiendo algo mejor. Te planteas sobre si la mente es un instrumento del humano. Yo creo que sí.
La mente, (o conjunto de actividades mentales), está para colaborar en el objetivo primario del humano: sobrevivir, y además, para sobrevivir feliz.
Dices: “el acto intelectivo propio de la inteligencia es saber”. Y yo creo que te quedas en el cómo y no en el para qué, su fin evolutivo.
La historia humana ha sido hasta la época histórica, una guerra de supervivencia. Primero ante los muchos enemigos externos y circunstancias naturales poco amigables, y segundo, ante los otros miembros de la especie.
Todos esos 200 ó 300.000 años, sumados a los 20 millones de años anteriores de primates, se resumen en la historia de Caín y Abel. Y todos somos hijos de Caín, nuestro gran abuelo, al que todos los días deberíamos humildemente poner unas flores en la tumba y reconocer que cada uno de nosotros estamos aquí gracias a sus “habilidades”.
Lo que pasa que somos como esos hijos de nuevos ricos, que falsifican su genealogía, ocultando al abuelo ladrón o estafador y presumen de ascendencia noble. Ahora todos somos hijos de Kant. (Como decía Calígula, el dinero -proveniente del impuesto de las letrinas-, no tiene olor).
Está bien, lo que bien acaba. La humanidad triunfará, y ese triunfo nos honrará y nos limpiará las vergüenzas a todos los antecesores que nos hemos quedado en el camino, y que unos más y otros menos hemos estado ahí. Es como en los castellets, toda la gente mira al niño de arriba, pero los de abajo también triunfan.
Y dices: “No se trata por tanto de conciliación de opuestos sino de constitución estructural y unitaria”. Me da la impresión que estás contraponiendo dos términos distintos literalmente, pero de igual significado.
Porque una constitución unitaria y estructurada, da por sentado que antes, el sistema era desestructurado y múltiple. Y su estructuración exige la recolocación, conciliación de elementos desordenados y a veces opuestos.
(Voy a probar el nuevo sistema de respuestas. A ver que tal).
Leo: «Nuestro subconsciente se produce de forma montaraz y violenta, cuando debido a la represión de las pasiones por parte de la mente consciente, aflora puntual y torrencialmente, en sucesivos episodios psicóticos involuntarios: ataques de ira, de lujuria, etc.»
Realmente no comprendo este párrafo del artículo y agradeceré que el autor lo aclare o explique. Si el autor quisiese referirse a los siguientes puntos, aunque no tiene obligación de hacerlo y lo reconozco, me permito mencionarle mis dificultades que son las siguientes:
1. Utilizar terminología usualmente cargada de moralismo (ex.gr.) ira, lujuria);
2. El término «represión» para nombrar una conducta consciente como en lenguaje político o como equivalente de «supresión» que si es típicamente consciente. La represión en términos psicológicos es típicamente inconsciente si no exclusivamente, e involuntaria, dinámica.
3. La ira y la lujuria no son necesaria y típicamente ni episódicas, ni puntuales, ni psicóticas:
a. La ira puede constituir un estado anímico prolongado y enmascarado, pero no puede ser psicótica, si bien la violencia paranoica lo es, pero en ese caso no es resultado de la «represión» o supresión consciente de las pasiones,
b. La ira suele ser motivada desde afuera, aunque no exclusivamente en respuesta a una ofensa o agresión percibida por quien la siente o en reacción a la ira de otra persona.
c. La lujuria puede crecer con el trato y el atractivo sobre un período de tiempo, etc., y en modo alguno puede ser psicótica porque se refiere a una motivación real y externa.
d. La agresividad, que puede gatillar un asalto físico, puede ser psicótica y el ataque puede tener connotaciones sexuales.
e. La lujuria suele ser despertada y motivada por la voluptuosidad o el atractivo de un objeto externo. No sé cómo pudiera la lujuria quedar circunscrita a la sexualidad del sujeto sin una referencia al menos al recuerdo de un objeto suficientemente seductor real y externo.
f. La psicosis suele excluir una relacionalidad objetiva, excepto cuando es obsesiva, pero entonces suele ser imaginaria.
Isidoro, coincido contigo en lo básico de tu excelente presentación. Aunque coincido con Rodrigo que los psicoanalistas clásicos están superados, pero no por eso dejaron de rendir una gran aportación a la psicología de “las profundidades” del ser..No se puede prescindir tampoco de la formulación y estudio de “lo inconsciente” como parte de la funcionalidad vital, aunque sin el aura omnipotente que le asignó Freud.
Con esos datos hay que rechazar pues el combate de nuestras “desordenadas” pasiones o demonios con una represión patológica que irá en contra de nuestra propia psique y tampoco, como escribes, es saludable darle “rienda suelta” a nuestro desorden anímico y de perspectiva que nos conducirá, sin duda, a la decadencia moral y social.
Hay un dato que puede incorporarse a la tercera solución que planteas y es la “sublimación” de lo instintivo, de lo meramente biológico y que nos degrada hasta cierto punto, pero que no excluye ni la negociación ni la domesticación. A través del mecanismo de la sublimación podemos adentrarnos más en la profundidad psicológica y filosófica de nuestro ser porque somos capaces de remontarnos “a las alturas” y llegar al sacrificio mismo en aras de una causa superior. Es pues trabajar en la “ataraxia” de los griegos, no con lo ideal, sino con nuestra realidad actual. Es solo en l a paz interior como podemos librarnos de la propia esclavitud interior y del sentido de culpa que siempre nos abruma y limita. Transformar nuestra negatividad y miseria humana en un acto de afirmación que le de sentido a nuestra misma existencia humana.
Desde la teología cristologica Jesus nos invita a esta transformación sublime. Y nos sitúa en el medio, ya que “in medio virtus”….ni el exceso de un cruel ascetismo ni consentir en el disloque de nuestros instintos que nos esclaviza.Solo el amor que se vuelca y se centra en El, es lo que nos salva del ego-centrismo. Este es el camino y la misma vida. No podemos tampoco recorrer este complejo camino de la vida solos. Pero en un tiempo Cristo le dijo a Saulo “Solamente te basta mi gracia”
Un gran saludo para mi amigo Isidoro y para todos los participantes en este interesante y actualísimo tema
Santiago Hernandez
Hola!
– “El Culmen de la Vida es
una Pasión limpia
y
finamente dramática“-
José Ortega y Gasset.
Nota de corrección: Al final de la tercera línea del penúltimo párrafo de mi comentario de 4 octubre 2017, 2:04 am, donde se lee «org» debe leerse «orégō». Gracias.
En el tercer acto de «Andrea Chénier», Gerard cansado de debatir consigo mismo cede impulsivamente a la pasión: «Bugia tutto! Sol vero la passione!» (¡Todo es mentira! ¡Solo es verdadera la pasión!, énfasis y traducción míos).
Los procesos mentales no parecen rectilíneos, como aparece la lucha interior de Gerard. La existencia no es un conflicto simple, sino una pléyade de conflictos ocurriendo simultáneamente, en múltiples planos del foco de la consciencia.
Cuando Gerard se debatía para firmar la sentencia de ejecución de Andrea, no debatía entre la verdad y la mentira, sino entre la ansiedad y el deseo y resuelve firmar la condena por un impulso pasional creyendo que pueda «alcanzar» todo: Eliminar a Andrea, cumplir con el deber cívico y poseer a Magdalena. Su propósito menos consciente o claro es eliminar la lucha interna.
Este proceso central ocurre en el proscenio mental pero no independiente del conjunto dramático que ha venido ocurriendo y sirve de trasfondo y que en cierto modo anticipa lo que ocurrirá en el acto cuarto: Magdalena sobornará al guarda de la prisión, reemplazará a una condenada a muerte e irá a la guillotina del brazo de Andrea, probando sorpresivamente que Gerard tenía razón, solo la pasión prevalece, aunque no del modo que él pensaba.
Esto no es muy distante, como metáfora, de la lucha por la eliminación de la ansiedad que es un objetivo constante de la existencia. Ahora bien, que sea un objetivo constante no quiere decir que conscientemente sea el más urgente siempre de la misma forma o en la misma proporción. Hay ansiedad en la angustia como la hay en el goce y casi todo el mundo quisiera prolongar la ansiedad vinculada a éste.
Parece que la existencia esté orientada a «alcanzar» un estado de prolongado equilibrio, de mínima ansiedad o disrupción incluso física. En suma, la existencia es orexis, [del latín orexis (apetencia), a su vez del griego antiguo ὄρεξις (órexis, deseo), derivado de ὀρέγω (org, extenderse para alcanzar)] una idea imaginable como el prolongado gesto de quien se extiende para alcanzar lo distante.
Ahora bien, la existencia como «proyecto de felicidad completa» constituye un acto fallido, quizás como en el «Mito de Sísifo». Esto es de fuerte resonancia humana. La contradicción «Impulso Vs. Control de los Impulsos» se resuelve puntualmente, pero solo cesa definitivamente cuando la existencia cesa y no porque la corone la felicidad anhelada.
(Me ha salido una continuación-apéndice del artículo, inspirado por un artículo del psiquiatra Francisco Traver, “El hombre cósmico”. Perdón por el rollo).
Lo de la “conciliación” o “negociación”, de las pasiones con la mente consciente, no es algo sacado de la manga. Es una más de las múltiples conciliaciones de opuestos, que tenemos que hacer a consecuencia de la naturaleza humana.
La maduración consiste en superar nuestro pecado original como especie: el pecado de la dualidad que procede de nuestra asimetría cerebral.
La mente humana es algo similar a esas películas, en las que se escapan de la cárcel dos presos que están esposados. Uno de ellos pretende tomar el mando, (en nuestra mente, el “yo” consciente), pero lo tiene que negociar con el otro, y cuando va a moverse, tienen que coordinarse ambos continuamente, porque si no lo hacen no van a ningún lado. Durante un tiempo puedes intentar arrastrar al otro, pero eso es muy cansado y no funciona indefinidamente.
El proceso de maduración o individuación de Jung, consiste en coordinarse los dos centros operativos de la mente. El consciente y el inconsciente.
Y el efecto global de la maduración de los individuos, sería catalizar una mutación metafísica global, que de origen a una nueva humanidad, como ocurrió con la aparición del cristianismo, o con la época industrial. (Francisco Traver).
Por eso la vida humana está repleta de contradicciones que hay que superar.
La tendencia centrífuga hacia una mente individual, autónoma, y egoica, (con la creatividad y el espíritu de aprendizaje como armas), contra la fuerte tendencia centrípeta de la mente grupal, constituída primero por la tribu, luego por la cultura nacional, y siempre por el Zeigeist, el espíritu de la época, que tanto nos influye, y del que a muchos les es imposible salir. Y con el arma del instinto y necesidad de arraigo, que tanto nos influye, como señalaba Simone Weil.
La contradicción entre el hemisferio izquierdo, el logos, la razón y la técnica, el del homo racionalis, el aristotélico, el científico, con el hemisferio derecho, del hombre dionisíaco, el artista, el de letras, el platónico, el poeta.
La síntesis daría lugar a una mitad logos y mitad Dionisos: al filósofo sabio, transversal, transdisciplinar, el consiliente de E. O. Wilson.
Con una visión nueva que no trata de amordazar ninguna de las formas que le precedieron, que no está en la estéril dialéctica cognitiva sino en la expansión de la conciencia. No está en las ideas en sí, sino en el flujo de las mismas. (Traver)
Serán los catalizadores de ese reencuentro entre razón y espíritu, entre ciencia y fe, entre intuición y conocimiento.
Son los hombres cósmicos de Rojo Moreno, y el “centauro” de Ken Wilber. Muy lejos del filósofo clásico, erudito, y dualista. Son el futuro, los hombres del mundo nuevo que hay que construir.
Me alegro mucho, que tanto Rodrigo como George, expresen sus discrepancias a elementos concretos del texto. Ese es el camino de todo diálogo. De ahí puede salir alguna luz, para los lectores interesados en el tema.
Respecto al tema de la actualidad o no, de Jung, el artículo no es una copia de un libro de Jung. Es lo que yo he pensado sobre el tema, con mi experiencia personal propia y allegando ideas de aquí y de allá, que tengan alguna relación con el tema, incluídas mis interpretaciones sobre lo que Jung escribió.
Todos los grandes hombres son hombres de su tiempo. Y son grandes porque marcan una dirección a seguir, acertada en la opinión de sus admiradores. Pero luego tienen una serie de ideas muy vinculadas a sus circunstancias personales e históricas, que en tiempos futuros hay que releer e incluso en algunos casos, ignorar.
Eso es lo que pasa con Jesús, el más grande, (cuanto mas con Jung, Freud, Darwin, Teilhard, Tomas Merton u otros mas), que hay que releerle con los ojos actuales, si no queremos estancarnos en miradas del pasado.
A cada uno de esos grandes hombres, lastrados con sus circunstancias personales e históricas, deberíamos leerlos egoístamente, si se me apura soberbiamente: “A mí ¿qué me importa, aquí y ahora, lo que pasara en su época. ¿Qué me dice y enseña A MÍ, EN ESTOS MOMENTOS?. Es como decía Sohravardi, (lo que le llevó al martirio): “Leo (interpreto) el Corán como si hubiese sido revelado para mí solo”.
Para ver cada día más allá, intentamos ser enanos subidos a hombros de gigantes, y para ello hay que “pisotearlos” un poco, hay que traducirlos y utilizarlos, para progresar, (lo que no siempre conseguimos con acierto).
Claro es que Evagrio Póntico, cuando escribía demonios, pensaba en demonios: era un hombre del siglo IV, de hace 1.600 años, ¡faltaría más!. Pero nosotros, si no somos biógrafos de Evagrio, sino que lo utilizamos como guía de pensamiento, debemos traducirlo: ¿Qué diría Evagrio, hoy día, sobre ese tema, si escribiera hoy día?.
Y claro que Evagrio, pensaba en la aniquilación de las pasiones, siguiendo la escuela ascética clásica aún vigente hasta estos días. Pero él no sabía psicología, y así y todo, ya con sus referencia a observar “sus pensamientos y emociones”, se nota que intuye que los “demonios”, actuaban en función de nuestra propia dinámica mental.
Y ya no digamos Macario, del que repito esa cita continuamente, pues es un ejemplo de libro de genial intuición antigua, de toda la moderna psicología de la mente profunda y del subconsciente, (“la serpiente que anida y ejerce la muerte debajo mismo del espíritu, más profundo que los pensamientos, en los trasteros y los depósitos del alma”).
¿Pensaba Macario que había una serpiente de verdad?. Es claro que es una metáfora. Si he citado a los monjes el desierto, no es porque esté de acuerdo con ellos en su aproximación al tema, sino por dos razones.
La primera, por darle un enfoque “religioso”, y no solo psicológico-laico, al tema de la maduración, que se podría haber sustituido perfectamente por la “santificación” religiosa, concepto que debería ser el mismo, que madurción. (“Sed perfectos, como…”)
La segunda, para señalar que esta psicologización del tema, no es algo per se antireligioso. Incluso esas personas, tan clásicas y antiguas, ya intuyeron que esos temas de la santificación, no eran solo un tema sobrenatural de gracia divina, sino que era un tema de psicología humana. (Y esto sin prejuzgar sobre la existencia o no de la “gracia”, pues Dios actúa según la naturaleza).
Ya he dicho alguna vez que cuando leí “El hombre auto-realizado” de Maslow, noté que se trataba de un libro de espiritualidad laica, en la que todo humano, según su propia naturaleza humana, tiene latentes los mecanismos y medios para alcanzar esa “perfección”–maduración-auto realización.
Sobre esos medios y mecanismos, trataba el artículo, y claro es que como dicen los taoístas, el remedio adecuado en el hombre inadecuado no funciona, y cada maestrillo tiene su librillo. La vida es un continuo prueba y error, y el camino lo tenemos que recorrer nosotros solos, nadie puede recorrerlo por nosotros.
Maslow en el prólogo de su “El hombre auto-realizado”, ya anuncia, que esa nueva Psicología humanística, debe dejar paso a una nueva, la Transpersonal, ya centrada definitivamente, en el hombre ante el Cosmos.
“Dicha psicología promete desembocar en una filosofía de la vida, un sustitutivo de la religión, con una nueva escala de valores, y todo un pro-grama vital que muchas personas “idealistas” frustradas, echan de menos.
Sin lo trascendente y transpersonal, nos volvemos enfermos, violentos y nihilistas, y quizás también desesperanzados y apáticos.
Necesitamos algo «superior a nosotros mismos» a lo que respetar y en que confiar en un sentido nuevo, naturalista, empírico, no-eclesial; quizás al modo de Thoreau, Whitman, y William James”.
Respecto a lo de la aniquilación de las pasiones versus la “negociación”, se trata de una diferencia de enfoque que tiene que ver con la concepción del hombre de una concepción pesimista, (hemos venido a menos desde el pecado original), u optimista = tenemos en nuestros genes y nuestra naturaleza de forma latente, un programa de evolución y desarrollo de la conciencia, que tenemos que llevar a cabo, y es el proceso de maduración.
Y este proceso tiene mucho que ver con la conjunción de contradicciones que se ha revelado como la vía del avance cultural y espiritual, mediante la superación de paradigmas, a un nivel superior.
(Para otro momento lo del enfoque simbólico vs. racional de Jung. La interesante reflexión de Georges, merece tambien otro capítulo, que no hago ahora mismo, para no alargarme).
(¡Qué gusto poder hablar de estas cosas, descatalanizándonos un poco!)
La inteligencia como instrumento es lo que en el fondo parece dirigir la intención del escrito y a mi modo de ver es ese “impulso vital” que por ser humano se abre a la inteligencia dotándola, facultándola en un movimiento ya estructurado internamente.
De modo que la prioridad ahí no es el “homo faber” inteligencia instrumental como me parece resultar de la idea bergsoniana sino que la prioridad ha de recaer sobre el “homo sapiens”
El correlato de la inteligencia no es el objeto
El correlato de la inteligencia es la realidad
Sin entrar en detalles, me adhiero al tono de este artículo.
Correción: En la cuarta línea de mi entrada ( 3 octubre 2017, 3:13 am · Responder) donde se lee «penar» quise escribir «pensar». Gracias.
Mientras redactaba este comentario, entró el de Rodrigo y lo agradezco. No quiero parecer siempre crítico del autor porque admiro su erudición, aunque lamente que cite sin dar referencias, exigiendo una dependencia que no deseo. Me gusta revisar las fuentes.
Es claro que cada persona puede penar como mejor le parezca que se ajuste a la verdad, pero ésta no es un objetivo de la ciencia psicológica o de su arte, la psicoterapia. Ambas aspiran a un grado aceptable de certidumbre en cuanto a la efectividad de comprender y aliviar el malestar, por tanto, es difícil reducir los consejos o sugerencias, los métodos de tratamiento, a una sola clase o categoría.
No hay dos personas iguales. Las figuras patológicas son solo metáforas, quizás hipótesis de trabajo, pero solo existe cada persona y su circunstancia, como tantas veces se ha dicho en Atrio. Esa fantasía universalista es la causa de que hayan proliferado los nefastos libros de autoayuda: La fantasía de que una misma receta satisfaga el hambre de pan, que es tan diverso cuanto son diversas sus fórmulas de manufactura y métodos.
Cuando se habla de maduración no se puede hablar como si fuese un molde que todas las personas deben poder llenar sin déficits. No creo que el autor lo pretenda, sino que ofrece su percepción del problema y sugiere su versión de la solución y lo sabe. Quizás yerro y el autor crea que haya solo una forma o una medida de maduración. Solo la diversidad genética puede ya explicar que cada persona madure, si lo logra en grado suficiente, de manera propia y diversa de toda otra.
El sufrimiento no es evitable —usando una metáfora física, el sufrimiento es a la existencia como la fricción al movimiento mecánico— y quizás Buda tuviese parcialmente razón al afirmar que resistirlo lo haga doloroso o penoso, aunque se equivocaba al sugerir la posibilidad de la existencia libre de sufrimiento a fuerza de no desear.
Tanto el deseo como sus costes son intrínsecamente naturales: Aquél emerge de la insatisfacción y éstos de la experiencia compulsiva de procurar su satisfacción suficiente.
Algunas precisiones
Jung ha quedado superado aún entre la psicología jungiana
Paa Jung, el ello y el sí-mismo (self) no son lo mismo ni equivalentes
Evagrio no llama a las pasiones demonios, llama demonios a los demonios y considera que los demonios usan los pensamientos y pasiones como puertas de entrada al dominio de la voluntad de la persona.
La espiritualidad de padres y madres del desierto, retomada siglos después por el hesicasmo bizantino en que se nutre la Filocalia, no es de “negociar” sino de “exterminar” las pasiones. Con la clara conciencia de que no se conseguirá, salvo en casos de santidad excepcional y por Gracia divina, como en el caso de Abba Antonio (conocido en el catolicismo como San Antonio Abad). Por éso, el primer consejo dado a los novicios era “tienes que morir” porque sólo muertos deja de haber pasiones, y sólo extinguiendo las pasiones se entra al sabbat (descanso, que al pasar al griego hesychia dio nombre el movimiento medieval bizantino).
Hasta donde entiendo a Jung, no es “razonando” como se integra la personalidad (no sólo la integración de las pasiones, sino la integración de los arquetipos, incluyendo el “yo” y el “sí mismo”). Esa desconfianza al “razonamiento” como vía integrativa fue lo que le separó del método racional de Freud, para desarrollar un método más “simbólico” o “alquímico”.
Saludos