I – UN 23 F DE 1873
El 11 de febrero de 2017 se cumplen 144 años de la proclamación de la Primera República española y el 23 del mismo mes se cumplen 36 años del “golpe de estado del 23 F.”.
Curiosamente (¡ curiosidades de la Historia !) las inquietudes, miedos, carreras y lágrimas (que las hubo), vivencias que algunos tuvimos en Madrid desde las seis y veinte de la tarde del 23 hasta el mediodía del 24 de Febrero de 1981, con motivo del asalto al Congreso por un grupo de guardias civiles, pueden ser, “mutatis mutandis“, imaginadas y reconocibles en algunos “relatos” de prensa de la época de la Primera República, concernientes a los días 23 y 24 de febrero de 1873.
- Con diferencia de horas, las similitudes de ambas crisis no son menores.
1) En ambas se está en la circunstancia de un cambio de Gobierno.
2) En ambas existe una “conjura” con apoyo de grupos de guardias civiles y otras fuerzas armadas.
3) Ambas crisis –intentos de golpe de estado de 1981 y de 1873– se resuelven, sin derramamiento de sangre, pero con importantes consecuencias políticas, y en menos de un día.
4) Por otra parte, la participación del Presidente de la Asamblea Nacional Cristino Martos entre los conjurados de 1873, encuentra su réplica en 1981 en un misterioso “elefante blanco” que habría de ponerse al frente del alzamiento.
Javier Cercas dedicó un interesante relato, todo un libro, (“ensayo en forma de crónica“) al 23 F. de 1981: “Anatomía de un instante” (Editorial Mondadori. Barcelona. 2009). Sin que haya comparación posible, muy modestamente, en la medida del espacio de dos o tres artículos y concorde con las propias y exiguas capacidades y limitativas circunstancias, intentaré una “aproximación” a la “anatomía” de “ese instante” (una larga tarde) en la que, en febrero de 1873, sucede lo siguiente:
1) Dimite el primer gobierno de la República presidido por Figueras y cuya dimisión se acepta.
2) Lo sustituye el poder ampliado del Presidente de la Asamblea, Cristino Martos que, manteniendo su cargo, es investido con las facultades del Ejecutivo
3) El Presidente de la Asamblea (Martos) nombra por sí, “como presidente de la Asamblea Nacional, y en uso de las facultades de que esta me ha revestido” un gobierno “interino” presidido por el mismo Estanislao Figueras, que poco antes había dimitido.
4) Por último elige Asamblea un gobierno definitivo, y en esencia “republicano homogéneo” que constituirá el segundo gobierno “definitivo” de la República y que presidirá, igual que los anteriores (el primero definitivo y el “interino“) Estanislao Figueras.
5) Pese a su comportamiento, Cristino Martos seguirá presidiendo la Asamblea.
Reflejo de este complejo baile de poderes ha quedado en la Gaceta de Madrid del Martes 25 de febrero de 1873, en los documentos y prensa de la época y en los relatos de personas que tuvieron conocimiento directo de lo acontecido, como por ejemplo el republicano Miguel Morayta.
Algunos de esos relatos de la prensa del 25 de febrero 1873 nos dicen que “ayer” –día 24– hubo “alarma general“, “intranquilidad del vecindario” y “peligrosas carreras“; que por las ventanas del Congreso “se veían asomar las bayonetas da la Guardia civil” y que, entre otros detalles, “en el Congreso estuvieron entrando los dependientes de la autoridad muchas cajas de municiones y no pocas provisiones da boca” y que “pocas veces ha reinado el pánico en Madrid que reinó ayer.”
Veremos lo que sucedió y porqué. Pero ahora, antes de entrar en el detalle del desarrollo de la conspiración, me parece importante no hurtar a los lectores de ATRIO, una descripción del “ambiente” que se vivió en Madrid el día 24 de febrero de 1873 (2 relatos del periódico liberal “La Iberia” del día 25, pág. 2). La descripción tiene un punto de ironía que pudiera tener la finalidad de desdramatizar unos hechos que sí fueron dramáticos y que a punto estuvieron de provocar un enfrentamiento armado. Aunque el paso de la Historia los haya quizá relegado de forma significativa en el rincón de lo “intrascendente”. ¿Sucederá lo mismo con el 23 F de 1981?.
LA MAÑANA DEL 24 DE FEBRERO DE 1873
(“La Iberia. Diario Liberal ” del 25 -02-1873, pág. 2):
“El día da ayer lo fue de alarma general; el Congreso presentaba un aspecto amenazador, y si bien es verdad qua los numerosos grupos que rodeaban el edificio no tenían actitud hostil, por todas las ventanas del palacio da las Cortes se veían asomar las bayonetas da la Guardia civil. El santuario de las leyes estaba rodeado de un cordón de voluntarios de la Libertad que no impedían el tránsito y en el palacio de la señora duquesa viuda da Medinaceli había un batallón de Milicia.
La alarma fue general, y sólo conociendo la intranquilidad del vecindario se comprende que un caballo desbocado produjera muchas y peligrosas carreras en la calle de Atocha, y qua la huida da un ratero cogido in fraganti diera lugar a una deserción general en el Prado.
Las carreras fueron generales en todo Madrid a las cinco de la tarde, cuando se mandó retirar alguna fuerza da la qua custodiaba al Congreso. Las gentes, al ver cruzar las compañías da la Guardia civil, creyeron qua iban á disolver grupos y despejar calles: el primero que tan equivocada creencia tuvo corrió; siguiéronle los demás; al ver correr á la gente cerráronse las puertas, y el pánico reinó por breves momentos. Algunos grupos —según se nos ha dicho— trataron de entrar en un edificio-hospital de sangre en la calle de Atocha; pero advertidos por el guarda del objeto caritativo á qua estaban destinadas las dependencias, se retiraron.
No tenemos noticia de que da las carreras haya resultado desgracia alguna“.
// (…) //
“Ayer por la mañana tomaron posesión del ministerio de la Gobernación fuertes destacamentos de Guardia civil, Milicia y agentes de Orden público. En el gobierno civil se doblaron las guardias; en el Congreso estuvieron entrando los dependientes de la autoridad muchas cajas de municiones y no pocas provisiones da boca: en el Banco, Casa de la Moneda, Museo, etc., etc., sucedió lo propio. Estas precauciones no eran tranquilizadoras; el vecindario lo comprendió así, y pocas veces ha reinado el pánico en Madrid que reinó ayer. Como el Gobierno puede comprender, este estado no debe prolongarse, y esperamos que así suceda.”
Me pregunto si estas breves “crónicas” (u otras similares de la época), no merecerían figurar en un lugar visible del Congreso de los Diputados, como recuerdo histórico y como anticipo reseñable del golpe de Tejero de 1981. No en vano se trataba de nuestra primera República y de nuestro primer 23 F.
EL TESTIMONIO DE MORAYTA
Un testigo de los hechos, el republicano Miguel Morayta, miembro de la Asamblea Nacional en esas fechas, nos ha dejado su testimonio de esos hechos en “Las Constituyentes de la República Española“, publicado en París en 1907 (NOTA 1) parte de cuyo relato dice:
“Conocedor Martos con mucha antelación de aquellos propósitos, en buena parte por el incitados, a título de presidente de la asamblea y por tanto sin facultad ninguna para ello, antes de haberse hecho público, nombró por sí y ante sí jefe superior del ejercito de Castilla la Nueva al general Moriones; llamó a su lado a los generales de su intimidad, todos radicales, ordenó, de acuerdo con Moriones que se establecieran fuertes piquetes del ejército y de la guardia civil en varios edificios públicos y en los alrededores del Congreso, y se presentó en este horas antes de abrirse la sesión, con la arrogancia de quien contaba con los medios necesarios para imponer su voluntad. Más antes de ocupar el sillón presidencial tenía la batalla perdida; sus correligionarios más valiosos, comprendiendo lo absurdo de la empresa, se apartaron de él, colocándose al lado de los republicanos; los conservadores y los alfonsinos preveyendo graves desordenes, se le mostraron adversos, y las masas federales entonces armadas por formar parte de la milicia nacional, echáronse a la calle, evidenciándose así que Martos no triunfaría sin emisión da sangre; y como Martos no era en el obrar tan resuelto como en el hablar, diose con precipitación extraordinaria a todo género de concesiones para deshacer su propia obra. //
Enderezábase ésta a arrojar del poder a los republicanos antiguos para conferírselo a los nuevos; y el sacrificio de Martos se consumó, consintiéndole que hablara en dictador, pero constituyéndose , de acuerdo con la asamblea, un nuevo poder ejecutivo, también bajo la presidencia de Figueras; sustituyéndose los cinco radicales (don Francisco Salmerón, Echegaray, Becerra, Fernández de Córdoba –sic– y Beranguer ) con los federales Chao, Sorní y Tutáu y los generales Acosta y Oreiro. Castelar, Salmerón y Pi y Margall, continuaron en sus puestos” (NOTA 2).
Es decir, aunque Martos pudo actuar como “dictador” por breves momentos, en su afán de “arrojar del poder a los republicanos antiguos para conferírselo a los nuevos”, el resultado final de su andadura golpista, contrariamente a lo que buscaba, fue, precisamente, la constitución de un nuevo gobierno más “homogéneo”, con mayoría de “antiguos republicanos“.
NOTAS
NOTA 1. Manejamos la edición de “urgoiti editores S. L“. Pamplona 2012, con prólogo de Jorge Vilches, ya citada, El texto reproducido figura en pág. 83.
NOTA 2. 1) La comparación entre los gobiernos anterior y nuevo que hace Morayta es de los gobiernos definitivos, pues no tiene en cuenta el gobierno “provisional” nombrado “a dedo” por Martos durante la sesión de la tarde del día 24 de febrero de 1873 (Gaceta del 25). El general Juan Acosta y Muñoz no sustituyó directamente en el Ministerio de la Guerra a Fernando Fernández de Córdova, ya que esa sustitución la hizo el general Domingo Moriones nombrado “a dedo” por Martos al constituir el gobierno provisional. Notemos, por otra parte, que en la grafía de los textos de la época el apellido se escribe “Córdova”, posteriormente algún autor – o quizá impresor o editor – escribe este apellido: “Córdoba”; entiendo que, como tal apellido de la persona referida, no resulta correcto.
2.2) El historiador Melchor Fernández Almagro (citado, pág. 166), lo cuenta así: << Martos, a título de presidente de la Asamblea, y sin que le coartara la recentísima memoria de su anatema al presunto despotismo de Rivero, trató de alzarse con el Poder aprovechando la solución de continuidad impuesta por la crisis. Con la rapidez que requiere todo golpe de Estado, Martos hizo ocupar por la Guardia Civil el palacio del Consejo y los Ministerios de la Gobernación y Hacienda; nombró capitán general de Madrid a Moriones y, de acuerdo con el alcalde marqués de Sardoal, aprestó algunos batallones de la Milicia Nacional para que saliesen a la calle en el instante preciso. Que no llegó, porque Pi y Margall – mal llamado “hombre de hielo” por algún cronista – enterado a tiempo, se impuso a Martos en fulminante visita y violento diálogo. (…)” // (…) Por la onomatopeya en que se asemejaban los apellidos de cuatro de los restantes ministros – Pi, de Gobernación; Tutáu de Hacienda; Sorní, de Ultramar, y Chao de Fomento – el Gobierno fue llamado “de los pájaros” por quienes no perdían, pese a todo, su afición a la broma. (…) >>
Cabe significar que Pi y Margall nada dice de su actuación frente a Martos el 24 de febrero de 1873 en su obra “LA REPÚBLICA DE 1873. Apuntes para escribir su historia. Libro Primero.” que lleva como subtitulo “Vindicación del autor“ publicado en Madrid en 1874; – Editado por “Imprenta, Estereotipia y Galvanoplastia de Aribau y Comp. (Sucesores de Rivadeneira)” – Y es extraño tal silencio en ese texto de reivindicación personal, pues en él precisamente trata de poner en valor su acción en el Gobierno y con él aspira, dice textualmente, “a sacar ilesa mi honra” (pág. 4). Y es tanto más extraño cuanto que Melchor Fernández Almagro, lo reseña, como una actuación enérgica, resolutiva y decisiva para parar el golpe que Martos lideraba, diciendo “Que no llegó, porque Pi y Margall (…) enterado a tiempo, se impuso a Martos en fulminante visita y violento diálogo.”. En todo caso tan rotunda y simple afirmación obvia mencionar las fuerzas republicanas que, con armas en las manos, habían tambien tomado algunas calles de Madrid. Morayta en su relato tampoco incluye la acción citada de Pi, y, sí, destaca el desistimiento de los partidarios de Martos.
2.3) El Ministerio interino nombrado “directamente” por Cristino Martos el 24 de febrero de 1873, era el siguiente: Presidente del Poder Ejecutivo, Estanislao Figueras; Ministro de Estado, Emilio Castelar; Ministro de Gracia y Justicia, Nicolás Salmerón; Ministro de Hacienda José de Echegaray; Ministro de la Guerra, Domingo Moriones; Ministro de la Gobernación, francisco Pi y Margall; Ministro de Fomento, Manuel Becerra; Ministro de Marina José María Beranguer y Ministro de Ultramar Francisco Salmerón y Alonso. Es decir, son los mismos ministros del primer gobierno “definitivo” de Figueras, que habían dimitido ese mismo día 24, excepto el caso del Ministro de la Guerra, Fernando Fernández de Córdoba, que, como ya dijimos anteriormente, fue sustituido por Domingo Moriones.
NOTA FINAL: En los textos reproducidos, el subrayado de palabras o frases y la utilización de negrita son míos
Gracias por tu comentario Benjamín.
Como bien dices la Primera República fue efímera pero no intrascendente.
En el libro “España: Sociedad, Política y Civilización (Siglos XI y XX)” del que son atores José María Jover Zamora, Guadalupe Gómez-Ferrer y Juan Pablo Fuso Aizpúrua, (Editorial Debate S.A; Madrid 2001) en páginas 195 y siguientes se hace referencia a la Primera República Española, dentro del capítulo que bajo el título “La Revolución Liberal (1834 -1874)” corresponde específicamente a los autores José María Jover y Guadalupe Gómez Ferrer.
En páginas 197 y 198 dicen estos autores que la Primea República supuso siete planos de ruptura con la situación anterior.
A su modo de ver dichos planos de ruptura “se manifiestan tanto en lo que se refiere a las formas de Estado como en las de formas relación entre sociedad y política.
En cuanto a la ruptura en las formas de Estado dicen lo siguiente:
” (…) En lo que se refiere a las formas de Estado, 1973, trae consigo tres cambios radicales con respecto a lo que había sido hasta entonces la trayectoria del Estado Liberal: la sustitución de la monarquía por la república; la sustitución del Estado confesional o tutelar en materia religiosa por el Estado neutro; y la sustitución del Estado unitario y centralizado por un Estado descentralizado.” //
Queda claro pues, que las rupturas que suponen la primera República, no son en modo alguno , como bien dices, intrascendentes.
Gracias Benjamín por tu interesante comentario.
Nos has ofrecido, Eloy, una interesante y reveladora lección de historia en esta última entrega del documentado análisis que vienes haciendo en Atrio sobre la efímera, pero no por ello transcendente I República Española.
Ciertamente, aquí has descubierto que la historia golpista se repite. “Nihil novum sub sole”, y deberíamos tenerlo muy en cuenta, para aprender del pasado y afrontar el presente, procurando poner en evidencia los engaños mesiánicos, prometidos por salvapatrias del estilo de Trump, Putin, Orbam, Marine Le Pen, etc, “golpistas” del más solidario sentido común, dispuestos a socavar los fundamentos de la convivencia democrática, aunque no hayan asaltado Parlamentos por la fuerza. Ellos parece que han aprendido del fracaso de tales estrategias, pero sus propósitos coinciden fundamentalmente con los asaltantes del 21-F de 1873 y del 21-F de 1981 y de otros pronunciamientos similares.