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Apareció entre nosotros un ser humano cabal

Una homilía-felicitación de Navidad de Jon Sobrino para esta fiesta de Reyes

Navidad, como el deporte de elite, como la moda y el turismo, hace tiempo que ha caído en manos de la industria y el comercio. Y en mi opinión, algunas devociones y liturgias ayudan a liberarla. Hay exceso de piedad, y música, y déficit de verdad y  justicia. Pero existe también el deseo de un mundo de seres humanos cabales, como el Jesús que nació hace veinte siglos.

Los primeros cristianos no sabían prácticamente nada sobre cómo fue el nacimiento de Jesús, pero sí se preguntaron cómo comenzó la fe y la vida  cristiana. En situaciones muy variadas una cosa les quedó clara. “Todo comenzó con Jesús de Nazaret”. Con él vino al mundo la bondad y la verdad, la justicia y la salvación. Otra cosa es dónde y cuándo apareció Jesús. Llegaron a saber que ese hecho fundamental ocurrió en el Jordán.  Un profeta austero y de duras palabras, llamado Juan sumergía en el río a los que se reconocían pecadores. Allá fue Jesús cuando tenía alrededor de 30 años. ¿Y antes del Jordán, de dónde venía Jesús?, seguían preguntándose.

1. El primero en contestar fue Pablo. En su carta a los cristianos de Galacia, sobre el origen de Jesús dice tajantemente: “Nacido de mujer” (Gal 4, 4). No dice más, pero dice mucho. Jesús no fue un ángel, ni un ser extraño. Fue como nosotros y su final, como el nuestro, fue la muerte. Solo que Pablo añade “y murió muerte de cruz” (Fil 2,8).

2. El último fue el cuarto evangelista, discípulo de aquel Juan, hijo del Zebedeo y hermano de Santiago, que escribió en la última década del siglo I. En este evangelio todo comienza en la eternidad de Dios. Misteriosamente, en el Dios eterno ya estaba la palabra. Y esa palabra se hizo carne de hombre. Con nosotros caminó y entre nosotros puso su tienda de nómada, como los beduinos. Ese es Jesús de Nazaret, el hombre cabal, ecce homo. Y ningún otro es el Mesías. De entre los hombres unos lo aceptaron, y llegaron a ser humanos. Otros lo rechazaron y se deshumanizaron.

3. Entre la afirmación tajante de Pablo y la reflexión sublime de Juan, Mateo y Lucas hacia el año 80 pensaron lo que había ocurrido en el inicio y le dieron forma literaria y teológica. No narran una historia tal cual, ciertamente, pero profundizan su significado para todos los tiempos.

El evangelista Mateo recogió algunas cosas que se decían en las comunidades sobre el nacimiento de Jesús. Habla de sus padres, José, hombre de bien, obrero, que deseaba justicia para su pueblo. Y habla de  María, joven virgen desposada con José. Mateo puntualiza que Jesús nació en tiempo del rey Herodes, recordatorio importante, pues de esa forma, junto a la alegría de todo nacimiento de un tierno, aparece la crueldad de la que somos capaces los seres humanos. El rey mandó asesinar a los niños, tradición muy poco tomada en serio, porque enturbiaría las fiestas navideñas. Pero nos ayudaría a mirar a los cientos de miles de niños que mueren hoy de desnutrición, asesinados, pues hoy el hambre se puede evitar. Hace 30 años, el 11 de diciembre de 1981, el coronel Monterrosa mandó matar a 900 campesinos en El Mozote, de los cuales más de un centenar no pasaban de 12 años.

Mateo es también el que imagina la bellísima historia de los magos que llegan de muy lejos y ofrecen lo mejor que tienen. Así quiere decir que Jesús es para todos, no sólo para judíos, ni solo para europeos, ni solo para cristianos. Hombres y mujeres honrados, siempre podrán reconocer en Jesús a un hombre bueno en quien se puede confiar y a un hombre firme con quien se puede caminar. Y a ese Jesús también nosotros le podemos ofrecer lo mejor.

En el capítulo 25, Mateo cuenta dónde y cómo encontramos hoy a Jesús. “Cuando dan de comer al hambriento y visten al desnudo, cuando acogen al emigrante y visitan a los encarcelados, yo estaba presente en ellos”. “¡A mi me dieron de comer, a mi me vistieron, a mí me acogieron, a mí me visitaron!”.

4. Lucas fue médico de profesión, también hacia el año 80. Y es quien pensó y escribió relatos sobre el nacimiento de Jesús con mayores detalles y de gran belleza. El relato es un clásico de la literatura universal que leemos estos días de navidad. El padre de Jesús, José,  está angustiado por la difícil situación en que se encuentra su esposa: “no había para ellos lugar en la posada”. Su madre, María de Nazaret, es la buena vecina que fue a ayudar a Isabel. Gran creyente en Dios le dice: “Que sea lo que tú quieres”. Y cree, no en cualquier Dios, sino en el Dios de su pueblo, el que “ensalza a los pobres y derriba del trono a los poderosos”.

Los amigos de la familia son pastores, trabajadores no bien vistos, campesinos sin tierra.  A ellos les llega la voz de lo alto y ellos son los que le prestan atención: “En las alturas gloria a Dios y en la tierra paz a la gente buena”. En El Salvador es imposible olvidar lo que dijo Monseñor: “La gloria de Dios es el pobre que vive”. Y también en Lucas, el Jesús ya mayor diferencia a unos de otros. “Dichos ustedes, los pobres, los que tienen hambre, lloran, son perseguidos… Comerán, reirán, vivirán”. “¡Ay de ustedes, los ricos y satisfechos, los que son honrados por el mundo… Pasarán hambre, llorarán, Dios los apartará de sí”.

5. Dejamos para el final al primer evangelista, Marcos, discípulo y compañero de Pedro. Escribe a la comunidad Roma, donde los cristianos eran perseguidos por el poder imperial. En Roma el cristianismo comenzó a ser visto como movimiento sospechoso, y fue perseguido y duramente castigado, cabal como en El Salvador en los años setenta y ochenta, en tiempo de Rutilio y Romero, de Ticha y Polín.

Marcos no narra el nacimiento ni esclarece el origen de Jesús, sino que este aparece en el Jordán con el Bautista. A diferencia de lo que ocurre hoy, para Marcos lo más importante no es que Jesús sea “mesías”, y en el evangelio Jesús varias veces prohíbe que lo llamen así para que no lo confundan con alguien que tiene poder.  Tampoco es lo más importante su ser “hijo de Dios”, y de hecho en el evangelio solo un pagano, el centurión romano, le llama “hijo de Dios”. Y lo hace al pie de la cruz, lugar absolutamente contrario a los solemnes lugares de las divinidades. ¿Quién es entonces Jesús? Jesús es eu-aggelion. Por lo que hace, por lo que dice y por lo que es, Jesús es una buena noticia. Lo es para todos, y especialmente para los pequeños, enfermos y desvalidos, mujeres y niños.

A lo largo de la historia la tradición sobre el nacimiento de Jesús fue cambiando. La reflexión teológica avanzó, pero en la liturgia y en el imaginario popular fue perdiendo importancia que aquel niño llegó a ser Jesús de Nazaret.

Del siglo IV en adelante las basílicas –sedes de reyes y reinas-, solemnes, bellas en arquitectura, muchas veces lujosas en el arte, enterraron el pesebre, la cuna, la pobreza de José, María y Jesús. Y en el siglo XVII al pesebre se le añadió un abeto de los bosques alemanes. Nicolás, un santo varón del siglo IV, generoso y bonachón, se convirtió en conductor de trineos entre la nieve, repartiendo regalos a los pequeños que se han portado bien.

Lo peor es cuando en navidad no se tiene muy en cuenta a Jesús de Nazaret. ¿Cómo recuperarlo? Monseñor Romero recordó en una homilía que habría que buscar a Jesús en la noche de navidad entre los niños lustradores y huelepegas, que no han podido reunir un poco de dinero para hacer un regalo a sus mamás, que recibirán una tremenda reprimenda. Y terminaba diciendo “qué triste es la navidad de nuestros niños”.

Casaldáliga sigue recordando la navidad de los pobres. En la portada de esta Carta a las Iglesias publicamos su poema de la navidad de este año: “Ni en Belén, ni en Montpelusa hay lugar para ellos”. Los pobres siguen sin tener posada.

Sin embargo, para Monseñor y para don Pedro, navidad es fuente de esperanza y buena noticia si en el niño vemos los primeros pasos de ese hombre cabal que fue Jesús de Nazaret. Todos los días del año, y especialmente estos días en que hablamos del Niño Dios, son muy verdaderas las palabras que escribió Leonardo Boff hace 40 años: “Así de humano sólo puede ser Dios”.

Estos días recordamos también a Nelson Mandela, nació y dio sus primeros pasos hace casi un siglo. También lo hemos sacado en la portada, y se nos ha ocurrido poner, entre otras muchas posibles, estas tres palabras: Verdad, Reconciliación, Amor.

Dios nace cuando pasa por nuestro mundo. En navidad lo recordamos litúrgicamente. Ojalá le ayudemos a que su paso sea real todos los días de nuestra vida. Y que con humildad podamos ofrecerlo a los pobres

11 comentarios

  • m. pilar

    Siento los acetos, las separaciones etc.. no manejo bien este aparatito !!!Lo siento disculpen!!!
    m* pilar

  • m. pilar

    Tocado a groso modo, muy chapuceramente. El Proyecto que nos dejó, tiene que ser bueno para toda persona que decida !vivirlo! Sin escepcion de credos, paises, trabajos…
     
    A todos les cambiará la vida y los plenificara como seres humanos. No en una plenitud beatifica, sino humanamente !plena! Tenga el genio que tega, sea feo\a guao, risueño, triste… cada cual lleva sobre sus hombros la herencia cromosomica recibida.
    m* pilar

  • m. pilar

    Personalmente… pienso que:
     
    Un ser humano pleno, cabal, íntegro, significa que:
     
    Da todo cuato puede en suhacer, ser, vivir; siepre está dispuesto, siempre hecha una mao a ahí donde senecesita.
     
    No se habla de perfección “divina” ni de espiritualidad; se dice de las personas que siempre están, que escuchan, atienden, resuelven y asesoran hacia donde puede dirigirse la solución, si además, ofrece un proyecto novedoso que puede cambiar la vída a cuantas personas lo acepten, escuchen, lo intenten seguir…
     
    Será !!!Una Buena Noticia!!!
     
    La perfección que Jesús proponía era, hacer el bien, sin mirar a quién y sobre todo, sin mirar nuestro propio interés.
     
    El sermón del monte… que la mano izquierda no se entere de lo que hae la derecha… o viciversa.
     
    Por ecima

  • George R Porta

    Atribuir la expresión “ser humano cabal” a Jesús. He aquí la RAE acerca de “cabal”:
    cabal. (Der. de cabo ‘extremo’).
    1. adj. Ajustado a peso o medida.; 2. adj. Dicho de una cosa: Que cabe a cada uno.; 3. adj. Excelente en su clase. ; 4. adj. Completo, exacto, perfecto. ; 5. m. Hues. Pegujal del segundogénito. ; 6. m. ant. caudal (hacienda). ; 7. adv. m. cabalmente.
    al ~. 1. loc. adv. ant. cabalmente.; no estar alguien en sus ~es.; 1. loc. verb. estar fuera de juicio.

    por su ~. ; 1. loc. adv. ant. Con mucho empeño, con mucho ahínco, poniendo uno cuanto está de su parte.; por sus ~es. ; 1. loc. adv. cabalmente. ; 2. loc. adv. Por su justo precio.; 3. loc. adv. Por el orden regular.

    Y lo de pegujal: Lo añado porque no sabía yo que significase:

    Pegujal. (Del lat. peculiaris). 1. m. Pequeña porción de siembra o de ganado.; 2. m. Pequeña porción de terreno que el dueño de una finca agrícola cede al guarda o al encargado para que la cultive por su cuenta como parte de su remuneración anual.; 3. m. desus. peculio.

    Jesús cometió sus imprudencias y tuvo que esconderse o exigir/pedir guardaran  secreto sobre algunos dichos y hechos… Un tipo “completo, exacto, perfecto”  me parece que también hubiese sido prudente…

    El “ser humano completo, exacto, perfecto” no fuera muy humano…

    Todo esto tan obsesivo y compulsivo huele a tener que nacer de Virgen como si nacer de otro útero, no virginal, restara o quitara perfección…

    Constituye un desafío enorme a la inteligencia humana y a la imaginación eso de divinizar sin saber qué signifique (los antiguos divinizaban arbitrariamente: Emperadores depravados lo mismo que otros mediocres o enfermos y hasta animales… No mucha exactitud (RAE, ut supra)

    Jesús descuella sobre la raza humana por su inclusión sin precedente, del derecho-obligación de la persona ofendida o victimizada a, en lugar de demandar retribución, perdonara a su ofens*r…

    En la jurisprudencia jesuana que me parece casi sobrehumana, la persona ofendida tiene el derecho de perdonar y ese derecho es una obligación… ¡Lo nunca visto! Hammurabi parece que no supiera de estas cosas y el Derecho Romano tampoco… Al menos que yo sepa… ¿O sí sabían de ello?

  • h.cadarso

      Lo del Día de la Epifanía, fiesta principal de la Navidad para los cristianos orientales, es que da pena, se me antoja una de las falsificaciones y revoltijos más escandalosos tanto de la sociedad consumista como de la piedad tradicional de nuestro país como de la misma iglesia oficial…
      Porque, a juzgar por alguno de los textos litúrgicos, el gran acontecimiento que celebramos de ese día es la proclamación de que ya no hay un pueblo elegido entre todos los demás, un pueblo preferido del Altísimo, que toda la humanidad es el Pueblo de Dios, toda la humanidad, todas las culturas, todas las formas de pensar, todos los sentimientos, todas la maneras de acercarse y buscar a Dios son dignas del máximo respeto.
      Es la fiesta de la mujer sirofenicia, del Centurión que pide la curación de su hija, de los perros que también comen de la mesa de su Señor, de la Samaritana, del Buen Samaritano, de…
      Pero no, de eso nada resonó seguramente en las liturgias que se celebraron el pasado día 6 de enero. Todo fueron juguetes, cabalgatas, búsqueda de Dios por el individuo, encuentro con la verdadera fe…(!la verdadera fe! !ahí es nada!).
       La Epifanía es la fiesta del pluralismo religioso, la aceptación de un relativismo religioso “relativo”, que Benedicto XVI condenó por activa, por pasiva y por perifrástica, de una búsqueda de Dios por mil caminos, de un encuentro definitivo y único con Dios con, de, en, por, sin, sobre, tras el ser humano, todo ser humano, la proclamación solemne de la fraternidad universal y del respeto a todas las formas de pensar.
      Lo que yo oí en el sermón del día de Reyes fue algo así como que “solo la fe nos salva” o sea la fe sin obras, o sea la fe como un encuentro del individuo con Dios al margen de todo otro ser humano, en la más absoluta soledad, aislamiento y encerramiento en uno mismo…Eso sí, poniendo los ojos en blanco, mirando a ningún lado, en arrobamiento, como aquellos varones galileos que se quedaron mirando al cielo cuando Jesús se fue, incapaces de volver los ojos a la tierra y a sus semejantes…
      !Y Viva la Navidad!

  • mª pilar

    Después del bullicio de estos días (toda la familia…muchos/as).
    Leo por segunda vez esta hermosa carta de Jon Sobrino, persona entrañable y dolorida por el mucho dolor acumulado durante tantos años sufriendo entre los más sufrientes de la tierra.

    Cuando abraza, es un gozo intenso el que se percibe y se siente, como si trasmitiera una fuerza y una ternura inmensa.

    Habla de Jesús, con esa fuerza y amor que su Proyecto le trasmite, y lleva a cabo en su vivir cotidiano.
    Le da una mirada tan profunda que necesita compartirla y entregarla; una labor que cada día lleva adelante sin permitirse dar cabida al cansancio, su mala salud; el duro corazón que sigue encendido y castigando todavía a tantas personas en El Salvador.

    Es, como un enamoramiento de este Hombre cabal, que paso por la historia haciendo el bien y termino, como cientos de miles de hombres y mujeres atropellados por los poderosos de todos los tiempos.

    ¡¡¡Jesús de Nazaret, el Galileo: Un Hombre cabal!!!

    Así lo percibo desde mi pequeñez… se metió en mi vida… desde que tengo conocimiento y recuerdo en mi niñez.

    Ahora, a mi edad, casi no pregunto nada, solo lo pienso constantemente, me abandono en su Mensaje…
    ¡Siempre responde ante cualquier contingencia!

    Desearía ser mejor persona, no sentir cansancio y seguir en la brecha… pero ando un poco parada… como esperando llegar a la meta y no lo comprendo muy bien, pero lo asumo sin dejar de encontrar quizá una respuesta, o sencillamente dejarme llevar.

    Comparto cuanto nos dice Jon S. Me siento bien y en paz.

    mª pilar

  • George R Porta

    ¡Hola Oscar! Un abrazo agradecido

  • ana rodrigo

    De

    De los cuatro evangelistas, sólo Mateo y Lucas hacen relación al nacimiento y primeros años de Jesús. Crossan se pregunta por qué estos dos evangelistas introducen su evangelio con estas narraciones. Lo justifica con un epígrafe: “el futuro del pasado”. Conocido el desenlace de su vida de adulto, de su muerte y de su resurrección, era lógico bucear o construir algo en sus orígenes a modo de justificar el posterior desarrollo de su vida.
     
    Por eso cada uno de estos dos evangelistas hablan de cosas diferentes imposible de encajarlas en un relato unificado. “Lucas habla de pastores y ángeles, del mesón y el pesebre, de la presentación del niño en el templo y de su posterior pérdida; por otra parte sólo en Mateo aparecen Herodes y los Magos, la matanza de los inocentes, la huída a Egipto.” (J.D Crossan, Jesús, biografía revolucionaria, pág 21)
     
     
    Lucas relata en sus primeros capítulos la historia de dos nacimientos, el de Juan y el de Jesús, poniendo el nacimiento de Jesús en paralelo, no sólo con Juan, sino con otros personajes veterotestamentarios, de padres estériles y o mayores, anuncios misteriosos o angélicos, formas de dar a conocer el nacimiento, circuncisión, nombre, etc.
     
    Mateo también se interesa por los personajes del AT, pero en este caso, se fija en Moisés, el nacimiento de Moisés después de la orden del faraón de dar muerte a los niños, la liberación del pueblo, el éxodo, etc.
     
    Esto sin mencionar el paralelismo con la divinización de Augusto, el nacimiento en Belén haciéndola coincidir con una profecía del AT, la madre virgen coincidente con una profecía de Isaías (Is, 7,14), la ausencia de empadronamiento en tiempo de Augusto, el censo diez años después de la muerte de Herodes el Grande, la numerosa familia de hermanos y hermanas de Jesús (Mc. 6,3; Mt.13, 55-56).
     
    Cuando todos estos relatos se tiñen de fe sin análisis histórico-crítico, nos conduce a darle más importancia al envoltorio que al contenido. Y a fe que estos relatos contados como históricos calan hondo en el pueblo y condicionan el ordenamiento social en los países cristianos (sólo hay que ver la celebración de la Navidad).

  • ana rodrigo

    La tradición cristiana, desde los tiempos más próximos a Jesús con su fundamentación en la tradición judía, pasando por etapas medievales cargadas de creencias inconsistentes, ha consolidado una historia de Jesús casi enmarcada cual de si un texto histórico estuviésemos hablando, hasta el punto de que los textos evangélicos, especialmente los del nacimiento y los de la resurrección, se leen con criterios históricos como hechos literal y fehacientemente históricos.
     
    Si, por otra parte, el mensaje de los evangelios se ha ido amasando y concentrándose en moralinas, no sé porqué nos extraña la deformación a la que el paso d los tiempos y la ignorancia consciente o inconsciente de los constructores de la teología nos ha llevado.
     
    Al igual que la Institución-Iglesia nos ha llevado por estos derroteros, no estaría demás que fuesen ellos los que des-andasen el camino y comenzasen a “purificar” lo auténtico de los evangelios y de la persona de Jesús, liberándolo de mitos y tradiciones.

  • oscar varela

    Hola George!

    Excelente Comentario el tuyo!

    Por lo poético y místico que tiene

    de una casi confesión “pro-fáinica” en un día “epi-fáinico”!

    Gracias! y ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • George R Porta

    El “paso” del Jesús magro, Marcano, llega a las basílicas tras sus “pasos” por Mateo y Lucas para ser llevado adonde Juan. Constantino le elevó—a pesar de la resistencia que Jesús le opuso en la muerte de tantos mártires—a Pantocrátor. El emperador y sus obispos le “colgaron” de nuevo, esta vez, triunfante, de las cúpulas de los templos, y paradójicamente también con unas cadenas sujetándole en el aire, bellamente policromado.
     
    ¿Cómo negar que el Jesús que anduvo río adentro en el Jordán y cuesta arriba hasta el Gólgota no fuera popular? Alguien necesitó vestirle de Rey en el cielo y sentarlo en su gloria a la “diestra” del Divino.
     
    Especulando un pelín extra veremos qué hicimos con su fracaso terrenal. Marcos—pienso que por respeto—no especuló aunque no pudo dejar que el silencio se volviese pregunta. Mateo y Lucas—tendrían sus razones—decidieron responder a un tal abrupto silencio y diseñaron un pasado de linaje limpio o completo, eugénico, y un final triunfador, “elevado” a lo que Juan—no niego que por sus razones—añadiera los dorados arcanos ropajes de ocasión.
     
    Sobre esa procesión de Jesús hemos proyectado quizás la historia humana. Nos disgusta tener solo lo imprescindible, acumulamos todo lo que podemos, vorazmente, aunque siempre sean los vivos que quedan quienes tras de nuestra muerte necesiten adornarnos y rodearnos de utensilios y alimentos, aunque también se apresuren a cubrirnos con tierra para no choquearse con la vulnerabilidad de la vida y, claro, evitar el hedor proteínico que pronto emanaremos. Así va la comparsa de disfraces,  celebrante la vida todavía como regalo…al menos para algunos, los menos
     
    Prefiero al Jesús al que me señalaron a su “paso” cerca de mí el Viernes Santo. Tras de haber visto muchas veces a los santos de las procesiones en los almacenes de las iglesias, desnudos de sus ropajes, con sus grandes ojos de vidrio y sus enyesados polícromos esqueletos de palo, el escándalo me ha arrebatado al Señor de los Milagros.
     
    El Jesús yacente de madera y yeso, “paseado” en el pesebre o entre un Santo Entierro y otro es tan incapaz de hacer milagros como yo, aunque cuando le llevan en andas el día de Viernes Santo, no el de la Misa de Gallo, me arranque lágrimas y me humanice, me mueva a imaginar, siempre imaginar, su sufrimiento…quizás ese sea su único milagro…que si me atreviera a compadecerle en el su forma de palo me “resucite”…y entonces le recuerde yacente en cada necesitad*, en cada enferm* y en cada otr*…y en mí, si puedo…porque no siempre puedo.  A veces les detesto y me detesto…cosas mías, la mala uva, que no sé por qué la llevo en la sangre, pero la llevo.
     
     
    Triunfante, o bonito, todo pulcro en el pesebre o barbudo y disfrazado de Rey hace mucho que ni le miro ni le recuerdo…